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A fines de agosto de 1975, o sea hace 35 años, Venezuela tomó la decisión soberana de
reservar para el Estado la industria y el comercio de los hidrocarburos. Para manejar esta
actividad se creó a Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) como casa matriz de varias
filiales operadoras. En esa fecha, gracias a los acuerdos entre el Colegio de Ingenieros de
Venezuela y las empresas transnacionales, en toda nuestra industria petrolera solo
laboraban 200 trabajadores extranjeros.
Los primeros años estuvieron dirigidos a incrementar las reservas de petróleo, cambio del
patrón de refinación para optimizar el rendimiento de los crudos venezolanos, fortalecer
el adiestramiento, la investigación y la comercialización. En1983 se inició la estrategia de
internacionalización para asegurar la colocación de nuestros crudos, adquiriéndose total
o parcialmente 17 refinerías en el exterior. En los años 90 se inició la estrategia de
apertura mediante convenios operativos y asociaciones estratégicas, en los que todas las
decisiones tenían que contar con la aprobación de PDVSA, aunque ésta fuese socia
minoritaria. Se desarrolló la Orimulsión, producto de tecnología venezolana. Se crearon
las filiales INTEVEP para la investigación, CIED para la educación y Palmaven para la
responsabilidad social.
En el año 2001 PDVSA era considerada la segunda empresa petrolera del mundo,
caracterizándose por el respeto a la meritocracia y la no politización de sus cuadros.
PDVSA elaboraba el Plan de Negocios siguiendo los lineamientos del Ministerio de
Energía y sometía a la consideración de este ministerio el plan anual, el presupuesto y los
resultados obtenidos. En el caso de las Asociaciones Estratégicas de la Faja Petrolífera
del Orinoco, las mismas fueron aprobadas por del Congreso Nacional.
A partir del 2003, Venezuela empezó a perder o a entregar soberanía sobre su petróleo, al
tomar decisiones que favorecen a otros países en detrimento del nuestro; igualmente
perdemos soberanía cuando por el manejo inadecuado de las operaciones de exploración,
extracción, refinación y comercialización, así como por contrataciones desfavorables,
PDVSA genera menos aportes al fisco, obligando al país a endeudarse y a posponer los
planes de desarrollo. A lo anterior es necesario agregar la pérdida de reputación de
PDVSA por el incumplimiento de convenios y por la corrupción imperante que va mucho
más allá del caso del maletín con dólares enviados por PDVSA para la campaña electoral
Argentina.
Sin duda, el régimen socialista marxista, o sea comunista, que actualmente rige los
destinos de Venezuela destruye los principios y valores de nuestra sociedad y de nuestra
principal empresa, entregando o manejando ineficientemente nuestro recurso más
valioso, limitando así las posibilidades de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Al despedir valiosos recursos humanos que sumaban 241.000 años de experiencia y
destruir nuestros centros de enseñanza y de investigación, el régimen hizo más
dependiente a nuestra industria petrolera de las empresas transnacionales.