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Fernández, Arturo, Las prácticas sociales del sindicalismo (1976-1982), Buenos Aires, CEAL, 1985
A medida que retrocede la dictadura militar avanza el
reordenamiento democrático. En 1983 (como desde 1946 en
adelante) el mapa político argentino puede dividirse, como lo explica
Juan Carlos Torre, entre un polo peronista y otro no peronista.
Como explica Steven Levitsky, (en el polo perosnista podría
decir) de este reordenamiento brota el PJ como un partido de base
sindical (de facto). Al iniciarse en 1983 el período de transición a la
democracia, el PJ estaba dominado por el sindicalismo organizado. La
fuente principal de la hegemonía sindical era el control que los
sindicatos ejercían sobre los recursos económicos y organizativos. Su
manejo de las obras sociales de los trabajadores y el contacto que
mantenían con importantes industriales los ubicaban en mejor
posición que la de los políticos del PJ en lo relativo a la financiación de
la actividad política2. Esta tradición de los sectores sindicales de
representar al Partido Justicialista arraiga fuertemente en la historia.
Allá por 1955, durante la proscripción y prohibición de nombrar en
público o privado a Perón y Eva Perón, cuando se suprime el Partido
Peronista, los sindicatos se transformaron en los representantes
políticos del peronismo y esto se debió a su gran poder organizativo.
Los dirigentes sindicales emergieron como los depositarios de los
ideales y valores, de la política y de las luchas por la reivindicación
social.
Por aquel entonces, en toda su resistencia el objetivo principal
fue el retorno de Perón. Fue su leitmotiv y tras su muerte siguieron
resistiendo los avatares que buscaron anularlos, en pos de una lucha
por constituirse y mantener su identidad. Actitud que en su mayoría
tendrán a lo largo de la transición. Si bien no es uniforme el
movimiento sindicalista, ni todos los sindicatos son peronistas,
creemos que ésta es la esencia que arrastran en su historia, y que
demostrarán de distintas formas. Por ello no es de extrañar que ésta
instancia de representación del Partido Justicialista tras la victoria
2
Steven Levitsky, La transformación del justicialismo. Del partido sindical al partido clientelista, (1983-
1999) páginas 125-126.
radical se haya sucedido, no con tranquilidad y normalidad (en el
sentido pasivo de la palabra) pero sí con bastante asimilación.
En cada uno de los polos, el peronista y el no peronista, se
bifurcaron la opciones para llevar a cabo dicho proceso eleccionario,
que se realizó finalmente el 30 de octubre de 1983. Ampliando la
cuestión, recordemos primeramente que para las tan esperadas
elecciones, Raúl Alfonsín, candidato por la UCR, denunció un pacto
sindical-militar, que aprovecharían los sectores militares para
asegurarse su inmunidad frente a la esporádica revisión de los
crímenes ocurridos durante la dictadura3. ¿De qué hablamos
exactamente cuando hablamos del pacto sindical-militar? Pues bien,
nos ubicamos en las postrimerías de la dictadura militar y a inicios de
la transición democrática, en donde el Ministerio de Trabajo pudo
estrechar las manos con la dirigencia sindical tras haber acordado
retirar las intervenciones a algunos sindicatos, prorrogando el
mandato de las antiguas comisiones directivas o nombrando
comisiones normalizadoras, donde en algunos casos se convocaron a
elecciones por la Ley sindical N° 22.105, sancionada en la dictadura.
Esto es lo que denunció Alfonsín como el nudo, el núcleo de una
estratagema, el centro del acuerdo, del pacto sindical-militar al que
obviamente, sobre todo por la coyuntura, no le faltarían apelativos
tales como, corporativista y anti-democrático. En un reflejo más fiel,
justo, y objetivo de las palabras utilizadas podemos ver tal alusión en
la siguiente frase del propio candidato radical declarada a la prensa el
23 de abril de 1983:
“… queremos un sindicalismo fuerte (…) alejado del
compromiso con cualquier partido.”4
3
Actitud sin duda factible si se tiene en cuenta el sector “participacionista” de los sindicatos, los cuales
mantuvieron más que cómodas relaciones con el gobierno militar, incluso formaron la comisión nacional
de trabajo. Fernández, Arturo, …. citar
4
Ernesto Villanueva, Conflicto obrero. Transición política, conflictividad obrera y comportamiento sindical
en la Argentina, (1984-1989), Bernal, UNQ, 1994
peronista al cual responde y en cierta medida, por estos instantes,
representa. Así, el triunfo de la Unión Cívica Radical, colocó a las
conducciones sindicales peronistas frente a un doble desafío. En
primera instancia debían resolver la crisis interna del peronismo
provocada por la derrota electoral asumiendo las responsabilidades
de la misma. En segunda instancia, debían constituirse en oposición
de un gobierno constitucionalmente elegido sin proscripciones. Más
hondamente, estos elementos establecían unas condiciones de
aislamiento político y social del movimiento obrero, como corolario
de las mutaciones provocadas durante los últimos años (Levitsky).
La derrota del Partido Justicialista es de singular importancia
puesto que dejaba vislumbrar la crisis de liderazgo interno en el cual
estaba sumergido. Pero esto no impidió a los sindicatos jugar un rol
protagónico, siendo un sustituto del PJ, posibilitando su
reconstrucción e incorporando dirigentes sindicales al poder. Cabe
preguntarse ahora en qué ámbito los dirigentes sindicales y
partidarios recuperaron su presencia pública. Quizás la respuesta
podría hallarse de alguna manera en sus posicionamientos frente a la
política económica, más íntimamente relacionada con las inquietudes
de la sociedad en general, lo que haría trascender los limites de su
visibilidad.
Bibliografía: