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Este primer evangelio, compuesto en Roma y poco después de la gran Guerra judía,
tuvo entre sus propósitos aclarar el por qué de la ejecución de Jesús como aparente
revolucionario por los romanos y su oprobios amuerte en cruz. La explicación de
Marcos era en este punto un tanto distinta de la que podía ofrecer un judeocristiano de
Jerusalén. Éste, sin duda, hablaría de un plan divino en la muerte de Jesús, pero no
ocultaría un cierto sentimiento aprobatorio de que Jesús mesías precisamente por este
título había muerto por Israel, por la implantación del reino de Dios en la tierra de Israel
y que los romanos, al fin y al cabo, habían impedido ese bello propósito que, además,
era el designio de Dios.
Así Marcos abandonó cualquier tipo de interpretación de que Jesús había sido un
mártir de Israel, asesinado vilmente por los romanos, ayudados eficazmente por las
capas superiores, los dirigentes, de los judíos, colaboracionistas, para dibujar con toda
nitidez a un Jesús esencialmente pacífico, apartado de las preocupaciones político-
materiales de su pueblo…, e incluso aun Jesús hasta cierto punto "colaboracionista",
pues había insistido aunque sibilinamente en la obligación de someterse al Imperio
pagando el impuesto al César.
Por tanto, la condena de Jesús por los romanos fue simplemente un accidente por la
debilidad de un gobernador: los culpables fueron en verdad los judíos, primero sus
dirigentes y luego el pueblo. Y la acusación y condena no fue por motivos políticos,
sino religiosos: Jesús había desviado al pueblo, y era un blasfemo, pues se había
proclamado “hijo de Dios”. Jesús se había apartado de la religión tradicional, y había
negado los fundamentos de “pueblo”, fundamentos étnicos, de la religión judía,
separando netamente religión y política…, cosa que –según los judíos de la época- Dios
no quería: Israel era de su propiedad y no la de otros.
Pienso que con el Evangelio de Marcos se ponen los fundamentos para siempre de una
concepción ambivalente de la vida de Jesús:
· Por un lado, Marcos se encarga –y en esto corrige a Pablo- de mostrar que la vida de
Jesús tiene interés en sí misma y, al vez, tal vida está encuadrada en el Israel de su
tiempo.
· Por otro, presenta a un Jesús despegado de los intereses políticos de su patria. Y luego
ofrece al lector un Israel bastante pacífico que no refleja casi las tensiones del pueblo
con el gobernador Poncio Pilato, tal como lo describen Filón y Flavio Josefo. Tampoco
alude para nada explícitamente a la tensión “celota”, en el amplio sentido de amor por la
Ley y oposición a los romanos, que invadía la vida de Israel/Palestina en ese momento.
La excepción es el caso de Barrabás, en donde de pasada Marcos dice que este
individuo estaba “encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido
un asesinato” (15,7).
Sobre la influencia posible de Pablo (muy posible puesto que éste había estado quizá un
par de años o más en Roma antes de ser degollado por un Nerón a la defensiva contra
los cristianos, como afirma la tradición) en el Evangelio de Marcos, debemos mencionar
dos aspectos importantes:
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