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1 TEMAS CLAVE DE LA CONSTITUGION ESPANOLA | INDICE SNIFICADO, FUNDAMENTO FUNCIONES TA REFORWA CONSTITUCIONAL Pag Ditreduccion El problema dei poser constitwyente Supremacte 9 rigides constitucionaies SEs Gradicign americana 33. G2 iadicton europea 3 Sapremacta » rigides constivucionales hia nctualidad Permanenciay cambio. consittucionales: la folaria conertnctonat TITS Setorma constitucional (2. [Es funciones dela reforma consti Tr Traplictetones poiicicas’y juricas de Yas ioe “nas de: procedinsienta TH: Ei Gpniticn de ln ausencin d'un po ‘edlinienta de reform 1.2, Lae Implicaciones politicas del procs: 9 bin dimiento: el eémo, el por auién y el cuando de la forma Soe 2. Los procedimnientos en el Derecho compara 3. EF referendum constinetonal >. tue. pro- btemiae 311.” Democracia represcntativay democracta ‘de Ta identidad 3.2. Laproxis histories del vefesendum cons: tinuctonst 33. La problematica dei refeiénduim cons taeional 34, Ta concepcion organics del ‘refe: 35. Laconcepeicn clinica del rufereadasa 36. Referendum e inielativa popular sus essos : 4. BI procedimiento ti’ ieforma consttviciona’ ‘en ef ordenamienta espanol c SNL La inietativn de ta refosraa 42, El procedimisnio del srticule 187 43° Bl procedimienta del articulo lee 44. Lac consecuencas jurdicas y poltieas del able procedimiento de telortna ‘constitucionals control de consttucionce lidad e mnditerentismo ideologice 45. Le cldunala del ariicul 109) 5. Las reformas consittucionaies ticitas 6. Quebrantamiento > suspension de ta Cons fete LAS MODIFICACIONES NO FORMALES DE LA CONSTITUCION : Las muiactin consittucional {os pos de mutaciones consituclonais itor normatives » mutacion constictonat El probioma de ta costumbre constituctonal Las convenciones constinucionates Los limites de las mutactones corsiiecle ales a 10 Pacentonie et PMpantoancenr det problema Peanirace del er cor ‘Ln sohucion del cons ie “closing como peder const tuyente 4p th criicn ln concepeton slavien del [Suge ds relorna como pocersomaita Ei'poder de ‘forma conto poder cons aio 5 ies ipod de Winter © ts veforind costa: ees SA ie los voces cates do ita jldad Eesti pica» al vator ft de Tete de iwngltded Bl cigteade plies das cssalas eintanoea e poobera oe In flan consid El Menlcadojuriden de av csussas fe ranging ie superigaldad ta'Segacion del valor juice de tos liter empleo la ese dela ftoome Se a simatic troy su csicn dos tries npc = $1. Los Mmites implicitos formales: las: feria de Merk! Alf Rose “G2. Une imines implictos materiaies Et faite consiconal Ts contotr de ta reforma wansituciona ar 29 baa 223 228 as 240 a aaa 27 ber me 23 21 304 0s 1 SIGNIFICADO, FUNTAMENTO Y FUNCIONES DE LA REFORMA CONSTITUCIONAL 1, INTRODUCCION EJ Estado constitucional cimenta su estructu raen dos pilares fundamentales: por un lado, en el principio politico democratico; por otro, en el principio juridico de supremacia constitucional Eonforme al principio politico democratico se en- tiende que corresponde al pueblo, en cuanto titu- lar de la soberania, el ejercicio indiscutible del poder constituyente. Seguin el principio de supre- macia, se considera que la Constitucion es lex su perior, que obliga por igual a gobernantes y ao- bernados. ‘Confluyen de esta suerte en la organizacién es- tatal que historicamente surge como consecuen: cia de los procesos revolucionarios burgueses, dos lineas de pensamiento perfectamente diferen- Giables. La primera seria la que, intentando pro- porcionar una justificacién racional del poder, arranca de las incipientes formulaciones de Ia doctrina pactista (Nicolas de Cusa, Marsilio de Ps- dua, ete, para terminar en la formidable cons- 15 truccién del iusnaturalismo contractualista en hombres como Althusius, Grocio, Puffendorf Wolf, Burlamagus, Vattel, Locke, Rousseat ct Ta segunda, preocupada no tanto en justificar cl poder como en propiciar su limitacion, y que podria situar su genesis en la teoria medicval Ge Eesupeditacion del gobernante a ia ley (Bracton, Fortescue, te) llegarla, a traves de las versiones 3 maticen més dispares entre los que no rela. 2 ocioso recordar ia literatura politica monar= ‘comes del derecho de resistencia afamac com. pleta y acabada formulacion en la obra de Mom teeguiou, en los wmbrates tnfemos del tstanfe y Is inatituctonalizacion de la evelucion burguesa Entre ambas linear de pensamiento, que res: ponden a objetives diversos y cumplen finalida- Ser distintas, subysce, sin embargo, una contra, posicién indudable, dela que es necesario dejar Constancia, en la medida en que anticipa histor camente a nivel tcorice la problematicn desde la due, por extrano que pueda vesulear, soe se ha: ce posible comprender el significado, ol funda. mento cl alcance de Ia reforma constitacionsll ‘Como ‘es de sobra conocido, fue Rowsseaa quien, al Hevar asta sus altimas consecuencias ta doctrina del pacto social, establecio con clarit dad Ia separacion y Ia distancia entre el princi. plo politico democratico y la teoria limitadora del poder expttesta por Moritesquscu, en la qe a la ostre se encuentran lox precedents y fundamen: fos mas s6lides sobre los que se elaboro luego la concepcién de la Conatituclon como ley supreroa, El'rasonamiento de Rousseau es contundente ¥ 16 claro: poraue el pusblo es soberano ¥ porque la Skictania cs imalenable. el pucblo sélo debe obe- Agcerse a si mismo, ejereitando directa o tame- Sscamante el poder politico. Lo que significa que {a unica democracia concorde con las exigenclas Eel contrate social, es la democracia divecta ode fs idonidad, de ia que derivarén, a st-ver, dos im postantes corolarios. En primer lugar, que al ae- Tar el pucblo permanentemente dentro de ella Snsu edndicion de sujeto soberano, una teorfa de Ib limitacion del poder resulta impensable, ya que Uh poder soberaho es por defimicion un poder tl Gihado, En segunda luger, que ai la idea de Cons tucion, en cuanto mecanismo limitador del po- dor, carece de todo fandamento en el ambito de fe democracin de la identidad, igaalmente se ha- Ha inadmisible su entendimiento como aparate @ (raver del cual se organiza la vida del Estado. Ca Comunidad politica surge por mediacién del pac- ftom societafis, en el cual el acuerdo de todos los Consociados da ligar al transite de la societas 1a- frac a la societas civilis sive politica. La anica Constitucion imaginable seria ba que se identifi Cara con el mismo contrato social Para hacer viable la idea de Constitucién como Instrumente limitador y organizador de los pode- res del Estado, se requeria, por lo tanto, partir de unas premivas contrarias alas que llevaba cO- to conclusion inexorable la doctrina del pacto s0- ial. Frente a la democracia de la identidad, co- ‘mo exigencia del ractonalism contractualista, Coloca entonces la democracia representativa, Co- mmo imperative impttesto por la realidad y por la 17 historia. ¥ es de esta impresionante y obligada claudicacién de la logica de la razon del iusnata Fallsmo pactista ante la ldgiea dela historia, y que €l propio Rousseau no puede por menos de reco- nose de donde partira la construccion dela te Ha constituctonal ‘Al producirse, en el marco de la democracia re- presentativa, la excision entre gobernantes y go berados, no ofrecera ya mayores dificultades concebir la Constitucion como ley suprems, a tra Ves de Ja cual se pretende controlar y limitar, en hombre de la voluntad soberana del pueblo, la vo- luntad no soberana del gobernante, Por otro Ta do, paralela a la distincion entre gobernantes y gobernados, In democracia representativa impli a, frente a la democracia de la identicad, una dis- tincion y una organizacion de les diversos pode: res del Estado. Cuando el gobernante es sobera: no, bien se trate del monarea absoluto, bien de Ia volonté générale rousseauniana, Ia organiza: cion del Estado depende unica y exclusivamente de su voluntad, Cuando, por el contrario, se eon: Sidera que el gobernante no es soberano, sus com- petencias y atribuciones tendran previamente que Yenir conliguradas por Ia ley. Lo que equivale a Copisoo.de control del poder ¥ come ley supre: mua, erie. medida cn que es. ez, el meee tue-de organizacion de Ing compeienciusy atribu mies de los df is estatales, Mien {as la democracia de la identidad expresi la es. pontoneidad politica y no necesita de organiea- Eoartalguna la peeoctn diip Gennccrecinrepresoa= 18, tativa radicard precisamente en cémo proceder su organizacion, No es, por supuesto, el momento de discutir ‘ahora en sus pormenores la confrontation enize Rousseau y Montesquicu, entre la democracia de In identidad y Ia democracia representativa, Lo gue importa tan solo sefialar es que el evidente triunfo en la praxis polities de Ja democracia re- presentativa frente a la democracia de la identi- dad, y Ia consiguiente aparicion de la teoria cons- titucional, mas que obedecer al desarrollo del principio politico democratieo, a lo que en reali dad responde es a Ia amputacién y ala negacion mas rotunda de sus consecuencias en el terreno de la practica, Porque se renuncia previamente ala democracia de la identidad come posibilidad historiea, es por lo que se hace posible plantear una teoria de la limitacién del poder y, en defini- tiva, una teoria de Ia Constitucién como ley su- prema, en el marco de la democracia represen- tauiva, Como es légico, Ia contraposicisn y la distan- cia entre el principio legitimador democratico de Ja soberanfa popular y la teorfa de Ia limitacion del poder, expresada en el entendimiento de Ja Constitucién como ley suprema, donde termina- ran adquiriendo su dimension mas significativa, sen la propia praxis del Estado constitucional, El problema comenzara plantedndose con el es. tablecimiento de la misma nocion de poder cons. fituyente, del que a todas luces se desprende una ambigiiedad y una contradiecién manifiesta, Cier~ tamente, al asignarse al pueblo, como titular ink 19 co de la soberania, la Facultad de dictar y apro- bar la Constitucion, se intenta salvar el principio democratico. Pero, por otro lado, en la medida en que el poder constituyente realiza su obra, y de- Saparece como tal, con él se extingue y desapare. ce también el dogma de la soberania popular. Al aprobarse la Constitucién, que obliga por igual ‘a gobernantes y gobernados, el tinico axioma efec- iva y verdaderamente operante del Estado cons- titucional, no puede ser otro que el de la supre- macia constitucional. Frente a la soberania poli- tica del pueblo, lo que surge realmente es una auténtica soberania, como dirtan, por ejemplo, Kelsen o Krabbe, de Ia Constitucion y del Dere- cho. Es verdad que la negaci6n y la anulacion de to- da operatividad conereta del principio democra- tico, en aras del reconocimiento del principio de supremacia constitucional, puede explicarse e, in- cluso, justificarse, al entender que la soberania popular manticne su presencia indirecta en la vi da del Estado a través, justamente, de la existen- cia del texto constitucional que es obra suya. El conflict, sin embargo, entre la soberania popu- ary la soberania de la Constitucién estallara ine- vitablemente desde cl momento en que, respon- diendo a exigencias y requerimientos de la reali- dad y de la historia, se hace necesario introducir modificaciones en la legalidad fundamental. El di- Iema a resolver en esas circunstancias, ¥ al que Ia racionalizacion juridica del Estado constitucio- nal no puede dejar sin respuesta, es el que se plan- tea en los siguientes terminos: o se considera que 20 Je Constitucion como ley suprema puede prever y organizar sus propios procesos de transforma- tion y de cambio, en cuyo caso el principio demo- critico queda convertido en una mera declaracién fetOrica, 0 se estima que, para salvar la sobera- nia popular, es al pueblo'a quien corresponders siempre, como titular del poder constituyente, realizar y aprobar cualquier modificacién de la Constitueion, en cuyo supuesto quien se vera co- rrosivamente afectada sera la idea de suprema- cia, Dificilmente cabra otorgar a la Constitucion elcalificativo de ley suprema, si sus obligadas y mas elementales adaptaciones al cambio histari- co no pueden ser previstas ni reguladas por ella ‘Como solucién a este patético dilema y, en de- Finitiva, como punto de confluencia y lugar de en- cuentro de toda Ia problematica que suscita el an- tagonismo entre los supuestos politicos y juridi ‘cos en que descansa el Estado constitucional, apa- rece la técnica de la reforma constitucional, de la que innecesario resulta ponderar su significa cidn ¢ importancia, No deja de ser sintomatico, sin embargo, que, a pesar de su indudable relevancia tedrica y prac- tica para Ia teoria de Ia Constitucién, el tema de Ia reforma, 0 fue abandonaco por Ia doctrina cien- Xifica 0, cuando se procedio a su exposicion, su tratamiento se hizo, en la mayoria de las ocasio- nes, a niveles puramente deseriptives del proce- dimiento, pero eludiendo los verdaderos probl mas juridicos y politicos subyacentes en ella. Si se toma como referencia la literatura juridica es- 2a i i patiola, aparte de los trabajos de Becker, Posada, Pérez Serrano, Ayala, Garcia Pelayo, Luca Ver, dia, Raul Morodo, Andrino, Pérez Royo, Jiménez, Contreras y Farias't, es dificil encontrar alusion alguna a la reforma constitucional. El hecho, no. obstante, tiene su explicacion. ‘Como acabamos de indicar, la técnica de la re- forma, mediante la cual se establece un procedi, miento mas agravado y dificil para modificar la Constitucién que el que se sigue para modificar Ja ley ordinaria, aparece como intento de solucisn ge un conflicto dramatico para la propia vida del Estado constitucional. Lo que com ella se preten- de salvar es tanto el principio politico democrat. fico como el principio juridica de supremacia constitucional, configurando un poder especial entre el poder constituyente originario y el poder constituido ordinario, al que la doctrina Franc ‘sa conose con el nombre de «poder constituyen: Ie constituido» (pouvoir constituant institud), ¥ al ue nosotros denominaremos indiferentemente spoder de reforma» o «poder de revision». Ya ve, Femos luego, al estudiar sobre todo la problems ica de los limites, Ia naturaleza y el carécter de " 4a relerencia concreta de las obras de esto autores pc {ic coteiarse en Ia bbliograltsespaitoln tecouis al final te More. Interest, sin embargo, senalar quc los iabajor tel, cas Vertli, Moredo y Andrino responden m ua mismo tipo de reowupacioncs politicas fueron concebides on cl Seine Bode Derecho Politico dela Univeesidad de Salas tt sido por Tierno Galvan, deste uaa dptien similar la gue it Ve de hilo Conductor s in prosente obs 22 itteas, lerivadas del principio democratico, y ios. Totsupremacia constitucional, come medio de ee a thay pated a coneienca sos etando el Es lado se vertebra sobre supuestes ideolégicos dis- nstiea de Ja reforma pierde todo su sentido. A fin ‘ban, como criterio politico legitimador, el prin- Se ee ee 23 tucién sin Estado, valida para cualquier clase de organizacion politica, y en Ia que las cuestiones fandamentales quedan sin plantear. Es a ese po de especulacion juridica a la que inerepaba He- Her, cuando afirmaba que se trataba de una teo- ria que «nada tenia que decir, o nada podia de- cir, de afirmaciones tales como la de que el po- der proviene del pueblo». ‘Sdlo cuando el Derecho constitucional se edifi- ca sobre la realidad histérica del Estado consti- tucional, y cuando los problemas juridicos v po- Mticos que esa realidad presenta son asumidos por él, es cuando comienza a resultar impensa- ble una teoria de la Constitucién que eluda la te- matiea de la reforma. Pero del mismo modo que no se concibe una teoria de la Constitucion que no tome como centro de referencia las cuestiones basicas que la reforma suscita, tampoco se con- cebiria una teoria adecuada de la reforma, en la que no se plantease el significado politico y juri- dico del propio concepto de Constitucién. Hasta cierto punto, y sin hipérbole alguna, se podria sostener que la teoria de la Constitueién y la teoria de Ia Reforma son expresiones equivalen- tes, en tanto en cuanto los contenidos esenciales de una y otra, son tambien inexorablemente coin- cidentes. 2, EL PROBLEMA DEL PODER CONSTITUYENTE. Desde e] momento en que, por un lado, se ad mite como nico supuesto legitimador del Esta- 24 do el principio democratico de la soberania po- pillar. y, por otro lado, se considera que la nica Forma viable de organizar la comunidad politica es. través de los esquemas de la democracia re- presentativa, se establecen historicamente las ba- es como indicara Bryce— sobre las que inexo- rablemente ha de surgir la nocién de poder cons- tituyente. La razén es bien simple. Como se sabe, Ia democracia representativa implica la distin: cion entre representantes y representados, entre gobernantes y gobernados. En estas cireunstan- las, Ia necesidad de hacer valer, conforme al principio demoerético, la suprema autoridad del pueblo frente a la autoridad del gobernante, no Ofrece otra posibilidad ni otra alternativa que la de establecer, por el propio pueblo, una ley supe- rior (la Constitucion), que obligue por igual a go- bernantes y gobernados. En contraposicion a los poderes constituides, ordenados y limitados en la Constitueién, aparece de este modo, como poder previo, ilimitado y total el poder constituyente. Afirmar que el poder constituyente surge como resultado de la confluencia historica de los esque mas representativos y el principio democratico de soberania popular, servird, iniclalmente, pa- ra deshacer el equivaco en el que con frecuencia se incurre, al asignar a Rousseau una especie de paternidad ideologico-doctrinal sobre el mismo. Resulta evidente, sin embargo, que la incompati- bilidad de la democracia representativa con las exigencias del pacto social, tal y como Rousseau lo concibe, no conduce a la distincion entre un po- der constituyente y un poder constituido, sino al 25 establecimicnto, en el marco de la democracia de Ja identidad, de'un poder soberane y unico que simbolicamente se expresa en la volonté genera: le (Zweig, Carré de Malberg)*, Puestos a buscar los posibles antecedentes de la doctrina del po- der conatituyente, no seria, por fo tanto, a la cons: ruccién rousseauniana del Contrato Social a la que habria que apelar, sino como indicara Ca- rre de Malberg— a la doctrina de la division de poderes formulada por Montesquieu Es cierto que Montesquieu no alude nunca alo largo de sui extensa obra al poder constituyente. ‘Sin embargo, no lo es menos que constituye una premisa tacita y perfeciamente presumible en la logiea global de su pensamiento, en la medida en que la aparicion de los tres poderes —legislativo, eiecutivo y judicial—, que reciprocamente se vic gilan y controlan como poderes constituidos, no Se concebiria sin el reconocimiento de un poder Previo y superior en el que aquellos cifraran la razon de su existencia. De todos modos, no es en los presupuestos doc- trinales, mas o menos lejanos, donde hay que plantear el problema del poder constituyente, si no en la propia praxis del Estado constitucional, gue s© Besta con el triunfo historico de los proce: 308 revolucionarios burgueses, Parque no Se Lra- ta tanto de una creacién tedrica come de una ne- J ERE de Malberg. Teorie General del Estado, Méjico, Yosh W188 3: Zaclg, Buc Lane vom spongiosa Mate in etre sm Stagtrech der nconchen Rev 26 cesidad historica, no tiene el menor interés dis- cutir si la doctrina del poder constituyente es Suna conquista definitiva de la ciencia debida al genio francés», como sostuvo Siey@s, 0 si, por el Contrario, tiene su origen y su formulacion mas correcta en la tradicion constitucional americs: a, como mantuvo La Fayette en sus Memorias* En cuanto exigencia dela praxis, y como necesi- dad histérica, no se puede hablar de una creacion americana o francesa de Ia doctrina del poder constituyente. Si su problemética se vincula a los procesos revolucionarios americano y francés, es porque en ellos se producen, por vez primera, las Condiciones politicas y sociales que determinan ‘su aparicion. Condiciones que. como es obvio, re presentan el presupuesto y punto de partida de Cualqitier organizacion democratica moderna, ¥ fa las que efectivamente habra que conectar el orl- gen y la significacion de todas las formulaciones doctrinales Tres son las cuestiones que en el tratamiento, del poder constituyente conviene dilucidar: en pri- met lugat, su definicion como poder soberano; en 7 Fara esta polemica cntre Sieyés y La Fayette cfr Zweig, ‘op. ct, pp Les. La teals do Sieve mantenida en [a sesien del ‘Figerimitior cel ano ll, era que se trataba de una creaclon Sefinitivs para la clenela debe los franceses: Io que eat Walia indicar que, puesto que i habia sido el foronulador Tus claro de la dactrina del poder constituyente, ose «pro ‘Salim gunials cra obra sua, Es exta pedanteria cneub ler 1 Sieyos Ia quo eritica ra Fayetteren sus Mémoires (IV, Ps: M5, 1838, 9-30) 27 segundo término, las formas en que se establece su ejercicio, ¥, por tltimo, su destino, una vez.que la Constitucién es aprobada. 1. Respecto a la naturaleza del poder consti- tuyente, no admite duda alguna que se trata de tun poder absoluto y total. Importa, sin embargo, recalcar que, al producirse su definicion como po- der soberano, lo que se hace en realidad es tras Iadar e incorporar a la organizacién democrat ca moderna le doctrina de la soberanta, tal y co- mo habla sida teorizada por Bodino, y conserva da en la tradicion de Ja monarquia absoluta. De cesta forma, de igual manera que el principe se ha- Haba supra leges y quedaba legibus soluius, el po- der constituyente se concebira también fuera de toda limitacién, Sieyés expuso con rotundidad es- taldea ante e] Comité Constitucional de la Asam= Dea, el 20 de julio de 1789, donde en su Exposi- tion raisonnee’afirma: «Fl poder constituyente to- do lo puede... No se encuentra de antemano so- metido a ninguna Constitucién.... Por ello, para ejercer su funcion, ha de verse libre de toda for- mia y todo control, salvo los que a él mismo le pli giera adoptar». De la calificacién del poder constituyente como poder soberano ¢ ilimitado, derivaran, cuando menos, dos consecuencias importantes. En primer lugar, que mientras los poderes constituidas tienen su fundamento en 1a Const tucién, y desde ella se explican sus posibilidades ¥y mados de actuacién, el poder constituyente se justifica por si mismo. Su fundamentacion no es 28 suridica, sino ontolbgico-existencial. En Qu'este ieee riers Etat? Soyés lo dita claramente-le No- Jie sm cuanto titular del poder canstituyente, y cigt suncia de los poderes constituidos «que s6- quitizden pertenecer al derecho positivo, se for- lo Pier el solo derecho natural, Es todo lo que we Be ser solamente porque esr. Ea segundo eee. hay que ndvertr, wualmente, que, a dife- nee lan podores constituidos que, en evan. TSpoderes juridicos, tienen establecidas sus mo- 1 Pa actuacion en la Constitucién, el poder cons- see dente, en cuanto poder pFe-uridico, como res Jastl non juris, no seio es iiraitado en los conte tect de eu voluntad, sino en Yas propias formas Teas Gercicso. Gon lo cual, Ie pregnnta sabre el os.no se ejerce realmente el poder constituyente SoG avieete por necesidad en el eentro medu- Weyl nucles de referencia de toda su proble matic, 2, Nunea se ha puesto por nadie en duda, cuando se admite el principio politico democra- fico de la soberania popular, que Ia titularidad det poder constituyente corresponde al pueblo. Sin Beibargo, en lo que el acuerdo ya no existe es en fas formas en que el pueblo puede y debe ejerci- tar ese derecho de soberania, En este sentido, Gbligado es recordar Jos dos grandes modelos en (gue historicamente se consagra la actuacién del Poder constituyente y que, como Tecuerda Hats- Phek, marearian desde el comienzo las diferencias Gnre el constitucionalismo americano y el euro- poo. Por una parte, aparece a tesis propiciada por 29 los colonos puritanos de Norteamérica, segun la cual, el ejercicio del poder constituyente requie- re siempre la participacion directa del pueblo co- mo efectivo titular de la soberania, Por otra pat- te, se presenta Ia tesis sostenida por Sieyés, con- forme a la cual se admite la delegacién de com- petencias y se incorpora el principio representa- tivo a la mecénica del poder constituyente Fue en la tradicion de los Estados miembros de Norteamérica —y no precisamente en el derecho constitucional federal—, como pusieron de relie- ve Boutmy, Bryce, Borgeaud®, donde se forjé la ins correcta interpretacion de tas formas de ope- ratividad concreta del poder constituyente. Si- guiendo la vieja idea religiosa puritana, a tenor de la cual la fundacién de una congregacion ve- nia determinada por un contrato en el que se es 7-F, Hatschek, Aigemebies Staatsrecht tI, Leipsig, 1909, pp. 26as..y Deuisches wd prewssisches Staatsrechi, tt Bet bin, 1922"pp. 22 58. Aparie de las Teferenclas al poder consti- tuayente, de cate autor merees ser record su explendie tra. bale wal quc aluciremar en el capitulo 4 sobre “Konven: Uonsiregein oder aber die Granzen der naturwlssenchalfuchen Bogrifisbidung in dffentichen Rechts. on Juerbuck des Sf Poutlichen Reckts der Gegenwart, vl. It, Tubinga, 1909. Fe importancia de reaucltar in teadicion consituclonal e tos estados miembros. en donde se recogeria mis clare ‘ents el esplritu constitvclonal norteamericane queen a doc {nina que se forje sobre la Constiaucion federal Se relive for Ennilie Boutmy en Etudes de Dro Conerituion- hel Paris, 1385, ¥ James Brace en The American Common Wealth Londres, 1880. El misma idea mstate Charies Bor igeaual on Leshliscement et revision des Covstlnutions, Pats, 1882, pp. 168 ss. 30 fe puesta ya, tatuian Jas regias del culto, los primitives colo- nos pensaron que, de igual manera que Hbremen- te podian organizar la comunidad religiosa, tam- bien podian libremente organizar la comunidad, politica, El Wamado pacto de la gracia puritano Se transformé asi en pacto politico, Y, de esta Suerte, procedieron a redactar los covenants, que Gran auténticos contratos sociales, suseritos por Jos colonos en nombre propio y en el de sus fami- lias, y en los que se fijaban las normas a tenor de as cuales Ia colonia debia funcionar. No hace al caso recordar las covenants mas notables, entre los que sin duda destacan las Fundamental orders of Conecticut de 1639, suscritas por los puritanos de Massachusetts. Lo que importa sefialar es que, en la elaboracién de los covenants, subyacen las dos ideas fundamentales que posteriormente ha- befan de caracterizar toda la construcci6n cons- fitucional americana. Por un lado, que el acto constitucional se identifica en cierta medida con ‘el contrato social. Y, por otro lado, que el ejerci- cio de la potestad constituyente—y esto es lo que shora mas nos interesa—, por tratarse de una por testad inalienable, no puede efectuarse'a través de representantes. Lo que se traduciria luego en. el hecho de que, puesto que la soberania del pue- blo no puede ser representada, las Convenciones creadat para elaborar los Proyectos de Constitu- cidn, no podrian tampoco ser consideradas, en ningdn caso, depositarias o titulares del poder constituyente, Cualquier proyecto de Constitu- ion elaborado por las Convenciones o Asambleas designadas al efecto, exigiria, por lo tanto, la ra- 31 ‘Ubieacion ulterior, bien de las roummeetings, bien Get pueblo iam,” Radicalmente diferente es la concepcion que, sobre la mecainiea del poder constituyente, intro: ducira Sieyés en el proceso revoluclonario fran. €25, ¥ que marearia su impronta de una forma in Seleble en todo el constituctonalismo continental curopeo. La primera y decisiva comeceion que Sieyes realiza al planteamiento gue se hizo cn América es la que'viene determinada por la sus. titucion del concepte de soberanta popular por el de soberanin de In Nacion, De esta forma, estar bblecia tas bases que le permitivian introdvcte Ia mecaniea representativa ene] ejercico del poder Constituyente. Al ser Ia Nacion un ente abstrac: to, que solo puede exprosar su voluntad a través de representantes, la potestad constituyente co. to poulra actuarse a través del mecenismo de Ia representacton, El poder constituyente deja de set cntonces el poder en el que el pueblo dircctamen. te participa, como titular tndiseutible dela sobe. Fania, pata convertirse en el poder de las Avan. bleas’ en los que la Nacion delega sus compe: Ni que decir tiene que fue en el propio proceso revoliicionario Frances donde se fortnularon las primeras y mas duras eniticas ala concepeion de Sieyes, a Ia que se contrapuso la establecida en America, a través de Ia tradicion puritana, como ‘mucho mas coherente y mas concorde con las exh gencias del principio democratico (La Fayette), Asignar a una Asamblea el ejerciclo del poder constituyente —se dijo y, en nombre de los pri 32 1 ipios del régimen representative, eseamotear to Sree otge tntervencion directa del pueblo (as oe loncetingsy low referendums americanos). 10 seen realidad comportaba era establecer una fuscia soberania de la Nacion. ¥ una real y efec- Hos acberanta de las Asambless. Por eso, Labou- The itegaria a sostener que «Sieyes To que hizo fia confundivlo todo, embrollario todo y. ala pos. tre, perderlo todo»® Sin embargo, esa confusion es la que se gene sallea, salvo excepeiones extrafias, en el posterior Eonstitucionalistmo europeo, «Las diversas Cons- Gtayentes francesas de 1789, 1793, 1848 y 1871 iiiva Lefebvre con referencia al constituciona- Tmo frances en su Brade sur les lois constitucior elles de 1875-~ se comporiaron en la practica Sempre como si hubieran estado investidas de plena cilimitada soberania>. No vamos a discu- Fir las razones que pudieron motivar el triunfo de las tesls de Sieyes,mmontadas, om definitiva, on et intento de compaginar dos suptestos irrecon: Tnbies, como eran el principio democratico po- pulary ia institucion de las Constituyentes repre- Sentativas. importa, no obstante, dejar constan- Sia de que esta contradictoria pretension —-como Sxplicaremos més adelante al tratar la naturale- faldel poder de revisiGn—, que inieialmente sa- disfizo plonamente las aspiraciones de la burgue- sia ascendente, seria luego perfectamente astm Traboulaye, Questions consitutionneltes, Paris, 1872, po Mi: Enel mismo sentido, Zwei, op- el, 137 33 dia por los intereses partidistas de la democracia actual. La razon es evidente: por ana parte, con igapelacion a ta soberanta de In Nacion o del pue- blo, se nsesuiraba la indisewtible prepotencia de Jas Asambleas, en las que, primero la burguecsia, Y¥ despues las oligarquins partidistas, asentaron Su dominio; y, por etva parte, con Ta invocacion alos principios del régimen representative, se ex luia la interveneion de los ciudadanos, permi= liendo de este mado que bursuesia y partidos que- daran convertidos en los dnicos depositarios de la soberania nacional ‘Arpesar del indudable interés que ofreceria el explicar las causas sociales y politicas que de foc- to nfluyeron, en America yen Europa,en la tinta configuracion del entendimiento del ejerel- cio del poder soberano, no vamos « detenernos en su estudio quie, sito es en absoluto desdenabe, no afecta, empero, al sentido de nuestra argumen- tacién, Lo que ahora nos interesa no es tanto cor nocer ios motives, como precisar las consecuen. Cias que de ese distinto planteamiento derivark ala hora de responder al tereer interrogante que Antes suscitabamos: sobre el destino del poder Constituyente una vez que la Constitucton es apre- ada 3. Forma parte de la ldgica del Estado consti- tucional, y asi se entendié tanto en el proceso re- volucionsirio americano como en el frances, que, una vez aprobada Ia Constitucién, el poder cons. tituyente desaparezea, cediendo su hugar a la pro- pia norma por él creada. Todos los poderes del 34, stado pasan a ser asf poderes constituides, y ta Egesttucion se configura como ley suprema’ Es Ghia logica, comanmente acepiads en el plano de fa tcorla, Ia que, no obstante, se vera seriamente Mfectada, cuando no contradicha, en el plano de in realidad, en Is medida en que las tesis de Sic yes oe explotan politicamente hasta sus ultimas Conforme al sistema americano, forjado en la. tradicion puritana dela partieipacion popular, no samite duda alguna quela separacin entre el po der constituyente y los paderes constituidos que da definitivay tajaitiemente establecida, en ia me: dida en qu, ni el poder constituyente puede pro ectarse mas alld de sus furtefones, asumniendo Competencias propias de Tos poderes coustlculdos, ni los poderes constituidos pueden, por su parte, Usurpar las atribuciones que unfeamente corres. ponden al poder constituyente ‘Nos posible, por un lado, que el poder consti tuyente asuina Competencias legislativas ordina as, primero, porque las Convenciones que ela- borat los proyectos de Constitucion se crean Gai Ga y exclusivamente con esa finalidad y, segun- do, porque al tener que ser siempre ratificada por ei puchlo su actuaclon, el Unica organo que, co- ‘no poder constituyente, podria ejereer atribucio- nes Conferidas a los paderes constivuidos seria el ropio pueblo. Conclusién tan absurda como e Gente, ya que si el pueblo, en cuanto soberano, de- side eotablocer in Conatictan, es porae ren cia por ello a cjercer las atribuciones que se con- fleren a los poderes constituides 35 Por otro lado, a la imposibilidad del poder cons iggente de realizar Funciones de los poders tuwytuidos, corresponde reciprocamente 18 1% cons aad para los poderes constituidos de ier viabilidad Erencias constituyeates, Al no conside: cae erningun Srgano representativo (Fy Siauie arse mprapias Convenciones convocadas Paya Tt babar ios proyectos de Constitucion) depos te ciao soberania, que permanece ee} PUEE]O, Y Gl enisirse por ello la ratificacién populst Pare 9 a erie actividad constituyente es claro ge 79 cualaisquicio alguno para que los poderes 07s, existe reed violentar fa Logica institucional del tinwidos puedlan operar con caracter sober ane stevie Resta nitida separacién entre funciones constntuyentes y constituidas de la tradicion 2%, cone constitucionalismo europeo, que S806 ricana, cemas establecidos por Sieyes, introduce 10s es geein notables de contusion. AL trasladarse unas Goumbleas Constituyentes representatives ais Nelo pene de la soberanta, nada tiene oe Gasvicular ate el poder constituyente sODSTs00 aaricete o intente perpetuarse, come poder’ ertiutive ordinario, incluso cuando In Const Beets aprobada, Con lo cual se abre la puri cron Guevel regimen constitucional parlamen para a naforme en régimen convencional 0 de Ho ssulea, De una otra forma, el riesgo de asary Asamblen: fae tomo cuerpo por vez primers en 1S lettncion francesa, ha planeado come Peli gro conver en muchas otros procesos constituyentes weiSfuriores, No deja de ser significativo a este Fe Postel que, despues de aprobada Ta Constizucion 36 spatola de 1978, durante algun tempo se man espe Ta tesis de que, las misinas Cortes que cla {Granny tnamental bern cons aera rcs Gedinaria, Ditlmente se podria es SE at oe ane eres po cm irony poke cond cnc ie Maemo al que, en unde oensiones, cumple att sro odes achiranns yren ols, actin COMO Po aeeiagiaativo ordinaro, "stir ae gotacion del poder constuyente deissempear fancloneslglsatvas ordinaas 3 seeps peligro ya entaion contaris 1 Soler contro &desempan competencias cerpetupentce, Cuando el poder soberana see serie ey ricblo. cunque teoncamente se ooo. senen que tna ver aprobada la Contac fac thiuadsoninentedeaaparee eh apron sae oBloas sontearan un proclivided note 1s fsTapelans as condicionderepresenane TaGe Te foberanie del pueblo en el momento ‘Shstuyent,considerarse con derecho siempre sare cide Competencies soberanas, Porque co SESE y ome demotracion cars de que no 3 ssl in bers poabldad oories, aparece co wea crmens cont lounston ef dstite significa doy aleance que rectbié la ides de supremacia ey draclonal on Noricnmévicn con Teacion 8 Fnopa 3. SUPREMACIA ¥ RIGIDEZ CONSTITUCIONALES, 3.1. La tradicién americana Se ha repetido hasta la saciedad, y no sin falta de Fundamento, que es en América donde por ves Primera la Conattucion se presenta coma auten, fica ley superior, Para explicar an singulas table fencmneno histérico, se ha apelade a las f fluencias que en el proceso revolucionatio de dependencia tuvieron distinias lineas de pense lento: de una parte, Coke, Harrington Locke, ‘ono tebricos de un poder legislatteo Hanitade onte al petamienta de un Hobbes oun Black stone, que concebian al legislativo legibus sola. tus; de otra, cl contractualisme y ol jusnawaalio sno de in Burlamaqul, un Vattel o del props Loc. ke; por dltimo, la doctrina de la division de pode. 88 de Montesquien. Que todos estos autores Cran familiares ala elite colonial que dirigioy contro. 16 el proceso constitucional americano, ¥ auc cu Pensamiento actud de elemento ideolopico btiens tador del mismo, es algo que nadie puede poner en duda. Sin embargo, lo que ya no ecta tantclars es que quepa deducir, directainente la idea deste premacia constitucional, como un correlato ted. Fico de los postslados iubnaturalisiayo contrac. tualistas de esas dis tintas lineas doctrinales Ha: blar de la supremacia constitucional, sin michel nar los presupuestos sociales y politicos que cone Bguran'en la praxis al poder comstituyente como se hace en muchas ocasiones), equivale a renun. iar a dar una explicacion valida'y correcta, tule 38 fundamente debidamente el caracter de la Cons (ituciém como lex superior. ‘En realidad, donde el pensamiento, por ejer- plo, de un Locke, un Vattel, un Burlaraqui o del Ioismo Montesquies influyen de manera decisi- va, no es en el establecimiento inmediato de la idee de la Constitucién como lex superior, sino en Ia forja ideologica y social de los dos supuestos sobre los que inexorablemente surge la nocién de poder eonstituyente. A saber: el principio demo- Eratico de soberania popular y la idea de limita- cign del poder del zobernante, como poder cons: tituido, en el marce de la democracia represen tativa, Una vez asentados socialmente esos dos postulados, es cuando la Constitucién, como he- mos venide recalcando hasta ahora, se concebi- ra.como ley suprema, a cuyo través, yen nombre del poder constituyente del pueblo, a lo que se as- pira es a limitar el poder del gobernante. El gran mérito de la tradicion americana consistiria, por Io tanto, en haber sabido establecer sin equivo- cos la titularidad y el ejercicio de ese poder so- erano y constituyente del pueblo. ‘Cuando en 1761 James Oris lanza su afirmacién de que «tma ley contraria ala Constitucion es nu- la» —afirmacion contenida, por lo demas, en mil tiples panfletos coeténeos y en la Circular Letier de Massachusetts (1768)—, no hace mas que sin- tonizar con la atmésfera de revuelta politica de las Colonias que, frente a la soberana voluntad del Parlamento ingles, oponen ya la voluntad so- berana del incipiente pueblo americano. Como es natural, cuando se define politicamen- 39

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