Sei sulla pagina 1di 51
EL DIALOGO INTERRELIGIOSO oportunidad para la fe o decadencia de la misma JEAN-CLAUDE BASSET Prefacio de CLAUDE GEFFRE Deselée De Brouwer CUARENTA P ROPUESTAS Me parece que ha legado el mo- mento de precisar la situacién en que se encuentran los elementos de la investi~ gacién que hemos llevado a cabo. Una investigacién que nos ha hecho visitar diferentes continentes y entrar en con- tacto con las grandes tradiciones reli- giosas de la humanidad, poniéndonos a Ia escucha de voces, armoniosas o dis- cordantes, venidas tanto del fondo de las edades como de Ia historia que se esti haciendo. Al final de numerosos rodeos y re- trocesos volvemos a encontrar la cues- tin inicial puesta como subtitulo de este libro {Oportunidad para la fe 0 decadencia de la misma? En efecto, el dislogo interreligioso no podré arrai- gar en el terreno religioso ni, por tanto, hacer sentir todos sus efectos, més que si deja de ser considerado como un ad- dendum facultativo, stil a lo sumo, al bene esse de la vida de los creyentes, para situarse en el corazon de toda vida y compromiso religioso que designa- ‘mos, a falta de otra palabra mejor, con fc, con sus diferentes expresiones, lo jque esté en juego en el debate sobre el Kidlogo. 1 Por mas de una razén, resulta abso- Jutamente impropio hablar de conclu- sign con respecto a este capitulo, que no debe ser un cierre, sino una apertu- 1225, Véase W. C. SMITH, Fath and Bele Pinceton, 1979.A pesar de que la fe, en el sentido técnica del ‘érmino, no iene en Iss otras tadiciones nel mismo tito kel mimo cardeter que en fa eadiclon ™, y que corresponde por derecho a los ere- yentes y alos tedlogos. Estas afirmacio- nes se convierten asi en otras tantas cuestiones cuya admisibilidad conviene evaluay a la luz de una determinada he- rencia, y medir sus consecuencias para Ja vida y la expresin de la fe. ‘Aun a riesgo de decepcionar, en el marco de este estudio, no corresponde al estudioso de las religiones, sino al creyente, responder a la cuestién: «zOportunidad para la fe o decadencia de la misma?» Este trabajo, mis mo- desto, ha apuntado a preparar el terre- no a veces minado, repleto a menudo de prejuicios seculares, de suerte que se planteen las cuestiones adecuadas y se precisen los verdaderos problemas, a partir de la tesis fundamental que sub- yace en él, a saber: que el didlogo inte- rreligioso constituye un desafio cru- cial™, del que depende, en gran medi- 1227, Solo unos cuantos pensadores de ls tradicln eristiana se han aventurado por esta via cya novedad YY urgencia son comparables al desarrollo de una teologia de Ia iberacda, de una teologa negra 0 de una teoogia feminsta Podemos clan parteulara |. Cabb,K, Cracknell Kalter H. Ot, R,Paniklar, K.Rahner.W.C. Smith y la eoleccién «Faith Meeth Faiths, publ por Orbis Press desde 1987. 1228, Desafio comparable, mi modo de vera los dela secularizacin, el rihllismo ateo, el integrismo o, en ol caso dela tradicién crstana l ecumenisme, EL DIALOGO INTERRELIGIOSO da, In naturaleza y la credibilidad de Ia fe y del testimonio de los creyentes de ravicciones, en este final del Esta primera serie de propuestas de lbe permitir delimitar Ia realidad del aislogo interreligioso por encima de | Intentando determinar sus limites y su naturaleza, apunta a establecer con cla- ridad el tema de que se habla 1) En un momento en que todo se ‘ouelve didlogo en el orden de la comu- nicacién, es mds necesario que nunca recordar que no todo es diélogo, ni en el dmbito religioso ni en los otros émbitos de la vida, Si bien el didlogo es una forma de comunicacién humana particularmente apreciada hoy, no es, a buen seguro, el todo de la comunicacién. Nada resulta més perjudicial para el mismo didlogo que la vaguedad semntica que amena- za con hacer de este concepto un ver- dadero «lecho de Procrustes»'™, en el que todo tipo de relacin se encuentra amputado o alargado hasta adquirir las dimensiones del dilogo. El dialogo interreligioso se situa en] la interseccién de dos subconjuntos de Ia comunicacién: por una parte, el did, ogo y, por otra, el encuentro interrel rioso. En el primer caso, conviene dis- tinguirlo de otros tipos de dilogo, co- mo el dislogo filosdfico (de Sécrates a Buber), el didlogo psicolégico (la rela- cin de ayuda), el didlogo pedagdgico (maestro-alumno), el didlogo politico (instancias internacionales) o el dislogo cultural (UNESCO, dislogo de cv interreligioso se distingue de la co: encia en la ignorancia, de la con| qj 1229. Véase las pertinentes abservaciones de L. VISCHER, «Dialogue - Impasse or Open Door?a, en S [AMIRTHAM (ed). A Vion for Man. Exsoys in Honor af ashua Ruse! Chandron Madras, 1978, pp. 257 ss 392 CUARENTA 2) El didlogo interreligioso es, funda- mentalmente, un intercambio de pala- bras y una escucha reciproca, que com- promete en pie de igualdad a creyentes de diferentes tradiciones religiosas mente de los cinco elementos inherentes a todo diélogo: a) la relacién personal, con la referencia individual y el espacio de libertad que esta presupone; b) Ia] prioridad otorgada a la palabra inteligi- ble, con el silencio necesario para su es- cucha; ¢) Ja reciprocidad de los inter- cambios, que implica ol reconocimionto de la igualdad, de derecho y de hecho, a las personas presentes: d) el reconoci- miento, al menos en el punto de partida, de la diferencia de los puntos de vista en confrontacién; y, por tltimo, e) la exis- tencia de una apuesta por parte de los. participantes, que no se han reunido pa- rauna discusi6n de sal6n. ET didlogo se vuelve tnterreligioso cuando tiene lugar entre creyentes, es PROPUESTAS decir, entre personas motivadas"™ por convicciones religiosas que dan sentido 4 sus vidas ¢ inspiran su comprensién del mundo y de la realidad. La diversi- dad del punto de partida se sina en el plano de la referencia explicita a las tra- diciones religiosas, con su herencia de textos sagrados, de relatos miticos e his- térivos, de dogmas y de ritos. Sin pre- juzgar la existencia de convergencias co- nocidas o por descubris, el didlogo no es de verdad interreligioso més que si hun- de sus races, no s6lo en la fe de los par- ticipantes, sino también en la herencia religiosa que nutre y modela esta fe, 3) El didlogo interreligioso no se confunde ni con el estudio comparado He las religiones, que presupone la posi- in neutra de una observacién exte- or, ni con una teologia de las religio- es fruto de una reflexion comprometi- La con una confesion' Si bien no cabe duda de que el estu- dio comparado de las religiones, tal co: 1230, Segun la definicién que da M.DOL:elntrfoth dclegue is Between uly committed person and fly com mitted person» (Man's Seorch for Meaning Through Intrfah Dislogue, Toklo, 1975. p. 134) 1231. El intento de W.C. SMITH en su obra Towards o World Theclogy(Fladefi, 1981) puede ser considers do como un primer esfuerzo orientado al superacion del marco de una teologiaextrictamente con- fesioral; ease el debate en: LSWIDLER (ed), Toward o Universal Theology ofRetigion, Nueva York, 1987 393 EL DIALOGO mo se ha desarrollado desde hace poco mis de un siglo en los medios universi- tarios, ha preparado la via al didlogo in- terreligioso y sigue siendo esencial para toda mutua comprensién, se distingue radicalmente del mismo por la neutrali- dad o la epoché que pretende poner en practica. Més atin, no es posible compa- rar més que hechos observables ~textos, relatos, actos, obras de arte, etc.~ 0 es- tructuras que sea posible detectar, no la relacién personal del creyente con su tradicién y con el mundo que le rodea; ahora bien, es esta relacién la que figu- ran el nticleo del dialogo. La teologia de las religiones ~cristia- na con mayor frecuencia, por legitima y necesaria que sea, esté basada en los datos del estudio comparado de las re- ligiones, para desembocar en una refle- xi6n te6rica sobre el sentido de la di- versidad religiosa en relacién con una determinada tradicién. En cuanto dis- curso de creyentes que tienen que vér- selas con otros creyentes, deberia ser mucho més una respuesta al dislogo in- INTERRELIGIOSO terreligioso, cuya prolongacién consti- tuye en cuanto reapropiacién en el pla- no de una elaboracién teol6gica ancla- da en una herencia religiosa particular. De Ta experiencia del aralogo interreligioso se deduce un enfogue dia- logistico de la fe de los creyentes, com- plementario con otros enfoques univer- sitarios del fendmeno religioso: histérico, antropolégico, sociolégico, psicolégico y fenomenoligico La especificidad del enfoque dialo- gistico consiste, esencialmente, en el he- cho de que deja a los creyentes la posi- bilidad y la tarea de definirse a si mismos y expresar el sentido que reviste su fe para su comprension de la existencia y su compromiso en el mundo. Es dialo- gistico en la medida en que se desarrolla cen medio de la tensién entre este sentido restituido por lo observado y los hechos accesibles al observador, tensién que se trata de mantener hasta el final de este proceso hermenéutico, a saber: la coin- cidencia de los dos puntos de vista”. 1232. En conformidad con el principio enunciado por W, C. Smith: no stotement about @ religion it valid un less it can be acknowledged by thot regions believer, W. C. SMITH «Comparative Religion: Whither and Why 2 en: M:ELIADE -). KITAGAWA (ed), The History of Religions, Cheago 1959, p. 32 (edix idm espaila:Totado de historia de fos religions, Circulo de Lectores, 1990) 394 CUARENTA PROPUESTAS De modo casual, esta iniciativa epis- temolégica aparece como la Gnica en euyo seno las afirmaciones teolégicas y las afirmaciones del estudio de las reli- giones no se excluyen ipso facto. En efecto, ala pregunta de saber quign, en- tre el tedlogo y el historiador de las re- ligiones, ofrece Ia comprensién més verdadera de una tradicin religiosa, responder «el tedlogo», equivale a ne- gar la validez de toda critica exterior, y responder «el historiador», desealifica todo discurso teolégico. En cuanto a invocar la diversidad de los métodos puestos en prictica, para justificar la divergencia de sus conclusiones, es una explicacién que no puede ser plena- mente satisfactoria en el seno de una misma comunidad universitaria, en la medida en que el campo de investiga- cidn es idéntico”. 5) Tras un largo periodo de intentos puntualeso infractuosos, hemos asistido en los aiios 70 a una verdadera explo- sion del didlogo interreligioso a nivel internacional, tanto bilateral como multilateral. Tren lao 1970 convendifa adi b los tres didlogos multilaterales que| isto, el coloquio celebrado, el 1s de noviembre, en Ia universidad| hemos ebrea_de Jerusalén con el titulo International Colloquium on Reli- bion: Peoplehood, and", Si exceptuamos la aegundal Nation and cumbre espiritual Ginebra por el Temple of Unders- tanding, este coloquio era un estreno, tanto con respecto a Ia consulta de Ajeltoun, organizada por el Consejo Ecuménico de las Iglesias, como con respecto a la reunién en Kyoto de la organizada en 1233. Véate el estado de fa cvestion, con una bibliografia bien documentada, en: U, KING «istorieal nd Phenomenological Approaches to the Study of Religion - Some major developments and issues Un der debate since 1950>, en: EWAHLING (ed), Contemporary Approaches to the Study of Rein, vol. | The Humanities, Berlin, Nueva York, Amsterdam, 1984, pp. 29-164: H. DESROCHE - J, SEGUY (ed). Introduction aux sciences humeines des regions Paris, 1970 (edicién espafiola: EI hombre y sus reli net, Editorial Verbo Divina, 1974). 1234, Véase las actat publiadas por M. H. TANENBAUM - RJ. Z. WERBLOWSKY (eds), The Jeruroiem Callequium on Religion, eoplehoed, Nation and Land. Jerusalem October 30-November 8, 1970, Truman Research Instituce Publication N? 7 [sn lugar ni fecha de edicén}. 395 FL DIALOGO IN Conferencia mundial de las religiones en favor de la paz El didlogo internacional, que no ha cesado de desarrollarse desde entonces, constituye en muchos aspectos la parte emergida del iceberg, dados los medios puestos en préctica y las publicaciones que rodean tales encuentros. Es com- parable a los coloquios de expertos o a las conferencias de la UNESCO; tam- bién constituye el tipo de didlogo con menos posibilidades de convertirse en ocasién de un verdadero encuentro, y ello a causa del peso de la organizaci6n, del cardeter elitista de los participantes y de su alejamiento respecto a la reali- dad cotidiana de los creyentes. 6) Se esté desarrollando, un poco por todas partes, en los lugares donde coexisten comunidades religiosas dife- rentes en la misma ciudad 0 en la mis~ ma regin, un didlogo de base o, al me~ nos, local, menos espectacular, aunque més realista La parte sumergida del iceberg, Ia més importante y Ia mis dificil de deli- mitar al mismo tiempo, es, a no dudas, TERRELIGIOSO 1 dislogo a nivel local o regional. Este logo en la base, en virtud de su hraigo en un medio sociopolitico y en 1n contexto religioso-cultural particu- ares, ofrece una extraordinatia diversi Had, a diferencia del didlogo estandari- ado en la cumbre. Como en el ecume- ismo entre eristianos, tampoco aqui ay duda de que es a este nivel, préxi- mo_a_la vida diaria de los creyent donde se sitia el micleo del didlogo i terreligioso, al mismo tiempo que constituye el verdadero test de este ti- po de comunicacién entre creyentes y comunidades diterentes. Con Varanasi, Kyoto y Ginebra, la sn nos sitia en el niicleo y no al margen de las tradiciones religiosas. investi: El muestreo, restringido arbitrariamen- tea tres ciudades, prohibe toda genera- lizacion y extrapolacién, lo que no nos impide constatar en cada ocasi6n la rea- lidad, la modestia y la variedad de este dislogo: real, en el sentido de que existe, aun cuando no esté anclado de manera suficiente en la vida diavia; modesto, por Ia naturaleza de los encuentros que sus- cita y los objetivos que se marca" va- 1235, Con fa notable excepelén de ela escuela de Kyoton (véase pp 156 s5.y pp. 362 ss) CUARENTA riado, por las personas que en él partici: pan y el estilo de los intercambios que de dl derivan. Aqui, mis que en otras partes, conviene hablar de preparacién para el didlogo en toda su amplitud 7) El desarrollo contemporéneo del didlogo, en particular nivel interna~ ional, esté ligado directamente a la existencia de agentes internacionales del diélogo interreligioso, antiguos 0 re- cientes La preparaci6n, la infraestructura, la publicacién de las conclusiones y el apoyo financiero, necesarios en todo encuentro internacional, implican en el punto de partida la participacién de or- ganismos de amplia envergadura. Entre los més activos en el plano internacio- nal podemos citar la International Association for Religious Freedom (1900) (de origen cristiano), ef World Congeess of Faiths (1936), el Temple of Understanding (1960), la World Conference on Religion and Peace (1970) (de naturaleza muhtirreligiosa), el International Council of Christians 1236, A lo que podemos afudir el Global Congress of the World Religions (1980), PROPUESTAS and Jews (1974) (de carscter bilateral), el Secretariatus pro non christianis del Vaticano (1965) (en la actualidad Concilium pontificium pro dialogo in- ter religiones) y la seccién Didlogo del Consejo ecuménico de las Iglesias (1970-1990) (de obediencia cristiana), el International Jewish Committee on Inter-Religious Consultations (1971) (procedente de organismos judios in- ternacionales) y, por tiltimo, la New Ecumenical Research Association (1980) y la International Religious Fondation (1983) en la esfera de la Iglesia de la unificacign™. 4-2 - 8) Desde el Parlamento mundial de las religiones, celebrado en Chicago en 1893, hasta nuestros dias, el didlogo in- terreligioso, tanto en el plano local co- mo en el internacional, es con mayor {frecuencia resultado de iniciativas crs- tianas y occidentales Dos hechos al menos confirman es- ta afirmacién. Esté, por una parte, la extrema pobreza, cuando no la ausen- cia, de todo didlogo bilateral al margen 397 EL DIALOGO de la parte cristiana, incluso entre tra- diciones geogréfica o ideol6gicamente préximas como los judios y los musul- manes o los hindvies y los budistas, Por ‘otra, en pafses como la India 0 Japén, donde la presencia cristiana es muy mi- noritaria, son cristianos, a menudo de origen occidental, quienes figuran en el origen del dislogo interreligioso, en ocasiones a pesar de la inercia o de la resistencia de las Iglesias locales" La historia del compromiso del CEI con el dislogo interreligioso permite descubrir, a partir de 1970, un paso no- table desde el estudio te6rico, sobre la continuidad y la discontinuidad entre la fe cristiana y las tradiciones religiosas contemporéneas, a a organizacién de una serie de encuentros efectivos. En es- ta historia debemos destacar la crisis provocada por la resistencia al dislogo en la asamblea de Nairobi (1975) y el marcado esfuerzo desarrollado después INTERRELIGIOSO de la asamblea de Vancouver (1983) pa- 11 hacer pasar el dialogo de una proble- mitica de tipo misionero a la esfera pro- piamente teolégica™. 9) Las condiciones necesarias y sufi- cientes para la eclosién del didlogo in- terreligioso son las siguientes: a) el esta- blecimiento de una relacion personal, b) la identificacién de una base comin, c)el reconocimiento del derecho a la di ferencia, d) la voluntad de asociar com- [promiso y apertura, e) la cuestién de la verdad. Se trata, poco més 0 menos, de la re- peticién de los elementos de la defini- cidn del dislogo, considerados a la luz de las experiencias concretas de dislo- gos entre creyentes. El encuentro pi sonal salva el didlogo de la compara- cin de sistemas religiosos e introduce el espacio de libertad inherente a todo encuentro abierto a la novedad que ca- 1237. En 1983 eran de origen europeo mis de Ia mitad de los respontabler de lor dlecistis organiemas que consscuan IncerRelgio.A Network of Christian Organizations for interreligious Encounter in Ease Aria 1238, Asi Ministerial Formation ne Mlefth Mie. Implications of interfth Dilegue for Theolepcal Education (Kuala Lumpur 1985), WCC, Ginebra, 1986: My Neighbour’ Faith - and Mine: Theological discoveries Through Interfaith Dialogue. A Study Guide, WCC, Ginebra, 1986; crf. La foi de mon voiin et fa mienne: Ja richessethéologique du cologue intereigieux, COE, Ginebra, 1988, CUARENTA racteriza al acontecimiento con respec- PROPUESTAS locutores y la reciprocidad de los inter Toa STUCION, Las penOMEs que dialogan, sin ser ni delegadas ni repre- |sentantes, no se comprometen mas que a ellas mismas, so pena de congelar las posiciones en presencia. cambios. En el plano de los hechos, el reconocimiento positivo de las diferen- cias choca tanto con el testimonio ex- clusivo del monoteismo semitico, co- mo con la tolerancia inclusiva del mo- No-fay cOmUnICaCION posible sin una base comin, sin una «misma longi- tud de onda». Esto se traduce esencial- mente, en el dislogo interreligioso, por la referencia a la vida y al compromiso de la fe (homo religiosus) o a la huma- nidad comin de los creyentes. En a medida en que todo encuentro presu- pone a un tercero (objeto del encuen- to, sujeto a combatir), la seculariza- cién ambiente y, de modo atin més ra- ical, el nihilismo ateo, pueden consti- tuir una primera base para el didlogo, amenazado entonces de degenerar en frente comin. El derecho a la diferencia es la con- dicién sine qua non de la libertad re- querida para el dislogo. De ahi se de- ducen,a la vez, Ia igualdad de los inter~ 1239, {Es una catualidad que el didlogo mis rico y nismo hinds. ‘Toda tradiciGn religiosa y, en gene- ral, toda militancia politica o social tie- ne que hacer frente al dilema compro- miso / apertura (commitment / open- nness)**, El didlogo interreligioso, para ser enriquecedor, debe mantenerse so- bre esta arista en un dificil equilibrio; ‘cquilibro que hace posible la referencia commin a una realidad wltima que rebs- saa cada una de las tradiciones. Por tilkimo, no hay dislogo sin afan de la verdad. En primer lugar, la verdad del didlogo, que es autenticidad, com promiso concreto, testimonio sincero y verdad sin més. La apuesta del didlo- go consiste en hacer pasar esta verdad desde las diferentes formulaciones con- fesionales, humanas y parciales, cuan- prometedor en nuestros dias, el entablado en torno 2 fa escuela de Kyoto, se inserte sobre el fondo de una radical alteidad entre of menoteisme menos ‘monolitic y el inclusivismo menos recuperador? 140. Vea of Ecumenical Studies 9, 1972, p. 473 ‘en parciculr,$ | SAMARTHA, «The Progress and Promise of Intrraligious Dialogue, Journl 399 EL DIALOGO INTERRELIGIOSO do no exentas de imparcialidad, a la es- era tktima jamas agotada ni expresable en plenitud. 10) Si bien lx esencia del didlogo in- terreligioso es una, sus manifestaciones bistdricas son muleformes, hasta ef punto de que puede hablarse no de uno, sino de varios didlogos, en funcién de las estructuras implantadas, de los tipos de personas en presencia y de las apues- tas del encuentro. El anilisistipologico del didlogo in- cerreligiose conduce a distinguir eree cestratos, en cuyo seno se sitian los di- ferentes géneros 0 tipos de didlogos. Esté, en primer lugar, el plano de las es- tructuras, con la tiple oposicién bina- ria: la de la localizacién (local o inter- nacional), la del niimero de participan- tes (restringido © ampliado) y Ia de las tradiciones en presencia (bilateral 0 multilateral). ara_especiiicar Ta naturaleva del dislogo, he recurrido a cuatro tipos ideales en el sentido weberiano™: el Iaico, el sacerdote, el tedlogo y el mon- 1241. Vease 0, 969 Te; que cubren, en parte y sin confune dirlas, Jas cuatro apuestas principales del didlogo, que son: la cooperacisn, el testimonio, la comprensién y la comu- nin, Si bien es posible multiplicar has- Ta eT anlinnto Tas SUDCISIONGS, O9a O pologia nos permite por lo menos po- ner de relieve la variedad del diélogo interreligioso y_precisar los limites a partir de los cuales la comunicacién ya no es dislogo. eS Esta segunda serie de propuestas es- é destinada a poner de manifiesto la novedad, propiamente revolucionaria, que introduce el didlogo interreligioso, y.no sélo en las relaciones entre fe Yentes de diferentes tradiciones, sino ‘en Ja vision que los creyentes tienen del ‘universo religioso y de su propia fe, 11) El didlogo interreligioso, lejos de ser un desarrollo que se inserta en linea continua con las tradiciones religiosas, a sido impuesto desde el exterior, bajo Ia presién de las mutaciones del mundo 400 CUARENTA PROPUESTAS CORTEMAPOVEHTED, PaTTICMATPAEATE SET Aunque la mayoria de las tradicio- nes religiosas conocen y practican el dislogo como medio de comunicacién, este se inserta con mayor frecuencia en la rehecién de maestro a diseipulo y siempre tiene la finalidad de transmitir una ensefianza apologética, teoldgica 0 espiritual. Son condiciones politicas mis que convicciones religiosas las que figuran en el origen de los grandes dig- logos interreligiosos del pasado, inclui- do cl World Parliament of Religions. Entre los elementos decisivos del impacto contemporineo sobre Ia vida| religiosa, cabe mencionar: a) el plura- lismo cultural, politico y filos6fico que| caracteriza a muchas sociedades actua~ les; b) la secularizacién, que tiende a restringir Ia esfera de influencia de las tradiciones religiosas en Occidente y, de modo progresivo, sobre toda la su- perficke del planeta; 6) el resurgimiento ide cortientes religiosas que se pudo creer condenadas a desaparecer y que convierten la pluralidad religiosa en un dato permanente con el que es preciso contar;d) el relativismo del pensamien- to filosdfico, que renuncia a toda afir- /macién univoca de la verdad; e) el ecu- menismo, que constituye la prueba, en eleaso de los eristianos, de que es posi- ble avanzar juntos, aun manteniendo convicciones divergentes. ‘Tampoco es adhesin al respeto de la libertad reli- giosa inscrita en la Declaracién univer- sal de los derechos del hombre, adopta- da en 1948 por la Asamblea general de las Naciones Unidas. 12) En la medida en que el didilogo interveligioso implica tener en cuenta la pluralidad religiosa, esta ligado a un cambio radical de modelo (paradigm 1242, eToda persona tlene derecho a a libertad de pensamienco, de concienciay de reign; este derecho Incluye la ibertad de cambiar de religion 0 de creencia, asi como la libertad de manifestar su reli s16n o su creencia, individual y colecvamente tanto en piblico como en privade, por la ensefanza, Ia practia, el culty a observancia» (Resolucion 217 [ll] aticulo 18),Debemos sefalar que. por parte critana, a Ubectad relgiosa no fue sfirmads de manera oficial hasta 1961 en la tercers ‘Asamblea del CEI yen 1965 por la declaracisn Dignitats humance personae del Vaticano Il, entras (que su interpretacién sigue siendo restriciva en el pensamiento musulmda, 401 EL DIALOGO shift) de comprension de si mismo y del universo religioso, por parte de los cre~ yentes y de sus comunidades. hia de Thomas Kuhn™, resulta particu- Jarmente apropiada para designar la re~ /olucién que introduce el dislogo en la jentalidad religiosa. No se trata sélo dean nuevo clemento que deberlamor afiadir a las creencias y a la préctica re- ligiosas, sino de una nueva manera de ver el conjunto de las tradiciones reli- giosas y de situarnos nosotros mismos y nuestra propia tradicién. John Hick no ha dudado en hablar de revolucién copernicana™ para de- signar el paso de una percepeién reli- giosa centrada en si misma, donde el punto fijo lo proporciona su propia tradicién (el equivalente a la tierra en el sistema de Tolomeo), a una visin cuyo. centro escapa a todas las tradiciones (los planetas), para encontrar en Dios, INTERRELIGIOSO el sol del sistema copernicano, el crite- rio de toda verdad. Segiin esta analogia, a irrupeién del dialogo interreligioso es comparable a los grandes descubrimientos del mun- do cientifico, cuyas consecuencias se hacen sentir a largo plazo. Si bien el paisaje religioso, antes y después del dislogo, ha cambiado muy poco, la percepcién del creyente si se ha visto afectada por ello, hasta el punto de que su visiGn del mundo y de la realidad se encuentra radicalmente transformada, 13) Como sucede en todo cambio de modelo, el recurso a un nuevo model religioso, Hamado «pluralistar, se inser ta sobre el fondo de una crisis profunda en nuestro caso la crisis de lo interveli -gioso, que vuelve inoperantes los anti ‘guos modelos. La crisis de lo interreligioso, ligada a la crisis religiosa por la que atraviesa 1243. Th. 5. KUHN, The Structure of Scientfe Revolution, Chicago, 1970 (adlciSn expafol: Lo estructura de las revolcions centficas, Fondo de Culeura Econdémica de Expat, 1975). 1244, Em particular J HICK, «Whatever Path Men Choose is Mine» reproducida en: God Hos Many Names, Filadtfia 1980, pp. 69 ssLa comparacién es tanto mas apropiada por el hecho de que le han hecho falta cerea de tres siglos (1822) ala Iglesia para reconocer el valor del descubrimlento de Nicolis Copérnico (1473-1543) CUARENTA PROPUESTAS de modo especial, aunque no exelusivo, el Occidente, constituye un fendmeno, social y cultural a la vez, nacido de la coexistencia mis proxima y de la inte- yentes de diferentes tra- diciones, asi como del desmorona- miento de toda escala de valores y de Desde esta perspectiva, el didlogo interreligioso no es una cuestién de técnica relativa a las relaciones de bue- na vecindad, sino que afecta al campo epistemoldgico, a la epistémé de Michel Foucault, en cuanto organizacién del dato y orden sobre cuyo fondo piensa el creyente su fe y su relacién con el otro. Dos han sido los modelos principa~ les de aprehensién del espacio interre~ ligioso que han dominado Is historia religiosa de la humanidad: el modelo aislacionista, que hace abstraccién de las otras tradiciones religiosas, y el mo- delo expansionista, para el que estas il- timas son ciudadelas a tomar. En nues- tros dias, el modelo pluralist, ligado al dislogo interreligioso, ha entrado en competencia con un cuarto modelo, el modelo «sineretista», que busca la sin- tesis 0 la simbiosis de diferentes tradi- ciones religiosas en el sentido de una philosophia perennis! 14) Con el notable desarrollo de los edios de comunicacién, los creyentes fel mundo entero caen més que nunca In la cuenta de que «ninguna religion | una islas"™, y de que son ineludibles 1s interacciones. E| mapa del mundo religioso esté cambiando con rapidez. No sdlo ya no 1245. M, FOUCAULT, Les Mots et les Chott. Une archéoogie des sciences humaines, Paris, 1966 (ediciones paola: Los potabrasy ls cosas, Silo XXI de Espa Eetores, 1997). 1246, Véase en parcicular A L, HUXLEY, The Perennial Philosophy, Londres, 1945 (edicin expafla: Lo flo soffa perenne, Edhasa,1977):F SCHUON, De Funié trantcendonte des religions, Pais 1968 (edici6nes- paola: De la unidad roscendente de los relgiones, Heliodoro, 1980). 1247. Del vital del arcculo de A.J, HESCHEL, «No Religion isan lstand», Union Seminary Quarter Review 21, 1966, pp. 117-134. La frase deriva de un poems del predicador anglicano Jotn Donne (1573+ 1631): «No man is an island 403 EL DIALOGO queda ningin no man’s land ni gueto para separar las comunidades religiosas entre si, sino que, con las conversiones y los desplazamientos de la poblacién, ya no queda ningtin bloque monolitico del tipo: los hindiies en la India, los musulmanes en el Oriente medio y los cristianos en Occidente. Lo que era un mosaico de piezas yuxtapuestas, en conformidad con el principio «cujus regio ejus religio», se ha convertido en una malla apretada Ni siquiera en los lugares donde la sociedad esti dominada por una tradi- isu particular, es posible iguorar ya a las minorias, por muy escasas en nti- mero que sean, y las informaciones es- critas o habladas, relacionadas con la vida religiosa en otras partes del mmun- do, son accesibles con facilidad. El modelo aislacionista ya no es sosteni- ble en un contexto de aldea global, donde hay que hacer un esfuerz0, no para conocer y reunirse con creyentes de otras tradiciones, sino para evitarlos ¢ ignorarlos. INTERRELIGIOSO 15) La generalizacién del pluralismo social, cultural, ideoldgico y religioso hace cada vex més aleatoria la preten- sin de poseer (détenir) el monopolio de la verdad. El modelo expansionista, que figura en el origen de todo proyecto de tipo misionero, reposa sobre la conviecién de que existe una verdad vélida para to- do el mundo y accesible a cada uno, por poco que sea presentada a los que nunca han ofdo hablar de ella y, por consiguiente, no han sido tocados por ella™, El modelo es expansionista en la medida en que tiende a unificar el mundo entero bajo una misma norma, cuya clave le pertenece. La realidad de la sociedad contem- poranea est en contradiccién con este modo de ver las cosas, en la medida en que la diversidad religiosa es una reali- dad muy distinta a un paréntesis a pun- to de cerrarse, como atestiguan el re- surgimiento y la vitalidad de las nume- rosas corrientes religiosas. Es més, a la 1248. A una vsién de as cosas como esta corresponde la expresién unreached people de la msionologl2 anglosajona, que design alas personas no evangei as. Enel mismo sentido, a un musulmin se le hace muy cuestaarciba ereer que se pueda conocer ol Cordn,2 Mahoma y la tradicién musulmana sin convertirse de manera automitic CUARENTA PROPUESTAS nocién de aldea global se afade la de TTS CORTE AT crisis global empleada por los socidlo- [la «identidad>. gos anglosajones para designar la falta Esta tensin entre la identidad y la de normas en las relaciones sociales y la alteridad es lo que distingue, de manera pérdida del sentido de los valores y de radical, al modelo pluralista de su ad- la verdad como un dato evidente y es-_yersario, el modelo sincretista, para el table a la vez. Desde esos presupuestos, que Ia pluralidad es secundaria en rela- no tiene nada de sorprendente que tan-_cién con la similitud, por no decir con to el modelo expansionista, como el [a unidad. Richard Friedli lo ha visto modelo aislacionista, hayan perdido perfectamente al convertir la categoria gran parte de su credibilidad, y no pue- de lo extrafio en el eriterio del didlogo dan ser mantenidos sino al precio de interreligioso"*. En el didlogo, el otro una apologética para uso interno". no esté ni excluido del circulo de los allegados ni incluido en un sistema tota- 16) En el modelo pluralista, la rela Yizadot, es reconocide en su diferencia y cién dialogistica mantiene la polaridad| aleanzado a través de una relacién de re- entre las dos categorias fundamentales| ciprocidad. Mis ain, el otro, a través de del pensamiento que son la «identidad>| su carfcter extraio, se vuelve parte inte- ya ealteridad>, se niega a convertir la} grante de mi patria, es decir, de mi per- widentidad» en el criterio de la ealteri-| cepcién del mundo y de la realidad™', TOT Tr TATE 1249, debate misionero entablado, en el seno de la tradicién cristana protestante, entre medios ecuméni- 08 y evanglics corresponde al mismo cambio de modelo, enfrentindase, de un ado, los partidarios de una reformulacion del proyecto misionero del tipo de la confrencia de Bangkok (1973) «Salvation “Teaayo (véase J, ROSSEL, Le Salut ejourdhul, Ginebra, 1973) y, de otro lor partidarios del stats quo, iustrado por la conferencia de Lavsana (1974) (Let the Earth Heor His Voice, Minneapolis, 1975), 1250. R. FRIEDLI, Fremdheit ols Heimat, Uf der Suche nach cinem kriterum fir den Diol zwischen den Relgionen, Zurich, 1974, 1251. También R. PANIKKAR: ¢The most inmediote orzumpton of the dolgicaldilogue is thot the other ‘ot just another (allys) and much less on object of my knowledge (aud), but another self alter) who the source of sefunderstonding, and alo of understanding, not necessary reducible to my owno («The Dialogical Dialogues, en: F WHALING [ed]. The World’ Religious radios. Currant Perspectives in Religious Studies. Essays in Honour of W.C. Smith, Edimburgo, 1984, pp. 213-214), 405 EL DIALOGO La continuidad y la discontinuidad entre las tradiciones religiosas estin es- trechamente mezcladas en el didlogo, de suerte que ya no es posible definir a los otros, a partir de nosotros mismos, co- mo paganos, como goyim, como ka- {firin, y an menos en funcién de lo que ‘no son: ya no tiene mis sentido decir de ‘un marxista que es un incrédulo, de un musulmén que no ¢s cristiano, que decir de un catélico que no es protestante o de un cristiano que no es budista. El dislo- go apunta a encontrar al otro en lo que hay en lo més profundo de él mismo, y nia en Io que no es él oa través de eti- quetas que, aunque cémodas, son la ma- ria de las veces engafiosas. 17) El didlogo interreligioso, cuando va mds alld de un intercambio cortés, va acompariado de una nueva defini- cin de la relacién entre lo absoluto y lo relativo en el seno de cada tradicién re~ ligiosa; en el sentido de un desplaza- miento de lo absoluto desde la esfera humana a la realidad siltima. A diferencia del estudio comparati- vo de las religiones, que pone necesa~ “1252, Vente H, OTT, «Does the Notion of “Mystery 2 Dialogial Encounter Between the Rellons Contemporary Disrson, Nuera Yor, 1982, pp 5 406 INTERRELIGIOSO riamente entre paréntesis la referencia a lo absoluto, inherente a toda tradi- cién religiosa, el didlogo tiene en cuen- ta la dimensién absoluta de la fe, hasta situarla en el mticleo del encuentro de los creyentes. Dado que la fe es adhe- sién a un absoluto, Dios o la realidad ‘ikima, supone para el ereyente una di- mensién que no admite ninguna com- paracién; el didlogo interreligioso no puede prescindir de Ja cuestion de la verdad que lleva cada fie. En sentido contrario a todo tipo de integrismo o de fundamentalismo, que identifica la verdad absoluta con una determinada tradicién y tiene su for- mulacién en un texto sagrado 0 en un cuerpo doctrinal, el didlogo trae consi- gona nueva percepcién de la verdad y de lo absoluto: por una parte, la verdad Ultima rebasa siempre su formulacién en la esfera humana, relativa por tanto, a la que pertenecen asimismo las tradi- ciones y las experiencias religiosas; y, por otra, Dios, como absoluto, tiene tuna dimensién de misterio™ irreducti- ble al Jogos, incluso divino. = a8 Another Name for God ~ Provide 2 Basis for en: F SONTAG ~ M.D. BRYANT (eds), God. The 17, CUARENTA PROPUESTAS La apuesta es crucial para las tradi- ciones que se basan en una revelacién 0 en una manifestacién histéricamente determinada como Jesucristo, para los cristianos, o Buda, para algunos budis- tas, y més atin para aquellas que sitéan la verdad revelada en una palabra arti- culada como la Tord judia, el Corin musulman y, en menor medida, la Biblia cristiana, 18) El diélogo interreligioso, para ser fructuoso, implica una clara distine cién entre la adbesién, el compromiso personal y dindmico que es la fe, por una parte, y, por otra, la tradicién evigi- da en doctrina, en conjunto de proposi- ciones organizadas en sistema y objeto de creencia Si «la fe consiste en ser aprehendido por lo que nos importa en iltima ins- tancia>, segtin la definicién dada por P. Tillich'™, podemos decir que la fe es la cualidad humana mejor distribuida y al mismo tiempo la més personal y la mis interior, y, por consiguiente, la menos facil de aprehender. Por otra parte, la doctrina es una expresi6n, fijada, de la inteligencia de Ia fe, lo mismo que el simbolo para la imaginacién o el rito para el cuerpo. Mientras que la fe no existe mas que en singular, la creencia es, eminentemente, diverse", no sdlo a través de las diferentes familias religio- sas, sino también en el interior de una misma tradicién, en funcién del con- texto cultural o del substrato filoséfico. Esta distincién resulta esencial para sacar al didlogo del atolladero origina- do por las afirmaciones contradictorias sobre la verdad, conflicting truth- claims, En el plano doctrinal, el diglogo apenas puede ir més allé de la compara- cién o de la confrontacién, en el que cada uno se ve Hlevado a instalarse de manera provisional en sus propias po- siciones. El dislogo, por el contrario, apunta a encontrar al otro en el plano de sus convicciones més profundas, en el plano de la fe, que da un sentido a su 1283. PTILLICH, Dynamics of Fath. Nueva York, 1957 (existe edicién en euskera: Fedearen Dinamika, Editorial Franciscana Aranzazu, 1972), 1254. Sobre la distincion entre fey creencia, véase M. BUBER, Zwei Glaubensweisen Zurich, 1950 (edicion ‘espafiola: Dos modes de fe, C2parrés Editores, 199); asi como W. C. SMITH, Fath ond Bele, Princeton, 1979, sobre todo pp. I-19. EL DIALOGO INTERRELIGIOSO vida y a su vision del mundo. Es en es- tenivel, y sdlo en él, donde se produce la relacién entre el «Yoo y el «Tui» del didlogo buberiano. 19) El diélogo interreligioso conside- ra la fe como una opcién personal sus- ceptible de ser revisada, corregida o en- riquecida, més que como un destino he- redado de la familia 0 determinado por el consenso social Esta nueva visiGn corresponde a la realidad sociolégica del pluralismo am- hiente, donde li fe religiosa ya no es el depésito recibido para ser transmitido, sino una opci6n entre otras, que no son ni mas ni menos sensatas o fructuosas. Es lo que Peter Berger llama el «impe- rativo herético»'™*, la necesidad de Ile- var a cabo una opcién inicial, dado que ya no hay una sola via completamente trazada, El precio a pagar es el desmo- ronamiento y la pérdida de toda certeza definitiva y segura. No sdlo no ¢s posi- ble olvidar que, en el origen, hay una 1255, PL. BERGER, The Heretial Imperative. Contemporary Possibities of Religious Affrmatin, Garden City (Nueva York) 1979, leccién subjetiva, sino que ya no es posible ignorar que otras personas es- tan orientadas por un camino diferente, no menos coherente o enriquecedor. En cuanto depésito inalienable y en cuanto tradicién recibida como algo evidente por la mayoria, la fe pertene- ce, en cierto modo, al orden de la obje- tividad, que s6lo podemos aceptar o re- chazar, lo que limita de manera singu- lar la apuesta del dislogo. Mas atin, la fe, considerada como todo o nada, o lo tomas 0 lo dejas, no puede ser objeto de ninguna discusién'™ ni acuerdo conciliador. Pero cuando es una upeién entre otras, no menos legitimas y posi- bles, a fe forma parte de la subjetividad y, como tal, se vuelve perfectible, suje- taa revision y a mejora. El didlogo se inserta entonces en una dinimica de la fe que no permanece fijada en posicio- nes inmutables. 20) La introduccién del didlogo en el dmbito interreligioso corresponde, fundamentalmente, a un cambio de 1256, Este es, en particular el sentido de fa resistencia judia al didlogo sobre laf, tl como se express en {J Soloveitchik, A.J. Heschel oJ. B. Agus (¥éase pp. 376 ss.) 408 CUARENTA ‘perspectiva: el acento pasa del sistema al la persona, de las manifestaciones exte- rioves (textos, doctrinas, ritos) a la rea- lidad interior, de la historia a la actua- lidad, de la definiciin tedrica al en- cuentro directo Mientras que el Renacimiento del siglo XV se contenté con hablar de la religién de los griegos o de los roma- nos, fue una proyeccién occidental, que siguié a la Aufklarung, la que llev6 a definir la religién en términos de sis- tema abstracto a partir del siglo XIX: budismo (1830), taosismo (1846) con- vertido en taoismo (1906), zoroastri ‘mo (1873), jainismo (1873), hinduismo (1876), confucianismo (1878). Por muy cémoda que sea esta terminologia, es doblemente engaiiosa; por eso Ia he evitado de manera sistemética, Por una parte, ningtin budista tiene conciencia PROPUESTAS de profesar el budismo; por otra, la re- ligién de los hindves es todo salvo un sistema unificado y coherente, hasta tal punto que se ha podido decir que el hinduismo es una ereacién occidental del siglo XIX", Aunque la mayoria de las tradicio- nes religiosas no carece ni de doctrinas ni de sistemas filoséficos, a veces muy claborados, estos no constituyen, a buen seguro, la totalidad de la vida re- ligiosa ni siquiera su fundamento. El mérito del dislogo consiste en despla- zar el interés hacia el plano de la fe de los creyentes, tal como esta inspira su comprensién del mundo y su préetica individual y comunitaria, Sélo de ma- nera secundaria es la fe adhesin a un rimero es confianza y fideli- dad a una persona, a una experiencia o a una intuicién. 1157, Las fechas entre paréntesis son las que da Le Petit Robert (Dictonnaire alphabéique et anologique de lo longue Fongis, Pars, 1968) para la primera utilzacién del termina, Debemos sefalar que islam, €! unico nombre de religion empleado por su fundador, eal menos en francés, una correccién de rmahomedsmo (siglo XV) Islamism (1765). Los términos eudalsmon y «cristianismos (siglo Xl} derivan,respecuvamence, de las palabras griegasfudcimoe (2 M 2,21) chritiansmes (Ignacio de ‘Antioquta). Vaase W.C. SMITH, The Meaning and End of Religion. A revolationary Approach to the Greot Relplous aditions (1962), San Francisco, 1978, pp 51-78 1258, ‘ASiW.C. Smith en una intervencién en el Center for the Study of World Religion de la Universidad de Harvard. En el mismo seneiée: CH. HUMPHREYS, «Buddhism is a Western terms, en: CH. HUMPHREYS (ed,), The Wisdom of Buddhism, Londres, 1960, p.7 408 EL DIALOGO TA CRITICA DEL DIALOGO E| dialogo interreligioso no tiene sélo adeptos entre los creyentes; y, de modo paradéjico, son a veces sus de- tractores, a través de los peligros que denuncian, quienes ven mejor sus ries- fos y sus limites. Las resistencias al] Hidlogo son, en esencia, de dos tipos: -stin las que provienen de medios inte-| bristas, en esto coinciden todas las tra- hiciones religiosas, para quienes el dié- Jogo interreligioso es una iniciativa que| one en tela de juicio los fundamentos| ismos de su fe y de su vision del wundo; estén las vacilaciones de los| creyentes pars quienes e didlogo, tal como se esboza en Ia actualidad, est demasiado marcado por su origen occi- dental y cristiano, lo que no le hace aceptable por las otras tradiciones. Es cierto que el didlogo no tiene posibili- dades de llegar a ser Ia forma privile- giada de comunicacién entre creyentes de diferentes tradiciones, mis que si tiene en cuenta las objeciones de los primeros y las correcciones o las pro- puestas de los segundos. Esta tercera serie de propuestas recupera algunas de las exiticas formuladas respecto al did- INTERRELIGIOSO Jogo, sin pretender aportarle una res- puesta satisfactoria, ni agotar Ia lista, 21) El didlogo, para buen mimero de| ereyentes, no es més que una moda pa- sajera, que no afecta mds que a una fraccién de creyentes y de teélogos dvi- dos de novedades; se trata de una moda Hamada a desaparecer igual que ha iparecido, Ese modo de ver las cosas no carece de sensatez, dado el cardcter reciente del didlogo interreligioso contempora- neo y la rapidez con Ia que se ha con- vertido en el nec plus ultra de las rela~ ciones entre creyentes. Apenas es du- doso que hay en algunos un entusias- mo que no resistiré Ia prueba de los he- chos. También resulta dificil de negar el aspecto, cuantitativamente marginal y cualitativamente elitista, del dislogo in- terreligioso, en particular bajo su for- ma institucionalizada. Es evidente que el futuro del dislo- go interreligioso dependerd, en gran medida, de su capacidad de incluir el mayor niimero posible de creyentes, sobre todo en aquellos lugares en que Ja coexistencia religiosa constituye una 410 CUARENTA realidad cotidiana. En cuanto a saber si se trata o no de una moda pasajera, es el tiempo, por supuesto, el que lo dirs, Con todo, en Ia medida en que la plu- ralidad religiosa de las sociedades apa- rece no s6lo como un dato permanen- te, sino que tiende a erecer un poco por todas partes en el mundo, es legitimo preguntarse si los creyentes no estarén. condenados a encontrarse en un am- biente de mutuo respeto y, por consi- guiente, en el didlogo. 22) El didlogo abre a puerta al rela~ finigna religinen, inrampatihle con la verdad incondicional de la fe a la que hombres mujeres consagran toda su vida y por la que algunos no han duda- do en morir, En apoyo de esta tesis podemos ci- tar al menos dos elementos. De una parte, la cuestién del dislogo ha sido planteada en un momento en que el re- lativismo ya no es simplemente una opcién filosofica, sino un dato de la vi- da social y moral. De otra, en la medi- PROPUESTAS da en que el dislogo apunta a superar el aislamiento en que se encontraban las tradiciones religiosas entre si, corres- ponde a una puesta en relacién, cuando no a una relativizacién de la fe. La critica de relativismo es, a todas luces, una de las més fundamentals di- rigidas al dislogo, y anda lejos de en- contrar su respuesta definitiva™. Se trata de mantener juntos, como el agua y el fuego, el aspecto relativo y el abso- luto inherentes a toda fe humana en una verdad transcendente. Sea cual fue- rela solucién que se adopte, se situard, necesariamente, fuera de las afirmacio- nes de tipo integrista 0 fundamentalis- ldad. Desde este supuesto, en el didlogo, el testigo de Ia fe ha establecido una ruprara con respecto a los médrtires, pa~ ra quienes la fe no admite ninguna con- cesién ni acomodamiento. 23) Para algunos, el didlogo interre- igioso conduce indefectiblemente al lincretismo, de un tipo o de otro, y aten- 1259. De manera particular. ene! seno de la traicion cristiana, que se sitéa 2 medio camino entre ain transigenciaisldvia y la relatividad hind ai G, H. ANDERSON y T. F STRANSKY (eds.), Chit Larésip and Religous Purl, Nueva York, | 981 au EL DIALOGO ta contra la pureza y la wnicidad de la fey de la doctrina religiosa No es posible negar que algunos de los promotores del dislogo interreli- gioso estén animados por una vision de aarmonizacién, cuando no de la sinte- sis, de las diferentes tradiciones religio- sas de la humanidad. Es un hecho que Ia idea de una «unidad esencial de todas las religiones»® est hoy ampliamente difundida, mas allé de los medios hin- dies y de los circulos teoséficos. No es raro que, en el mismo proceso del dig- logo, el espiritu de tolerancia o el afin INTERRELIGIOSO de conciliacién conduzean a dar priori- dad a los puntos de convergencia y a dejar en la sombra las diferencias, no menos reales, La cuestisn del sincretismo debe ser tomada, a buen seguro, en serio, aun- que a condicién de llegar a una defini- ci6n clara del xérmino y de no utilizar- lo como un eslogan™’, En el sentido ms amplio de integraciGn de elemen- tos extraiios, todas las tradiciones reli- giosas son sincretistas, y en especial las mis misioneras de ellas; en el sentido restringido de elaboracién de un siste- 1260. Véase el ttulo de la popular obra, amplamente distribula por la Sociedad teoséfic, BHAGAVAN [DAS, The Essential Unty of Al Relgion (1932, 1939, 2 ed), Wheaton (lincis) 1966; véase las obras «de René Guénon (existe edicion espanols de: Cuodernes del Obelsco, Ediciones Obelisco, 1991; El rek. ro de la cantidedy ls sgnos de los empos, Ediclones Paidds Iberia, 1997; El simbalsmo de la cruz, Ediciones Obelisco, 1987; E) tesofsmo, Ediciones Obelisco, 1989; Esoterismo islimico y taoismo, Esiciones Obelisco, 1992: Estados multiples del ser, Ediciones Obelisca, 1987; Formes vaiconaes y ch los césmicos, Ediciones Obelisco, 1984; La cris del mundo moderno, Ediciones Obelisco, !988; Le gran trade, Ediciones Obelisco, 1986; La metic erental, Ediciones Obelisco, 195; El rey del Mundo, Lus CCarcamo, Editor 1987; Sobre el eotersmoislémicay el taismo, Ediciones Obelisco, 1983; Simbolos fun- dlamentles de lo ciencla soprado, Ediciones PaidosIbérica, 1995) y las de Frith Schuon (existe ed én espaola de: Costas y roze; seguide de Prinpos yerteros del arte universal. José J. de Olarta, Eeitor, 1983: De fa unided trascendente de los relgiones. Heliodoro, 1980: El esoteriseo come princio 1 coma vo, Taurus Ediciones, 1982; El sl emplumad, Jo J. de Olaheta, Eétor, 1992; Lot pela: del pe reqrino, José J. de Olatesa Editor, 1980; Races de lo candicién humana, Grupo Unico de Prayectos y Operaciones, 1995; Sobre los mundos angus. Taurus Ediciones, 1980; Tas las hues de la religién pe rene, José). de Olaheta, Editor, 1982) 1261. Véanse los debates suscitados por el dislogo en I asamblea general del CEI en Nairobi el ao 1975: en fecha mis reciente: D. GORT, H. M.VROOM, R, FERNHOUT y A WESSELS (eds), Dalgue ond Syncretsm. An Interdiscplinary Approach, Grand Rapids (Michigan), 1989, CUARENTA PROPUESTAS ma ecléctico, el sincretismo es rechaza~ do hasta por el monista S. Radhakris- hnan"©, Por otra parte, he intentado mostrar que el dislogo presupone el reconocimiento de las diferencias y, por esta razé6n, se vincula aun modelo radicalmente distinto del modelo sin- cretista 24) Para muchos cristianos, el didlo- go interreligioso es una traicién a la ta~ rea de la evangelizacién, que forma parte de la dindmica de la Iglesia, y Jatenta contya la amada a la conver- sidn de la predicacién misionera. En el plano de los hechos, el pro- yecto del didlogo interreligioso va en contra de la perspectiva misionera clé- sica, que constituye el origen de Ia di- seminacién de la Iglesia por el mundo y,en primer lugar, por Europa. Es esta pérdida de celo misionero lo que cons- tatan los medios evangélicos, y no sin raz6n, en las instancias del CEI. Aungue el dislogo interreligioso haya nacido en los eirculos misioneros, tan- to en el lado eatélico como en el pro- testante, introduce una ruptura en vir- tud de la igualdad y la reciprocidad que establece entre los interlocutores y por Ia negativa a considerar la conversién como la finalidad ultima del encuen- tro™, Hablar de preevangalizacién, a propésito del dislogo, es seguro que no satisface a nadie, Sin minimizar la tensién que existe centre misiéa y dislogo, conviene sefalar que el didlogo no es, ciertamente, ni el ‘inico ni el principal responsable de la crisis de lo que algunos llaman Ia «mi- si6n obsoleta», Enfocar la misién menos en términos de conversos a ganar y mas de missio Dei supone, a todas luces, una evolucién y no, necesarlamente, una 1262, aLet me make it clear that! do ot believe in the emergence of a “world faith, ofan eclectic or synced tie character which wll t2ke inthe valuable elements f ll relgons. Any attempt to have o religion which 1s no religion in porticulr isos untenable os an ttempe te speak without speaking any pariculr longue 10) S. RADHAKRISHNAN, Occasional Speeches ond Writings, July 1959 - May 1962, Dehli 1963,p. 23, (Ciscurso pronunciado en Franckfurt en 1961) 1263, Mucho antes de la era del ddlogo,al misionero protestant y etnéloge Maurice Leenhardt le gust ba responder lo siguiente a quienes le preguntaban cusntat conversiones haba hecho: «Una! yo mis- ‘mop (anéedota referida por su yerno, Henry Corbin}. 43 EL DIALOGO traicién. La nocién misma de conver- sién no esté al abrigo de una reevalua- *Religions. Themes fondamentaux pour une connaissance dialogique. Sccretariatus pro non christianis, Roma, Ancora, 1970. Baro R. D., Category Formation and the History of Religions. La Haya - Paris, Mouton, 1971. — (ed), Methodological Issues in Religious Studies. Proceedings of « Symposium: Iowa 1974. Chico (California), New Horizons, 1975. BERGER P. L., Le religion dans le conscience moderne. Essai d'analyse cultwrelle. Paris, Centurion, 1971. —The Heretical Imperative. Contemporary Possibilities of Religious Affirmation. Garden EL DIALOGOT City (Nueva York), Anchor/Doubleday, 1978. BIANCHtt U. / BLEEKER C. J. / BAU-SANt A. (cd. Problems and Methods of the History of Religions. Leiden, Brill, 1976. BRENNEMAN W. L, / YaRIAN S. O. / Otson A.M. (ed), The Seeing Eye. Hermeneutical Phenomenology in the Study of Religion. Londres, University Park / Philadephia, Pennsylvania State University, 1982. Canpanota C. (ed), Religion and Societies: Asia and the Middle East. Berlin, Mouton, 1982. Ciavier HL, Les expériences du Divin et les idées de Diew. Pais, Fischbacher, 1982 Curvenot M. (ed), Létat des religions dans e monde. Paris, Découverte-Cerf, 1987. DELUMEAU J. (€d.), Le fait religieux. Paris, Fayard, 1993 (edicién espasola: El hecho re- ligioso, Alianza Editorial, 1995). DESPLAND M., La religion en Occident Evolution des idées ex du vécw. Montréal, Fides, 1979, — / Vatute G. (ed), Religion in History. The Word, che Idea, the Reality / La religion dens histoire. Le mot, Vidéo, le réalicé. Waterloo (Ontario), Wilfrid Laurier Uni- versity, 1992. Destocates H. / SeGuy J. (ed), Introduction aux sciences bumaines des religions. Symposium, Paris, Cerf, 1970. Eiape M, La nostalgie des origines. Méthodologie et histoire des religions. Paris, Gallimard, 1971. NTERRELIGIOSO Histoire des croyances et des idées reli- giewses. 3 vol, Paris, Payot, 1976, 1978 et 1983 (edicién espafola: Historia de las ereen- iasy de las ideas religiosas, Editorial Herder, 199%). — / Krtacawa J. (ed), The History of Religions. Essays in Methodology. Chicago, University of Chicago, 1959 (edicién espafio- la: Tratado de bistoria de las religiones, Circulo de Lectores, 1990). GapaMeR H- G., Wahrheit und Methode. ‘Tubings, Mohr, 1972 (edicién espafil Verdad y método, Ediciones Sigueme, 1977). Hernan W,, Protestants, eatolignes et israé- lites: la religion dans la société aux Etats- Unis. Essai de sociologie religicnse. Paris, Spes, 1960. HONKO L. (ed), Science of Religion. Studies in Methodology. Proceedings of the Study Conference of the IAHR Turku 1973. La Haya, Mouton, 1979. KELLER C. A,, Communication avec lultime inebra, Labor et Fides, 1987 KING U., «Historical and Phenomenological “Approaches to the Study of Religion, Some Major Developments and Issues under Debate since 1950> en: F Whaling (ed.), Contemporary Approaches to the Study of Religion. Berlin, Mouton, 1984, vo. I, p. 29- 164, = Kun 7. 8, La seructure des révolutions scientifiques. (1970) Paris, Flammarion 1993, S*edicién (edici6n espaftola: La estructura de las revoluciones cienificas, Fondo de Cultura Econ6mica de Espaia, 1990). 42 BIBLIOGRAFIA LiNDBECK G. A, The Nature of Doctrine Filadelfia, Westminster, 184 LING T, A History of Religion East and West. ‘An Introduction and Interpretation, Lon- des, Macmillan, 1968 (edicidn espatiola: Las grandes religiones de Oviente y Occidente. (2 vyols.). Ediciones Istmo, 1972) MESLIN M., Pour une science des religions. Paris, Seu, 1973 (edicién espaol: Apro- ximacién a una ciencia de las religiones, Ediciones Cristiandad, 1978). Ltexpérience humaine du divin. Fonde- ments d'une anthropologie religieuse. Paris, Cerf, 1988. Pre M., Comparative Religion. An Intro- duction ‘Through Source Materials. Newton Abbor (Gran Brotafa), David & Chacles, 1972. Ricaua P., Le conflit des interprétations. Essais dherménentique. (1969) Paris, Seuil 1993. —Interpretation Theory. Discourse and the Surplus of Meaning. Fort Worth (Texas), ‘Texas Christian University, 1976. —-La métaphore vive. Paris, Seuil, 1975 (edi- cidn expafiole: La metafora viva, Ediciones Cristiandad, 1980). SHARPE E. J., Comparative Religion. A History. Nueva York, Scribner's, 1975. —-Understanding Religion. Nueva York 1983; Londres, Duckworth, 199. Swart N., The Religions Experience of Mankind. (1969) Nueva York, Seribner’s, 1991, Swittt H., The Religions of Man, Nueva York, Harper & Row, 1958. Swit W. C, The Meaning and End of Religion. A Revolutionary Approach to the Great Religious Traditions. (1962) San Francisco, Harper & Row, 1978, What is Scripture # A Comparative Approach. Londres, SCM, 1993. Sto1z F., Grundziige der Religionswissen- schaft. Gotinga, Vandenhocck & Ruprecht, 1988, VAN DER LEEUW G,, La religion dans son es sence et ses manifestations. (1948) Ps Payot, 1976. Vatss D. DE, The Study of Religion A Historical Approach. (1961) Berkeley / Los Angeles, Universiey of California, 1977. WAARDENSURG J., Classical Approaches 10 the Study of Religion. 2 vol: 1 Introduction and Anthology, II Bibliography, La Haya- Paris, Mouton, 1973. —Reflections om the Study of Religion. La Haya, Mouton, 1978. —-Des diewe qui se rapprochent. Intro~ duction systématique i la science des religions Ginebra, Labor et Fides, 1993. WHALING F., Contemporary Approaches to the Study of Religion. 2 vol: 1 the Huma- nities, I the Social Sciences, Berlin, Mouton, 1984 y 1985, — (ed), The World's Religious Traditions. Current Perspectives in Religions Studies - Essays in Honour of W. C. Smith, Edien- burgo, Clark, 1984, 43 EL DIALOGO I Wirbe D, Religion and Truth. Towards an Alternative Paradigm for the Study of Rel ‘ion. La Haya-Paris, Mouton, 1981, YINGER J. M,, The Scientific Study of Reli- gion. Nueva York / Londres, Macmillan, 1970. 2. PROBLEMATICA DEL DIALOGO ‘s**,en Temenos 12, 1976, p. 7-2. ROSsANO P, «Le dialogues, en Bulletin (Vaticano) 2/3, 1967, p. 134-145, ROUGEMONT D. DE (ed. Le dialogue des cultures. Centre Européen de la Culture: co- Iloque de Ginebra, 1961, Neuchitel, Baconniére, 1962. ROUSSEAU R. W. (ed), Interreligious Dialo- gue: Facing the Next Frontier. Scranton, Ridge Row, 1981. SAMARTHA S, J, «The Progress and Promises of Inter-Religious Dialogues», en Journal of Ecumenical Studies. 9, 1972, p. 463-476 — (ed), Living Faiths and the Ecumenical Movernent. WCC, Ginebra 1971. 436 BIBLIOGRAFIA Scurey H. H,, Dialogisches Denken. Dar- rmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaf, 1970. ScututT2 H. J. (ed), Uber den Dialog. Sra art, 1968. SEGUY J. Les conflits du dialogue, Paris, Cex, 1973, SHARMA A., «Meaning and Goals of Inter- religious Dialogues, en Journal of Dharma 8/3, 1983, p. 225-247. Suarre E. J, «Dialogue and Faith», en Religion 3, 1973, p. 89-105 + «A Rejoinder» by W.C. Smith, p. 106-114, Dialogue of Religions», en The Encyclopedia of Religion. vol. 4, p. 344-348, —

Potrebbero piacerti anche