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Nota al 20 de mayo de 2007: editado para eliminar asuntos obsoletos sin pertinencia
actual, o cuestiones estrictamente internas de la agencia. Este documento es citado en el
Informe sobre las Instituciones Culturales de Puerto Rico editado por el Instituto de
Cultura Puertorriqueña en 2005.
NOTA DEL DOCUMENTO ORIGINAL : LOS PUNTOS DE VISTA AQUÍ EXPRESADOS NO SON NECESARIAMENTE LOS
PUNTOS DE VISTA OFICIALES DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA COMO AGENCIA.
artístico en Puerto Rico“ - Ley 89 de 1955, §4(a)7. Pero no recibió poderes indiscutibles, no
se le auxilió con un programa consistente de incentivos, y no se ha dejado acompañar de
reglamentación consistente y actualizada.
Existen a mi entender tres metas perseguidas por un programa de arquitectura dentro
de la agencia cultural del estado:
III. INTEGRACIÓN DE ARQUITECTURA Y CULTURA - Fundir las visiones y lecciones positivas del
patrimonio de forma diversa (no necesariamente literal) en la creación arquitectónica
contemporánea e incidir creativamente en la formación de los futuros profesionales de la
construcción.
Menos de la mitad (alrededor de 5,000 con unas 2,350 adicionales que son no-
históricas o solares vacíos dentro de zonas históricas) de los alrededor de quince mil
edificios y lugares designables por su valor histórico, arquitectónico y cultural en Puerto
Rico tienen algún tipo de protección efectiva que evite su destrucción y descaracterización.
Entre los lugares que aun hoy (abril de 2001) no tienen protección alguna están joyas
urbanas como los centros urbanos de Yauco, Mayagüez, Maricao, Sabana Grande, Arecibo y
otros; importantes distritos urbanos en municipios que ya cuentan con una zona histórica
(Miramar, Puerta de Tierra, Floral Park, partes de Río Piedras Centro en San Juan; el
poblado de la Playa en Ponce); sitios en zonas urbanas de muchos otros pueblos y casi todo
el patrimonio rural. Casonas, lugares y edificios asociados con grandes personajes o sucesos
de la historia (ejemplos al azar: la hacienda rural de De Diego en Mayagüez, la casa donde
Ramón Frade creó gran parte de su vida de artista frente a la plaza de Cayey, el
impresionante conjunto de fuentes de agua de 'Las Plumas" en Hormigueros, la hacienda de
Manuel Rojas en Lares; faros en Guánica, Puerto Ferro de Vieques, Isla Culebrita, etc.) están
amenazadas perennemente de ser destruidas o meramente hacerse polvo por el olvido, la
falta de recursos o la crónica alienación que aun padece el puertorriqueño promedio frente a
su historia.
Cuando frente a un venerable sitio histórico lo que se ve no es un eslabón de nuestra
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cadena de logros - sino un vejestorio, una ruina o un pedazo de terreno para depositar
nuestros arrogantes monumentos a la vanidad de los tiempos - se niega la personalidad
patria en aras de la comodidad económica. Ha sido esperanzador, por ejemplo, como se ha
luchado denodadamente por la comunidad para evitar la destrucción de un molino y
remanentes de una antigua hacienda que pudo ser del siglo XVI en Río Lajas de Dorado;
como se detuvo la eliminación de ese importante hotel moderno de calidad arquitectónica,
"La Concha"; o como ahora se trata de adquirir para uso cultural la casa natal de Amaury
Veray, el compositor, en Yauco. Los fracasos tales como las pérdidas de la casa parroquial
de Aguadilla (1940-1998), el importantísimo almacén de Laurnaga (1840-1994) en El
Pepino, La Puntilla de San Juan (1975), etc., aunque dolorosos, son aldabonazos que
muestran la urgencia de establecer un efectivo sistema de rescate y manejo, con
concienciación, de este patrimonio amenazado.
El rescate y el manejo: binomio inseparable; uno surgido de la urgencia y militancia
cultural ante la pérdida amenazada, otro de la proyección del lugar rescatado en el futuro,
darle viabilidad y justificación sostenida. En ambos aspectos se falla actualmente:
a. Por ordenanza municipal - usualmente no es reconocido por ARPE y es más bien una
mención honorífica. A veces resoluciones municipales se redactan con el fin de
lograr presión ante la inminente pérdida o mal uso de un lugar histórico, o para
buscar que las agencias del gobierno central eviten autorizar obras en perjuicio del
lugar.
b. Designación como monumento por el ICP - a veces esta es reconocida por ARPE pero
no establece incentivos. Usualmente es útil para que se dé reconocimiento para fines
de donaciones de la Legislatura, o entidades gubernamentales o privadas. Requiere
de resolución de la Junta de Directores del organismo.
c. Edificios públicos construidos anteriores a 1960 - éstos se cubren por medio de una
cláusula ambigua en la Resolución JPE-047 del 30 de agosto de 1994, §2: establece
que toda consulta de ubicación en un edificio así definido debe contar con visto
bueno del ICP. Sin embargo al darse este proceso de revisión a un nivel tan
conceptual como lo es el de “consulta de ubicación”, no se permite frecuentemente
luego a nuestra agencia revisar las obras concretas hechas según lo originalmente
autorizado – muchas de las cuales distan de ser adecuadas para proteger el lugar.
d. Zonificación CR-H en Reglamento 4 de Planificación ("Reglamento de
Zonificación", en este escrito "Reglamento 4"), §57.00, página 211 (y su contraparte
arqueológica, CR-A, §56.00, p. 210): Establece una clasificación general que
presuntamente impide que se afecten negativamente los elementos históricos de una
propiedad. El apartado es muy general y no expresa la necesidad de que las obras en
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una propiedad así zonificada sean revisadas por el ICP. Esto se presta a
interpretaciones ambiguas.
e. Menciones en planes especiales de área, tales como el Plan de Ordenación de
Santurce-Centro de la Junta de Planificación o los Planes de Ordenamiento
Territorial: En teoría dan protección a los lugares, pero no especifican
procedimientos o parámetros para la protección de los mismos (podría darse alusión
a criterios de manejo de otro reglamento, tal como el Reglamento de Planificación 5,
pero no es necesario para que estos planes se aprueben). En el caso de Santurce-
Centro al menos, el Plan requiere endoso a la vez del ICP y de la Oficina Estatal de
Preservación Histórica (SHPO, siglas en inglés) sin especificar por qué es necesario
tal doble endoso.
f. Plazas de recreo y edificios circundantes, Reglamento 4, §3.15 (antes §3.14 hasta la
más reciente revisión): Indica la necesidad de que el ICP vea estos casos, pero no
establece parámetros para los edificios y en el caso de las plazas mismas los criterios
están reñidos con lo que se conoce de la historia de las mismas.
g. Designación al Registro Nacional de Lugares Históricos del Departamento del
Interior Federal, o elegibilidad para estar en el mismo: teóricamente permite la
obtención de ayudas o empréstitos de fuentes federales o posiblemente privadas (en
el ámbito de Estados Unidos), y también da protección contra el uso de fondos
federales para descaracterizar o destruir dichos lugares. Como se explica más
adelante, es una designación hecha en el ámbito federal, que se tramita por medio de
la SHPO mediante un proceso de nominación y designación que está establecido en
36 CFR (Code of Federal Regulations).
h. Sitio Histórico / componente de Zona Histórica designado conforme al Capítulo 4
del Reglamento de Planificación Número 5 ("Reglamento de Sitios y Zonas
Históricas", de aquí en adelante "Reglamento 5"). Este tipo de designación es la
única aplicada por proceso administrativo que da carácter vinculante a la protección
del lugar, ya que el lugar o distrito designado es incorporado a los planos de
zonificación, los cuales como es sabido son documentos legales. Según lo interpreta
la Junta de Planificación (JP) es el único método administrativo que legaliza la
protección de un lugar, y la Administración de Reglamentos y Permisos (ARPE) no
viene obligada a requerir endoso al ICP que se conforme a las cláusulas de manejo
del Reglamento 5, si la propiedad no está designada siguiendo el mismo.
i. Designación legislativa. También es vinculante y prevalece sobre cualquier otra
existente, pero la JP tiende a ser renuente, aunque en rigor esté obligada, a incorporar
los monumentos así designados a los mapas oficiales.
1987, donde el proyecto de "Pabellón de las Artes", que lo sustituyó totalmente, fue hecho
una vez que se decidiera no usar un empréstito federal "UDAG" del Departamento de la
Vivienda federal, sino fondos estatales, para el mismo).
Esto nos deja con la designación "protectora" del Capítulo 4 y Anejos 1 y 2 del
Reglamento 5 (inciso "h"). Obtener designación por este medio es una proeza, ya que dicho
reglamento explícitamente define que una propiedad no es histórica hasta que se pruebe lo
contrario. El someter una nominación requiere de una cantidad excesiva de documentación
para radicar, sin la posibilidad de un procedimiento urgente de moratoria para tratar de
prevenir la destrucción del lugar. En el mejor de los casos se puede coger "en pifia" a
propietarios y promoventes inescrupulosos que acostumbran iniciar obras sin que se haya
dado un permiso final de construcción, aun si no necesitara endoso del Instituto.
`El mecanismo de nominación y designación es asaz bizantino. Las peticiones de
nominación van a técnicos de la JP que se dedican ante todo a revisar papelería y que no
falte nada de lo "exigido"; luego se va a un Comité Asesor de Sitios y Zonas Históricas que
presuntamente es nombrado conjuntamente por la JP y el Director Ejecutivo del ICP, y que
está compuesto de "expertos" (arquitectos, arqueólogos, historiadores) sin que haya un
insumo del interés ciudadano. Esto promueve la posibilidad de que un lugar investido de
valor por los ciudadanos de una comunidad (como podrían ser de someterse, digamos, las
escuelas de Jayuya o la alterada casa Frade de Cayey) se rechace por la aparente, a primera
vista, falta de "méritos" evidentes, tectónicos y estéticos - ignorando el componente social
que es parte una efectiva designación.
Entonces se piden endosos del Instituto de Cultura Puertorriqueña (¿y, para qué está
ese "Comité Asesor", pues?) y se tiene que ir a una vista pública que el peticionario suele
sufragar para pedir la opinión de la comunidad. Luego hay que esperar que baje la resolución
de la Junta, lo cual, con el "tapón" en dicha agencia, ha ocurrido a menudo bastantes meses
después de la vista. Y aunque existe un mecanismo de supuesta "moratoria" luego de la
radicación, ésta está tan mal estructurada en el reglamento (nos pasó con Coamo entre 1994-
1995) que requirió de una resolución interpretativa para evitar que terminara siendo una
paralización ultra vires a toda gestión a hacerse sobre las propiedades, especialmente en
zonas históricas grandes y complejas.
Por todo esto es necesario un sistema más sencillo de nominación / designación de
propiedades históricas, que sea: a) preciso; b) ágil; c) justo para los diversos intereses
implicados (propietarios, promoventes de la designación, líderes culturales interesados, ICP;
asimismo beneficiarios posibles de la conservación de la propiedad restaurada, como
empresas de turismo, contratistas especializados en edificios antiguos, etc.; y otros sectores
que pueden ser perjudicados, al menos a corto plazo, por tal designación como lo pueden
sentirse muchos propietarios, inquilinos / ocupantes, financiadores de obras, etc.).
Actualmente existe un conflicto de interpretación entre las leyes 374 de 1949 (que da
el poder de designar a la Junta) y la Ley 7 de 1955 (que bastante expresamente da ese mismo
poder al ICP). En algunas disposiciones tales como la Ley 7 de 1955 (la de las exenciones
contributivas sobre propiedades históricas restauradas, o no históricas armonizadas) se
aceptan ambas designaciones (aunque el año pasado se estaba considerando legislación para
solo aceptar las que fueran designadas por la Junta, desconozco en verdad el destino de tal
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proyecto).
La norma actual en nuestra agencia es la de seguir las reglas del juego del
Reglamento 5 y en todo caso ser facilitadores de solicitantes de nominaciones históricas por
ese procedimiento (orientando, y a veces actualmente ayudando a llenar la papelería
necesaria). Esto consume gran parte de nuestro escaso tiempo como técnicos.
Con el Reglamento 5 se han logrado seis de las ocho zonas históricas que existian en
nuestro país al año 2002 (* aproximados):
San Juan (1949, 890 propiedades) y Manatí (1985, 145 propiedades) fueron logradas
antes: la primera por legislación expresa y la segunda negociando los términos entre los
promoventes, ICP, y Junta de Planificación. Además hay 250 sitios históricos
aproximadamente, implementados después de la implementación del Nuevo Reglamento 5
en 1990 (todos excepto 15 fueron nominaciones hechas de las listas del National Register
por la SHPO). Las designaciones previas tales como las de la CAVH de 1930, las legisladas
y las resoluciones de la Junta de ICP no han sido adecuadamente, al día de hoy, organizadas,
compiladas o enumeradas, por lo cual no se sabe a ciencia cierta cuantas hay; aunque existe
una lista que hizo el Arq. Mario Buschiazzo en 1954, que lista un total de unos 80 lugares.
Entiendo que se debe revisar toda la legislación que tiene que ver con la
designación de zonas históricas. Debe a mi juicio dársele ese poder al Instituto, aunque
sean necesarias salvaguardias exigidas por el buen procedimiento administrativo y que la
agencia establezca un reglamento cuidadoso para asegurar la pureza del procedimiento.
Entiendo que la Junta de Planificación no debe tener un sistema paralelo de evaluación
sino en todo caso debe refrendar las designaciones del ICP o legislativas de una manera
más sencilla. Esto no excluye que se levanten datos sobresalientes de los sitios o zonas a
designarse, pero entiendo que parte de este proceso puede darse mientras se propongan
obras en las propiedades afectadas y se pueda en su momento dar un reconocimiento (este
ha sido el caso en la Zona Histórica de San Juan). Los edificios históricos tienen su mérito
intrínseco, no deben depender de un papel para que adquieran "ex abrupto" esa
valoración.
2. Manejo - Una vez se determina por las razones que sea que una propiedad necesita ser
revisada mediante el mecanismo de endoso por el Instituto de Cultura, o se persigue algún
tipo de beneficio como exención contributiva o reconocimiento, implementamos un sistema
de manejo mediante el mecanismo de solicitud del proponente con seguimiento, evaluación
y emisión de comentarios (casi invariablemente escritos) sobre la solicitud, aprobándola,
denegándola o (cuando no se pide endoso particular) comentando sobre la valoración de la
propiedad.
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Las funciones de manejo del ICP en rigor no son delegables, y nuestro Instituto tiene
que avalar los casos aplicables aunque sea una OMP la que otorgue el permiso final (ej.
Carolina, Bayamón). En Ponce las funciones de endoso fueron entregadas por convenio del
25 de noviembre de 1992 a técnicos del Municipio, lo cual ha sido, cuando el promovente de
un proyecto es el municipio, generalmente problemático (ej. casos con incumplimientos
verificables o aparentes al Reglamento 5, como "Estancias de Aragón" en los antiguos
terrenos del Hospital Dr. Pila y la antigua Farmacia Moscoso frente a la plaza, reseñado en
varios medios). Como la exoneración contributiva es prerrogativa del gobierno central, éste
tiene que hacer las inspecciones pertinentes, pero si los técnicos municipales permiten
intervenciones que el ICP considera impropias, ello da lugar a diferencias y problemas de
comunicación - específicamente, ¿cómo se le plantea a un propietario que sus obras
"correctas" según el municipio no le autoricen a recibir una exoneración igualmente
esperada ante el ICP?
Más preocupante es el sistema de cobros por servicio. Los montos de los derechos
por servicios son en algunos casos altos, como en el caso de los de uso no residenciales en el
cual se cobra $25 por cada 200 pies2 (18 m2) de espacio total. Hubo un caso de una
mueblería conocida en San Germán que pagó la friolera de $725 en cargos por el endoso de
uso nuestro. Para hacer peor la situación hay que tomar en cuenta que: 1) no se hacen
exenciones para entidades gubernamentales de cualquier nivel ni para organizaciones sin
fines de lucro o personas indigentes; y 2) el cobro tiene que hacerse personalmente en San
Juan (oficina central de Finanzas) o por correo, ya que no hay acuerdo para que pueda
pagarse con comprobante de rentas internas, y tampoco se han instalado recaudadores en las
regiones que puedan recibir los valores exigidos. Creo definitivamente que el proceso de
cobros es un auténtico desincentivo para que las personas hagan las restauraciones
necesarias.
Ejemplo específico: al trabajarse una exención contributiva, muchas propiedades
fuera de San Juan tienen valores de tasación relativamente bajos, o al ser vividas por sus
dueños tienen exenciones parciales del CRIM. Ellos tienen que pagar $100 al ICP por el
endoso y encima de eso (y más injusto aun) si van a alquilar toda o parte de la propiedad, un
cargo por “opinión” de $400 a Hacienda ($500 si regresan porque se les olvidó un
documento en la primera radicación). Con estos cargos es difícil que se estimule a un
propietario a que restaure para recuperar su inversión mediante el mecanismo de la Ley 7 de
1955 según enmendada (ley de exoneración contributiva en zonas y sitios históricos).
En todas las alternativas antes mencionadas, el ICP actuaría como agencia que
validaría el carácter histórico y las obras necesarias de rehabilitación de los inmuebles
afectados, y se tendría cooperación de los Comisionados de Instituciones Financieras y de
Seguros, Registro de la Propiedad del Departamento de Justicia, y Departamento de
Hacienda, como reguladores del aspecto normativo pertinente de los programas. A su vez
el BGF será el proveedor (de tener con qué) de los “fondos semilla” para arrancar las
iniciativas 1,5 y 6.
Debe existir una ley que exija que se evalúe el impacto sobre recursos culturales e
históricos, designados o no, en proyectos que tengan fondos, licencias, garantías u otra
participación específica del gobierno del Estado Libre Asociado. Se estudiará el efecto
sobre recursos históricos y arqueológicos, requiriéndose una evaluación, documentación, y
rescate (en TODOS los casos donde sea posible, y si no mitigar con documentación); en
otras palabras una "§106 criolla".El ICP sería la agencia responsable de hacer cumplir
dicha disposición.
comunitarias tales como los Centros Culturales, este panorama ha ido cambiando. Pero el
trayecto que queda es largo.
Aun en la pedagogía oficial, prevalece casi exclusivamente la visión del
monumento, del lugar excepcional donde estuvo algún gran personaje, o donde se
enmarcaron los eventos “trascendentes” de la historia. Apenas se estudian los marcos de la
vida cotidiana, o cuando se analizan, se ven por el cristal de la distancia. Quizá alguna
explicación de museo o película educativa, pero sin amarrarse a la pertinencia del presente.
La arquitectura, el ambiente tradicional que dan los lugares antiguos e históricos, es
una de las presencias más impactante del pasado en el presente. Por ello su valor testimonial
es importante. Ello ha llevado inclusive a recuperaciones de la memoria perdida, como lo
fue la reconstrucción de la largamente desaparecida Casa Canales en Jayuya, construida en
1993 con un cuidadoso estudio basado en documentos históricos, fotografías e historia oral
(y el cual no necesitó, de hecho, del respaldo institucional del ICP).
La sensibilización sobre la importancia de este legado debe iniciarse en la temprana
niñez y juventud, siguiendo hasta la vida adulta. Para ello urge divulgar y educar
extensamente con el fin de concienciar y hacer de los ciudadanos diligentes guardianes del
patrimonio cultural. Sin embargo, esto no se hace ni siquiera a nivel de las universidades.
Lamento decirlo, pero aun hoy día la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, en
su propia facultad de arquitectura, NO TIENE ningún curso obligatorio, de aula o de taller,
sobre la arquitectura tradicional e histórica de Puerto Rico. Todavía la historia de la
arquitectura, para nuestros futuros profesionales, es el obsoleto canon de Egipto-Grecia-
Roma-Medieval-Románico-Gótico-Renacentista/Barroco-Racionalismo-Revolucion
Industrial-Movimiento “Moderno”, visto con gríngolas euro céntricas. ¡Increíble! Los otros
programas de arquitectura en Puerto Rico (Universidad Politécnica y dos años iniciales de
bachillerato en la Interamericana de San Germán) sí incorporan algo de nuestra tradición a
su plan de estudio mínimo.
Mucha de la profesión arquitectónica del país vive aun de los trends pautados por los
grandes centros de diseño como Italia, España y el occidente de Estados Unidos. Sus pobres
émulos antillanos sin embargo despiertan lentamente a la presencia de venerables lugares
donde resuena el eco de la historia; muchos colegas redescubren hoy día los encantos de
sitios como Ponce, Guayama, San Germán, etc. Y en el futuro espero que de allí salga no
solo más ímpetu en defender nuestro patrimonio, sino en integrar las lecciones del pasado a
la creación moderna (explicaré más adelante).
Los jóvenes contrario a lo que se piensa son bien receptivos a que se les eduque
sobre el valor del patrimonio de su comunidad. En el mes de junio de 2000 tuve el privilegio
de trabajar con 23 muchachos de los Clubes 4-H de Juana Díaz en un taller de seis días de
duración que fue una faena de mutuo descubrimiento de los valores juanadinos en campo y
ciudad. A instancia de la agrónoma de Extensión Agrícola local, visitamos haciendas
cañeras y de café, absorbiendo su belleza, documentando con camaritas desechables y
lápices sobre papel de dibujo. También entramos al pueblo y se explicó en el sitio el valor de
su arquitectura tradicional, mientras jovencitos(as) sentían las texturas y admiraban los
patrones de los vetustos materiales: ladrillo, madera, loseta criolla, balaustres en madera,
adornos, y mucho más. Algunos de los / las jóvenes han seguido, a pesar de su tiempo
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el uso de plazas, calles y parques para festivales, ferias, encuentros y ceremonias; y aunque
parece natural y común, nos obligamos a reflexionar sobre como estos espacios tal y como
se encuentran realmente facilitan esos procesos. Nunca se ha hecho un análisis sobre cómo
el aprovechamiento cultural de los espacios públicos puede influenciar decisiones sobre la
configuración y diseño de los mismos (hasta donde sé). Pero se sabe que algunos lugares
han tendido a ser menos gratos que otros. La existencia de barreras, accesos estrechos, falta
de áreas para colocar tarimas y quioscos, y por otra parte, falta de sombra en actividades
diurnas, escasez de asientos o lugares donde colocar sillas para descansar, dificultad en
hallar sanitarios, etc., limitan de una forma u otra el disfrute óptimo de muchas actividades.
En el caso del espacio cultural que se crea expresamente para ese fin, existe un
perenne problema de mala distribución del mismo; o de controles (reglas, ordenanzas,
costumbres) que hacen difícil el acceso o uso para grupos comunitarios (como Centros
Culturales) o a hacedores de cultura (o colectivos de los mismos). Es cierto que el espacio
no hace al artista, artesano, o creador; pero puede facilitarle un desempeño más enfocado en
su tarea, presentación, o producto.
El proceso de apropiación / creación de espacios culturales tiene estrecha ligazón
con el patrimonio, ya que en muchas comunidades son los sitios patrimoniales los que se
quieren convertir, por su valor sentimental o simbólico, en ese tipo de lugares. Generalmente
el proceso ha sido trabajoso, muchos lugares como el Batey Columbia de Maunabo, la
antigua Escuela Cooper de Sabana Grande, y la hacienda Alomar de Santa Isabel
languidecen, mientras escasean los fondos y recursos. Cuando los grupos interesados en su
rescate tocan a nuestras puertas (ICP), no es mucho lo que se puede decir: no existe
disponible un sistema de obtención o gestión de fondos coherente.
Y también en los casos donde se han creado nuevas estructuras para aglutinar la
actividad cultural en los pueblos, la lucha tampoco ha sido facil. Solo la unidad y
determinación de las comunidades organizadas han hecho que se les haga caso en su
búsqueda de lugares para la cultura. Ejemplo a evaluarse de esta persistencia es el trabajo
hecho por el Centro Cultural Cayabo-Collores (CayaColl) de Juana Díaz para obtener para
esta poblada comunidad un lugar para actividades, biblioteca, museo con hallazgos
arqueológicos de una finca adyacente, y arboledas con especies nativas. Ya se ha persuadido
al Municipio a aportar con la gestión, aun se persigue en estos momentos el financiamiento y
viabilización de la obra. En esto, este servidor como arquitecto del ICP ha hecho una tarea
facilitadora, ayudando a visualizar la forma tectónica de los deseos de la comunidad, y
reuniéndose con ella y representantes gubernamentales con el fin de respaldar una iniciativa
justa.
El buscar recursos, gubernamentales o privados, institucionales, legislativos o de otra
índole, es una odisea que consume buena parte de las energías de las entidades culturales.
No existe un programa atractivo de incentivos que pueda ser deducible de las contribuciones
o que le dé algún otro respiro económico a los que donen fondos. No carecemos de una
tradición filantrópica, pero tenemos que admitir que está subdesarrollada por muchos
factores, entre otros el relativamente escaso desarrollo de los capitales basados en nuestra
isla.
Tampoco se hace difusión adecuada de la existencia de dineros que existen a través
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Para todo esto no tengo la respuesta ya que tenemos que embarcarnos en un proceso
de reflexión. Claro, existe la pregunta si el planteamiento de esta parte de mi análisis es
pertinente a la gestión del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Y pienso que sí, ya que el
ICP no solo debe ser la guardiana de los valores patrimoniales y tradiciones, sino que debe
tomar un papel más proactivo en la promoción de alternativas en la creación cultural
contemporánea, tarea que debe acometerse una vez se pueda estabilizar la situación grave
de la pérdida de valores histórico-patrimoniales.
Un ejemplo en el aspecto de arquitectura fue la decisión de nuestra agencia, hacia
1988 cuando dirigía López Sobá y la Srta. Liliana Ramos la división de publicaciones, de
editar el libro ¡Casas! del Arq. Fernando Abruña. Aunque tal decisión fue ampliamente
criticada por otros, creo que, aunque no fuera ese el efecto buscado, planteó la posibilidad
del ICP de entrar en parte del diálogo aun bastante superficial y dominado todavía por la
admiración a las grandes estrellas de la farándula arquitectónica (NOTA: CASI TODOS
LOS ARQUITECTOS INTERNACIONALES IMPORTANTES HAN PASADO POR
SUELO BORICUA, usualmente invitados para dar charlas sobre su obra aunque a otros,
como el luxemburgués Léon Krier, se le pidieron "estudios" arquitectónicos o urbanísticos
sobre situaciones en nuestra tierra).
La promoción o coparticipación en simposios o concursos arquitectónicos puede ser
una forma de que el ICP logre presencia en este debate, pero este asunto en detalle es
polémico, aun está bastante crudo, y debe eventualmente elaborarse en más detalle mientras
evolucione la esperada mejoría en la condición de la agencia, lo cual discutiré someramente
de inmediato.
equipos; a pesar de todo esto y la relativa baja retribución economica cara al grado de
especialización de las destrezas de los tecnicos, se han logrado resultados medibles.
Esperamos una situacion de respaldo mas constante que reconozca la complejidad y
especialización de nuestros trabajos. No es fácil, como se ha explicado previamente en esta
ponencia, adiestrarse en conocer a fondo sobre el patrimonio histórico puertorriqueño. Y
aun en la práctica privada, personas similarmente entrenadas son bastante raros. Y a otros
arquitectos licenciados o certificados, en el servicio público, otras agencias ofrecen trabajos
menos complicados, con responsabilidades relativamente limitadas, por sueldos que en
casos superan en 50% más el promedio de $2,500 mensual que se nos paga; y se sabe que
generalmente en esta profesión el trabajo gubernamental genera menos ingresos que el
trabajo privado o corporativo.
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