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Roberto Torretti
Universidad Diego Portales
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en que una tendencia o preferencia que quizs alguna vez qued fijada
en el patrimonio de la especie humana porque serva a una funcin re-
productiva, se ha disparado, en el contexto de la vida civilizada, a extre-
mos que nada tienen que ver con tal funcin.
Pienso en el intenso esfuerzo y el compromiso absorbente que
reclama hoy el cultivo de una ciencia. Sin duda, arraiga en la curiosidad
propia de los mamferos, que tanto ha ayudado a sobrevivir a esta cla-
se de animales a la que pertenecen todos los cientficos. Pero los aos
dedicados por Andrew Wiles y un centenar de sus predecesores a la
demostracin del ltimo Teorema de Fermat no guardan ninguna pro-
porcin con una posible funcionalidad biolgica de la curiosidad que
inicialmente los motiv.
Pienso asimismo en la composicin, ejecucin y audicin de
obras musicales. No se puede negar que el canto ha cumplido desde
tiempo inmemorial entre los humanos, no menos que entre los pjaros,
la funcin de aliciente ertico. Y tal vez la msica pop, con toda su
compleja parafernalia tecnolgica, siga sirviendo a la propagacin de
la especie. Pero si eso es as, la evolucin de la llamada msica docta
en Europa, desde el canto gregoriano a la polifona y el madrigal rena-
centistas, y luego a la msica moderna coral, sinfnica y de cmara,
ejecutada por personas que entregan sus vidas a instrumentos difciles
como el piano o el violn, la evolucin de esta forma de msica, digo,
brinda un ejemplo notable de inclinacin natural desrielada o salida
de madre; y casi podra decirse otro tanto de la pasin de los aficiona-
ROBERTO TORRETTI / Comentario a la conferencia de Jess Mostern 141