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TENDENCIAS Y CORRIENTES DE LA HISTORIOGRAFIA MEXICANA DEL SIGLO XX Conrado Hernandez Coordinador ELCOLEGIO DE MICHOACAN UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO INSTITUTO DEINVESTIGACIONES HISTORICAS ALVARO MATUTE Jo que de positivista tiene la historiograffa en un medio y nunca en un fin, el siglo XXIllega con nuevos lenguajes y nuevos tipos de fuentes que tienden.a dejaren cl olvido los paradigmas de hace un siglo. Sin embargo, tras mais de cien afios de hacerlo, los positivistas seguirén estando ahi. 6 de septiembre de 2000 LA HISTORIOGRAFIA LIBERAL MEXICANA EN EL SIGLO XX. REFLEXIONES EN TORNO A UN CASO Evelia Trejo Instituto de Investigaciones Histricas, UNAM {Por qué me resulta importante hablar en piblico de un tema que admito ‘complejo y todavia lejano amis escasos dominios?Respondo con una brevi- toria de mis quehaceres e intereses actuales. En mi trabajo docente, iado desde hace més de una década con el curso que ha seguido ta ritura de la historia en el México del siglo XX y de atender a dicho curso se desprende. Paralelamente, mis investiga- igido al anilisis del discurso de algunos toriadores mexicanos del siglo XIX y, comtinmente admitidos como libe- les, en particular el que ilustra en la narracién historiografica las carac- sticas con las que consignan todo aquello que compete a la cuestién igiosa. Aun cuando se trata de dos tareas diferenciadas, conforme el }pO avanza se me aclaran los vinculos que he ido estableciendo entre , Actualmente, comienzo a sentir prisa por Iegar a los “liberales" del XX; quiz4 porque se trata ya del nuevo “siglo pasado”. Debo agregar que ejerce en mi una seduccién especial lo que se ha en Ilamar “historia oficial” y que ésta puede verse como una raz6n para intentar asir, asf sea momenténeamente, la relacién que tradicio- por mas de una raz6n se istorias moldean lo que se entiende por conciencia his- Jos mexicanos? , considero importante antes de entrar de leno en las «deseo compartir eon el lector, audi fs res- EvELIA TREO La HISTORIOGRAFIA LIBERAL {que significan los términos que aparccen en cl titulo de este articulo, Por mi {Cuantas? Evidentemente muchas més de las que pueden caber en mi hori- parte digo que entiendo la historiograffa como ese conocimiento del pasado zonte. Por lo pronto considero pertinente plantear una di que ha sido reunido en una suma de proposiciones escritas y que en muchos casos aleanza su expresién més acabada y compleja en una narracién aco- tada dentro de los limites de un libro, “Arte de escribir la historia”, dice el mismos; porque en este como en muchos otros planos de la historia de la Diccionario de la Lengua Espafiola en primer lugar; y en segundo aftade: historiografia es comtin advertir que nos conyertimos en indagadores de -0 de los escritos sobre historia y sus fuentes, que desde nuestras perspectivas nos plantea dudas pero que a la ' Otras definiciones podrfan acudir en Yez.nos sentimos capaces de comprender:* En todo caso, creo que las obras importancia que le doy a la primera acepeién escritas por liberales, se asuman los escritores como tales 0 no, deben ser muchas y no tengo la intencién de inventariarlas, Mas escasas deben ser, El adjetivo de liberal abre un horizonte mucho mas vasto, sin que forzosamente, las que toman por tema el liberalismo mexicano desde una por ello convengamos en que é! del término que le antecede no lo implique. perspectiva liberal. De entre las més notables y haciendo a un lado los estu- Pero, la vastedad a la que aludo cuando menos a mi me resulta mucho més profesor estadouni- dificil de abarcar y, por lo tanto, me exigirfa un ejercicio de definicién que jes e mn dos entrafia problemas imposibles de abordar en este espacio. Y acudo una vez euya resonancia ha sido tal que impide que se les ignore. Si quisiéramos mis a la que propone el diccionario, qi juzgar la oportunidad de tomarlas como ejemplo, desde la teorfa de la recep- “que obra con liberalidad”’ y en una sexta: “que profesa doctrinas favorables ‘ei6n, tendriamos : ibertad politica en los estados”. Desde luego habria que afiadir mucho ms para apreciar la carga de significados que encierran estas palabras.” El resto del titulo es claro, el objeto de estudio al que me referiré en , uulacién para caracterizar adelante se ubica en el México del siglo Xx. Aunque, para ser més precisa bajo de algunos historiadores del siglo que le precede.* Nuestra tradi- en la capital de la rept Joque termina. si6n historiogréfica cuenta en el periodo decimonénico con ejemplos que Lahistoriografia liberal mexicanas pues un objeto de estudio posi- ymiten asegurar la presencia del pensamiento que se ha asignado al tér- ble, en vista de que existen obras que dan cuenta del pasado salidas de ino, desde por lo menos la tercera década. También es cierto que la pri- Ja pluma de quienes profesan doctrinas favorables a la libertad politica. nera mitad del siglo XX dio muestra de la pervivencia del ideario liberal, fin cuando no necesariamente de su hegemonfa. Habrfa que caracterizar y jantificar para pronunciarse en este sentido. Real Academia Hapla,Dicianari dela Lene Expat, 20a. Meo, 1984 Hans Georg Gadamer,Verdad'y méodo L Fundaments de a hermendutica laséfica, tad, Amada Aparicio y Rue de Agapito, 4a. ed, Salamanca, aiciones Siguere, 1991 (Hermenea, 7), 9. 660."[.} Fsioy convencido de que ln experiencia hermenéutia ensena que est esfuerzo [el de comprender) slo ‘sulin operant dentro de cero limites, Lo que se comprende et siempre de agin modo hablando en in México, Homenaye al profesor laos histradrs e EVELIA TREIO Lo que me interesa ahora es subrayar que las dos obras notables a Jas que aludiré no surgieron de pronto, sin antecedente alguno en el propio suelo mexicano. Y enseguida indicar que la significatividad que veo en ellas Jas hace indispensables de la dicha historio- graffa, Sin embargo, precisamente en atencién a lo que significan para mf anticipo que me ocuparé propiamente de la que puedo enmarcar con mayor plenitud como narracién histérica, pues mientras una pretende contar lo que ocurrié, asf, en general, la otra de manera manifiesta utiliza la historia para ia génesis del pensamiento liberal en México. Las obras en cues- demna de México. La reptblica restaurada de Daniel Cosfo Villegas y El liberalismo mexicano de Jestis Reyes Heroles.” En fin, una vez mas hago aprecio de la tradicién, La que aquilato con esmero es la de quienes me ensefiaron que algo o mucho se gana si cuando nos acercamos a un libro de historia tenemos en mente al individuo que tomé la pluma para escribirlo, y en atencién a ella aviso que en los casos presentes esto constituye una tarea ardua porque ambos sujetos resul- tan personalidades de gran peso, que, por lo demas han sido valoradas y divulgadas en cuanto tales con elementos mucho mais expertos que los que hoy pongo en juego. Tanto Daniel Cosio Villegas como Jestis Reyes Hero- les, ocuparon en la vida de México escenarios que han reclamado yaesfuer- zos para describirlos y explicarlos. No es el momento de hacer una lista bibliogréfica o hemerografica de lo que se ha escrito en ese sentido.* Sf en cambio existe para mf el imperativo de decir que la atencién que se les ha salieron dela pluma de este autor, est es, ademfs del la polio interior y exterior de porirato, Por oa parte ext rs, Una biografa intelectual, México, Joaguia Motz, 1980, y Daniel Cos ‘de Mérioo), De Lavra Angélica LA HISTORIOGRAFIA LIBERAL brindado no agota las posibilidades de estudiarlos y que un estudio com- parativo de sus aportaciones en materia de conocimiento hist6rico enrique- ceria notablemente nuestros juicios sobre los alcances de la historiografia liberal mexicana. PRIMER ACERCAMIENTO A Cosfo 0 DE Los MOTIVos PARA EMPRENDER UNA HISTORIA, Concreto esta exposici6n a un caso, para mf muy elocuente, del relieve de este tipo de historiografia. Para abordarlo me propongo apuntar los motivos, recursos y fines del trabajo hist6rico con el que Cosfo Villegas da comienzo ‘su empresa de dara conocer la Historia moderna de México. Larepiiblica restaurada. Vida politica interior fue impresaen el afio de 1955. Formaba parte de una serie que aparece a partir de esa fecha y con- ¢luye en 1971. La historia que precede al libro ha sido contada mas de una ‘Yer, pero vale la pena repetirla. Dicese que D "gas, nacido en de 1898 y muerto en marzo de 1976, cuyos primeros afios fen dos ciudades de la provincia, Colima y Toluca, cada una de el significados distintos en la memoria de Cosio, tras la experiencia como fudiante de la Escuela Nacional Preparatoria en la ciudad de México, lurante los afios de la lucha armada revolucionaria, fue acumnulando ricas ivencias de diversa indole, cerca de cinco de los Siete Sabios, en sus estu- os de derecho, como heredero del curso de sociologia de don Antonio n su cardcter de dirigente de la Federacién Mexicana de Estudian- ;, en los estudios en la empresa editorial, la empresa cultural, la economia; y que, con cen su haber, un buen dia desembocé en la desilusién més completa EveLIA TREIO Corria el afio de 1946 y estaba proximo a ocupara silla presidencial Miguel Aleman, el escrito en cuestin cay6 como una bomba entre politicos e intelectuales. Cosfo, en las paginas de ese texto publicado en Cuadernos Americanos? toma en sus manos una porcién de la historia de México para establecer un diagnéstico. A partir del paradigma de las metas que adjudica alarevolucion mexicana, examina el fracaso. Se pregunta por qué y cudindo se agot6 el programa de la revolucién y considera que todos los hombres involucrados en su realizacién han resultado inferiores a las metas propues- tas, Pese a las exigencias modestas que se hiciera el movimiento revolucio- nario que no era sino un movimiento democrético, popular y nacionalista, ya pesar de los logros obtenidos en diversos érdenes no se consiguié una mayor felicidad." Cosio somete a examen uno a uno los supuestos baisicos de la revo- luci6n sefialando algunas de las dificultades que han enfrentado. Y ya en uno de esos exmenes, al proponer la soluci6n para la democracia, alude a hisioria como parte de la educacién y afirma que se debe “dar a todos Jos mexicanos una conciencia comtin de su pasado, de sus intereses, de sus problemas”. Asimismo manifiesta su reconocimiento al triunfo liberal, pues contaba la gesta que emprendieron os liberales con hombres sin par, que, pese a todo, sucumbieron al militarismo. La razén por la que se muestra partidario de aquellos hombres es que tenfan un programa. A propésito de Jo cual, viene acuento una aseveraciGn que hace en sus Memorias, de que él admiraba a Miguel Palacios Macedo porque “confiaba no tanto en su talento [...] como en Ia diseiplina y la previsi6n”.!' Estabamos entonces en que Cosfo hace un balance de la revoluci6n que no resulta positivo, Juzga que, ademas, ésta ha perdido prestigio y auto- ridad moral; augura que la revoluciGn y los partidos conservadores borrarén diferencias y se convertiran en parientes legitimos, y que con ello la revolu- cién ird hacia la esterilidad, Los congresos revolucionarios le parecen servi- “La erisis de Mésico imac por Cosa en noviembre de 1986, aparece por primera ver en Cuadernas LA HISTORIOGRAFIA LIBERAL ice, €] apoyo que brindaba al Congreso de 1867 la prensa periddica. En los tiempos que corren, convertida en prensa informativa, no iustra més. Los logros de la revoluci6n en lo que toca a la libertad pol feforma agraria y organizaci6n obrera habrian sido bastantes para mantener {ui autoridad moral de no ser por la deshonestidad, la corrupeién y la impu- nidad que campean. Aiin Vasconcelos, a quien reconoce la gran labor que desarrol Ja educacién,-es juzgado severamente por la ambicién politica que mai fests, opina que desprestigio el nombre, la profesién y las intenciones del {ntelectual. La juventud, su obra educativa, es como él, reaccionaria y ene- liga de la revoluci6n, afirma. En suma, lo que Cosfo pretende es advertir de la crisis gravisima “qlue observa y para ello hace oscuros augurios sobre el porvenir. En uno de ‘scenarios posibles sittia a Estados Unidos como consejero de Mi ce acer Semmes eee on aso y enseguida plantea las vias mas probables para ‘onquistar el camino y alcanzar al mismo tiempo que un progreso mate- una mejor organizacién politica, social y humana. Una de ellas es dejar el pafs en manos de las derechas, lo que a su ioio propiciarfa que se purificaran las izquierdas, se limpiaran y fortalecie~ f las organizaciones obreras y campesinas; aunque también supone que tal caso la Iglesia mostraria su verdadera condici6n, oscurantista y codi- El perseguido seria el liberal y en esa lucha, dice, se fortalecerian y templarian su cuerpo y suespi fin de cuentas ve demasiados peli- mesa opci6n y Ilena de criticas ala derecha, La otra posibilidad que plantea, y que es obviamente por la que él ina, radica en que salga de la propia revolucién una reafirmacion de incipios y una depuracién de sus hombres. ‘S{nosereafirman los principio, sino que simplemente se les escamotea sino se 0 que simplemente se les adoma con ropitas domingue- {De abogados! Entonces no habri.en México autoregeneracin, y a “en consecueneia, la Evetia TREIO No es necesario practicar un andlisis demasiado minucioso a esta pieza maestra de Cosio para advertir en ella la semilla del historiador que s¢ desarrollarfa en pocos aftos, ni tampoco es dificil advertir tras una lectura particular, ni de la religién en general, pero no deja de llamar la atenci6n que el lenguaje liberal del ya para entonces distinguido personaje revelara con frecuencia esa cultura cristiana cautelosamente marginada por la tradicién liberal ya consolidada, muchas veces bien plantada en los cimientos de su tradicién familiar, Hevaria a indagar con cuidado la influencia de su maes- tro Caso y, por qué no, las vetas de filosoffa espiritualista, de la que fuera ‘exponente José Marfa Vigil."? A fin de cuentas no es s6lo en ese terreno en el que podriamos apreciar coincidenciasentre uno y otro, pese ala distancia temporal que los separa. El punto es que Ci fo cuando habla de la riqueza agricola y de la ‘manera en que la revoluci6n se propuso resolver el problema de las diferen- cias entre ricos y pobres, sefiala que el argumento que utiliz6 era de prosapia cristiana y planteaba la injusticia social. Mas adelante, cuando opina sobre la labor de Vasconcelos en educacién afirma que entendié su tarea como misi6n religiosa, que fue una labor apost6lica en la que se planteé la fe en el libro. Otros términos usados, igualmente permitirian encontrar vasos comu- antes en su discurso que pueden servir de gu‘as para apreciar el tejido de las convicciones de Cosio. Aunque no debe pasarse de largo su observacién, cuando hace la critica a las derechas, al punto de que distingue bien entre “el catolicismo” y “una jerarquia eclesidstica que no tiene superioridad moral”. La importancia que tiene para mf llamar la atencién sobre este par- ticular radica en que tratndose como se'trata de un liberal puro, en opinién del més importante de sus bidgrafos, conviene tener presentes los matices y peculiaridades que presenta, Y con ello ir anotando las semejanzas y dife- 13. Una esis eclentementepresentada ofrece nas inersantes Hernéndee tone do ‘La HISTORIOGRAFIA LIBERAL rencias posibles con liberales de otros tiempos y de otras latitudes. Ademds, aanticipéndome a algunas de las cosas que hasta ahora puedo cone! que penetraren esos planos para valorar la repercusiGn de los dist Sajes de Cosfo sobre el pasado y el futuro de México, de los cuales las pagi- nas de “La orisis de México”, no eran sino un adelanto. SEGUNDO ACERCAMIENTO A Cosio 0 Los RECURSOS (QUE SE TIENEN PARA ESCRIBIR ESA HISTORIA para advertir al lector de que hallaré en ella una: “obra nica en su género, publicada bajo la direccién del general d, Vicente Riva Palacio, e imparcial ¥ concienzudamente escrita en vista de cuanto existe de notable y en pre- documentos hasta hace poco descon " obviamente se esti en las reglas del juego de a hist6rica que privan ya en los espacios europeos y americanos onde los profesionales de la historia se han preocupado por trazarlas, atin que pueda hablarse de profesionalizacién del trabajo histérico en el is. Pero mas de medio siglo después, en México se han incorporado esas mas « los espacios académicos y se puede proponer sin mayor duda que storia le compete a quienes las conocen. tras su diagnéstico de la vida politica de jento ademés de una ardua y fatigosa Cosfoen lo que decidié denominar Llamada general invita a los lec- de los diez tomos que componen su imponente Historia moderna de po aveshirsus pice parblayestigas y dara conocer esa historia que, a cor daria las cli d Evetia TREIO el periodo inaugural de la “historia moderna’, el momento en que “la auto- tidad del Estado domina las fuerzas tradicionales contrarias al desarrollo de la nacionalidad”. Esté convencido de que “con la victoria total de la repi- ica sobre cl imperio y del liberalismo sobre la reaceién conservadora, se alcanza un equilibrio politico que subsiste cuarenta y cuatro afios. Por eso, para mi -dice— la historia moderna de México se inicia en 1867”. A la vez que ve en el porfiriato la clave de la historia moderna y de la contemporiinea, ve en la repdiblica restaurada la clave del porfiriato. curte sobre la conveniencia de ver ambos periodos como un ciclo completo, sndo en la subdivisién, como discurre en lanecesaria observa- cién de los aspectos econémico y social para oftecer un cuadro integral de la realidad que comprende dicho ciclo. Y, de inmediato, deja ver al eral, tras el que estamos. La historia que quiere narrar es una historia de ‘grandes figuras; la de un mundo poblado de aquellos hombres que “parectan gigantes”, anota siguiendo a su maestro Caso. Los términos en los que se expresa acerca de la duraci6n de la vida de algunos de i 6n despiadada”, o “circunstancias desafortunadas’ las que utiliza para referirse a la Constitucién de 1857, en pocas paginas nos garantizan que no hay lugar a equivocos. Se trata de un liberal frente ‘mexicana, Los nombres propios, los sustantivos y los adjetivos obran la magia de las palabras y comunican el entusiasmo de Cosfo por su tema de estudio. También descubre algo més de lo que dice cuando hace eco a quic- nes frente al relato de la historia mexicana pueden sentir vértigo y repugnan- cia. Pero, inmediatamente sefiala a los culpables. Los historiadores carecen de penetracién o aprenden imperfectamente el oficio o bien, y esto es digno de subrayarse, ensefian de manera mecénica y repetitiva la histor nto que da la fe en los destinos superiores y permanentes de un pueblo”. El no dice que los tenga, pero es evidente que la tltima lo sostiene y el primero lo impulsa, Sereno, ofrece el complemento perfecto para la historia pi la social y Ia econdmica. Finalmente son muchos: mas los mexicanos que aparecen en éstas, de alli dice, proviene el “plan general” de la obra que se propone publicar, : LA HISTORIOGRAFIA LIBERAL. XX se trata de dar raz6n de una historia que explica el presente, habra que rico propuesto, nder a los tres aspectos mencionados y lo que se repetiré mas de una ez, se vaa“cimentar la obra [...] en un jrias”. Se trazaré el cuadro con material nuevo: “fuentes documentales lesconocidas, intocadas [. abundante, rica [...] libre”, docu- J Con la consigna de no admitir le una comprobacién documental lan primaria como fuera posibl Hasta ese punto, la oferta resulta muy interesante. Ademis la em- requerida para un compromiso tal, muestra sus nada desdefiables pro- ones. Cosfo describe la organizacién, consigue del lector la confianza iren uno al individuo libre que tiene inicia- la vez admite la critica que le sefiala sus errores. El historiador liberal que comanda la empresa, el propio Cosio, ad- a el concurso de todas las gamas ideolégicas sin llegar al extremo todos bajo un principio cardi- adn Ja mera apreciaci Jy no hacer jamés ninguna ...] sin yo de un documento cuya autenticidad ha sido debidamente medi estilo, no exige sino la expresi6n clara y correct Mayor sobriedad no es posible pedir. Daniel Cosfo Villegas en este volumen dado a la imprenta en 1955, nueve afios después de que ifestara su disgusto por los derroteros de la vida politica de México, la que acomete Ia tarea con una profunda conviccién de que habra que on la verdad de lo ocurrido. No voy a detenerme en la descripcién de los volmenes que inte- } esta etapa del trabajo historiogréfico de Cosio Villegas y su equipo. jera ¢s posible que ofrezca una apreciacién justa de los cinco que nde su pluma,'* Sélo quiero acercarme a las paginas que preceden al EVELIA TREIO vvida politica de la primera etapa elegida por Cosio para advertir jones que pone por delante el historiador liberal que, a estas alturas mas el comienzo-, ya se deja ver. sefiala al lector la ruta que siguié para asegurarse Anuncia que su conclusién de ese ejercicio metodolégico que implicé ir a la historia, dejando incluso a ‘un Jado las hip6tesis, se traté de un tiempo de “preocupaciones centrales”. Jos lectores todo esto les diga lo que a mi me dice. Quiero frases no implica una ironia de mi parte. Estoy atenta y me detengo en ellas porque juzgo que la elocuencia de Cosio respecto a los procesos que sigue un historiador es enorme. Lo cierto es que a posicién que él guarda frente al trabajo indica su conviccién de que el historiador realmente recibe las impresiones del pasado sin poner nada en sino el esfuerzo de unir de manera coherente los elementos que se con- en donde empieza y terminar en donde termina. pese a que la simple enumeracién de capftulos ha puesto en evi narrador, Cosfo reitera que en sus obras los hechos predominan en ntimero y significado por encima de interpretaciones y opiniones. Insiste en el apoyo en hechos mas que en bibliogratia, dos veces menciona el nimero de citas que contiene el volumen, 3 120. Apunta lo que considera la tarea tinica de la historia: “[...] descubrir los cambios a través del tiempo, 0 sea, cémo y que piensa Cosfo cuando traza estas lineas descubre, pero también explica. {Como lo hace?, sf para pronunciar cualquier juicio u opinién hay que pro- barla, es un arte que habré que elucidar en una lectura analitica de esta obra.” Lalectura somera, de un cuadro escrito con algo mis que correcci6n y claridad, con un verdadero estilo, dista de aparecer como una suma de noticias abrevadas en fuentes primarias y cuidadosa de los compromisos LA HISTORIOGRAFLA LIBERAL estén alli, en medio de los nombres y los hechos. Cosio compone una his- toria y la compone como lo puede hacer un convencido liberal puro, mexi- cano, de mediados de siglo, que mira a un pasado seguramente con toda la intencién de escudrifiarlo en su total realidad, pero que ve en él, y esto acto fundador. Alli, en la repablica restaurada, nacié México a la vida Losob: ‘mexicanos deberdn apreciar para servirse de' que Cosfo Villegas elige para explicar su mundo est fa y con ella elaborar un cuadro hist6rico. “Annosotros lo que nos corresponde es leerlo, quiz ut que ha obtenido si derecho a poblar el campo del conocimiento hist6rico; iguar si ésta 0 cualquier otra tiene derecho a apropiarse de la interpreta- tidn de lo que somos 0 deberfamos ser. A mi juicio hay alli uno de los obje- 1s de estudio de los historiadores de Jués, cmos y para qués de las historias escritas aqui y alla es parte de nues- o quehacer. ER Y ULTIMO ACERCAMIENTO A Cosio llegas, tanto en su totalidad como en el volumen aquf aludido, de la iberal mexicana del siglo XX. Los protagonistas que pueblan que se les sefialan, las conclusiones implicitas que el autor va dejando rear los esabonesnecetarios ene pasado de lo narrado, el presente uro que el historiador conoce, invitan como ya dije a una iene EVELIA TREIO LA HISTORIOGRAFIA LIBERAL Sin embargo, en este momento lo que me parece de singular impor- Por mi parte, pese al uso reiterativo que he hecho del término libe- es especular sobre la trascendencia de este tipo de historias en la for- {al estoy convencida que lo usamos con ligereza, que nos deberfamos di acién de la conciencia histérica. Y digo especular, porque carezco de las metodologias que supongo que vienen en el mismo paquete de la teorfa de larecepeién, o se le iran agregando, y que sin duda sern de mucha utilidad. plros conceptos semejantes que han ido acumulando significados a veces Quiero, pues, suponer que el esfuerzo de Cosfo Villegas por man- distintos, y por consiguiente, perdiendo el sentido univoco que en repetidas tener atado al pensador liberal, sin conseguirlo, no es en vano, ni permite manifestar la frase chocantisima de que su trabajo ya ha sido superado. Aunque debo reconocer que algunos de los conceptos que Hayden ‘Quiero pensar que la autenticidad de su pregunta porel pasado que confiaba toma de Karl Manheim para caracterizar a los liberales decimon6- explicaria su presente, la dedicacién y el esfuerzo por recabar informacién permiten identificar ciertos rasgos y actitudes del historiador Cosio y-cemirla, han dado frutos. Que més alla de lo que el propio Cosfo obtuvo legas,"© tales como su percepcién del cambio soci de esta primera obra histérica que produjo, de las que la acompafiaron a lo iedad como algo s largo de la investigacién y edicién, y de las que Ie siguicron, la recepcién n-una parte de que ha tenido su obra toda permite aprendizajes diversos."* Quiero suponer les favorecen el ritm también que estos provienen no slo de los datos y los hechos que tan celo- 4 procesos educativos y contiendas electorales entre partidos compromet samente quiso consignar, sino que se desprenden del ideario que lo movid a ja observancia de leyes de gobierno establ ". Asimismo, respecto buscarlos, del entramado con el que logré poner ambas cosas en concierto y Jas orientaciones temporales, quiza, y esto lo aventuro, es C de las implicaciones que tiene para nosotros el contacto con el lenguaje de 108 historiadores que imaginan un momento en el futuro en que la estruc- un liberal que quiso creer en un México, que desde luego ha cambiado, que i institucional puede mejorar, pero proyectan esa con quiz nunca fue exactamente como él lo vio e indudablemente tiene més N futuro remoto de manera que desalientan todo esfuerzo por realizarla protagonistas de los que desfilaron por su pluma, pero que en las imagenes r lamente y por medios radicales. que proyecta también esté atrapado. Porque Cosfo fue de México, y hay una Otro renglén en el que definitivamente sf se puede apreciar a Cosi parte de México que fue de Cosio y nosotros el dia de hoy podemos admitir jmo un historiador liberal es el que indica que respecto allos paradigmas de que una parte de sus mensajes nos ha constituido y a la vez nos ha dejado rma que debe adoptar la explicacién hist6rica los liberales, incompletos. Sus respuestas no pueden ser las nuestras. Como, en el caso \icales, creen en la posibilidad de estudiar la historia racional y cientf- de asumimos como tales, su manera de ser liberal no puede ser la que nos san lo mismo de esos términos. Unos buscan leyes defina. 5 procesos; y otros, tendencias generales 0 corriente ‘Tenemos respecto a Cosfo un trecho més de historia politica que ha : ocurrido, que ha sido lefda e interpretada y que conviene contrastar con los \s de este autor, a veces visionario, para saber en qué medida su. ‘en la historia y construir sociedades mas democréticas, a la vez, man- ica mexicana todavia nos explica. 15, _Unacronobibligraia de Cosi Villegas desde 1922 asta 197 | apareoe en Exremos de México. Homenale legas, México, El Colegio de Mético, Centro de Estos Histon, 1971, (Nueva Talis PWNS RvR Taso "3 7st eae eee veces remiten a la moral cristiana, pedfa honestidad y justicia para salir avante. Hace falta un largo recorrido para calar hondo en su obra histo- riogrdfica, Ojalé que todos los historiadores liberales hubieran construido propuestas tan imponentes como la suya. Mientras detectamos a sus seme- jntes, tenemos tela de donde cortar para entretenemos. “LA OTRA HISTORIA”: LA HISTORIOGRAFIA CONSERVADORA’ Jaime del Arenal Fenochio Escuela Libre de Derecho RODUCCION esta ocasiGn me cotresponde tratar sobre “a otra historia”: la historia a historiografia conservadora, la llamada historiogratia de ica mexicana, porque aclaro que hay diversas “derechas vador nos remite, desde luego, uestros autores son herederos de los historiadores conservadores como jeas Alamén, Niceto de Zamacois, Luis Gonzaga Cuevas y Francisco de la Arrangéiz; pero més alld de estos autores mexicanos estaba Edmund Burke (1729-1797) y,en especial, el francés Joseph de Maistre 153-1821), los idedlogos del conservadurismo europeo del siglo pasado, dlido sobre todo como un pensamiento antirrevolucionario. Es un conservadurismo, en particular el del segundo, cargado de ;ntos religiosos que elaboré una doctrina, una ideologia del poder poli- ), de la religin y de la historia, ciertamente muy polémica; pero que onvirti6 en uno de los denominadores comunes de casi todos nuestros es. Seguin esta tesis -que los llev6 a ser descalificados por la historio- fi sido victima, a partir , de una conjura judeomasénica tendiente a des- smo en general. La historia occidental icha permanente entre la [gle Jas sociedades secretas de origen judio. El poder politico de los Esta- Evgtia TREO veces remiten a la moral cristiana, pedia honestidad y justicia para salir avante. Hace falta un largo recorrido para calar hondo en su obra histo- tiogrifica. Ojalé que todos los historiadores liberales hubieran consiruido propuestas tan imponentes como la suya. Mientras detectamos a sus seme- jantes, tenemos tela de donde cortar para entretenernos. “LA OTRA HISTORIA”: LA HISTORIOGRAFIA CONSERVADORA* Jaime del Arenal Fenochio Escuela Libre de Derecho RODUCCION festa ocasién me corresponde tratar sobre “la otra historia”: la historia Ja historiograffa conservadora, la llamada ica mexicana, porque aclaro que hay nscrvador nos remite, desde luego, a la estros autores son herederos de los historiadores conservadores como as Alamén, Niceto de Zamacois, Luis Gonzaga Cuevas y Francisco de Edmund Burke (1729-1797) y, en especial, el francés Joseph de Maistre 3-1821), los ideslogos del conservadurismo europeo del siglo pasado, Es un conservadurismo, en particular el del segundo, cargado de nentos religiosos que elaboré una doctrina, una ideologfa del poder poli- de la religién y de 1a historia, ciertamente muy polémica; pero que tid en uno de los denominadores comunes de casi todos nuestros eS. Segiin esta tesis que los Ilev6 a ser descalificados por Ia hi IAIME DEL ARENAL FENOCHIO Es bien sabido que la palabra revoluci6n es claveen lahistoriografia mexicana del siglo XX, ya sea porque es invocada por historiadores conser- vadores como por los de otras ideologias. Pero los primeros no se refieren revolucién liberal ni a la revolucién mexicana de 1910, sino la “‘revolu- , cuyos primeros Jo XVI, el protestan- el primer instrumento en la gran lalglesia; lo XVIII, lo fueron las sociedades de iluminados concretamente las logias masGnicas. Muchas de estas ideas provienen de Joseph de Maistre y otros pensadores (muchos jesuitas) que entendian la historia como una historiograffa mexicana del siglo XIX, esta ideologia no influyé con todo su radicalismo en los historiadores con- servadores mexicanos sino hasta el siglo Xx, cuando la mayoria de los auto- tes—no todos- se dejaron guiar por sus orientaciones. A estos dos primeros clementos politicos y religiosos—hay que agregar el hispanismo acentuado en nuestros autores, hispanismo que supone una actitud contraria a todo lo estadounidense y, en general, a lo anglosajén. LAS GENERACIONES Para esta exposicién seleccioné tinicamente a cuarenta autores. En toda’ seleccién aparece el problema de elegir y descartar. Después de pensarlo’ ‘mucho, escogi a cuarenta historiadores (aunque soy consciente de que hay” ‘més) porque creo que son los que tuvieron mayor difusién y gozaron, di luego, de mejor suerte editorial. Los clasifiqué segtin dos criterios: por “cotriente que representan y por generaciones. Me refiero a ellos como el incluye alos que a lahistoria como instru iruir ala otra historia (la de l les, Ja revolucio SLA OTRA HISTORIA” icano triunfante en el siglo Xx. Estos cuarenta constituyen el centro xposici6n, aunque después y en forma incidental me referiré a dos Francisco Buhes (Wesco 1647-1924) “Toito Esquivel Obronén (Le6n 18644Méico 1946), ‘Victorino Sato Avarex (Teocaliche 1857-saico 1951) Ezequiel Chiver (Aquascalintes 1868 México 1946) Carls Pereyra (Sato 1271-1942) os Vasconceles {Tacubaya 1875México 1962) (@axaca 1862-Mico 1959) ‘Andrés Barquin Nemesio Garcia Nata f (Lampazos 1882.Mésion 1962) ‘Afonso Taracsna ‘(Cunduacén 1897-Méxion 1985) (Saver 1892-Mesco 1986) Sahat Abascal (eral r910 on 200) ‘Aen Tuete ‘Antoni lusFasis JAIME DEL ARENAL FENOCHIO En primer lugarincluyo alos sacerdotes. Es obvio que todos comul- gan y abrevan en raices profundamente religiosas y se comprometen en Ja defensa del catolicismo. De dieciséis sacerdotes, la mayorfa jesuitas, destacan autores muy conocidos como los padres Mariano Cuevas, Jestis Garefa Gutiérrez y José Bravo Ugarte. Solo el libro del jesuita estadouni- dense Joseph H, L. Schlarman México, tierra de volcanes se ha editado mis que cualquier otro texto de historia oficial, 1o que habla de la inciden- cia que ha tenido la historiografia conservadora en el piblico en general. ‘Aunque habria que precisar quiénes leen estos libros, hay que reconocer su suerte editorial. Un segundo grupo lo forman los catdlicos laicos. No todos son cat6- licos ortodoxos, sino algunos son mas o menos liberales, pero todos expre- san su catolicismo de algiin modo en su obra: Garefa Pimentel, Elguero, Gibaja y Patrén, Villasefior, Correa, Carrefio, Barquin, Tunco, De Marfa y Campos, Guisa y Acevedo, Abascal, Trueba, Rius Facius y Fuentes Mares. ‘Como Salvador Abascal (un abogado muy polémico) fallecié el 23 de marzo de 2000, los tinicos sobrevivientes son Celerino Salmerén y Carlos Alvear Acevedo. Por tiltimo, menciono a los ex liberales. , quiénes llamo ex libera- les? A los autores que después de abandonar en cierto momento su catoli~ ccismo infantil regresaron a él en su madurez. Durante su juyentud tuvieron tuna formacién liberal, Iaica; algunos incluso tuvieron vinculos con logias. mas6nicas, pero en un momento de su vida asumieron una inclinacién francamente conservadora, Muchos suftieron el exilio, algunos en Estados Unidos, pero regresaron a México y se afiliaron al pensamientoconservador, cat6lico e hispénico. El grupo lo forman personajes como Bulnes, Esquivel Obregén, Salado Alvarez, Chavez, Pereyra, Vasconcelos, Garcia Naranjo y ‘Taracena, que representan una corriente propiamente conservadora por sus. caracteristicas combativa, apologética, reivindicadora, heterodoxa y apa~ sionada, Siguiendoel métodoy cronologia de Luis Gonzalez podemos ubicar a nuestros cuarenta autores en las siguientes generaciones: ‘Generacién de 1915 Goneracién del22 ElAteneo varse86 11908-1920 1889-1905 Joaquin Marquez.S.d. PHerberto Navarrete. J ‘Gerardo Decormes. J (Pusbia 1297-2) amo Feilano Velézquez (Francia 1874-Texas 1965) 2) Pests Garcia. (Querétaro 1869-SLP 1946) P.Emetoro Valverde T. does Gutiérrez Casillas (Morea 1698 México 1968) (2) P José Bravo Ugarte S.J Daniel OmedoS. J (México 1903-1984) (Vila del. 1864Le6n 1948) uix. 1875-México 1958) PILL Schlarman. J (unos 1879-7) ‘Salvador Abasoal P.Mariano Cuevas S.J. (México 1878-1949) Foo, Regs Panchet (Wonaiour, Fra. 1864-7), P.Lauro Lépoz Beltran (Cuaute 1904-7) PRafacl Martino2 del. (México 1888-1965) Feo. Banogas Galvan (Celaya 1867-Qro, 1932) Antonio Gibajay Patron (Mor 1910-México 2000) Gabriol Méndez Plancate Alfonso Tiveba Eduardo J. Correa (Zamora 1905-México 1949) (Celaya 1915-7) ‘Andrés Barcuin 1967) (Mérida 1865-Méxleo L19269) (Ags. 1874 Maden 1964) ‘Antonio Plus Facius (México 1918-7 Carraro 4962) ‘Alberto Mar Alojandro Vilasoior (México 1964-1912) (México 187 José Fuentes Mares (Mirtey. 1896:México 1974) (Chihuahua 1919-1986) ‘Armando de Maclay C. (México 1897-1967) ‘Tobio Esquivel Obregon sé Vasconcelos ‘Afonso Junco (Leen 1854 Mica 1806) __Nilorano Salado Aerez Celerino Salmerén (02. 1882.4co 1959) [Nomesio Gercla Naranjo (R.Labibertad, Oax. 1920-7) (VL. 1888:Mésico 1982) desis Guisay Acavedo eocatiche 1867-Mex.1931) Ezequiel A. Chavez Carlos Alvear Acevedo (Salvaterra 1800 Mex. 1986) (México 1920-2) ‘Alfonso Taracena (Ags. 1868-México 1946) Caries Pereyra (Cunduacdn 1897-Méx. 1985) (Gallo 1671-Macra 1942) IAIME DEL ARENAL FENOCH La generaci6n de 1929 mareael fin de la polémica conservadurismo la historia oficial. En los afios sesenta y principios de los setenta inde estos autores, pero después del Con- ‘modernidad, muchos “integristas” se quedaron practicamente “en el aire” y Jos mas tradicionalistas se sintieron deslegitimados y sin apoyo para seguir mpieron su vinculo o se mostraron escép- ticos o criticos con la Iglesia catélica Después del Concilio précticamente termina lo que llamolacorriente “conservadora beligerante” y comienza a surgir una historiograffa menos ‘apasionada y nada combativa, ya académica y cientifica, forjada en institu- clones como El Colegio de México o la UNAM, comprometida con el ma- Inejo de fuentes y con los métodos modemos de la interpretacién hist6rica. ‘Aunque sus temas pueden ser los mismos que trabajaron los historiadores. ‘bonservadores, su tratamiento es distinto, pues ya no plantea la polémica ni ivos de aquéllos salvo el de desacralizar a la historia 3s justo reconocer que no todos estos histotiadores aceptaron las, Ideas més radicales del pensamiento conservador, como lainterpretacién de Jw historia guiada por una conspiraci6én judemasc el utramontanismo \Wlico. Como siempre, hay matices, diferencias y hasta ideas y plantea- ‘mientos contrarios. Es imposible conjuntar a un Gibaja con un Taracena o un Garcfa Naranjo. En esta perspectiva, por ejemplo, la labor de José Fuen- ‘105 Mares representa un auténtico parteaguas entre una y otra época; por | antepentiltimo de nuestros historiadores. En sus primeras obras leas claramente conservadoras, pero siempre trabajé la hist sun pensamiento tradicional, pero ya no te mico de los primeros. Para mf, Fuentes Mares puso fin a la historiogra- onservadora del siglo xx. De los dos vivos, Celerino Salmerén se ubica en los extremos més storiografia conservadora que hacen, por ejemplo, Fuentes Mares 0 Uiltimos autores conservadores como Carlos Alvear Acevedo, que no se an ala linea combativa o beligerante radical. El segundo es autor de un ro de texto de historia de México muy difundido, que lleva mas de treinta y fue el més lefdo en las escuelas particulares cat6licas de todo el ‘vel de secundaria (yo lo estudié en ccuestidn que no se debe soslayar: no es el libro de texto de la Secretaria Bducacién Publica, pero tiene un gran impacto editorial y la visién con- jadora de un historiador de relativa segunda importanc Por su origen, nueve nacieron en la ciudad de México (uno en Tacu- iva), y veinte en la provincia: cuatro en Michoacan (dos en Zamora), iro en Guanajuato, dos en Aguascalientes, Estado de México, Oaxaca, jevo Le6n y uno en San Luis Potosf, Puebla, Yucatan, Chihuahua, Jalisco, mes, domina el centro (veinte) y le jen el occidente (seis), el norte (cinco) y el sur. Practicamente todo el representado ~de Chihuahua a Yucatan y los autores no estén vi dios sélo al centro 0 centro occidente de México (los territorios criste- sino también a regiones con un catolicismo muy atenuado como Nuevo ie0s, periodistas y escritores. Hay tres extranjeros: dos franceses y un junidense. En cuanto a formaci6n intelectual predominan los que cursaron jos superiores y obtuvieron un titulo o un grado: dieciséis son sacerdo- mitad jesuitas), dieciséis abogados (uno también sacerdote), cuatro istas, tres fildsofos (dos también abogados), dos historiadores sin Jun profesor y un ingeniero. Por su desarrollo profesional y actividades diversas a su profesin, sy un diplomatico. Algunos se dedicaron a la docencia 0 on aésta con otras actividades. Desde luego, todos escribieron con JAIME DEL ARENAL FENOCHIO Historia £ 1DECLOGIA {Cuil es el ideario de la historiografia conservadora? Primero, defender a la Iglesia de los masones y otros enemigos que pretenden infiltrase en su inte- rior. Los grupos m: stas, incluso, pensaron que el Cor Ii fue manipulado por los masones y que los progresistas de la Iglesia en Jos afios de 1968-1970, también eran voceros de la masonerfa, el judaismo y cl comunismo mundial. Comunistas, protestantes, liberales, socialistas, tepublicanos, federalistas, todos eran masones y a todos habfa que comba- tir, Aqui subyace una afioranza por la Monarqufa catélica 0 por el Estado se corporativiz6 ala sociedad ala ientras que el corporativismo catélico se entiende conjunto de sus corporaciones natura- ténea y no es el Estado el fencias claras que los hacen afines al pensamiento de Franco en spafia y de Salazar en Portugal, quienes reivindicaron este corporativismo hiatural (las sociedades intermedias que forman a la sociedad politica) y des- ‘pués impusieron el autoritarismo. © Para los conservadores mexicanos, la historia es un arma sobre todo ‘defensiva, no para el ataque; bueno, también atacan, pero lo primeroes defen- "dls y escatar esa otra historia que el Estado mexicano se encarga de desca- ignorar y destruir. Valga un ejemplo: el 27 de septiembre de 1921, en ‘i SesiGn solemne en la Camara de Diputados para festejar el centenario de dlependencia, se apagaron las luces y los diputados derribaron el nombre. “eAgustin de Iturbide (que estaba inscrto en letras de oro en Jos muros del Bpariaminti) y brindaron por cara letra que iba cayendo. Es o también se encarga de destruir: eambia los nombres a las calles y storia. Por eso los conservadores combaten, ‘LA OTRA HISTORIA” Para la mayorfa de estos conservadores, la historia deviene en ideo Jogia no en verdad cientffica ni en comprensién del pasado, pues esté car~ ada de tintes subjetivos y de fines claramente ideolégicos. Su historia es heterodoxa (pues combate a la historia liberal-oficial impuesta en el siglo personaje, casi siempre calificado de mértir, para el culto y la veneraci popular. Los grupos mis reaccionarios atin conmemoran la muerte de Maxi- liano y organizan misas los 27 de septiembre de cada afio en la tumba de tocan el himno nacional, enarbolan banderas Otra caracteristica pra. Lo que més le importa reivindicar es el papel de la Iglesia en la historia México y, junto con ella, la memoria de sus personajes afines, es decir, iglo XIX lucharon por su defensa, como Iturbide Miramén. De aqui su caracter apologético: de la Iglesia, la conquista, la \eva Espaiia, la replica conservadora y, sobre todo, de los oristeros. ‘Asimismo, estos historiadores escriben con pasién. Como defen- de la obra espafiola, el hispanismo es un rasgo que comparten todos ¢ incluso algunos parecen defender més a Espatia que al : Esquivel Obreg6n y Vasconcelos advirticron sobre los peligros del lismo como ideologia; en cambio, rescataron las bondades de la obra {que evité que nos siguiéramos comiendo unos a otros, nos dio la 14, NOs cred Como nacidn, nos unificd en joma, nos ensefié a Briego y| Vlas luces dle la ci d is principios JAIME DEL ARENAL FENOCHIO del siglo XIX debido a una conspiracién judeomasénica. En toda América, masones como Bolivar, San Martin, Sucre y otros; disolvieron la fuerte Unidad cristiana, cat6lica y monarquica, y crearon pequeiias, medianas 0 grandes naciones independientes, pero desunidas y débiles. Se disolvieron Jos vinculos forjados a lo largo de 300 aiios y conocimos la enemistad entre hermanos. Al vivir historias separadas el gran continente hispanoamericano ‘cay6 al nivel de una civilizacién frustrada y de un progreso negado. De aqui Jn necesidad de recomponer la unidad hispanoamericana, término que en sf mismo tiene conotaciones idealdgicas: no hablan de América Latina 0 Latinoamérica, sino de Hispanoamérica, que incluye a Espaiia y Portugal. Comparten un nacionalismo acentuado. Luis Gonzélez ha recono- mas nacionalista de .cula lengua, raza, geo~ i ituales y religiosas, entendidos como puntos identidad comunes. Conciben una nacién fuerte, poderosa, con su propia ad (su gran historia y su capacidad de darse al mundo) y con un. parad6jicamente siempre frustrada e inacabada por el revolucién y de los gringos. Ante todo, son antirrevolucionarios: antirrev miasoneria, antirrevoluci6n americana, anticrevolucién francesa, antisecu- avizaci6n, antiliberalismo, antirrevolucién comunista y, desde luego, antirre~ Yolueién mexicana. La revoluciGn miné la grandeza hispénica de los siglos XVE-XVIn y empujé al pais y a las naciones hispanoamericanas a su des- “unidn y decadencia, sobre todo por la accién de los estadounidenses, el gran Beato ce los conservadores mexicans de los siglos XIX y XX. Todag “LA OTRA HISTORIA” Coca Cola, Con sus argumentos subrayarian esta tendencia a la asimil En La hoja de combate, Abascal preve‘a que, ala larga, el Tratado de Libre Comercio nos convertirfa en otra estrella de Estados Unidos. En fin, para los historiadores conservadores el pafs est constante y perpetuamente amenazado. Si nose ha fragmentado 0 cafdo bajo el dominio gringo es gracias a la religién, al nacionalismo y a la herencia de Espaiia. historia, “la otra historia”, es su gran fuerza, el ingrediente indispensable ‘a enfrentar al enemigo perpetuo: la Norteamérica blanca, protestante y ‘capitalista, Este ideario lo encontramos pricticamente en todos los autores Las INSTITUCIONES: “émo y dénde difundieron sus ideas’, ;cudiles fueron sus foros de expre- Jn, gcon quiénes se vincularon?, gd6nde trabajaron? El gran foro de in para la historiografia conservadora en México desde los aflos cua~ nia hasta principios de los setenta, la época de mayor actividad y comba- dad, fue la editorial 1US (en sus origenes vinculada al PAN y a Manuel Gémez Morin), que tom6 su nombre de una revista jurfdica de alta calidad y ‘6 como simbolo la cipula de la Basilica de San Pedro. Por casi 30 afios ie dirigida por Salvador Abascal, abogado egresado de la Escuela Libre ‘Derecho, lider del sinarquismo nacional, hombre combativo y admirable Ja lealtad a sus ideas. Con Abascal, la editorial alcanz6 un auge extraor- nario. Abascal lefa todo lo publicado en JUS, pues se concebia asimismo 10 un censor, un Torquemada, y no podia permitirse la inconsciencia de ar una idea, frase o linea, que no fuera acorde con la ortodoxia cats- 4, Cuando Fuentes Mares publicé la primera edicién de Poinsett, o oblig6 ptar notas de pie de pagina donde manifestaba no estar de acuerdo con una conclusi6n del autor, Si bien era un Torquemada, hizo mucho por la oriografia y por la literatura conservadora. Publicé dos colecciones que \son joyas rarfsimas y magnificas en su contenido (aunque su papel era Darato): Figuras,y episodios de la historia de México y Me . nds de cien t(tu IAIME DEL ARENAL FENOCHIO dirigidas durante muchos aftos por Jestis Guisa y Acevedo (filésofo y escri- dentro de los historiadores porque tiene dos 0 tres libros de autobiografia e historia reciente), buen escritor, pero hombre radical que le6 con todos ‘os y terminé muy amargado. La revista Abside de los hermanos yearte es una buena fuente para escribir la historia del conserva ano del siglo Xx; se ocup6 principalmente de Ia literatura, jundi6 articulos hist6ricos de Alberto Maria Carrefto y muchos otros autores. Habria que afiadir a la editorial Botas que, si bien publicé obras de autores de las més diversas ideas, también fue un foro para algunos de ‘estos pensadores (Vasconcelos publicé aqui las primeras ediciones de su oes i ‘abe mencionar que, cuando Salvador Abascal abandon6 JUS (dis- Basco con el grupo de los panistas mas renovadores), funds la editorial ‘Tradicién, donde mantuvo su acentuado conservadurismo y reedit6 muchas de aquella. Yo dirfa que Tradicién es ~hasta la fecha—el resabio de este “gonservadurismo catdlico, que sirvi6 a Abascal para continuar su combate ‘personal por la historia y contra los estadounidenses, la revolucién y demas ‘@hemigos de México. ‘temas generales de la historiograffa conservadora son, en primer lugar, historia de México, de la Iglesia o de la Amé- Espafiola, Los estudios particulares 0 monograficos son muy variados, We personajes de la colonia en cuadernos breves (a quienes después nadie ha rafiado). Hoy serfan un buen indicador para redactar biograffas moder- Obviamente, la virgen de Guadalupe es un tema socorrido, pues es 1a que México no ha cafdo todavia ante el embate estadounidense: alaya, la trinchera, el gran simbolo. Todos estos historiadores suscri- la frase de Altamirano: el culto a la virgen mexicana es el tinico vin- ie une alos mexicanos. Laacci6n y presencia de Espaiia supone el interés por comprender forma de gobierno y el funcionamiento de las instituciones coloniales, ines politicas de la Nueva parada, al menos en México, porque estos autores no hacfan Ia hist Ja inquisicién en Espafia, sino en la Nueva Espaiia, donde no hubo 43 quemados, y algunos sélo en efigie. También En efecto, los conservadores reconocian que Hidalgo y Morelos bfan sido curas y, por lo mismo, no podian enaltecer su papel de caudi- militares. Es interesante la opinién de estos autores sobre las figuras de dialgo y de Morelos porque se ubican entre el aplauso y la c on del ministerio, mataron y ordenaron muertes: endencia de México. En cambio, Iturbide no les provoca ningtin pro- ie poelancis sun militar les viene muy bien royectd constitucior JAIME DEL ARENAL FENOCHIO propio al pafs, una monarqufa acorde con su pasado monérquico y catélico, pero no ajeno a ideas modemas e ilustradas. Iturbide se convertir4 en el s{mbolo del conservadurismo mexicano. No en todos los casos, por cierto, porque Vasconcelos siempre fue un critico feroz en tanto que el padre ‘Mariano Cuevas hizo la coleccién documental més importante sobre la obra de El libertador, que deberfa ser completada y superada, Hasta la fecha, Iturbide es el personaje mas negado de la historia oficial y, por lo tanto, su enemigo simbélico; y es que ha habido y contintia habiendo una aut ica maquinacién (las maquinaciones son utilizadas desde el poder en todo indo. cuando se trata de imponer una idea) en su contra por lo que esen para el conservadurismo mexicano. A ningéin personaje se Ie ha negado todo mérito como a Iturbide, ni a Cortés, ni a Maximiliano, quiz Slo a Victoriano Huerta.’ Posteriormente tenemos temas vinculados con Estados Unidos, el Bim cnenizo: el impacto de la doctrina Monroe (en los trabajos de Carlos Pereyra) y, en especial, la infuencia de Poinsett (Fuentes Mares), quien lujo la masonerfa yorkina, presion6 para establecer la repiblica federal Phizo que nuestro nombre oficial sea hasta la fecha Estados Unidos Mexi- Nos; es decir, es el hombre que nos vinculé con el expansionismo estado- idense. La pérdida de Texas y el gran robo de la guerra de 1846-1848, on vistos con toda su carga de injusticia, maldad, racismo y expansionismo i050. En tal sentido, estos autores llegaron aconclusiones que hoy com- Jos modemos historiadores. Efectivamente, cuando uno lee libros Los soldados irlandeses en México de Hogan se da cuenta del racismo ‘También encontramos el tema de la masoneria (Félix Navarrete) | gran ¢ ignorado tema por estudiar todavfa por la historiografia actual ‘estrecha relacién, el de la figura discutida de Benito Juérez. Fuentes ~ plac’ cuatro libros: Judrez y la repiiblica, Judrez yl “LA OTRA HISTORIA” piedra de toque del conservadurismo, porque fue la primera obraheterodoxa contra Juérez: El verdadero Juérez y la verdad sobre ta intervencién y el io; luego publicé Judrez y las revoluciones de Ayutla y de Reforma. Al escribirlos suscité la publicacién de una serie de apologfas de Juérez (Heri- berto Frias, Iglesias Calderdn), es decir, su critica tuvo una consecuencia lar ala proyocada por los sinarquistas en los afios cuarenta del siglo XX, ido encapucharon la estatua de Judrez en la Alameda y provocaron que ‘¢1 21 de marzo fuera declarado dia de fiesta nacional. Al parecer, no habi 10s de Bulnes fueron influyentes en manos de los conservadores, Por jemplo, si hay alguien diametralmente opuesto a Bulnes (en cuanto a ideas, igen y pasado) es Celerino Salmerén y, sin embargo, éste siempre reco- endaba su lectura, El 10 de Salmerén (profesor oaxaquefio como Jusrez, pero ixteco) Las grandes traiciones de Judrec, muestra a Juérez como un trai- por haber firmado los tratados de MacLane-Ocampo (que no aparece en gin capitulo de la historia oficial), Wyke-Zamacona y Corwin-Doblado, cuales demostraban que, efectivamente, Judrez.estuvo a punto, él y su de entregar la soberanfa mexicana a los estadounidenses y a los ses con tal de obtener apoyo y reconocimiento oficial en la guerra de a. Después la historia oficial trataria de comregir las cosas y dirfa que ‘encuentra en ningin lugar el tratado MacLane-Ocampo (sabemos que pia mexicana se quem6 en la Camara de Diputados durante el porfi- pero que en los archivos de Washington se puede obtener una fotoco- Blanco Moheno y otros historiadores prifstas on que en realidad obedecié a una estrategia genial de Juarez, que te no iba a firmarlo porque sabfa que ganaria la guerra y que los lounicenses no lo ratificarian, Quien tenga duda de su existencia que ia porque lefamos a ién en 1986- y, afios da.como el gran robo de opiedad y sin su ___SAIME DEL ARENAL FENOCHIQ consentimiento a alguien y no se Jo pagas es robo, aunque le llames nacio- nalizaci6n o expropiaci6n). Con la critica a la reforma y el enaltecimiento de Miramén (en las obras de Islas Garcia y Fuentes Mares), contintian los alditos” y las biografias de los “malos” de la historia mexicana. Como tema, el segundo imperio también les creé problemas de ambigiiedad y contradiccién. Aunque fue apoyado por los conservadores mexicanos, Maximiliano fue un gobernante liberal. Por eso, el segundo imperio siempre los ha colocado en posiciones contradictorias; a veces lo enaltecen y lo defienden e incluso asisten a las misas por el aniversario de inuerte del emperador 0, por el contrario, lo atacan (porque desde luego sén). Es decir, hay una verdadera ambivalencia frente al segundo imperio. ‘También hay temas més recientes como el Partido Catélico (en las brus de Correa o Banegas Galvan) y la Cristiada, con su gran cantidad de uilores: Félix Navarrete, Heriberto Navarrete, Andrés Barquin, Rius Facius, que son los primeros en trabajar el tema (Jean Meyer no fue el primero [Pero quizd es quien mejor Jo ha tratado en la historiograffa modema). En JUS se publicaron obras de obispos, curas y testigos que intervinieron con Jas armas. No hay los libros de Regis Planchet, in rel ensangrentados. Antes de Jean Meyer, el tema habfa sido planteado con Dpropsitos de defensa, denuncia y combate, para exhibir la gran tragedia jola guerra Cristera. Sobre el sinarquismo de los afios cuarenta, la magnifica autobiogra~ fia de Abascal es muy recomendable e indispensable, un libro espléndido findependientemente de que uno esté o no de acuerdo con sus ideas) y bien ‘escrito (algunos de estos hombres se formaron en el seminario de Morelial onde aprendieron a escribir muy bien). Aquf esté toda la historia del sinar: quismo mexicano. Desde luego, la apologia del sinarquismo corre paraleld {gon las criticas a Cardenas, al socialismo y al comunismo. la Iglesia en general (Ia época del Con: cilio que dividi6 a los catdlic ios setenta en progresistas, conser jonalistas) y 1a expansiGn del protestantismo en MExico, plein la gran influenc a: SLA OTRA HISTORIA” stantes como parte de la conspiracién yangui y mas6nica, para infiltrarse cl pafs y acabar con la nacionalidad mexicana, definida como catélica. S OBRAS cuanto a las obras, preferi ubicarlas por el orden alfabético de sus auto- in embargo, si me fuera exigido escoger las jez obras més representativas de la historiograffa conservadora del siglo contre todas las mencionadas ~que superan las 250- yo seleccionaria las iguientes: 1, El verdadero Judrez y la verdad sobre la intervencién y el impe- jo de Bulnes, es la obra de un liberal que inicia el ataque contra la figura ¥y que termin6 escribiendo una historia clara- de exabruptos y juicios radicales. Salvo la obra de Gutiérrez Casillas, hay ninguna otra que se le pueda comparar en la historia de México, ni lomo de la Historia de la Iglesia en México de la Historia de la Iglesia en Latina de ta Comisién Episcopal para América Latina, 3. Una obra rarisima, auténtica joya bibliografica, de Antonio Gibaja én (abogado yucateco nacido en 1863, aunque, ignoro la fecha en que i6, parece ser que fenecié en la ciudad de México) es Comentario a las 1es de México en cinco tomos. La primera edici6n de 1926 es casi onocida y nadie la ha trabajado (en 1973 la editorial Tradici6n hizo una icin que también se agots). Gibaja y Patrén es quizd el autor sfntesis nservadurismo mexicano, pues toca todos los temas revisados: asume de la conspiracién mas6nica y la lleva al extremo, Es un gran lector macois, a quien supera para dejamos una idea muy amplia de la his- de México desde la perspectiva del conservadurismo profundamente ; descle luego, antiprotestante. Es un Kibro raro que no es fic ‘América de Carlos Pereyra, expresa la vision dlores mexicanos. A mi me caus6 jhistoriadores mexicanos del JAIME DEL ARENAL FENOCHIO siglo Xx, Enrique Florescano no incluyera a ningtin conservador. Si alguna misi6n es injustificable (yo no meterfa a Salmer6n, desde luego), es la de teste historiador mexicano que fue lefdo en toda América Latina y Espaiia, {que ha sido traducido a otros idiomas, prologado y convertido en objeto de testudios monogréficos y de biografias escritas no s6lo por mexicanos, sino por argentinos, espafioles y chilenos; el Gnico que ha tenido influencia inter- suando menos hasta los afios sesenta. Que era un hombre de dere- hay conservador, no hay duda, pero publicé una enorme cantidad de libros importantes, por Jo que creo que tiene un lugar bien ganado en Ia historio~ {grafia mexicana del siglo XX cuando menos por la proyeccién intemacional {que le dio a los historiadores mexicanos. En esa perspectiva considero que Bajo el seudsnimo de Félix Navarrete, Garcia Gutiérrez escribi6 Laaccion anticatolica en México, pero su libro més difundido fue La lucha ‘entre el poder civily el clero ala luz de la, respuestaa.un libro de lio Portes Gil escrito hacia la época de la segunda Cristiada. Ya como ex dente, Portes Gil habia publicado un libro con el mismo titulo donde iets tuna sintesis de la historia oficial contra la Iglesia catdlica (todo un mn de lo que ésta habfa perjudicado al pais). Es claro el tono de polé- tilizado por Garefa Gutiérrez: se trata de un optisculo, un auténtico 0, como lo fue el de Portes Gil, Esta polémica sintetiza la visi6n de toriograffa conservadora frente a la historiografia oficial en el siglo XX. ddedor del polémico tema de las relaciones Iglesia-Estado. 6. Los cuatro titulos que integran las Memorias de Vasconcelos, He todo Ulises criollo y La tormenta, dos de los grandes libros del siglo XX, Con posiciones cada vez mas beligerantes y radicales, Vasconcelos asu~ luna posicién claramente conservadora, catélica ¢ integrista. Cuando vida y La flama yaes un hombre totalmente entre= ia de México del jesuita michoacano Ugarte, constituyen un: i, Bs para mi, quizé, la historia més seria y.confiable de los histo ° n i espléndid ico, después de haber venido ~como confes6— del “L.A OTRA HISTORIA” 8 Agustin Inurbide, libertador de México de Ezequiel A. Chavez, es la biograffa mAs confiable escrita por un mexicano sobre este polémico per- naje (también escribié las biografias de Morelos y de Hidalgo). Chavez {rata de recuperar una imagen mucho més equilibrada del héroe, més pon- derada; si bien mantiene el tono apologético, ya no se queda en el discurso sino que hace un trabajo serio. Es quizé la biografia més confiable porque la de Trueba es un simple folleto y la de Barquin un trabajo muy periadistico. 9, De Fuentes Mares escojo el Poinsett, historiade una gran intriga, J més conservadora de sus obras. 10, Por titimo, Las grandes traiciones de Judrez del profesor Cele- Fino Salmerén, que es la Gitima expresi6n de este tipo de conservadurismo. LA SUPERACION DEL CONSERVADURISMO De 1940 a 1970, el modus vivendi entre el Estado y la Iglesia permitié que lus escuelas catdlicas se abrieran a diestra y siniestra, que todos pudieran a comunién y, en fin, que cesata la persecuci6n anticlerical i6n no se modified, pero las leyes constitucior una actitud ecumé- ica y tolerante frente al mundo secular. Durante los afios sesenta se sintié Jamenaza continental del comunismo soviético que acabé por apoderarse Jarevolucién cubana. Eneste ambiente sobrevivieron, ¢ incluso tuvieron auge, los grupos mas integristas de la ultraderecha alimentados ‘ol6gicamente por los libros de Sal mer6n, Abascal o Salvador Bomego; mis incendiarios y polémicos. Sin embargo, en la centuria aparece otro grupo de historiadores adores” no beligerantes que si bien rescatan los temas clasicos del amiento conservador, sobre todo coloniales y eclesiésticos, no asumen osiciones ni el ideario hasta aquf recordado. Son conservadores en su nacion y sus temas, pero no asumen sus caracteristicas tipicas: no son mistas, ni gente de armas, nj usan a la historia como instrumento ideo- on erucitos y su perspectiva no es combativa. Pretenden rescatar da utilizacién de fuentes documen- jeraluira, A ellos debemos el! JAIME DEL ARENAL FENOCHIO. rescate de un gran niimero de valiosos documentos de nuestro pasado. Los he denominado el grupo de los: ruts raccionatstas ieee adie a ied Pe EEE P, Vicente de P. Andrade (México 1844-1915) P. Francisco Plancarte y Navarrete (Zamora 1866-Monterrey 1920) P, Francisco Orazoo Jiménez (Zamora 1864 Guadalajara 1986) 368) Poigrato st Abogado José Ignacio Davila G 1981) Abogado Francisco Pérez Salazar (Puebla 1886-México 1941) Abogado Para terminar, conviene recordar que en las tres tiltimas déeadas los temas caros a los historiadores conservadores se siguieron cultivando, pero ahora por historiadores académicos formados en El Colegio de México, la Facultad de Filosofia y Letras de la UNAM 0 en el extranjero, principal menteen los aiios sesenta. Naturalmente estos temas son tratados sin el tono combativo y polémico y ni con Ia carga ideologica de los historiadores beli- ¢gerantes, sino como temas que requerian explorarse, debatirse, y asumirse como parte de una jonal; mAs alld de cualquier maniquefsmo o compromiso politico 0 ideol6gico, Se puede decir que los nuevos historia- dores que enfrentan estos temas “malditos” desde una perspectiva acadé- mica y con métodos cientificos son legatarios del conservadurismo, pero no sus discfpulos. Reciben temas, asuntos, debates; pero no se implican en los, aun cuando en lo personal algunos o muchos puedan, por su forma- ‘o creencias, calificarse de conservadores. No creen ya en la conspira: y pruebas qu sional. Yo seftalarfa a los siguientes, a quienes me permito denominar com« Jos historiadores: “LA OTRA HISTORIA” oadlémioos ‘Anionio Pompa y Pompa (Guanajuato 1904-México 1984) Histoedor Ignacio Rubio Maré (Mérida 1904-Mésco 1988) Histoador sit Sivio Zavala (Mérida 1909-2) Abogado P. Guillermo Pores Muoz (El Paso 1 es & 4. 5. 6. a a 3. P.Luis Medina Ascencio S.J. (2) Luis Gonzalez (San José de Gracia 1925-7) Histortador ender 7) Jorge Adame (México 1948-7) Abogado e histriador Marvel Ceballos (Nuevo Laredo ?-?) Heamaro marisa eistoriador La mayorfa pertenecen a generaciones mas recientes como Ia del ledio siglo” (1921-1935) 0 de “1968” (1936-1950), pero ya no estén en -a de la historiografia conservadora, sino comprometidos con un tra- \démico en cl Archivo General de la Nacién, El Colegio de México, IAM 0 El Colegio de Michoacan, Tradicién, 1980, La Constiruci iglesias, México, JAIME DEL ARENAL FENOCHIO Lizaro Cardenas, presidente comunista, México, Tradici6n, 1989. Alvear, Carlos, La guerra del 47, México, 1US, 1957. Galeana, México, JUS, 1958. Lizaro Cardenas. El hombre y el mito, México, 1US, 1961. La educacién y la ley, México, JUS, 1963, Historia de México, México, JUS, 1964. La Iglesia en la historia de México, México, 10s, 1975. 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Quintanar Facultad de Filosofiay Letras, UNAM i) es extratio, al término de un periodo cronolégico como es el siglo ya iluido, el echar una vista atrds para analizar algunos aspectos que se han .do en este lapso. No es inusitado, tampoco, que los especialistas ada disciplina del conocimiento revisen los avances, las caracteristicas os defectos del desarrollo de su érea, como lo intentaremos aqui algunos priadores con la historiograffa contemporénea de nuestro pafs. Pero si yecisamente entre historiadores, se elija un lapso de gio o término de algunos procesos histéricos, y sf en cambio puede sec- ar otr0s que se habi jado décadas atrés como es el caso del régi- porfiriano— 0 habrfan de iniciarse afios después, como es el caso de la Cabe sefialar que la revisién historiogréfica no es novedosa en el mento presente, puesto que ya desde mediados de este siglo el Instituto sricano de Geografia e Historia se habja dado a la tarea de realizar un del estado de a historiografiaen América Latina. Y si bien es cierto acabalidad, pues quedaron varios pafses sin far, se logr6 en cambio conocer la situaciGn que presentaba por enton- {area historiografica en varios otros, entre ellos México." Posteriormente, han sido varios los estudios que se han hecho para caciones de y pasado mexica contar la excelente biobibliograffa elaborada por d Emnesto de la Torre Villar, en cinco voltimenes recientemente reeditados; lo Lecturas historicas mexicanas,’ entre otras compilaciones del por el Instituto de Investigaciones Dr. José Maria Luis Mora, y que fu publicado con el titulo de Panorama actual de la historiografia mexicana, en el que participaron José Marfa Murié, Gloria Villegas y Andrea Sanchez entre otros. Mencién especial merecen los esfuerzos realizados por Aly: ‘Matute, quien a partir de la cdtedra que imparte en la UNAM~en la que com: partimos intereses y entusiasmo— se ha dado a la tarea de la revisién hist riogréfica, con importantes resultados entre Tos cuales se cuentanel volu de SepSetentas titulado La teorfa de la historia en México (1940-1973), sobre todo la obra que recogerd el Pensamiento historiogréfico mexican lo XX, cuyo primer volumen acaba de aparecer en una coedicién del Fondo de Cultura Econémica y el Instituto de Investigaciones Hist6ricas la UNAM." Habria que agregar a ello, también, la obra compilada por Enri- ‘México en el siglo XX, que publican en coedici6n el Fondo de Cultura Eco némica y CONACULTA? Todas estas revisiones, y algunas mds, que seguramente dejo en el tintero de manera involuntaria se ocupan de forma diversa de la produccién. “75 aos de investgacin isricaen México”, en México 75 altar de revolucon. IV. Educa Cultura, ion ¥ Autores; en otras se incluye una breve biogral iplia bibliograffa de los mismos; a veces se compilan textos de algu- Aistoriadores, en funcién de un tema o un aspecto de la historia que se a dificultad y la variedad de ps . de la multitud de temas que puede abordar, de las diversas ricas que puede sustentar y, en fin, de las condiciones hist6ri- fon que viven los autores que recrean la historia, la propia y contempord- la distante y aparentemente ajena. De aqui que un ciclo camo éste presente una diversidad de temas, ues, periodos, corrientes, y formas de andlisis, en fin, que de todas ieras resultardn sugerentes puntos de partida para desarrollar una eva- in posterior, mucho més amplia y profunda y general, entre las cuales Jabores de la ensefianza hist6rica no excusan, sino antes bien obligan, meno 0 proceso que se muestra 0 se ens Quizas antes de continuar deba hacer algunas consideraciones, sin \der que Hleguen a definiciones, pero que si puedan ser, al menos, sos conceptuales de principio que nos permitan partir de un consenso Por mi parte, entiendo la historiograffa como un fenémenohist6rico mismo. Es decir, que forma parte del proceso hist6rico, que se encuen- ymersa en él y, por Io mismo, esté condicionada ~aunque no determi- sociedad y de la cultura en la épocaen que luce. En tal sentido, quiero entender el periodo que ahora revisamos el de la historia contempordnea, que abarca unos afios més atras del XX, por lo que veremos ense; Es bien sabido que, en todo caso, la temporalidad puede ser perci- igico que los historiadores empleamos ad libitum, para tratarde entender ANDREA SANCHEZ QUINTANAR ‘mejorel transcurso continuo e ininterrumpido de la historia, una vez-q hemos seccionado en partes. Entiendo lo contempordneo como lo coeténeo, es decir, 1o que su- ede al mismo tiempo. En todo caso, abordamos aqui lo que es contempo- ‘ninco a nosotros, lo que vive al mismo tiempo que nosotros, pero no de una manera individualista y limitada al corto espacio de nuestra vida personal, proyectada con criterio histérico a la sociedad que nos acontece. En. tal sentido, Jo contemporaneo cn nuestra sociedad seré el conjunto de con- diciones que la caracterizan y se habria iniciado esta contemporaneidad recido. Aunque, es dificil precisar gel partido de Estado, que hoy ‘ya no es tal quizé para fortuna nuestra?, cel arribo de a mujer en masa a vida econémica?, {1a inseguridad soci centralismo politico?, el narcotréfico? Me parece que lo que subyace a todo esto, y a otras condiciones ‘quie cualquiera de nosotros podrfa mencionar, es la vigencia de un modo de. ‘prosluccidn capitalista como dominante, aunque desigual y combinado, en. Jiu fase imperialista y oligopOlica que coloca a Ja sociedad mexicana en un “arficter de dependencia, Este sistema sustenta la mayor parte de las con- iciones econémicas, politicas, sociales y culturales que son coeténeas @ “josotros; y que efectivamente se han desarrollado a todo Jo largo del siglo éX, pero que se iniciaron, ami manera de ver, hacia el tiltimo tercio del XIX al comenzar el largo régimen de Porfirio Diaz. ‘Con lo anterior, entiendo también que La historiografia contemporéi “yea serfa la que abarca este largo periodo de casi 130 afios, y no s6lo los 9 'y fraccidn que atin estamos transcurriendo de este siglo Xx. En el mismo ntido, disiento también de lo que Alvaro Matute propuso en una brillante ‘a, al sefialar 1940 como el affo de atranque de la tan trafda y da contemporaneidad, porque es entonces: LA HISTORIOGRAFIA MEXICANA DE IZQUIERDA Esto es, més bien, lo que yo llamar ada’, como sefialaré més adelante Por otra parte, esta breve argumentacién tiene que ver también con el contenido de este articulo, cuyo titulo aparecié en el ciclo como “La his- toriografia de la izquierda mexicana”, probablemente porque yo misma propuse asf, pero que después corregi para llamarlo “La historiografia mexi- teana de izquierda”, que no es exactamente lo mismo. Aqui se hacen necesarias otras dos consideraciones: en primer lugar, lo que haré enseguida serd proponer una serie de sugerencias para storiografia institucionali- ‘implica la mera enume~ inde autores y ttulos, sino el abordaje especfico desde un determinado $s periodos que se abarcan, los temas que se abordan, los ffoques con que se percibe la historia... En este caso particular me inte~ ica, ideolégica y quizé teGrica, sce 6 no s6lo para los especialistas sino, como suele decirse, para el ptiblico Ia segunda observaci6n: como es de todos sabido, se ha do en llamar “izquierda”, en materia politica, a las posiciones radicales Jue sustentan las opiniories contrarias a los opuestos, Ilamados de derecha, derechas” y que hace referencia a los diputados de la Asamblea Nacional, sterior a la revolucién francesa, en la que los también Ilamados “jaco- 10s", extremistas o radicales, se sentaban de este lado —la izquierda—en ecinto parlamentario en el que se sostenfan enconados debates sobre el bo que habria de seguir el gobiemno revolucionario, posterior a la gran is de julio de 1789. A partir de entonces, siempre se ha dado por supuesto que se sabe N lo que el término “izquierda” o “izquierdista” debe significar, aunque ja nadie ha pretendido definir con precisién el sentido de tal enunciado. pretendo hacerlo ahora, si bien me parece necesario sefialar que en concepto incluyo a todos aquellos sujetos que sostienen una posicién ialista, que se identifican con las luchas populares, con las rei- jones de los sectores mAs depauperados de la poblaci6n, que se por el desarrollo de los fendmenos de masas, particularmente | por el establecimiento de formas de " forma derepresién ANDREA SANCHEZ QUINTANAR que pretenda imponer regimenes totalitarios, depredadores de los derechos: individuales y sociales del hombre, que se oponen a una injusta distribu- ceidn de la riqueza y a las formas de produccién basadas en Ia explotacién: del hombre por el hombre, y que pretenden la igualdad de oportunidades: para todos los individuos de la sociedad a través de las cuales se logre satis- facer el conjunto de demandas que implican la alimentacién, la salud, la Vivienda, la educacién, Eneste sentido, los hombres y mujeres “de izquierda” existen y han’ existido a todo lo largo de la historia de la humanidad y si bien la denomi hacidn que ahora usamos ha surgido hace apenas poco mas de dos si puede ser aplicada indistintamente a otras épocas y otras sociedades, necesariamente debe depender de una filosofia especifica, una teorfa de | toria concreta o una Weltanschaaung definida. Seria necesario quizds, también, indicar que en cada periodo de la historia I i posturas cle oposicién al régimen vigente en tanto es un régimen explotador {© fepresentante de los intereses de la clase explotadora, y que en cada etap hhist6rica la izquierda puede tener propuestas diversas, como pudicra ser dl {e880 de la posicidn de un Estado intervencionista, que regule las condicio ss de la vida social y econémica. ___ Endiferentes momentos de la historia nacional, en el caso de nues “{1o pais, sin embargo, la izquierda ha asumido la defensa del régimen vi Ante, purticularmente como en el caso de los gobiernos posrevolucionario 1940), en tanto se considera que representan legitimamente los inter +s populares por razones hist6ricas obvias. En otros momentos, en cambil jerda asume posturas oposicionistas beligerantes, por razones ta byias de modificacién de lo que se considers “el camino de la revolk de 1940 en adelante. ‘Abordar una revisién de la historiografia mexicana en el presen ) desde la perspectiva de una posicién conceptual sociopolitica esp ‘0 68 una mera ocurrencia circunstancial, sino que surge de la ned de tealizar una revision de tal naturaleza, que implica la obligaci Ja produccién historiogréfica contextualizada en los pro q ica, Todo ello se reali L& HISTORIOGRAFIA MEXICANA DE IZQUIERDA 110 en un proceso de construccién responsable y participativa, con el jopdsito especifico de la formacién de la conciencia hist6rica, indispensa- le en la construccién del conocimiento del pasado y que es el propésito de iestro quehacer. Debo decir que, cuando se me invité a participar en este ciclo y se abordar el tema de la historiogratia marxista, que ha sido objeto Jurrente,de mi reflexién en este campo, me pareci6 necesario abordar el /propuesta inicial de una serie de reflexiones que, me parece, pueden dar ‘una revisin mas profunda y necesaria para un futuro inmediato. Tal propésito se ha consolidado cuando, al buscar una defini da, me encuentro con la curiosa propuesta del muy rea nario de la Lengua Espafiola, de la Real Academia Espafiola ‘vida especifico y la imposibilidad del cambio, tanto mas plica una transformacién revolucionaria’? Podemos especular cualquier irde tan abstrusa definicién. En todo caso, basta con no hacer caso de esta propuesta, y abocar~ ‘nuestro propésito, que es el de identificar las personas y las obras que J terreno de la investigacion histérica puedan considerarse como “de para definir una tendencia conceptual, en ocasiones tedrica, que ea de interpretacién de la historia nacional, en la de seguir, en I ciones, no consideraré s6lo la produccién de aquellos historiadores ‘han considerado como “socialistas”, y menos atin, s6l Mesto que en la denominacidn “de izquierda” cabréin otros que vamos nat, por las razones que también expresaremos. ‘Una caracteristica de la obra historiogrifica que puede englobarse '¢s la de considerar la historia como un conocimiento indispen- par la comprensisn del presente y la construc: ito, ineluyente y ps ANDREA SANCHEZ QUINTANAR Bis la idea de La historia como arma de la revolucion, que -postulaba Manuel Moreno Fraginals hace unas décadas.'' Es también una historia que podria- ‘mos considerar generalizante y de sintesis en la que se contemplan los gran- tes procesos de desarrollo de la sociedad mexicana y se visualizan nuevos pueblo, los obreros, los campesinos; para dar algdn satendera las figuras individuales destacadas para afian- ico de la pattia y sin considerar atin la particularidad de los Sectores marginados que todavia no son tomados en cuenta: 10s nifios, las mujeres, los ancianos y los indios. En las polémicas entre conservadores y liberales, o entre indigenis- {use hispanistas, atin vigentes en el siglo XX, los historiadores de izquierda ‘isumen, en una primera etapa, la defensa de los liberales y de los indios. En luna segunda ctapa, que se empieza a desarrollar a partir de la década de los Setenta, se ha iniciado un estudio més cuidadoso de cada proceso hist6rico, {ue ha llevado a la revision de ciertos estereotipos A conclusiones més validas en la perspectiva de la historia An invaluable aportacién de los avances de las cienc’ Yor el caso, por dar slo un ejemplo, de los estudios realizados por Enrique mo, en una primera mencidn, o por Gilberto Arguello,en otra. ‘Serfa necesario abordar un estudio pormenorizado de las caracte~ eas de cada obra, lo que rebasa el propdsito meramente pionero de esta “Y habria que desarrollar un andlisis mucho mas amplio y detallado, sjamos para futuras empresas y empresarios, que no solamente @ \pete. Es necesario advertir también que mi visiOn peca de “centralista”s ‘alturas del milenio serfa indispensable considerar la abundante pro= \6n historiogrdfica que se ha realizado en la repdblica entera y particu: {e-en algunos lugares como Michoacéi, Jalisco, Veracruz, Sinaloa fuevo LLedn, Campeche, Yucatén, et al. tarea que dejo para los jOvenes viggrafos que podrén compilar, analizar y evaluar las muy importante clones que al trabajo hist6rico se han hecho. LA HISTORIOGRAFIA MEXICANA DE IZQUIERDA demi disertacién. revolucionaria para la consolidacién de la nacién: el libe! n buena medida, hasta que al convertirse en poder, y para lograr la gamente anhelada, la orientacién liberal debi6 ceder posiciones, en el ejer~ del poder real, hasta llegar al extremo opuesto de sus planteamientos iniciales, con la estructuracién de un régimen dictatorial y antidemocratico ‘consecuente con la retoma del poder econdmico e ideol ¥ expande la propiedad la jgenay campesina para convertirla en mercaneia de extrema explotacion. ‘A 1o largo de los uiltimos treinta afios del siglo XIX, la historiografia Kin se dedic6 a revisar lo que se considera con j ieblo mexicano: México a través de los siglos y México, su evolucién 23 son buenos ejemplos de ello, ademas de otras obras menores de ‘in y de los libros de texto que empiezan a proliferar. Como suele seder, el trabajo hist6rico va a la zaga de la construccisn sociopolitica y $e presenta en ese periodo una historiograffa que pueda considerarse de osicin. Serd s6lo al recrudecerse las contradicciones del régimen porfiriano clo algunos analistas de la politica y 1a sociedad manifiesten sus criti- régimen, Encontramos asi a los dos primeros criticos de izquierda, fevisan la historia mexicana como fuente de su oposicisn al gobiemo, ‘de que sus posiciones tedricas sean tan divergentes; Ricardo Flores Gn, por una parte, y Andrés Molina Enriquez, por la otra. El primero se ¢n la historia nacional para encontrar en ella, desde la perspectiva de ismo radical que después se convierte en anarcosindicalismo, el a ANDREA SANCHEZ QUINTANAR Sustento de las luchas populares por un régimen econ6mico y social justo, 0 y equitativo; mientras que el segundo encuentra en el pasado desde una perspectiva positivista, el origen de un sector social, tegulador de ta justicia social y econémica que habria de privar en un nuevo orden social Seargumentaré, tal vez, que Flores Magén no es un historiador, pro- plamente dicho, en el sentido de que realice investigacién que sustente sus posiciones. Es cierto. Sin embargo, es un historiégrafo en tanto que escribe jobre la historia que conoce, expresa un concepto de la misma y fundamenta su percepcién del mundo y un programa de accisn politica sobre la base del onocimiento histérico.* En el caso de Molina Enriquez, se ha sefialado muchas veces proceso hist6rico mexicano para proponer al mestizo como ele. mento clave del progreso y como puntal para el desarrollo del pais. Al mismo Hempo, denuncia la injusticia en que los procesos econdmicos y politicos fuin colocado a la sociedad mexicana y enuncia la necesidad de una transfor mucidn inminente, poco antes de lanzarse él mismo a la revolucién. me iderar también a otros autores, 108 0 todGlogos, como son Antonio Caso y José Vasconcelos, ¢ incluso so Reyes, quienes, sin ser historiadores profesionales ni realizar tame (0 lo que se pudiera considerar como investigaci6n hist6rica, abordan los jlemas del pasado nacional a partir del derrumbe de e LA HISTORIOGRAFIA MEXICANA DE IZQUIERDA {eriormente a romper lanzas contra el poder en la defensa de una autonomia Individual porlacual han de mantener una independencia relativa que acaba por ser profundamente reaccionaria. De todos modos, los jvenes miembros integrantes del Ateneo de la centud, enarbolaron un concepto de historia que habrfa de contraponerse as tradiciones del régimen” porfiriano, con lo cual se ubican, a mi pare- dentro de lo que podemos denominar ahora la critica de izquierda en primeros afios del siglo XX, y atin varios afios después, al menos hasta, les de la segunda década de este siglo. E] proceso armado de oposicién al régimen porfirista, que final- ¢nte lo hard caer, da lugar a un conjunto de acontecimientos que han sido \erpretados de diferente manera, a los que se comprende con el enunciado yencral de revolucién mexicana; y paralelo al cual se produce también un njunto de producciones teéricas, las llamada: fas de la revolu- \6n”, dentro de las cuales se presentan diversas formas de historiografia 1s escritas de la historia— que generalmente constituyen narraciones ssentistas de los hechos vividos por cada autor, y que constituyen inapre~ lables fuentes de conocimiento de toda esta secuencia hist6rica, si se ana- aacada obra y a cada autor dentro de su posicién inserta en el fendmeno icionario conjunto. En este sentido, las obras de Luis Cebrera, las de nn” y de las propuestas de construccién de un nuevo destino nacional. Mis adelante, en las dos décadas de los veinte y los treinta ~conse- as al proceso armado-, atin violentas y conflictuadas, puede contem- acomodo de las fuerzas desatadas por el proceso revolucionante primeros afios del siglo. El impacto del fenémeno revolucionario incide de diversas mane- Jos intelectuales mexicanos que viven el momento que Luis Villoro ANDREA SANCHEZ QUINTANAR. por una parte, estaban conscientes de la necesidad de derribar valores ya éaxduces, y por otra no parecian vislumbrar con claridadel camino a seguir. ln desarrollo desigual y sumamente complejo. Precisamente por eso el futuro se presentaba para el ‘campo abierto en el que podia construirse todo, desde los cimientos, a partir de la nacionalizacién de la cultura para lograr de ahi su universalizaci6n. Integrado en una pequefia burguesia, de ideologia no bien definida, el inte- Jectual cobra conciencia ante la realidad de lo precario de su situaci6n, pero ho siempre se identificacon la clase “en cuyas manos se encuentra el porve- jue en muchos casos le es ajena todavia. ‘De ahi que en varios grupos de la inteligencia mexicana la renova- ‘eidn intelectual no sc da como antecedente del movimiento sociopolitico, sino que se produce en simultaneidad con é1. La cultura se hallaba en crisis, ‘Gomo l6gica consecuencia de la crisis social. \e0 habfa aportado. Pero por sobre todo oviales que exi eae ee ¥ del anarquismo; asf como los conoci leno, fragmentariamente difundidos, que no llegaban a defi LA HISTORIOGRAFIA MEXICANA DE IZQUIERDA Este es el caso de historiadores como José Mancisidor, Miguel \on de Mendizabal, Luis Chavez Orozco, Rafael Ramos Pedrueza y Alfonso Teja Zabre, entre Atros, que pueden calificarse como intelectuales revolucionarios ¢ incluso Ilegan a autodenominarse socialistas, si bien este {érmino implicarfa en cada uno una conceptuacién diversa. Estos autores se agrupan entre si por esta raz6n, pero ademas, por luna condicién generacional, por el hecho de haber vivido su plena adoles- {encia y juventud en la revolucién mexicana, Algunos participan en la lucha ‘eon las armas en la mano; todos ellos habrin de ocupar diversos puestos 108, como funcionarios en los regimenes posteriores a 1920, formando . Aceptan, pues, como -volucién” y su colaboracién con wn al mismo tiempo una posici6n critica a partir de una percepcién de las ontradieciones que se manifiestan en la posrevolucién. El momento de mayor produccién de estos autores se inicia en la vada de los treinta, periodo por demds importante en la historia mundial Soviética y el arribo a diversos niveles de poder de as y comunistas en Europa, previos a su propia crisis, h intelectuales progresistas en un avance de los procesos revoluciona- del mundo entero. En México, este periodo se identifica con el régimen smo encabezado por Lazaro Cardenas, que logré la real de is mas recientes puedan hoy calificar este periodo. Uno de los aspectos mis destacados de este régimen, el de la educa- popular y pretendidamente socialista, fue el que impuls6 a los autores jonados a volcar sus labores en un gran esfuerzo por la difusién y el imiento de la historia entre las clases trabajadoras, propsito evidente percibe en todas sus obras: el dar a conocer la historia al pueblo, a de obras de sfntesis que destacaran la participacién de amplios secto- jar la historia, Sus obras fueron usadas ANDREA SANCHEZ QUINTANAR entenderla como un proceso de lucha de clases que se daba a nivel internacional y concibiéndola, sobre todo, como un proceso progre- Jo cuyo conocimiento es indispensable para la comprensién y, més atin, la transformacién de la sociedad presen Es preciso sefialar que el conocimiento que estos autores tuvieron del socialismo, 0 mejor dicho, de! materialismo hist6rico, es elemental y fragmentario. No se conocfan, para la época en que escriben la mayor parte que estos primero: én, que pecan de ingenuidad y muchas de sus afirmaciones han sido yanotablemente superadas. Como. Obra hist6rica, la de estos autores es superable. Precisamente por ella ar la cual no cuentan atin con elementos suficientes como log icos, econémicos, demograticos Ggicos y aun politicos; en pocas palabras, la infraestructura interdis dispensable a la ciencia social que es la historia. Bs el suyo un intento mas de entender el proceso hist6rico mexé tuna manera nueva, desenajenada, partiendo de! proceso mismo d ‘popular; descubren nuevos sujetos hist6ricos y los proponen pa entienden la vigencia de un proceso de largo plazo, y detallan de los sucesos de corto plazo dentro de la dinémica general, LA HISTORIOGRAFIA MEXICANA DE IZQUIERDA fallas de su percepcisn habrén de ser superadas por los cientificos sociales les sigan, décadas después. En ealidades s6lo una década y media después. Desde los primeros afios de Jos sesenta hasta hoy se ha venido conformando en nuestro conti- nente un interés por estudiar la historia bajo un criterio cientifico que per- mita entender las realidades de una actualidad inquietante y critica, a través del conocimiento del pasado, que ofrece una respuesta a la problemética actual. Eneste empefio se conjugan los muy importantes esfuerzos de os, antropélogos, incluso pedagogos... Pero al menos en nuestro pafs, los historiadores eee haber quedado un tanto rezagados en esta labor, hasta aciones historiogrificas s: por una parte el neopositivismo, y por la otra, las mas Je historia social y econdmica europeas y estadounidenses ~1os Annales, istoriadores han iniciado la investigacién bajo los enfoques del esel tinico que permite un conocimiento totalizador cd social: el materialismo hist6rico. México es uno de los paises de nuestro continente donde por primera ¥. se concentraron los esfuerzos de una interpretacion histérica bajo la orfa del socialismo cientifico. En otros paises latinoamericanos se dieron {én estos intentos, como principio de un trabajo que habria de conso- se més adelante, con las coincidencias hist6ricas que también se dan pra en América Latina y que, como en aquel entonces, identifican los erzos comunes de los historiadores de nuestro continente. Sf como historiadores estamos convencidos de que el estudio del do resulta indispensable para orientar nuestra participacién de la reali- laimportancia de analizar los jerzos pioneros de eatar para la acciGn una disciplina que de otra'manera se concibe solo una mera a contemplacin que limita su sentido humano, si no se tra- {11a resoluci6n de los problemas que nos presenta Ivo. be toda ciencia. ANDREA SANCHEZ QUINTANAR Es un hecho incuestionable que Ja interpretaci6n historiogrifica depende de las formaciones ideol6gicas surgidas del contexto hist6rico en ue vive el historiador que las sustenta y del lugaren que éste se sittia en ese Mmismo contexto social. EI historiador es entonces una doble fuente del co- Nocimiento hist6rico por la transmisién de los datos que consignaen su obra ¥; de manera no menos importante, por la interpretacién de los mismos, que Constituyen su propia visiGn y que refleja el sistema de ideas que le sirven ide fundamento te6rico, que a su ver, depende de la posicién en que el inte- ie en la sociedad. riador llega a comprender mejor los problemas de las trans- es sociales, en el presente y en el pasado, en la medida en que la a. En estos momentos, puede reconocerse o no como parte de una ‘elase, pero de ninguna manera puede evadirse del momento en que vive y las Mictodol6gico que aplique a sus investigaciones. Esto es, justamente, lo que sucedié con los historiadores mexicanos han vivido los diferentes momentos de crisis de la sociedad mexican: {1 presente siglo, particularmente los que referimos en el acontecer d Ne Cuarto de esta centuria. ¥ asf también, con los que estamos traba- las décadas posteriores a los afios sesenta: hacia mediados de siglo de la historia y su estatuto como saber consagrado en el co de Ja intelectualidad tornaba casi innecesaria la reflexién sobre st eter, sentido y destino. La crisis del fin de la segunda guerra mundial, I ante zozobra de la Guerra Frfa, laemergencia de las j6venes soberant pendientes de Asia y Africa, y aun los estallidos rebeldes encabezada eS estudiantes a fines de los afios sesenta, parecfan orientar a ‘problematicidad el sentido de la marcha de las sociedades humana ‘iban a algin lado. En particular en América Latina, el avance de Mn euubana, sus consecuencias politicas de rebeliGn —no siempre € 05 paises~y otros eventos obligaban a volver los ojos al inte! Nia realidad, pero al mismo tiempo, explicarla, LA HISTORIOGRAFIA MEXICANA DE IZQUIERDA ‘Samuel Ramos en los afios treinta. Es decir, surge la inquietud por volver a buscar en el propio pasado, en el “sf mismo” de la de un proceso que apuntaba esperanzador p: nos. Y también, por otra parte, para hallar en el pasado los motivos por los cuales la transformacién socialista no se daba en otros pafses del continente, 0 incluso fracasaba al intentarse por vias diversas. Por ello, a fines de los afios sesenta, a lo Targo de los setenta y ain de los ochenta, se produce en este continente un proceso de ange y consoli- daci6n del marxismo como fundamento teérico; y una amplia gama de revi- siones de sus planteamientos conceptuales que se aplicaban, con mayor 0 menor éxito, al andlisis de los fendmenos sociales, politicos, desde luego econémices, artisticos, y aun religiosos y cientificos de nuestra latinoameri- gunidad. Es necesario mencionar aqut la aportacién fundamental que a los itudios marxistas han dado dos procesos extemnos que han incidido sobre [éxico, en la forma del exilio espafiol de los afios cuarenta y el Jatinoame- jeano de las décadas de los setenta y ochenta, Del primero cabe destacar la dua, paciente, titdnica labor de Wenceslao Roces en la traduecién y difu- 6n de los textos fundamentales del marxismo, péstumamente completada Jos veinticuatro tomos publicados por el Fondo de Cultura Econémica década de los noventa, del siglo XX. Cabe destacar también los apor~ c al conocimiento y reinterpretacién de la teorfa marxista ha hecho preocupado por dilucidar significados y formas viva y actual. En este mismo contexto, ‘como derivacién del exilio espafiol, no puedo dejar de mencionar jportantes reflexiones de Carlos Pereyra Boldrini, sobre temas sustan- de tcoria marxista de la historia que desgraciadamente dejé incon- |, aunque postuladas como una motivacién y como un reto para una 6n y una complementacién que esté por hacerse. Cabe mencionartam- ‘Jos textos que sobre filosofia de la historia han publicado Juan Brom, de Yturbe y Marfa Rosa Palazén. _ Bn-cuanto al segundo proc llegada al pafs de muchos colegas eanos, de muy diversa talla en valor y proporcién, produjo inte~ jonuievas formas de autovaloracién. Todo lo cual trabajo intelectual en general, ¢ hist6rico ANDREA SANCHEZ QUINTANAR Pese a todo este arsenal teérico, en el terreno del trabajo historiogré- \6n de su propio significado no siempre se hacia explicita. En ‘casiones, en cambio, llegaba a ser la expresi6n de aquel famoso “marco {@6rico de referencia” que maniataba, més que explicaba, la orientacién del Inubajo hist6rico que le segura De todas maneras, e! interés por una reinterpretacién de la historia motiv6 que varios j6venes cultivadores de las ciencias sociales redescubrie- fan en la historia y atin mds all, en las varias acepciones del materialismo hist6rico, la orientacién que permiticra entender ¢ interpretar la realidad masado, en la afirmaci6n de una teoria por comprobada en la préctica. A partir de aqui se ha dado una abun- dante producci6n historiogréfica ~imposible de recoger en su totalidad, y juiera parcialmente— que ha realizado interesantes aportaciones a la Tevisidn del proceso hist6rico de México, en forma fragmentaria 0 parcial, poro que indudablemente va conformando una nueva visién de la historia ~_Encontramos entonees los importantes trabajos de Pablo Gonzalez. Casanova y Arnaldo Cérdova en la historia politica; de Sergio de la Pefia, Aguilar, José Luis Cecena y otros en la historia econémica; de Juan, Leal, el mismo De la Pefia, también Gonzalez Casanova y otros en Ia ia social; y desde los terrenos de la antropologfa, las importantes visio~ histéricas de Guillermo Bonfil Batalla, Arturo Warman, Roger Bartra, 0 Lopez y Rivas y, desde luego, Antonio Garcfa de Léon. En este NO, & manera de precursores, es indispensable mencionar a autore Manuel Gamio, Gonzalo Aguirre Beltrin, cada uno de los cuales muna consideraci6n aparte, y una caracterizacién especifica, tanto 0 Japrimeramujer que destacaen este terreno: dofia Eulalia Guzm: combativa y debatida, pero que indudablemente aporté una visi6r Jadzquierda a os estudios hist6ricos de la conquista y otros temas loes posible dejar de mencionar, también desde los ambitos de ‘otra investigadora notable, Marcela Lagarde, cuya tesis doc Premio Marcos y Celia Mau LA HISTORIOGRAFIA MEXICANA DE IZQUIERDA, e venda”, aunque suele hacerse. quehacer intelectual requiere de una relativa jad y comodidad institucional, que en buena medida alejan a los autores de la materia de su andlisis y no necesariamente le permiten el con- Lacto directo con la fuente de su trabajo en el terreno socioeconémico y poli- tico, especialmente en los momentos de crisis que afronta el pais. Importantes excepciones encontramos en quienes la conviccién de cotidiano, y desde caso de autores como Alfredo L6pez. Austin, Enrique Semo, Victor Castillo Farreras, que ademas de mantener la independencia de criterio y la auto- itica, orientan sus esfuerzos a la consolidacién de un andlisis 6rico cientifico, a una investigacién profunda y, sobre todo, al aprove- thamiento de las condiciones que la estructura institucional ofrece para sus- sy penetrar en el conocimiento hist6rico para el ‘No puedo soslayar el importante esfuerzo de difusién que para los toriadores de izquierda constituye una labor de primera magnitud. Una yoduccién relevante para los historiadores que se preocupan por la edu- ibn de los mas amplios sectores de Ia sociedad es la de difusién del pnocimiento hist6rico, y de ahi deriva su empefio en la elaboracién de jacidn que no necesariamente participan de los niveles superiores de lucacién."* La tematica ha variado: del pafs asf lo imponen. sido necesario abordar ahora la problemitica de las colectividades indf- , del movimiento obrero, de los problemas agrarios, de 1a educacién, participacién de la mujer en la historia... En fin, los avatares del pre- yponen temas de investigacién, que se abordan ya, con fruici6n. ANDREA SANCHEZ QUINTANAR pasado para provecho del presente y construccién del futuro, Entre ellos se encuentran, s6lo a manera de ejemplo: los conservadores en la historia de México; la historia y caracterfsticas de Estados Unidos; la historia y carac- Ierfsticas de Espafa; la historia y caracteristicas de la Iglesia catélica en. yenel mundo; las modificaciones en teorfa-metodologfa del mate- (6rico y otras teorfas. Se han estudiado, en cambio: los movimientos campesinos, la pro- piedad de la tierra; algunas caracteristicas de la produccién y de la dis- lo auspiciado por e! Centro de Estudios de Historia del unos apasionados mo Rosendo Salazar; posteriormente, el importante esfuerzo institucional del Centro de Estudios Hist6ricos del Movimiento Obrero en/ ‘México, que cuenta con su propia difusién bibliogréfica y recientemente, de manera més cientffica y mejor documentada, la muy amplia y completa ‘obra coordinada por Pablo Gonzlez Casanova. ‘Se ha realizado también un poco de historia de la educacién y, en la 0 Jestis Silva Herzog y José C. Valadés, que no necesariamente pued use en los grupos de historiadores que he mencionado anteriorment jundadores del Partido Comunista, y ‘socialista de estado”, son més bien cultivas ‘como grandes desestereotipadores de varios mitos histéricos, Valadés, o constructores de algunos otros, en el caso de Sil Bl mismo sentido habri au@gonsignar las obras de Gil tis Sotelo bale f LA HISTORIOGRAFIA MEXICANA DE IZQUIERDA ‘algunos autores no mexicanos que han hecho grandes aportaciones a las nes histéricas de esta tendencia, como los intelectuales espafioles del de los cuarenta o algunos latinoamericanos de los exilios de los cin- cuenta, setenta y ochenta. Imposible mencionar aqui a todos los jévenes historiadores 0 cientificos sociales ocupados de la historia que hacen ahora investigacién, desde una perspectiva critica, que bien podemos llamar de izquiertli. Es hecesario intentar un levantamiento especifico, de carécter historiogréfico, para lo cual exhorto a todos Jos involucrados a iniciarlo. El beneficio para la ‘obra histérica y social, presente y futura, es incuestionable. Ojalé podamos lo en un breve tiempo, con el apoyo de las instituciones que hoy nos brindan su auspicio. BpiLoco mente la historiografia de izquierda en México puede ser una obra goabada, sobre todo si atendemos a los autores que intentarén aplicar el ‘materialismo histérico como teorfa vélida de andlisis del pasado. Tanto mas Juanto que las diferentes versiones del marxismo permiten entender esta goria no como una concepeién dogmitica, que implique explicaciones acri- 1s de la realidad social, pasada o presente, que confunden la aplicacién luna teor‘a cientifica con el mero mecanicismo casi positivista de otros ntos. Ademés de estos problemas, es importante considerar el descon- producido recientemente, entre muchos intelectuales sedicentes mar- aso de una préctica que no demostré su validez inutilizara también la Bisque deboserrevinday actualizada, indudabl. no se desecha, por ejempl storia cientifica es, al decir de cn prospectiva constante hacia el futuro. ANDREA SANCHEZ QUINTANAR Bipuiocraria” ‘AGUILAR, Alonso, er al., La época de la revolucién de independencia. 1808-1824, México, Nuestro Tiempo, 1986. léctica de la economfa mexicana: del colonialismo al imperia- 2a. ed. . Estado, capitalismo y clase en el poder en México, México, Nues- tro Tiempo, 1983. ‘AGUILAR, Alonso, Fernando CARMONA y Jorge CARRION, Problemas del capitalismo mexicano: ensayos, 3a. c4., México, Nuestro Tiempo, 197. Aauinet: BELTRAN, Gonzalo, El proceso de aculturacién y el cambio socio- culuural en México, México, PCE, 1992. 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