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Los episodios galileanos ISABELLE STENGERS Donde se descubriran multitud de episodios, poblados de diversos personajes, presentindose cada uno como respuesta a la pregunta: De qué es fundador Galileo? Donde se expondra que esta multiplicidad nos habla al mismo tiempo de la historia y de los historiadores. ‘comparacion entre los mapas que se pueden trazar de la costa de Bretafia y los copos que producen al echar sal en agua con jabén, Enel primer caso se trata de un problema de representacion: un mapa, a tuna escala determinada, dibuja las costas como curvas regulares, en fada uno de cuyos puntos se puede trazar una tangente. Si la escala menor, este segmento continuo sera reemplazado, evidentemente, pot un contorno mucho més complicado, pero compuesto también de curvas regulares. La indeterminacion de ia posicion de las tangentes depende, pues de lo eleccién, de la escala, del mapa que se quicra utilizar, ya que {el mapa es un dibujo convencional en el que, por el hecho mismo de la ‘composicion, toda linea tiene una tangente. Una caracteristica esencial {de nuestros copos, en cambio (como del mismo litoral, por lo demés, si fn ver de estudiario en un mapa lo observiramos a mayor o menor distancia) € que, a cualquier escala, se suponen, sin verlos, detalles que impiden fjar con precision la tangente». El contraste que sefiala Perrin, ipuede aplicarse también a las relaciones que se establecen entre una situacion historiea conereta y las descripciones de los historiadores? Se impone Una primera distincién: el pedi convencional al que respande el relato del historiador no puede canicterzarse en términos tan simples como su grado de amplifiacion Yamos a explorar multiples «episodios galileanos» y esta multiplicidad ‘taducira. menos su nivel de precisién 0 grado dé aumento, que los puntos de vista heterogéneos de los historiadores y filésofos que los teheren iDebemos concluir, entonces, que los relatos son inferiores a los mapas de Perrin, que la realidad, en este caso, no es inaccesible sola- ‘mente en razén de la infinitud que eavuelve hasta el menor detalle, sino también en raz6n de la posicion de quienes la describen? Quisicra mostrar que el «interés» que ofrece el «episodio de Galileo» para cada tno de aquellos que lo examinan no puede ser comparado con el efecto 4: una pantalla que ocultara la verdad y no nos mostrara mas que Proyecciones subjetivas. Es cierto que exisien relaciones polémicas entre tas difeentes versiones, que quicnes las presentan pueden creer que sU verdad oscurece todas las demas. No obstante, ninguna de ellas puede ‘er considerada como la version definitivamente neutra, desinteresada del «episodio». Por ello, procederé explorando sus sucesi E: su obra Les atomes (Los atomos) Jean Perrin realiza una Gableo ante sus ueces. Agut el pintor sabraya la simetria J pone a la duda en excena, 2ouien exeribirg la historia? ‘Quien serd jusyado inalmentey em nombre de que?" party de’ agul estas Preguntas adgurleron rkiples sgnficados. En el igor y siwactin de Caltleo ‘djensor de la doctrina heliocéneica 26 pondré a Galle lbvepensader, 0 Fandador de ta elencla ‘moderna, 0 de la fisica mmatemitia, 0 de la mecdnica clonal. 205 EPISODIOS GALILEANOS 256 Las principales obras de Galileo: Be motu (Sobre et movimiento): compuests, pero no publceds durante Er periodo de docencia de Galileo en Pisa (1369-139 Sidereus:Numcius (EL Imensoero celeste) 1610, 11 Saggiatore (El ensaysta) 1623; Didlogo sopra t due ‘assim sistem del mond, Prolemais © Copernicano (Didlogo sobre lon dos Drincpates stems det Imundo), 163% Discorsl€ Timonstrasion! matemotiche Intormo a due nuove siense Uttenenet olla mecanica 1 ‘movment local (Demastraciones Sonsderaciones mateméticat Sobre dos mena clencias. Primeros episodios. «Y sin embargo, se nes. Con cada bifurcacion se dibujarh una nuevo panorama, no mis 9 menos preciso, como los mapas de Perrin, sino diferente resultado: de tas preguntas y razonamientos ue han flevado al Ristoriador 9 flgsofo al «episodio. de Galileo» Ep este sentido, cada uno de los episodios aqui presentados acti como una reaction quimica. El interés del historiador 0 del flosotor nen epende de la evestion que considere fundamental en este asiae Jugaria el papel de reactive. Este winterém, que enlaza el pasado con Dresente, ao constituye un obsticulo, sino un operador active, que abe ucvas perspectivas,suscita problemas ineresantes ¥ cODsirive relate Cayas dlorgencias mismas dan relieve al pasado, dela misma masts ‘qu la diversidad de posibilidades de reaccton constituye la identidad de Gn’ cuerpo. quimico. Por lo demds, en este caso, Ia inicigtiva no corresponde & log historiadores. Galileo era considerado como el sabio ttaliano mie grande de Ia época, Sus libros, redactados ~~contrariamente la sos fumbre— no en latin, sino en lengua Vulgar, en italiano, se dzigen, mis alld de los inteleewales, a todo hombre jicioso para’ anuncleric une transformacion radical del «sistema del mundon, clin de una tredige bavada en Ia autoridad de Arsteles, a pratica de una ciencia resp tuota de tos whechas> ¥'no de los textos. La condena de I igen Galles como ambas partes sabian —habia de umarear €pocth, ren. hatia.q waves de toda Europa. En definitiva, lo caracteratico de ls “episotios galleanos» es que sus protagonisias abian que particpstae enon «episodion que haria historia. De manera que los inereses eis harradgres de hoy y de los protagonistas de ayer son profundamene Homogéneos. Estos dltimos, frente a las Tocas, lov grancs de arena Io copos -~indiferentes a la omision del cartégralo se dirgiero al porvenir como los hstoriadores se dirigen al pasado. No vivieon una Fistortacuyo relat inventaria el historiador, sino que s¢ preoctparon por definir personalmente el contorno, abogaron por und catograa Seterminada,diseharon la curve regular, la narracion que justifeara su poticion y condenara a sus advereacos en el futuro Este capitulo no escapa ala norma. Como ae Vers, yo también tengo imi version del episodio. de Galileo, que no anuls las demés, sito ate abre una nueva perspectva. Yello no es easvalidad. No se status Galileo por azar, como si fuera un episodio entre tantos otros. Quien se ditige a Galileo, como Galileo se diigio «su pablic, mantene alguna tess sobre Ta cencla nueva, pretende Gscatr sobre au cracionaided © novedad Eppur si muove, habria murmurado Galileo, segiin Ia leyenda, en el momento deysu condena de 1633. El poder de [a iglesia no logrard vencer al poder de los hechos. Los textos de Galileo lo afirman clara: mente desde antes de su condena: dos poderes se enfrentan, el de le tradicion, basada en la interpretacién literal de las esorituras, y el de los hhechos, del que é! mismo no ¢s sino un humilde representante. La iglesia debe reconocer y obupar su Unica plaza legitima de guardiana de la fey abandonar el resto a la razin humana. Asi, en su Carta a Castell redactada en 1613, el fisico escribe: «Puedo creer de buen grado que 12 autoridad de las Sagradas Escrituras no tuvo otra intencion que la d€ ensefiar a los hombres Ios articulos y proposiciones que, siendo necest” ios para su salvacién, y superando toda razén humana, no podian ensefiarse y hacerse dignos de crédito sino por la boca misma del nl limite de las razones naturales, y sin servirse de mas armas que las eae los hechos que demuestran su error! Galileo tiene miles de das que 1020 1 procedimien Los EPISODIOS GALILEANOS. cardenal bea En 1616, después de una denuncia de la Carta a Custelti el Belarmino comunicard a Galileo la prohibicion de sostener Pi mente la verdad de la doctrina heliocéntrica. Se sometera a la Pr e ‘cién, pero con tal habilidad que en la afirmacién misma de su obedien- Serpe mea est os at ee as wes sistemas del mundo rier {ir seman de Tolomeo (90-168 de de Caribe, a (zqutrda). de Coptenico [ie73-1548" abajo fa eauerda) 9 de {eho Brake (1546-1601 arriba) parent, debi a ta rovactin de la Terra. Finalmente, el sistema del mundo de ‘Tycho Brake extd enire los dos rimergs: a. Tierra sid muccomente Tame en el centro el Universo’) el ‘Sol gira en tomo ell: la diferencia radiga'en que los (0t008) planetor iran tvededor det Sol, acompanindalo en su ‘mosimiento alredsior de la Tierra fn el slstema gsocéntrico de Tolomeo. Fira ard nmol en of conto de Unter: fat sete prineras exferas fonene log eplancrasy (inluos et Sot te Lana) yl octal eros. Estos grabodos de 1661 ilustran con ‘larita ef conto de precedencia y de ‘magnificence entre ef Sol'y ta Ferra, tienen zonas de inflenca. Se indican loesarses de Jupiter: deseabiertes por Caio. Para Copéenica y su sistema ehocinreo et Sol est inmdvil en el tare del Universo: la Thera y se {Side fa Lana asi como Toe (otros) Panetas. iran en torno'a él. e Movimiento de as exrelas es slo La doctrina heliocentrica E, primer shelioccitrsta» conocido, el primero que se atrevié a pensar que Ia tira podda moverse alrededor del sol fue Arstarco de Samos, cuya fecha, de sciminte se sure far en ef 310 a. de C- La anica obra suya que’ Tatado sobre as dimensiones y distaneias de sol y dela luna. La Lire sobre las revoluciones de los eves clestes de Copéenico se publics en 1583 mismo aio de su muerte Si normalmente se admite queel desfase manifesto entre lat Drevstones del alejandrino.Prolomeo 9 as observaciones Scimiento e la revalucin copernicasa, # menudo se ‘implicado ¢ impertecto era el sistema, de Copernic, qu ‘cares El sntema que colvo las spe Kepler arompiow tl ciculo y se stevia translormar las orbtas planctavas en inns (1605) foe el de eu maestro Tycho Brahe la tierra estaba en el canto, pero los nis plantas giraban alrededor det sol, que a su vez lo haca en torno.a la ber Sin embargo, ft pasiones que ievanté la fevolucin copermicana no 4 liitaron Sis atone ttncas Mls que una stevolucon Senifhean, consttuye una revali Sen cura Galileo, que ignoraba por completo las elipace Ge Kepler, se convartiS so bea de ta misma” Sen POF amma LOS EF os 260 Salviati, portavoz de Galileo, Sagredo, hombre cultivado, esclarecido, eapaz no s6lo de dejarse convencer por los argumentos de Salviati sing incluso de prolongarlos © corroborarlos partir de sus propias reflex. nes de «sentido comin» ¥ por dltimo Simplicio, aristotélico limitado, errado en todas sus opiniones, y de sumisiOn ciega a la tradicién. Pues bien, no son ni Salviati ni Sagredo quienes concluyen el didlogo, sino ‘Simplicio, invocando la autoridad de un personaje «eminente ¥ sabign ante el cual conviene callar: sega ia doctrina de este iltimo, tod lo que hha sido presentado hasta ese momento como demostracién cierta, ne tiene nada de verdadero ni de necesario, puesto que Dios, posee la facultad de producir esos «hechos» que parecen demostrar por medios ‘que somos incapaces de imaginar. Por mas que los dos interlocutores de Simplicio, Sagredo y Salviati se inclinaran ante esta «doctrina angélica y admirable», el papa Urbano VIII, autor del argumento citado por Simplicio no dej6 de sentirse —se dive— ridiculizado. Se puede decit {que con esta obra Galileo ha firmado su condena, que tendré lugar sélo tun afio después de la aparici6n de la misma. ‘Acabamos de ofrecer la version clasica del «episodio» que ententé al sabio con la iglesia, version que corresponde a la puesta en escena del propio Galiteo, que se autoerige en héroe del pensamiento libre, victima de la persecuci6n obscurantista Peto algunos historiadores escuchan a los otros protagonistas del confiicto. Arthur Koestler considera al cardenal Belarmino como mode- Jo de tolerancia. Este Gltimo habria prohibido al cientifico defender la verdad absoluta de la doctrina heliocéntrica, pero le habria reconocido La doctrina stomista y In evearistia. E; dogma de ta transubstanciacidn en la Eucaristia fue proclamado en el siglo wi antiltehc rteeon e rraace saris Sacra ene en nt ie ek one te See lar anes argc ea ee Shc meg atarD: deme eeme rae ans el taage sinatra nt Getter ed Terie cap asia tne ats lege imam Scene ec) (que cd netetaro atribuiries “una figura goorstris, wna posisibn y una velocied-y erage eis os re poe en sce Sori cacao te ate hacer & eae seen bee ieee ees Pah re ree She eee I hermetismo E, nermetnmo fs ns docins mice propa el react. Sun ae, aque contiannen s Warmer Tier ponlaak sons no ee sna Ee, ein dade anes pean encores dibs eae eat ae er een fee ees ae hae neste arora ‘reat Stee, Saibny Pilger El herBlchn te ln Sel Pate" i tl tt shot? nda Une e adatom, eee ESLEGL Widens mi ehueons ans anette pr sae a atersaeMosedas ona eas seis Pus ones Tes sae panne Cet tet at et ton en arta cutie te cea See bane sess SAS COR ge aE Ea ate compu de e'nimes eats oe nes hobs nt a ope a ae a ade Pans he ommend (139 ce ge Sates iy ago se os Meee ei te cae a Dende ue cae nes cncenatay Saletan Skule cain Pdaea Sela SiN Es ce ee Nata : | | 261 «i derecho de utilizarla a titulo de hipétesis cientifica. :No deberia oaformarse el matematico con demostrar que la hipatess del ove smiento de la tierra alrededor del soles la que Mejor salva las apwricnten, Sin necesidad de alirmar que el sol esta realmente en el onto del tuniverso? Teida por Koestler, la Cara a Castelli cambia de sentido, Galileo itenta en realidad denunciar, de manera Unilateral, y en prowehe propio, las reglas a que deberin someterse quienes participen en la Historia de las discusiones sobre el heliocentrismo, No solamente afeme Ja verdad absoluta de su tess, sino que incluso desafia a sus oponentes: {Que se atrevan a refutar su verdad! Koestler subraya el hecho de qos cl Galileo precipita de tal manera el conflicto y rechava el acuerdo que le prapone Belarmino, es, sin duda, porque uno posee los medios con fos gus emosirar que 2! saiva mejor las apariencias» que el anciano asttonone de Ptolomeo. El sistema copernicano, que admitia, como tu precedente, €! postulado dela cireularidad de los movimientos celestes seria —segin, l historiador— més complicado ain que el sistema ptolemaico Koestler cuestiona, asf, al Galileo astronomo, Sus descubrimicntos 4e los satéltes de Jopiter y de las manchas solaces hicieron del sabio italiano un propagandista de la hipétesis copernicana, pero, més de veinte aios después de la publicacién de la Astronomia Nova, de Kepler 2608} et Didiogo se limita a hablar de las érbitas eirculares, callande el hecho de que este modelo no permite del todo «salvar las aparienciass 'Y Koestler concluye: «Durante eetca de unos cincuenta ahos Galileo habia evitado hablar de Copérnico, no tanto por temor de la hoguera como para ahorrarse los disfavores de los medios universitarios. Sin embargo, al legarle la fama repentinamente, convirtio su adhesion a aquella doctrina en una cuestion de prestigio. Habla dicho que Copérne tenia raz6n, y quien opinara de otco modo injuriaria la autoridad del mas grande sabio de la época. He aqui la causa principal de la batalla de Galle... Aungue ello no justifica a sus adversarios, tampoco carece de importancia, a ta hora de examinar si el conilicto era histbsicemente inevitable» Koestler piensa que a Zo era, que sin el orgullo del sabio, e1 conficto que él mismo desatara, entre una iglesia Obscurantista y una Giencia desde entonces identificada con Ia libertad de pensamicnto, habria podido evitarse, y que tal vez habria sido posible otra historia, ave no asignara a Ja cieacia un papel heroico que no la define con exactitud ‘Tal es el trasfondo del vepisodio» de Galileo para Koestler: el dra ea divergencia entre «racionalidad» y «aloves que permite hoy dia 2 los hombres mancjar fa Bomba atomica sin. preocuparse por las consecuencias de un poder semejante. La ciencia ha hecho de Galileo el simbolo de su libertad, pero este simbolo revela, antes que nada, a incoherencia entre sus propias condiciones de desasratfo, violemamente reivindicadas, y fos valores de una sociedad sentidos como obsticulo, ‘ebtenciay ozcurantisme, {Puede identificarse la ciencia galileana con la libertad de pensamien- to la luz iuchando contra la osctridad? Otros personajes van ¢ entar 9 escens. Hasta aqui nuestros historiadores han aceptado a los prin fales protagonistas, Galileo y Belarmino, tal como ellos mismos sc ‘iinieron. Pero la realidad del conflico puede ser mas compleja, ZF {Biome secreto de la condena de Galileo no podria ser —propone el storiador Pietro Redondi, que cree haber descubierto algin indicio de ‘lo~ una acusacin mucho més grave, relacionada con la fe. ¥ no con ia vevestiOn naturals? Si lo que desencadend verdaderamente ¢] LOS RPISODIOS GALILEANOS 282 La cuestién de la ciencia moderna cel naire Calc fs scan fr Sontnen gna Se cee os econ orbs oe ata een as dine cerns aa 9 ison ron remo, te a amin, ee er coma ie vetann, ol Watnn en ongshgat in ana al i ie content de on ee ent Con ran caagcrimamen lca 7 indo, det & in, pov ios hemlet tu pt ceca 2 Ea af Gin contend on ee dey ees dens dei ab rman me rt ere ix eos de io rotiony, nerds eed 3 Gao oh ue ee ain ie aon pi eG fy a, mre tne Cie ais tae eran peopl wa deine a SL ay py ree are ns emt tho cil pris nies Gn, Femon YM. Figo, demas dee oy one dt ron font design pi Redon rom gs interedes susceptibles de relacionar pasado y presente: o bien 005 creme hsessrteont deme, comrade cme sa las lc ul era a Segundo «episodio galileano», pues, que no surge como «ome mento del primero, revelado por um acercamiento mas sti, sino cO0 el resultado de otras cvestiones, (que no sles plantearon a fos coca 263 Los 5: eal Xx caftentar, ahora, aloe Wotoriadores 7 locates ee ae ie tale Cece ab ee 1 penne ta Sue ecomoney Sn cn alee Ene epsesio alles, yst ts tenee a ecpiodion de ly fléoton cor atictn 2 Gallo para dacute sobre le ccna wegen {il ve pero un eptotio tal nyo sjero ale Reon de ae nee Beis 2 mnstn ca gue oe hitoradort een ears Seen tinea deta gus see considers endndon a Pete Hake et Momo vetanceineste minnie el seases Oe Seas satay is elendacons por Celieg de ee eae cae a 4a fines del siglo xix la catedra de historia de la ciencia del Colegio de pesos rer aces cee Moe puede dons Se ane nee a a, de Gato y ce erat pcr seinen eects lieacetal eee tT hecneet ate at acter ae ter aaa Sonoma, ino da teova ae ovinien dee Canpe Sse ges |e valié cl famoso titulo de «undador de la ciencia moderna». ¥ elio es Senn lsat ied Non Wintcneal nce a aes aree opolooeanertoes Pale NT ae Tn Scene and fe Moser Worl. Wiichenescepa sin reicenis ws petensione de Callcoa eerataatn siete ening felon dpc dooce modeegs ts bam on at nos ea Eloy a timo nganente, eoee! prague 9 teat eee pe Sacre tacaes eee eee ee le coearee pioseeecieeciaaee toes prslcan Ios smo rsladoa, Geo ene ola enh By persons” mature que se oponcntsSivpl ee ee, mpitements sotstnconan dl money pee & neers c Selabatrce coms nes nnanan e's apa oeemnmee oe elo: fun tts fan ey el conta. eo maior cana a [face Sapte ctonnos te conemptonta at tee tone eae elec ol steel ca eens Fars tologeaanen eoeluge nhhtad am aie evel cstcelporlin pine aaioertennastea ea # despreciados hasta por los obispos —los cuales en el Cancilio de Trento Js recomendaron evitar las discusiones superfluas © indtiles; ipobres lwblogos, paladines de la causa perdida de un racionalismo desfasado en tlseno de un mundo en guerra! Whitehead, como Koestler, que aqui snincide con él, aboga por la reconciliacién de la ciencia y la razén, por una ciencia liberada de la fe ciega en los hechos, del uso fandtico de la abstraccién, que no niegue todo aquello que, por las esclavitudes rnismas de su método, no pueda interpretar. Galileo es fundador de una ‘dencia incapaz de ver sus propias limitaciones, sus desdichados adversa- ‘ios pueden esperar mas justicia def futuro que propugna Whitehead. En su tratado Contra el metodo, Feyerabend discute la tesis segin la sual Galileo habria respetado los hechos. Intenta demostrar que la Sencia moderna no puede legitimamente aspirar a una verdad distinta, ‘a esencia, de Ja de las otras formas de pensamiento, mitico o religioso. Galileo no sélo interpreta los hechos, sino que —y ello constituye, para Feyerabend, el vicio del que convient despojar a la ciencia moderna — tiliza trucos psicolégicos, maniobras de propaganda, para manipular el {gue interpreta, para hacer creer gue los hechos le dan la razén de 4S0DI0S GALILEANOS 264 estion de la ‘matematica ‘manera univoca {Cémo podrian probar los «hechos» que la tierra se mueve cuando la observacién intuitiva indica que esta inmévil? Para que los hechos «hablen» en su favor, Galileo necesita, en primer lugar, Ensefiar a sus lectores, a sus interlocutores, a redefinirlos, a describiriog fen un lenguaje nuevo... Feyerabend comenta el célebre ejemplo de} arco: Galileo trata de convencer de que un marino embercado, si no tuviera como punto de referencia el mar ni las orillas, no podria saber si se encuentra 0 no en movimiento, y no s6lo eso, sino que, ademas, hace ‘aceptar a Sagredo —que encarna en los dilogos al hombre juicioso— que se trata de una evidencia que todo el mundo ha sabido siempre, ‘Aunque se pueda olvidar momenténeamente. A pesar de que su afirma. ‘ibn no tiene nada de evidente, supone una transformacién profunda de la nocién de movimiento. La tesis de Galileo implica que una piedra que ‘caiga de lo alto del mastil de un barco debe caer al pie del mismo, esté o no el barco en movimiento. La piedra, independizada del movimiento de Ia nave, conservard pues, sin motivo, ese movimiento, acompasiando al bbarco al mismo tiempo que cae hacia el puente. EI movimiento conser- vvindose por si solo, he ahi lo que la hipotesis de la rotacion de ta tierra forzaba a aceptar contra toda evidencia empirica (‘odos los movimientos ‘que observamos tienden 9 disminuir) y contra toda tradicion. He ahi la ‘esis que Galileo presenta, y de la que consigue convencer a Sagredo como de una evidencia de sentido comin. Feyerabend no critica al pisano por haber introducido un nuevo lenguaje observacional, cargado de teoria. Lo que pretende demostrar es que ninguno de los diferentes lenguajes observacionales —cientiticos, teoldgicos, miticos, ete— puede jactarse de una relacion univoca con los hhechos que le permita juzgar a los demas, «Una ciencia que se vanaglo- ria de poser el nico método correcto y los tinicos resultados acepta- bles es una ideologia [afirma] que debe ser separada del estado, y, sobre todo, de la ensefianza. Puede formar parte de la educacién, pero tinica- mente de la de aquelios que hayan decidido aceptar esta ‘supersticion concreta. [..] Naturalmente, tode profesion tiene derecho a exigit que ‘sus practicantes sean formados de una manera particular, y puede incluso exigirles que acepten una determinada ideologia. [..] Esto es tan cierto para la fisica como para la religion o la prostitucion. Pero ideologias tan particulares, talentos tan especificos no tienen lugar en el proceso de la educacion general que prepara a un ciudadano para su , papel en la sociedad. Un ciudadano responsable no es un hombre instruido en una ideologia concreta. [..] un ciudadano adulto es aquel que ha aprendido a tomar decisiones por si mismo y que ha elegide lo que piensa que més le conviene.» La ciencia que ocupa a Whitchead y Feyerabend se define global mente por las relaciones (dificiles) que mantiene con a ‘losofia, el pensamiento mitico, ete. Siguiendo otras pittas saldrian a relucir nuevas, Felaciones, por ejepapio, entre hombres de ciencia, razin de estado ¢ ‘antetectuales» (vesbe la Vida de Galileo de Bertolt Brecht) Pero también se abre otro panorama posible, que vamos a explorar. Ya no se trata de la cuestion {qué es la Ciencia’ moderna? en general, sino jqué es esta disciplina mis singular que llamamos «fisica matematica»? Nuevo episodio, nuevo enfoque de los textos. Ya no nos interesa la confrontacién de Galileo con la iglesia o de la ciencia con otras formas de pensamiento. Los adversarios desaparecen de nuestra vista y 20 vuelven a aparecer, Ilegado el caso, més que para testificar la originali- 265 Los Oe ge utc: Ask Alrandre Koyee hard comparccct a Descates 9 habian oe sooe ercpresentann,# dietecia de ox eventos reolbpose Mertaee, “ qpouminnto moetcon ¥ no aceplan sin eabarge ie o gallcane Ss Oar eaté, pues, a partir de ahora, purificado de todo «contex- ton Bde be tribe eutatan: ero tston s bu vee oe encoenttan on tom fe un eeisedion donde se planes l problema dela tert ea, Sits mucrasrleconesenttedewripcion metematcaY empita queso ene instar Calle. Or Eaader Galicines, Koyrs, ants gue Feyerabend, demuestra que Galles no respets ot shboon, Pere pant el no 28 rate de ae ide cuye cao etre usiicada ung etica epoca de at rereeerscy centfeas La otca de Galo no eid scarguda de inter sn como toda dacpeon, ue inventa una taasion cueva Pecrmental com tos hechos Gonvencid> de la neceaidad de i¢ mis alle de ls fonémenoe para Psonic pega nen erent eepie p Se Gellco pedo poimcta ins foyer dole saidn Below currpos Sloe 1S ene snuvcledo lo que diingue « Galleo tanto de Gordaye Tron, ier tambien habla afmado que puesto que la dette ans pou aen al pie del mus de'un tarce en movimento, como Se Descerey que chunao a principio de nero coon que Galles no ip amir’ pore reobuco ln iden de que un cosrpo que cat Posie oo rade comprenstle esl postura de Descartes, que “cen” todas las capsicniaspcanas! (Cuma razby tena’ Puc tds las expeiccies S°Galtoo, at menos todas Tas expercnias reales, redutioes una beg rag ment epermn ry bec riya en tepey er meer apee peter Sn abetloto an fou aton cxpatimonuies ol Meodamento de on ton abe fereoumente que elo es posite Y sabe tambien gus a experienc Faleo la expstimentacion,fealzada en as condiciones reales en tre y mo evel vacio sobye una plancha, sa yno sobre‘ an plano frombtico ee" no’ puede produc fos resultados provisos por el Satis dl cago sbstatte.Tummpooo 10 pretends El caro aberaio et peer rer tipi ape ny et nearer aye err oar ear nape oo Ttadon Ti fia galilana extudia casos abstactos: la coneepeién de un plano absotutamente liso, de una esfera absolutamente esférica, del va¢ Feroo, no procede dela expertonsas pero petate jugar ch nombre Oe tealded de in “enpeveode” ponds concordge enterameste Gon in elueson Sin embargo: ata ‘tlie one razirs con aus coneeptos “feiss” nos permite comprender y explicariaturalcz, plantcrie pfeguny ntrpretar ae tepuestaz> aera ayer re Ea ee ene der ogre apa Fat Bicana a taduccbn de ie musros imperativos Venico que escribe en una hoja de papel (que los historiadores fechan ‘en. 1604) la demostracién «correcta», la que figuraré practicamente palabra por palabra en el Discurso publicado en 1638, La historia de las ciencias no responde a Ia logica de los mapas de Jean Perrin. Este episodio abarca cinco afios, de 1604 « 1609. La escala temporal se reduce, como los textos implicados en Ia investigacion: tsboz0s de notas en los que el sabio inventa precisar sus ideas y las implicaciones de las mismas. Y como cada vez que se plantea la cuestion de saber qué es lo que Galitco «persiguey, el problema no se aciara, sing que se transforma de nuevo. Hemos pasado, sucesivamente, de a libertad de pensamiento a la ciencia moderna, y, después, a la'fisica matematica. Como se vera, la uestion que, en'mi opinion, se ventila, al comparar al Galileo de 1604 ton el del Didlogo y los Discursos, es la de la especificidad de la mecanica racional en relacién con la fisica matematica. Ese es mi «episodio Galileo», péro para introducirlo hay que aprender, primero, a leer los cseritos de 1604, “«Supongo (y podria tal vez demostrarlo) que el grave que cae naturalmente aumenta sin cesar su velocidad en la medida en que (secundo) aumenta su distancia respecto al punto de partida. Asi, por tjemplo, si el grave parte del punto A y cae por la linea AB, supongo que cl grado de velocidad en el punto D, sera mayor que el grado de ‘elocidad en C, en la misma medida en que la distancia DA sea mayor que CA. De este modo, el grado de velocidad en C seré al grado de velocidad en D, como CA # DA, y asi en cada punto de la linea AB el grave lendra un grado de velocidad proporcional a la distancia que separa ese mismo punto del extremo A. Este principio me parece my natural y responde adecuadamente a todas las experiencias constatadas con las maquinas ¢ instrumentos que actéan por choque, siendo tanto mayor el efecto del chogue cuanto lo sea la altura de la caida. Y admitido este principio, demostraré todo lo demas» ‘Antes de continuar, comentemos esta entrada en materia. Galileo «se ‘equivocay, efectivamente, en tanto que describe una velocidad que crece con la distancia y no con el tiempo. Pero, ;c6mo no comprender a Koyré para quien «todo» esta ya en este texto? El enunciado de un principio matematico abstracto del que derivardn las propiedades obser- ‘ables, fenomenoldgicas, del movimiento de los cuerpos graves. ;Debe- ‘mos tomar en serio la referencia de Galileo a una experiencia puramente empirica, la de las maquinas que actian por choques? {No se trata de una simple bisqueda de plausibilidad, paralela al razonamiento? Galileo slo cuando habla de los «grados de velocidad» afirma que éstos crezcan con la distancias y que este crecimiento ademés es una funcion neal de la distancia. «Si la tinea AK forma-un éngulo cualquiera con la (linea) AF y desde las puntos C, D, E y F se trazan las paralelas CG, DH, El, FK, puesto (que las lineas FK, El, DH y CG son entre ellas como las (lineas) FA, El episodio de 1604 El texto italiano permite ssuponer que, de hecho, Tas selocidades tom aqui el tema: Las veloddades dAuinentan, pues, fos grados - ‘Ge velockdad» ILEANOS 270 EA, DA, ¥ CA (entre si), de ello se sigue que las velocidades en los puntos F, E, Dy C, son como las lineas FK, El, DH y CG. Los grados de velocidad crecen pues, en todos los puntos de la linea AF'en I medida en que aumentan las paralelas que salen de esos mismos puntos» ‘Galileo acaba de ensearnos a construir un esquema que aparente- mente, se parece mucho al de Oresme: los «grados de velocidad, las ‘intensidades» que adquiere sucesivamence el movimiento acelerado son las paralelas que salen de cada punto de la «longitud». Pero, que representaré, entonees, {a superficie del tridngulo, la «cantidady del ‘movimiento medieval? No puede ser el espacio, como en el esquema de Oresme, puesto que el espacio ya esta representado por la Vertical derecha. A partir de aqui las cosas se complican un poco mis. “Por otra parte, dado que la velocidad a la que se ha desplazado el mévil desde A hasta D, esté compuesta por todos los grados de Veloci- dad que ha adquirido en todos los puntos de la linea AD, y que la velocidad a la que ha atravesado la linea AC esta compuesta por todos los grados de velocidad que ha adquirido en todos los puntos de la Vinca AC, se sigue que la velocidad a la que ha atravesado la livex AD esti, respecto a la velocidad a la que ha atravesado la linea AC, en la misma proporcién que mantienen todas las lineas paralelas que salen de todos los puntos de la linea AD hasta AH, respecto a todas las paralelas que salen de la linea AC hasta la linea AG; y esta proporcion es la del tridngulo ADH respecto al tridngulo ACG; asi, la velocidad a la que la linea AB ha sido atravesada, mantiene, respecto a la velocidad a la que hha sido atravesada la linea AC, una proporcion doble a la que existe entre DA y CA» ‘Aqui, bruscamente, el doble parecido de! Galileo de 1604 con «nues- tro» Galileo, por una parte, y con Oresme, por la otra, se derrumba. La acantidad» del movimiento acelerado, la superficie del triangulo, no seria otra cosa que Ia velocidad misma. Pero entonces, jqué son esos grados de velocidad, de cuya suma resulta una velocidad? Si pretende- ‘mos a toda costa que Galileo pensé en un aumento uniforme de la velocidad en funcion del espacio recorrido, ,cémo es posible que de la suma de los grados de velocidad que aumentan en funcién del espacio, resulte una velocidad? Lo que se suma de tal forma, para nosotros como para «nuestro» (Futuro) Galileo, son las aceleraciones. Pero los grados de velocidad de 1604 no pueden ser «nuestras> aceleraciones, puesto que esos grades aumentan con el espacio mientras que para nosotros, las aceleraciones son uniformes. La indulgencia de Koyré al respecto, Tindante con la ceguera, revela hasta qué punto le interesa mantener que todas las extravagancias del texto de Galileo derivan de su «error inicial». Al remitirse al anilisis de Duhem, acepta tacitamente, como este ‘iltimo, la explicacin del tridngulo y el error de Galileo a partir de ‘esquemas megievales. Curiosamente, admite que la velocidad total dei movil sea la Suma de las velocidades instantaneas (iy Jas intensidades medievales?) que adquiere en cada punto, y se limita a sefialar que las sumas de las velocidades que crecen en funcion lineal del espacio pueden ser representadas mediante triéngulos. Puntualicemos de nuevo, que Galileo no habla, en lo que concierne a las velocidades proporcionales al cuadrado de las distancias recorridss, de velocidad en un punto, sino de la velocidad a la que el cuerpo hi atravesado esa distancia. Y pasemos a la continuacién, que es todavis peor si cabe. ‘4 puesto que la relacion entre velocidad y velocidad es inverse (contraria proporzione) a la relacién entre tiempo y tiempo (puesto que m Los Epis ego AC Lancs del punt partie 208 pit. coma to tiempos iguales son entre ellos como los niimeros impares ab unitate earns Ge Dye a enrepande 40 au be dicho spre pees oherada,¥ al ode es Yrdaeyconeerdan ei oer ta cts ey ems ocamente oa tc de taacon or u osovimlntos unformed mi ura spin Cale soe chevadns Es impo falar aa eee eee aaa eee eee cae des suncaanes © en pot al ntnent alco n aba aces ercone ncn, cin paar unt ain mated 2 teas ee pees ry, caiegpume rte tas om cea st triador mesa nae ope ne ls emigre de presage aie ae acer ae eee ce ela a eee Sie ar nee ue neers ee ens Pineal eed ep pore ted aeons Se canes easanee eeeee reae eeaeaes Se eee eee Sue cess tees aa Zeer re ps me, Aue sn te feud ee ease eee ae el a eee oe eee ee pee ee eee ae eae Perce hy margreeegarrig etd Se eet ae ere cme alee oe perineal eo cae tae een aan A ee Duhem se habrian dejado engafiar por el parecido entre las definiciones aa a ee ee eee eee er aas aee te tae oes eee -EANOS mM presentados por las paralelas de su triingulo diferian de las intensidades ‘medievales. Volvamos a la definicién medieval del movimiento uniformemente diforme. Esta implica que, como toda cualidad, 1a velocidad debe Salviati va a intentar demostrar la uprobabilidad» de este principio por argumentos anal6gicos. Algunas paginas mas adelante, legado el momento de utilizarlo, propondra una demostracion; se trata de la «vestructuracion en forma de didlogo, efectuada por su alumno Visia- ni para la edicion de 1656, de un texto que Galileo dictara en 1639. Este anexo confirma la importancia esencial del «principion. En electo, la Aefinicion que Galileo ha propuesto anteriormente —el cuerpo recibien- do en tiempos igvales grados iguales de velocidad — no tiene electividad operacional mas que a a hora de comparar movimientos caracterizados por la misma aceleracién, mientras que el plano inclinado, el instrument experimental por excelencia, permite hacer variar el grado de inclina- cin, ¥, por tanto, la acelesacién. {Como «anedir» una velocidad de tal manera que la medida integre como variable la aceleracion que el plano inctinad permite manipular {Cémo compara el movimiento acerado 38 cuerpos que se deslzan por planos con diferentes. grados de teclericion? pre i Es aqui donde Ia utiizacion de 1a altura de Ia pendiente como medida de la velocidad adquirida por el movil va.a jugar Un papel ecisivo, Cuando se trata de plano’ inclinados, el tiempo de descenso carece de significacién, 10 permite establecer ningha tipo de relacion, Pvesto que varia con la pendiente. En cambio, sila altura de la pendien te permitiera medir la velocidad adquirida al final de la misma, seria Posible, conociendo la longitud del plano, deducir el tiempo que el movil ha empleado en la caida. La medicion de la velocidad adquirida a través ea altura de la pendiente, permitird, en efecto, a Galileo —en una serie Los EPI ip EPISODIOS GALILEANOS. 28 rr, PIR Wh mostracién de Simin in del equlbrio sobre mas inclinados por e! ride movimento metuo: si una bola sole de plane, otro sverd a 8 cn sea configuracl l deberia reproducirse, pbtin et movimienio, Io pet abnurdo. La mesracion de 1387 supone Intima tipo de idealizacion ‘ade Galileo. Wonder ‘Bhecn wonder significa farailoso.y no es und a mecdnice Ron of vino dt eflio para entrar en el de pleyes de teoremas, proposiciones y escolios— relacionar los tiempos de caida por planos inclinados que difieren, primero, en longitud, después, cn altura, y por altimo, en longitud y altura. {Cémo justifica Galileo la rélacién univoca ‘entre los grados de velocidad adquiridos al término de una pendiente y la sola altura de la ‘misma? Con dos explicaciones diferentes —como ya he dicho— pero ‘que muestran, ambas, que ya no nos encontramos frente a la caracteri. Zacién de un movimiento en términos de espacio y de tiempo, sino frente ala caracterizacién de una velocidad instantinea a través de aquello de To que ella misma hace capaz al cuerpo, es decir, frente a lo que yo he Mamado la medida causal, presuponiendo la igualdad enere la causa a medir y el efecto que permite medirla. ‘La primera explicacién de Galileo se bas2 en el movimiento pendu- lar. El cientifico describe una experimento mostrando que la altura hasta, la que sube un péndulo ao depende de su trayectoria sino exclusiva. mente de la altura de la que ha partido. Un clavo incrustado en el recorrido del hilo transforma la curva ascendente, pero deja invariada la altura. El experimento prueba que la intensidad (momento) [nt], adqui- Fida en el descenso, que es evidentemente» igual a la que hace al péndulo capaz del ascenso simétrico, le hace igualmente capaz de todo ascenso de la misma altura, Asi pues, la intensidad (momento) adquirida fen el descenso, no depende tampoco de la curva, sino solamente de la altura, La demostracion de 1639 hace intervenir la estdtica, la ciencia del equilibrio entre los cuerpos. En clla identifica el equilibrio con una medida de la «propension al movimiento» (0 del impeto, o de la energia, 0 de Ia intensidad (momento) de la pendiente) respectiva de cada uno de m9 Los Jos dos cuerpos que se inter-equilibran: su reposo significa que cada cuerpo es detenido por el otro, que cada uno consigue resistir a la propensién al movimiento del otro, gracias a su propia propension al movimiento, A partir de ahi, Galileo, que habia estudiado mecinica en Padua (no se sabe si conocia los trabajos, casi contemporineos, del matemitico € ingeniero holandés Simon Stevin), puede afirmar que las propensiones al movimiento son proporcionales al grado de inclinacién dc los planos sobre los que reposan los cuerpos que hay que equilibrar. [No aos entretendremos en los detalles de la demostracién. Lo que aqui importa es que el equilibrio, el contrapeso que cada cuerpo ejerce sobre otro, fue concebido por Galileo como anulacién mutua de movimien- tos, como instrumento, pues, de una medida causal. Cada cuerpo, en tanto que caracterizado por una «propensién al movimiento», puede ser definido como la causa de un efecto que no es sino la anulacién de la propension al movimiento del otro cuerpo. {Qué mide el ascenso del péndulo a la altura de su punto de partida? iQué mide la balanza? En ninguno de los dos casos Galileo establece de modo explicito la {gualdad. En el primer caso sera Christian Huyghens quien determine la relacion exacta: los cuadrados de las velocidades son entre si como las alturas de caida, es decir, mo%/2 = mgh, siendo » Ia velocidad, h Ia altura, m la masa, y g la aceleracion gravitacional, En el segundo Gottfried Wilhelm Leibniz, que asimilard sistematica y explicitamente la apropension» © «momento de inclinacién» (intensidad*) al «primer movimiento», a la velocidad que un cuerpo adquiere en el primer ‘momento de su caida, anulada y adquirida de nuevo en cada instante, en Virtud del equilibrio, ¢s decir, 1o que los fisicos llaman hoy la aceleracién. ‘Cuando mide la causa por su efecto, Galileo no necesita determinar explicitamente los términos de la igualdad. Lo que cuezta es el signo ‘<=>, la situacion en la que una causa pueda medirse por su efecto, de tal modo que estemos seguros de que la medicines exhaustiva, no deja escapar nada. En Huyghens y Leibniz, la identidad de la causa y el ecto —de lo que se conserva, podemos decir— no precede a la medicién, pero se infiere de ella. Lo que interesa a Galileo es que en las. “ situaciones planteadas, el efecto agota en toda su integridad la causa que lo produce: el péndulo que vuelve a su punto de partida ha agotado la velocidad adquirida en el descenso, las propensiones de velocidad son anuladas por el equilibrio. Y ello permite «medir» cada situacion en cl sentido de establecer una correlacion entre dos magnitudes que no pueden se definidas mediante un movimiento elective, producido en el Espacio y en el tiempo. La primera permite medir la velocidad instanti- nea, Ia segunda, la propensin al movimiento, primera definicin fisica de jo que nosotros llamamos aceleracién, Muchos historiadores, siguiendo a Koyré, definen a Galileo por su relacion con Aristételes y Newton al mismo tiempo. Su obra habria Supuesto la destrucciOn del cosmos aristotélico y de las cuestiones que Ste autorizaba: Galileo sustituye las «razones» aristotélicas por la cuestién matematica de saber cdmo cae en cuerpo. Pero el cientifico se habria detenido en el umbral de la tierra prometi ‘capaz de concebir el espacio homogéneo ¢ is6tropo donde el movimien- {0 uniforme y rectilineo de un cuerpo aislado prosigue hasta el infinito. La fisica galileana seria una fisica de cuerpos pesados en un espacio sometide ala gravedad. El fundador de la nueva ciencia se habria + En ef original fra teem ai apres, ‘momenton, he pret Stliear le eaduceton ‘mismo término que 8 explicar J. Sadaba en ‘onsderaciones.. (op. ‘gue ce eintensidad» of velocidad» en otros. (nedel 7) La cuestion de ‘mecénica racior

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