Jacqueline Balcells
Ana Maria Guiraldes
EMILIA
Y LA AGUJA ENVENENADA
igor cemonesy desermascaty capabios
ningGn temor. abessin
Wiio.0 a voNemos @ encontrar ol ins
pactor Sanfeivee a eulen
SI
Ciisling, une joven y brilante prof
muere inexpicablemente Emilia encu
una antigua aguja con veneno
Dos muertes misterosas {Hay olggn punto
re elas? zSon, simplemente, un
ne? Una intiga que apasiona
ay que lalleva, con su oudacl
terisica, a ontrentr més de un sero
IR DE Tg
Sa NIVEL MN Qs
a
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PERSONAJES
CRISTINA FIGUERAS: Profesora joven y brillante, muy
querida por sus alumnos y envidiada por sus cole-
gas. Simpética, extravertida, atractiva, pero autorre-
ferente y centro de mesa
CLEMENTE RoJAs: Estudiante mediocre y simpatico, com-
pafero de Emilia Diabético.
DIEGO Lika: Pololo de Emilia, estudiante de Antropo-
logfa, estudia en Paris,
CaRios CHAMORRO: Alumno serio y trabajador, mania-
tico y puntilloso, ayudante de Cristina Figueras
PAULO VINCETIL: Profesor de derecho civil, attibista y
galn Casado con Gina
GINA Vena: Profesora, esposa de Paulo Vincetti, Muy
‘enamorada de su marido
RIGOBERIO SANCHEZ: Profesor timido y genial
PAMELA, Bravo: .Profesora-ayudante de Rigoberto, San-
“chez. Muy coqueta. Admira enormemente a Sinchez.
GenaRo Faias: Esposo de Cristina, bioquimico.‘ cQLERINE BALES ANA Mas GUMRLDES
Marias Corparck: Alumno, amigo y compafiero de
Emilia:
‘SAMUFL Fica: Timido compafero y admirador de Emilia
‘Teresa GOME?: Bibliotecaria
Detecrive Usitta: Ayudante del inspector Santelices.
oneness mains inane nt
i querido Diego:
i Gracias por tu largo llamado de ayer
Si, ya estoy mejor La verdad es que
todo esto es una pesadilla, pero mi
reencuentro con el inspector Sante!
ces me ha servido para entrar en ac-
cién y olvidar un poco lo de Clemente;
Lo se ha portado muy carifioso conmigo
Y me trata como una colaboradora, casi a su altura
Porque, como supondras, tu querida Emilia est em-
petiada en descubrir al culpable
Sé que no es la primera vez que me enfiento a un
asesinato y después de lo que vivimos ese verano en
las termas ya deberfa estar acostumbrada;* pero que la
victima fuera mi profesora y que adem4s muriera entre
mis brazos fue demasiado fuerte; sobre todo que ain
‘no me reponia de lo ocurrido con Clemente
Bueno, tal como me pides, comenzaré desde antes
del crimen y te iré contando con detalles cada suceso y
Pid He Tse 7
* Bmilia y la dama negra, de las mismas autoras10 ACOURINE RALCETS AU. MARA COMRADES
cada conversaci6n, sobre los que he vuelto a reflexionar
‘ana y otra vez Me serviri para ordenar mis ideas.
Fsto del correo electsGnico es una maravilla, jNo
sé cémo lo hacia la gente antes, esperando una se-
‘mana 6 mas entre carta y carta! Ahora te voy a poder
mantener al tanto de las investigaciones dia a dia,
aunque estés a miles y miles de kilémetros, zo es
increfble? |
No me cabe duda de que te va a ir fantastico en
tu examen Cuento los dias para que llegue dliciem-
bre y estés aqui
Un beso
Emilia
PD. La diteccién de esa librerfa no la sé, pero
esté en Saint Sulpice, en una callecita que da a la
plaza
Querido Diego:
Comienzo directamente con el relato:
‘Como ya te habia contado, Cristina Figueras era
la Jefa de Docencia de mi Escuela y uno de los
profesores estrella de la facultad. Aunque yo Is en-
Contraba un tanto egocéntrica, reconozco que ade-
mds de tenet un cuiculum excepeional, era
~ buenamoza, simpitica y su cétedra era excelente. To-
dos los martes daba clases de Filosofia del Derecho,
ramo al que mis compaferos asistian con entusiasmo,
aunque més atraidos por ella que por las categorias
atistotélicas.
Si bien la Figueras —de nariz aguilena, boca
grande y pémulos pronunciados— no era lo que
clisicamente se definitia por una mujer bonita, a mu-
chos les bastaba con oirla hablar diez minutos para
quedar fascinados. Estoy segura de que a ti te habria
pasado lo mismo. Me acuerdo de que esa mafana
estaba vestida con un pantalén negio que le venia
muy bien y un suéter verde del mismo color del sofa
chico de mi pieza (espero que no lo hayas olvidado)
La verdad es que se veia estupenda y todos los alum-
nos estaban embobados, sobre todo Matias Cordarce,
aunque lo niegue.
Casi al final de la clase, ocurrié un pequeno
incidente, Estaba diciendo algo del estilo “como se-
falaba Arist6teles, una deduccién es un argumento
en que...", cuando interrampié la frase en seco y se
quedé mirando al techo con Ia boca abierta. Y em-
ez6 a retroceder lentamente, indicando con su mano
al aire
—Profesora: qué le pasa? —pregunt6 Matias, sen-
tado, como siempre, en Ia siltima fila
—Una —abeja_- ajo ella, con voz desfalle-
ciente
Les tiene miedo?
ziNo, miedo no..1 —contest6, respitando agita-
i= |Es que soy tertiblemente alérgica a las picadu-
ras de abejal Podrian..?2 acquis QALCEIS- ANA MARA GOTRALDES
De inmediato alguien abri6 la ventana y Clemen-
te Rojas,-dando saltos y agitando frenéticamente un
cuaderno en el aire, logré que el bicho saliera
iYa esti! jSe fue! —exclamé con voz de tiunfo
Se vefa muy divertido, porque con tanto movimiento
estaba todo despeinado y los anteojos le habfan que~
dado en la punta de la nariz.
—iGracias, Clemente, eres un encanto! —