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Tere Moll
Los radicalismos habitualmente suelen ser de carcter poltico, pero en los ltimos aos el
carcter de estos parece haber cambiado y se hacen evidentes los de carcter religioso.
Por una parte en la medida que no se ha conseguido separar la religin de las polticas de
estado, nos encontramos con situaciones como el conflicto entre Palestina e Israel, en la
cual el estado de Israel se permiti en vsperas de las elecciones legislativas propias y las
de los U.S.A. bombardear la zona de Gaza, con la excusa de los cohetes lanzados por los
miembros ms radicales de Hamas. De esta manera mandaron un mensaje al mundo, al
entonces candidato Obama y a sus propios electores que, fieles a las estrategias
previamente diseadas y ante la muerte de trece de sus conciudadanos (diez
representantes del ejrcito y 3 personas civiles) votaron mayoritariamente opciones de
derecha e, incluso ultraderecha para, as reforzar las polticas militares llamadas
eufemsticamente de autoproteccin.
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Y por ltimo, si analizamos la tercera gran religin monotesta occidental, la catlica, que
pese a ser la nica que, tericamente, no se asienta sobre poderes polticos, sigue
buscando incesantemente influir en ellos y nos encontramos con un fuerte componente
de manipulacin sobre los principios de las sociedades democrticas como lo son el
principio a la eleccin a la forma de vida de cada persona e incluso sobre el principio a la
propia identidad. Todas ellas tienen un elemento en comn: sus fuertes caracteres
androcntricos y su consideracin de las mujeres como ciudadanas de segundo orden,
siempre dependientes de los hombres.
As las cosas, las mujeres nos deberamos preguntar lo que estas religiones nos ofrecen y
renunciar a este tipo de doctrinas que nos someten, nos asignan papeles menos libres y
que adems nos usurpan libertades fundamentales como el derecho a elegir en libertad
nuestra maternidad as como la forma de acceso al placer. Creo que ninguna de las tres
doctrinas mencionadas tienen en cuenta nuestras necesidades como seres humanos libres
y con derechos, por lo tanto y, en la misma medida a m no me merecen ningn respeto,
puesto que quien no me respeta como mujer no merece mi respeto de mujer.