ocupaban toda la parte comprendida entre el Gran Lago y
el Océano: Pacífico, las Islas de Ometepe y Zapatera, las cuales según el eminente historiador don JOSE DOLORES GAMEZ: "eran una especie de santuario y dedicadas exclusivamente al culto". Esto se deduce por la gran cantidad de ídolos que se encontraron en ellas. Los Niquiranos extendían sus dominios hasta el Río Tamarindo, su Jefe era NICARAGUA, cuya residencia era NICARAOCALLI, hoy Rivas. Con una economía basada en la agricultura y con un interesante comercio de trueque su organización socio política estaba basada en gobiernos teocáticos dirigidos por consejos de viejos (llamados güegües) y caciques, los teytes. Los niquiranos estaban divididos en numerosas tribus. En algunas, el poder legislativo estaba a cargo de un Consejo
Ellos, los Niquiranos se denominaron así porque según el
dialecto Chorotega, significaba "hombre de las alturas" y se cree que con el tiempo Masaya y Monimbó se unieron, pero no se sabe en qué época, recordó Ñurinda.
Sin embargo, Monimbó mantuvo sus costumbres y
tradiciones religiosas, generalmente sus habitantes son artesanos y pareciera que en cada hogar el visitante encontrará un taller, porque son muy trabajadores dedicados a industrializar la palma, madera y en 1800 fue que introdujeron el arte de trabajar en cuero y vestuario.
Los dioses de los niquiranos se llamaban teote (en náhuatl,
teotl). Moraban en el cielo y eran inmortales. Las dos divinidades supremas, el dios lamagostad y la diosa Zipaltonal (Cipactonal de Méjico) habían creado la tierra y cuanto en ella hay. Moraban en el este. Uno de los que informaron a BOSADILLA añadía a éstos un dios más joven, llamado Eealchot, y el pequeño Ciagat (Ceacatl, uno de los sobrenombres de Quetzalcohuatl), que también tomaron parte en la creación.
Los niquiranos creían que el alma era un principio inmortal. La
llamaban el julio o «corazón >. Al morir, el julio se escapaba del cuerpo, en forma humana.
Los templos de los niquiranos servían principalmente de
oratorios. El pueblo acudía a ellos a quemar perfumes delante de los ídolos, y estos ídolos, llamados teobat, eran de piedra. Los templos eran probablemente parecidos a los teocalis mejicanos, aun cuando ninguna construcción de este género haya sido descubierta en Nicaragua. Es verosímil que estuvieran compuestos de un patio y de un santuario, en el que estaban colocados los teobat. Delante se alzaban cabanas de barro, de forma cónica y llamadas tezarit, a las que se subía por una escalera. En ellas tenían lugar los ritos solemnes bajo la dirección de los sacerdotes llamados tamagoz (recuerdo lejano del nombre azteca tlamacazqui).
El rito principal de la religión de los niquiranos, como de todos
los pueblos de América central, era el sacrificio de seres humanos, prisioneros de guerra o niños. CEHECKDA describe detalladamente estos sacrificios. «Los jefes guardaban cierto número de cautivos de guerra o de niños criados con este objeto. Eran muy considerados, y se les daba todo cuanto pedían. El día designado para la ceremonia, el cacique principal, el «rey», subía al tezarit y el pueblo se reunía alrededor del altar. Detrás del cacique venía el sacerdote que anunciaba iba a comenzar un sacrificio. La víctima era tendida sobre una piedra plana, del largo de un hombre, y el sacerdote la abría el pecho, la arrancaba el corazón y ungía con sangre la boca de los ídolos. Luego el cuerpo era cortado en pedazos que so distribuían entre los sacerdotes, los jefes y el pueblo. La cabeza se colgaba, a modo de trofeo, de ciertos arbolillos que estaban plantados cerca del templo». Se enterraban los cadáveres de los niños sacrificados. En los templos se conservaba una especie de manuscritos. Estaban pintados de negro y encarnado, en pergamino hecho de piel de ciervo.