Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
esucristo es el único y eterno Hijo de Dios.1 Es el Alfa y el Omega,2 el Gran YO SOY,3 el "Dios
Todopoderoso"4 por el cual fueron creadas todas las cosas5 y en él todas las cosas subsisten.6 Jesús, quien
es la cabeza de todas las cosas,7 se humilló a sí mismo de tal manera, que la mente humana ni siquiera
puede soportar el pensar en ello. El vino a este mundo maldito por el pecado y compartió activamente
nuestros sufrimientos. Tal como somos hechos de carne y sangre, así participó Él de lo mismo.8 Fue
hecho carne y habitó entre nosotros.9 Compartió los sufrimientos que acarreamos sobre nosotros mismos
al rechazar Sus santos preceptos.10 Y como si eso no fuera suficiente para convencernos de Su amor y
preocupación por nosotros, Jesús, el Dios inmortal y Dador de la Vida, se dio a sí mismo en la cruz ¡en el
mayor acto de amor que el mundo ha conocido jamás! Al hacer esto nos libró de nuestros pecados,
eficazmente clavándolos consigo mismo en la cruz. De esta manera, Él, que no conoció pecado, se hizo
pecado por nosotros11 y Él, quien dio vida a todos, gustó la muerte por aquellos condenados a morir.12
Una vez un hombre cayó de rodillas delante de Cristo y le rogó: "Si quieres, puedes limpiarme." Cristo,
"teniendo misericordia" respondió: "Quiero, sé limpio" (Marcos 1:40-41). Nosotros también podemos
caer de rodillas y reconocer la única provisión de Dios para nuestros pecados. Nosotros también podemos
oír: "Quiero, sé limpio." Cristo voluntariamente sufrió la justa indignación de Dios sobre sí mismo para
que usted no tuviese que hacerlo; quienquiera que acepte Su muerte sobre la cruz como pago por sus
pecados, se reconciliará con Dios a quien ha ofendido. "Y todo esto proviene de Dios, quien nos
reconcilió consigo mismo por Cristo…Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados…Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él" (2da de Corintios 5:18-19, 21).
¿Aceptaría usted hoy el amor de Dios?