Sei sulla pagina 1di 8
4 Envenenamiento de Dios a causa de abusos espirituales No hay solo abusos seruales, hay tambisn abusos espi- tiuales. Este fenémeno ha sido descrivo sobre todo por los teblogos de las Iglesias libres. Aparecen siempre que un acomaiane espritual, un sacendoteo una agente de pas tora, o también un amigo espitiua,abusan del acompa- Fado del amigo para satisfcer sus propiasnecesdades. David Johnion define el abuso esplritual con estas palabrae «El abuso espiritual consist en un flso comportamien- to con una persona que necesita ayuda, apoyo o forale- cirmiento espiritual, con el resultado de que la persona afecada queda debiliada y entorpecida en su vida esp- rituals Johnson ~ VanVonderen 23) Es una definicién muy genética del abuso espiitual. Hay abuso si el acompafante espiritual utiliza a otra per- sona para controlarla o dominarla, sin tener en cuenta las repercusiones en la persona acompafiada. Jesis mismo condena con gran severidad los abusos es- pirituales en sus advertencias sobre los fariseos. Ve abuso 20 mca nrc oe ews OOS alli donde los guiasespirituales ponen pesadas cargas so bye las espaldas de los otros (cf. Mateo 23,4), Rectimina a los farseos que no mueven un dedo para aligerar la carga yy hacer mds soportable la vida a la gente. Al contrario, ‘oprimen a los dems con exigencias que ellos mismos no cumplen. Hay abuso espiritual cuando un acompafiante © un sistema religioso no ayuda al hombre a soportar el peso de 1a vida, sino que le oprime le agota con sus expeceativas EI més duro reproche que Jestss lanza contra los fariseos dice: ‘Ay de vosotes, letrados y farses hipécrtas, que ce- refs alos hombres el reno de Dios ;Vosotrs no ene, 1 des entra a los que lo intentan's (Mateo 23,13) sos abusos impiden a quienes buscan espirivualidad recorter su propio camino y entrar en el reino de los cie- los: en el rino en el que Dios reina en ellos y esté en me- dio de ellos. En su lugar, las leyesy las regas del acompa- fiante 0 del sistema religioso se convierten en el punto central de la vida del acompatiado. ¥ at, le impiden des- cubrie el misterio y el carisma de su propia vida. De ahi que sea atin més tajance la acusacién de Jess: ‘Ay de vosotos, lrrados y farscoshipécritas, que re- cores mary tetra para gunar un prosélt, y cuando lo consegus, le hackis merecedor del fuego el dable que vosouros!s (Mateo 23.15). Hombres que quieren, con gran celo misionero, atraer ‘2.oros a su orientacin, corren el peligro de comprimilos ‘en su propio esquema, Los precipitan en el infierno en ver mevenancre oe 00% A us our anmmas 34 de abrir sobre ellos el cielo. Convierten su vida en un su- plicio permanente, en vez. de transmitrles la vida que Cristo ha dado a todos. ‘David Johnson y Jeff VanVonderen describen algunas caracteristicas de los sistemas en los que se cometen abu- fos espiritualest, Los dirigentes dan mucha importancia a la posicidn de dominio. Por eso exigen constantemente obediencia y sumisidn En ver de promover el crecimien~ to espiritua, conceden valor exclusivamente a una recta conducta exterior. Hay reglas no escritas que no se pueden teaspasar Si se expresaran en vor ata, se adveriria al mo- ‘mento su insensater. Pero se mantienen en silencio y ejer~ cen asi un gran poder. Su transgresién es duramente cast- sada. Otra de las reglas es que no se puede comentar con terceros absolutamente nada acerca de la comunidad. Ni tan siquiera los auténticos problemas pueden mencionar- se en el Ambito comunitatio, 'A muchas de las personas que se han criado y crecido dentro de un sistema abusivo les resulta diffil superar esta situacién. Se les ha conjurado tanto el principio de la lal- tad que tienen gran cemor y sentimientos de culpabilidad ance la sola idea de abandonar el sistema. Son con frecuen- cia intimidadas por las autoridades, que les amenazan con cosas terribles. Si abandonan el sistema, son expucsta al r- diculo pablico y se les prohibe todo contacto con los miem- bros de la congregacién. Quedan radicalmente excluidas y tienen que romper todos los vinculos con la comunidad. Hasta donde alcanza mi experiencia, todos los sistemas ideol6gicos son propensos a abusos espitcuales, Esta afir- ‘macién es aplicable no solo a circulos fundamentalists ligiosos, sino también a los grupos esotéricos, Una joven ‘que habia recibido una severa educacin rligiosa me con- taba cbmo cayé en uno de estos grupos. Le transmician la impresién de que era algo especial, de que brillaba en lla una hz singularmente abundance, que tas ella podta ver- se a Jesis. Esto por un lado la fascinaba, pero por otro la desconcertaba, Otros circus religiosos pretendian, por el contratio, expulsar de ella a los malos espiritus, Ambas orientaciones se combatian entre si, pero ambas cometian, cen definitiva abusos espirituales y levaron ala joven a una desorientaci6n total ‘Siempre que un dirigente espirtual se presenta inves- tido de una autoridad que solo a Cristo corresponde abu- sa de los demds. Las personas inestables son atraidas por esta autoridad. Quedan fascinadas porque por fin aparece alguien que saben lo que es bueno para ella. Pero de al- guna manera advierten que estén totalmente manipula- das, Y entonces abandonan la fe y pierden toda orienta- cién. Ya no saben en qué 0 en quién pueden confiat. Qui- sieran creer, pero temen volver a cacr en manos de cireu- los manipuladores. Hay siempre abuso espiritual cuando el acompatiante instrumentaiza al acompatiado en beneficio propio. Usi- liza a quienes le siguen, le admiran y le veneran como aun guri. Apenas el acompafiado se desliga de su papel de adorador,echa mano el acompafante de los sentimientos, de culpabilidad. Infltrar mala concicncia en otros es el més suril de cuantos medios de poder exsten. Ninguno de nosotros es- 1, en efecto, enteramente libre de culpa. Si alguien nos in- funde sentimicntos de culpabilidad, nuestra «parte culpa ble» se siente aludida y reacciona con angustia. Tal vez, des- pués de todo, el otro tenga razén. Tal vex serfa mejor seguit al acompafiante, Tiene, en definitiva, més experiencia, Algunas de las personas que cometen abusos espiti les no recurten solo a sentimientos de culpabilidad, sino también a una especie de maldicién. Si el acompafado se nega a seguir todas las indicaciones, le amenazan con ex: presiones como: «Tit verds adénde vas air a parats. ~ «Si eres tan terco, tu final seré el Fracason. ~ «Acabaris en cl inferno. Estis condenados. ~ «Hay en ti algo total y ab- solutamente malo». ~ «Es Satands quien te guia, quien te sugiere estas ideas Este es exactamente el método de condenar a los otros al infierno que Jess ha fustigado en los fariseos (ef. Ma- feo 23,15), Las almas angustiadas se dejan influir ficil- ‘mente por estas amenazas de condenacién, Otros no ame- nazan con la condenacién, sino con la privacin del amor, lo que para algunos resulta no menos peligroso. «Si sigues tu voluntad, te dejaré solo. Y enconces sabris adénde te lleva tu terquedad. Entonces tendris que arceglértelas pa- ra seguir adelante», Otros acompafiantes someten al acompafiado a una ducha alterna de sentimientos. En una conversacin le li sonjean, le alaban, le muestran afecto y amor. Pero en el siguiente encuentro le vituperan como infil, desobedien- tey desagradecido. ¥ entonces el acompafado ya no sabe a qué atenerse. Los abusos espicituales tienen las mismas secuelas que los sexuales. Aparece, por un lado, la confusién de los sen- timientos. Se ignora la conducta que se ha de seguir en es- te dmbito sentimental. Se da, por un lado, el agradeci- rmiento por la ayuda que se percibe. Pero se tiene, por otro Mpa FecnunDo. EneNNRE F005 lado, la sensacién de ser explotado, de estar sofocado por ef acompafiante. Y esto genera por tna parte irrtacién an- te este tipo de acompariamiento, mientras que, por otra parte, ascienden sentimientos de culpabilidad: el acompa- fiante tiene buenas intenciones, me ha dedicado muchisi- ‘mo tiempo. Me ha comprendido, Me ha amado. La persona sometida a abusos oscila entre el senti- siento de que el acompafiante no hace sino utilizar su po- det y, por otro lado, la inseguridad de si tal vex esti en lo séerto, Justamente cuando el acompafiante tiene un com- porramiento muy autoritario y parece saber con exactitud cual es el camino adecuado, esa actitud puede causar im- presién: tal vez Dios habla por su medio... Al principio se admira al acompafiante. Ahora predomina una enorme desilusi6n. El amor inicial se transforma en odio, Pero si- gue en pie la rensién entre admiracién y decepcién, entze amor y odio. A menudo la psique parece enajenada. Ya uno no sabe qué camino seguit. Dado que la persona se siente insegu- Fay no ha encontrado ain su propia senda, se aiora a ve- ces aguella autoridad con que el acompafiante impartia sus instrucciones ~incluso al precio dela rigides que ali se experimentaba, La confusién de sentimientos desencadenada por los abusos espiriuales leva a menudo a la qristeza y la ivita- ‘ign con uno mismo. El acompafiado no puede perdo- narse por haberse puesto en manos de este acompafiante. or qué no escuché las sefales que le enviaban su cuerpo ©-su psique, los suefios que tenia acerca del acompafiante yen ios que aparecia bajo una luz nada favorable? :Por qué no se fio de las dudas que le asaltaron ya desde cl primer encuentto? Por qué pudo prescindir hasta tal punto de su propia razén, que se dejé engafar por las apariencias de «ste charlatin? Por qué no se guid por su propio criterio? En definitiva, tenia suficientes conocimientos psicolégicos para adivinar ls intenciones del acompafante. Pero ad- vierte que ha llegado a un punto en el que no puede de- fenderse, en el que se deja llevar por personas que se com- portan como gurts: cuando alguien habla de cuestiones espirituales con absoluea seguridad, aflora en él el anhelo de poder vivir esa misma experiencia espiriual y desea es- tar tan seguto de su Dios como lo esté el guri. En cierta ocasi6n encablé conversacién con dos muje- 1s, Habjan formado parte, durante muchos afos, de un grupo de meditacién en rorno a un guri al que adoraban Poco menos que como a Dios. Este hombre desprendia tal inradiacién espiitual que todas la palabras que decia eran vividas como revelaciones divinas. Les pidié que vendie- ran sus casas y le dieran a él el producto de la venta. Lo destinarfa ala creacién de un centro social en la India. Luego se enteraron de que empleaba en su propio prove- cho todo el dinero que sacaba a sus seguidores, que se ha- bia construido una gran villa donde llevaba una vida pada. Las mujeres estaban totalmente desorientadas ‘Aguel santo que tanto las habja atraido se manifestaba co- ‘mo diabdlico, :En quién podrian confiar? ‘Ambas mujeres recelaban en ese momento de todo tipo de palabras piadosas. Pero también se habian quedado de- samparadas. No habian perdido solo su base econdmica, s- ro también, y a la ver, todo apoyo. La ayuda que antes les habia proporcionado el guni se habia disuekto. Y ells esta- ban buscando una nueva base. Nectstaban una terapia para 6 Fawcett euano be reNBUNREND ee curarse de todas ls heridas que su guri les habia infligido. Pero este tipo de heridas, que rocan el nervio de lo saro, cx lan muy hondo. Se necesita mucho tiempo para que sanen, ‘Los abusos espiticuales surgen sobre todo en ambien- tes ideologizados. En algunos movimientos de renovacién «spiritual ~como los neocatecumenales, los focolari y los

Potrebbero piacerti anche