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LA LOCURA Didier Lauru Co.eccién Frevp > Lacan Dirigida por Roberto Harari Didier Lauru LA LOCURA ADOLESCENTE Psicoanalisis de una edad en crisis Ediciones Nueva Vision Buenos Aires Lauru, Didier La locura adolescente: Psicoanalisis de una edad en crisis - 1° ed. - Buenos Aires: Nueva Visidn, 2005. 176 p., 20x14 cm - (Freud ¢ Lacan) Traduccion de Heber Cardoso |.S.B.N. 950-602-519-3 1. Psicoanalisis. |. Cardoso, Heber, trad, I/. Titulo CDD 150.195 Titulo del original en francés: La folie adolescente. Psychanalyse d'un age en crise © 2004, by Editions Denoél Tradueccién de Heber Cardoso Toda reproduccidn total o parcial de esta obra por cualquier sistema —incluyendo el fotocopiado— que no haya sido expresamente autorizada por el editor constituye una infraccién a los derechos del autor y sera reprimida con penas de hasta seis afios de prisidn (art. 62 de laley 11.723 y art. 172 del Cédigo Penal). © 2005 por Ediciones Nueva Visién SAIC. Tucuman 3748. (1189) Buenos Aires, Republica Argentina. Queda hecho el depdsito que marca la ley 11.723. Impreso en la Argentina / Printed in Argentina A Alexandre, Florian y Mailys, por lo que me ensenaron y por lo que compartimos £Qué sé de mi vida? Y¥ tu, {qué conoces de la tuya? ¥ él, jacaso él conoce la suya? RayvMonp QUENEAU, Chéne ef chien Quien vive sin locura no es tan senga- to como cree, La RocHeroucauLp, Maxtmes. INTRODUCCION La adolescencia ocupa un lugar central en nuestras sociedades posmodernas, en la encrucijada de los caminos culturales y socia- les. En laactualidad, gracias a numerosos trabajos, laespecificidad dela clinica adolescente parece haber sido establecida, pese a las reticencias que manifiestan algunos clinicos 0 analistas con indu- dables dificultades para aprehender el fenédmeno adolescente o temerosos de abordar la clinica de estos sujetos en movimiento, en devenir. Freud se interesé en las conmociones de la pubertad y en las consecuencias psicodinamicas de la adolescencia, como lo prueba la edad de los principales casos que expone: Dora (18 anos), la joven homosexual (16 afos), Anna O, el Hombre de las ratas (21 anos)... Su aporte tedrico resulta esencial en cuanto ala construc- cién de la novela familiar y ala importancia de las representacio- nes en la vida sexual de los adalescentes, quienes solo pueden, en un primer momento, “entregarse a fantasmas’. La lectura freudiana fue retomada en una perspectiva particu- larmente pertinente, alli donde distingue la pubertad del puber, su vertiente psiquica. Sin embargo, concebir la adolescencia como una simple repeticion de la neurosis infantil resulta reduccionista. Para identificar mejor las metamorfosis adolescentes, es necesa- rio interrogarse con mayor profundidad. La sexualizacién del fan- tasma enel curso de la adolescencia, asibleen nla practica, encari practica, encarma una de las transformaciones mayores del psiquismo. Lacan renovo la lectura de campos que habian sido desbrozados 9 por Freud, los de la identificacion, de lasexuacion y de larelacion preeminente con el falo, permitiendo asi un acercamiento a las problematicas adolescentes en los registros de lo imaginario, de lo simbdlico y de loreal. Desplegaremos esos conceptos, articulando- los con ejemplos clinicos. Con el transcurso del tiempo, numerosos autores fueron abrien- do otros surcos, que permitieron una cosecha en distintas direccio- nes. Se elaboraron teorias que destacan el aspecto del paso del tiempo adolescente y la dimensién estructural de ese momento fundador de la personalidad. Se trata de un lapso crucial para el devenir del sujeto, euya légica interna es valorizada, poniendo siempre el acento en el reconocimiento de una operacién adoles- cente. Por mi parte, aun siendo sensible a ese enfoque, temo que el mismo se encierre en una vision demasiado estructuralista, dema- siado apegada a problematicas adolescentes que son ante todo dindmicas, segiin una cinética que les es propia. Les falta una dimensién esencial: la aparicion del sentimiento amoroso, el re- nacimiento de un antiguo amor, que no obstante resulta nuevo, pues también es el tiempo de la sexualizacién del pensamiento y de la relacién con el Otro. Considero a la adolescencia no como una estructura pasajera, sino_como un pasaje en la estructura, La adolescencia presenta modelos de pasaje entre mundo interno, de los que dan testimonio los estados psicéticos transitorios, y mundo externo, modos de pasaje culturales del universo adolescente hacia el universo adulto. Nos proponemos describir ese pasaje, esté o no ritualizado, desde el estado de dependencia al de independencia, tanto en el plano psiquico e individual como en sus consecuencias relaciona- les y sociales. Para nosotros, el objetivo consiste en testimoniar sus modalidades. La adolescencia seria un sintoma social, pero sobre todo el eslabén débil, fragil, de la transmisién de la cultura y de los valores de cada sociedad. Ese cruce del yado no se realiza sin des- garramientos, angustias o sintomas que a veces persisten mucho mas alla de la época de la adolescencia. Los pasajes nunca se realizan sin riesgos ni peligros. E] acto es preeminente en un cortocircuito del pensamiento que tiene dificultades para producirse y para ser reconocido por el propio adolescente, en tanto éste es transformado. Su acercamien- to al Otro resulta radicalmente conmocionado en su posiciona- 10 miento personal, en su identidad y en sus nuevas capacidades identificatorias. Es preciso inaugurarle una inédita relacidn con- sigo mismo, ya que el otro se encuentra entonces naturalmente colocado en un lugar que no puede modificar su economia de deseos. Es la época de las inclinaciones por el amor, de la dificil eleccién de las objetos de sus deseos, tan delicados para la negociacidn, como en todo comienzo, La adolescencia es la época de los primeros besos y de los primeros amores, de los primeros momentos de lo- cura amorosa, dela enamoracidn.! En la clinica observamos una evolucién del material que apor- tan los diseursos de los pacientes, ¢Asistimos en la actualidad a una mutacion, a una modificacion de la locura adolescente o se trata de la misma de siempre, que se presenta bajo un aspecto diferente? El histérico, con su plasticidad, sabe adaptarse, al igual que el adolescente, a los nuevos aspectos de la sociedad. Lo mismo ecurre con los contenidos y con los temas de los delirios en el caso de los psicdticos. Por otra parte, resulta interesante observar el empleo particular de la palabra “delirio” por parte de los adoles- centes de hoy, para quienes significa una buena broma, un gran placer, a menudo compartido, “Deliramos bien”. En cuanto a la clinica del acto, también evoluciona, pues la ee ee ea eels estructura perversa resulta tan escasamente legible alli como en los manuales. La frontera entre psicosis y perversién se presenta con menos claridad de lo que parece, lo que no deja de plantear serias preguntas estructurales. ;Esa clinica de los confines seria acaso una nueva forma de locura? Trataremos de desarrollar también este punto. Indudablemente, laclinica del adolescente ha evolucionado durante estas ultimas décadas, pero, jaquel hacambia- do tanto en sus problematicas? La estructura del adolescente, su recorrido por los desfiladergs de la_castracion (recuperacién del Edipo infantil), su enfrenta- miento con las transformaciones de la pubertad y con la sexuali- ' Al comienzo del capitulo 4, en la Segunda parte de esta obra, el autor dice: “Mediante este significante [énamoration] pretendemos dar cuenta del involu- cramiento del sujetoen el proceso que lo lleva a énamorarse. Esta expresidn, poco empleada en nuestros dias, da cuenta bien de la eliniea de los estados de enamoramiento adolesecentes". En consecuencia, empleamos la expresidn ena- moractin todas las veces que el autor dice ¢énamoration. (N. del T.) abl zacion de su cuerpo siguen siendo los mismos, asi como las con- secucncias de esas modifieaciones en el pensamiento, en el modo de relacién con los objetos y en la relacién con el Otro. Los adolescentes de hoy tienen que abrirse caminos singulares para la localizacion de los significantes fundamentales en torno a los que se funda y se completa su posicién de sujeto. Las modifica- ciones del entorno familiar, cultural y social han desplazado notablemente esos puntos de referencia falicos en torno a los cuales van a construirse e intentar asumir su devenir. Fl estatus de la adolescencia, siempre idealizado, en estos ultimos tiempos ha adquirido una consistencia muy particular. Rasgos inéditos parecen dibujarse en nuestras sociedades, a la busqueda de nuevos ideales, en una era de constantes conmocio- nes y huidas hacia delante. Los progresos de la ciencia han hecho retroceder ciertos limites de lo bioldgico, tales como los signos del envejecimiento o la prolongacion de la esperanza de vida. El fantasma de la juventud o de la vida eterna se ha fortalecido y, con la nostalgia de los primeros tiempos, se han sobrevalorado los comienzos y la adoles- cencia. La moda del for ever young (“joven por siempre”) es uno de los rasgos de esa locura. Al adolescente eterno —-hombre o mujer provisto de cualidades imaginarias: juventud, belleza, inteligencia— se le abre todo el campo de lo posible, amores, fortuna y goces. En suma, un porvenir radiante y un futuro que nunca decepcionara. Adulado, encarna la falta de ser de una sociedad cuyo hilo ético, que la mantenia dentro del encadenamiento natural de las generaciones, en el ciclo ininte- rrumpido de la vida y la muerte, se ha perdido. De esta manera, la muerte resulta negada. Y el “joven por siempre” participa de ese rechazo a aceptar el ultimo limite del ser. Sea como fuere, el adolescente, con su entorno, junto a los padres, alos maestros y auna sociedad en movimiento, encontrara un camino singular a los efectos de completar su estructura de sujeto del inconsciente. Ese pasaje por problematicas adolescen- tes no dejara de enfrentar ciertos incidentes: jacaso es el pasaje hacia una nueva locura adolescente? 12 Primera parte EL IDEAL ADOLESCENTE Y EL DUELO IMPOSIBLE ki APASIONAMIENTO DE LA JUVENTUD, APASIONAMIENTO POR LA JUVENTUD El adolescente, el nino, el adulto son sujetos por completo diferen- tes. En tanto ser en devenir, el nino debe recorrer un camino que lo lleva a completar y a adquirir plenamente ese estatus en la adolescencia. El interés por el sujeto adolescente no es mas que un reflejo de problematicas vineuladas con multiples procesos simultaneos que describiremos mas adelante: modificaciones del narcisismo, recu- peracién de mecanismos identificatorios y estabilizacidn de la po- sicién en la sexuacion. El sujeto va a constituirse construyendo su fantasma. Entonces se fijaran de manera determinante, incluso irreversible, sintomas y modos de gozar. La historia de Jules se desarrolla en sucesivas rebanadas de una infancia cadtica, cuyo ritmo lo pautaban los viajes de los padres. La muerte de la madre, al comienzo de su adolescencia, lo sumerge sin transicién en el mundo adulto. La seguridad de base que prodigaba la madre durante la primera infancia no basta para apuntalar su personalidad fragil, narcisica. Esentusiasta, y siem- pre esta dispuesto para sumergirse en una nueva pasion, yaseaun idolo, un deporte o un video game. Su padre quiere una opinién, pues esta preocupado, Cuando Jules no se entrega a sus pasiones, manifiesta gestos repetitivos, irregulares, que reproduce de manera incontenible.. Desde los quince afios, tiene una yisién del mundo muy particular. Describe las relaciones humanas como muy estandardizadas, automatiza- das. salvo las que establece él mismo. En ese caso, el mundo se transforma, se vuelve rico, fuera de lo comun. Los superlativos 15 Bt proliferan: “genial”, “super”, “extra”, “hiper”, etc. El gris del mundo adulto toma color como por encantamiento, se convierte en un universo alegre y¥ vivo. El discurso del padre confirma la paradaja. El] hombre es manifiestamente depresivo y solo ha realizado un duelo muy parcial tras la muerte de su mujer. Ha intentado mantener una vida social, invita a amigos de la mujer, pero sin gusto ni convic- cién ni, menos aun, deseo. Se siente desbordado por ese hijo en ebullicion, que salta alegremente de una pasion a otra, de unidolo de la cancién aun futbolista célebre, de un “companero genial” a un “lofieur”.! El padre de Jules experimenta sufrimiento ante la mera tarea de existir. No entiende a su hijo ni sus sintomas, que invalidan y embridan su existencia. Cuando lo veo a solas, tras una fachada jovial, Jules deja asomar otra faceta desimismo. Lucha contra una masiva invasion depresiva. Mas alla del duelo por la madre, que hasta entonces nunca habia podido abordar en verdad, lo que lo preocupa sobre todo es la tristeza y la falta de impulso vital del padre. No entiende por qué realiza todos esos gestos inutiles, a los que considera ridiculos. También cuentaseries, grupos de cifras del derecho y del revés, de 0a 105, contando de 7 en 7. Esto le ocupa buena parte del tiempo, medio dia mas o menos. Acepta venir a verme, pues piensa que sus gestos le impiden soltura en las relaciones con las chicas. Se anticipa al develamien- to de una verdad hasta entonces bien encubierta por la represion. Su posicién edipiea esta articulada por significantes que le son singulares. En el transcurso de una sesién surge un lapsus que le abre el camino. Al evocar recuerdos en los que la madre le manifes- taba ternura, quiere traducir su preocupacion y dice: “Eso me masturba’. ~ Completamente desconcertado, se rectifica con rapidez, preci- sando lo que ha querido decir: “Eso me perturba”. Y no “la otra palabra”, agrega. Lasustitucién del significante “per” (jpadre?) de perturba por el “mas” remite con claridad a lo materno. Salo el radical “turba” sigue siendo el eje entre la padre-turbacién del hijo 'Expresidn referida a chicos que han participado en esos programas de TV en los que se reine a un grupo de jévenes durante dias en un ambiente cerrada, mientras se filma ininterrumpidamente las relaciones que mantienen en ese ambito. Luego de acabado el reality show, el destino de los participantes es siempre problematico. (N. del T.} 16 por el padre, ala mas-turbacion del hijo por la madre, al menos en su légica fantasmatica, Poco después, el analista localiza un significante curioso, que reaparece en sus temas. Jules relata que acaba de adherir a una nueva pasion: la guitarra. “Me entrego con todo el cuerpo, perdi- damente” a la musica. E] analista interviene para preguntarle a quién pertenece ese cuerpo perdido. Pasada la sorpresa vinculada con la incongruencia de la pregunta, permanece un momento desestabilizado y luego estalla en carcajadas: “Nunca habia visto las cosas asi, pero es mi madre, tanto mas cuanto era ella quien tocaba la guitarra cuando yo era pequenio”. Ese significante “con todo el cuerpo, perdidamente” da cuenta de una parte de la sobredeterminacién de sus aficiones y, por otra parte, de lo que lo vincula con la madre, con ese cuerpo perdido para siempre. En el plano real, se trata de la desaparicion de esas zonas de sombra que poco después se iluminan. En el plano fan- tasmAatico, ¢s e] cuerpo materno de sus ensonaciones masturbato- rias, como lo habia revelado su /apsus. Cuerpo simbélico, pues es del padre (padre del), y esta prohibido que lo merodee, salvo en su fantasma. , La légica desu fantasma y desu sintoma empieza a entenderse. La condensacién en torno a esa expresion significante, a través de sus distintos sentidos, el amor por su madre, lo autoriza entonces aun primer despegue, a un comienzo de duelo que finalmente pue- de efectuarse. Se transforma progresivamente. Se vuelve menos alegre y expansivo, pasa por fases de depresién que lo preocupan. En forma paralela, los sintomas mas acusados se esfuman. Por su parte, el padre de Jules sale de la depresion y se entrega a una aventura amorosa de dimensiones adolescentes, que en un primer momento lo colma, Mas adelante, Jules se resitua subjetivamente en un desfasaje con respecto a si mismo menos excesivo que antes. Se acerca auna chica, en una relacidn que progresivamente se transforma en relacién amorosa. Pero la dimension pasional ya no tiene la in- tensidad de sus aficiones anteriores. Estabilizado por la realiza- cién de su duelo y la superacién de los sentimientos depresivos, parece haber madurado, luce mds sensato. Esto le permite final- mente abordar una experiencia de arhor, enamorarseé. 17 1] apasionamiento, la idealizacion de los adolescentes Los adolescentes son idealistas apasionados. No se trata de un hecho que tenga que ver con la estructura, sino con movimientos transitorios que pueden cambiar de objeto o transformarse rapi- damente en aversion. Tienen aptitud para apasionarse, para idealizar y para amar tan pronto abandonan un objeto de investimiento libidinal, sea cual fuere. Esa masiva e inmediata caida en una dependencia del objeto es un intento, repetide y a menudo infructuoso, de encon- trar el objeto menos inadecuado. Pues el adolescente se encuentra a la bisqueda de si mismo; dicho de otra manera, de sus propios objetos de goce, que ya nose encuentran en dependencia demasia- do estrecha con respecto a los objetos parentales. Se le hace ur- gente desprenderse de unarelacién con el otro, con el Otro grande, que entonces se ha tornado molesta. Las flaquezas del Otro grande, que el sujeto comienza a percibir en la adolescencia, se vuelven insoportables. Sin la garantia del limite del goce del sujeto que encarna al otro, esta toma de con- ciencia volveria incontrolable la pulsién. Su demanda tiene asi posibilidades de ser entendida por el sujeto en la medida en que esté referida a la pulsién. Ese nucleo estructural resulta muy delicado de manejar, pues el que resurge es todo el proceso de lo simbolico, para condensarse en torno de ese pasaje adolescente, por lo general bueno, aunque en la clinica veamos las diferentes figuras que adoptan los malos pasajes. La juventud y la cultura El fenémeno de la adolescencia puede ser aprehendido desde el plano colectivo. Ese apasionamiento de toda una sociedad por la juventud y lo que la concierne puede ser interrogado como un sintoma. Sintoma de una cultura y de una civilizacidn que han perdido referencias identificatorias tanto a nivel individual como colectivo: negacién del envejecimiento, negacién de la muerte... suefio o fantasma de la juventud eterna, ilustrado mapnificamen- te por_el Fausto de Goethe. Sin embargo, lasociedad esambivalente. Frente alaligereza de 18 la adolescencia, el adulto se siente pesado cuando se esfuerza por orientar su vida forjandose certezas, mientras que el adolescente se afana por demostrar que, para él, esos valores son ilusorios e irrisorios, y se rie de ellos. Ese movimiento de deconstruccién, a veces radical, en absoluto tranquilizador para el adulto, lo es atin menos para el adolescente, quien debe entonces volverse hacia ideales nuevos e identificaciones inéditas. Una vez que conienza el trabajo de deconstruccién, se encuentra en medio del cruce de que se ha convertido en lugar de peligro incestuoso reactivado por los fantasmas? /O avanzar por un camino singular hacia la salida dela adolescencia? Todo el trabajo de las problematicas adolescen- tes se encuentra en marcha y el adolescente debe construir sy camino a través de sus nuevas identificaciones,* de su posicion en la sexuacién,® de la modificacién de su narcisismo' y de la construccion de su fantasma. El fantasma inconsciente determina el modo de relacion y sobre todo el modo de goce del sujeto. Es el lazo entre el sujeto y sus objetos de amor, y deja su marca en cada uno mediante un sello singular. El registro de la frustracidn le impide contener su energia pulsional desbordante, se encuentra frenado, incluso impedido en sus aspiraciones de gozar de sus objetos de manera inmediata. La barrera de la prohibicién es al mismo tiempo lo que busca el adolescente y lo que teme, puesto que le impide el acceso a un goce desenfrenado (literalmente, sin freno). El limite encarna un polo de estructuracién del fantasma en torno al cual el adolescente intenta construirse. Sus significantes iniciales Se ponen a prueba, se confrontan contra lo real de la existencia. Ciertas situaciones de la vida pueden remitir al adoles- cente a la imposibilidad de simbolizar o de asumir una posicién falica que sostendria su posicién de sujeto. El encuentro de significantes falicos (emblemas de poder, de ? Inicial lazo inconsciente, por el cual el sujeto se atribuye un rasgo del otro y lointegra en su psiquismo, Desarrollaremos este tema en el capitulo siguiente. * Son las modificaciones psiquicas por las que todo sujeto debe pasar para construirse una identidad de mujer u hombre, y situarse en su sexualidad. 4 El narcisigmo es el amor a si mismo, que permite luego el amor a los otras, En la adolescencia se produce una profunda modificacién del nareisismo, la que abordaremos en la segunda parte de este libro. 19 fuerza ode acceso a una sexualidad sin frena) produce entonces la confusidn de las referencias de la realidad, enfrentando al sujeto con los limites de lo real. Estos se deberan retomar en el trabajo analitico sise quiere intentar llevarlo hacia una posible busqueda de sus sentidas. La sombra de la castracion Detras de ese limite se perfila la sombra de la castracién. Esta en juego la ley, mds alla de las reglas, de la cultura o de las institu- ciones, es la ley del lenguaje. Es una de las razones por las cuales los adelescentes experimentan la necesidad de crearse nuevos lenguajes. Lo prohibido marca, para cada sujeto, los puntos de equilibrio hacia donde tienden los movimientos del deseo, enten- didos aqui como efectos de discursos, y circunscribe asi el campo de lo deseable. Kl adolescente experimenta una apetencia particular por la transgresion. Transgresién que debe tomarse como un intento de salir del universo del discurso, de escapar a la empresa de la castracion y, al mismo tiempo, de recuperar el eje central de lo deseable. El apasionamiento de los adolescentes participa de ese movimiento: en su pasaje adolescente, cada sujeto busca sus propias marcas, los significantes singulares que lo caracterizan. Es cierto que muchos de ellos deben pasar por una ruidosa interrogacion, ya que necesitan de ese recurso para la transgre- san. Freud definid con claridad la diferencia entre la prohibicién y el rechazo: “|Para fijar los términos], llamaremos rechazo al hecho de que una pulsién no pueda ser satisfecha, y prohibicién a la disposicién que establece ese rechazo, y privacion al estado que de ello resulta”.* En otra parte precisa el cardcter universal de las tres prohibiciones que fundan la cultura: incesto, asesinato y canibalismo. La prohibicion del incesto conserva un lugar estruc- tural fundamental que regula la economia del deseo del sujeto, la que desde entonces queda arraigada en el lenguaje. Es el punto de anclaje del odio a la cultura que encontramos en todas las expre- stones de rebelion o de inhibicion vinculadas con la neurosis. 18: Freud, Lavenirdiune ilusion, PUF, 1972. 20) René, de dieciocho afios, se negaba amable pero obstinadamen- te a trabajar en el plano escolar. Habia tenido una primera in- fancia sin preocupaciones, bajo la sombra de una madre amante y prédiga en atenciones, tal vez en demasia. Ella lo estimulaba en todo, leia mil revistas y libros, trataba de criar a los hijos del mejor modo posible o de ser una buena madre, Las primeras oposiciones de René, hasta entonces un chico “facil”, coinciden con las prime- ras manifestaciones de la pubertad; ruidosas rabietas, pilosidad naciente y, sobre todo, un cambio del eardcter. Su docilidad da lugar a una placidez y a una oposicién pasiva. No desea hacer nada y loasume, en medio de una pasividad que irrita alos padres y que le procura algunas delicias: ver como sus padres se desesperan por causa suya. Lo que René interroga, sin saberlo, es algo no dicho acerca de una depresién que la madre experiment poco después del nacimiento del chico, la que se prolongé durante varios meses, Ella habia perdido a su madre en la adolescencia y por entonces arrastraba un duelo parcialmente elaborado. De esa manera, me- diante su sintoma de pasividad y de rechazo al saber, la remitia a lo insoportable de la depresién y al abandono materno, dejandola Hilflosiegkiet,° Eso no-dicho, esa prohibicion de saber acerca del sintoma de su madre, se proyectaba asi a todo saber libresco, impidiéndole el acceso a la cultura. Un largo trabajo de analisis le permitiéd reencontrar progresivamente los caminos del conoci- miento. En forma paralela, la madre emprendié una terapta, para apoderarse de sus propias dificultades, permitiéndole de este mo- do a René desprenderse de su empresa inconsciente. La pulsién esta destinada a no ser satisfecha nunca y observa- mos en el sujeto una reserva que permite su reaparicion periodica y, segun Freud, la conservacién de su energia. Es una tesis que Freud desarrolla ya desde “L’Esquisse”,’ La prohibicién del incesto marca una frontera para el reeneuen- tro siempre faltante entre los sexos. Ahora bien, el adolescente se encuentra a la busqueda de su alma gemela, en un intento por reencontrar en el otro la incompletitud que lo habita. Con una ‘Expresién empleada por Freud, muy dificil de traducir al francés. Podria corresponder a un estada de angustia, a una depresidn profunda oa un infinite abandona: 7S, Freud, “L'Esquisse”, en Noissance de lo psychanalyse, ap. cit, ZE pulsionalidad a flor de piel, se lanza a la busqueda desenfrenada del otro de la relacién amorosa. La elaci6n amorosa La elacién experimentada a partir de un estado de enamoramiento encubre una connotacion de expansidn del humor y de liviandad del ser que recuerda el establecimiento de las defensas maniacas. Las sensaciones de euforia, de idealizacién de la felicidad, la proximidad del sentimiento ocednico, la impresién de fusién o de comunién in- tensa con el otro son otras tantas figuras de lo imaginario que participan en la negacién de la realidad. La elacién maniaca articu- lada en fases de enamoramiento seria, parafraseando a Gérard de Nerval, la facultad de ver las cosas tal como no son. La inicial privacién permite dar cuenta de ella. Una parte del narcisismo del sujeto que se encuentraen dicho estado se desplaza hacia el otro, en lo que los poetas llaman impulso del corazdn. El sujeto eleva al objeto sexual al rango de ideal, incluso de ideal del yo. Ese derrumbe narcisico es la condicién necesaria para que sobrevenga el enamoramiento. La situacién de transferencia sera la que ponga en evidencia estos procesos, ineluidos los vuelcos del amor en odio. Para afinar y precisar su papel, tomaremos en cuenta los ele- mentos que componen las defensas del estado maniaco, comparan- dolas con las caracteristicas patolégicas descriptas por Freud en los procesos de enamoramiento. En esos estados de elacién amo- rosa debemos distinguir lo que es un reflejo puramente identitario y defensivo de una busqueda de originalidad por el atajo de la creacién de nuevos modos de expresion, verbales o musicales, por ejemplo. A partir de lo que se origina en un movimiento individual e inconsciente hasta que se transforma en el modo de expresién de una generacion, se crean nuevos significantes que presentan en- tonces la particularidad de arraigarse en la cultura dominante, aunque distinguiéndose claramente de ella. Se trata de la conjun- cién de varias trayectorias individuales que intentan articularse entre si para abrirse nuevas vias de expresién situadas en el cam- 22 po ereativo y artistico antes que en el de la reivindicacion social o politica, Aunque no sea mas que una simple comprobacion pun- tual, Mayo del 68 tiene ya mas de treinta y cinco anos. Apasionamiento por la juventud El mundo contemparanco espera de la juventud que ésta venga a colmar sus fallas narcisicas y qué detenga la hemorragia de su vitalidad. Vernos al mundo inflamado por la adolescencia perdida. Se produce entonces una insidiosa brecha entre lo que se espera de la adolescencia y las expectativas propias de los adolescentes. En el espejo que les ofrece la cultura, les resulta dificil recono- cerse. Se enfrentan dos légicas y dos apasionamientos radicalmen- te opuestos: por un lado, una cultura orientada hacia lo juvenil, cautivada por la imagen de la filosofia libertaria y hedonista de la juventud en tanto clase sociolégica o grupo de edad especifica, por elotro, un individuo, un sujeto por entero aparte que trata de cons- truirse mas alla de las imagenes y expectativas que se han proyectado en él. El adolescente no puede reencontrarse en lo que la sociedad espera o teme, no puede identificarse con eso. Y, por el contrario, la rebelién adolescente —cuando ocurre— no es bien tolerada por la sociedad. La oposicién entre esos dos polos llega al maximo de tensién con la violencia y lo sexual, elementos ambos que son sostenidos por una misma pulsionalidad. Llegamos aqui al limite de lo que el socius admite y de aquello con lo que puede identificarse. De esta manera, este movimiento de locura del que hablaremos mas ade- lante escapa en lo fundamental a las referencias que la cultura habia intentado establecer hasta entonces. Esa escapatoria es precigamente el movimiento mediante el cual el adolescente tiene la posibilidad de reencontrarse o de construirse, lejos de los objetos incestuosos propuestos por la generacion de sus padres. Peter Pan, Fausto, los mitos de la fuente de Juvencia, de la eterna juventud, encarnan las figuras de la negacioén odel rechazo a la idea de la muerte, esa suprema castracion. Es un juego ana- 2d logo al que viven los adolescentes con respecto a la sexualidad, la sexualidad que los implica en la gran rueda del tiempo y en la sucesion de las generaciones, es decir, en un destino forzosamente mortal. existe un rechazo peneralizado al goce en el enfrentamiento con esa falta radical del otro frente a la situacidn sin salida favorable, a lo rmposible de la relacién sexual. El apasionamiento de los adolescentes por abismarse en la sexualidad es una manera de enfrentarse con sus impasses y, en particular, conesa diferencia radical con el otro en el centro mismo de la relacién amorosa. 2. LA IDENTIFICACION El sujeto se construye al cabo de diversos procesos combinados entre si. Los diferentes planos de la identificacién aportan las primeras bases de su pensamiento vy de la estructuracién de su inconsciente. A partir de las elaboraciones de Freud, propondré un regreso critico a las teorias sobre la identificacion. En qué esclarecen, en particular, la frecuencia de las eclosiones psicdticas en la adoles- cencia? {Qué apuestas vuelven a jugarse en el plano narcisico, asi como én los modos de goce del objeto? Durante la adolescencia —la clinica lo demuestra-, la dinarmica identificatoria se efectua segiin modalidades singulares, regidas por la estructura de cada sujeto. Tarea dificil la de abrir ese cuestionamiento voluntariamente situado en la encrucijada de dos campos, el de la clinica, que cons- tituye locotidiano de las practicas, y el de la teoria. Por otra parte, seria necesario especificar de qué teorias de la identificacién se trata, pues las mismas son multiples y complejas. No las tomaré a todas: sélo me ocuparé de las de Freud y de Lacan. El adolescente-también él—es objeto, si es que asi puedo expre- sarlo, de numerosas elaboraciones teéricas que, por supuesto, no desarrollaré. Comenzaré el tema con una pregunta: jcémo identi- ficamos a un adolescente? En otras palabras, jcomo es que un sujeto puede ser calificado como adolescente? Identificar viene del latin, identiffeare, cuya raiz es idem, el mismo. Las variaciones semanticas reflejan dos acepciones de la palabra: 25 -en sentido transitivo, corresponde al verbo identificar -en sentido reflexivo, al verbo identificarse. Laplanche y Pontalis proponen esta definicion: —“Reconocer como idéntico; ya sea numérica, ya natural- mente, cuando se reconoce un objeto como perteneciente a una cierta clase [...],o también cuando se reconoce una clase de hechos como asimilable a otra”. —‘Acto por el cual un individuo se vuelve idéntico a otro, 0 por el cual dos seres se vuelven idénticos (en pensamiento o en hecho)”. Estas dos acepciones del concepto se reencuentran en nume- rosos textos de Freud, el trabajo del sueno, por ejemplo, con su “como si”, con su sustitucién de una imagen por otra, Pero, por lo general, en el campo analitico se emplea en el sentido de identificarse. Las identificaciones La historia de Noémie proporciona un particular esclarecimiento acerca de los modos de identificacién inconscientes, Sintomas muy invalidantes de bulimia y anorexia la han llevado a ser hospitali- zada alos dieciséis anos. Como consecuencia, comienzaun analisis sin conviccian ni demandacaracterizada; en tanto joven inteligen- te e informada, se declara interesada en el procedimiento, Los pri- meros tiempos del trabajo se dedican a la minuciosa descripeidn del horror de los sintomas y del desagrado que siente por si misma. Muy bonita, abandona los estudios para consagrase a la actividad de mannequin y luego de actriz. A pesar de tener un fisico que es apreciado por todos, se considera a si misma horrible, fea y literalmente poco “amable”. Mientras aborda la relacidn con su madre, se da cuenta de que no hace mas que repetir paso a paso, a su vez, los comportamientos alimentarios inducidos por su madre: después de largos periodos de restricciones, le ofrecia fes- tines con todos los alimentos que ella preferia. Aquellas “orgias” de la alimentacién, gratificaciones concedidas por una madre de la 26 que descubrira su pasado anoréxico, terminaban en asco y vomi- tos. Ese primer plano identificatorio se superpone a un segundo, mas arduo de descifrar. En una fase transferencial importante en la que el analista se encontraba estrechamente ligado con la ima- fen paterna, Noémie relata un sueno. El mismo escenifica una figura masculina y un impedimento del deseo. Enuncia, en un lapsus, que cualquier relacién con los hombres la “perdura’, cuando en realidad queria decir que la “perturba”. De la perturba- cién a la “padre-duracin”, la figura del padre, seductor y al que admira, incluso enamorado de su hija, emerge de su discurso y la cuestiona, Apenas ella se instald en su primera adolescencia, él se lo reprochaba, instaurdndase como “guardia de la linea”. Por su parte, ella repetia sus accianes intrusivas y su apetencia alcohé- lica, comportandose con la alimentacion igual que su padre con la bebida: alternaba restriccidn y exceso, todo acompanado por vé- mitos. De esa manera proseguia con su busqueda imposible: satisfacer la mirada de ese padre que la perturbaha hasta lo mas intimo de sus relaciones con los hombres. El fin de la cura permite descubrir una tercera figura identifi- catoria, una tia paterna, personaje olvidado, reprimido. Esa tia que ella no conocié le ha sido descripta, con medias palabras, como una anoréxica grave, pero también extrafia, probablemente psicd- tica, muerta en condiciones misteriosas cuando tenia unos treinta anos. Un trabajo de rememoracién centrado en recuerdos de con- versaciones ¥ significantes ocultos resurge en la transferencia. Acting-out: interrupciones de la cura, ausencias, casi “desapari- ciones”, van pautando esta fase, que concluira en wna liquidacién de la transferencia. Esas tres identificaciones comportaban polos reales, simbdlicos eimaginarios y concurrian para ese sufrimiento subjetivo. Al haber podido, en la transferencia, atravesar el plano de esas diferentes identificaciones alienantes, Noémie accedié a una vida afectiva satisfactoria y abandon los oficios dela imagen que la encerraban en sus identificaciones especulares. De esa manera, quedaba apresada en el deseo de corresponder a la imagen que los otros tenian de ella, en diferentes niveles. Hasta entonces aceptaba ser tomada por otra y recién al cabo de su analisis aprendera a conocerse y a enfrentarse con su imagen, aunque ésta no corresponda con su ideal... 27 La identificacion en Freud “La identificacién es conocida por el psicoandlisis como la expre- sién inicial de un lazo afectivo con otra persona”. Esta frase de Freud es como para subrayar: condensa magnifi- camente sus puntos de vista sobre la identificacién y sera el punto de partida de nuestro trabajo sobre laidentificacién y el adolescen- te. Prosigue con una observacion que encubre multiples conse- cuencias metapsicologicas: “[La identificacion] desempena un papel en la prehistoria del complejo de Edipo”, Freud recuerda por primera vez la identificacion a propésito de una joven —hoy diriamos de una adolescente— que tenia la fobia de reeoger flores u hongos por una identificacion con su madre. Determina que esa identificacién forma el contenido principal de la neurosis de dicha joven.” Sostiene que la formacién de sintomas por medio de la identi- fieacién esta vinculada con los fantasmas, es decir, con la repre- sién de éstos en el inconsciente. Freud desarrolla el concepto de identificacion en el suefio, cuyo ejemplo princeps es el suefio del deseo de la “hermosa carnicera”, que Lacan reinterpretara en uno de sus seminarios.* El ideal del yo Freud desarrolla este concepto en tres textos esenciales' y ofrece una sintesis de conjunto en “El yo y el ello”. Sostiene que el nino toma a su padre como ideal, Ese elemento mayor también prepara al sujeto para el complejo de Edipo. Pero de forma paralela encarna otra apuesta para el sujeto que vendra: “Simultaneamente con esa identificacion con el padre, tal vez desde antes, el muchacho ha comenzado a 'S. Freud, “Psychologie collective et analyse du moi”, en Essais de psycharaly- se, Petite Bibliothéque Payot, 1983, pag. 167. *§, Freud, Naissance de fa psychanalyse, PUF, 1984, pag. 175. 7. Lacan, Le désir et son interpretation, Séminaire, 1962/63, inédito, ‘3. Freud, “Pour introduire le narcissisme”, en Le Vie sexuelle, PUF, 1977. 8. Freud, “Deuil et mélancolie”, en Métapsychologie, Gallimard, 1965. 5. Freud, “Psychologie des foules et analyse du moi", en Essais de psychanayse, op. cit. ° 8. Freud, “Le Moi et le Ca", en Essats de psychanalyse, op, cit. 28 efectuar un verdadero investimiento objetal de la madre segun el tipo por apuntalamiento.” Hay que vineular esto con lo que habia escrito en “Pour introduire le narcissisme”: “Preferimos formular la hipotesis de que las dos vias que llevan a la opcién de objeto (apuntalamiento y narcisica) estan abiertas paracada ser humano. Decimos que el ser humano tiene dos objetos sexuales originarios: él mismo y la mujer que le ofrece sus cuidados”, Supone un narcisismo primaric en todo ser humano que se expresa de manera dominante en su opcion de objeto. Vemos asi perfilarse una continuidad entre los diferentes tipos de opcidn de objeto posibles y los mecanismos precoces de identi- ficacién. Sin embargo, Freud vuelve sobre esa identificacian pre- coz conel padre en “El yoy el ello”. En estos términos evoca el ideal del Yo en su relacién con la identificacién con el padre en la prehistoria personal: “Los efectos de las primeras identificaciones que tienen lugar en la primera edad conservaran un caracter perdurable”. Sefialemos de paso el caracter perdurable, a lo largo de toda la vida, de esas primeras identificaciones. Freud nos lleva al nacimiento del ideal del Yo, tras el cual se oculta la primera y mas importante identificacion del individuo: la identificacién con el padre en la prehistoria personal. Ese significante primordial, ese padre de la prehistoria personal, jes acaso la premisa de lo que luego va a convertirse en el Nombre-del-Padre? Esto parece paraddjico, pues esa identificacién primaria no es consecutiva a un investimiento de objeto; es descripto como una identificacién directa. Cito a Freud de nuevo, pues esa aporia es, en un plano tedrico, dificilmente soslayable: “Ante todo, éste no parece ser el resultado de la salida de un investimiento de objeto; es una identificacién directa, inmediata, mas precoz que cualquier investi- miento de objeto de identificacién primaria”. Freud admite que la complejidad de la descripcion de los fe- nomenos esta ligada por una parte con la disposicion triangular de la relacién edipica y, por la otra, con la constitucién bisexual de cada uno. El ejemplo propuesto es el de la génesis de la homosexualidad de un adolescente.” Un joven ha hecho una fijacién en su madre, en vez de cambiar de objeto sexual: “No abandona asu madre, sino que se identifica con ella, se transforma en ella y busca ahora ® 5. Freud, “Psychologie des foules et analyse du moi”, op. cre, 29 objetos que puedan reemplazar para él a su propio yo", A su vez, podra amar y acariciar, tal como lo habia experimentado gracias a su madre. Freud desarrollara esa tesis en su ensayo sobre Leonardo da Vinci.’ En la relacién con su madre, se identifica con ella y se daa la busqueda de objetos susceptibles de reemplazarla para él. Esa identificacién transforma el Yo, en sus caracteres sexuales, segtin el modelo del objeto amado. Y en un punto a mi juicio mayor, Freud observa que el objeto es al mismo tiempo abandonado. Dicho de otra manera, la identificacién se hace con el objeto abandonado o perdido, en tanto sustituto de éste. Identificacién primaria La nocién de identificacién primaria se debe relacionar con la formacién de la represién original, tal como Freud la describe en su Métapsychologie. }Cémo es que la division del sujeto se origina entornoa la formacién de la represién que permite el advenimien- to del inconsciente? Represién que eventualmente remite al signi- ficante primordial -significante del deseo de la madre-, y que marca aqui la presencia del significante falico. De hecho, todos los diferentes significantes primordiales estan relacionados con el de- seo de la madre. Volvamos a los enunciados freudianos. En “Deuil et Mélanco- lie”, las identificaciones primarias se abordan de otro modo. Freud evoca los fendmenos de incorporacidn, es decir, de ingestion oral, global, de Ta bids Buscendl, oor el indo de ln devoracion 0 < por el lado de la devoracién o del canibalismo. in ese mismo texto,® indica: “La identificacién es el estadio preliminar de la opcién de objeto y la primera manera, ambivalente en su expresidn, segun la cual el yo elige un objeto. Quisiera incorporar ese objeto y esto conforme con la fase oral o canibal del desarrollo de la libido, por medio de la devoracidn”. Esa identificacién primaria es de una gran complejidad y en verdad tales formulaciones resultan enigmaticas. Podria tener un valor mitico, Algunos autores® han destacado de manera pertinen- *S. Freud, Un souvenir d'enfence de Léonard de Vinci, Gallimard, col. Idées, 1977 *S. Freud, “Deuil et mélancolie’, en Métapsychologie, op. cit. 8 J.-L. Donnet y J.-P. Pinel, “Le probleme de l'identification chez Freud”, Litaconscient, n" 7, PUF, 1968. 30 te que este fenémeno es independiente de cualquier investimiento pulsional, de naturaleza filogenética, incluso etologica, “que evoca la captacién del otro mediante la imagen”. Seguin ellos, nos encon- tramos aqui en la raiz de la teoria lacaniana de la identificacion, Mas adelante, al evocar el cambalismo,' Freud retoma una formulaci6én cercana: “Por otra parte, la identificacién es ambivalente desde el co- mienzo: puede orientarse tanto hacia la expresion de la ternura como hacia el deseo de eviccién. Se comporta como un retono de la fase oral de la organizacién libidinal en la que uno se incorpora comiendo el objeto codiciado y apreciado, y al hacer esto lo aniquila en tanto tal; es, como se sabe, lo que le gusta al canibal”. Su devenir a menudo se pierde de vista. Pero consideremos ahora las opciones edipicas de la identificacién. Existe una gran diferencia entre la identificacién con el padre a través del cortejo edipico y la eleecién del padre como objeto. En el primer caso, lo que se querria ser es el padre; en el segundo, es lo que se desearia tener. La diferencia reside en el hecho de que el vinculo lleva tanto al sujeto como al objeto del yo: de esta manera, tomado como modelo. En la practica clinica observamos, en efecto, que muchos nifios y adolescentes evocan, en sus merodeos fantasmaticos o en su problematica, esos aspectos de devoracién. Los mismos remiten a procesos 0 representaciones primarias no encubiertas por identi- ficaciones mas estables. La contradiccién entre las identificacio- nes con los objetos edipicos y las angustias vinculadas con los fantasmas de incorporacion evoluciona hacia la destructividad. Comienzo una psicoterapia con Auguste cuando tiene 6 anos, momento en que presenta numerosas inhibiciones en el plano de las relaciones y en el escolar. El chico me entrega un impresionan- te catdlogo de temores de devoracién por parte de toda clase de animales reales —perros, tigres, caballos, gatos— e imaginarios -dragones, criaturas de los dibujos animados de terror, dinosau- rios “tirdnicos”"—. Se trataba de otras tantas imagenes simbdlicas de la castraci6n, que estaban asociadas con una imagen materna fAlica que habia suplantado al padre en larealidad, En cada sesion comparecian la devoracién, la mordedura, el despedazamiento, la S. Freud, Essats de psychanalyse, op. ett., pag. 168. 31 fragmentacion de cuerpos. En contra de mi opinion, el trabajo iniciado fue interrumpido. Volvi a ver a Auguste, timido e inte- ligente, cuando tenia diecisiete afios y presentaba importantes inhibiciones intelectuales. Me sorprendié en principio el modo en que se habia fijado la simbdlica del temor a la devoracion, la que esta vez se proyectaba directamente hacia la relacion con la ma- dre, pero también se manifestaba en el momento del acercamiento a las chicas. E] desenmaranamiento de una problematiea edipica consolidada se hara lentamente, al cabo de la transferencia y dela recuperacién de sus identificaciones, que literalmente le “comian la vida”, segiin sus propias palabras. Cuando un deseo identificatorio se opone a una imposicion identificante proveniente del exterior o del propio sujeto, para encontrar una solucién al conflicto el sujeto puede llegar hasta la disociacién psiedtica, Ese caminoesuna de las modalidades de la per- dida de autonomia psiquica y corporal, en un logrado sacrificio del pensamiento y de la unidad de la estructura del sujeto. De esa manera, se puede acordar en sostener que la identifica- cién primaria es la parte comin entre el investimiento narcisico y el investimiento de objeto: constituye su matriz organizadora. Origen del sujeta + investimiento narcisico 4 investimiento de objeto Por otra parte,'! Freud insiste en el hecho de que el investimien- to de objeto y la identificacién quiza no puedan distinguirse, Mas en general, la identificacidn primaria ayuda a la prepara- cién del complejo de Edipo; resulta, pues, distinta de la identifica- cién secundaria, post edipica, la que asegura la formacién del superya, “El nifio pequefio muestra un interés particular en su padre, quisiera ser como él, convertirse en él, tomar su lugar en todo. Digamoslo con tranquilidad (!), toma a su padre como ideal”. | En verdad, Freud no puede concebir un apegoo, mas bien, una identificacion primitiva con la madre, pues eso seria la identifica- cién con una carencia. Esto es lo que retoma Lacan al hablar de la falta deLf Li re y de la identificacion del nino pequeno con el deseo de la madre, es decir, con el falo. La identificacian primaria se produce en las demandas mas arcaicas, La que no sdlo (CS. Freud, “Le Moa et le Ga", op. cit, dz suspende el aparato significante ante la satisfaccidn de las nece- sidades, sino que las fragmenta, las filtra, las modela segun la naturaleza del significante. Es, de hecho, la primera puesta en accion, en un estadio muy primitivo, de la triangulacion. Se trata de una forma de prefigura- cidén de lo que, en una fase posterior, va aconvertirse en el complejo de Edipo. De este modo podemos adelantar que la historia psiquica de los padres forma parte de la prehistoria personal del sujeto. Es, a nuestro juicio, fuente de ensefianza clinica y de indicaciones a tomar en cuenta en la practica, en particular con los adolescentes. Esos periodos pueden compararse con las fases muy precoces del estadio del espejo en tanto identificacién con la imagen, en una dimensién de captacion mediante la imagen. Esa relacién imagi- naria slo pide ser simbolizada. Identificaci6n con esa imagen en el espejo, fascinacién del nifio por la imagen del otro: segiin Lacan, en esto el Yo resulta una estructura imaginaria. El deseo del nifio muy rapidamente logra identificarse con la falta de ser de la madre, a lo que ella misma fue introducida por la ley simbélica. Indudablemente, es asi como se perpetiian las estructuras elementales del parentesco en el imaginario, mientras que en forma paralela el falo se transmite en el registro simbohico. El Yoes un /deal-Ieh: constituye la matriz, la cepa de todas las identificaciones posteriores, Del estadio del espejo también parti- ra la futura elaboracijn de la teoria que se apoya en los tres re- gistros, de lo Real, de lo Simbolico y de lo Imaginario. El nifio debe franquear la primera etapa de lo pre especular, ante el espejo, donde la relacién con el otro se establece sobre el modo del ser. Francoise Dolto ha senalado que al comienzo el nino no tiene objeto: él es el objeto, pues el objeto perdido es el sujeto. Odia al objeto, en este caso sin juego de palabras. Sélo a partir de la experiencia del espejo el sujeto se convierte enun Yo para ti, enun Yocontigo. jExistirian acasocorresponden- cias con los mecanismos de identificacion secundarios y su recupe- racion durante la adolescencia en el marco de la modificacion pul- sional propia de esa fase de la vida? Freud describe las identificaciones secundarias como una suce- sidn de identificaciones con los objetos queridos que le han permi- tido tomar forma al Yo. De esa manera ocurre en la identificacion ad histérica, donde la “identificacién toma el lugar de la eleccién de objeto, mientras éste se retrotrae hasta la identificacidn” en la formacidén del sintoma —dicho de otra manera, cuando se produce represion-, la opcidn de objeto vuelve a ser la identificacion y, por tanto, el Yo se apropia de las cualidades del objeto. El Yo es como una cebolla Para Lacan," el Yo es un objeto constituide como una cebolla, Si se lo pelara, se veria la sucesién de identificaciones que lo han formado. También insiste en la reversion del deseo ala forma(a laimagen) y de la forma al deseo. EF] deseo en tanto objeto parcial al objeto amado, en tanto que el sujeto se pierdeen él. Freud realiza esta preciosa observacion para la clinica: el Yo “copia” una vez ala persona amada y otra ala persona no amada. Y, lo que es aun mas importante, en ambos casos la identificacion es “parcial, extremadamente limitada y toma un solo rasgo de la persona amada’”. Esel EinZiger Zug freudiano, que Lacan tradujo como“trazo unario” y que le sirve de referencia para desplegar sus avanzadas tedricas, Los procesos de identificacién son en gran parte inconscientes. Se efectian desde la primera infancia y son constitutivos de la estructura de la personalidad. Es un proceso que sin embargo continua funcionado durante la infancia, con una reviviscencia importante de estos mecanismos en la adolescencia. En efecto, la adolescencia es el tiempo de las reorganizaciones. Es el tiempo de la oscilacién de las identificaciones, lo que le per- mite al sujeto durante la adolescencia abandonar sus bases iden- tificatorias infantiles. Pasa luego por un camino largo y dificil de destitucién de las identificacianes parentales. Luego, de forma paralela, debera encontrar otras. Es entonces el tiempo en que el Otro, el que va a ser abordado, falla. “J. Lacan, Les éerits techniques de Frewd, Le Séminaire. Livre I, Le Seuil, 1981, pag. 194, a4 3. IDENTIFICACION CON LA ADOLESCENCIA La vida de Anaka, fragil y palida adolescente de diecisiete afios, se transformoé poco después de que me encontrara con ella. La habian traido unos padres que se sentian superados, que“ya no podian re- conocerla”. Estos la habian llevado (en realidad, la habian arras- trado) inicialmente a consulta en el sector psiquiatrico, la que pronto resulté ser muy breve. Casi de entrada, ella decreté que no deseaba esa consulta y permanecia sin hablar frente a un psiquia- tra que también se quedaba en silencio. Poco después, un episodio de alcoholismo agudo la lleva a po- nerse en peligro, al deambular en medio de una avenida populosa, bailando en medio del transito automotor. Este pasaje al acto es una encarnacién “elocuente” del vagabundeo subjetivo enel que se siente tan mal. Los padres se quejan de su actitud opositora y agresiva para con ellos, del eonsumode hachis, cuyasconsecuencias miden enel poco interés que demuestra hacia el estudio. Un acceso de angustia vinculado con un exceso en el consumo de hachis en ocasién de una fiesta (inhalacién asociada a la ingestion de space ecake") incita a que Anaka acepte venir a verme. Caustica y fina, critica con violencia a unos padres que, segiin se la escucha, acumulan una serie impresionante de defectos, entre los cuales los principales son: cobardes, mentirosos, malva- dos, violentos, estupidamente rigidos, etc. Al preguntarle si siem- “Pastel del espacio": contiene cannabis, lo que ocasiona efectos importantes y perdurables. 35 pre los ha visto de esa manera, reflexiona y luego dice: “Debi haber estado clega, pero no los veia tal como eran”. Ksa frase me parece condensar la destitucién de las imagenes parentales y también una de las caracteristicas del amor—en este caso amor parental-, que es la ilusidn. Los padres que recibo no corresponden en absoluto a la descrip- cion de lachica, Tratan de entender, estan muy ala expectativade Anaka y de sus deseos, Aceptan todos sus pedidos para salir, com- prar, viajar y, mas recientemente, tatuarse y hacerse un piercing encima de una ceja. Cuando les pregunto qué piensan de las mareas en el cuerpo de la hija, indican con claridad el desagrado y el horror que ego les inspira, pero no saben como limitar las multiples reivindicaciones de la hija. Temen reacciones violentas de su parte. Anaka acepta volver a verme, pues detecté un punto que la intriga. Le recordé el silencio de sus palabras y los silencios que instaura, los que pueden ser elocuentes. Me habla de susidolos, los nuevos iconos de la modernidad. Me hace ingresar a mundos abigarrados. Los cantantes underground, “cuervos” vestidos de negro que aullan ante el micréfono, los grupos “metal” —sobre todo los heavy (“pesados”)}- que expresan un malestar parecido al suyo. Por lo menos, trata de reconocerse en ellos. Solamente esos idolos son admitidos en su pantedn, asi coma una mejor amiga: “Con ella, es un balazo”. A veces la madre se aventura en su habitacién, cuando Anaka escucha musica “al mango” (a fondo). Recordemos que sus orejas estan perforadas por una serie de varios aras, Ninguna relacién amorosa viene a perturbar ese fragil equili- brio. “No quiero, me haria mal”. En el transcurso de las sesiones la chica recuerda las figuras familiares. Esto le permite retomar con sus padres una historia familiar compleja, de la que hasta entonces habia tenido un conocimiento muy parcelado. Asi se fueron explicitando cosas no dichas, silencios largamente preservados acerca de una tia ano- réxica muerta después de meses de caquexia, un primo manifies- tamente psicotico que se habia suicidado arrojandose bajo un camion. Otros secretos manchaban la historia personal de los pace por ejemplo con relaciones extra conyugales iterativas de a madre. 36 Sin embargo, una vez que se expresaron esas primeras posicio- nes defensivas y que quedara establecida una cierta transferen- cia, ella podra liberar algunas ensonaciones en torno a un joven con el que se ha cruzado. El mismo posee una sorprendente lista de cualidades. Al detallarlas, éstas corresponden rasgo por rasgo, en forma opuesta, a todos los defectos atribuidos a los padres. Mi reserva me indicé no hacérselo notar, ya que no estaba lista para escucharlo en ese momento de la transferencia. Su relacion se transformo natural- mente en sentimientos amorosos y la llevé a evolucionar a una pa- cificacién de la relaci6n con los demas. Seguia siendo fragil, pero se reapropio de los significantes familiares, de los que era portadora sin saberlo. A falta de ecuaciones simbélicas comprensibles, actuaba afectos y su sufrimiento narcisico a flor de piel. El tatuaje que se habia hecho practicar en la espalda represen- taba una rosa... Cuando esa flor dejé de encarnarla, se la hizo borrar. El repliegue narcisico caracteriza la posicign central de la adolescencia. También es producido por el retroceso de los inves- timientos en los padres. El retorno de los investimientos objetales se presenta esta vez de un modo genital. El descubrimiento dela genitalidad represen- ta el cambio radical de la adolescencia. Ese esquema, clasico si los hay, tiene el mérito de ser compren- sible y, por lo tanto, facilmente manejable. Puede desdoblarse en una posicién mas radical sepun las identificaciones de los adoles- centes: —la primera identificacién con el padre, por su incorporacion existe en una relacién de privacién simbolica; —la segunda identificacion con el “frazo unario” del otro designa un punto elegido desde donde el sujeto puede reconocerse como amable (amor nareisico): —la tercera identificacion, con el objeto del deseo, corresponde de hecho a laidentificaci6n histérica del Yo con e! propio objeto del deseo (identificacidn fantasmatica). {Qué es lo que impulsaa un nifio a entrar en el mundasimbilico, de hecho, a hablar? Claude Conté* ha desarrollado este interro- “OC. Conté, Le réel et fe Sexwel, Point Hors Ligne, 1992, gante en un articulo acerca de la funcién simbélica. Concluye que se trata de un acto cargado de consecuencias puesto que, al entrar en lo simbélico, el nifio pierde para siempre la esencia de lo que habria podido ser: ya no volvera a encontrar de su ser mas que ese efecto de caida que se llama objeto pulsional o, para Lacan, el objeto a. Tendra su ley en el Otro y sus deseos se inscribiran en la dependencia del deseo de muerte. A propésito de la psicosis, Lacan se inclina por el discurso de la madre y el lugar que ella reserva al padre simbdélico en tanto agente de la ley. Minimiza considerablemente la del padre de la realidad: “Queremos insistir en que no es unicamente de la manera en que la madre dispone de la persona del padre que convendria ocuparse, sino del caso que ella hace de su palabra —digamos la voz—, de su autoridad; dicho de otra manera, del lugar que ella reserva al Nombre-del-Padre en la promocién de la Ley”* Los adolescentes y el limite Estos elementos teéricos constituyen referencias utiles en la cli- nica de adolescentes con gran dificultad psiquica. Ciertos adolescentes se inscriben en una estructura de persona- lidad de tipo psicético, con una sintomatologia que no comporta ni delirio ni disociacién, sino momentos persecutorios o enmascara- miento de rasgos obsesivos abigarrados. Su caracteristica seria la rapida fluctuacién de esa patologia en el tiempo. La practica muestra que cuanto mas se acerca un paciente asu espacio corporal, mas se fortalece esa sintomatologia. EF] adolescente representa el pasaje de un “ya no del todo nifio” aun “todavia no un verdadero adulto”. Entre ambos se encuentra la espinosa cuestién del acceso a la sexualizacién, el enfrenta- miento con el otro en su caracteristica sexuada, el enfrentamiento con el significante falico. Es alli donde radica, a mi juicio, la falla de la simbolizacién. Lo real del sexo remite al adolescente a sus dificultades simbélicas, a sus carencias estructurales., ‘J. Lacan, “Question préliminaire & tout traitement possible dela psychose", en Aerits, Le Seuil, 1966, d8 Los episodios psicdticos agudos se desarrollan mas particularmen- te en ese tiempo, cuando el sujeto debe hacer frente a la imposicion de situarse en forma falica. Dicho de otra manera, cuando deba en- frentar las pruebas de la realidad que lo conminan a posicionarse en relacién con la instancia paterna, ya se trate de una decisién ode una sexualidad genital a la que le es preciso actuar. Hay continuidad odiscontinuidad de los procesos psicéticos de la infancia hasta la edad adulta? ;O bien un acontecimiento, algo nuevo, se inscribiria en torno a la adolescencia? La diferencia con lainfancia consiste en quelaresexualizacién del pensamiento y de sus procesos se hace en un cuerpo genitalmente apto, maduro para la sexualidad adulta. Continuidad En lo que a mi respecta, considero que no hay proceso de continuidad evidente en una estructura psicética entreel nino y el adolescente, asi como entre el adolescente y el adulto, sino que existe una potencia- lidad psicotizante intrinseca al proceso adolescente. Lo que marcael advenimiento de experiencias psicoticas que simultaneamente ven- drian a revelar la estructura psicética del sujeto y a autentificar el fracaso de los mecanismos de las defensas neuréticas. La experiencia clinica lleva sin embargo a distinguir con claridad las experiencias psicéticas de la cronicidad psicotica en la adolescencia que signarian la entrada en la esquizofrenia. iCémo anudar esos dos términos, identificacion y adolescencia? La clinica de adolescentes que fracasa en la identificacién podria iluminar esa problematica. Volver a pensar las cosas a partir del estadio del espejo tal vez nos dé motivos para la reflexidn. Pues el espejo separa dos mun- dos: el del objeto y el de los significantes. Las consecuencias de ello son, por una parte, la alienacién en el otro y, por la otra, un nuevo medio de expresarse, que va del grito al lenguaje articulado. Para que el sujeto sea animado por el significante falico, le es preciso despegarse de él mediante otra operacién logica. La que, mediante la comprobacion de la castracién de la madre y del com- plejo de castracion, lo introduce en la estructura edipica. Queda aun una tarea mayor: activar sus propios significantes para darles a9 sentido, Ese intento, por supuesto que de registro imaginario, en- cuentra sus propios callejones sin salida en la adolescencia, cuando el cuerpo termina por desbordar la imagen del yo. El adolescente debe reapropiarse de los elementos de la madre, que son la mirada y la voz, definidos como objetos pequeno a.’ Debe hacerlo, aunque esa reapropiacion genere conflictos, que se expre- san de modo reivindicatorio, con los padres. La nueva imagen que se da a si mismo induce un “mirate” y un modo de interpelacion, un tono diferente: “No me hables con ese tono".” El vinculo con el objeto sigue en tensién y sdlose mantieneal precio de contorsiones que dan cuenta de la riqueza y la frecuencia de las perturbaciones del comportamiento, El adolescente debe asumuiruna especie de segunda pérdida del objeto, asi como una nueva simboli- zacion de su pérdida. Esta operacién no ocurre sin choques ni per- juicios simbélicos o sintomaticos. La simbolizacian ore simbolizacién de los objetos reaviva, incluso reactualiza la fase del espejo. De esa manera, él sujeto es llevado a recapitular los procesos de identificacién, mientras deja ver una apariencia de regresidn. Losintentos de identificacién con significantes o ideales fuertes se situaran del lado del significante falico y constituyen la apuesta mayor. Les es preciso producir sus propios significantes: “Sera ne- cesario que adquieras eso que has heredado”, nos recuerda Freud, y esa frase no deja de tener resonancia en lo que nos ocupa. De ese modo debe reapropiarse de los objetos que se han desprendido — desprendido del otro—y, mas especificamente, la mirada y la voz. Solos no se encuentran seguros y el plano de las identificaciones sera puesto a dura prueba. Si bien, en efecto, se puede decir que la identificacién primaria resiste y no experimenta modificacio- nes, {qué ocurre con las identificaciones secundarias? Mas bien convendria hablar aqui de identificacion con el sintoma, puesto que, en los adolescentes, prevalece la marca de la identifica- cién histérica. En la “generacién ufa”,® los modelos de lenguaje evolucionan tan rapidamente como las modas en la vestimenta. ‘ Objeto a; con la voz ¥ la mirada, el seno y las heees'son definidos como objetos a, que caen del sujeto y que causan su deseo. *P. Huerre, L. Delpierre, Arréte de me parler sur ce ton, Albin Michel, 2004. * Bof génération, en francés, Bef tiene un valor interjective similar al Cifa a Bah castellanos. Bof génération alude a la actual generacion de adolescentes y jévenes, dezinteresada de los grandes problemas y preocupaciones propios de la generacion mayor 40 Ahora bien, tras lo que muy a menudo se califica como malestar existencial’ se ocultan connotaciones depresivas, incluso una patolo- gia mas pesada siel registro de la queja invade el discurso del sujeto. El sintoma que se encontraba, mientras era nino, en el discurso de los padres, ahora debe apropiarselo, asumiendo la responsabili- dad de su cuerpo sexuado, apto para las relaciones sexuales adultas genitalizadas. Es un precio real y simbdélico muy eclevado que los adolescentes tienen que pagar para llevar“a buen puerto” su existen- cia como sujetos a través de los cortejos de la identificacién, donde los esperan dificultades y trampas de toda clase, con las que tenemos que trabajar en las instituciones o en los gabimetes de analistas. Las identificaciones son de una labilidad extrema en el adoles- cente. El duelo de las identificaciones de la infancia representa un primer tiempo légico. En clinica, no va de si. Ese tiempo descripto por Anna Freud como esencial suscita la angustia, pues desesta- biliza sus referencias reales, imaginarias y simbdolicas, El] adoles- cente intenta aferrarse a un soporte o pantalla identificatoria que esté a su aleance. Y es precisamente en el abandono posible o im- posible de sus identificaciones donde va a instalarse la patologia. El sujeto no emplea todas las posibilidades identificatorias. El mismo se ve enfrentado a sus propios imposibles, o a sus propios limites, los que determinaran que sus ideales se tambaleen y que merme su imaginario inflacionista. El adolescente es atraida, incluso fascimado, por todo loque esta en movimiento, de hecho por todo lo que puede funcionar como soporte de identificacian. Es también reflejo del esfuerzo por desprenderse de los ejes de las identificaciones parentales originales. Oscila entre esos dos polos, duelo y nuevo espejo identificatorio. Y es precisamente en la alternancia de esas posibilidades de modificaciones sucesivas que se va a dibujar la salida posible de ese proceso identificatorio, de esa crisis. Jean-Jacques Rassial® recuerda la gran importancia que hay que acordar a la “eleccién del trabajo”, puesto que muy a menudo “lo que se espera no tiene estrictamente ninguna relacion con lo que los adultos suponen como determinacion”. Esta indicacién invita a entender las aspiraciones o los deseos de trabajo como apetencia de proyeccién imaginaria e intento de un proceso identificatorio. *P. Male, Psychothérapie des adolescents, Payot, 1970. Este autor desarrollé el concepto de morosidad. 4 J.-J. Rassial, L'adolescent et fe psychanalyste, Rivages, 1990. 41 La naturaleza imaginaria del yo es zarandeada, “puesta patas para arriba” por la tension radical de las conmociones identifica- torias. La que se desprende de una desorganizacién, por cierto temporaria, pero inquietante de la estructura simbolica. El acceso a la sexualidad genitalizada obliga al adolescente a posicionarse de manera diferente en la linea familiar, lo impulsa a reivindicar un lugar diferente que lo enfrente con el limite mortal de las generaciones. De esta manera es llevado a reorgani- zar de manera notable sus representaciones identificatorias en la novela familiar que, a menos que cambie de titulo, deberd ser modificada en su contenido. Freud no da indieaciones particulares acerca de los procesos de identificacién en la adolescencia, pero lo que la clinica manifiesta, y que numerosos autores han destacado, es la reaparicién de esos procesos de un modo particular que ahora precisaremos. Un sujeto adolescente es el producto nunca acabado de las dis- tintas figuras simbélicas e identificatorias que lo han constituido. La modificacién pulsional reaviva las posiciones identificatorias estrechamente asociadas con las fijaciones edipicas, que hasta entonces habian permanecido en suspenso. Ese estado de suspensién sin embargo no significaba estar en barbecho. El sujeto continuaba construyéndose durante la laten- cia. Pero lo que resulta sorprendente es la repeticidn consistente en volver a activar procesos identificatorios en relacion con los de la primera infancia, En este fendmeno de reactivacion y repeti- cion, el adolescente tratara de subjetivar el origen como si debiera reapropiarse de sus propios significantes, los que lo han fundado en tanto sujeto. Lo que esta en juego esta vez es la madurez del adulto y, sobre todo, el posicionamiento en la sexualidad. A esta problematica —que esta lejos de ser resuelta— de la identificacién y de la adolescencia la sucede una fase estructural que el sujeto debe abordar a continuacién: el duelo de las identi- ficaciones. Esa construccién subjetiva procede, en efecto, median- te mecanismos de idas y vueltas, entre mecanismos de identifica- cién y duelo de la identificacién. 42 4, EL DUELO DE AMOR Duelo de las identificaciones A partir de su primera relacién sexual, Alice habia desarrollado una fobia mayor que se condensaba en torno de su temor a quedar embarazada. Todos los indicios de la realidad contradecian esa fobia, pero su inteligencia vivaz se mostraba impotente para tran- quilizarla. Un significante vinculado con la historia personal desu madre pude ser localizado a partir del hecho de su insistencia en la trans- ferencia: varios nombres propios de personajes publicos con los que estaba vinculado el significante “mor” o“muerte’. Unejemplo podia ser Amélie Mauresmo, la jugadora de tennis, o el cantante Dario Moreno. La madre de Alice no estaba “alli”, se habia manifestado au- sente como consecuencia del hecho de una depresion grave y prolongada. Algo que no se decia se focalizaba en sus ausencias, pues el episodio depresivo inaugural de su madre era consecutivo ala pérdida de un hijo que habia muerto tn-utero, alos ocho meses de embarazo. Ese hechoimpensado se traducia én un tratamiento por comportamientos repetitivos, bajo la forma de ausencias a las sesiones. De esa manera, mediante una serie de singulares ecua- ciones simbdélicas que la caracterizaban, Alice habia asociado los significantes del sexo con los de la muerte. Temia hasta el menor encuentro masculino susceptible de des- pertar su deseo, lo que implicaba la irrupeién de angustias masi- vas. 43 Fue necesario un largo trabajo hasta consiguir separar ciertos significantes de significaciones fijadas y generadoras de sintomas, Luego, al cabo del tiempo, relata una escena que la conmociona, Habia sentido una profunda emocién frente a Paul, a quien habia encontrado en las vacaciones. Lo que la sorprende es la fuerza de su deseo y, sobre todo, la ausencia de angustia. Con la mayor naturalidad del mundo se establece un idilio que la lleva a las orillas del placer sexual. La adolescencia es un proceso de transformacidn, camino dificil que, enel plano psiquico, raramente transcurre sin obstaculos, sin sobresaltos, sin alternancia de tensién y descarga de la tensidn, segun la Métapsychologie de Freud, La identificacion ocupa un lugar central, cireunstancia que la clinica ilustra cotidianamente. La fase adolescente, sin duda mas que otras, puede encarnar una de las fases visibles de los procesos de identificacion, en sus aspectos mds conscientes. A menudo los procesos fracasan y van a limitar al adolescente atrapado en las redes de la psicosis. Los procesos de identificacion presentan un cierto mimero de caracteristicas en las estructuras neéuroéticas y psicéticas. En la psicosis, laasuncion del plano de laidentificacion se hara segunun ordenamiento particular. La cuestidn del duelo de las identifica- ciones debe considerarse, pues, con atencién, antes de afirmar que un proceso real puede o no efectuarse. Noses preciso, entonces, desplegar esa afirmacion y volver alas nociones de base que vinculan a ambos conceptos, identificacion y problematica del duelo. Mas especificamente, en la adolescencia esas consideraciones se encuentran en resonanciacon laclinicade la estructura psicética, El duelo de las identificaciones infantiles tiene que ceder el paso a identificaciones caracteristicas de la asuncion de una identificacién falica. Pero también es necesario que eso sea posible, es decir, que sea permitido por la estructura. Lo que remite a un problema tedrico: para que pueda hacerse el duelo de un objeto es necesario que haya “creacién” previa, en el sentido winnicotiano, de un objeto de suficiente consistencia. Ahora bien, la clinica de la psicosis con adolescentes muestra que muy a menudo la separacian del objeto primitivo, la madre, nose ha realizado en absoluto, Se trata entonces de evaluar las posibi- 44 lidades transferenciales del adolescente a los efectos de entrever las condiciones de un eventual despegue, incluso parcial, del ob- jeto y la potencialidad de ingresar a un trabajo de movilizacion de las identificaciones infantiles y alejarse de él. Para esto, un trabajo de duelo debe realizarse y efectuarse en el sentido de un franqueo del plano de laidentificacién. Lo que puede ser dificil en laestructura, pues remite al sujeto.a la fragilidad de sus bases narcisicas. La relacién con el falo Todo ser humano, desde el momento que se compromete con el lenguaje, se encuentra inscripto en el proceso de la demanda y del deseo. Puede identificarse gracias a la demanda y a la exipencia pulsional. Seguin Freud, la represién procede en dos tiempos: el de la pulsidn y de la significacidén falica, ante todo, y luego en el de los significantes del complejo de Edipo. El Nombre del Padre, que encarna al segundo, constituye asi metafora de la significacion del falo, que es el primero, Sise produce una forelusidn del Nombre del Padre, el sujetosdlo podra desprenderse de la significacién falica mediante una larga lucha, que remite a lo que Freud ha definido como el negativismo. A partir de ese “en menos” del negativismo, el sujeto elaborara su delirio. Ese intento, forzosamente fracasado, de reconstruir para si un psiquismo busca reconstruir una identificacién que final- mente resista. Es asi que puede desplegarse todo el imaginario psicético, cuyasimagenes vemos desarrollarse en el discurso de los pacientes. Mas en general, al descubrir la sexualidad, la adolescente se encuentra enfrentada con un significante falico mayor que tiene dificultad para asumir: ser madre oconvertirse en madre. El apre- ndizaje de la sexualidad pone al sujeto brutalmente en situacién de tomar posicidn en relacién con el falo. Pues, a falta de un apuntalamiento narcisico adecuado, corre el riesgo de oscilar ha- cia el delirio para tratar de mantener una consistencia suficiente a su estructura de sujeto. Seria preciso, ademas, diferenciar los lugares y los espacios de cada uno, pues ser padre o madre no implica las mismas dificulta- des ni tampoco remite a términos idénticos. La “Cuestion prelimi- 45 nara cualquier tratamiento posible de la psicosis’ nos da una indicacion preciosa: el orden dela Ley depende principalmente del lugar que la madre reserve al padre en su discurso. ;Oficia como garante dela referencia simbolica? {Se situia en el discurso de la madre como agente separador? Las curas individuales con los psicéticos son posibles en la practica privada, pero a veces es necesario que el paciente pueda contar con un apoyo institucional, incluso, cuando parezca necesa- rio, con un tiempo de hospitalizacion. Lo esencial, a mijuicio, es la particular naturaleza de la transferencia, Freud rechazo las indi- caciones de analisis para los psicoticos, mientras que para Lacan los analistas no deben retroceder ante la psicosis. La cura, séa individual o institucional, sélo podra efectuarse luego de una precisa identificacién de la transferencia en toda su extranieza y singularidad.* La transferencia en la psicosis Su manejo es delicado. Pues, ademas de la transferencia con el analista, también existe la transferencia con la institucién, cuando el paciente es tratado alli. En ese caso, se debe descom- poner un mosaico de transferencias que comprenda a cada una de los que participan en la cura. El paciente proyectara diferen- tes partes de si mismo, diferentes facetas de su problematica sobre las partes de quienes lo atienden, quienes asi resultaran interpelados. En otras palabras, los significantes se repartiran con distintas resonancias sobre quienes lo atienden en la insti- tucién. Sin embargo, subsiste una dificultad que afecta a la tensién relacional, la conexidén a realizar entre quienes lo cui- dan para intentar rearticular entre ellos los significantes des- articulados. La posibilidad de cuidados en una institucién depende de la posibilidad de establecer muletas simbélicas, redes de sustitutos ala metafora vacilante del Nombre del Padre. El establecimiento ‘J. Lacan, “Question préliminaire @ tout traitement possible de la paychose”, en Fertts, op. cit. * D. Lauru (bajo la direceién de), Le Transfert adolescent?, Erés, Toulouse, 2002. 46 de la transferencia presenta precisamente el riesgo de franquear el plano de la identificacion, El psicoanalista sabe bien que cada vez que se franquea un nuevo plano, el sujeto se encuentra en peligro. Como en la fase del duelo, cuando la sombra del objeto de la pulsién cae sobre el yo. La clinica de la psicosis muestra que las identificaciones son de una gran precariedad y fragilidad. La colocacién en el otro no es en absoluto estable y la regresion a un estadio anterior al espejo se puede produeir en cualquier momen- to. La travesia del espejo se efecttia entonces como la que puda hacer Alicia. Pero en este caso no hay maravillas para descubrir. Esa travesia va acompanada por un episodio de despersonaliza- cién o por un delirio agudo que trata de hacer existir al otro, re- creandolo. Enlaneurosis, la pérdida de una identificacion va acompanada, en el mejor de los casos, por lasustitucién por otra, con otra imagen ocon otro significante. Mientras que en la psicosis, la movilidad no se pone tan facilmente en accién. Por eso podemos identificar un pensamiento en negativo, un pensamiento en el vacio, cuya tra- duccién a veces se hace en la alucinacién negativa del espejo, donde el sujeto, literalmente, no se ve. Es el famoso signo del espejo de la psiquiatria clasica. Cuando se produce una forclusian del Nombre del Padre, el sujeto sdlo se desprende de la significa- cién falica mediante una lucha permanente, la del negativismo. Negacién necesaria para que reconstruya una nueva realidad a través del delirio, que debe ser escuchado —nos dice Freud— como un intento por curarse. Se trata de un punto esencial, pues sobre esas bases, gracias y a partir de ese nuevo don delirante, sera cuestion finalmente de construir una identificacion soportable. Todos los registros de la persecucion pueden igualmente apare- cer en esa dificultad extrema para simbolizar la relacién con el otro, para hacerla que se mediatice a través de un tercero que proteja al sujeto del puro capricho, del puro deseo del otro origina- rio, a saber, la madre. El riesgo en el psicética -escribe Gérard Pommier— no es tanto el franqueo del plano de wea identificacidn sino “del plano de la identificacin, porque dicho acontecimiento implica el riesgo de dejar aislado, al menos por un momento, al objeto pulsional y sin recuperacion transferencial”.’ Esta observacion es de gran perti- “4G, Pommier, L'amour a Venvers, PLUF, 1995. 47 nencia clinica para nosotros, que vemos a estos pacientes en deficit de cualquier esencia transferencial, incapaces de cristalizarse en objetos transferenciales lo suficientemente consistentes como pa- ra conservar en ellos la sensacion de existir. Entonces el riesgo de suicidio es muy importante. Gaspard Gaspard me es derivado porque manifiesta sintomas que preocu- pan a su entorno. Pasa largas horas ante el espejo, parece tenso, ansioso y se nlega a salir de su casa. Tiene la impresién de que lo miran ode que lo vigilan. Con mucha dificultad, se resuelvea venir a las sesiones, donde termina por expresar la dolorosa situacién intermedia en la que se encuentra. Ha descubierto las poco glo- riosas, ocultas, caras de sus padres. En particular que su madre tiene un amante y que su padre tiene un pasado delictivo. Su mejor amigo acaba de birlarle la joven que é] deseaba amorosamente, en secreto, desde hacia meses. En esa convergencia de destituciones de sus imagenes de referencia, ya no sabe donde situarse: se en- cuentra despersonalizado. Un dia que acude a la sesién con el rostro aranado, me explica que se ha mirado durante largo rato al espejo. Expresa una construccioOn gramatical que me resuena en los oidos. Me dice: “Me veia mal”. Sorprendente sesgo de la frase, que condensa ser mal visto y el hecho de que tenia dificultad para reconocerse en el espejo. “Me veia mal” signa aqui su dificultad para situarse subjetivamente, para saber situarse, para ser.' Se convierte asiensu propio persecutor, lacerandose el rostro. {Coma hacer el duelo prematuro de identificaciones que hasta entonces parecian resistir, mientras que al mismo tiempo no podia susti- tuirlas por otras? Ese déficit transitorio del otro que sea garante de su palabra y de su identidad estara presente durante largos meses antes de que un comienzo de reestructuracién le permta enunciar un “Yo" consistente, En la psicosis existe una forclusién de la simbolizacién del Nom- bre del Padre susceptible de implicar una imaginaria identifica- cién con el falo. Se produce lo que Freud denomina regresién y Lacan una “regresidn topica al estadio del espejo”, El riesgo " Juegode palabras intraducible en cl original: *...a:savotr se situer (si tu es).” 48 | consiste en qué, a partir de la travesia del plano de las identifica- ciones, se produzcan rupturas transferenciales. Cada pasaje im- plica, como en el duelo, que algo caiga y que “la sombra del objeto caiga sobre el yo”.* Pero la caida de una identificacién hace surgir otra, hasta el punto en que precisamente, al revelarse dificil el duelo, incluso imposible, se produce un detenimiento, una fractu- ra. El objeto pulsional continua siendo, ya sin asidero o localiza- cién transferencial posible. Mas en general, {como imaginar que los adolescentes puedan hacer el duelo de sus identificaciones infantiles? Los propios adul- tos muy a menudo recurren a ellas para llenar las “faltas en ser” que sobrevienen en la precaria continuidad de la sensacién de existir, Las pistas identificatorias resultan confusas y el duelo tanto mas delicado en Ja negociacién. El duelo tendria que ver con una muerte psiquica tomada en el sentido de sentirse mal, luego, de morir, de ciertos significantes que ya no acumulan el sujeto del inconsciente en el Otro. Retomar una muerte psiquica como muerte simbolica constitu- ye un trabajo de refundacion. Ese trabajo esta por hacerse en su totalidad, pues debemos apuntalar al sujeto en su movimiento de reconstruccion de bases narcisicas. Esto ocurre en paralelo con la melaneolia, donde se ha erigido igualmente al nuevo yo, pero sin ideal y sobre la base de un investimiento de objeto que ha quedado vacante. Estos temas fueron objeto de intercambios epistolares entre Freud y Ferenczi. El 27 de octubre de 1918, Freud escribe a Ferenczi que “lo impor- tante en el plano teérico seria justamente que, sobre la base de un investimiento de objeto libidinal, se desarrollara un nuevo Yo, que debe ser desplazado por el Yo anterior; una lucha en el Yo, en vez de una lucha entre el Yo y la libido, aunque en lo fundamental es lo mismo”.® {Cémo dar cuenta en términos metapsicolégicos del duelo normal de la identificacién? Es preferible que se apoye en bases narcisicas lo suficientemente estables para que, al salir de ese duelo, puedan ad- juntarse a otras identificaciones, esta vez sexuadas. *8. Freud, “Deuil et mélancolie’, en Métapsychologie’, op. cit. "S. Freud y S. Ferenczi, Correspondance, t. 11, Calmann-Lévy, 1997. 49 Los significantes de la identificacién eran antes de naturaleza edipica; surge ahora, con el regreso de lo pulsional vehiculizado por la pubertad, lo bioldgico. En torno aeste significante se efectiia un trabajo de desprendimiento, de duelo. Después de esa primera fase hay una resexualizacién del significante, un reinvestimiento de su carga pulsional. El sujeto se la reapropia bajo una nueva forma, la subjetiva, aceptando la castracidn implicita en esa alie- naci6n con el significante. iCémo puede hacer todos esos duelos infantiles el adolescente o, mas bien, sus duelos de lo infantil, en particular cuando se sume en el magma pulsional donde las referencias y los caminos identi- ficatorios se confunden? Recurrir aintentos de identificaciones grupales o fuertes puede, al menos por un tiempo, servir de relevo o de pausa en ese deseo de encubrir lo originario fragilizado por el desnudamiento del sujeto. Pues lo que esta en juego en la hilera neurética es un reacomodamiento de los significantes en una cadena significativa. El psicético se debate contra la desagregacién de sus cadenas significantes, como testigo posible de un desenmaranamiento pulsional que lo dejaria al desnudo, sin defensas suficientemente consistentes como para mantener estable la estructura del sujeto. Su derrumbe puede hacerlo oscilar hacia la disociacién 0 el delirio. Observaciones sobre el lugar del analista en el discurso En su transferencia al analizante, el analista es llevado a reinte- rrogar los significantes de su propia travesia por la adolescencia. Enfrentado a adolescentes, no tiene por qué creerse obligado a seducirlos para establecer una relacién o una transferencia a cual- quier precio. {;Nodebe acaso el analisis comenzar mas bien por una transferencia negativa, que permita al adolescente proyectar sobre el analista sus partes mas crudas, las mas inconfesables? La psicosis, jes la consecuencia logica de uma crisis de adoles- cencia que habria “evolucionado mal"? ,O bien de una crisis no efectuada a partir del hecho de la fragilidad de las identificacio- nes? En su propio movimiento, {la adolescencia es una fase critica, durante la cual una decodificacién dela busqueda del ideal pasaria 50) por el rechazo de los modelos parentales? {Aun a riesgo de pro- vocar una crisis por la reactivacién de la omnipotencia infantil frente alas transformaciones angustiantes del cuerpo, a partir de entonces claramente sexuado? La busqueda de nuevas identificaciones marcha junto con el desamparo o el duelo de las identificaciones previas. Existe, pues, en la fase adolescente una reorganizacion brutal de las identiftca- ciones, e insisto en el plural. No debe descuidarse el lugar de los padres. Se observa en ellos una reviviscencia de su pulsionalidad y de su sexualidad, que con- curre en espejo con lo que se produce en sus hijos. E] pasaje de la relacién padre-hijo a una relacién adulto-adulto no podria efec- tuarse sin una profunda modificacién de los lugares de cada uno y, en consecuencia, de las icentificaciones parentales.’ A los padres les queda por realizar un duelo importante, tanto en el plano narcisico como sobre el de su ideal del yo parental. El desenlace mediante la problematica del duelo no esta com- pletamente terminado: yamos a encararlo ahora en su relacién con el objeto. Pues el duelo es largo y doloroso, pero depende en lo esencial de la naturaleza del objeto y de su lugar en los modos de goce del sujeto. 7D, Lauru, “Problématiques adolescentes 4 'épreuve du temps”, en Parents! adolescents. Interactions au fil dw temps, Collection Enfances&Psy, Erés, 2001. 51 5. EL DOLOR DE PERDER Del duelo del objeto al objeto del duelo La queja de Natacha se vuelca esencialmente, en su discurso, so- bre el hecho de que no puede encontrar interlocutor valido a quien hablarle. Hablar de sus sufrimientos, de su dolor de existir, de su piel, a la que tortura de distintas maneras: rascado por lesiones producto del acné, escarificaciones, heridas, cortes que se inflige. Su btisqueda del otro me recuerda la busqueda del Grial, o la busqueda de un absoluto que se encuentra en figuras matacds tales como Antigona. Después de un estado de gracia inicial vinculado con los prime- ros efectos de la transferencia, no demoro en encontrarme en la posicidén del otro faltante. Otro por siempre faltante, que no puede yeniracolmar, enlatransferencia, suapetencia desercompletada por el otro. La respuesta en la realidad no se hace esperar: au- sencias, inopinada interrupcién de las sesiones, ponerse de pie y dar un portazo. Pero la personalidad de Natacha encubre algunas particularidades: vuelve luego de esas conductas transferenciales para colmarme de reproches. En su discurso reaparecen insisten- ternente significados vinculados con la separacion, el corte, la in- terrupcidn, incluso el de la muerte. Dado que su verdadero nombre era Natacha, esta circunstancia podia aportar significantes en torno a apartar, separar, atar, vincular, cortar:.«? ' Juego de palabras intraducible: “Natacha... détacha, attecha, rattache, coupe... (N. del T.) 53 La muerte y la separacién imposibles de simbolizar obstaculi- zaron durante largo tiempo la transferencia y luego de lainterrup- cion de las sesiones por motivo de las vacaciones, que sin duda le resulté demasiado insoportable a su narcisismo claudicante, puso fin al tratamiento A su modo, marcaba la huella de un duelo no simbolizable del pasaje de su adolescencia hacia un devenir adulto demasiado improbable. Para poder funcionar de manera adecuada, el objeto debe ser perdido. Las modalidades de esa pérdida primordial es lo quecada analizante, a semejanza de Natacha, va a interrogar. Asi como el analista es interrogado por su parte, por ese deseo que lo aterraja, el deseo del analista. El objeto s6lo comienza a existir realmente a partir del momen- to en que puede ausentarse en la representacién, es decir, cuando esta perdido. Adopta entonces su sentido y su funcién en la eco- nomia subjetiva del sujeto. La pérdida del objeto primordial se efectuia segiin modalidades singulares para cada sujeto. Se trata de evaluar la funcidén del duelo en la adolescencia como un tiempo o un intento de reapro- piacién de ese objeto perdido, de imposible recuperacién. Los incidentes en el desarrollo de la cura resultan patentes en el adolescente atrapado en ese proceso. Ya se trate de la funcién del duelo en un caso o de los efectos de la angustia en otro, las transferencias tienen la particularidad de que tropiezan con due- los imposibles, a los que a menudo ponen en accién. Ese tipo de problematica da cuenta, por una parte, delas frecuentes interrup- ciones de las curas 0, por lo menos, de su discontinuidad. El infans es colocado ante el espejo por un adulto. A partir de esa fase de construccién del sujeto que vendra, el corte entre si mismo y el otro 0, mas precisamente, entre si mismo y la imagen del otro, atin no ha tenido lugar. Se efecttia de manera sincrénica. Esa operacién estructural induce la distincién entre realidad y representacion, diferenciacién entre si mismo y el otro. Pero el principal beneficio de ese proceso subjetivo es el acceso a la ins- tancia de la representacién, es decir, a la via de adquisicién de la dimensién simbélica. En el “Esbozo", Freud escribe, a propdsito de la represién en la histeria, que en todos los casos se observa que un recuerdo re- primido slo se transforma en traumacon posterioridad. Lacausa od de ello es el desfasaje de la pubertad en relacién con el conjunto del desarrollo del individuo. La no ritualizacién del dueio de los ideales infantiles y el en- frentamiento con la sexualidad infantil llevan al adolescente a ese duelo que siempre esta por hacerse. A menudo la realidad hace irrupeidén con un extremo fulgor. Los efectos son inmediatos y pueden resultar multiples: desde la descompensacién segun las modalidades estructurales del sujeto, que va desde el surgimiento de la angustia que sefiala la separacién dolorosa con el objeto ala precipitacién de las defensas neurdticas, hasta la forclusién del Nombre-del-Padre. Los duelos reales provocan movimientos de oscilacién, con el riesgo para el sujeto, si el objeto es potencialmente peligroso, de ser aspirado por él. Pero él regreso se hace hacia ese punto de origen que vio al objeto tomar consistencia, en el propio movimiento por el cual el sujeto se fundaba, con una pérdida inalienable cuya huella es el significante. Algo de la muerte merodea; el sujeto, literalmente absorbido por el duelo, puede perderse en el objeto del duelo, por una forma de coalescencia en la que ya no consigue distinguirse. El dueloinicial no hecho se situa en el deseo de la madre, donde el sujeto ha efectuado sus primeras identificaciones y se ha es- tructurado en una alienacién en el otro, De estas operaciones psi- quicas van a depender las posibilidades de deslizamiento y la flexibilidad de funcionamiento de la cadena significante. La pul- sacién atemporal del duelo no elaborado resurge y falta para siempre en la estructuracién del sujeto que vendra. En las modalidades estructurales psiccticas se produce un quiebre de las posibilidades de movilidad de las identificaciones. Esto va acompaniadao por un derrumbe de la estructuraimaginaria que aseguraba la estabilidad de la estructura del sujeto. A pesar de sus lineas psicoticas, puede continuar “resistiendo” gracias a las muletas simbdlicas que permiten mantener redes de reempla- zo a la forelusidn del Nombre del Padre. Se puede plantear de nuevo aqui la cuestidn de la forclusién parcial ode las forclusiones del Nombre del Padre. En analisis puede ocurrir que en ciertos momentos un psicotico 50 sea entrentado con esa pérdida susceptible de hacerlo oscilar al otro lado del espejo, donde nadie puede oficiar de Gran Otro que resiste. En la adolescencia hay un duelo posterior que debe efectuarse La repeticién enfrenta al adolescente con la problematica estruc- tural de elaborar un duelo de las identificaciones y de crear otras nuevas, es decir, de renovar los deslizamientos posibles en la ca- dena significante. Tiempo de duelo, tiempo del apabullamiento de los significan- tes que han modelado al sujeto, la adolescencia es también el tiem- po de lareorganizacién profunda en que la pérdida y la falta de ser son convocadas al proceso de la genitalizacidn de las pul-siones sexuales, Cualquier situacién de distanciamiento del objeto imaginario puede implicar a posterior! una descampensacién, La problematica es doble: —La adolescencia es el periodo privilegiado de los duelos por hacer, mientras que la infancia es el de los ideales parentales. Es asimismo el tiempo de los duelos identificatorios, a veces tan do- lorosos como ruidosos. Duelo de la sexualidad infantil y de las posiciones imaginarias frente a ese nuevo cuerpo sexuado, que vuelve al adolescente potencialmente apto para practicar una sexualidad “adulta’, genitalizada. —Los duelos reales pasados 0 presentes conmueven brutalmen- te la estructura del sujeto. Aunque haya resultado poco fragiliza- da, incluso poco disminuida por duelos anteriores, el impacto del duelo en la adolescencia corre el riesgo de acarrear el mismo tipo de consecuencias: el borrado de los significantes propios del sujeto ante la tumultuosa ola de lo real del duelo. El inconsciente esta dotado de una estructura temporal que Lacan definié en los tres tiempos légicos.* El proceso del duelo tiene una temporalidad especifica que yo vincularia con los aguje- rus negros descriptos por los astrofisicos:" el espacio-tiempoes una * 1. Lacan, “L'instance de la Lettre", en Ecrits, op. cit ‘J.-P. Luminet, Les trows notes, Le Seuil, 1992. especie de red cuyo entramado se achiea 0 se expande en ciertos lugares, sobre todo donde la materia es densa. En el universo circula la luz. En medio de los agujeros negros, la materia tiene unadensidad tal que se deglute asi misma. El tiempose encuentra atrapado alli. Desde el exterior, el rayo luminoso emplea un tiem- po infinito en franquear el borde, pero en el interior puede ser contado, pues se ha enlentecido considerablemente. No ha sido abolido, sino absorbido en el agujero negro antes de retomar su curso. {No resulta esto singularmente evocador del modo en que transcurre el tiempo en el trabajo de duelo? La nocién de tiempo introduce la de la repeticién: el hallazgo que produce el surgimiento del inconsciente es siempre, para el sujeto, un re-encuentro, Reencuentrao que se situa precisamente después del encuentro con el objeto y después que la pulsién ha efectuado un segundo giro. La pulsién solo puede rodear a su objeto, marrandolo siempre, pues la satisfaccién inicial no vuelve aencontrarse nunca. Ese cireuitoes engendrado por lacompulsion de repeticién. El imperativo de repetir, propio del funcionamiento del inconsciente, plantea la cuestion de lo uno, del trazo unico como constitutivo del sujeto; el trazo unario que implica que el sujeto tenga que rehacer siempre el mismo circuito, el que inicial- mente funddé su estructura, En “Psychologie des foules et analyse du moi”, Freud recuerda tres tipos de identificacién, de los cuales el segundo se caracteriza por el hecho de tomar regresivamente el lugar del objeto amado o del objeto elegido, que en tanto precisamente se ha perdido. En- tonces —escribe Freud- “la identificacién es una identificacion parcial, altamente limitada, que se limita a tomar del objeto uno solo de sus rasgos”. Se trata de la introduccién al Einziger Zug, ese concepto esen- cial que Claude Conté*® ha puesto en evidencia al retomar y profundizar la nocién lacaniana de trazo unario. La traduccién de Finziger Zug significa y subraya que nose trata de Uno unificante, sino —precisa Canté—“del uno contable, en si mismo dividido en su punto inaugural”. La funcién del trazo unarioconsiste en la puesta 45. Freud, “Paychologie des foules et analyse du mot", en Esseis de psyche- malyse, op, ct. 3C. Conte, “Le clivage du sujet et son identification”, Le Réel et le Sexuel, op. ci. =~] en juego mas elemental, la mds puntual del significante. Sin embargo, no debe entenderse como una repeticién de lo mismo a lo idéntico, sino mas bien como lo inicial de una serie que va a ins- taurarse tras ese primer uno, es decir, lo que vendra a encarnar el hilo rojo de la construccién del sujeto. Ese sujeto materializa la pérdida de este primer significante original, en tanto primero en haber dejado huella, huella tinica y original, primera huella del sujeto en el inconsciente. El inconsciente —nos dice Freud— busca la identidad de percepcidn, precisamente esa primera percepcidn sin embargo irremediablemente perdida. En el hueco de esa au- sencia, el significante puede inscribirse en la continuacién de la serie inaugurada por el trazo unario. El significante va a tener una insercién en loreal einscribira la diferencia, lo distinto, alli donde, alcomienzo, todo eraidéntico. El Das Ding freudiano del que habla Lacan en L‘Ethique,® seria esa especie de secuela de lo materno original, secuela de la “mismidad” primera. La dimensién de la pérdida inaugural merece que articulemos ese mecanismo en el origen de la constitucién del sujeto parlante con lo que nos ocupa, a saber, el duelo del objeto. Para existir correlativamente con el sujeto, el objeto ante todo debe ser perdido. De hecho sélo existe la presencia de un hueco, de un vacio que no importa qué objeto pueda ocupar, nos dice Freud. Es el objeto al que Lacan califica como pequefio a y que define’ como “el primer objeto, el objeto del que no se tiene idea”. Nose encuentra en el origen de la pulsién oral, sino que esta vinculado con ella: ningun alimento conseguird satisfacerlo nunca y sélo podradar vueltas por siempre en torno al objeto eternamente faltante. iEs legitimo hablar de duelo del objeto a propdsito de esa pér- dida inaugural einicial del sujeto, en el sentido de que hara existir ese primer objeto que inscribe al sujeto en sus primeros significan- tes, inicio de lo que sera el comienzo del encadenamiento de significantes? La etimologia de la palabra duelo resulta esclarece- dora. Viene del latin duel, en plural dueus, que en principio significa dolor, pena, y luego, mas precisamente, “afliccidn causa- da por la pérdida de una persona amada”. En el latin del siglo 1m, dolus es e] sustantivo verbal de dolore, tener dolor, acepcidn que J. Lacan, L'Ethique de la psychanalyse, Le Séminaire, Libro VII, Le Seuil, 1986. ‘J. Lacan, “La Troisiéme’, en Autres éerits, Le Seuil, 2001. 58 conserva en todas las lenguas romdnicas. En aleman posee el doble significado de duelo y de tristeza, de dolor experimentado luego de una pérdida. El duelo es la manera en que cada uno resulta modelado por el trabajo de lo simbélico, la manera en que es inscripto en el Otro, lamaneraen quese alienaenel Otro, Cada sujeto lleva unamarca, huella indirecta que se puede observar en la lengua materna, segun cémo se haya apartado de ella y haya subjetivado su relacién con el lenguaje. El sujeto que desea esta constituido, pues, por el producto deesa pérdida, El devenir de un nifio, particularmente en la adolescen- cia, se re-actualiza en la pérdida presente y lo introduce en el re- conocimiento de la pérdida inicial, de la que conserva la huella en su cuerpo y en su lenguaje. Es el proceso de simbolizacién el que se reactualiza. El Symbulon era una tableta de arcilla que se quebraba en dos partes y cuya quebradura, singular y unica, servia como medio de reconocimiento. En griego, la palabra sig- nifica la particién, el acto de re-unién en el sentido de signo de re- conocimiento. El sujeto asi fundado por la estructuracién especifica del orde- namiento de sus primeros significantes sdlo podra efectuar en lo sucesive —cuando se enfrente a él— un trabajo de duelo en funcién de modalidades preestablecidas en esa primera relacién con el objeto. La naturaleza de ese duelo original orientara estructural- mente todos los duelos que vengan. En suma, se trata de una estructura comparable con la metafora del cristal, empleada por Freud. La misma remite a la estructuracién del sujeto en su relacién con su primer objeto, el que predetermina sus posibilida- des de elaboracién de un trabajo de duelo. El duelo se efectua en funcién de las lineas de fragilidad ya inseriptas en el cristal del sujeto, huella de la falta inicial, del primer duelo, imposible de realizar, por el objeto radicalmente perdido. La tableta de arcilla ha dejado en su estructura cicatrices singulares que se reabriran con cada pérdida, provocando el dolor del duelo. El duelo es un trabajo regido por su propia temporalidad, pero que depende fundamentalmente de la experiencia original de odio y de amor que cada sujeto tuvo con el objeto perdido y por el cual debe hacer el duelo. La relacién con el objeto perdido en aquel 5 59 momento se hara segin el modelo de la relacién inaugural con el primer objeto, perdido en el propio tiempo en el que tomaba con- sistencia. 2H] dolor intervenia en aquel momento y a qué correspondia? Segiin Freud, es concomitante con un trabajo de desvinculacion, pero también de vinculacion con las representaciones del objeto amado. En el addendum a Inhibition, Symptime, Angotsse" se interro- ga de nuevo acerca de la relacién entre el duelo y el dolor. La pérdida del objeto, traumatica para el sujeto en estado de necesi- dad, es peligrosa sila necesidad noes actual, en un tiempo en que la falta de percepcién del objeto equivale a su desaparicién. Freud postula que la vivencia de la pérdida de amor sera dolorosa y subraya que ese cardcter doloroso es un rasgo que permanece impenetrable. Escribe: “; Cuando la separacién del objeto produce angustia, cuando produce duelo y cuando acaso produce solamen- te dolor?” Como elementos para la respuesta propone: —el dolor es la reaccién a la pérdida del objeto; —la angustia es la reaccién al peligro de la propia péerdida del objeto, El duelo aparece bajo la influencia de la prueba de la realidad de la pérdida. A partir de entonces, su trabajo consiste en desin- verstir al objeto hasta entonces investido. Una vez mas, subraya la articulacién entre el dolor y las situaciones de desvinculacion con el objeto. La clinica, en particular la de adolescentes, muestra que el momento mas doloroso no es la fase de desvinculacién, sino mas bien la del duelo, que Freud describe como un periodo de reinves- timiento del objeto perdido, esa especie de sobre investimiento que precede a la fase de desinvestimiento, El sujeto debe despegarse de la representacidn del objeto perdido, es decir, de los significan- tes que lo representan. En el transcurso de esta fase debe sobre investir sus representaciones cuando precisamente el objeto ama- do ha desparecido. En su seminario sobre la Angustia,* Lacan enuncia que “esta- "8. Freud, Inhibition, Symptame, Angoisse, PUF, 1978, 4. Lacan, L’Angoisse, Le Séminaire, Libro X, 1962/63, inédito. 60 mos en duelo por aquel para quien hemos estado, sin saberlo, en el lugar de su falta”. Es el Otro imaginario, especularizado, que estaba en lugar de lo faltante. Se trata de ocupar ese sitio vacio, denominado por Lacan como lugar vacio, que puede estar, segun la ocasion, habi- tado por personas 0 por cosas. Mas fundamentalmente, cl duelo es sobre todo el duelo por aquel que habia sido investido imaginariamente por el sujeto. La importancia de los rituales en el trabajo de duelo debe destacarse tanto por las transformaciones en el adolescente como por el duelo vinculado con la pérdida de un objeto real. Latra gedia de Hamlet” resulta, en esto, ejemplar: la trama dramatica esta basada en el hecho de que no tuvo tiempo de enterrar a su padre. No pudo dejar que el tiempo hiciera su trabajo de duelo, aunque mas no fuera comprobando que el extinto esta bien “muerto y enterrado”, segin la expresion clasica. Sea como fuere, hablando con propiedad, el duelo inaugural del objeto es imposible de realizar. En efecto, {cémo hacer el duelo de algo o, mas exactamente, de la cosa perdida? {El papel del psi- coanalista no es acaso el de permitir que el analizando haga el duelo de ese objeto perdido que es el amor de la madre o de la lengua materna? La estructura del sujeto implica estar en duelo por un objeto siempre ya perdido, precio del sacrificio simbolico necesario para acceder precisamente al estatus de sujeto. Las bases del sujeto se apoyan en su narcisismo, elemento indispensa- ble para el amor de si mismo, pero que prefigurara los ejes del amor hacia el otro. {Cémo amar al otro si no se ama a si mismo? Vamosa intentar desbrozar el campo delicado del narcisismoa los efectos de identificar los caminos posibles de la enamoracion. El sujeto se construye gracias a una reorganizacion narcisica, pero también por intermedio de una etapa fundamental: el en- cuentre con el otro en la relacién amorosa. W. Shakespeare, Mamet, La Pléiade, Gallimard, 1992. 61 Segunda parte EL NARCISISMO | Y LA ENAMORACION 1. NARCISICO, ‘ FORZOSAMENTE NARCISICO Hijo de la ninfa Liriope y del rio Cefiso, Narciso era un joven de gran hermosura, pero insensible alos encantos y a las solicitacio- nes de las mujeres. La ninfa Eco, que experimentaba por él un intenso sentimiento amoroso, recibid tan mal su rechazo, su des- precio y su desdén que murid. Indignadas, sus hermanas fueron a quejarse a la diosa Némesis, quien decidié vengar a las doncellas desdefiadas. El adivino Tiresias habia anunciado que Narciso viviria hasta tanto viera su propia imagen, lo que dio a Némesis la idea para su plan: en el curso de una jornada de caceria, incite a Narciso para que hebiera en una fuente. Narciso vio su imagen en el agua y se enamoré de ella hastael extremo de olvidar poco a poco el deseo de beber y comer, arraigando al borde del agua y transfor- mandose progresivamente en la flor que lleva su nombre, el narciso, la que se refleja en el agua durante la primavera hasta que muere en otone. Seguin otra versién del mito, Eco tenia la costumbre de distraer a Hera mediante charlas incesantes cada vez que Zeus, su marido, la enganaba solazandose con hermosas mortales. Tras compren- der la estratagema, Hera castigé a Eco augurandole un “Siempre tendras la ultima palabra, pero nunea dirds la primera”. Habién- dose enamorado de Narciso, Eco sélo podia repetir las ultimas palabras del joven, quien se canso y la abandond. Se sintid tan desdichada que dejé de comer y beber. Adelgazo tanto que termind sienda tan solo una voz que hacia eco en las montanas a lo que se dijera. Esa version atenuia curiosamente las actitudes narcisi- cas... de Narciso. 65 Los poetas también han aportado su contribucién ala persisten- clay vitalidad del mito. El poema Narciso de Rainer Maria Rilke,! maravillaso y potente, nos permite situar las fuentes de las que hablamos aqui: Nareiso se disipaba. De su hermosura alzabase incesantemente la proximidad de su ser, concentrada como perfume de heliotropo. Pero a él le habia sido impuesto contemplarse. Se embriagaba con lo que de él salia, y dejaba de estar contenido en el viento, y cerraba, extasiado, el circulo de las formas, y se anulaba, y ya no podia ser mas. No existe una visién de conjunto que permita comprender los diferentes destinos del narcisismo cuando es retomado en Ja fase adolescente. El “forzosamente narcisico” es el eco a las apuestas particulares de la fase puiber. La existencia de una fase narcisica es, en una primera lectura, un pasaje necesario. Heros resenado las patologias narcisicas cuya eclosién o mani- festacion se ven tan a menudo en esa edad. El concepto aparece en algunos escritos anteriores al texto prin- ceps “Pour introduire le Narcissisme”* Ante todo en los Trois essais,* donde Freud trata de dar cuenta de la eleccién de objeto en los homosexuales que “se toman a si mismos como objeto sexual: parten del narcisismo y buscan jéve- nes que se les parezcan, a los que puedan amar como sus madres los amaron a ellos mismos”. Sobre todo a partir de su “Schreber”,’ Freud elabora un primer desarrollo tedrico. Propone un estadio de evolucién situado entre el auto erotismo y el amor del objeto, del que es ejemplo el in- dividuo que comienza “por tomarse a si mismo, asu propio cuerpo, como objeto de amor”. Esa experiencia permite una primera unién de las pulsiones, teoria que retoma en Totem y tabu.$ 'R.M. Rilke, Oewvres complétes, La Pléiade, Gallimard, 1997, pag. 866. * $. Freud, “Pour introduire le Narcissisme’, en La vie sexuelle, op, eit. "8. Freud, Trois essais sur la théorte de lo sexualité, Gallimard, 1983. ‘8. Freud, Cing psychanalyses, PUP, 1985. °S. Freud, Tétem y tabi, Petite Bibhothéque Payot, 1979. 66 Por qué Freud quiere introducir el Narcisismo? Freud lo introduce al mismo tiempo por razones tedricas -en efecto, otorga a ese concepto un lugar central— y por razones co- yunturales. En sus estudios sobre las psicosis, Jung, cuyas teorias encarnan un distanciamiento notable del edificin freudiano, am- plia hasta tal punto la nocién de libido que ésta termina perdiendo su caracter sexual. Freud insiste en reafirmar la preeminencia de las pulsiones sexuales. E] narcisismo primario, relativamente controvertido, es un es- tadio hipotético. Las pulsiones, por entonces parciales, tratan de satisfacerse de manera independiente y los objetos investidos por ellas lo son sobre el propio cuerpo. El yo atin no se ha constituido. Para Freud, existe una distincién entre auto erotismo y narci- sismo. FE] yo—precisa— no se constituye de entrada; es preciso que se ejerza una “nueva accién psiquica” que lo haga ir hacia el nar- cisismo. En ese preciso punto, Lacan propone su hipétesis sobre el estadio del espejo,® que todas las corrientes del psicoandlisis’ parecen haber integrado en la actualidad. En ese pasaje desde el primero al segundo estadio del narcisis- mo, se efectuia, segtin una lectura lacaniana, un pasaje desde el yo imaginario al yo, que es de orden simbdlico. Primer tiempo: el nifio hace su entrada al mundo del deseo articulandose progresivamente sobre el deseo del otro primero, la madre, que se constituye asi como unico objeto de su deseo. Segundo tiempo: el niio asume su propia falta en ser. Acepta reconocer en la madre esa falta que él no consigue colmar, que no le es dado colmar. La experiencia del espejo resulta, entonces, edificante para su narcisismo, porque, en el espejo, su propia imagen es la del nifio, en tanto es reconocido por el otro que lo apoya y deposita sobre él una mirada de amor y de aprecio. §J, Lacan, “Le Stade du Miroir”, en Ecrits, gp. cit, 7 Deade la primera edicidn del Vocabulario det psicoandlisis, Laplanche y Pontalis le dedican un articulo. Es uno de los unieos conceptos lacanianos que se titan, 67 La imagen del otro En esa perspectiva, el yo es estructurado por su insercidn en la imagen del otro. Es, pues, de naturaleza especular e imaginaria, El narcisismo primario no es un estadio en el que toda relacién intersubjetiva esté ausente. Se trata de la interiorizacién de una relacion. La introduecion del segundo tépico lleva a Freud aelaborar una segunda teoria del narcisismo. En “Le Moi et le Ca’,® supone un primer estadio narcisico anobjectal sometide a una ausencia casi total de la relacién con el objeto, con una indiferenciacién entre el yoy el ello. De hecho, estaria encarnado por la vida intrauterina. El narcisismo contemporaneo de la identificacién con los demas permanece: es el marcisismo secundario. El narcisismode los padres permite atribuir al nino las cualida- des que ellos mismos habian deseado tener y a las que debieron renunciar. E] advenimiento de His majesty the Baby es quien trea- liza -escribe Freud— “los suenos de deseo que los padres no llevaron a cabo”. KE] nifo va a construirse y a consolidar sus bases narcisicas en torno a ese narcisismo parental y a su evolucion. En la adolescen- cla, ese narcisismo tambalea debido al distanciamiento que surge entre el nino ideal o idealizado de los padres y la realidad de aquello en lo que el adolescente se ha convertido. El mismo ya no puede abrevar en ese capital de narcisismo y debe, por tanto, encontrar en otra parte fuentes de identificacion y de reasezuro narcisico. La aplicacién clinica de Freud puede ser esquematizada asi: el neurético mantiene una relacién libidinal con los objetos, mien- tras que el psicético ha “retirado realmente su libido de las per- sonas ¥ del mundo exterior”. Para evitar cualquier confusion, debe sefialarse que Freud siempre se incliné a denominar neurosis narcisica a la esquizofrenia, En esas dos enfermedades narcisicas se produce un repliegue de la libido con la que el objeto habia sido investido. Para Freud, el neurdtico abandona asimismo una parte de su relacién con la realidad, pese a que su libide permanece, a través del fantasma, apegada a ciertas partes del objeto: “Ha reemplazado los objetos “&. Freud, “Le Moi et le Ca", en Essats de paychanalyse, ap. cit. 68 reales imaginarins de su recuerdo o bien ha mezclado unos con otros”, Después de su aporte con el estadio del espejo, Lacan profundi- za y modifica sus posiciones sobre el narcisismo, en particular en sus dos primeros seminarios.” A partir del hecho de la identificacién narcisica con el otro —cl nifio resulta fascinado, captado por la imagen del otro-, el desea pasa ante todo por la proyeccién con el exterior. E] deseo origina- rio, en su confusion, se expresa mediante vagidos. Para que haya una relacién con el objeto del deseo, es precisa que exista una relacién narcisica del yo con el otro, El narcisismo resulta asi la condicién para que los deseos o los significantes se inseriban. Para cada sujeto existe una serie de significantes pri- vilegiados (S2) donde se inscribe el deseo por el Otro, significantes que van a revelarsele en la relacién imaginaria con el projimo. Como se sabe, se llama transferencia al impulso de la libido ha- cia el analista. Es preciso —escribe Freud— que subsistan “fuerzas motrices vivas que favorezean el trabajo y el cambio”. De hecho, se trata de un amor que implica siempre una parte de narcisismo. En sus Ultimas teorizaciones, Lacan insiste en la importancia del apoyo de la imagen para que el deseo circule, La presencia corporal del analista se convierte en un lugar de anclaje necesario. El devenir del narcisismo en la adolescencia Las pulsiones se genitalizan ante el empuje de la pubertad y de las transformaciones corporales. Las identificaciones comienzan a vacilar. Se plantea entonces la cuestién de hacer que resista la estructura y de que pueda anclarse sobre bases sdlidas que no cuestionen el plano del narcisismo. En el medio, el nino que ya ha dejado de serloy el adulto que sélo lo sera mas tarde, el adolescen- te, se encuentra en el no man’s land de las identificaciones. Se encuentra en pleno déficit de identificaciones, en défiert del Otro. Sus vacilantes identificaciones lo dejan al descubierto, desnudo. * J, Lacan, Les derits techniques de Freud, Le Séminaire, Libro 1, Le Seuil, 1985 y Le Moi dans la théorte de Freud-et dans ta technique de la psychanalyse, Le Séminaire, Libro I, le Seal, 1987 69

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