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Afganistán:

desde la Guerra
Fría hasta el 11-S

Asignatura: Grandes conflictos


del Siglo XX
Profesor: Carlos Cañas V.
Realizado por: Rubén Páez

Antofagasta, Junio de 2010


Afganistán: desde la Guerra Fría al 11-S
Desde el 7 de Octubre de 2001, con el inicio de la Operación Libertad
Duradera, se libra en los inhóspitos parajes afganos una cruenta guerra que, a la
fecha, ha costado la vida de más de ocho mil personas integrantes de las fuerzas
occidentales invasoras, mientras que las pérdidas de vidas en los grupos
insurgentes afganos, que resultan difíciles de precisar, se estiman en torno a las
25 mil. La región en la que se sitúa Afganistán se caracteriza por una histórica
inestabilidad sociopolítica, además de una pobreza generalizada. Grupos tribales
locales y potencias colonialistas extranjeras históricamente se han disputado
esos territorios. Para el primer caso, las pugnas étnico-religiosas y sociales entre
conglomerados prácticamente autónomos han marcado la pauta debido a la
complejidad que caracteriza a la población afgana y también a la de sus países
vecinos1. En cuanto a las potencias coloniales, sólo cabe señalar la función de
Estado-almohadilla (supresor de tensiones) que desde 1907, tras la firma de los
acuerdos entre Rusia y Gran Bretaña, desempeñaron estos antiguos territorios
persas en el denominado “Gran Juego”. Esta importancia estratégica de
Afganistán perdurará, aunque dentro de otros objetivos, durante el resto del siglo
XX, incluyendo por cierto la Guerra Fría, y actualmente en la lucha contra el
terrorismo internacional. El presente ensayo tiene como propósito evidenciar un
vínculo precisamente entre estos dos importantes procesos, Guerra Fría y la
denominada Guerra contra el terrorismo, a raíz de la intervención militar de la
URSS, primero, y Estados Unidos, después, entre 1979 y 1988 en el conflicto
interno que se desarrollaba en Afganistán.
Para contextualizar, es necesario hacerlo en dos niveles. En el plano
internacional, es determinante la influencia de la Guerra Fría, que se podría
definir en breves palabras como el enfrentamiento ideológico que tuvo lugar
durante el siglo XX, desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin
de la URSS y la caída del comunismo que se dio entre 1989 (Caída del Muro de
Berlín) y 1991 (golpe de estado en la URSS), entre los bloques occidental-
1
SOHR, Raúl. “El mundo y sus guerras”, Editorial Random House Mondadori S.A., Santiago de Chile,
2007, pág. 354. Al respecto, el autor señala lo siguiente: “Las divisiones étnicas afganas son tan complejas
como la topografía del país: el grupo más importante son los pashtunes, que representan el 38% de la
población. Los tayikos son el 25%, los hazaras el 19% y los uzbekos el 6%, dejando el 12% restante a tribus
menores. En cuanto a la religión, el 84% es musulmana sunita, y los hazaras son chiítas. Con respecto al
idioma, la mitad habla dari, y la otra mitad se reparte entre el pashtu, el turiki y otros 30 dialectos. La
pobreza es endémica, la tasa de mortandad infantil es la más alta del mundo y la expectativa de vida no
supera los 46 años.
capitalista, liderado por Estados Unidos, y oriental-comunista, liderado por
la Unión Soviética. Mientras que a nivel local, la intervención de estas potencias
extranjeras se lleva a cabo dentro del periodo que en la historia afgana se conoce
como República Democrática, que comienza en 1978 tras la llegada al poder,
previo golpe de estado, de una facción del Partido Comunista afgano, apoyada
por el ejército y asesorada por ideólogos soviéticos. Las causas coyunturales que
precipitaron la intervención militar soviética son dos: el asesinato de un grupo de
cooperantes en la ciudad de Herat y un estado de revuelta generalizado. No sólo
el partido de gobierno estaba dividido, sino que también la sociedad civil en
general, había sublevaciones rurales armadas en todo el país (situación
indeseable en una economía basada en la agricultura) y el ejército nacional se vio
incapaz de poder controlarlas. Sin embargo, el ingreso de tropas soviéticas a
Afganistán provoca un cambio de escenario que va a ser aprovechado por
Estados Unidos. Los afganos ahora se ven enfrentados a un enemigo más
concreto: el ejército invasor. Con ello, surge el sentimiento nacionalista y las
distintas guerrillas se comienzan a amalgamar en torno al enemigo en común. De
todos los nuevos grupos armados, el más importante será el de los muyahidín (en
árabe significa “los que hacen la yihad, la guerra santa”), que en ese contexto
basan su lucha en el sentimiento nacionalista-islamista, ante la amenaza que
representa el ejército soviético, que pretende imponerles patrones culturales
diametralmente opuestos a sus costumbres ancestrales. Para entrar en el
conflicto afgano con alguna posibilidad de éxito, los estadounidenses lo hicieron
actuando con la CIA a través de los muyahidín. No sólo los agruparon y
financiaron, sino que además les dieron entrenamiento militar, apoyo logístico y
armas en desuso.
Para entender por qué razón la intervención militar de los Estados
Unidos se lleva a cabo de manera encubierta, apoyando a través de la CIA a los
muyahidín, y además en territorio afgano, o dicho de otra manera, por qué el
conflicto entre soviéticos y norteamericanos tiene lugar en Afganistán, y no en
territorio soviético propiamente tal; es importante considerar que la URSS a partir
de 1949 logró un gran arsenal de armas nucleares y que cualquier intento por
parte de las potencias occidentales, lideradas por Estados Unidos, de cambiar la
situación a través de la intervención directa, podría tener consecuencias
indeseables. La destrucción mutua asegurada fue lo que mantuvo relativamente
fría a esta guerra, más aún luego de la crisis de los misiles en Cuba. Una
potencia no podía atacar a la otra sin el riesgo de su propia caída. Sin embargo,
esto no impidió que veladamente rusos y estadounidenses se vieran las caras en
el terreno de batalla, destacando Vietnam y Afganistán como teatros principales.
Pakistán fue la base de operaciones desde la que se preparó a los
combatientes, se distribuyeron los abastecimientos y las armas con las que se
enfrentaron al Ejército Rojo. Entre 1984 y 1987 fueron entrenados 80 mil
muyahidín. Durante la guerra recibieron instrucción otros 25 mil voluntarios de
otros países islámicos, en su mayoría árabes, que más tarde aportaron al núcleo
de la red terrorista Al Qaeda. Otro dato importante es que antes de la invasión
soviética ya había comenzado el financiamiento norteamericano a los grupos
rebeldes anti-comunistas afganos, con lo cual se podría discutir entonces acerca
de si la invasión soviética vino como reacción a la intervención norteamericana, y
no al revés, como comúnmente se señala2. De lo que quedan pocas dudas es
que la intervención estadounidense se hizo a sabiendas de las reacciones que
generaría en la URSS. La meta era desgastar al Kremlin y toda consideración se
subordinó a ella, incluso el apoyo a los yihadistas.
Tras casi 10 años de guerra en Afganistán, en el marco de la Perestroika
y de la adopción de la doctrina sinatra, Gorbachov decidió sacar a sus tropas de
los que muchos denominaban el "Vietnam soviético"3. En 1988, la URSS, EE.UU.,
Pakistán y Afganistán firmaron un acuerdo por el que los soviéticos se
comprometían a retirar sus tropas lo antes posible. Lo que efectivamente hicieron
en 1989. Tras asegurarse los objetivos inmediatos (La URSS, dejar de
desgastarse económica y políticamente en una guerra innecesaria, y EE.UU.,
mantener durante tanto tiempo a los soviéticos derrochando recursos que podrían
haber salvado su compleja situación socioeconómica interna, además de frenar la
expansión de la esfera comunista), las potencias se retiran de aquel país dejando

2
SOHR, Raúl. Op. cit. Pág. 356. El autor cita a Zbigniew Brzezinski, asesor del presidente Carter: “Fue el 3
de Julio, 1979, cuando el Presidente Carter firmó la primera orden para la ayuda secreta a los opositores al
régimen pro soviético de Kabul. Ese mismo día le escribí una nota al Presidente en la que le explicaba que
en mi opinión esta ayuda induciría a una intervención militar soviética”.
3
La Guerra de Afganistán, conocida como el Vietnam soviético por su impopularidad y su desenlace,
significó un gasto aproximado de entre 2.000 y 3.000 millones de dólares en 1982-1983, y casi el doble tres
años después. La ayuda de todo tipo a los países de la esfera soviética se elevó en 1983 a 28.000 millones de
dólares -repartidos sobre todo entre Cuba, Vietnam, Afganistán, Camboya, Laos y Mongolia-, bastante
menos que en 1980, pero el doble de lo que Estados Unidos dedicó ese mismo año a ese mismo fin.
FUENTES ARAGONÉS, Juan Francisco. Historia Universal del Siglo XX De la Primera Guerra Mundial al
ataque de las Torres Gemelas. (Madrid, 2001, Editorial Síntesis), pp. 238-239.
tras de sí un panorama que no se vislumbraba prometedor, con una situación de
inestabilidad política, militar, social y económica. Incluso la posibilidad de que un
grupo fundamentalista islámico llegase al poder, parecía un mal menor.
La partida de los soviéticos en 1989 no significó el colapso inmediato del
gobierno comunista en Afganistán. Los muyahidín, en vez de tomar el poder, se
dividieron en decenas de facciones religiosas y tribales que combatieron entre sí
y sólo en 1992 depusieron al gobierno. Pero, lejos de terminar el derramamiento
de sangre, en 1993 perecieron otras 10 mil personas en las luchas entre
facciones. En los hechos, desapareció el gobierno y, cual señores feudales,
caudillos regionales, secundados por bandas armadas, se repartieron el país4.
Tras años de guerra por intereses extranjeros, y en plena guerra civil a comienzo
de la década de 1990, Estados Unidos dejó de enviar ayuda financiera y los
afganos quedaban echados a su suerte.
Es en este clima de destrucción y desesperanza que surgen los talibanes
(en Pashtún significa “estudiantes de la ley religiosa”). En su origen, fueron un
precisamente un grupo pashtú, paquistano-saudí, antichiita, estudiosos y
rigurosos seguidores de la ley islámica (sharia), respaldados por Washington. Los
talibanes poco a poco ganando lograron ir ganando más adeptos, ya que para el
pueblo afgano representaron una alternativa al caos al que fueron conducidos por
las luchas intestinas muyahidín. En 1994 comenzaron a ejercer el control en los
territorios del sur y en 1996, con una velocidad asombrosa, lograron conquistar
gran parte del país, salvo algunos enclaves muyahidín en el norte. La población,
colmada de abusos, los acogía con entusiasmo pasando por alto el fanatismo
religioso de los nuevos gobernantes. Sin embargo, una vez que lograron
afianzarse en el poder, comenzaron a aplicar la sharia con un rigor desconocido
hasta entonces y los afganos comprendieron que habían salido de una mala
situación para caer en otra que a muchos les parecía peor. Es por ello que las
personas acudieron nuevamente a los muyahidin, pese a sus antecedentes,
agrupados ahora en torno a la Alianza del Norte. Tras una serie de
enfrentamientos, fueron derrotados finalmente por los talibanes y se vieron
obligados a replegarse nuevamente. La situación no cambiaría sustancialmente
durante el resto de la década.

4
En los distintos territorios se cobraba peaje y se ejercía una justicia arbitraria, muchas veces sin respeto
alguno por los DD.HH. SOHR, Raúl. Op. Cit.
Luego de los ataques suicidas del 11-S, todo cambió. La organización
terrorista internacional Al Qaeda, liderada por Osama Bin Laden, tenía su centro
de operaciones en Afganistán. La Casa Blanca envió un ultimátum al gobierno
talibán exigiendo la entrega de Bin Laden y de los militantes de su grupo. La
respuesta que recibió George W. Bush por parte de los talibanes fue que la
hospitalidad musulmana les impedía entregar a sus huéspedes y el 7 de Octubre
de 2001 caían las primeras bombas norteamericanas en territorio afgano.
Más allá del aspecto ideológico, que indudablemente importa dentro del
contexto de la Guerra Fría, la intromisión del gobierno norteamericano en la
inestable situación afgano-soviética se enmarca en un tema de interés
estratégico. Afganistán debía significar para la URSS lo que Vietnam había sido
para los Estados Unidos: una guerra impopular, además de una presión
económica extra que asfixiase a las ya agónicas arcas fiscales rusas. A ello se le
suma la necesidad de frenar el expansionismo comunista en Europa del este. En
vista de lo sucedido tras la retirada de las tropas soviéticas en 1989, es factible
señalar que la Casa Blanca tuvo éxito en su objetivo estratégico inmediato. Sin
embargo, no supieron prever las consecuencias que a largo plazo tendría el dejar
a la deriva, bajo ningún control, a grupos fuertemente armados y entrenados por
la CIA en un territorio altamente volátil. En cierto sentido, todos los sucesos
desencadenados a partir de los atentados del 11 de Septiembre de 2001 han
obligado a repensar el actuar de los Estados Unidos en Afganistán durante la
Guerra Fría e incluso se podría discutir si la victoria estadounidense en
Afganistán en la década de 1980 fue, hasta cierto punto, pírrica. Considerando
que la lucha contra el terrorismo talibán aún no concluye, por lo cual en análisis
comparativo en perspectiva histórica pierde sentido, cabe enunciar para concluir
la siguiente pregunta para en análisis posterior: ¿Qué era más importante en la
visión mundial de la historia?, ¿Los talibanes o la caída del imperio soviético?
Como siempre ocurre, sólo el tiempo nos dará la respuesta.

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