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PRÓLOGO
POR QUÉ ESCRIBE SOBRE LA TRINIDAD. QUÉ DESEA AGUSTÍN DE SUS LECTORES.
RESUMEN DEL LIBRO SEGUNDO
1. Créanme los que gusten: prefería fatigarme en la lectura antes que dictar
cosas que han de ser leídas. Los que esto no quieran creer y puedan y
deseen experimentarlo, concedan al menos que es menester dar respuesta a
las dificultades que experimento en mis lecturas y a las preguntas de mis
prójimos, puesto que así lo exige mi calidad de siervo de Cristo y el celo que
en mí llamea en defensa de nuestra fe contra los errores de hombres
carnales y bestias; y vean con qué deleitosa facilidad descansaría en mi
trabajo y con cuánto gozo dejaría holgar en el ocio mi pluma.
Tengan en cuenta que las obras que versan sobre estas materias no están
escritas en latín ó no se encuentran -para nosotros ciertamente fueron de
difícil adquisición; además, no estoy tan familiarizado con el griego para
poder leer y entender los libros publicados en dicho idioma, aunque, por lo
poco que nos ha sido traducido, no dudo que dichos escritos contengan en
abundancia lo que con tanta utilidad buscando voy. Siervo de mis hermanos,
no sé negarme a sus justos requerimientos, y trato, en la medida de mis
fuerzas, de ayudarles en sus loables estudios cristológicos con mi palabra y
con mi pluma, pues a ello me impulsa con ardor, cual biga fogosa, la
caridad. Yo mismo, lo confieso, aprendí escribiendo muchas cosas que antes
ignoraba; y, por consiguiente, ni al perezoso ni al sabio ha (le parecer
superfluo mi trabajo, pues puede ser muy necesario a muchos. estudiosos y
a muchos ignorantes, a mí entre ellos,
Apoyado y sostenido en lecturas de obras ya divulgadas sobre este tema,
emprendo la búsqueda de cuanto juzgo se puede piadosamente investigar y
escribir referente a la Trinidad, único Dios sumo y Bien soberano, contando
siempre con su estímulo en la búsqueda y con su ayuda en la exposición,
para que, si no existen otros escritos similares, puedan apagar su sed los
que lo desean y puedan; y si ya existen, con tanta mayor facilidad puedan
encontrar ciertas verdades, cuanto mayor es la abundancia.
CAPÍTULO I
CUESTIONES A EXAMINAR
Por medio de la criatura espiritual obra la potente voluntad del Señor todos
los efectos sensibles y visibles de la criatura corpórea. ¿Dónde no se deja
sentir la sabiduría de un Dios omnipotente, pues poderosa se extiende del
uno al otro confín, disponiéndolo todo con suavidad?9
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
Allí la voluntad de Dios, que hace a los vientos sus mensajeros y al fuego
urente sus ministros12, reina como desde un santo, misterioso y sublime
trono, como desde su santuario y mansión, en los espíritus vinculados por el
aglutinante de una paz y concordia inalterables y tundidos en un soto querer
por el rescoldo de la llama espiritual de la caridad, difundiéndose en los
ordenados movimientos de las criaturas espirituales y materiales por todos
los ámbitos y usando, conforme al decreto inconmutable de su sentencia, de
todos los seres, corpóreos e incorpóreos, racionales e irracionales, de los
buenos mediante su gracia y de los malos por su propio querer.
Pero así como los seres toscos e inferiores son regidos con orden muy
concertado por seres más potentes y sutiles, así todos los cuerpos lo son por
un espíritu vital, y el espíritu de vida que carece de razón lo es por un
espíritu racional; y el alma desertora e inmunda, por el alma justa y santa, y
ésta por Dios; y todas las cosas criadas, por su Hacedor, por quien, en quien
y para quien fueron hechas13. En consecuencia, la causa primera y suprema
de todas las formas y mociones corpóreas es siempre la voluntad de Dios.
Nada acontece visible y sensiblemente en esta inmensa y dilatada república
de la creación que no sea o permitido o imperado desde el invisible e
inteligible alcázar del supremo Emperador, según la inefable justicia de los
premios y castigos, de las gracias y de las retribuciones.
CAPÍTULO V
11. Es, sin duda, la virtud divina la que gobierna las criaturas todas,
espirituales y corporales, y ella es la que en determinados días del año reúne
las aguas del océano y las derrama sobre la faz de la tierra. Mas, cuando
esto mismo sucede a ruegos de Elías, tras una pertinaz y larga sequía, que
hasta perecían de hambre los hombres, sin que mientras oraba el siervo de
Dios y en aquella hora apareciera en el horizonte ni una nube precursora de
la tempestad, es patente milagro de la potencia divina, pues en un momento
y con rapidez sorprendente se abrieron las cataratas del ciclo18.
CAPÍTULO VI
LA VARIEDAD EN EL MILAGRO
CAPÍTULO VII
MILAGROS Y MAGIA
12. Veo aquí surgir una dificultad en las inteligencias empobrecidas; a saber:
¿cómo estos portentos pueden a veces ser obra de magia? Porque los magos
de Faraón hicieron serpientes y otros semejantes prodigios. Pero es mucho
más de admirar cómo aquel poder de los magos pudo convertir las varas en
serpientes y desfalleció ante unas pequeñísimas moscas. Los cínifes son una
especie de mosquitos sumamente minúsculos, azote, en la tercera plaga, de
los soberbios egipcios.
Dios a veces concede este poder para engaño de engañadores, como a los
magos y egipcios, grandes en la seducción de sus espíritus y réprobos ante
la divina verdad; otras es aviso a los creyentes, y son referidos en la
Escritura para que no anhelen ejecutar semejantes prodigios; finalmente,
sirven también de ejercicio purificativo para manifestar la paciencia de los
justos. Pierde Job todas sus posesiones, sus hijos y su salud corporal a
través de muy potentes milagros27.
CAPÍTULO VIII
Pero ni los ángeles buenos pueden hacer esto sin una orden de Dios, ni los
malos hacen estas cosas injustamente, sin la justa permisión del Señor. La
malicia del impío hace perversa su voluntad; justamente, con todo, recibe
dicho poder para castigo propio o ajeno, para condenación de los malos o
alabanza de los buenos.
He, sin embargo, creído oportuno recordar este hecho bíblico de las ovejas
de Jacob, para que se entienda cómo el hombre, al disponer de esta guisa
las varas, no es creador de los manchados colores en los corderitos ni en los
machos cabríos. Ni son las almas de las madres aunque transmitan a los
fetos que conciben en su carne, en los límites de su naturaleza, la imagen
multicolor concebida por los ojos del cuerpo. Y mucho menos se ha de
afirmar que las ranas y serpientes son creación de los ángeles malos,
aunque en su nombre obraran tos magos de Faraón los mencionados
prodigios.
CAPÍTULO IX
DIOS, CAUSA EFICIENTE UNIVERSAL
16. Una cosa es, desde el íntimo y sublime plinto de las causas, crear y
gobernar la criatura, poder privativo del Dios Criador; y otra, la acción
intrínseca de las fuerzas y energías por Él otorgadas, a fin de que se realice
lo que Dios crea, en este o aquel momento, de esta o la otra manera. Todos
los seres están originaria y primordialmente contenidos en la urdimbre
maravillosa de los elementos y les basta encontrar un ambiente propicio
para manifestarse.
Las madres, decimos, están de sus hijos encinta, y el mundo está preñado
de causas germinales, obra de la esencia divina, donde nada fenece ni nace,
nada principia ni se aniquila. Y no sólo los ángeles malos, sino incluso los
hombres perversos, como vimos en el ejemplo tomado de la agricultura,
pueden aplicar al exterior causas accidentales, las que, aunque no se digan
naturales, se utilizan siempre conforme a las leyes de la naturaleza,
haciendo brotar de su seno las energías latentes y adquiriendo desarrollo
oportuno según su peso, número y medida32, cualidades éstas que en su ser
primitivo recibieron de aquel que todo lo ha dispuesto en número, peso y
medida.
Pero los hombres no admiran las cosas que acostumbran a obrar los
mortales. Y si alguien se admira de la rapidez de tal crecimiento, pues dichos
animales se desarrollaron en un momento, observe cómo son producidos por
los hombros conforme a su natural facultad. En efecto, ¿de dónde proviene
que unos mismos cuerpos se agusanen con más rapidez en el verano que en
el invierno, en las zonas templadas antes que en las regiones más frías?
Aquí la indigencia de los mortales es tanto más extremada cuanto menor es
la movilidad de sus miembros terrenos y perezosos y menor la sutileza de
sus sentidos. En resumen, cuanto más fácil es condensar a los ángeles las
causas próximas de los elementos, más digna de admiración aparece su
celeridad en esta clase de operaciones.
18. Pero creador lo es tan sólo el autor principal de estas formas. Y nadie
tiene este poder, sino aquel en cuyas manos están en su origen los pesos,
números y medidas de todas las cosas que existen; y Eles el único Dios
Creador, en cuya inefable virtud actúan los ángeles, si les es consentido; de
lo contrario, carecen de dicho poder. Y no existe, a mi juicio, otra razón del
porqué se declaran impotentes, cuando se trata de crear unas pequeñísimas
moscas, los mismos que pudieron formar serpientes y ranas; allí era mayor
el dominio de Dios y se manifestaba su prohibición por medio del Espíritu
Santo, como lo reconocieron los magos al exclamar: Dedo de Dios es esto33.
CAPÍTULO X
20. Mas, como éstas, por ser obra de los mortales, son de los hombres
conocidas, se las puede honrar con culto religioso, pero no admirar como
prodigios. Cuanto más difíciles y misteriosas son las acciones de los ángeles,
tanto más admirables nos parecen, aunque para ellos sean acciones
ordinarias y fáciles. Habla el ángel como si fuera la persona misma del Señor
y dice: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob; pero
con antelación había dicho la Escritura: Y se le apareció el ángel del Señor40.
Y habla el hombre en persona del Señor y exclama: Oye, pueblo mío, y te
hablaré; oye, Israel, y te adoctrinaré: Yo soy tu Dios41. Fue tomada la vara
como símbolo y con poder angélico fue convertida en serpiente42; y, ayuno el
hombre de tal poder, con significación simbólica, consagra una piedra en
testimonio43.
Entre la acción del ángel y la acción del hombre existe una diferencia
notable: aquélla exige nuestro asentimiento y excita nuestra admiración,
ésta sólo pide nuestra comprensión. El objeto por ambas simbolizado quizás
sea el mismo, pero el signo es diverso. Es como si se escribiera el nombre
de Dios en letras de oro y en tinta: la materia de la primera escritura es
preciosa, vil la segunda, pero el significado es en ambas idéntico.
La piedra de Jacob, según dije, representa algo más noble que las serpientes
de los magos; pero el prodigio de los magos es mucho más admirable; con
todo, no impide la recta inteligencia de las cosas y es como si en letras de
oro escribimos el nombre de un mortal y en tinta el de Dios.
21. ¿Qué hombre conoce cómo produjeron o asumieron los ángeles las
nubes y el fuego para significar lo que anunciaban, aunque el Señor o el
Espíritu Santo se manifestase bajo aquellas figuras corpóreas? Es éste un
secreto, como lo es para el neófito la ofrenda que sobre el altar se coloca
para su consunción una vez terminado el sacrificio de piedad: ni sabe cómo
se prepara ni conoce su uso litúrgico. Y si por experiencia propia o ajena no
lo aprenden y nunca ven dichas especies, a no ser durante la celebración de
los misterios, cuando se ofrece y distribuye, si entonces una persona de
respetable autoridad les dijere cuyo es el cuerpo y cuya es la sangre, acaso
creyeran tan sólo que el Señor se había manifestado en otro tiempo a los
ojos de los mortales bajo el velo de aquellas especies, y que al ser
traspasado su costado brotó de la herida fresco licor52.
Me es muy útil recordar aquí la debilidad de mis fuerzas, y suplico a mis
hermanos tengan presentes las suyas, para que la humana flaqueza no
traspase las fronteras de lo seguro. No puedo penetrar con mi vista, ni
explicar, con mi razón, ni comprender con mi inteligencia, con la seguridad
del ángel, del vidente o del apóstol, cómo los ángeles obran estos prodigios,
o mejor, cómo Dios los ha obrado por mediación de sus ángeles, buenos o
malos, mandando, permitiendo y ordenando desde el misterioso trono de su
imperio sublime. Tímidos son los juicios de los mortales y aventurados
nuestros cálculos. El cuerpo corruptible agrava el alma, y la morada terrena
oprime la mente derramada en muchos pensamientos. Y si con dificultad
adivinamos lo que pasa en el mundo y con trabajo hallamos lo que está en
nuestra presencia, ¿cómo rastrear las cosas del cielo? Mas como continúa y
dice: ¿Quién conoció tu sentir si tú no le das sabiduría y de lo alto le envías
tu Santo Espíritu?53 Lo que hay en el cielo no lo exploramos, ni a qué orden
de realidades pertenecen los cuerpos angélicos según su jerarquía respectiva
y su actividad material. Pero apoyado en el Espíritu de Dios, enviado de lo
alto, y en la gracia comunicada a nuestras almas, oso afirmar con toda
confianza que Dios Padre, su Verbo y su Espíritu, único Dios verdadero, en
virtud de su esencia y de su mismo ser no pueden ser mudables y mucho
menos visibles. Porque existen ciertas cosas que, aunque mudables, no son
visibles; por ejemplo, nuestros pensamientos, nuestros recuerdos y nuestros
quereres o todo ser incorpóreo; pero nada hay visible que no sea mudable.
CAPÍTULO XI
22. Es, pues, manifiesto que todos aquellos fenómenos contemplados por los
patriarcas cuando Dios se les aparecía en aquellos remotos tiempos, según
la disposición de su economía,tenían lugar por mediación de la criatura. Y
aunque ignoramos el modo como Dios actúa al servirse de sus ángeles, sin
embargo, no llevado de mi propia opinión ni por el prurito de parecer más
sabio, sino guiado por la norma de fe54 que me ha sido otorgada, con toda
sobriedad y modestia proclamo que dichas apariciones son obra de los
espíritus angélicos, y porque lo creo, por eso hablo55.
Tenemos, pues, la autoridad de las Sagradas Escrituras, de cuyo testimonio
no es lícito a nuestra mente desviarse, para no precipitarnos en los abismos
de las conjeturas, abandonando el fundamento rocoso de la palabra divina,
donde ni el sentido terreno tiene poder ni esplende la luz fascinadora de la
verdad.
Que aquellas acciones visibles e incluso las palabras hayan tenido lugar por
mediación de los ángeles, está escrito con toda evidencia en la Carta a los
Hebreos, donde se distingue entre la promulgación de la Ley en el Antiguo
Testamento y la economía de la Ley evangélica, según la congruencia de los
siglos y de los tiempos. Dice así: ¿A cuál de los ángeles dijo nunca: Siéntate
a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? ¿No
son todos los espíritus ministros, enviados en servicio a causa de aquellos
que han de ser herederos de la salud?56
Manifiesta en este pasaje el Apóstol que todas aquellas cosas fueron hechas
por los ángeles en favor nuestro, es decir, del pueblo de Dios, al que se le
promete en herencia la vida eterna. En la Carta a los fieles de Corinto dice
también: Todo esto les sucedió en figura y está escrito para nuestra
corrección, en quienes la plenitud de los siglos se he cumplido 57. A
continuación clara y consecuentemente de muestra cómo entonces nos fue
dirigida la palabra por los ángeles y ahora por el Hijo. Por tanto, añade, es
preciso que con mayor diligencia tendamos a las cosas que hemos oído, no
sea que nos deslicemos. Pues si la palabra dicha por los ángeles fue firme, y
toda prevaricación y desobediencia recibió justo salario de retribución,
¿cómo la rehuiremos nosotros, despreciando tan gran salud? Y como si le
preguntaras de qué salud habla, para dar a entender que se refiere a la del
Nuevo Testamento, esto es, a la palabra dirigida a los hombres por el Señor,
no por los ángeles, dice: La cual, comenzando a ser promulgada por el
Señor, fue entre nosotros confirmada por los que la oyeron, testificando Dios
con señales, prodigios y milagros diversos y reparticiones del Espíritu Santo
según su voluntad58.
23. Mas preguntará alguien: ¿Por qué está escrito: Dijo Dios a Moisés, y no:
"Dijo el ángel a Moisés"? Porque cuando pregona el heraldo la sentencia del
juez, no se escribe en las actas: "Ha dicho el pregonero", sino: "El juez dijo".
Y lo mismo cuando habla el profeta, aun cuando decimos: "El vidente ha
dicho", entendemos que es el Señor quien habla. Y aunque digamos: "El
Señor dijo", no pretendemos con esto silenciar la acción del profeta, sino
que queremos dar a entender quién es el que habla por su boca. La Escritura
con harta frecuencia nos dice que el ángel es el Señor, y aun cuando habla
el ángel, se dice: "Dijo el Señor", según ya demostramos. A causa de
aquellos que pretenden ver en el ángel que aquí nombra la Escritura al
mismo Hijo de Dios en persona; y la razón es porque el profeta le llama
ángel, pues nos anuncia su voluntad y la de su Padre; por eso he querido
aducir el testimonio manifiesto de esta Carta, donde no se dice: "Por el
ángel", sino: Por los ángeles.
24. San Esteban emplea en los Hechos de los Apóstoles este mismo estilo
del Antiguo Testamento al decir: Hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria
se apareció a nuestro padre Abrahán cuando habitaba en Mesopotamia59. Y
para que nadie crea que el Dios de la gloria se apareció en su esencia a los
mortales, dice a renglón seguido que el ángel se apareció a Moisés: Huyó
Moisés al oír estas palabras y habitó en tierra de Madián, donde engendró
dos hijos. Y pasados allí cuarenta años, se le apareció en el desierto del
monte Sinaí el ángel del Señor en llama de fuego en un espino. Moisés, al
verlo, se admiró de la visión, y, cuando se acercaba para mirar, se dejó oír
la voz de Dios diciendo: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el
Dios de Isaac y el Dios de Jacob. El temor se apoderó de Moisés y no se
atrevía a mirar. Y le dijo el Señor: Quita las sandalias de tus pies 60. En este
pasaje se llama ciertamente Señor y ángel al Dios de Abrahán, al Dios de
Isaac y al Dios de Jacob, como está escrito en el Génesis.
25. ¿Dirá por ventura alguien que el Señor se apareció a Moisés por un ángel
y al patriarca Abrahán por sí mismo? No hagamos esta pregunta a Esteban;
interroguemos al libro de donde Esteban tomó su narración. ¿Acaso porque
está escrito: Y dijo el Señor Dios a Abrahán61; y poco después: Se apareció
el Señor Dios a Abrahán62, no se 1e apareció en sus ángeles? En otro jugar
leemos: Apareciósele el Señor en el encinar de Mambre, cuando estaba
sentado a la puerta de su tienda al filo del mediodía; luego añade a
continuación: Y alzando los ajos vio parados cerca de él a tres jóvenes. De
este episodio ya hemos hablado63.
¿Acaso es el Hijo de Dios el que dice del Padre: Dijo el Señor, y Él es elángel
del Padre? Pero ¿no advierten cómo en esta hipótesis sigue apretando la
dificultad de los tres mancebos que se aparecieron a Abrahán, y de quienes
con antelación se había dicho: Se le apareció el Señor? ¿Por ventura no son
ángeles porque se les llama varones? Lean a Daniel donde dice: He aquí que
un varón, Gabriel69, etc.
26. Mas ¿a qué difiero coser sus labios con un testimonio evidente e
irrefragable, donde no se trata de un ángel en singular ni de varones en
plural, sino de la Ley; no de un mandamiento cualquiera, promulgada por los
ángeles, promulgación que ningún creyente duda haya sido hecha por el
Señor a su siervo Moisés, por ministerio do los ángeles, para someter al
pueblo israelita? Habla así Esteban: Duros de cerviz e incircuncisos de
corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo, lo mismo que
vuestros padres. ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Dieron
muerte a los que anunciaban la venida del Justo, a quien vosotros habéis
ahora traicionado y crucificado, vosotros que recibisteis la ley por mediación
de los ángeles y no la observasteis70.
¿Qué hay más evidente? ¿Dónde autoridad más perentoria? Por edicto de los
ángeles se dio al pueblo la ley corno preanunciando y disponiendo la venida
de nuestro Señor Jesucristo; y Él mismo, como Verbo de Dios, estaba de una
manera inefable y maravillosa representado en los ángeles, por cuyo
ministerio fue promulgada la ley. Por eso dice en el Evangelio: Si creyereis a
Moisés, me creeríais a mí, porque de mi escribió él71.