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Capitulo 9 Producciones diferentes de los distintos vinculos familiares ENTRE LA UNIVERSALIDAD DE LOS IDEALES SOCIALES Y¥ LA SINGULARIDAD DE CADA VINCULO FAMILIAR UNQUE es obvio que la vida familiar incluye vinculos dife- rentes, que nos manejamos de modo distinto con nuestros padres, hijos, hermanos y cényuges, con frecuencia pensamos nuestras relaciones con criterios uniformes y categorfas universales. Como tra- taremos de mostrar en este capitulo, podria ser un buen ejemplo de esto el uso que solemos hacer de los criterios de igualdad y reciprocidad cuando los aplicamos sin tener en cuenta la pertinencia que tienen en cada vinculo. Creemos que esta falta de discriminacién en nuestras concepciones puede deberse a que sentimos de aplicacién “universal” (nota 1) a los ideales que, como el de la igualdad, rigen en nuestra socie- dad, Cuando en nuestro modo de pensar estos ideales no precisamos su discriminacién en cada vinculo, ni su aplicacién a contextos especificos, creamos cosmovisiones acontextuales, ideas universales que funcionan entonces, en este peculiar sentido, como las convicciones que venimos describiendo desde el comienzo de nuestro libro. Por otro lado, pese a la evidencia de que los ideales sociales y los vinculos familiares se han modificado con el paso del tiempo, estas cosmovisiones suelen suponerse también atemporales (nota 2). Encontramos entonces que cada modo de organizacién social entro- niza ciertos valores que, desde la categoria de ideales comparti- dos, tifien nuestro modo de pensar borroneando las diferencias — sincrénicas y diacrénicas— en la consideraci6n que nos merece cada vinculo familiar. 119 I wusxperioncia clinica del psicoandlisis corrobora que, como lo dice la umlropologia, cada vinculo familiar supone ciertas pros- trijuionen, prescripciones y modalidades de intercambio diferen- siuhew toda fundamentadas en el universal tabu del incesto tinda 4) Denko de las relaciones familiares, la Antropologia tual ba distinguide como vinculos posibles los de alianza, de (ilinin, fraterno y avunculado. El gran salto de Livi-StRauss en Winnie de ponsar las reglas del parentesco consiste en que las tomadern cou reguladoras de un sistema de intercambio. ‘inlusiyn ndemads que las relaciones entre estos vinculos son com- }lepwi v que sdlo podemos aprehender sus caracteristicas defini- Jenni ot pensamos a cada uno de ellos en relacién con los otros, solr, formando parte de una estructura. En nuestro medio, catienda ost Iinea de pensamiento, J. BERENSTEIN formalizé lo ue din ilamado “Estructura Familiar Inconsciente”, de gran pufencialidad explicativa, De las conceptualizaciones de uno y de wlionienipuoe. -posicién que compartimos y que vemos avalada en niteitra priclica clinica— que el modo en que esta impregnado minoeiouinente cada vinculo signa como lo estén Jos otros. Asi, poreyemplo, os clasica la relacién de oposicién entre el vinculo de slit y ef vinculo avunculado, en tanto la positividad emocio- mal de uno conlleva la negatividad del otro. Crecmos, sin embargo, que los diversos vinculos que coexisten en una fiunilia se resisten tanto a igualarse desdibujandose —como Jnueve proponer la universalidad de los ideales sociales—como a csplicar la totalidad de sus diferencias en las cualidades derivadas ie i oposicién estructural. Pensamos que estos dos vértices, si bien ltwaites imprescindibles para comprender las determinaciones del Iiicinnanicnte familiar, son desbordados en la peculiaridad de cada vinceulo, Ein este capitulo intentaremos acercarnos a algunas de sus eipecificidades, privilegiando la perspectiva que aprehenda la sin- ultridad emocional del “proceso” que se da en cada uno de ellos total), Int VINCULO DE ALIANZA A lo largo de este libro hemos insistido en el punto de vista que ‘tiene que el vinculo de alianza no se agota en la reedicién de Jo 120 infantil y hemos intentado ir fundamentando esa perspectiva, Lo retomaremos ahora. La habitual nocién de oposicién o de complementariedad entre los sexos tiene como premisa el supuesto de que a los ras- gos o propiedades de uno, le corresponden su inverso —sea su opuesto o su complementario— en el otro. Como exigencia de complementariedad, esta légica binaria apuntala la ilusién nar- cisista de un ajuste perfecto. En tanto oposicién, mantiene el punto de vista infantil sobre la diferencia de los sexos —que parte de lo que los psicoanalistas identificamos como la oposicién fali- co-castrado— al comparar las cualidades y rendimientos de lo masculino y lo femenino en términos de primacia o jerarquias. Si ha sido un aporte mayor del psicoandlisis el reconocer la sexualidad infantil —-y como ésta se extienda aun a los vinculos de la adultez— creemos que lo que excede a lo infantil -—la sexua- lidad propiamente genital— se aprecia en el modo particular en que se despliega y articula lo femenino y lo masculino como dos entidades por esencia diversas y en consecuencia no comparables. Aunque sebre lo que entendemos por genitalidad nos exten- deremos en nuestro apéndice final, queremos acercarnos aquf a una de sus caracteristicas. El vinculo de alianza permite abarcar la distincién entre lo masculino y lo femenino desde una ldgica diferente, a la que refiere el término diversidad (ver también nota 10 del capitulo 7). Si caracterizamos la concepcién infantil como una légica binaria que reparte cualidades por pares opuestos, en la diversidad, en cambio, no es necesario que la presencia de una caracteristica en uno de los sexos (y en uno de los integrantes de la pareja) asegure encontrar lo reciproco en el otro. Pero si estas caracteristicas 0 cualidades no son comparables je6mo pueden entonces articularse entre si? Las soluciones de-continuidad entre los componentes del vincu- lo de alianza —lo que aludimos globalmente como incompletud, inconsistencia o insaturacién— incluyen a las derivadas de la con- juncién de Jo masculino y lo femenino. En esta brecha, percibida como fuente del misterio que siempre contiene el vinculo de pareja, parece residir precisamente la premisa de su creatividad. Hemos descripto ya como el encuentro a través de los estados vinculares —los momentos en que ambos participan y se sienten parte de lo conjunto abarcando a los desencuentros— hace viz.ble 121 emocionalmente el desacuerdo. Pasada la ilusién de fusién, las diferencias se “encuentran” como resultado del trabajo vincular. El desacuerdo, percibido entonces como diferencia entre los miembros de la pareja, puede evolucionar tanto hacia la diversi- dad como hacia la oposicién —contracara de la exigencia de com- plementariedad— que desemboca en los fendmenos de polariza- cién habituales en nuestra clinica del sufrimiento vincular. Para explorar la légica que creemos propia del vinculo de alianza, nos vamos a detener ahora sobre esta polarizacién. {EL PASADO QUEDO ATRAS? Alejandra y Marcelo se conocieron cuando ya salian de la ado- lescencia, en una galerta de arte. En ese momento Alejandra estu- diaba quimica y Marcelo periodismo. El lugar de encuentro no fue para nada indiferente. Los unié de entrada un fuerte interés com- partido por la pintura y, algo que no fue explicito y que sdlo pudie- ron pensarlo después, también un fuerte anhelo por separarse de sus respectivas familias de origen. Alejandra, hija de japoneses, habia llegado hacia poco a Buenos Aires. La familia, impulsada por la madre, se habia tras- ladado desde una ciudad del interior donde su padre trabajaba como agricultor. Supuestamente, esto iba a permitir que los hijos formaran pareja dentro de su colectividad con mayor facilidad; pero este proyecto familiar parecta implicar también transformar al padre en un desarraigado al arrancarlo de donde habia sido su lugar de trabajo desde siempre. Marcelo descendia de una familia europea. Su padre los habia abandonado, a su madre y a él, al momento de su naci- miento, y no habian sabido mds de él. Desde allt habia vivido con su madre, quien “le habia dedicado su vida”. El noviazgo entre ellos desperté gran oposicién en ambas familias. Pero esta oposicién sélo consiguié actuar como refuerzo en sus voluntades de llevar adelante el proyecto de crear una familia desgajada de los origenes de cada uno. Con sdlo los pocos recursos con que contaban, se casaron poco después. 122 TODO NOS UNE, NADA NOS SEPARA Lo “diferente” a uno, puede resultar, por esa misma cualidad, especialmente atractivo o repudiable. Podriamos acentuar, en esta vifieta, la biisqueda y encuentro de lo comén con el otro que suele signar al enamoramiento. Ese sentirse parte de “lo uno” —como preferimos decirlo— en este caso a través del papel propiciatorio de Ja pintura. Pero si este papel de lo similar levado a la categoria de lo idéntico —y encubridor asf de las diferencias—pudo actuar en la conformacién de esta pareja, es dificil no estar atento ademas ante el dato, masivo por su sensorialidad, de las diferencias entre ambos. Si bien no dice mas, por ahora, la vifieta, adelanta algo que resultaré luego significativo: el sentimiento intenso y comtn de querer romper con sus or{genes familiares. Claro que romper no es lo mismo que fundar algo nuevo. En realidad, cuanto mas se “rompe” con las familias de origen, més se continuan utilizando iguales categorias para pensar, con lo que Io anterior y lo nuevo s6lo se diferenciardn por un cambio de signo. Cuando asf sucede, la “nueva cultura” nacida al calor del enamoramiento no resigni- ficaré las “culturas previas” 0, en el modo mas formalizado que proponemos en este libro, se da entre los sentidos previos y los nuevos una oposicién en el mismo nivel légico. Es parte de nuestra experiencia que cuando la oposicién anty las familias de origen marca el alejamiento de éstas y la bisqueda de pareja, las diferencias entre ellos no sélo se “encuentran” —como resultado de lo que llamamos trabajo vineular— sino que también “se buscan”. Incluso que, diferenciarse a través de esta oposicién, marcaré mas tarde el modelo con que se procesardn las diferencias dentro del mismo vinculo, especialmente cuando aparezcan situa- ciones criticas que pongan a prueba la pareja (nota 5). LO Mfo, LO TUYO, LO NUESTRO Alejandra fue muy exitosa en su profesion y las dos acuerdan en que ella, a la par de este desarrollo, fue una abnegada y ufi- ciente ama de casa, esposa y madre. Marcelo, en cambio, levi adelante sélo un discreto desarrollo como periodista. En realidad dedicaba una parte importante de su tiempo a intereses humanis- 123

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