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-m é i | I, ae i A i i I I i i i i I i i i i bof 3B CSBP wD = = Be eee ee ia ea ae eee ee BSS: | meh Ps 2 x y 8 indice PRoLoco Nombre del autor-..... n Parte I La SUBVERSION FREUDIANA 1. Los tres momentos de la direccién de la cura y sus pertinencias conceptuales en la obra de Sigmund Freud... 2. Las conceptualizaciones del lugar del psicoanalista segtin Freud 3. Apuntes para una concepci6n del trauma en la obra de Freud 4. La fijacion y el lugar del analista 5. La ensefianza de una decepcién 6. La “reelaboracién” ... 7. Abstinencia a la sugestiOn 8. Algunas notas sobre el concepto “presencia del analista” .. g. La experiencia ética del psicoanalisis y la produccién de los conceptos: el padre, lo femenino y el obstaculo en la elaboracién freudiana 10. Del olvido al ombligo 11. En los albores, la defensa .. 42. La transferencia como motot 13. Las manifestaciones residuales 14. Pulsién y necesidad de castigo 45. Reaccién terapéutica negativa 16. Anilisis del suefio de angustia: “Padre, éentonces no ves que me abraso?” 17. Consideraciones criticas de la concepci6n freudiana de los complejos de Edipo y castracion Parte IT Las CONSECUENCIAS i. De la nacién neocolonial al capitalismo tardio ... 2. Lo que cae fuera de la serie ... 3- La actualidad de Freud y Bataille .... 4. La anticipacién de un desanudamiento. 5. La cuesti6n y el debate .... 6. La posicion del analista y la angustia . 7. Etica y clinica... 8. Efectos terapéuticos, efectos analiticos. Un debate ético.. 9. El acontecimiento traumatico 10. Subversién de lo interminable 11. Psicoanilisis y salud mental 12. La Red Asistencial ... 13. La “enfermedad artificial” y la Red Asistencial ... 14. Inconsciente y verdad .. 45. Sobre El banquete de los analistas de J. A. Miller 16. Transferencia de trabajo ... 17. Reflexiones sobre la abduccién 18. Joyce: el sinthoma 4g. El acto analitico y la tetradimensién heideggeriana.... 20. La reconquista del campo freudiano .. 2 7 Prdélogo ns éste un texto generoso que invita a la lectura. = Este libro propone un recorrido en dos movimientos: en primera parte abreva en textos fundantes en un minucioso trabajo de reinterrogar, redescubrir articulaciones inéditas, im- plicancias impensadas, sorprender una vez mas disrupciones amortiguadas, despertar significaciones inadvertidas, lo que constituira en la segunda parte del libro “las consecuencias”. Este movimiento inaugural de itinerarios fuertemente funda- mentados es convocado, actualizado, desde una interrogacién que no excluye la intencién de configurar problematicas alre- dedor de lo que el autor ubica como puntos de corte. En la primera parte del libro, el autor despliega en 17 ca- pitulos un complejo entramado de cuestiones en el que se re- cortan insistencias tematicas: se destacan, en primer lugar, temas que orbitan alrededor de la figura del analista: su lu- gar, su presencia; la cura, su direccion, la experiencia anali- tica. En segundo lugar, alrededor de conceptos fundamenta- les del psicoandlisis como el deseo, el olvido, la transferencia, los suefios; insistencia que va derivando en una tematica abier- ta: suetios de angustia, trauma, reaccion terapéutica negati- va, repeticién, necesidad de castigo que preanuncian una li- nea en tensién, problematicas que anticipan desenlaces, que seran abordados en la segunda parte. No sorprende entonces que los textos de Freud mas fre- cuentados en la primera parte del libro sean Andiisis termi- nable e interminable, Recuerdo, repeticién y elaboracion, Mas allé del principio del placer y en segundo término Inhibi- cién, sintoma y angustia, Construcciones en psicoandlisis, EL Yo y el Ello y La interpretacién de los suefios. Textos abier- tos, controversiales, textos que merodean, cercan, plantean las problematicas cruciales a los que el autor remite porque los considera clave para atrapar la trama de la encrucijada de la subversién freudiana. ee ___ OSVALDO DELGADO. . = oo inaugural plantea en forma contunden- punto de partida el lugar del analista, las cuestio- nes fundamentales del psicoanalisis, pero también lo inquie- tante: las cuestiones abiertas, no resueltas, no ligadas, —:no ligables? jAgujeros?— decepciones, angustias, repeticiones, lo no elaborado, hiatos, “més alla”, “en construccién”, “in- terminable”. El autor elige “textos trauma” para derivar, pen- sar desde ahi, las “consecuencias”: segunda parte del libro Freud sugiere en la “la Interpretacién de los suefios” que el efecto es causa y la causa, efecto: claro que, en los sueiios. éPor qué no jugar por un momento a que las consecuencias “sean” la primera parte del libro y la subversién del descu- brimiento freudiano —la primera, el punto de Megada— su efecto? ;Certidumbre anticipada y elaboracién? No puedo dejar de pensar que Freud escribe “Mas all del principio del placer” en pleno auge del régimen nazi -momento de cierre agobiante totalitario méximo- del cual casi no puede escapar —oliendo la muerte. La primera parte plantea cuestiones que apelan decidi- damente a amplias referencias textuales freudianas, recu- rrentes remisiones a los Seminarios de Lacan, de J. A. Miller y de Cottet. Se destaca como muy interesante la secuencia que dibujan y sugieren la concatenacion tematica de sus ulti- mos capitulos: Capitulo 12, “La transferencia como motor”, Capitulo 13: “Las manifestaciones residuales”, el 14, “La pul- sién y la necesidad de castigo: 1. El juego del carretel. 2. Sue- fios traumaticos 3. Repeticion y transferencia. 4. Necesidad de castigo”. Capitulo 15: “Reaccién terapéutica negativa”. Ca- pitulo 16: “Analisis del suefio de angustia” y Capitulo 17: *Con- secuencias criticas de la concepcién freudiana de los comple- jos de Edipo y castracién”, ya que en ella el autor consigue aproximar, cefiir, las aporias y desafios freudianos en los cua- les engarzan los desenlaces de la segunda parte. La segunda parte del libro, “Consecuencias”, muestra en el despliegue de 20 capitulos un material “heterogéneo”, au- daz hoy, que propone diversas estrategias tematicas que pul- san las problematicas actuales: inaugura con articulaciones La subversién freudi Y sus consecuencias. Prélogo ae de como el psicoandlisis puede pensar la sociedad y la cultu- ra, la época que nos toca vivir —desde la fundacién del Estado nacional, su caracter mis6gino y el lugar conferido a Ja femi- neidad en esa escena y en las formas del capitalismo tardio de la posmodernidad, en relacién al destino y las nuevas for- mas del “Otro” (Capitulos 1 a 6), Un segundo conjunto tematico retoma una insistencia, como punto de partida: la “posicién del analista”, su deseo en relacion a la angustia, al fin de andlisis y su “abstinencia”; para desde alli abrir los nuevos nombres de la clinica: sus efec- tos terapéuticos, lo traumético, la salud mental, la red asis- tencial, la enfermedad “artificial” (Capitulos 6 a 13). En un tercer juego tematico, el autor busca retomar cues- tiones fundamentales como “Inconciente” y verdad, conside- rando decididamente la produccién de J. A. Miller y sus apor- tes en “La naturaleza de los semblantes” y “Sobre el banquete de los analistas” (Capitulos 14 a 16). Finalmente, en el itinerario que delinean los ultimos ca- pitulos, Osvaldo Delgado va prefigurando, en ensayos origi- nales que incluyen la tensién del juego de interlocuciones discursivas de variados referentes, “Reflexiones sobre ab- duccién”, “Joyce, el synthoma”, “El acto analitico y Heideg- ger”, un desenlace para nada imprevisto: una vuelta a “la reconquista del campo freudiano”. El recorrido entre el planteo original y el desenlace mues- tra el itimerario de temas investigados por Delgado, su tarea de orfebre en la minuciosa pero contundente fundamentacion, el estilo ameno, divertido, sorprendente, una sdlida formacién que autoriza sus hallazgos, inéditos, su impecable escucha en la lectura de los maestros, los pares y la escritura de un texto propio, que configura una produccién que se caracteriza por su modalidad original, valiente y audaz en una propuesta con- ceptual con disefio y estilo propio. Su sabiduria y paciencia de la transmision que invita a darse tiempo para reflexionar, madurar, recorrer los laberintos textuales, forjadores de no- ciones y conceptos psicoanaliticos de indudable vigencia en = cotidianeidad de la practica del psicoanalisis. Personalmente, no puedo dejar de destacar como impac- tante por original la apertura de la segunda parte: Poder y goce. En una impecable lectura, el autor efectia una articu- lacién de dos textos clasicos —Psicologia de las Masas y El Malestar en la cultura de Freud— de las que deriva conclu- siones desde una solida fundamentacion: La misoginia en la cultura, la globalizacién y las nuevas formas del totalitaris- mo: el Dios oscuro (tan parecido al Leviatdn de Hobbes). Las referencias a Touraine y a Chomsky muestran una 4gil in- clusién de textos recientes en conceptos como “homogenei- dad en la produccién” y las nociones de “heterogéneo” e “im- puro” que piensa Bataille, o la anticipacién del “desanuda- miento” y “el agujero”, como propone Miller. Finalmente, me sorprendié el hallazgo y la lectura de escenas argentinas tempranas en que se arriesgan lecturas respecto al lugar asignado a la femineidad, el impactante andlisis de la “do- mesticacién concertada entre Estado e Iglesia” a las muje- res anarquistas argentinas que a principios de siglo procla- maban: “Ni Dios, ni patria, ni padre, ni marido”. Prof. Dra. Lucia A. Rossi Parte I LA SUBVERSION FREUDIANA oi Los tres momentos de la direcci6n de la cura y sus pertinencias conceptuales, en la obra de Sigmund Freud onsidero que la referencia de Freud en el Capitulo III de “Mas alla del principio de placer”, respect de los tres mo- mentos de “la técnica psicoanalitica”, anudan un criterio de investigacion. Esos tres momentos son 1. El arte de la interpretacién. 2. El levantamiento de las resistencias. 3. Las resistencias estructurales. El texto mencionado puede ser un faro orientador para abarcar tan vasta obra porque enmarca el ultimo y fundamen- tal giro de la produccién freudiana. Ese ordenamiento permite leer anticipaciones en estado practico, mostrando al mismo tiempo que ciertos términos tienen un valor especifico de acuer- do con el estado de la doctrina en cada momento. Cada uno de los tres momentos define: a) Un ordenamiento del aparato psiquico. b) Una conceptualizacién del padecimiento. c) Un criterio sobre la finalidad de la cura. d) Una formulacién especifica del lugar del psicoanalista- A su vez, el primer momento tiene un chivaj fundamen- tal, porque abarea la consideracion del inconsciente descrip- tivo y del dinamico. Es posible ordenarlo a partir de la formu- lacion de la regla de la asociacién libre. El segundo aleanza el obstaculo del amor de transferencia y la regla de abstinencia. El tercero reordena esa problematica incluyendo la pulsion de muerte hasta la consideracién del fin del andlisis. ‘ Tal como lo expresa Freud en la Conferencia “Nosotros y la muerte”, la actividad psiquica del ser humano se ordena a partir, de la nocién de conflicto. : ALDO DELGADO “Lo que desencadendé la iny. enigma intelectual, ni tam: sino que fue el conflicto de muerte de seres queridos q fias y odiadas. De este confl estigacién del hombre no fue el poco todos los casos de muerte; los sentimientos a] producirse la jue también eran personas extra- icto surgié primero la Psicologia” En cada uno de los momentos, el conflicto se ubica de un modo singular, y a cada uno de los momentos le corr una modalidad de respuesta. Ese trayecto sittia la construccién del aparato Dsiquico en términos de instancias articuladas y separadas; un orde- namiento metapsicologico y una formulacion del principio que gobierna el aparato psiquico, El primer momento marca la ruptura principio de cons- tancia- principio de placer (via la experiencia de Satisfaccién), produciendo la tensién irreductible del deseo y la subversion tem- Poral cronolégica, en un imicial ordenamiento metapsicolégico. Defensa y trauma, produccién del inconsciente, proceso primario y trabajo psiquico. Distincién entre inconsciente descriptivo y di- namico que da lugar al Sujeto propio del psicoandlisis. Asi como fundamentalmente esta articulacion se centra en el despliegue del inconsciente, sus leyes y dinamismo y el trabajo de interpretacién por el analista nombran el factor cuan- titativo en la compulsién del sintoma. La introduccién del concepto fundamental de “pulsién” re- define la causalidad de las neurosis, posibilitando el pasaje del trauma a la fantasia, y ordenando las coordenadas de la transferencia analitica. La concepcion dindmica del inconsciente permite situar el fundamento de las neurosis de transferencia conectando in- consciente y represién. A su vez, la conexion pulsién y repre- sion posibilita un nuevo ordenamiento metapsicolégico. Por su parte, las articulaciones entre inconsciente y narcisis- mo permiten ubicar las peculiaridades del amor de transferencia y su valor resistencial en Ia cura, ya como segundo momentos, segiin el referido Capitulo IIT de “Mis all del principio de placer”, En la época de elaboracién de la doctrina, e] segundo mo- delo pulsional permite formular la erogeneizacion del yo y la esponde La subversi6n freudiana y sus consecuencias Parte I: La subversicn frewdiana 19 distincién de las dos series de] objeto, anticipandose el nicleo inconsciente del yo (ello) con la libido no reversible La segunda ruptura (principio de placer-mas alla del principio de placer) redefine la direccién de la cura en la ultima etapa, y permite resolver conceptualmente el obsta- culo del amor de transferencia y una nueva consideracién del estatuto de la angustia, al mismo tiempo. Esta relacién se sostiene en el tercer modelo pulsional yen el ultimo ordenamiento metapsicolégico. La articulacién entre sexualidad infantil con el nudo del ordenamiento edipico, la consideracién del problema econémi- co del masoquisms, y la ubicacién del complejo de castracion como niicleo de la neurosis y referente del sintoma sitdan las coordenadas de los obstaculos a la curacién en las resistencias del ello y el supery6. ? Si eA el ssuivies momento, situabamos el estatuto inaugu- ral de la regla fundamental, y en el segundo, la importancia de la respuesta ética llamada regla de abstinencia, el tercer momento marca una declinacién de la interpretacion respec- to de la que no retorna jamas como recuerdo abriendo el ca- ino a la construccién. ae ' Tae preguntas: qué es un padre y qué quiere una mujer, se sittian al final de la obra de Freud como interrogantes segues en concordancia con la produccién del analista como Bibliografia Assoun, P_L., Introduccion a ia dos, Buenos Aires. Bercherie, P., Genesis de los conceptos freudianos, Paidés. nos Aires, 7s: Cottet, S., Freud y el deseo del Buenos Aires. De Certeau, M., Historia y psicoandlisis, Iteso, Freud, S., “Analisis terminable e interminable”, Obras Com- pletas, Vol. XXIII, Amorrortu, Buenos Aires, —Correspondance (1873-1959), Gallimard, Paris Lacan, J., Seminario 16, “De un otro al Otro”, inédito, clases delas. —Comentario del Seminario Inexistente, Manantial, Bue- nos Aires. —Seminario 15, “El acto psicoanalitico”, inédito, clases de 1a 6. “Marginalia de Milan’, en revista Uno por uno. Miller, J. A., Los signos dei goce (Cap. X, XI, XIV y XXVI), Pai- dos, Buenos Aires. Silvestre, M., Mariana el psicoandlisis. (Parte III), Manantial, Buenos Aires. Psicoanalista, Manantial epistemologia freudiana, Pai- Oi Las conceptualizaciones del lugar del psicoanalista segiin Freud bb construcci6n de la doctrina freudiana muestra continuas rupturas y obstaculos. El enfoque clinico del padecimiento subjetivo implieé a un mismo tiempo la produccién conceptual y la consecuente rede- fimicién de la finalidad y los medios de la cura. Cada obstéculo exigié una nueva conceptualizacién del incons- ciente, de la pulsién, del sintoma y de la transferencia. Es decir, exigid que avanzara desde el principio que gobierna el aparato psi- quico, al ordenamiento de las instancias. De las respuestas sobre como se produce una cura, a los obstaculos para su conclusi6n, El lugar del psicoanalista se vincula innumerables veces en la obra freudiana con el instrumento, la interpretacin; otras veces, con al soporte libidinal, la neurosis artificial. En otros momentos, Freud sefiala las diferencias, por ejem- plo con el pedagogo, el médico, el sacerdote. También propone diferencias en cuanto a la dimension ética y su polémica res- pecto del benefactor, el moralista y el politico. a ‘Alfinal de su obra, le inquieta la supervivencia de su creacién y el advenimiento de mneves peooornlies See age te y pulsién son los conceptos que en absolutamente campo propio del psicoandliss, yl articolacién y la disyuncion entre ambos diversas conceptualizaciones del lugar del psi ; diferentes modalidades de prod ae) 22 OSVALDO DELGADO En algunos momentos, el “qué” y el “cémo” de esas concep- tualizaciones son contemporaneas de otras producciones de la doctrina; en otros momentos, hay ciertos “retrasos”, Lmpasses, como también anticipaciones. A su vez, la deteccién de ciertos autores posfreudianos ha originado lecturas no sdélo distintas entre si sino hasta opues- tas, y ha generado supuestas autorizaciones en la letra freu- diana. Para citar sélo un ejemplo, basta mencionar la referen- cia al analista como nuevo superyé que aparece en el texto “Esquema del psicoandlisis”. Las formulaciones freudianas en la segunda topica, en re- lacién con esa instancia y las consideraciones de un texto tan cercano temporalmente al ya citado, como es el caso de “Anali- sis terminable e interminable”, abren un abanico de conside- raciones disimiles sobre la afirmacién: “nuevo supery6” Ademés, esta el “analista involucrado en el conflicto psiqui- co”, el “sustituto paterno” de “Analisis terminable e intermina- ble”, que define su lugar por una mediacién simbélica: el contrato. Estd el analista al servicio de la funcion secundaria, mien- tras que el paciente, sujeto a la regla fundamental, queda so- metido a la funcién primaria. La relacion analitica se presenta como modelo de la actividad psiquica. El analista que se incluye en el conflicto constituye una nueva instancia. El estatuto de la neutralidad del psicoanalista definido tanto desde el ideal como desde el soporte pulsional, desde lo “no caritativo” hasta el no suturar la hiancia del conflicto inconsciente, Neutralidad y abstinencia: ésdlo dos términos para nom- brar lo mismo? El analista como Soporte de la crudeza del dis- Positivo, in absentia, in effigie, etcétera. Todos estos, y otros mas son los nombres que intentan cercar el lugar del psicoa- nalista en varios momentos de la elaboracién doctrinaria. : Los posibles aportes de esas elaboraciones serian los siguientes: a) Un pormenorizado estudio de las conceptualizaciones del lugar del Psicoanalista y la modalidad de produ- cirlas, en la obra de Freud, b) En forma manifiesta o latente (utilizando los términos 10s), esas conceptualizaciones guian el conjun- to de la claboracién de la doctrina. La subversién freudiana y sus cc c) A partir del concepto de “goce” en la obra de Lacan, es posible hallar una constante en esas variaciones. d) Del item precedente desprendo la siguiente hipdtesis: se trataria, como constante, de una operacion de vacia- miento de goce respecto del lugar de psicoanalista. e) Esta operacion Heva a Freud a considerar el advenimien- to de nuevos analistas, f) El verdadero intento de Freud, el analista, es responder de manera inédita al malestar en la cultura. No sdlo en cuanto a la religion, sino también en cuanto a las dos construcciones que le han sido contempordneas: el fas- cismo y él marxismo. Al mismo tiempo, considero que los modos de retornar del malestar, en la actualidad, son diversos de los formulados por Freud. Esto no invalida y, por el contrario, tiene su fundamento en la elaboracién respecto del lugar del psicoanalista en rela- cién con la perspectiva que brevemente expongo a continuacién. . Psicologia de Masas y analisis del yo" no se reordena a partir del Ideal sino a partir de la ley del mercado yrproduce diver- sos colectivos. La incorporacién masiva de mujeres y nifos en el mercado, el smtoma social de la desocupacién, los avances de la ge- nética, para citar sdlo algunos factores, conmueven los lugares refe- renciales basicos. Asicomo el estalhido de los lazos sociales que supe- ne el mundo contemporaneo produce nuevas formas de segregacion. A pesar de que la produccion de la doctrina psicoanalitica no depende de la situacién historica ni de sus contingencias, éstas inciden y pueden operar sobre el quehacer del analista. Esta perspectiva anuda lo actual con el imperativo de decir, rs el lugar del psicoanalista como el refugio de lo imposible de ae capitalismo actual implica wna voluntad de goce que ninguna fied litica puede acotar. Se sostiene en el rechazo de la castracion yx ne Jo tanto, en um rechazo del amor, produciendo nuevas enferme- ae del amor. Hay nuevas formas del sintoma como la — un intento de agujerear la presencia masiva ee nolégicos del capitalismo, la histérica ofrecida ala mut anes id Ja técnica, la depresién como el sujeto identifieado a cho, en tanto no se enlaza socialmente y se desrespons: 24 OSVALDO DELGADO La corrupcién, como un efecto de la encarnacién de la ley al servicio de la acumulacién de goce en el funcionario es el soporte de los lobbies sin principios, pero con reglas para acumular goce. Empuje al goce con la forma del super- y6 actual, sin culpa y sin deuda. Para los psicoanalistas se trata de un problema ético. Decir algo positivo en relacién con la ética, sin decirle a cada sujeto o al conjunto de los humanos cual es el bien. Porque, ;qué es para Freud el bien? El supremo bien que seria el incesto, para Freud es el mal El problema, por lo tanto, implica una ética que pueda ser fundada mas alla del principio de placer, mas alla de log limi- tes que el principio de plager pudiera poner al goce, pero por su insuficiencia. ; No podemos hacer de la herencia freudiana una moral, ni siquiera con el sentido de: ...@l masoquismo es primario, los humanos gozan danan- dose y dafiando a otros; esto es resignadamente asi” Ni siquiera como; “Se trata de organizar una sociedad sobre la solidaridad, el amor y la caridad, y todo eso desapareceria”’. Se trata, en fin, de concebir una ética que transforme el masoquismo, la culpa inconsciente y la necesidad de castigo en posiciones éticas. Bibliografia Aramburu, J., El deseo del analist nds, fa, Tres Haches. Cottet, S., Freud y el deseo del psico nos Aires, Freud, S., “Esquema del Psicoandlisis”, a analisis”, OC, Vol. XXIII, Amo- analista, Manantial, Bue- a Apuntes para una concepcién del trauma en la obra de Sigmund Freud* 1) “El Sistema nervioso se afana por mantener constante dentro de sus constelaciones funcionales algo que se podria denominar la suma de excitacidn, y realiza esta condicién de la salud en la medida en que se tramita por via asociativa todo sensible aumento de excitacién o lo descarga mediante una reaccién motriz corre: spondiente”. 2) “Deviene trauma psiquico cualquier impresién cuyo tra- mite por trabajo del pensar asociativo o por reaccién motriz depara dificultades al sistema nervioso”. Estas dos citas pertenecen al punto 5 de “Sobre la teoria del ataque histérico” que es el capitulo C de “Bosquejos de una ‘Co- municacién Preliminary”, (1893) {Qué nos permiten despejai a) Un principio de aparato (constancia). b) Una tendencia (la anulacion de la tensi6n). oF c) Una cantidad perturbante (suma de excitacidn). d) Un trabajo (la tramitacién). : e) Un resultado que vale como resto de la operacién (trau- ma_ psiquico). Si hacemos una descripeién fisica del fenémeno podemos a la existencia de una decir: tomamos como punto de partid: , m cierta cantidad de tensién igual a A; esta cantidad de tension *Publicado en Transferencia en la clinica psicoanalitica, Buenos ——— 26, OSVALDO DELGADO entra en un circuito que debe, mediante un trabajo, permitir a la salida la reduccién a cero de ¢ antidad de tensidn, Freud descubre en la experiencia que la reduccién a cero no se produce, de tal manera que queda siempre una cierta canti- dad mayor que cero; se articula de entrada con lo que denomina trauma psiquico. A su vez, esta cantidad es la causa de un tra- bajo para este aparato. Formulando la existencia de esa canti- dad, el ja. {Qué implicaria e] éxito absoluto, la reduccién bsoluta, sin resto? ;Cero tensién? En un texto muy posterior, “El problema econémico del masoquismo”, (1924), responde que la reduccién a cero implica conducir la vida inestable a la estabilidad del estado inorganico. Por lo tanto seria identificable en el limite a la muerte misina, La ley de la constancia implica, entonces, descargar los excesos de energia y es el principio que regula por excelencia el aparato psiquico. Por lo tanto, un Sujeto, experimenta una impresién psiquica en su sistema nervioso y aumenta algo que se denomi- na suma de excitacién. En todo sujeto, para conservar la salud, existe el afin de empequenecer esa suma de excitacion La disminucién de esa suma de excitacién depende de cuan- to restara de esa impresion psiquica inicial, Si disminuye esa suma de excitacién, también sera distinto el efecto de la im- presién psiquica inicial que acrecenté la suma de excitacién. De este modo se refiere Freud a la ley de la constancia en “Sobre el mecanismo psiquico de fenédmenos histéricos”, (1893), Pero, en ese texto, ademas de deslindar el trauma mecanico y ubicar el factor eficaz del trauma psiquico (se trata de trau- mas psiquicos que comandan, por efecto de terror, de manera univoca la naturaleza de los sintomas) hace dog afirmaciones capitales para el desarrollo de la doctrina psicoanalitica, a) La referencia simbélica, b) La tramitacion mediante la palabra, Del primero se da el siguiente ejemplo: una enferma padecia de penetrantes dolores en e] entrecejo. Se averigué que de nina su abuelo la escudring “penetrdndola” con la mirada, La misma Paciente sufrid Posteriormente de dolores en el talén derecho, La subversién freudiana y sus consecuc ss Parte I: La subversion freudiana 27 Esto habia surgido en un momento de angustia en que en una presentacion en sociedad le habia sobrevenido el temor de “no entrar con el pie derecho o de no andar derecha” éQué concluye Freud de esto? Que existe el propésito de expresar el estado psiquico mediante uno corporal, para lo cual el uso lingitistico ofrece los puentes. La segunda afirmacién se refiere al valor de la palabra en susti- tucién de la accién como medio de tramitar la impresién psiquica. “El primero que en vez de arrojar una flecha al enemigo le Janz6 un insulto fue el fimdador de la civilizacién”. (Freud) El trabajo de tramitacién de la impresién traumatica rea- lizado por las palabras. “Una afrenta devuelta, aunque solo sea de palabra, se re- cuerda de otro modo que una que debié tolerar, y es carac- teristico que la lengua lame ‘mortificacion’ a este padecer tolerado calladamente”. Krankung que significa mortificacién tiene la misma raiz jue Krankheit: enfermedad. se, : Por esto se sostiene que el histérico padece de unos trau- mas psiquicos incompletamente abreaccionados. La cee es la finalidad del trabajo de tramitacion psiquica regulado por la Ley de Constancia. “Si la reaccién frente al trauma psiquico tuvo que aur rrumpida por alguna raz6n, aquél conserva su estat lo be nario; y toda vez que el ser humano no puede aligerarse aumento de estimulo mediante abreaccién, est dada la - sibilidad de que el suceso en cuestion se convierta en trauma psiquico”, Tanto la teoria de abreaccién, que se hae ie ieee sentido que el fisico emplea el supuesto _ an ea corre, como la teoria de la investidura oe oe oe texto “Las neuropsicosis de defensa” (18 ‘i ene Auccién cientifica de la época en que Freud es 28 OSVALDO DELGADO. Teoria de la Investidura Investidura (Besetzung) significa ocupar o lenar un lugar. “En las funciones psiquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitacién) que tiene todas las propiedades de una cantidad, aunque no poseamos medio alguno para medirla, algo que es susceptible de aumento, disminucién, desplazamiento y descarga, y se difunde por las huellas mné- micas de las representaciones como lo haria una carga eléc- trica por la superficie de los cuerpos” Se trata entonces en la base del principio de constancia, de Ja teoria de la abreaccién, la nocién de una cantidad desplaza- ble, que Freud denomina tanto suma de excitacién como mon- to de afecto. Es claro que en este contexto “monto de afecto” es una de- nominacién econémica homéloga a suma de excitacion; por lo tan- %0, no se refiere en absoluto a “los afectos” a los que nos referimos vulgarmente, segiin Strachey, en el apéndice a “Las neuropsico- sis de defensa”. El principio de constancia tiene, en su origen, una hipotesis fisiolégica en el “Proyecto de psicologia”, (1895), en el denominado principio de inercia neuronal: “Las neuronas procuran aliviarse de la cantidad (...) Se vislum- bra ademas una tendencia que acaso gobiemne la arquitectura del sistema de neuronas, edificado con varios sistemas: un cada vez mayor apartamiento (cantidad intercelular) de las neuro- nas. Entonces, Ja arquitectura del sistema nervioso serviria al apartamiento, y su funcién a la descarga de las neuronas”. ‘ Strachey, apoyandose en el “Proyecto de Psicologia”, hace comceidir principio de constancia y principio de placer. “Resultandonos consabida una tendencia en la vida psiqui- ca, la de evitar displacer, 4, 5 fs Raa spp ne a identificarla La subversién freudiana y sus consecuencias Parte I: La subversién freudiana 29 una ruptura entre principio de constancia y principio de pla- cer. Esa ruptura se denomina experiencia de satisfaccion. Es el arranque desgraciado para el individuo humano, y supone una ruptura radical sujeto-objeto; del objeto perdido como resto de la experiencia de satisfaccién produce una ten- sion en el aparato que es ineliminable. Con el reafloramiento del estado de esfuerzo o de tensién, la investidura traspasa sobre los dos recuerdos y los anima. Tal vez sea la imagen-recuerdo del objeto la alcanzada pri- mero por la reanimacién del deseo. La ley fundamental de la asociacién por la simultaneidad implica que el recordar productor constituye la base de todas las conexiones entre las neuronas. Este recordar reproductor sostiene la capacidad alucinatoria, como tensién deseante i- rreductible a cero y constituye la base en el “Proyecto de psico- logia”, de todas las conexiones entre neuronas. En la seccién o apartado 6 del capitulo VII de La interpre- tacién de los suerios (1905), hallamos por primera vez la sepa- racién entre principio de constancia y principio de placer, pun- to central de inflexién y ruptura con las teorias fisicas, neuro- fisiol6gicas y energetistas de la €poca. ath El recordar-reproductor es una memoria no organica. “Hubimos de aceptar la fiecién de un primitive aparato psi- quico, cuya labor era regulada por la tendencia a evitar la acumulacién de excitaciones y mantenerse en ella en lomas baja posible”. Hasta aqui principio de constancia- “Discutimos después las consecueneias psiquicas de una ex: periencia de satisfaccién (ruptura) y pudimos esclarecer enn segunda hipétesis, esto es, que la acumulacion de cién es sentida como displacer y pone actividad enrie para atraer nuevamente el suceso satisfactorio, en la que fismi én de la excitacién es sentida como placer. Tal eo- rriente, que parte del displacery tiende hacia el_placer, es1o denominamas un deseo y hemos dicho que slo un deseo ; sodia ser susceptible de poner en movimiento = NSVALDO DEI aparato, y que la derivacién de la excitacién era regulada en él, por las percepciones de placer y displacer. El prime: deseo debid ser una carga alucinatoria del recuerdo de |. Satisfaccion”. r a Para Paul Bercherie en su texto Génesis de los Conceptos Freudianos, la separacién de la representacién sexual reg- pecto de su afecto y la conexién de éste con otra representa- cién que le conviene, pero que no es inconciliable, indica e] lugar propio del psicoandlisis mas alla de los modelos psicofi- sioldgicos. Bercherie, en su excelente trabajo, ubica estas te- orizaciones a la altura de 1894-95 y las considera como Jog aspectos esenciales de la teoria psicoanalitica en sus inicios, a) La concepcién asociacionista del pensamiento y del psi- quismo con toda su ambivalencia psiconeurolégica (como sustitucién de terminologia). b) La hipétesis auxiliar : que seria el aspecto aleman del fisiologismo freudiano Segtin Paul-Laurent Assoun, en su Introduccion a la epis- temologia freudiana, el origen del principio de constancia se cofisiea, (1860), Fechner es citado por Freud en Interpretacién de los sue- nos como el tinico que dijo algo sensato sobre los suefios, separando el escenario de los suenos y la vigilia. Vuelve a citarlo precisamente en “Mas alla del Principio de placer”, encia del aparato Psiquico a mante- la cantidad de excitacion presente mantenerla constante, r cir la ley que expresa la relacién - ral de la excitacién y de la sensacién, aides que i. a sacién aumenta como el logaritmo de la excitacién, Pio de inercia neurdtica del ” cual las neuronas tienden a senta al organismo como sisi ner lo mas baja posible en él, 0 por lo menos a Fechner logra dedu El princi- “Proyecto de Psicologia”, segiin el deshacerse de las cantidades, pre- tema fisico de inercia libre, Segan La subversin freudiana y sus consecuencias Parte I: La subversicn freudiana 31 Assoun, Freud adopta la idea central de la energética, segin Ja cual toda la energia es libre, Dice Freud en 1920, a la altura de “Mas alla del principio de placer”; no podemos permanecer indiferentes ante el hecho de que un sabio tan agudo como Fechner, concebia el placer y displacer de una manera que en sus rasgos mas esenciales, se asemeja a la que se desprende de nuestras investigacio- nes psicoanaliticas”. Pero el “idolo” de Freud era Helmholtz, médico berlinés, profesor de fisiologia y patologia, que publica en 1847 su tra- bajo mas importante titulado “Acerca de la conservacion de la energia”. En ese texto sitta el principio de conservacién: “ya que no hay mas que fuerzas, sea en estado latente, que tienden a poner en movimiento un punto material sin por ello producir movimiento, sea en estado vivo, cuando la fuerza produce actualmente movimiento”. Efectivamente, podemos encontrar las marcas de sus maes- tros en Freud, en su formacién médica y en los apoyos del de- sarrollo cientifico de su época. Pero el punto de ruptura entre principio de constancia y principio de placer, aunque hallemos en este Ultimo términos propios de la psicofisiologia y elener- getismo, sittan la experiencia de satisfaccion como el lugar propio del psicoanalisis, que sostiene una tension en el apara- to, que concibe el deseo como lo indestructible. Asi se sostiene cién del proceso primario. : 3 A SERRE eee eats el proceso primario como = busqueda de una identidad de percepcion, de lo identicament idéntico: el mismo objeto, en el mismo momento, de Ja misma experiencia de satisfaccién. Esto en si mismo i lo ne ble del encuentro y la consecuente pérdida del objeto, ve: igual a si mismo en el instante del Postlle ae La realizacion del deseo aparta al sujeto de la via . satisfaccién, Hevandolo hacia una bisqueda que fracasa en sentido adaptativo. Sabemos que volver a evocar esa MOV AMIN? Uite. 1a subversién freudiana y sus consecuencias Parte I: La subversién freudiana 33 es el fin propio de la realizacién del deseo (como identidad de percepcion). La realizacién del deseo se cumple cuando reapare- = - - a ce la percepcion. Y cual es el instrumento especifico? La aluci- | Experiencia de Satisfaccion nacion, Se trata de una ruptura con la concepcién del arco refle- Principio de constancia | de placer jo en tanto este ultimo tiende a la satisfaccién de la necesidad, fa > ~ E i @De qué modo es formulado en el “Proyecto de psicologia”? Equilibrio: Homeostasis Tensi6n del deseo Freud, introduce el concepto de accién especifica definiéndola | Funcion: Descarga de cantidades| Placer de desear como aquella cuya ejecucion trae aparejada la satisfaccién de Operacién Memoria neuronal Placer de la repeticion Ja necesidad y, por consiguiente, el cese del aumento de la car- fundamental: (memoria psiquica) ga. Tendencia homeostatica del aparato con la raiz en la psico- Aparato: Sistema neuronal Siscaetaaetheine fisiologia, Pero, subraya que dicha accién exige en el ser hu- mmémicas mano por ser prematuro, una ayuda externa, ajena a él, ayuda Winakaad Gataatacior dela Redizacisndev deseo de otro al cual atrae mediante una descarga interna (el grito, necesidad el Hanto, alguna forma que es leida como Mamado). Se trata Objeto El adecuado Objeto como falta y del inicial desamparo y desvalimiento, Dice Freud: alucinacién “Si el individuo auxiliador ha operado el trabajo de la ac- ae eee eee es cion especifica en el mundo exterior en lugar del individuo Rho desvalido, este es capaz de consumar sin mds en el interior Dinamica: Tnercia neuronal Proceso primario de su cuerpo la operacién requerida para cancelar el esti- ‘Cambio de signo mulo endogeno. El todo constituye, entonces, una vivencia de la tension eo ® de satisfaccion, que tiene las mas hondas consecuencias para irreductible: Fracaso Deseo el desarrollo de las funciones del individuo”. og eo La inclusion como conceptos operatorios del desamparo y el Otro, sostienen la inscripcién de la huella mnémica como 2 pay . i imagen mnemonica desiderativa. Esta imagen es la clave del senuelo logrado, de la alucinacién propia del cumplimiento. acer del deseo; senuelo que desplaza a la accién especifica e intro- Inicialmente, el trauma aparece en la obra de Freud defi- duce la rememoraci6n alucinatoria. nido por dos caracteres. La memoria cambia de signo, tiene una funcién desadap- tativa en relacién con la memoria del organismo y produce la instalacién de una nueva dimensién del placer que quiebra el marco de la homeostasis. El recordar-reproductor orientado a la re-presentacién a) Accidental: porque da cuenta de la experiencia sexual prematura traumatica. ; ae b) Inasimilable: porque la articulacion misma que pone en juego la defensa deja la escena como irrecuperable. : Limit formulado de los signos de la presencia del Otro, como hambre de sig- Estos dos caracteres nombran un oS La nos, impone el placer de desear como meta que, desde el como acontecimiento, el retorno se present registro biolégico, es impensable. posibilidad de desciframiento opera con las a

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