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a * Sal Terrae e She i x Titulo del original inglés: Henri Nouwen. Writings Selected with an Intraduction by Robert A. Jonas © 1997 by Orbis Books, Maryknoll, New York Traducci6n de los textos no publicados previamente en castellano: Ramén Alfonso Diez Aragon © 1999 by Editorial Sal Terrae Poligono de Raos, Parcela 14-1 39600 Maliafio (Cantabria) Fax: 942 369 201 http://www.salterrae.cs E-mail: salterrae@salterrae.es Con las debidas licencias Impreso en Espasa. Printed in Spain ISBN: 84-293-1310-9 Depésito Legal: BI-149-02 Fotocomposicién: Sal Terrae - Santander Impresién y encuadernacién: Grafo, S.A. — Bilbao indice A RV GdeOIMICHIOS +s 3.25 70 sets eb a eg 7 Autorizaciones. . . . Enentes._.. Sp eecineea ce Introduccion, El fuego delamado............ 15 HENRI NOUWEN. ESCRITOS ESENCIALES 83 1, El camino cristiano. La vida espiritual 2... ee OTIS 8 aby ti in aeiar El silencio y la palabra... Boledad’e pe tee yew oy zar nuestra vida. los amados A Beber nuestro céliz... 2... ,s Conversion «7G 4 4 Sees Hoo ey Sw OGRE B eS Amar nuestra condicién humana rota... ..... . 127 Abtazar la parid0jass versa cys wie ween vee 137 Muerte y resurrecci6n. . 2. ee 142 Abrir nuestro corazon... . ss. 149 Compasién Gratitud ESCRITOS ESENCIALES . Presencia y ausenciade Dios... .... 1... La historia de Jestis es nuestra historia. Dios con nosotros. 6. ee Un Dios escondido .. 2... 2... eee ee jo A famapdios juntos: = sos. dP oe ee 185 Gorin tet fs es eg ee Latglésiaic » ewwrew aver pes es ee oy DOS . Llamados paraelmundo ...... 2.1... 206 Aceignmaacially Onis NS ee & spices BS 217 Agradecimientos Escribir sobre mi amigo y maestro Henri Nouwen ha sido una oportunidad y un privilegio apasionantes. Espero y oro para que este libro sea un auténtico homenaje a su vida y su trabajo como sacerdote, escritor, pastor y amigo de muchas personas. Porque nuestros caminos se cruzaron, pude vislumbrar dimensiones de la presencia de Dios que tal vez no habria visto nunca si no me hubiera encontrado con él. Gracias, Henri. Te echo de menos. Mi familia, mis amigos y una comunidad que me ha apoya- do en las alegrias y las frustraciones de la preparacién de este libro han sido un regalo para mi. Doy las gracias a Robert Ellsberg, director literario de Orbis Books, que me confid este proyecto, y a Sue Mosteller y Kathy Christie, del Henri Nouwen Literary Centre, que me proporcionaron informaciones funda- mentales y siempre me animaron a decir la verdad en el amor. Estoy agradecido también a todos mis amigos de Daybreak. En el crucial «periodo intermedio» de la preparacién de esta obra, mi querida hija Christy me acompafié a los archivos de Nouwen en Yale y me ayud6 a clasificar los prodigiosos escritos de Nouwen. Su extraordinaria inteligencia, su asombrosa des- treza con el ordenador como herramienta conceptual en el arte de compilar una antologia, su agudeza, su amor a Henri y su visién y su amistad han sido un regalo singular y maravilloso para su padre, que la admira y se muestra agradecido. Te doy las gracias por haber introducido en mi vida a tu leal y compasivo marido, Bill. A lo largo de este proyecto, mi mujer, Margaret Bullitt- Jonas, no sélo me animé y me amé, sino que me proporcioné inapreciables criticas para mejorar la redaccién. A mis herma- 8 ESCRITOS ESENCIALES nos, Steve y Jolene, os doy las gracias por vuestro desbordante amor a la familia. Mi querida suegra, Sarah, me ofrecié un apoyo constante y afectuoso, especialmente cuando mis energi- as y mis ideas se desvanecian. He introducido en el texto mu- chas de sus ingeniosas observaciones. Doy las gracias a las personas que me ayudaron a redactar esta obra, Brita Gill-Austern, Andy Canale y Demaris Wehr, porque me escucharon con el corazén y con la mente y por sus sugerencias Ilenas de discernimiento y sensibilidad. Estoy agradecido a mi comunidad espiritual, The Empty Bell. Cada semana permanecemos juntos sentados en silencio, creyendo que de alguna forma la gracia de Dios actia en todo lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos. Os doy las gracias por vuestro amor y por el espfritu audaz y aventurero con que ordis. Finalmente, no hay nadie que me inspire tanto, nadie que me recuerde tanto la esperanza, la benevolencia y la alegria de Dios como mi querido hijo, Sam. Autorizaciones Manifestamos nuestro agradecimiento a las entidades que nos concedieron su permiso para reproducir materiales previamente publicados o protegidos por los derechos de autor: Ave Maria Press, por los extractos de Heart Speaks to Heart, © 1989. Crossroad Publishing Company, por los extractos de Beyond the Mirror, © 1990. Crystal Cathedral Ministries, por los extractos de «Being the Beloved», un sermén emitido en The Hour of Power el 23 de agosto de 1992. Doubleday, a division of Bantam Doubleday Dell Publishing Group, Inc., por los extractos de Clowning in Rome, © 1979, y The Road to Daybreak, © 1988. HarperCollins Publishers, Inc., por los extractos de Our Greatest Gift, © 1994, Bread for the Journey, © 1996, Making All Things New, © 1981, y Letters to Marc about Jesus, © 1988. Henri Nouwen Literary Centre, por los extractos de Love in a Fearful Land, © 1985, «The Lonely Search for God» (cas- sette); «Spirituality and the Family», © 1988; «All Is Grace», © 1992; y «The Vulnerable God», © 1993, Narcea, S.A, de Ediciones, por los extractos de E/ camino del corazon, © 1986, y La belleza del Sefior, © 1988. PPC Editorial y Distribuidora, S.A., por los extractos de Mi diario en la abadia Genesee, © 1999; Un ministerio creati- vo, © 1998; Oraciones desde a abadia, © 1998; «Puedes 10 ESCRITOS ESENCIALES beber este caliz?», © 1997; El regreso del hijo prédigo, © 1994; Signos de vida, © 1996; Tres etapas en la vida espi- ritual, © 1995; «Tt eres mi amado», © 1994, y La voz inte- rior del amor, © 1997. Sacred Journey: The Journal of the Fellowship in Prayer, por los extractos de «Parting Words», © 1996, publicado por Fellowship in Prayer, 291 Witherspoon St., Princeton, NJ 08542. Saint Benedict Center, por los extractos de The Primacy of the Heart, © 1988, San Pablo, Grupe Editorial, por los extractos de Aqui y ahora, © 1995, Windborne Productions, 141 Drakefield Road, Markham, Ontario, Canada L39 1G9, por el didlogo del video-cassette «A Tribute to Henri Nouwen: 1932-1996», «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. FUENTES 13 The Primacy of the Heart. Cuttings from a Journal, editado por Lewy Olfson, St. Benedict Center, Madison (Wis.) 1988, «gPuedes beber este caliz?», ppc, Madrid 1997, trad. cast. de Emilio Ortega; (titulo original: Can You Drink the Cup?, Ave Maria Press, Notre Dame [Ind.] 1996). El regreso del hijo prédigo. Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt, ppc, Madrid 1994, trad. cast. de Isabel Garcia de Alzuru; (titulo original: The Return of the Prodigal Son. A Meditation on Fathers, Brothers, and Sons, Doubleday, New York 1992). The Road to Daybreak. A Spiritual Journey, Doubleday, New York 1988, Signos de vida. Intimidad, fecundidad y éxtasis, ppc, Madrid 1996, trad. cast. de Emilio Ortega; (titulo original: Lifesigns. Intimacy, Fecundity and Ecstasy in Christian Perspective, Doubleday, New York 1986). «Spirituality and the Family»: Weavings 3 (enero-febrero de 1988), pp. 6-12. Tres etapas en la vida espiritual. Un proceso de biisqueda, PPC, Madrid 1995, trad. cast. de Emilio Ortega; (titulo original: Reaching Out. The Three Movements of Spiritual Life, Doubleday, Garden City [NY] 1966). «A Tribute to Henri Nouwen: 1932-1996», un videocassette Windborne. «Tit eres mi amado». La vida espiritual en un mundo secular, ppc, Madrid 1994, trad. cast. de Emilio Ortega; (titulo origi- nal: Life of the Beloved. Spiritual Living in a Secular World, Crossroad, New York 1996). La voz interior del amor. Desde la angustia a ta libertad, PPC, Madrid 1997, trad. cast. de Emilio Ortega; (titulo original: The Inner Voice of Love. A Journey through Anguish to Freedom, Doubleday, New York 1996). «The Vulnerable God»: Weavings 8 (julio-agosto de 1993), pp. 28-35. Introduccién El fuego del amado Revestido con el alba poco cefiida a su cuerpo y con una larga estola de muchos colores, tejida en Centroameérica, el padre Henri Nouwen esta sentado en una silla, inclinado so- bre una larga mesa de madera. Sus grandes manos se extien- den para rodear el cdliz de cristal, medio Ileno de vino, Con los ojos muy abiertos, mira a todas las personas que hay en Ja sala y después se inclina para rezar las oraciones del mi- sal, abierto sobre el mantel blanco del altar. De vez en cuan- do, durante la plegaria eucaristica, Henri cierra los ojos con fuerza como si tratara de concentrar todas sus energias. En su propia oscuridad, desea tener un momento de tranquilidad con Jestis. Dolorosamente consciente de sus propias limita- ciones, ha venido para orar por esta comunidad de personas que buscan. «Bendito seas, Sefior, Dios del universo... El agua unida al vino sea signo de nuestra participacién en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condicién humana». A lo largo de los ajios, el caliz de cristal ha reflejado los ros- tros de muchos miles de personas que han acudido a ofr la Palabra: discapacitados en sus sillas de ruedas, cuidadores laicos, sacerdotes catdlicos y ministros protestantes, campe- sinos latinoamericanos, profesores universitarios, catélicos de clase media, filantropos adinerados, estudiantes de teolo- gia y senadores de los Estados Unidos. Acudfan a escuchar la Palabra, pero también a estar en presencia del resplandor que parecia difundir este hombre. Acudian porque esperaban 16 ESCRITOS ESENCIALES recibir, en medio de sus sombras de duda, desesperaci6n y desesperanza, un poco de la luz que él reflejaba. Y qui- za para descubrir la suya propia. Acudian porque les pare- cia que este hombre, mas que cualquier otro de los que co- nocian, no sdlo proclamaba Ja Palabra, sino que en reali- dad se convertia en ella. Algunos decian que cuando Henri Nouwen presidfa la eucaristia, no sélo se escuchaba, sino que se veia la Palabra, en aquel preciso lugar y en aquel pre- ciso momento. Sin duda que después de su muerte los recuerdos de algunas personas que lo escucharon se han apagado. Pero en otras personas ha crecido el poder y el significado de esos mismos recuerdos. Tras la conmocién producida por la muerte de Henri, muchos de nosotros buscamos a otros ami- gos que lo conocieron. Como adolescentes que de pronto se sienten llamados a asumir nuevas responsabilidades, nos reunimos en pequefios grupos, nos miramos unos a otros a los ojos llenos de lagrimas, y compartimos historias de lo que habiamos visto y ofdo. {Os acordais de lo que decia, de cémo afirmaba que somos los amados de Dios? ;No hemos descubierto gracias a él que avanzamos con mas rapidez y audacia en el camino de la fe? ,No hemos descubierto gra- cias a él que estamos corriendo riesgos extraordinarios para amar y ayudar a los demas? No ardia nuestro coraz6n en su presencia? E incluso ahora, {no estd él de alguna forma entre nosotros? Las analogias con la vida, muerte y resurreccién de Jestis parecen presuntuosas, pero también apropiadas. Los amigos de Henri recuerdan claramente su debilidad humana ordina- ria, especialmente las ansiedades y tentaciones voraces que lo asaltaban desde lo mds profundo de su ser. Pensamos en sus numerosos libros ~mds de cuarenta en total-, en los que, con enorme audacia, tenia un pie en la sombra del auto- rechazo y el otro en la luz del amor de Dios. Sabemos que permanecia alli por todos nosotros, expresando de una forma muy sencilla y hermosa cémo es ese territorio agreste y peli- groso que hay entre lo humano y lo divino. Muchos de noso- tros habriamos preferido que las heridas humanas de Henri INTRODUCCION. EL FUEGO DEL AMADO 17 fueran menos visibles. Pero de alguna manera, sabemos que su sombra, su compafiera siempre presente, estaba allf sdlo a causa de la Luz en la que caminaba. * Un dia de septiembre de 1996 llegé a nuestra casa un paque- te dirigido a nuestro hijo de seis afios, Sam, que por enton- ces estaba aprendiendo a leer y pronuncié las senas del re- mitente: «Henri J.M. Nouwen, Daybreak, El Arca, Toronto, Canadé». Con placer, Sam rasgo el papel marrén del paque- te y se encontré con una brillante flauta metdlica dorada. Henri se la habia enviado desde un aeropuerto, en un viaje que realizaba desde su comunidad en Toronto a su querido pais natal, Holanda, Cémo habria disfrutado Henri, pensaba yo, viendo cémo Sam y yo nos pasdébamos la flauta, gozan- do de sus tonos semejantes a los de las campanas y sus sen- cillas melodias. A Henri le encantaba la miisica, le encanta- ba enviar regalos a sus amigos, amaba a los nifios y le fasci- naba viajar. Estaba deseando poder decirle hasta qué punto la flauta metélica habia iluminado aquel dia. Sabia que Henri se dirigfa al Museo Ermitage, en San Petersburgo, Rusia, para filmar un documental sobre uno de los cuadros mas famosos expuestos en él: El regreso del hijo prédigo, de Rembrandt. En 1957 Henri habia sido ordenado sacerdote catdlico de la archididcesis de Utrecht, Holanda. Desde entonces, con la autorizacién de su obispo holandés, hizo del mundo su parroquia durante casi cuarenta afios, en los que conté la parabola del hijo prédigo a ricos y pobres por igual, en parroquias de clase media, en centros teoldgi- cos catélicos y protestantes, en barrios latinoamericanos, en «grupos de expertos» de Washington, en iglesias evangélicas y en cientos, quizd miles, de pequefias reuniones comunita- rias de todo el mundo. Henri estaba convencido de que esta parabola era el centro de gravedad de la Escritura judfa y cristiana, el corazén de Ja ensefianza mistica. Creia que el relato del hijo prédigo es de alguna forma cierto en cada uno 18 ESCRITOS ESENCIALES de nosotros: aunque nos rebelemos, rechacemos nuestra herencia y huyamos a paises lejanos, nuestro Dios siempre nos dara la bienvenida, abrazandonos con amor incondicio- nal. A todos y cada uno de nosotros Henri nos ofrecié el mismo mensaje de alegria, la misma buena noticia, de que ti y yo y todos nosotros somos los amados de Dios. «Amigos mios», decia, «os digo que somos amados con un “amor pri- mero” incluso antes de nacer». En la tarde del martes 17 de septiembre, unos dias des- pués de encontrar la flauta metdlica en el umbral de nuestra casa, recibf una llamada de Kathy Christie, la secretaria de Henri en Toronto. «Te envio saludos de Henri, y tengo que comunicarte una mala noticia», me dijo: «Henri sufrié un ataque al coraz6n en Amsterdam el domingo por la noche, justo después de llegar allf desde Toronto. Esta bien, pero se encuentra en la unidad de cuidados intensivos». Estaba conmocionado, pero no sorprendido. Como mu- chos de sus amigos, sabfa que Henri habfa estado trabajando hasta el agotamiento. Estaba previsto que se encontrara en Amsterdam con las personas del equipo encargado de la fil- macién del proyecto del hijo prédigo, y que a continuacién volara con ellas a San Petersburgo. Pero después del vuelo desde Canada estaba exhausto y se acosté para dormir una siesta. De pronto se desperté, porque le dolia el pecho, llamé al recepcionista del hotel y fue trasladado en ambulancia a la unidad de cuidados intensivos de un pequefio hospital uni- versitario cercano. El lunes y el martes, Henri soporté fuer- tes dolores en el pecho y en la espalda. Su padre, sus her- manos y su hermana acudieron répidamente junto a él, y el martes por la tarde Ileg6 su amigo Nathan Ball, director de la comunidad de Daybreak en Toronto. Kathy afiadié: «Los médicos acaban de decir que no ha sido un ataque grave, pero que Henri necesitard mucho tiem- po para recuperarse». Le pedi que dijera a Henri que mi intenci6n era ir a visitarlo en los préximos dias. El miércoles por la mafiana llamé a Northwest Airlines para reservar un vuelo a Holanda. Como me sentia triste y un poco desanimado, me consolé la voz agradable de la «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 20 ESCRITOS ESENCIALES gracias de mi parte? Conoci los escritos del padre Nouwen en nuestro grupo de oracidn parroquial. Por favor, digale que lo incluiremos en nuestra lista de oracién». Antes de colgar, la empleada de la agencia de viajes, amiga anénima de Henri, me dijo que su nombre era Liz Solano y que trabajaba en una oficina en Detroit. Pero podria haber hablado con una de Jos miles de personas, de toda América y Europa, que sintieron la bendicién de las palabras llenas de inspiracién y consuelo de Henri. Mantuve una conversaci6n telefénica con Henri a finales de aquella semana. Sintiéndose mas tranquilo, porque pen- saba que el diagnéstico de los médicos —seguin el cual habia sufrido un «leve» ataque al corazén— era riguroso, Henri me pidi6 que me encontrara con é] en Toronto la semana siguiente, en lugar de viajar a Holanda en aquel momento. Me dijo que podria reanudar sus actividades normales al cabo de unos pocos meses. Convinimos en hablar de nuevo al cabo de dos dias, y colgué. Las lagrimas brotaron facilmente, pero también me sentia un tanto enojado con los doctores, porque no habian ordenado a Henri que redujera su actividad. Como todos los amigos fntimos de Henri, sabfa que las recaidas periddicas en el agotamiento fisico y nervioso estaban causadas en cier- ta medida por su frenética y emocionalmente intensa jorna- da diaria de 18 horas de trabajo. Desde el momento en que se levantaba por la mafiana, hasta que caia rendido en la cama por la noche, su mente trabajaba con rapidez por el reino de los cielos, pregunténdose cémo podia contribuir a hacer el reino real para si mismo y para los demas, especial- mente los pobres y los oprimidos. Mientras Henri estaba encamado en el hospital, inmévil y préximo a la muerte, muchos de sus amigos y yo mismo reflexiondbamos sobre su importancia en nuestra vida. La primera vez que of predicar a Henri fue en 1983 en la Universidad de Harvard, cuando estaba concluyendo mis estudios para la obtencién del doctorado. Hablé sobre dos formas de vivir: en la casa del miedo o en la casa del amor. Por aquel entonces, yo habia tomado ya provisionalmente la «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 22 ESCRITOS ESENCIALES a Henri después de su conferencia y le pedi que fuera mi director espiritual. Mientras tomdbamos té al dia siguiente, descubrimos muchas 4reas de interés comun y decidimos, sencillamente, ser amigos. En los afios siguientes, superamos algunas faltas de entendimiento serias, pero desde el principio de nuestra relacién tuvimos acceso a un nivel profundo de vulnerabili- dad y confianza mutuas. Henri me acompafié en algunos acontecimientos decisivos en los afios siguientes: un doloro- so divorcio, un segundo matrimonio, ¢l nacimiento de un hijo, la muerte de una hija, la fundacién de un centro de reti- ros, la redaccién de mi primer libro... Con un reducido grupo de amigos, acompaiié a Henri en los intensos cambios que experimenté después de dejar Harvard en 1985: sus luchas con la intimidad, la decisién de pasar a ser pastor en la comunidad de Daybreak, un encuentro con la depresién y un accidente que casi le costé la vida a finales de la década de 1980, el descubrimiento de sus capacidades como figura paterna en su comunidad... A partir de 1993, a veces Henri me invitaba para que le acompafiara en sus conferencias y retiros, para que tocara el shakuhachi (una flauta de bambi japonesa que servia de ayuda para la meditaci6n) y le ayudara como moderador de los didlogos. En 1995, Henri comenz6 su aio sabatico vi- viendo en nuestra casa de septiembre a diciembre. Su estan- cia con nosotros, en el ultimo afio de su vida, fue una expe- riencia maravillosa y a veces vertiginosa. Después de desa- yunar con la familia, se retiraba a su apartamento del tercer piso y escribia a mano en hermosos diarios encuadernados en tela, mientras a su lado ardia una vela que le habia rega- lado su comunidad de Daybreak. Los directores de Daybreak, especialmente Sue Mos- teller y Nathan Ball, se mantenfan en estrecho contacto con Henri para mostrarle su apoyo y darle consejos. Yo habia acondicionado en nuestro patio una caravana al estilo de un zendo japonés. Por la mafiana, Henri y yo nos juntébamos alli para orar o celebrar la eucaristfa. Introduje a Henri en nuestro club de deporte local, adonde ibamos tres veces por «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 24 ESCRITOS ESENCIALES Su corazén habia dejado de latir a las 7 de la mafiana en Holanda. Al principio no senti ninguna emocién fuerte. De alguna manera, a pesar de mi profundo deseo de que Henri viviera, a pesar de mis oraciones mas fervientes para que se curara, habia aceptado que su muerte estaba cerca. Naturalmente, después de su muerte he Iorado su pérdida de un modo mas profundo, al darme cuenta de que nunca vol- veré a ver a mi amigo. Pero en mis reflexiones posteriores he comprendido que habia un cierto enojo en mi falta inicial de sentimientos ante la noticia. Dentro de mi habia una voz que gritaba: «z Ves lo que has hecho? jTe has matado a ti mismo con el exceso de trabajo!». Por otro lado, pensaba que tal vez Henri habia preparado bien a sus amigos, como hizo Jesus. La mayoria de las homi- lias y los libros de los Ultimos afios de la vida de Henri incluian reflexiones sobre su muerte inminente. Jestis habia enseiiado a Henri que la vida solo es fructifera cuando afron- tamos la muerte y la envolvemos en nuestra vida, como la levadura en una hogaza de pan. En sus ultimos afios, Henri se habia ido transformando poco a poco en un panadero en la cocina de Dios, y amasaba la levadura de la muerte y la eternidad en todas las dimensiones de su vida. Henri habia repetido y vivido las palabras de la despedi- da de Jestis con tanta frecuencia que en ese momento, én mi coraz6n, yo no podfa distinguir la voz de Jestis de la de Henri: «No se turbe vuestro coraz6n... En la casa de mi Padre hay muchas mansiones... voy a prepararos un lugar... ,No crees que yo estoy en el Padre y el Padre estd en mf?... No os deja- ré huérfanos». Con el teléfono portatil pegado a mi oreja, miraba los pinos y cerezos de nuestro patio, mientras escuchaba cémo Kathy decia: «A primera hora de esta mafiana sufrié otro ataque mids fuerte al coraz6n, y antes de que Nathan o algtin otro miembro de la familia pudiera estar con él, habia fallecido. Afortunadamente, todos habian estado con él el viernes por INTRODUCCION. EL FUEGO DEL AMADO 25 la noche. Rezaron visperas juntos antes de que Henri viera como salfan de casa y les despidiera con la mano». Mientras hablabamos, me imaginé a Kathy en su despa- cho contiguo al estudio de Henri en «The Big House» de Daybreak. Henri habia contratado a Kathy después de que su querida secretaria, Connie Ellis, muriera de cancer. En tos diez afios que vivid en Daybreak, confié en gran medida en sus secretarias y en una contable, Margaret Sutton, que le ayudaron con la enorme cantidad de correspondencia que inundaba su despacho. Cada mafiana, después de orar, Henri iba al despacho para leer las muchas cartas de amigos y lec- tores de sus libros. Cada mes se recibfan cientos de invita- ciones a conferencias, parroquias, didcesis, entrevistas y familias. Henri lefa cada una de las cartas y las contestaba personalmente. Por causa de su simple volumen, tenia que declinar la mayoria de estas peticiones, pero le resultaba dificil decir «no», y estaba siempre saturado de trabajo. Kathy decia que el despacho de Henri era como «un torbe- lino», un torbellino que entraba con toda su fuerza en el corazén de Henri desde un mundo inmenso. Después de la estancia de tres meses de Henri en nuestra casa, entendi exactamente lo que ella querfa decir. Nathan me lIlam6 al dia siguiente: «El jueves Henri me dijo: “No tengo la impresidn de que vaya a morirme; pero, si esto llegara a suceder, por favor, diles a todos que estoy agradecido”». Infancia y juventud en Holanda Después de la muerte de Henri, supe, gracias a su familia, que las semillas de su extraordinaria energia y visi6n espiri- tual eran ya evidentes en su infancia. Henri J.M. Nouwen nacié el 24 de enero de 1932 en Nijkerk, Holanda, a 45 kilémetros al sudeste de Amsterdam. De una forma casi inmediata resulté claro que Henri era un nifio muy sociable e inquieto. Su familia bromea diciendo que Henri era intranquilo y estaba «siempre activo e impa- «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 28 ESCRITOS ESENCIALES Henri con sus amigos, estas dos mujeres importantes en su vida aparecen como santas, puras y sencillas. Henri curs6 sus estudios en colegios jesuiticos y, si bien en algunas entrevistas y articulos describié su formacién escolar como la de un nifio y adolescente «medio», lo cierto es que mostr6 un interés excepcional por la Escritura, la eucaristia y la vida de sus compaiieros. Durante la ocupaci6n nazi de Holanda, los padres de Henri hicieron todo lo posi- ble por mantener las costumbres de la vida familiar. El padre de Henri, Laurent, continu6 su trabajo como un abogado de confianza en la comunidad, y su madre acudia a misa dia- riamente. Por las tardes, la familia continuaba reuniéndose para compartir las noticias del dia, su amor a la poesia y la literatura y, cada vez mas, los peligros que acechaban a su puerta. Henri recordaba cémo los soldados nazis llegaron un dia para Hevarse a su padre, probablemente a la muerte cier- ta en un campo de concentracién. Se acordaba del terror paralizador que se apoderé de la familia mientras, desvali- dos, oraban para que los soldados no descubrieran el lugar donde su padre estaba escondido en el atico. Por fortuna, los soldados se fueron con las manos vacias. En una ocasién Henri describi6 el tiltimo afio de la segunda guerra mundial como «el horrible invierno de hambre», en el que los miem- bros de la familia iban en bicicleta al campo para conseguir alimentos de los amables tabradores. A pesar de su vulnera- bilidad, la familia inmediata de Henri no perdid a ninguno de sus miembros en la guerra. De hecho, a menudo resumia toda su infancia afirmando que habia sido muy pacffica y segura. Anton, tio de Henri, era también sacerdote y habia sido ordenado en 1922. Antes de la segunda guerra mundial, y mientras duré la contienda, la Iglesia catélica conservaba todavia una posicién destacada y respetable en la cultura holandesa, y Anton vivi6 feliz y plenamente su vocacién, Su frecuente presencia a la mesa en casa de los Nouwen avivé el deseo de Henri de ser sacerdote. Cuando Henri fue orde- nado, siendo «un joven ingenuo de veinticinco afios» (como él mismo escribié en una ocasi6n), el 21 de julio de 1957, su «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 32 ESCRITOS ESENCIALES en una cultura que debié de parecerle muy diferente de su formacion blanca, catdlica y de clase media alta en Holanda. Allf, en las asambleas tumultuosas de la aparente autodes- truccién de los Estados Unidos, Henri se sentia fortalecido por la mezcla resonante de dolor y alegria mostrada por los que amaban a Martin Luther King y por su visién de espe- ranza. Sintiéndose exhausto, muy conmovido y absoluta- mente seguro en esta comunidad negra, se aparté de la mar- cha del funeral, se eché sobre la hierba del jardin del semi- nario de Morehouse y se quedé dormido. «El largo y caluroso dia me habia quemada, y la marcha final me habia dejado roto. Pero una extrafia satisfaccién recorria mi cuerpo. Alli era donde yo queria estar: escondido, anéni- mo, rodeado de gente negra. Habja sido un viaje largo y agi- tado desde la noche del jueves. [...] Y allf descansé, empujado por personas que no dejaban de cantar y orar, y supe que de mi agotamiento podia brotar una nueva fe, una fe en la posi- bilidad del amor no violento»’. En medio de la creciente identificacidn de Henri con las luchas por la liberacién social en los Estados Unidos, a me- nudo albergé la esperanza de regresar a su Holanda natal, para vivir, ensefiar y compartir en su Iglesia holandesa. De hecho, en 1968, mientras los Estados Unidos se tambaleaban con el asesinato de otro eminente lider de los derechos civi- les Robert Kennedy, abatido a tiros en junio—, Henri regre- s6 a Holanda para ensefiar psicologia pastoral y espirituali- dad a los estudiantes de teologia en el Instituto de Pastoral de Amsterdam y en el Instituto de Teologia Catélica en Utrecht. En su querido pais trabaj6 para la obtencién del doctora- do en teologia por la Universidad de Nimega y, basandose en las clases impartidas en Notre Dame, prepar6 un libro sobre la integracién de psicologia y espiritualidad. Su primer libro, titulado Jntimacy, fue publicado en 1969. En 1971 obtuvo el doctorado. Pronto nacerian otros libros a partir de las confe- 2. Ibid. p. 149. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 36 ESCRITOS ESENCIALES Henri estaba convencido de que la vida de los centros teolé- gicos deberia alentar la transformaci6n tinica de cada perso- na en Cristo. El estilo de Henri en el aula estaba en consonancia con. la eucaristia, porque trataba de ofrecer un alimento espiritual que sus alumnos pudieran recibir, digerir y asimilar. No esta- ba interesado en el debate teoldgico, quizd porque le disgus- taba la confrontacién directa, pero también porque estaba siempre centrado en la presencia inmediata del Cristo resu- citado, una verdad que tenia que ver mds con el ser gue con la comprensién intelectual. Naturalmente, cada estudiante tenia que aprender de la Escritura, la teologia, la psicologia y las artes creativas. Pero, como comunidades, los centros teoldgicos tenjan que crear contextos de silencio y soledad, invitando a los estudiantes a entrar en su coraz6n, el lugar del encuentro con su verdadero yo, con Cristo resucitado y con Dios. Para Henri, la ensefianza y la actividad pastoral eran una sola cosa. Un ministro cristiano no debe lamar a la gente simple- mente a mantener puntos de vista teol6gicos «correctos», la disciplina ética o la pureza dogmatica, aunque cada una de estas dimensiones pueda tener su lugar. Mas bien, un pastor deberfa configurar una forma de ser abierta y en la que no tengan cabida los juicios. Asi lo expresé en 1972, en una homilia dirigida a los estudiantes de la facultad de teologia: «El ministerio consiste en convertir la hostilidad en hospitali- dad... al enemigo en amigo. No es un intento de redimir a las personas, sino de ofrecer el espacio libre donde la redencién pueda tener lugar. La paradoja del ministerio consiste en que somos Ilamados a crear un vacio; no un vacfo terrible, sino un vacio acogedor, donde el extrafio pueda entrar y descubrir que ha sido creado libre... libre para cantar su propia cancién, hablar su propio lenguaje, danzar su propia danza [y] también para marcharse y seguir su propia vocacién»'. 5. Henri J.M. NouwEN, sermén «Ministry as Hospitality», 11 de junio de 1972 (basado en las lecturas de Génesis 181-10 y Lucas 24,13-35), p.3. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 40 ESCRITOS ESENCIALES 1978, regres6 a la abadfa, donde permanecié otros seis meses, de febrero a agosto de 1979. Esta vez sus reflexiones sobre las lecturas biblicas de cada dia se plasmaron en su libro Oraciones desde la abadia. Una stiplica de misericor- dia (1981). A lo largo de su vida adulta, Henri se vio atrapado en un ciclo de largos y frenéticos dias de docencia y servicio, seguidos por periodos de agotamiento nervioso, depresién e insomnio. En parte, sus visitas a la abadia Genesee estuvie- ron motivadas por el deseo de romper este ciclo. Sabia que las depresiones limitaban su libertad y eran una pérdida innecesaria de su fecundidad, pero siempre dio por supuesto que la causa era en cierto modo espiritual, mas que orgdnica © psicolégica. Aunque alguna vez acudié a un psicélogo o psiquiatra secular, Henri nunca se sintié a gusto con sus prescripciones o sugerencias. Prefiri6 encontrar su «som- bra» en el entorno protegido de los monasterios 0 dentro de comunidades que habian sido marginadas por la sociedad: entre los pobres, las minorias raciales y los discapacitados. Durante sus frecuentes retiros monasticos, pedia a sus ami- gos que no se pusieran en contacto con él, porque su inten- cién era poder hacer realidad el suefio de toda su vida: vivir la vida de Jestis desde dentro de la practica regular de la liturgia de las horas monasticas. Hasta cierto punto, su estra- tegia funcionaba. Pero a menudo, cuando los amigos res- petaban sus deseos y no se ponian en contacto con él, Henri se sentia ofendido, como si lo hubieran abandonado y se hubieran olvidado de él. Queria estar solo, pero al mismo tiempo no lo queria. Queria desesperadamente pertenecer, pero casi siempre queria pertenecer a aquellos a quienes no pertenecia. La visién de Henri de una cdlida y regular vida mondsti- ca fracas6, debido a su predisposici6n a la inquietud, el deseo de un estimulo intelectual [leno de frescura, el hambre de nuevos amigos y experiencias, y una incapacidad persis- tente -a veces contraproducente— para decir «no». Con demasiada frecuencia, los amigos, que al principio eran par- tidarios de sus periodos de descanso, de pronto lo necesita- «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 44 ESCRITOS ESENCIALES bargo, también me parece obvio que vivid segtin un modelo de condicionamiento emocional que animé su trabajo y, al mismo tiempo, encendi6 sus conflictos interiores. Unos po- cos ejemplos bastaran para expresar claramente esta idea. Henri sentfa que, entre todos los miembros de la familia, su madre era la que mas le comprendia y le amaba. A menu- do decia que fue la devocién de su madre a la eucaristia la que le motivé para ser sacerdote. Mientras duré su ministe- rio en los Estados Unidos, ella y Henri mantuvieron fre- cuentes conversaciones telef6nicas y se escribieron muchas cartas. Inesperadamente, en septiembre de 1978, cuando habia ido a visitarlo a Yale, se puso enferma, Al regresar a Holanda, descubrié que padecia un cancer terminal. El 9 de octubre, cuando ya la familia habia permanecido en torno al lecho de muerte durante seis dias, y después de muchos sufrimientos, murié, Henri compartié sus reflexiones sobre el fallecimiento de su madre en dos libros breves: Jn Me- moriam y A Letter of Consolation. Sobre su muerte escribié: «Empecé a comprender que la mujer que habia secundado todas las decisiones que yo habia tomado, que habia conver- sado conmigo sobre todos los viajes que yo hab/a emprendi- do, que habia lefdo todos los articulos y libros que yo habia escrito y habfa considerado mi vida tan importante como la suya, ya no estaba... De hecho, yo habia visto el mundo a tra- vés de aquella a quien podia contar mi historia... El didlogo siempre presente con ella habia terminado repentinamente»*. La muerte de la madre de Henri fue fisica y emocionalmen- te dificil para ella. Los tiltimos dias se sentia a veces aver- gonzada de su vida y tenia miedo a morir. ,Por qué tenia que sufrir cuando habia vivido una vida tan entregada, siempre «para los demas»? Es sorprendente que Henri, que se habia formado en el asesoramiento pastoral, no reflexionara con mas profundidad sobre la vida y la muerte de su madre. {Po- dria ser que su vida «para los demas» fuera en parte empa- 9. Henri JM. Nouwen, in Memoriam, Ave Maria Press, Notre Dame (Ind.) 1980, 1984, p. 56. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 48 ESCRITOS ESENCIALES un precio terrible, una represién severa y de por vida de las emociones (y el yo) que sus padres consideraban inacepta- bles. Creo que nunca es posible reducir la vida espiritual a meras categorias psicolégicas. Henri dedicé su vida a lo que dentro de nosotros esta verdaderamente mas alla de las cate- gorias: la fuente y el destino divinos de nuestro ser fragil y precioso. Y, sin embargo, vivimos en el nexo de lo humano y lo divino, el cielo y la tierra, Estos poderes se retinen vigo- rosamente en una persona como Henri, y la historia se puede contar de muchas maneras. En 1981, Henri renuncié a su seguro puesto universitario en Yale. Esta decisién sorprendié a algunos, porque gozaba en- sefiando una espiritualidad que integraba su compleja vision del mundo. En todos los aiios que pasé en Yale, en sus cla- ses y en sus libros, su texto primero y fundamental era el Nuevo Testamento; pero, junto a las palabras de los escrito- res evangélicos, gozaba entretejiendo voces tan diversas co- mo las de los misticos Fray Lorenzo, santa Teresa de Li- sieux, san Ignacio de Loyola y Thomas Merton, los filésofos Kierkegaard y Heidegger, varios maestros zen, los psicélo- gos Viktor Frankl y Carl Rogers, e incluso el cantante con- tempordneo Paul Simon, cuyo famoso tema «Puente sobre aguas turbulentas» ofrecié a Henri una imagen de lo que sig- nifica ejercer el ministerio. Es interesante notar que las refe- rencias a fuentes no cristianas disminuyeron en los afios pos- teriores a Yale, hasta el punto de que Henri llegé a sacar s\ relatos, metéforas y mensajes de esperanza casi exclusiva- mente de las Escrituras hebrea y cristiana. Después de Yale, las unicas metdforas que estructuraban sus homilias y escri- tos pasaron a ser la vida de Jestis y el amor que Jestis com- partié con el Abba. Henri se sintié con frecuencia feliz en Yale. Dedicé a sus amigos de Yale, Colin y Phyllis Williams, su libro E/ sana- dor herido, donde reflexiona sobre una fuente importante de aquella felicidad. Williams apoyé con entusiasmo a Henri «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 52 ESCRITOS ESENCIALES «nunca me ]levé a ese “imperativo” profundo que forma el centro de una verdadera Ilamada»". Con todo, mantuvo su red de amigos en América Latina, hablando abiertamente en los Estados Unidos sobre la situa- cién politica y econémica opresiva que habia conocido per- sonalmente, Regresé a Latinoamérica en 1984, invitado por el padre John Vesey, un amigo que acababa de ser nombra- do parroco y sustituia al sacerdote martirizado Stanley Rother. Como resultado de esta experiencia escribié Love in a Fearful Land, donde Henri ve la terrible brutalidad de la dictadura latinoamericana en toro a él, pero se mantiene firme en su conviccién de que la revolucién armada, o el de- volver odio por odio, no es una respuesta cristiana valida. Hay que seguir el camino de la paz de Jestis. La esperanza de Henri en una evolucidn no violenta se manifest6 con mucha mAs fuerza al final de su visita a Gua- temala, cuando estaba con John Vesey, celebrando la euca- ristfa con dos mil feligreses que se habian reunido para orar por el padre Rother. Si Henri Nouwen puede ser descrito como un mistico, este acontecimiento fue paradigmatico. Tal vez fuera un mistico de la eucaristia, y los momentos como éste eran el «verdadero norte» de su brijula espiritual. «En cuanto John comenzé la plegaria eucaristica, los fieles empezaron a pronunciar sus oraciones en voz alta... Al escu- char esta sinfonia de oracidn, senti que todos los seres huma- nos estaban siendo reunidos en torno al cuerpo y la sangre de Cristo y convertidos en una gran plegaria eucaristica. Todos los fieles pasaron a ser sacerdotes y alzaron sus vidas juntos... Sufrimiento y placer, desesperaci6n y esperanza, miedo y amor, muerte y vida, todo se hizo uno en esta ola de oracién que finalmente desembocé en la oracién que el mismo Jestis nos ensefid, el padrenuestro»". 13. Ibid., p. x. 14. Henri J.M. NouweEN, Love in a Fearful Land. A Guatemalan Story, Ave Maria Press, Notre Dame (Ind.) 1985, pp. 95-96. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 56 ESCRITOS ESENCIALES En los cursos del segundo semestre en Harvard en 1983 y 1984, Henri centré sus clases en el discipulo amado, Juan. Henri se identificaba con la sensibilidad mistica de Juan y su intimidad con Jestis. A los ojos de Juan, Jestis es el lugar de encuentro de lo eterno y lo mortal. Para Juan, Jestis no tiene principio ni fin. Cuando desarrollamos una relacién intima con Jestis, tampoco nosotros tenemos principio ni fin. Henri comenzaba normalmente sus clases con un momento de silencio, una lectura de la Escritura y una ora- ci6n. Sosteniendo la Biblia delante de si, ante una clase Ilena a rebosar, lefa: «En el principio existia la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella... La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no Ia vencieron... La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre, viniendo a este mundo... Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros... Ileno de gracia y de verdad... De su plenitud hemos recibido todos, y gtacia tras gracia» (Jn | ,1-18). En nuestros trece afios de amistad, tuve la suerte de escuchar muchos sermones, conferencias y retiros de Henri. En todos esos afios, nunca le escuché leer las palabras de la Biblia co- mo si fueran sdlo un texto. Todo lo contrario; cuando Henri proclamaba: «la luz brilla en las tinieblas», sabiamos que era cierto, porque en ese momento estaba mirando a la luz. El y el discipulo amado estaban mirando a algo juntos, deseando que también nosotros lo viéramos. Cuando Henri leia el evangelio de Juan, lo proclamaba como la forma en que las cosas son; y aunque nuestra mente no podia creerlo, nues- tros corazones latian mas deprisa. En su presencia carisma- tica, el ambiente de la sala se cargaba a menudo de posibili- dades, llevandonos amablemente a un estado de gracia, a un estado alterado de conciencia. La historia de Jestis estaba incompleta, inacabada, porque nosotros no estamos comple- tos. ,Estamos dispuestos a completar la encarnacién con nuestras vidas? «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 60 ESCRITOS ESENCIALES Henri afirma que fue Jean quien le sugirié los términos «inti- midad», «fecundidad» y «éxtasis» como expresiones esen- ciales de la comunidad cristiana. En agosto de 1985, Henri volvié a Trosly-Breuil para permanecer alli nueve meses, en los que vivid en comunidad con los ayudantes y los miem- bros centrales, y escribiendo, Después de Signos de vida, todos los libros posteriores de Henri se basan en su vida en El Arca. El diario de aquella estancia de Trosly-Breuil fue publicado en 1988 con el titulo The Read to Daybreak. Mientras estuvo en Trosly, Henri recibié una invitacion a convertirse en pastor de Daybreak, la comunidad de El Arca en Toronto. Acepto, y en agosto de 1986 se traslado al lugar que seria su hogar hasta el dia de su muerte, diez afios después. En Daybreak, Henri traté de entrar profundamente en la vida de los discapacitados. Los directores de la comunidad le invitaron a hacer el trabajo duro de un ayudante por las maifianas y a dedicarse a otros deberes pastorales y a escribir por las tardes y las noches. Acepté con denuedo el desafio. de ser un ayudante que cuidaba directamente de miembros centrales como Adam Arnett, que no se podia mover ni ha- blar. Henri se esforz6 por tener paciencia con este joven, que requeria un cuidado total, y en sus tiltimos escritos y confe- rencias compartié lo que tba aprendiendo de Adam acerca del ser humano. En febrero de 1987, Henri volvié a Cam- bridge para pronunciar una conferencia vespertina en la igle- sia catélica de San Pablo. Habfa al menos quinientas perso- nas escuchando sus palabras apasionadas, con las que suge- ria que Adam era un signo de que, cuando nos centramos en el ser y no en el hacer, encontramos el secreto de la presen- cia sanadora de Dios y descubrimos la paz. Henri siguié hablando sobre Adam en las conferencias pronunciadas en los nueve afios siguientes. Su relato sobre la vida y la muer- te de Adam (editado por Sue Mosteller, su colega de Day- break) fue publicado como obra péstuma con el titulo Adan: God's Beloved (Orbis, 1997). Mientras fue pastor en Daybreak, las conferencias y charlas de Henri expresaron su continuo interés, no en la bri- «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 64 ESCRITOS ESENCIALES tema nuevo en su vida. De hecho, las dificultades en las rela- ciones interpersonales que condujeron a este estado de an- gustia se habian venido fraguando durante cierto tiempo. Habia hecho votos de vivir como célibe, una vocacién y dis- ciplina de soledad que tiene el objetivo de permitir al sacer- dote compartir plenamente la vida de Jestis, que con toda probabilidad también fue célibe. Durante sus afios de forma- cion espiritual en la Iglesia anterior al Vaticano 1, la prome- sa del celibato implicaba la evitaci6n de todas las «amista- des especiales». Si las relaciones particulares llegaban a ser demasiado importantes, y especialmente si iban acompaiia- das de manifestaciones eréticas, facilmente se convertian en una distraccién. Entregarse a si mismo a Dios implicaba en- tregarse a todos, no a una persona en particular. Aunque Henri percibia algunos problemas en Ia justifi- cacién racional del celibato, y aunque vefa con buenos ojos la ordenacién de sacerdotes casados y de mujeres, por lo que se referia a su propia vocaci6n sacerdotal suscribié comple- tamente la cosmovisién catélica. No podia imaginar en serio ser otra cosa que no fuera sacerdote (aunque en alguna oca- si6n reflexiono sobre esta posibilidad). No obstante, a pesar de su compromiso intelectual con el celibato, a veces le re- sult6 extraordinariamente doloroso evitar las relaciones ¢s- peciales. Toda su vida, Henri sintié hambre de ser «especial» a los ojos de alguien. Henri fue una persona sumamente generosa. No pasaba ni un solo dia sin que llamara o escribiera a sus amigos y a los lectores agradecidos, enviando un mensaje de esperanza o recordando a esas personas que eran amadas por Dios. Todos los dias habia alguien, en alguna parte, que abria un paquete recibido de él, con un libro y una dedicatoria ama- ble. Y todas las semanas, al menos una vez, enviaba un ramo de flores con ocasién del cumpleafios, el aniversario de bodas 0 el funeral de alguien, Henri crecid en el pais de las flores, rodeado de pinturas al Gleo y reproducciones de los fértiles jardines y las abundantes flores de los cuadros de Cézanne y Van Gogh. Disfruté de la encantadora habilidad de su madre para hacer ramos de flores. Estaba convencido «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 68 ESCRITOS ESENCIALES queriendo estar en otra parte o hacer otra cosa. Sabria que el aqui y el ahora es lo que cuenta, es lo importante, porque es el mismo Dios el que me quiere aqui en este momento»”. Todos los que lo conocian sabian que sus ciclos de actividad incesante, seguidos por el agotamiento y la depresién, eran nocivos para su cuerpo. Siempre le habia resultado dificil escuchar a su cuerpo. Estaba mucho mis interesado por la vida de la mente, y tendia a ver su cuerpo como una carga. Era perfectamente consciente del profundo dominio que la vieja cosmovision de los «males de la carne» habia ejercido sobre él. Reflexionando sobre su formacién religiosa ante- rior al Vaticano Il, Henri descubridé que pocos santos catoli- cos habfan meditado detenidamente sobre la bondad del cuerpo, su belleza y su valor a los ojos de Dios. Para Henri, el papa Pio xt (fallecido en 1958) ejemplificaba las actitu- des hacia el cuerpo antes del Vaticano 1. «Pfo xl no entraba en una habitacién», me dijo Henri una vez, «sino que “aparecia”. Por encima de todos los de- mas, con sus brazos extendidos. Delgado, esbelto y blanco, se presentaba como si fuese una aparicidn, un fantasma, co- mo si fuera Cristo resucitado saliendo de la tumba después de varios siglos de sueiio. No podia hablar. Ya no estaba en su cuerpo. Este era el ideal de la Iglesia de la década de 1950. Entonces llegé Juan Xxtl, cuya convocatoria del Vati- cano I abrié la Iglesia, y la gente recuper6 su cuerpo». «Un poco», afiadié con una sonrisa’. En la antigua cosmovisi6n cristiana, la lucha por evar la buena nueva a los que sufrian, los marginados y los oprimi- dos podia exigir el sacrificio del propio cuerpo y la propia salud. Este sacrificio era considerado trivial en comparacién con la salvaci6n del alma. En los primeros siglos después de la muerte de Cristo, los martires por la fe entregaban su cuer- po y su vida por el bien de todos. Henri comprendi6 y res- peté esta tradicién. Y con mucha frecuencia la vivid. Aunque 20. Henri J.M. Nouwen, Mi diario en la abadia Genesee, p. 90. 21. Henri ILM. Nouwen, conversacién personal con el encargado de la edicién. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 72 ESCRITOS ESENCIALES aportar una expresi6n artistica mayor a su vida espiritual y a su vida piblica. Profundiz6 su amistad con artistas como el documentalista inglés Bart Gavignon, el pianista neoyorqui- no Lorin Hollander, el personaje estrella de los programas de televisién infantiles Mister Rogers, y el pintor de Newbury- port Steve Hawley. Empez6 a colaborar un grupo de artistas cristianos que estaban lanzando una nueva revista llamada image, y en 1993 publicé en ella un articulo sobre un nuevo amigo escultor, Steve Jenkinson. Este articulo es insdlito entre los escritos de Henri, porque en él casi no usa un «len- guaje teolégico». Desde el principio hasta el fin, se centra en Steve y su obra, con un minimo de interpretacién espiritual, como si quisiera transmitir el mensaje de que la verdadera creatividad es intrinsecamente sagrada™. Con sus amigos de Canada, California y Nueva York, disfrutaba de las oportu- nidades de escuchar conciertos, visitar exposiciones de arte o ir al teatro, y en su lista de lecturas siempre habfa biogra- fias de pintores y muisicos. Antes de morir, Henri habia con- seguido el compromiso de un nuevo editor que trabajaria con él en el material sobre el circo; era un editor que habia secundado la intencién de Henri de explorar caminos nuevos en sus escritos. A principios de 1992 Henri habia dicho: «En cierto modo, mi conciencia se ha extendido. Esto no me preocupa, pero reconozco que es un nuevo mundo y puede ser aterrador. Percibo hasta qué punto he juzgado a los demas, pensando: “Yo soy catélico y ti no lo eres, pero deberfas serlo” [se rie] 0: “Yo soy blanco y tu no lo eres”, o también: “Yo soy varon y tti no lo eres”. Todas estas divisiones y barre- ras se han derrumbado. Ademdas, se ha suscitado la pregunta clave acerca de quiénes son Dios y Jestis, que sigue plantea- da. Pienso que no he juzgado a los demas conscientemente. Siempre he sido tolerante, pero hay en mi una nueva apertura ¢ identidad con la humanidad»*, 24. Henri J.M. Nouwen, «Touching Stone: The Sculpture of Steve Jenkinson»: Image. A Journal of the Arts and Religion 4 (Fall 1993), pp. 14-22. 25. Conversacién personal con el encargado de la edicién. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 16 ESCRITOS ESENCIALES Desde el principio, Henri habia predicado al mismo tiempo sobre el sufrimiento y la gracia en la muerte. Siempre habia compartido su entusiasmo sobre la visién jodnica de la vida eterna, especialmente clara en las palabras de despedida de Jestis a sus amigos: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda é] solo; pero si muere, da mucho fruto» (In 12,24). «Os conviene qué yo me vaya; porque si no me voy, no ven- drd a vosotros el Pardclito» Gn 16,7). Durante afios, Henri habfa hablado de la muerte como el definitivo regreso al hogar. En 1971, concretamente en un sermén en el tiempo de Adviento, Henri conté por primera vez en Yale un relato que habia ofdo en Europa y que repe- tiria hasta mediados de la década de 1980. Durante la segun- da guerra mundial, un prisionero de guerra languidecia en los campos de la muerte de Siberia. Al terminar la guerra, es- taba demacrado, desesperadamente deprimido y a punto de morir. Ponia incluso en tela de juicio el valor de la vida. De pronto, un dia recibié una breve carta de su esposa. Se sor- prendié al tener noticias de que estaba viva. Su espfritu se reanim6, y de nuevo quiso vivir. «Con nosotros pasa algo pa- recido», decia Henri con su certeza y entusiasmo caracteris- ticos. Dios nos ha enviado una carta, contandonos que esta prepardndonos un lugar maravilloso para cuando, en el mo- mento de la muerte, regresemos a casa. Henri habia configurado su vida con la de Jestis. Como Jesus, Henri preparé a sus oyentes para su muerte ofrecién- doles relatos, pardbolas y analogias. El libro best-seller que escribié en 1992, El regreso del hijo prédigo, explora su ale- goria preferida del «regreso al hogar». Y los dos libros que escribié en 1994, Agué y ahora y Our Greatest Gift, ofrecen muchas vifietas sobre la promesa de la muerte en Cristo. En Our Greatest Gift, la muerte no es sdlo benigna, sino que es algo superlativo, una posibilidad de liberacién. La cercania inminente de la muerte se convierte en una oportunidad para la liberaci6n, no sélo para nosotros, sino también para aque- «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 80 ESCRITOS ESENCIALES to de su obra. Sabiendo que no todos los habitantes de Judea en el siglo 1 vieron con buenos ojos la misién y la autoridad espiritual de Jestis, pensaba que estaba en buena compaiiia. La cena de despedida de Jestis con sus discipulos fue ef centro de gravedad espiritual de Henri. Siempre quiso salir de la mesa de comunién, y volver a ella, con sus amigos, como habia hecho Jestis. Henri celebré la eucaristia todos los dias, pero con mucha frecuencia lo hizo solo o con per- sonas con las que no podia compartir sus luchas mas inti- mas. Se podia agotar y deprimir faécilmente. Cuando, por su propio coraje y por la gracia de Dios, podia entrar de nuevo en contacto con la comunidad, una vez mas se sentia ilumi- nado desde dentro por un fuego que quizd sélo unos pocos tienen el privilegio de experimentar. Henri vivid entre los pobres, pero su éxito en la docen- cia y con sus escritos hizo también que su nombre fuera conocido por millones de personas en busqueda espiritual. En la ultima década de su vida, con frecuencia viajaba con una persona discapacitada de su comunidad. Y con la misma frecuencia sus viajes lo Ilevaron a los hogares y las institu- ciones de los ricos y poderosos. Sus palabras y su mensaje eran sencillos, y opt6 por escribir con una prosa sencilla; pe- To algunes personajes que tenian mucho poder en los mun- dos secular y religioso buscaron su consejo: la Primera Da- ma de los Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, dijo en una ocasién que E/ regreso del hijo prddigo de Henri ocu- paba el lugar més alto en su lista de lecturas espirituales, y el cardenal de Chicago, Joseph Bernardin, recibié agrade- cido la gufa espiritual de Henri en su preparacién para la muerte™, Henri fue un director espiritual muy buscado entre los discapacitados y los ayudantes sanos de El Arca, y tam- bién entre algunos de los poderosos de la politica y la eco- nomia norteamericanas, 33. Comunicacidn personal de mayo de 1996. Véase también Kenneth L. Woopwarb y John McCormick, «For the Journey Everyone Must Face, Cardinal Joseph Bernardin Illuminated the Trail», seccién Lifestyle, Newsweek Magazine, 25 de noviembre de 1996, «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 84 ESCRITOS ESENCIALES clan como dimensiones simultdneas de nuestra vida en Dios. Sintiendo un ansia infinita y personal de Dios en nuestro corazon, nos dirigimos a un lugar de oracién tranquilo. Alli nos ofrecemos a Dios y recibimos la bendicién de sentirnos amados por él. Dios dice: «Tit eres mi hijo amado, ti eres mi hija amada». Después de recibir la bendicién en la sole- dad y la oracién silenciasa, Dios nos hace bajar del monte y nos conduce al mundo, un mundo sufriente donde muchas personas no experimentan Su anor. La presente seleccion de las obras de Henri sigue este esquema paradigmdatico del relato de Lucas: en las diferen- tes secciones pasamos de nuestra conversion en soledad a ta formacién de la comunidad, luego al ministerio de procla- macién de la Buena Noticta, y después al amplio mundo mds alld de nuestras pequeiias comunidades. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 88 ESCRITOS ESENCIALES nuevo templo (Jn 2,19) y el nuevo refugio (Mt 11,28). Esta idea se expresa de una forma mds completa en la despedida, donde Jestis se revela a si mismo como el nuevo hogar: «Haced vuestra morada en mi, lo mismo que yo la he hecho en vosotros» (Jn 15,4). Jestis, que es plenitud de Dios, se ha hecho nuestro ho- gar. Al habilitar su hogar entre nosotros nos posibilita cons- truir el nuestro en él. Al entrar en la intimidad absoluta de nosotros mismos, nos ofrece la oportunidad de entrar en su propia intimidad con Dios. Al escogernos como su morada predilecta, nos invita a que hagamos de él también nuestra morada preferida. Este es el misterio de la encarnacién. Ahora es cuando podemos llegar a entender el sentido que tiene la disciplina en la vida espiritual. Significa un pro- ceso gradual de volver al hogar al que pertenecemos y escu- char alli la voz que desea captar nuestra atencién. Es la voz del «primer amor». San Juan escribe: «Tenemos que amar... porque Dios nos amé primero» (1 Jn 4,19). Este primer amor es el que nos ofrece el lugar de intimidad en el que podemos morar a salvo. El primer amor dice: «Sois amados desde mucho antes de que otras personas puedan haberlo hecho o de que vosotros haydis amado a otros. Sois acepta- dos mucho antes de aceptar a otras personas o de recibir su aceptacion. Estdis gozando de seguridad mucho antes de que haydis podido ofrecerla o recibirla». El hogar es el lugar donde este primer amor mora y nos habla con dulzura. [...] La oraci6n es la manera mds concreta de edificar nuestro. hogar en Dios. —Signos de vida, pp. 35-36, 37-38 De la casa del miedo a ia casa del amor Como podemos vivir en medio de un mundo marcado por el miedo, el odio y la violencia, y no ser destruidos por él? Cuando Jestis ora al Padre por sus discipulos, responde a esta pregunta diciendo: «No te ruego que los saques del mundo, sino que los protejas del Malo. No pertenecen al mundo, como yo tampoco pertenezco al mundo» (Jn 17,15-16). «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 92 ESCRITOS ESENCIALES De la mente al corazén 4Cémo podemos concretamente tratar de poner nuestro coraz6n en el reino de Dios? Cuando estoy en la cama, inca- paz de dormir por las muchas preocupaciones, cuando tra- bajo preocupado por las muchas cosas que pueden salir mal, cuando no puedo dejar de pensar en un amigo moribundo, Zqué se supone que tengo que hacer? ,Poner mi coraz6n en el reino? Muy bien, pero gcémo se hace eso? [...] Una respuesta sencilla es pasar de la mente al corazén diciendo despacio una oracién con tanta atenci6n como sea posible. Esto puede parecer como ofrecer una muleta al que pide que le curen una pierna rota. La verdad, sin embargo, es que una oracién, rezada desde el corazén, cura. Si se sabe de memoria el padrenuestro, el credo de los apéstoles 0 el glo- tia, ya hay por dénde empezar. Puede ser ttil aprenderse también de memoria el salmo veintitrés: «El Sefior es mi pastor...», 0 lo que escribe san Pablo a los Corintios sobre el amor, o la oracién de san Francisco: «Sefior, haz de mi un instrumento de tu paz...». Estando en la cama, conduciendo el coche, esperando el autobtis o paseando al perro, puedes repasar despacio en tu mente las palabras de alguna de estas oraciones, tratando simplemente de escuchar con todo tu ser lo que significan. Tus preocupaciones seguiran distrayéndo- te, pero, si vuelves una y otra vez a las palabras de la ora- cidn, iras descubriendo paco a poco que esos pensamientos. se hacen menos obsesivos, y empiezas de verdad a gustar la oracién. Y segtin vaya descendiendo la oracién de la mente al centro de tu ser, irés descubriendo su poder de curacién. Aqui y ahora, pp. 90-91 La oraci6n: tres reglas Volviendo a la pregunta que nos afecta personalmente —cudl es la oracidn de nuestro coraz6n-, primero debemos conocer cémo encontrar la oraciédn mas personal, la que mejor se adecua a mi manera de ser y a mis circunstancias tnicas, «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 96 ESCRITOS ESENCIALES igual y piensan a menudo: «jPuras palabras...!». Politicos, hombres de negocios, ayatollahs y papas dan conferencias y hacen afirmaciones «a tiempo y a destiempo», pero quienes los oyen dicen: «jPuras palabras...!». El resultado es que la funcién principal de la palabra, la comunicacién, ha dejado de realizarse, La palabra ya no comunica, no fomenta la comunién ni crea comunidad y, por tanto, no da vida. La palabra no es una plataforma segura sobre la que las personas pueden encontrarse y construir la sociedad. 4Exagero? Fijémonos por un momento en la ensefianza teolégica. ,Cual es su finalidad, sino acercarnos mas a Dios para que seamos més fieles al gran mandamiento de amarle con todo el corazén, con toda el alma, con toda la mente, y amar al prdjimo como a nosotros mismos? (Mt 22,37). Los seminarios y las escuelas de teologia deben ayudar a sus alumnos a progresar en la comunién con Dios, de unos con otros y con todo el género humano. El fin de la ensefian- za teolégica es conducir a toda la persona hacia la confor- midad cada vez mayor con la manera de pensar de Cristo, de forma que exista unidad entre la vida de oracién y aquello que creemos. jEs esto lo que suele ocurrir? Los que estudiamos 0 ensefiamos teologia nos encontramos a menudo en una red tan compleja de discusiones, debates y controversias so- bre Dios y la «cuestién de Dios» que la simple conversacién con El 0 el hacernos presentes a El se nos hace imposible. Nuestra habilidad verbal, tan desarrollada, que nos permite hacer distinciones sutiles, se convierte a veces en un pobre sustituto del compromiso con la Palabra que es vida. Si la ensefianza teolégica esté en crisis, es, primera y principal- mente, una crisis de la palabra. Esto no quiere decir que un trabajo intelectual critico y las sutiles distinciones que requiere no tengan su lugar en la ensefianza teolégica; pero cuando estas palabras no son ya un reflejo de aquella Palabra divina en Ja cual y por la cual el mundo ha sido creado y redimido, pierden su fundamento y llegan a ser tan seducto- ras y engafiosas como cualquier anuncio comercial. EL CAMINO CRISTIANO 97 Hubo un tiempo en que el monasterio era el lugar para la ensefianza teolégica. Allf las palabras nacfan del silencio y podfan conducir a un silencio mas profundo. Aunque los monasterios no sean ya el lugar mds comin para esta ense- fianza, el silencio sigue siendo tan indispensable como lo era en el pasado. La Palabra de Dios brota del silencio eterno de Dios, y es de esta Palabra, nacida del silencio, de la que que- remos ser testigos. -El camino del corazén, pp. 42-44 El peregrino silencioso El abad Titoes dijo en una ocasién: «Peregrinacion significa que el hombre debe controlar la lengua». La frase «Peregri- nar es guardar silencio» (Peregrinatio est tacere) expresa la conviccién de los Padres del desierto de que el silencio es la mejor manera de anticipar el mundo futuro. El argumento mds frecuente usado en favor del silencio es el de que las palabras conducen al pecado. Guardar silencio es, pues, el mejor modo de librarse del pecado. Esta conexién la expre- sa claramente el apdstol Santiago: «Todos caemos muchas veces. Si alguno no cae al hablar, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo» (Sant 3,2). Santiago no deja lugar a dudas de que hablar y no pecar es muy dificil y de que si, en nuestro camino hacia la eterna morada, queremos librarnos de los pecados del mundo, el silencio es el camino mas seguro. [...]. San Benito no sélo previene a sus hermanos acerca de palabras pecaminosas, sino que les dice que deben también evitar hablar aunque sea de cosas buenas y edificantes, porque, como estd escrito en el libro de los Proverbios: «En las muchas palabras no falta- rd pecado» (Pr 10,19), Hablar es peligroso y con facilidad nos aparta del camino recto. [...] En suma, las palabras pue- den dejarnos con la sensacidn de que hemos hecho una para- da demasiado larga en una de las aldeas que encontramos en el camino; de que nos ha motivado més la curiosidad que el deseo de servicio. Las palabras nos hacen olvidar a menudo 98 ESCRITOS ESENCIALES que somos peregrinos Hamados a invitar a otros a unirse a nuestro caminar, Peregrinatio est tacere, El guardar silencio nos mantiene como peregrinos. -E! camino del corazon, pp. 46-48 Permanecer en silencio con los amigos Cada vez me convenzo mds de que permanecer en silencio con los amigos es tan importante como hablar con ellos. Ver a muchas personas y hablar con ellas sobre lo que les ha sucedido y les estd sucediendo me deja a menudo con la impresion de que en realidad no hemos estado juntos. El in- tercambio de innumerables detalles sobre la vida de la gente con frecuencia puede crear mds distancia que cercania. Las palabras son importantes para unir los corazones, pero el exceso de palabras puede alejamos a unos de otros, Siento un deseo cada vez mds fuerte de permanecer en silencio con los amigos. No hay por qué contar todos los acontecimientos, ni compartir todas las ideas. Una vez que hay una atmésfera de confianza mutua, podemos permane- cer en silencio y dejar que sea el Sefior el que hable, amable y suavemente. Escuchar juntos a Jestis es una buena forma de acercar- nos mutuamente y alcanzar un nivel de intimidad que no puede producir ningtin intercambio interpersonal de pala- bras. El silencio vivido juntos en la presencia de Jestis con- tinuaré dando muchos frutos en el futuro. Parece que un silencio afectuoso puede entrar en nuestra memoria en una profundidad mayor que muchas palabras afectuosas. —The Primacy of the Heart, p. 41 La Palabra transformadora Vivimos en un mundo en el que las palabras apenas tienen valor. Las palabras nos inundan: anuncios, vallas publicita- rias y sefiales de trafico, octavillas, folletos, libros, pizarras, «a You have either reached a page thatis unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 100 ESCRITOS ESENCIALES mos decir que esta llena de su presencia. [...] Muchas veces pensamos en la palabra como una exhortaci6n a salir de nosotros y a cambiar nuestras vidas. Pero todo el poder de la palabra radica, no en cémo la apliquemos a nuestras vidas después de haberla oido, sino en su capacidad de transfor- maci6n, que realiza su obra divina mientras escuchamos. Los Evangelios estan llenos de ejemplos de la presencia de Dios en el mundo, Personalmente, a mf siempre me ha emocionado la historia de Jestis en la sinagoga de Nazaret, donde ley6 el siguiente texto de Isafas: «El Espiritu del Sejior esta sobre mi, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a prociamar la libera- cidn a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos, y proclamar un afio de gracia del Sefior» (Le 4,18-19). Después de leer estas palabras, Jestis dijo: «Esta Escri- tura que acabdis de ofr se ha cumplido hoy». De pronto, queda perfectamente claro que los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos no son seres que anden por ahi, fuera de la sinagoga, y que algtin dia habran de ser liberados, sino que son las personas que estan escuchando en ese momento. Y es en esa escucha donde Dios se hace presente y sana. La Palabra de Dios no es una palabra que debamos apli- car a nuestra vida diaria algtin lejano dfa; es una palabra que nos sana en y a través de nuestra escucha, aqui y ahora. —Con el corazén en ascuas, pp. 47-50 SOLEDAD El horno de la transformacién La soledad es el horno de la transformacién. Sin la soledad seguimos siendo victimas de nuestra sociedad, seguimos enredados en las ilusiones de nuestro failso yo. Jestis mismo entré en este horno. Alli fue tentado con las tres seducciones de! mundo: ser eficaz («Convierte estas piedras en panes»), ser espectacular («Lanzate de aqui») y ser poderoso («Todo

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