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Capitulo III Fuera de la cancha Pepe Grillo “No, en realidad no soy el mejor, soy el stiper mejor. No existe en el mundo alguien como yo. Soy el mejor comentarista del mundo y cuando agarro el micréfono los otros estan obligados a guardar silencio”. Eduardo Bonvallet El funeral habia terminado. Familiares, amigos, cercanos, cono- cidos y desconocidos, habjan asistido al ritual de despedida de Eduardo Guillermo Bonvallet Godoy. Era el 20 de septiembre del 2015. Santiago estaba nublado. Tras la ceremonia, el circulo mds intimo del fallecido comen- tarista se reunié para sepultarlo. Estaba su madre, sus hijos Jean Pierre y Daniela, su hermano Gabriel, su hermana Lilian. Su ter- cera esposa, Maria Victoria y sus tres pequefios hijos, Amalia, Eduardo y Noelle. Solo familia. Menos uno. Allf se encontraba su amigo més fraternal. Uno tan cercano que los parientes del ex futbolista lo consideraban un miembro més de la familia. Afeitado, bien vestido, con zapatos brillantes y un terno impecable, Mario Alcaide miraba la escena en silencio. Su amigo Eduardo le habia ensefiado a vestir siempre de manera muy prolija. Un consejo que le repetia a todos, pero que en el caso de Mario Alcaide tenia una consideracién especial. “Eduardo me conocfa desde que yo era junior. Llegué a ser gerente de marketing. Varias veces us6 mi ejemplo en sus charlas motivacionales. Eso me provocaba mucho orgullo”. En el tiltimo adiés a su amigo, Alcaide repasaba mental- mente miles de anécdotas junto a quien fue su compajiero des- de finales de los afios ochenta, cuando llegé a pedirle trabajo al -51- departamento de ventas que el futbolista estaba comenzando a conformar para la marca deportiva Adidas. Historias buenas, historias malas, historias con carcajadas, una historia tinica que ese nublado dia de septiembre se cerraba con un epilogo triste y tragico. “Yo no me habia percatado de que hasta que aparecié Maria Victoria Laymuns, la ultima e Eduardo. Con ella no teniamos una relacién tan cercana, pero me salud6 muy afectuosa. Estaba con uno de los hijos chicos de Eduardo. Ella le dice, «salddalo, él fue el mejor amigo del papa». Ahi me di cuenta de que no p: nuest Mario Alcaide nacié, literalmente, en la calle. En la pobreza aba solo la familia y yo, posa de é desapercibido en su vida. Que ‘a amistad fue mas profunda de lo que yo mismo imaginaba’” extrema. Crecié en la poblacién Los Nogales en la comuna de Estaci6n Central. Pese a las penurias econémicas, terminé sus estudios basicos y secundarios. Seguir en las aulas no era una op- cin en ese momento. Tenia que ganarse la vida. Conseguir dine ro para subsistir. Hizo de todo, en especial el comercio callejero. Lustraba zapatos, vendia dulces en las micros, repartia diarios “Nunca lo in Entre mis clientes estaban los controladores del antiguo Banco d aginé, pero vender diarios me cambiaria la vida Santiago, que después se convertiria en el futuro Banco Santan der. Ellos prometieron que cuando tuvieran la oportunidad me Hevarian a trabajar a su lado. Y cumplieron su promesa Alcaide empezd de abajo. Trabajo como juz cuatro ternos al ano, asi que siempre andaba bien vestid e1 el banco, estudié marketing y contabilidad. Después de un breve >eriplo, lo trasladaron al area comercia vsucursal en da cal Ahumada, pleno centro di pital. Alli conocié a Gabriel | allet, herm te Eduardo. A ut prot El primer encuentro no fue para nada amistoso. “Me cité un dia viernes. Llegué a las ocho de la majfiana, con mi mejor traje. Le dije a su secretaria, ella me anuncié y me quedé afuera. No me pescé ni en bajada. Me tuvo esperando por horas, una majfiana entera. Yo no lo conocia. Hasta ese minuto yo no sabia nada de futbol, asi que no lo recordaba ni siquiera como ex jugador. Después de mucho rato me hizo pasar. Eduardo era lo opuesto a su hermano. Gabriel es tranquilo, callado, un pan de Dios. Conversamos un rato corto y me dijo que si de inmediato. El lunes siguiente empecé”. Eduardo Bonvallet comenzaba a conformar un departamento especial de ventas en Adidas. Incluia a Douglas Rebolledo, quien afios después se dedicaria al canto con el nombre artistico de Douglas, a cargo de la plataforma computacional (con un apa- rataje de lo ms sofisticado para ese afio 1989), y Mario Alcaide, quien se incorporé al equipo como el ayudante del ex mundialista en Espafia 82. “Empecé como asistente suyo y llegue a ser gerente de marke- ting. Me quedé en Adidas hasta el 2005, mucho tiempo después de que Eduardo se fuera. El dejé la firma para iniciar su carrera como comentarista deportivo. Cuando se fue el Bonva, yo les dije que no tenian que buscar otro gerente de marketing si me tenian ami. Yo los conocia a todos, entendfa el proceso, tenia los contac- tos con los jugadores, los dirigentes, los vinculos con las marcas, la gente de televisin. Y eso fue porque Eduardo siempre me llevé a todas las reuniones. Me fue guiando, ensefiando todo el cerca de mi. i Juanchito. Aun Mario Alcaide no sabe por qué Bonvallet lo apods de esa manera. Pero el alias atin lo acompafia. “Se sentia mas seguro cuando yo lo acompaiiaba. Siempre fui como su Pepe Grillo. Era el nico que le decia las cosas sin filtro, todas las verdades. El unico que le pegaba palos, a quien le pedia consejos. Nos agarrébamos a puteadas si era necesario”. Recuerda una historia que retrata fielmente esta relacién de confianza que a ratos estallaba con apenas una chispa. “Una vez estabamos lanzando una coleccién en Falabella de Lyon. Habjamos contratado unas modelos que eran top para la época. Estaba la Tonka Tomicic entre ellas. El tipo que nos iba a instalar las tarimas para el escenario se atrasé. Quedaban como diez minutos para que empezara el evento y estaba yo mismo ins- talando las tablas. Llegé Eduardo, vio que estébamos atrasados y me empez6 a putear delante de todos. «Te voy a matar. Me estas cagando la pega», me decia. Yo no lo pescaba. Estaba preocupado de que saliera todo bien. No sé cémo lo hicimos, pero el desfile salié impecable, Cuando terminé todo lo agarré a garabatos. «C4- late conch.... Si me sigues jodiendo te juro que te voy a pegar un combo en el hocico». Lo levanté y lo bajé. Esto fue un dia viernes. Me fui a mi casa. El lunes llegué a la oficina convencido de que me iba a despedir. Mal que mal lo habia amenazado. Me llamé a su oficina. Me senté y me quedé mirando un par de segundos en total silencio. De pronto me apunta con el dedo y se mata de la risa. Pero a carcajadas. Casi se cafa de la silla. «El Juanchito me queria pegar un combo en el hocico. La cagé chica». Y me fui a trabajar como si nada hubiera pasado”. La amistad entre ambos se afianzé con episodios de complicidad. “Nos peleamos con la secretaria de uno de los gerentes. Nos trataba pésimo. Trataba mal a nuestros clientes. Estabamos tan enojados que nos fuimos a la calle Ricardo Cumming, a comer completos y tomar schops. Al cabo de un rato estabamos super doblados. No podiamos llegar asia la oficina nia la casa. Nos ha- biamos quedado sin plata. Caminamos a la calle Catedral a tomar micro. Le pedimos al chofer que nos Ievara. Los dos, bien ter- neados, doblados como churro y sin ningun peso en los bolsillos. Nos fuimos a la casa de la mamé de Eduardo, que en ese tiempo vivia en Santa Lucia. Nos abrié la puerta y se dio cuenta de in- mediato que veniamos mal; Nos reté bien retados y nos mandé a dormir para que se nos pasara la mona’. j i Esta historia de amistad también tiene momentos oscuros, en que la penumbra personal de Bonvallet generaba cambios de dni- mo que Mario Alcaide pronto comenzé a conocer. “El hecho de que Eduardo haya estado falto de carifio lo hizo aferrarse a otras cosas, como el fiitbol. Pero también cayé en la droga, en el alcohol, una adiccién que en su tiempo fue muy fuer- te. Eso le trajo severos problemas matrimoniales. Le costé su pri- mera separacién”. Aqui Mario Alcaide marca un pérrafo distintivo. Tanto él como todos quienes conocieron a Eduardo Bonvallet en aquella época coinciden en que su gran cisma interno se produjo tras el divorcio con su primera esposa, Angela Setti. Fue el primer gran golpe de su vida. Su recuperacién tardé afios. No son pocos quie- nes creen que esa herida jamés cicatriz6 del todo. “La Angela era una mujer espectacular, nada que decir. Pero él la celaba todo el dia. Y eso que Eduardo era bueno para las minas. Hasta hoy no he conocido a un hombre con mayor arrastre con las mujeres que Eduardo. Podia estar con la mina que queria. La que quisiera. Tuvo la posibilidad de andar con la Cecilia Bolocco y él le dijo que no. Pero vefa la paja en el ojo ajeno. A él lo marcé mucho la separacién de sus padres, pero la suya fue peor. Quedé muy ca- gado porque su ex esposa al tiempo se cas6 con un antiguo amigo de éI, un gallo espectacular que la hizo muy feliz. Pero Eduardo qued6 convencido de que ellos andaban juntos desde antes. A mi me consta que eso no es asi, que fue después de la separacién. Se lo dije mil veces, pero mi compadre era medio porfiado”. Los detalles explicitan una relacién marital entre Eduardo Bonvallet y Angela Setti que estaba en crisis hace rato. “Eduardo actué mal con ella. Lo sabia. La golpeaba, la insul- taba, qué no le hacia. Hasta que ella no aguanté mas. Fue muy respetuosa con Eduardo. Nunca hablé mal de él. Le dije, «harto te la cagaste, no seas fresco». Pero fue un dolor muy grande, pese a que él tomé6 la decisién de separarse”. La transicién entre el futbolista y el retiro es un periodo ha- bitualmente traumatico para quienes han dedicado buena parte “55: de su vida a correr tras un balén. En medio de ese camino, sin un puente claro hacia dénde transitar, Alcaide conocié a Bonvallet. “Se venia recién retirando. Tenfa veintiocho afios, pero ya no podia jugar més. Los tobillos se le habfan caido por todas las infiltraciones que se hab{a hecho. Si bien tenia los contactos en el mundo del fittbol, se metié a un drea que no conocia. Para él 2+2 era empate. En parte nos hicimos amigos por eso. Yo era habil con los ntimeros. Sin saber mucho llegamos a ser los nimero uno en la empresa’. El trabajo en el departamento de ventas comenzé a crecer. De una entidad pequefia, se convirtieron en un foco econémico importante al interior de la compafiia deportiva. Sin embargo, Alcaide notaba que Bonvallet no estaba completo. En el primer lustro de la década del noventa Eduardo Bon- vallet habia realizado sus primeras incursiones en el comentario deportivo. Fue en Radio Portales. Duré poco. Con escasos me- ses tras el micréfono, abandono esta nueva faceta por falta de tiempo y porque, aunque hoy cueste creerlo, no confiaba en sus capacidades. “Le dije que continuara. Que se atreviera. Me preguntaba cémo lo hacia. A mi no me gustaba el fiitbol, asi que me fijaba en otras cosas. Y encontraba que Eduardo era valiente, era diferente a todos los comentaristas que nunca decian nada. Creo que fui el precursor para que se dedicara al comentario. Ese era su fu- turo. Lo tenia todo. Era histriénico, se vestia bien, hablaba bien, escribia bien, era culto, Cuando hablébamos de futbol en las ter- tulias notaba una diferencia grande. Habfa que jugarsela por ese camino. Le dije a Eduardo que no habia nadie que dijera las cosas «al pan pan, vino vino». Alguien que dijera las cosas. Esa era su caracteristica innata, pero que la fue desarrollando’. Tras bambalinas. Asi puede describirse el rol de Mario Alcai- de. Detras del telén, al otro lado del antifaz. El contacto perma- nente con un Eduardo Bonvallet que pocos 0 quizas nadie cono- cid. “Conoci al verdadero Eduardo. Lo conoci mas que nadie. Era un loco lindo. Un tipo cariiioso. Siempre estuvo falto de carifio, -56- pero entregaba mucho. No le gustaba que lo pasaran a llevar. Si podia dar un consejo te lo daba’. Pese a que provenian de origenes disimiles, las biografias de Bonvallet y Alcaide registraban varios puntos comunes que for- jaron la alianza que mantuvieron hasta el final de los dias del ex futbolista. “Nacimos sin papa o sin mami. El era chico cuando su mam se fue al exilio y quedé a la deriva. Su papa luego se enfermé por la silicosis, la enfermedad que padecen los mineros. Fallecié cuando él tenia 16 afios. Muchos afios después, Eduardo le compré una tumba. Hizo que lo trasladaran de cementerio y no fue capaz de ver los restos de su padre. Lo acompané en ese tramite y fui yo quien sacé los huesos de su papa. No podia so- portar ver eso”. La lealtad no se compra ni se regala. Se adquiere con los afios en las relaciones de trabajo, que a menudo se cruzan con los afec- tos personales. La lealtad de Mario Alcaide con Bonvallet era a toda prueba, con capitulos en los cuales se puso a prueba férrea- mente aquella condicién. “Una vez uno me Ilamé a su oficina el gerente de administra- cién y finanzas de Adidas. Me dijo que si veia a Eduardo hacien- do cosas raras le contara de inmediato. Recortes, movimientos medios extrafios, vendiendo algo o haciendo regalos. Me insinué que estaba robando. No le dije nada, pero apenas pude le conté a Bonvallet de esta reunion. Yo le debia lealtad a él més que a la empresa. El me dio trabajo y me habia ayudado a surgir. Eduardo fue a la oficina de este sefior y lo levanté y bajo. Qué te has imagi- nado. Le dijo que si me hacian algo le iba a sacar la cresta con sus propias manos. Era como un Robin Hood”. El éxito comenz6 a crecer rapidamente. Eduardo Bonvallet era un poco de todos. Del tipo que lo escuchaba con devocién, de esa feligresia que se conformaba a su alrededor. También del enemigo o de aquel que simplemente no comulgaba con su forma de hacer las cosas. Alcaide tuvo que compartir a su amigo mas in- timo con desconocidos que querian apropiarse de un personaje, de un discurso, de un emblema. -57- “£] marcé a una generacién de chilenos. La gente pobre, para no hacer el ridiculo, no hablaba, era timida y callada. Hoy es ho- rroroso lo que hablan. En coa, como flaites. Pero él dejé una hue- Ila con esa idea de tener hambre de ser mejor, de crecer, de apren- der. Hablar bien. Vestirse bien. Tui ves ahora la parte politica. Nos roban por todas partes. Los empresarios nos cagan. Ya no sabes con quien estas lidiando. Y no hay nadie que pegue un palo”. Palabras que segtin Alcaide traspasan los margenes de una cancha de fiitbol. “La clave del éxito era ser monje, fakir y gue- rrero. Debes ser monje, estudiar y prepararte. Fakir para aguan- tar el sufrimiento. Para llegar al éxito te van a pasar cosas malas. Guerrero porque hay que luchar. Eduardo en sus comentarios se dirigia a los mas jévenes porque ellos iban a cambiar este pais. Y resulté. Esa generacion es la que terminé siendo campeona de la Copa América. Digan lo que digan, les cambié el switch. De la época de la timidez social al momento actual hay un cambio. Estos chicos escucharon.a sus papas y estoy seguro de que ellos oian a Bonvallet. Todo el mundo lo escuchaba, incluso quienes lo odiaban. Ellos también sacaron una experiencia de vida. Nunca lo van a reconocer, pero lo imitan. Es evidente. Eduardo insistié en no sentirse menoscabado. A lo mejor las cosas no iban a cam- biar tanto, pero quienes lo escuchaban querian ser los mejores en lo que hacian. Daba lo mismo el trabajo”. A menudo el estilo confrontacional de Bonvallet tuvo sus repercusiones. “Las cupulas de poder le pasaron la cuenta siempre. Muchos ban la libertad de expresion. Pedian que lo sacaran. Pero io. Porque habia otros poderosos, te coar' se producia un fenémeno extr que le tenian mala a los empresarios con los que peleaba Eduar- do y le pasaban informaciones por debajo, para reventar al otro Usaban a Eduardo porque ellos no se atrevian. Tenian tremendo tejado de vidrio. Y el Bonva era el tinico que podia pegarles’. De esto hay episodios, por cientos. “Una vez Ilegé a la oficina el papa del Chino Rios. Pidié hablar ‘on el director. Eduardo se lo encontré en el pasillo y lo eché de inmediato. Yo le decia que debia seguir de esa forma, porque ese era el personaje, ese lo iba a llevar al éxito. Fue fuerte, pero habia que darle no mas. Su ametralladora era el micréfono. Lo amena- zaron varias veces, pero nunca anduvo escondido ni con guardia. Era la gente quien lo protegia. No iban a dejar que le pasara algo. Cuando Eduardo caminaba aparecian dos 0 tres a cubrirlo. Era muy dificil que legara alguien y le pegara una pufialada’. Su nombre dejé de figurar solo entre los aficionados. Segiin Mario Alcaide, quienes tomaban decisiones en el futbol chileno también lo seguian, incluso para ofrecerle cargos importantes. “Tuvo una posibilidad real de llegar a ser entrenador de la seleccién en la época de Ricardo Abumohor, pero lo bajaron a nivel de Gobierno. Eduardo le pegaba a todos los ministros y ellos ejercieron su presién. Abumohor lo queria si o si. Ese era el suehio de Bonvallet. Dirigir la seleccion de su pais”. Sin embargo, su nica experiencia como entrenador de un equipo profesional no fue gratificante. Dirigié Deportes Temuco y el equipo se fue a Tercera Divisién al finalizar la temporada. “Le dieron la mano en Temuco, pero no podia hacer mas de lo que hizo, que fue bastante. Logro hartas cosas, pero le roba- ron unos puntos. La orden era desde la ANFP, directa de Harold Mayne-Nicholls”. Separado de Angela Setti, se casé en 1998 con la argentina Beatriz Gros. Tras ocho afios de vinculo se volvié a divorciar; en ese momento conocié a su tiltima mujer, la periodista Maria Vic- toria Laymuns. “A Eduardo le lovian las mujeres. Ella lo empezo a perseguir, a enviarle mensajes, hasta que él se fue entusiasmando. Se enfrio su matrimonio con Beatriz, que terminé muy mal. Y de pronto Victoria queda embarazada. Entonces él dijo que se casaba. Se veian stiper bien al principio. Ella lo admiraba mucho, le lamaba la atencion. Lo buscé hasta que lo encontré. Pero el dia a dia es otra cosa’. Si de pruebas se trata, el cancer de Jinfoma gastrico que lo afectd, parecia ser la valla més compleja de su vida. -59. “Yo pensé que ahi se iba a morir. Varias veces estuve con él. Era muy devoto de Schoenstatt. Se recuperé de la nada, Mucha gente le tendié la mano, algunos incluso de manera anénima. Bernardo Carrasco, Miguel Nasur. Creo que se salvé por sus hiji- tos que eran muy chicos. Eso lo hizo revivir’. Pero a Eduardo Bonvallet siempre le falté algo. Convivia con una compafiera que jams se separé de él. Aquella sombra que lo persiguié durante toda su vida y que en ocasiones lo hizo co- lapsar. La depresién que lo llevé a la muerte. Mario Alcaide fue testigo de la lucha constante del comentarista contra sus propios demonios. “Habia que estar Ilamandolo permanentemente. La soledad la llevé siempre como algo propio. No habia como sacarlo de ahi”. En su ultimo afio de vida, esta penumbra lleg6 de manera fe- roz y no se marché mis. La separacién de su tercera mujer fue un golpe demoledor. Veia poco a sus tres hijos menores. Vivid confinado en el hotel Los Nogales, el mismo lugar donde decidié suicidarse el 18 de septiembre del 2015. Una idea que rondaba en su cabeza hace tiempo. Una determinacién que traté de ejecutar en varias oportunidades. “Eduardo tenia cosas por hacer atin. La semana que se maté yo le habia conseguido tres contratos para hacer charlas motiva- cionales. Me iban a depositar el 50% para partir. Nos habia con- tactado desde Calama Mauricio Donoso, el ex jugador de Co-) breloa. Sin embargo, una noticia lo derrumbé. Esa semana supd que su sefiora [Marfa Victoria Laymuns] tenia otro hombre, otra relacién. Por eso se maté. Estoy seguro”. El relato de esos uiltimos dias prosigue. “Se sentia menoscabado por ser viejo. Viejo para esa mujer. Viejo para ser papa. Eduardo se entera de su nueva relacién por- que ella misma le dijo. Esa semana le pidié que vendiera la casa donde vivia ella con sus hijos chicos y le comprara una de 10.500 UF. Eduardo trabajaba para esa casa y no vivia alli. Pagaba dos millones y medio en colegio. Un millén y medio en el dividen- do. Tenia dos nanas. Se vino al hotel, enclaustrado, sin sus hijos, -60- sintiéndose viejo. Le habian renovado en la radio. Estaba ganan- do plata. Pero no aguanté mas”. La idea de quitarse la vida no era algo nuevo. “Se traté de matar al menos tres veces. Una de esas ocasiones yo mismo lo curé, Fue hace tiempo, como ocho afios antes de mo- rir, Una vez desaparecié de la escena y nadie sabia por qué. Era por eso. Por un intento de suicidio. Iba todos los dias a curarlo a Ja hora de almuerzo. Se hizo unos cortes en sus manos. En aquel tiempo Eduardo le habja arrendado un departamento a su mama en la calle Vergara. Ahi lo teniamos escondido”. Hasta que llegé el dia. “Ese 18 septiembre iba con mi familia a la playa a comerme un asado. Me enteré de su muerte por las noticias en la televi- sin y parti al tiro al hotel. Me iba a juntar con Eduardo el lu- nes. Hablé con él tres veces esa semana. Llegué al hotel y estaban sus hermanos Gabriel y Lilian. Su mamé llegé después. Al rato legé Jean Pierre y Daniela, sus hijos grandes. £1 hizo todo por esos cabros. A Jean Pierre le dio pega, lo llevé a Italia, le pago universidades. A Daniela también la ayudé. Eran puros pasteles, pero él los adoraba. Tit quieres a tus hijos como son. Creo que no queds en deuda con ellos”. La visién de Mario Alcaide es distinta a la de varios que con- sideran que el final de Eduardo Bonvallet era inevitable, una es- pecie de tragedia imposible de eludir. “Yo era su mano derecha para todo. Fue un gran dolor porque se fue antes, Eduardo se fue con una pena muy grande en la parte personal, la parte familiar. No se habria matado. Estoy seguro’. La vision de Mario Alcaide es contundente. “La mina lo maté. Tenfamos Bonvallet para rato”. Mario Alcaide, el mejor amigo de Eduardo Bonvallet, ahora camina solo. Una parte de él también se fue ese 18 de septiembre del 2015. -61- Sigo romantico “Bielsa no estd loco. Loco ¢s el tiltimo argumento que se le dice a la persona cuando es demasiado inteligente. Loco es el tiltimo argu- mento del mediocre”. Eduardo Bonvallet Douglas Rebolledo Riffo siempre quiso cantar. Siempre. Desde su infancia en la comuna de Conchali o cuando se trasladé a San Miguel, donde estudié en el Liceo A-90 en Departamental. O cuando decidié no rendir la Prueba de Aptitud Académica y en- trar a estudiar Computacién, para asi generar pronto los recursos econdémicos que necesitaba. En todo ese transito, durante todos esos afios, Douglas Rebolledo Riffo solo queria cantar. Lo hacia en festivales de colegio, se inscribia en concursos co- munales. Cantaba donde fuera, lo que fuera. Recuerda que nun- ca gané el primer puesto, pero siempre lo elegian el artista mas -popular por el carisma que irradiaba desde el escenario. Douglas Rebolledo Riffo sabia que lo suyo era la musica. Lo percibia por intuicién y pasién. Pese a que nunca tuvo estudios formales, no dejaria de perseguir ese suefio. El destino reunié a Douglas Rebolledo Riffo y Eduardo Gui- llermo Bonvallet Godoy en la misma oficina de la calle Rosas, en pleno centro de Santiago, en 1989. Uno, el que sofiaba con ser cantante, llegé como analista de sistemas al departamento de marketing de Adidas. El otro, hacia sus primeras armas como eje- cutivo deportivo, tras una exitosa carrera como futbolista. “Yo atin no partia formalmente mi carrera en el canto y Eduardo todavia no era famoso en los medios de comunicacién. Ambos estébamos tratando de encontrar el camino para cumplir nuestros suefios”, recuerda hoy Douglas Rebolledo Riffo, quien le 62 sacé sus apellidos a su nombre artistico. Es conocido simplemen- te como Douglas. Mucho antes de los siete discos editados, de su presentacion en el Festival de Viia del Mar, antes de ser bautizado como “el Principe del Amor’, antes de ser un hit nacional con la cancién “Sigo romantico’, Douglas conocié a un Eduardo Bonvallet dis- tinto, uno que fue muy relevante en el inicio de su carrera musical. “Cuando llegué a Adidas me fue bien de inmediato porque en ese tiempo no era tan comun que alguien se manejara en com- putacién. Y yo habia estudiado para ser analista de sistemas. Al poco tiempo Eduardo creé un Departamento Especial de Admi- nistracion y Ventas. En un comienzo éramos tres. Eduardo, Ma- rio Alcaide —que era su mano derecha— y yo”. La cancha hab{fa quedado atras. Dicen los futbolistas que nun- ca dejan de ser jugadores. Tan solo abandonan la cancha y no vis- ten de corto. El transito entre el adiés deportivo y las nuevas ac- tividades a veces golpea con fuerza. El caso de Eduardo Bonvallet no fue la excepcién. Obligado a dejar la actividad a los 28 afios, con el tobillo destruido por las constantes lesiones e infiltraciones a lo largo de su carrera, tuvo que reconvertirse. El proceso dej heridos en el camino. El mas dafiado fue el primer matrimonio del Gurt, con Angela Setti. Un proyecto que no pudo sostenerse en el tiempo. Debia empezar de cero. Otra vez. No seria la ultima. Sus afios en el futbol, sus contactos con jugadores, entrena- dores, dirigentes, le permitieron forjar el puente necesario para iniciar su carrera como ejecutivo de la marca deportiva Adidas. Raépidamente las ventas comenzaron a crecer y el departa- mento conducido por el ex jugador de la Universidad de Chile fue tomando mas relevancia al interior de la compania. “Eduardo fue mi jefe durante todos esos afios. Era un tipo muy generoso; nos trataba de igual a igual y se jugaba mucho por nosotros, sobre todo en mejorar constantemente las condi- ciones de trabajo. Como nos iba bien en las ventas, tenfa el piso suficiente para enfrentar a los jefes, Siempre le terminaban di- ciendo que sf’, recuerda Douglas con nitidez. El intérprete logra evocar detalles de su trato diario con Bon- vallet, sobre todo en cuanto a la planificacién de las labores. “Nos motivaba mucho. Recuerdo que Ilegaba con un cuader- no y anotaba los objetivos para la semana. Después comparaba lo que habiamos conseguido. Nos premiaba si superébamos las metas y nos reprendia si no cumpliamos”. El negocio del futbol era prioritario para el departamento que dirigia Bonyallet. Douglas recorrié el pais, ofreciendo indumen- taria deportiva y contratos a través de los estaticos que se insta- laban en los partidos de la Primera Division del ftitbol chileno, a comienzos de la década del noventa. “En ese tiempo daban un programa con todos los goles en Megavision. Se llamaba Mds Gol. Y apareciamos con Mario Al- caide en la cancha, detras de los arcos, por los estticos que lo- grabamos instalar. Llegabamos el lunes a la oficina y Eduardo no paraba de refrse, porque miraba el programa solo para ver si ha- biamos conseguido meternos en la cancha’, Pero Douglas queria cantar. No renunciaba a ese suefio. Bon- vallet estaba consciente de su anhelo. Incluso, le sugeria formulas para desarrollar en el escenario. “Me decia que debia convertirme en la mezcla entre el des- plante de Chayanne y el carisma de Julio Iglesias”. En 1993, Douglas se inscribié para participar en el programa de Canal 13, Venga Conmigo, que conducia José Alfredo Fuentes. Quedé seleccionado entre un grupo de néveles cantantes que du- rante toda la temporada se presentarian hasta buscar al ganador del afio. El programa registraba importantes indices de audiencia: Fue el primer paso concreto en su carrera como cantante. Pero para participar en el programa necesitaba la venia de su jefe di- recto: Eduardo Bonvallet. “Le pedi permiso antes de inscribirme. Cuando quedé, gra- babamos todos los martes. Era todo el dia. Entre ensayos y pre= sentaciones. Y Eduardo siempre me dio permiso. Nunca me puso -64 un problema, al contrario. Me alentaba a que fuera. Me decia que si yo le cumplia en la pega, no iba a tener ningtin inconveniente. Me defendia con los jefes de mas arriba. Se la jugé por mi en ese momento tan importante”. Paralelamente al inicio de su carrera como cantante, Eduardo Bonvallet se abria paso también en su rol de comentarista. Asi lo hizo en la Radio Portales y Circulo Central, programa del enton- ces Canal 11: sus primeros ensayos al aire. La popularidad del Gurt ya insinuaba su arribo. “A Eduardo lo empezaron a llamar para sus primeras char- las motivaciones. Y nos pedia que lo acompafidramos. Una vez fuimos a la Escuela de Ingenieria de la Universidad de Chile, en la calle Beauchef, El auditorio estaba leno. Lo primero que dijo Eduardo es que para él era un honor hablar ante cerebros de 750 puntos. Se los eché al bolsillo de inmediato”. Este transito paralelo, el inicio de Douglas sobre los escena- rios y Bonvallet frente al micréfono, los fue atando. Formaron una alianza de consejos mutuos, cada uno aportando desde su vereda a tratar de cobijar el suefio del otro. “Lo acompafié muchas veces. A sus charlas motivacionales y a sus primeros comentarios en television. Con los afios supe que usaba mi ejemplo en sus charlas, lo que es un verdadero honor. Para muchos su estilo era sorprendente, pero para nosotros no. Asi era en el trabajo. Nos explicaba los partidos de futbol con claridad y siempre les agregaba dosis de humor. Era un verdade- ro café-concert. Escuchaba consejos. Me mostraba los videos y me pedia la opinién. Queria aprender. Un dia le dije que porque a su anilisis no le agregaba algo mas gréfico, para que la gente lo entendiera. Asi nacié la pizarra de Bonvallet. Después le puso su talento, eso de tirar las fichas al suelo o pegarle patadas. Pero siempre explicaba las cosas con claridad”. Las luces y sombras de Bonvallet fueron una constante a lo largo de su vida. Su perfodo en Adidas no estuvo exento de esas nubes que siempre cubrieron su horizonte. 65- “Nosotros siempre supimos lo de la depresién. Habia dias en que Eduardo se encerraba y no lograbamos levantarlo con nada. Y de un minuto a otro podia ser el alma de la fiesta. Su caracter bipolar siempre lo acompaio”. Este cardcter taciturno presentaba un reverso de la moneda. Aquel Bonvallet euférico, que no dudaba en pelearse con las altas esferas de la compania si lo consideraba necesario. “Una vez lo Ilamaron a una reunién con los gerentes. Habia llamado Eduardo Menichetti, que en ese tiempo era presidente de Colo-Colo, a quejarse porque Eduardo lo habia criticado muy fuerte en la radio. Le pidieron que al dia siguiente tratara de ser mas suave. Y fue al revés. Le pegé mas fuerte todavia. Los jefes estaban muy molestos, pero Eduardo les dijo que si volvian a me- terse en sus comentarios en la radio, le pegaria mas fuerte aun’. Seguin Douglas, este fue el detonante para que Bonvallet deja- ra Adidas y se voleara de lleno a las comunicaciones. “Ya lo venia pensando, pero lo presionaban, le ins Eduardo no toleraba eso. Asi que se fue casi al mismo tiempo en que me retiré yo". Elcamino paralelo de Douglas Rebolledo y Eduardo Bonvallet prosiguio incluso en el epilogo de esta historia. El fin de un capi- tulo y el comienzo de otro, para ambos. En 1994, Douglas presen- t6 su renuncia en Adidas. Su participacion en el programa Venga Conmigo le trajo promocién, publicidad, mayores y mejores con- tratos. Si bien no gané —termin6 en el segundo puesto— su paso por Canal 13 le abrié puertas todavia mas anchas. No lo pensé dos veces y dimitid. Casi al mismo tiempo, Bonvallet ya habia comenzado su carrera de comentarista deportivo, pero seguia a dos bandas. Su popularidad crecié. Sus apariciones en Radio Por tales comenzaron a ser mas frecuentes. Eso, mas las presiones de istian y la compania deportiva, las quejas que legaban desde diferentes sectores, determinaron en el ex seleccionado una definicion que no dejaba espacio a las dudas. Lo suyo estaria frente al micréfono, juizds sin imaginar el fendmeno en el que se convertiria “Eduardo era un tipo solitario. A veces estaba rodeado de gen- te, pero pronto se alejaba. Buscaba esa soledad también. Siempre nos decia que su vida era el futbol. Tenia una frase que siempre repetia. «Para mi 2x2 es empate». Un afio fue entrenador de un equipo de futbol que armamos acé en la empresa. Jugabamos en unas canchas cerca de San Carlos de Apoquindo. Y nos entrenaba como si fuéramos profesionales. Se tomaba muy en serio ese rol. Era puro futbol”. Cada uno prosiguié su marcha, persiguiendo sus suefios. Am- bos lo alcanzaron. En 1997, Douglas lanz6 su disco Carifio malo, un éxito en ventas, que fue superado por Sigo romdntico, de 1999. Al afio siguiente se presenté con fanfarrias en el Festival de Vina del Mar. Ya estaba lanzado. “Después de actuar en Vifia, Eduardo me llam6 para felicitar- me. Siempre muy carifioso, muy atento. Nos juntamos en mi casa. No nos vefamos hace un par de afios, pero seguia siendo el tipo afable y respetuoso que siempre conoct”. La pena pudo mis. Pese a que en los tiltimos afios casi no tenfan relacion, la noticia del 18 de septiembre del 2015, conmo- cioné al cantante nacional. Muchos afios después de iniciar su camino paralelo, muchos afos después de la minuscula oficina de la calle Rosas, tras muchas batallas, fracasos y éxitos, Eduardo Bonvallet decidié que no queria vivir mds. “No sé si fue plenamente feliz alguna vez”. La frase de Douglas suena contundente. “Tomaba litio. Se preocupaba. Se medicaba. Pero no sé si pudo disfrutar alguna vez de todo lo que logré. En su gran época gand dinero y era muy popular, pero siento que siempre estuvo solo, siempre con algun problema que lo nublaba. Para hacer todo lo que hizo necesitaba ser un hombre muy valiente. Tampoco es que anduviera deprimido todos los dias. Yo te diria que de cada diez dias, en uno andaba bajoneado. Su partida me dio una pena in- mensa. Gigantesca’. La historia de los caminos paralelos se truncé, porque uno de los pasajeros se bajé por voluntad propia. -67- “Me quedo con la sensacién de que fue una persona que valid Ja pena conocer. Era un personaje, de esos que no existen en otra parte. Yo lo conoci antes de ser el Gurit. Un Eduardo abierto, ju- gado, dispuesto a aprender, muy temperamental. Un solitario. Un ermitafo. Un tipo que me ayudé mucho’. Douglas Rebolledo Riffo siempre quiso cantar. Y lo logré. El amigo Juan Pablo “Una de las cosas que aprendi, que los jugadores me ensenaron, fue aser humilde y no tan soberbio. Estaba acostumbrado solo al éxito. Es bueno conocer la derrota —que es una derrota entre comillas— porque a los grandes hombres las derrotas los hacen mds grandes, pero primero hay que levantarse”. Eduardo Bonvallet Juan Pablo Davila se pasea por las calles de Santiago como un hombre libre. Eso ocurre porque lo es. Ya es un hombre libre. Puede pasearse no solo por la capital sino por todo el pais. El ex ingeniero de Codelco, protagonista de uno de los escandalos financieros mas grandes en la historia de este pais, ya cumplié su condena. Sumando cargos, firmas obligatorias, presentaciones, Davila estuvo diez afios tras las rejas. Siete de ellos de manera permanente, tres con reclusién nocturna. Eran los tiempos en que los delitos econdmicos en Chile se pagaban con penas de cér- cel. Eran otros tiempos. Desde 1994, cuando estallé “el Davilazo”, como fue conocido el caso de desfalco superior a los 200 millones de délares, este in- geniero comercial pasé por varios penales. La carcel de Quillota, el Centro de Educacién y Trabajo de San Miguel de Ablemo, cer- ca de San Carlos en la Octava Regién. Pasé por lugares aislados y también convivié con la poblacién comin. Su primer lugar de detencién fue el anexo Carcel Capuchinos, antiguo centro peni- tenciario ubicado en el centro de Santiago, un penal considerado VIP pues iba destinado solo a quienes podfan costear un alto pre- cio por estar alli. Juan Pablo Davila y Eduardo Bonvallet se cruzaron por pri- mera vez en 1996. El comentarista Ilegé al penal por el delito de -69-

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