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a) Concepto.
b) Características.
a) Concepto.
Trata de la misma el art. 955, Título I del Libro III; así como
también el Título VII del mismo Libro. Por el momento, sólo haremos
referencia al primer artículo citado.
Puede definirse la apertura de la sucesión como el hecho que
habilita a los herederos para tomar posesión de los bienes hereditarios y
se los transmite en propiedad. Por lo tanto, la apertura de la sucesión
da lugar a la sucesión por causa de muerte.
c.4) Para determinar la validez de los pactos sobre sucesión. Sólo serán
válidos aquellos pactos celebrados con posterioridad a la muerte del
causante, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 1463 del CC.
Después del fallecimiento, estaremos simplemente ante una cesión de
derechos hereditarios (arts. 1909 y 1910 del CC.), es decir, ante un
pacto sobre sucesión actual y no futura. Lo anterior, con la salvedad
acerca del pacto relativo a la cuarta de mejoras, que puede estipularse
estando vivo quien será después el causante (artículo 1204).
a) Concepto.
En este caso, tal como indica el mismo artículo 956 del Código
Civil, la delación se produce al momento de cumplirse la condición. Tres
situaciones debemos distinguir:
1.- La asignación está sujeta a condición suspensiva: la asignación se
defiere al cumplirse la condición suspensiva. Recordemos que el efecto
propio de toda condición suspensiva es precisamente suspender la
adquisición del derecho.
2.- La asignación está sujeta a condición resolutoria: volvemos a la regla
general, y la delación se produce al fallecimiento del causante.
3.- La asignación está sujeta a una condición suspensiva que consiste
en no ejecutar un hecho que depende de la sola voluntad del
asignatario: por ejemplo, dejo tales acciones a Juan, siempre que no se
vaya al extranjero. Estamos ante una condición meramente potestativa,
que depende de la sola voluntad del asignatario. Por ello, dispone el
inciso 3º del artículo 956, que la delación se produce al momento de
fallecer el causante, siempre y cuando al asignatario rinda caución
suficiente de restituir la cosa asignada, con sus accesiones y frutos, en
caso de contravenir la condición.
a) Concepto.
Son tres:
1.- CONCEPTO.
a) Es un derecho real.
- La posesión de la herencia:
La sucesión por causa de muerte otorga al heredero el dominio de
la herencia. En lo que respecta a la posesión, debemos distinguir tres
clases:
a) Posesión legal;
b) Posesión real; y
c) Posesión efectiva de la herencia.
3º) Acervo líquido o partible: inc. final del art. 959 del CC.
Es el acervo ilíquido al cual se le han deducido las bajas generales
que indica el art. 959 del CC y la Ley número 16.271. Se le llama
también acervo partible, porque es esta masa de bienes la que se divide
entre los herederos.
- Las indignidades del art. 968 del Código Civil : son indignos de
suceder al difunto,
a) El que cometió homicidio en su persona o la dejó perecer pudiendo
salvarla.
b) El que atentó contra la vida, honor o bienes del causante, o de su
cónyuge, o de cualquiera de sus ascendientes o descendientes, con tal
que dicho atentado se pruebe por sentencia ejecutoriada.
Al respecto, la jurisprudencia ha dicho que en los demás casos de
indignidad, la causal misma puede acreditarse en el respectivo juicio de
indignidad. En cambio, en esta segunda causal de indignidad es
necesario que en el juicio de indignidad se la pruebe mediante sentencia
criminal condenatoria.
c) El que no socorrió al causante en estado de demencia o destitución,
pudiendo hacerlo. Esta es una sanción por incumplir el deber moral de
socorrer a los parientes.
d) El que por fuerza o dolo obtuvo una disposición testamentaria o
impidió testar.
Se trata de impedir que se vulnere la libertad para testar.
e) El que ha detenido u ocultado dolosamente el testamento.
Para que opere la indignidad es necesario que la detención u
ocultamiento sean dolosos, pero como dice el precepto, se presume el
dolo (uno de los pocos casos excepcionales: art. 1459 del CC), por el
solo hecho de la detención u ocultación. Se trata de una presunción
simplemente legal, que admite prueba en contrario.
En el Título II del Libro III, arts. 980 y siguientes del CC, regula el
legislador esta materia. Puede definirse como aquella sucesión que regla el
legislador.
Y lo hace en los tres casos que señala el art. 980:
a) Cuando el difunto no ha dispuesto de sus bienes.
b) Cuando al disponer de sus bienes, no lo hizo conforme a derecho.
c) Cuando sus disposiciones no han tenido efecto.
El art. 984, inc. 1º del CC, dispone que se sucede abintestato, ya por
derecho personal, ya por derecho de representación.
Hemos señalado que la sucesión puede ser directa o indirecta. La
sucesión es directa cuando se sucede personalmente, por uno mismo, sin
intervención de otra persona. En cambio, será indirecta cuando se suceda
por derecho de transmisión o por derecho de representación.
Art. 984, 2º: Consiste en una ficción legal en que se supone que una
persona tiene el lugar y por consiguiente el grado de parentesco y los
derechos hereditarios que tendría su padre o madre, si éste o ésta no
quisiese o no pudiese suceder.
La representación en materia sucesoria no debe confundirse con la
representación como institución general consagrada en el art. 1448 del
CC.
Se desprende lo anterior del art. 986 del CC, que enumera los
órdenes en los cuales opera el derecho de representación y no menciona
para nada a los ascendientes. Confirma lo dicho el art. 989 inc. final del
CC, que dispone que en el segundo orden de sucesión (precisamente el del
cónyuge sobreviviente y de los ascendientes), el ascendiente de grado más
próximo excluye al de grado más remoto.
Así por ejemplo, si fallece una persona sin dejar descendencia y le
sobreviven su padre y sus abuelos (su madre había fallecido con
anterioridad), no se aplica el derecho de representación y el padre excluye
totalmente de la herencia a los abuelos maternos; estos no concurren en la
sucesión en representación de la madre del causante (la hija de quienes
pretenden representarla), porque el derecho de representación sólo opera
en la línea descendente, no en la ascendente.
De acuerdo al art. 985 del CC, se puede suceder a una persona por
cabezas o por estirpes. Se sucede por cabezas cuando se sucede
personalmente, caso en el cual los asignatarios toman entre todos y por
partes iguales la porción a que la ley los llame.
Cuando se sucede por derecho de representación, se hereda por
estirpes, y todos los representantes, cualquiera que sea su número,
dividen por partes iguales la porción del representado.
El art. 985 dispone que los que suceden por representación “heredan
en todos casos por estirpe”, lo que significa que se aplica siempre la
representación aun cuando los herederos pudieran concurrir por derecho
propio, como lo ha declarado también nuestra jurisprudencia. Así, por
ejemplo, si el causante tenía un hermano que murió antes que el primero y
tal hermano deja tres hijos -sobrinos del causante-, estos podrían heredar
por derecho propio, pero de acuerdo al art. 985, lo harán por estirpe. La
importancia radica en que como consecuencia de lo anterior, los sobrinos,
sobrinos-nietos, etc, excluyen a todos los otros colaterales aunque sean de
grado más cercano, como lo veremos al estudiar el tercer orden de
sucesión.
8.6 El derecho de transmisión puede ser invocado por más personas, que
aquellas que a su vez pueden impetrar el derecho de representación. Por
transmisión puede adquirir una herencia cualquier persona que invoque la
calidad de heredero del transmisor. En cambio, sólo pueden adquirir por
representación las personas que enumera el art. 986.
2º Principio de igualdad.
Nuestra ley civil no hace distingo alguno, en materia de sucesión
intestada, con relación al sexo de los sucesores ni con la primogenitura ni
con la calidad de filiación determinada, matrimonial o no matrimonial. De
modo que los llamados a suceder pueden ser indistintamente hombres y
mujeres, hijos mayores o menores, de filiación matrimonial o no
matrimonial. Sólo interesa que tengan la relación o filiación que determina
la ley para que el llamado surta pleno efecto: art. 982.
2.1.- Concepto.
La ley reglamenta la forma en que concurren y son excluidos los
herederos abintestato en la sucesión intestada, a través de los llamados
órdenes de sucesión.
Pueden definirse los órdenes de sucesión como aquel conjunto de
parientes que excluye a otro de la sucesión, pero que a su vez, puede ser
excluido por otro conjunto de parientes.
En términos más descriptivos, Pablo Rodríguez los define como una
agrupación de personas unidas por matrimonio, consanguinidad o
adopción con el causante, que son llamadas en forma colectiva,
personalmente o por derecho de representación, mientras concurran con
la persona que la encabeza, excluyendo y siendo excluidas en la forma
dispuesta por la ley y distribuyéndose todo o parte del patrimonio que el
causante no pudo o no quiso distribuir mediante testamento.
b) El cónyuge sobreviviente.
Su asignación es determinada por el inc. 2º del art. 988; se
visualizan al efecto tres reglas:
1º Si hay dos o más hijos, el viudo o viuda recibirá, por regla general, el
doble de lo que por legítima rigorosa o efectiva corresponda a cada hijo.
2º Si hay sólo un hijo, la cuota del cónyuge sobreviviente será igual a la
legítima rigorosa o efectiva de ese hijo.
3º En ningún caso la porción que corresponda al cónyuge bajará de la
cuarta parte de la herencia, o de la cuarta parte de la mitad legitimaria en
su caso (el último caso, si el causante hubiere dispuesto de la cuarta de
libre disposición y de la cuarta de mejoras).
De esta forma, pueden presentarse las siguientes situaciones,
cuando hay dos o más hijos (personalmente o representados) y cónyuge
sobreviviente:
si hay dos hijos y cónyuge sobreviviente, dividimos la herencia en
cuatro partes, un cuarto para cada hijo y dos cuartos para el
cónyuge sobreviviente; aplicamos la primera regla, pues el viudo o
viuda lleva el 50% de la herencia;
si hay tres hijos y cónyuge sobreviviente, dividimos la herencia en
cinco partes, un quinto para cada hijo y dos quintos para el cónyuge
sobreviviente; aplicamos la primera regla, pues el viudo o viuda lleva
el 40% de la herencia;
si hay cuatro hijos y cónyuge sobreviviente, dividimos la herencia en
seis partes, un sexto para cada hijo y dos sextos para el viudo o
viuda; aplicamos la primera regla, pues el cónyuge sobreviviente
lleva un 33.33% de la herencia;
1
Urbano Moreno Edgardo, “Los derechos sucesorios del adoptado”, en Revista de Derecho de la Universidad
Finis Terrae, número 6, año 2002, págs. 111 a 118.
- Cuarto orden de sucesión: de los otros colaterales (art. 992 del CC).
- Cuantía de la asignación.
Como es obvio, a falta de herederos abintestato, el Fisco llevará toda
la herencia. Cuando no existen otros herederos abintestato, se habla de
herencias vacantes; el Fisco concurre entonces en las herencias vacantes.
Los extranjeros tienen los mismos derechos que los chilenos en las
sucesiones abintestato abiertas en Chile: art. 997. Esta norma no hace
sino aplicar en el derecho sucesorio, el principio general contemplado en el
art. 57.
1.- CONCEPTO.
Trata del testamento el Título III del Libro III del CC, arts. 999 y
siguientes. El origen etimológico del t‚rmino deriva de dos expresiones
latinas: "testatio mentis", que quieren decir testimonios de la voluntad.
En efecto, en el testamento se manifiesta la ultima voluntad del que lo
otorga.
El art. 999 proporciona una definición de testamento que da una
idea muy adecuada de esta institución: El testamento es un acto más o
menos solemne, en que una persona dispone del todo o de una parte de
sus bienes para que tenga pleno efecto después de sus días,
conservando la facultad de revocar las disposiciones contenidas en él,
mientras viva.
Analizaremos seguidamente esta definición, enunciando las
características del testamento.
2.- CARACTERISTICAS.
1.- CLASIFICACION.
1.- GENERALIDADES.
A) ASPECTOS GENERALES.
c.1) Concepto.
Hemos dicho que el testamento cerrado o secreto es aquel en que
no es necesario que los testigos tengan conocimiento de las
disposiciones testamentarias. Art. 1008, inc. final.
1
Dispone al efecto el artículo 3639 del Código Civil argentino: “El testamento ológrafo para ser válido
en cuanto a sus formas, debe ser escrito todo entero, fechado y firmado por la mano misma del testador.
La falta de alguna de estas formalidades lo anula en todo su contenido”
Sobre el particular, en el último domicilio que habitó Carlos Gardel en Buenos Aires, en la calle Jean
Jaures, del barrio de Abastos, hoy convertido en museo, puede leerse su testamento ológrafo, donde
afirma haber nacido en Toulouse, Francia, aserción que, como se sabe, se ha puesto en duda por algunos.
a) Clases y definiciones.
Testamentos menos solemnes o privilegiados son aquellos en que
puede omitirse algunas de las solemnidades establecidas por la ley, por
consideración a circunstancias especiales, determinadas expresamente por
el legislador. Art. 1008.
Están contemplados en el art. 1030. Ellos son:
1º El testamento verbal.
2º El testamento militar.
3º El testamento marítimo.
1º El testamento verbal.
Es aquel otorgado por una persona en caso de peligro inminente
para su vida, que parezca no haber modo o tiempo de otorgar testamento
solemne, ante tres testigos y haciendo de viva voz sus declaraciones y
disposiciones testamentarias. Art. 1035.
2º El testamento militar.
Es aquel testamento otorgado en tiempo de guerra por los militares y
demás individuos empleados en un cuerpo de tropas de la República, de
los voluntarios, rehenes y prisioneros que pertenecieren a dicho cuerpo, y
el de las personas que van acompañando y sirviendo a cualquiera de los
antedichos, siempre que se hallen en una expedición de guerra, que está
actualmente en marcha o campaña contra el enemigo, o en una guarnición
de una plaza actualmente sitiada. Arts. 1041 y 1043.
El fundamento de este testamento privilegiado estriba en el hecho de
que en condiciones de guerra se hace imposible conservar todas las
solemnidades exigidas por la ley.
3º El testamento marítimo.
Es aquel que se otorga en alta mar en un buque de guerra chileno o
en un buque mercante que navega bajo bandera chilena. Arts. 1048 y
1055.
Tiene los mismos fundamentos que el testamento militar, pero puede
tener una mayor aplicación práctica, pues la ley permite otorgarlo en
tiempo de paz.
b) Características comunes.
1º Suponen situaciones específicas que consisten ya en un peligro
inminente para la vida, ya en la de participar en un cuerpo de tropa en
campaña contra el enemigo o en una plaza actualmente sitiada o en
hallarse a bordo de un buque en alta mar. En todos estos casos el
antecedente es el mismo, el peligro de perder la vida sin poder otorgar
testamento solemne y deseando hacerlo.
c) El testamento verbal.
c.1) Requisitos:
d) El testamento militar.
d.2) Funcionarios ante quienes puede otorgarse este testamento: art. 1041.
d.3) Requisito esencial para testar militarmente: art. 1043, que exista
estado de guerra. Para Somarriva, como la ley no distingue, podría testarse
tanto en guerra internacional como en guerra civil.
e) El testamento marítimo.
a) Clases.
Las asignaciones sujetas a modalidades pueden ser de tres clases:
Asignaciones testamentarias condicionales.
Asignaciones testamentarias a día o a plazo.
Asignaciones modales propiamente tales.
1º Generalidades.
Recordemos que la más importante de las clasificaciones de las
condiciones, es aquella que distingue entre condiciones suspensivas y
resolutorias. La asignación condicional puede estar sujeta a una u otra
condición. El art. 1479, aplicable a las asignaciones en virtud del art.
1070, define tales clases de condición. Recordemos también que las
condiciones pueden encontrarse en tres estados: pendiente, cumplida o
fallida.
En cuanto a las asignaciones condicionales resolutorias, el CC. no
establece reglas especiales a propósito de las asignaciones testamentarias,
de manera que nos remitimos a lo estudiado en Dº Civil II, y a las reglas
generales consignadas en los arts. 1487, 1488, 1490 y 1491.
d.1) Concepto.
a) Concepto.
Se refiere a ellos el art. 1098, 1º. Cabe consignar que aun cuando la
designación de heredero universal parece significar heredero de todos los
bienes, es perfectamente posible que existan dos o más herederos
universales, pues la característica única del heredero universal es el ser
llamado sin designación de cuota. Recordemos también que no es lo
mismo asignatario universal o heredero universal. Lo primero es el género,
lo segundo la especie. Todo heredero universal es asignatario a título
universal, pero hay asignatarios a título universal que no son herederos
universales, sino de cuota.
a) Concepto.
Puede suceder que una misma cosa sea legada a dos o más
personas. En este caso, el art. 1124 establece que se forma una
comunidad. En todo caso, como nadie puede ser obligado a permanecer en
la indivisión (art. 1317), cualquiera de ellos tiene derecho a solicitar la
partición de la cosa común.
J) Legado de cuota.
n) Legado de crédito.
ñ) Legado de condonación.
Se refiere a esta materia el art. 1134. Debe tenerse presente que este
precepto contempla únicamente las pensiones alimenticias voluntarias. No
puede ser de otra manera, pues la situación de las pensiones alimenticias
forzosas es diametralmente opuesta a la de las voluntarias. Aquéllas
constituyen una asignación forzosa (art. 1167, número 1) y una baja
general de la herencia, y en consecuencia, se pagan antes de cumplirse las
disposiciones del testamento (art. 959, número 4). El art. 1134 se refiere
solamente a los alimentos voluntarios, los cuales constituyen un legado y
____________________*****______________________
- ENUNCIACION.
1.- Concepto.
Es necesario que hayan dos o más asignatarios, pues si sólo hay uno
y éste falta, su porción en la herencia no tendría a ningún asignatario a
2.4 Que los asignatarios hayan sido llamados sin designación de cuota.
1.- Concepto.
a) Sustitución vulgar.
a.1) Requisitos:
a.1.1. Que se trate de una sucesión testamentaria.
Al igual que en el acrecimiento, la sustitución sólo opera en la
sucesión testamentaria; por la misma razón, está tratada entre las
asignaciones testamentarias. Por lo demás, la sustitución, como lo
veremos, supone una manifestación de voluntad de parte del testador, y la
ley no la presume nunca.
a.1.2. Que la sustitución sea expresa.
Para que exista sustitución, es necesario que el testador la haya
instituido expresamente; el sustituto debe estar designado en el
testamento. El art. 1162 confirma lo anterior. Como consecuencia de lo
aseverado, tampoco operará nunca la sustitución en la sucesión intestada.
En cuanto a las formas que puede adoptar la sustitución, debemos
estar a los arts. 1158 y 1159. En primer lugar, la sustitución puede ser
directa o indirecta. En otras palabras, existen sustituciones de diversos
grados. Art. 1158. A su vez, el art. 1159 establece que se puede sustituir
uno a muchos y muchos a uno.
a.1.3. Que falte el asignatario que va a ser sustituido.
El art. 1156, 2º, enuncia los casos en que se entiende faltar un
asignatario para los efectos de la sustitución. El precepto enumera dos
casos en que se entiende faltar el asignatario: la repudiación y el
fallecimiento y da una regla general: cualquiera otra causa que extinga su
derecho eventual. Quedan incluidas en esta expresión: la incapacidad, la
indignidad, el hecho de que la persona no sea cierta y determinada, el no
cumplimiento de la condición suspensiva.
Se suele afirmar que ella comprende también el desheredamiento,
pero en realidad no es así, según afirma Somarriva, pues el
desheredamiento es propio de los legitimarios y tratándose de éstos si falta
uno de ellos no hay sustitución sino representación, o si no la asignación
pasa a pertenecer a los demás legitimarios.(art. 1190).
Finalmente, el art. 1157 se pone en el caso de que el testador
hubiere designado al sustituto para el evento de que faltara el asignatario
por un motivo determinado, y dispone que la sustitución se entenderá
hecha para cualquier otro (motivo) en que éste llegue a faltar, salvo si el
testador ha manifestado su voluntad expresa en contrario.
Por ejemplo, dice el testador: dejo tal inmueble a A, y si al momento
de mi muerte A hubiere fallecido, el inmueble pasará a B. Ocurre que al
fallecer el testador, A vivía, pero repudia la herencia. En conformidad al
art. citado, la sustitución de todas formas opera, y B llevará el inmueble.
b) La sustitución fideicomisaria.
Hemos señalado que cuatro son los derechos que pueden concurrir
en una sucesión: transmisión, representación, acrecimiento y sustitución.
1.- Concepto.
En este caso, los alimentos forzosos son una deducción previa del
acervo ilíquido, en conformidad a lo preceptuado en el art. 959 número 4.
En consecuencia, ellos tienen una preferencia importante para su pago,
puesto que deberán rebajarse de la masa de bienes una vez pagados los
gastos anexos a la apertura de la sucesión y las deudas que el causante
dejó en vida. Pero este beneficio lleva consigo una carga, ya que el
asignatario, como más adelante veremos, no aprovechará de la
reconstrucción del patrimonio del causante, lo que ocurre mediante la
constitución de los acervos imaginarios. Dichos acervos se forman a partir
del acervo ilíquido y para formar éste, es necesario, previamente, pagar la
asignación de alimentos forzosos.
La sucesión, en el juicio particional respectivo o de común acuerdo,
podrá optar (art. 333 del CC. en relación con el art. 9 de la Ley número
14.908 sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias)
entre:
Disponer que los alimentos se conviertan en los intereses de un
capital que para estos efectos se consignará en un establecimiento
bancario; o
Constituir un usufructo en favor del alimentario, o un derecho de
uso o habitación, etc.
Con todo, si el alimentario no consiente en que se le pague con otra
prestación equivalente (como podría serlo con un usufructo), la pensión
deberá pagarse en dinero efectivo.
4.8. ¿Son siempre los alimentos forzosos una deducción previa o baja
general de la herencia?
El art. 1181 define las legitimas como “aquella cuota de los bienes de
un difunto que la ley asigna a ciertas personas llamadas legitimarios”.
Agrega la ley, quizá innecesariamente, que los legitimarios son
herederos. Decimos que quizá innecesariamente, pues como a los
legitimarios les corresponde una cuota de los bienes del difunto y no
bienes determinados de éste, aplicando la regla general del art. 951 se
llegaría a idéntica conclusión.
Lo anterior permite hacer concluir a Somarriva, que los términos
heredero forzoso y legitimario, son sinónimos.
a) Los hijos.
b) Los ascendientes.
c) El cónyuge sobreviviente.
f) Los legitimarios tienen una acción especial para defender sus legítimas:
los arts. 1216 y siguientes consagran la acción de reforma del testamento,
que permite pasar por sobre las disposiciones testamentarias del causante
en provecho de los asignatarios de las legítimas. Se trata, como veremos,
de una acción de inoponibilidad, destinada a hacer prevalecer las legítimas
por sobre las demás asignaciones testamentarias.
g) Para evitar que el causante pueda burlar una legítima, el art. 1197
establece que si bien el causante puede designar las especies con que debe
pagarse una legítima, no podrá tasar los valores de dichas especies. Con
esto, se pretende evitar que el causante disminuya el valor de lo que
corresponde al legitimario.
a) Legítima rigorosa.
b) Legítima efectiva.
b.1) Generalidades.
El segundo acervo imaginario está contemplado por los arts. 1186 y
1187, precepto este último en el cual se consagra lo que jurídicamente
recibe el nombre de acción de inoficiosa donación.
El segundo acervo imaginario va a proceder en presencia de
donaciones irrevocables hechas a extraños. El objetivo de la formación de
este segundo acervo imaginario es defender las legítimas en presencia de
donaciones hechas a personas que no son legitimarios.
a) Procedencia.
d) Objeto de la acción.
f) Características de la acción.
1.- INTRODUCCION.
Sobre este punto, la Ley número 19.585 resolvió una ardua disputa
en la doctrina. Somarriva sostenía que debía formarse cuarta de mejoras
cuando existieran descendientes legítimos, hijos naturales o descendientes
legítimos de éstos. En otras palabras, la cuarta de mejoras era asignación
forzosa no sólo en el orden de los descendientes legítimos, sino también en
el orden de los hijos naturales y de sus descendientes legítimos.
Sostenían la misma opinión los Domínguez, Alessandri y Rozas Vial.
Distinta era la posición de Rodríguez Grez, Meza Barros y Luis
Barriga Errázuriz.
Señalaba el primero (siguiendo al tercero) que en relación al art.
1184 y la forma como se divide la herencia de una persona, debía
distinguirse primero si concurrían o no herederos legitimarios. En el
primer caso, debía a su vez distinguirse si concurrían o no a la sucesión
descendientes legítimos. Si no concurrían legitimarios, el causante podía
disponer libremente de todo su patrimonio y si no lo hacía, la ley señalaría
quiénes serían llamados a su sucesión (órdenes de sucesión intestada). Si
concurrían legitimarios, pero no descendientes legítimos, la mitad de la
herencia sería la mitad legitimaria y la otra mitad sería de libre
disposición. Si concurrían descendientes legítimos, la herencia debía
dividirse en cuatro partes; dos partes formarían la mitad legitimaria, una
A la luz del actual art. 1184, debe concluirse que se forma cuarta de
mejoras cuando concurren descendientes, o cónyuge sobreviviente o
ascendientes. Dicho de otra forma: hay cuarta de mejoras, cuando
concurre a la sucesión cualquiera que tenga la calidad de legitimario. No
es necesario, por ende, que concurran necesariamente descendientes. Lo
que no significa que dicha cuarta, según veremos, deba asignarse
necesariamente a un legitimario.
El art. 1204 establece requisitos precisos para que este pacto tenga
efectos legales:
Recordemos, por otra parte, que los alimentos se deben por toda la
vida del alimentario, en la medida en que continúen las circunstancias que
legitimaron la demanda (art. 332). Por ello, aun cuando los alimentos
hayan sido fijados por sentencia ejecutoriada, pueden revisarse, porque
dicha sentencia sólo produce “cosa juzgada provisional”. Por dicha razón,
Hemos dicho que los alimentos, cuando son una asignación forzosa,
pesan sobre la responsabilidad de los herederos y, subsidiariamente, de
los legatarios. No lo dice expresamente el art. 1363, pero se desprende de
su contenido. En efecto, si los legatarios están obligados a contribuir al
pago de las legítimas y de las asignaciones con cargo a la cuarta de
mejoras, con mayor razón deberán hacerlo tratándose de asignaciones
alimenticias forzosas. Además, cabe considerar que siendo estas
asignaciones de una cuantía indeterminada en el tiempo (puesto que, en
principio, los alimentos se entienden concedidos por toda la vida del
alimentario), podría ocurrir que los herederos cayeren en insolvencia y se
reclamare la responsabilidad subsidiaria de los legatarios.
Además, la misma disposición ordena a los legatarios contribuir al
pago de las deudas hereditarias, y según se ha dicho, los alimentos
forzosos se asimilan a ellas por su naturaleza.
Nada impide, tampoco, que con el consentimiento del alimentario,
los herederos impongan la obligación a uno de ellos, situación en la cual el
gravado será el único que deberá responder al alimentario, quedando los
demás liberados.
Es posible también que el asignatario gravado por el causante con
esta obligación, repudie la asignación. Si ninguno de los demás
asignatarios llamados a ella (ya sea por derecho de acrecimiento o
sustitución) la aceptan, cree Rodríguez Grez que en último término la
asignación se defiere en favor del alimentario. Se aplica en tal evento el art.
1068, pero siempre que el asignatario gravado sea testamentario, ya que si
fuere un asignatario forzoso (excluidos los asignatarios de alimentos y de
legítimas), hay regla especial a este respecto. En verdad, la situación
1.6 Resumen de las reglas a que se somete el pago de los alimentos como
asignación forzosa.
2.1 Preferencias.
2.2 Imputaciones.
Hemos visto que según el art. 1198, 1º, los legados y donaciones
revocables e irrevocables hechas a un legitimario se imputan a su legitima,
pero el mismo precepto agrega que no se imputarán a ésta cuando en la
respectiva escritura de donación, en acto posterior auténtico o en el
testamento aparezca que el legado o donación ha sido hecho a título de
mejoras.
Del precepto se concluye que el legislador no presume las mejoras.
Como no las presume, toda donación o legado de que haga objeto el
causante al legitimario debe imputarse a su legítima. Pero es lógico que
ello no acontezca, si el testador dice o aparece en los términos del
testamento, de la donación, o en escritura pública, la intención de aquél
en orden a que el legado o donación se tengan como mejoras. En tal
evento, el legitimario recibe íntegra su legítima, y el legado o donación se
tienen como mejoras.
La misma idea contiene el inc. 2º del art. 1203 respecto del pago
hecho por el causante en vida de las deudas de un legitimario que sea
descendiente suyo; el testador puede declarar en su testamento o por acto
entre vivos su intención de que dichos gastos no se imputen a la legítima
del heredero forzoso. En este caso, dichos desembolsos se consideran
como mejoras.
Al decir de Rodríguez Grez, estamos en el caso de los incisos 2º y 3º
del art. 1203, ante una mejora tácita.
d) Caso en que de todos modos no haya como pagar las legítimas y las
mejoras.
3.- MEJORAS.
I. INDIGNIDADES.
a) Clasificación.
c) Efectos de la indignidad.
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Un asignatario forzoso puede perder su asignación, total o
parcialmente (como sucede en el caso del art. 114), si incurre en una
causal de indignidad para suceder.
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debió consentir en el matrimonio de su hijo menor otorga testamento
después del matrimonio sin aludir a este hecho (caso en el cual la
asignación forzosa del menor queda enteramente a salvo), pero después del
matrimonio muere el abuelo sin hacer testamento. Para resolver esta
situación hay que distinguir dos posibilidades:
• Si el abuelo muere antes que el padre del menor; en este evento, el
menor no tiene derecho alguno en la sucesión del abuelo, salvo que
sea instituido asignatario voluntario o semiforzoso (asignatario de
toda o parte de la cuarta de mejoras), de modo que nada puede
perder, sea porque no tiene derecho alguno o porque su derecho
arranca de una disposición testamentaria.
• Si el abuelo muere después del padre del menor; en este evento, a la
muerte del padre será llamado el menor (nieto) a suceder al
causante como heredero forzoso por derecho de representación
(ocupando la misma posición que correspondía al padre premuerto),
debiendo ser digno de suceder al primer causante (al abuelo), razón
por la cual el menor infractor perderá la mitad de la asignación por
mandato del art. 114. Obsérvese que en tal situación, el menor
infractor podrá suceder a su padre (que testó), porque la causal de
indignidad se purgó por efecto del acto de última voluntad; pero, no
podría suceder más que parcialmente al abuelo, porque la
indignidad a su respecto se mantiene en razón de que no hizo
testamento.
II. DESHEREDAMIENTO.
a) Concepto.
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Cabe consignar, como apunta Somarriva, que el legislador llama
también a esta institución exheredación (art. 1190) y desheredación (art.
18 de la Ley de Efecto Retroactivo).
b) Requisitos.
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b.3) El desheredamiento debe fundarse en una causa legal.
Se ha de tratar de una de aquellas causas legales enumeradas en el
art. 1208. Dicho precepto es taxativo, no hay otras causales que permitan
desheredar a un legitimario. El legislador no dejó al arbitrio del causante
calificar los hechos que permiten privar al legitimario de su herencia. Ello
es lógico, pues en caso contrario el causante podría haber burlado las
asignaciones forzosas o semiforzosas. Las causales son de derecho estricto
y la voluntad del causante debe encuadrarse en cualquiera de ellas.
c) Causales de desheredación.
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ser desheredados por cualquiera de las cinco causales indicadas en el art.
1208; los ascendientes y el cónyuge sobreviviente sólo por las tres
primeras que corresponden en términos generales a las causales de
indignidad establecidas en el art. 968, números 2, 3 y 4. La distinción
requiere de una breve explicación. Desde luego, sólo puede incurrir en la
causal del número 4 un menor de edad y nunca un ascendiente; en lo
concerniente al número 5, se trata de reproches que hace el ascendiente al
descendiente por actos de falta de moralidad o mal comportamiento y no a
la inversa. La ley ha tenido especial cuidado en evitar que los
descendientes juzguen o califiquen la formación moral o cultural de sus
ascendientes, puesto que ello va contra el orden natural de las cosas.
6
“pariente”). Todos ellos tienen deberes de lealtad para con él, cuya
contrapartida es la situación de privilegio que les da la ley para sucederlo
en sus bienes a su muerte.
Tradicionalmente, se ha sostenido que estas obligaciones del
legitimario, están contenidas en los arts. 222 y 223 respecto de los padres,
en lo relativo a los ascendientes en el art. 321, que consagra el derecho de
alimentos y en los arts. 131 y siguientes, entre los cónyuges.
Esta causal plantea cuestiones curiosas. Desde luego, si el causante
se encuentra en estado de demencia, ella resulta inoperante porque no
podrá otorgar testamento válidamente y, por consiguiente, no podrá
desheredar al legitimario. A su respecto sólo será eficiente una causal de
indignidad (art. 968 número 3). De manera que la única forma en que
puede hacerse efectiva esta causa de desheredamiento supone
necesariamente que el causante demente sea rehabilitado (art. 468).
Tampoco tendrá efecto alguno esta causal si se trata de una persona
“destituida”, lo cual significa que carece absolutamente de bienes o se
encuentra empobrecida al extremo de ser incapaz de sustentar su vida. Si
ello ocurre, no parecen importantes las asignaciones forzosas, puesto que
ellas carecerán de toda relevancia económica. Para que tenga efecto la
causal, en esta parte, sería necesario que el testador mejorara de fortuna y
al momento de su muerte tuviera bienes.
La ley establece, en ambos casos, que la obligación del asignatario
prevalece mientras está en condiciones de dar cumplimiento a estas
obligaciones. Si el asignatario no está en situación de socorrer al causante
en estado de demencia o destitución, queda liberado de toda
responsabilidad: lo anterior es consecuencia del principio de que “nadie
está obligado a lo imposible”.
c.3) Haberse valido de fuerza o dolo para impedir testar: art. 1208 número
3.
Esta causal coincide, parcialmente, con la indignidad del art. 968
número 4. La causa de desheredación, como es lógico, sólo se refiere al
dolo o a la fuerza que se ejerce sobre el causante para impedirle testar, ya
que si ha habido fuerza o dolo para obtener una disposición testamentaria,
el causante puede revocar el testamento y sancionar por este medio a
quien lo indujo con malicia o por la fuerza a hacer la indicada liberalidad.
Pero si se le impide testar, con ello se conseguirá un aumento de las
asignaciones forzosas, o se perjudicará a otros herederos, o se hará operar
la sucesión abintestato.
Se presenta en esta causal otra situación curiosa: si la causal de
desheredamiento debe estar contenida en el testamento, no hay duda que
el impedimento a que alude el número 3 del art. 1208 es meramente
tentativo. Ha habido una tentativa frustrada para impedir que el causante
otorgue testamento, la cual deberá ser acreditada judicialmente. En el
fondo se trata de una verdadera denuncia que hace el causante contra el
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legitimario que valiéndose de la fuerza o del dolo trata de que el causante
no otorgue testamento, sin conseguirlo.
La fuerza debe reunir los requisitos indicados en el art. 1456, pero
con una salvedad: en este caso, según Rodríguez Grez, la fuerza debe ser
obra del asignatario que es desheredado. Si la fuerza es obra de un
tercero, carece de sanción, a menos que la fuerza se emplee para hacer
testar al causante, en cuyo caso el testamento será nulo en todas sus
partes (art. 1007).
La causal analizada opera aun cuando exista un testamento anterior
del causante o éste no haya otorgado testamento. En el primer caso, la
desheredación -que deberá hacerse por medio de otra cláusula
testamentaria- puede ratificar el testamento anterior, en cuyo evento
ambos tendrán pleno valor legal, o revocar el testamento anterior y
disponer de otra manera de los bienes, o dejar a la ley dicha distribución.
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Desde luego, dicha pena sólo es aplicable a delitos graves, hecho que
justifica la causal. Pero cabe notar que se trata sólo de delitos, no de
cuasidelitos.
Cuestión importante es determinar si para hacer operante esta
causal es necesario que al momento de otorgarse testamento, exista una
sentencia ejecutoriada que imponga la pena. Rodríguez Grez cree, del
contexto de la norma, que no es menester una sentencia ejecutoriada, y
que el testador puede proceder a desheredar, con el solo mérito de una
sentencia de primera o segunda instancia, sin perjuicio de que el
desheredamiento quede sin efecto por una sentencia absolutoria posterior.
Piensa de este modo, en razón de lo previsto en el art. 968 número 2, el
cual revela que cuando el legislador exige una sentencia ejecutoriada, así
lo preceptúa formalmente. Esta conclusión se refuerza si se considera que
no existe una causal de indignidad semejante, razón por la cual la falta de
una sentencia ejecutoriada burlaría la facultad del testador de privar de su
asignación al legitimario que incurre en la comisión de un delito grave que
ya ha sido objeto de una sentencia condenatoria, aunque aún no esté
ejecutoriada.
5.2. Haberse el asignatario abandonado a los vicios.
Se trata de una cuestión de hecho que deberá apreciar el juez del
fondo y que no es susceptible de revisión por medio del recurso de
casación. Relacionando el tema con las expresiones utilizadas en el art.
113 número 4, que justifican la negativa del ascendiente para que el
menor contraiga matrimonio, puede concluirse que habrá abandono a los
vicios cuando el asignatario lleva una vida disipada, cuando practica
inmoderadamente los juegos de azar y cuando se embriaga con frecuencia.
De igual forma ocurrirá con los drogadictos, los cleptómanos, los
embaucadores, etc.
Como es obvio, estos vicios deben calificarse atendiendo al nivel
cultural del testador y del legitimario y siempre que el vicio sea
reprochable o imputable a una falta de moralidad del desheredado (por la
excepción en favor del legitimario, contenida en la parte final del número 5
del art. 1208: “a menos que se pruebe que el testador no cuidó de la
educación del desheredado”). No se incluirán, por consiguiente, aquellas
taras hereditarias, defectos genéticos o disfunciones orgánicas que el
asignatario es incapaz de controlar.
5.3. Haber ejercido granjerías infames (art. 1208, número 5).
Se trata de actividades ilícitas que se realizan con fines de lucro,
tales como el tráfico de blancas, de drogas, reducidor de especies hurtadas
o robadas, testaferros en el lavado de dinero, etc. Todas estas actividades
innobles, ofenden al testador, ya que deshonran su núcleo familiar.
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Una última cuestión interesante surge de la aplicación del número 5,
última parte, del art. 1208: ¿Puede un asignatario exculparse por las
razones analizadas si al testador no correspondían el cuidado y educación
del asignatario? Tal ocurrirá cuando el asignatario sea llamado a la
sucesión del abuelo, por ejemplo, por falta del padre o madre y en virtud
del derecho de representación. Del tenor literal del art. 1208 parece
desprenderse que la facultad de exculparse sólo puede alegarse respecto
del testador que estaba encargado de la educación del asignatario. Sin
embargo, no es esa la opinión de Rodríguez Grez. Estima que la excepción
y razón exculpatoria mira fundamentalmente a la falta de culpa del
asignatario que, como consecuencia de una mala o descuidada educación,
no se encuentra en situación de comportarse de mejor manera. Con todo,
se advierte que el tema es discutible, ya que bien podría basarse esta
exculpación en una compensación de culpas (del encargado de la
educación del asignatario y de éste).
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Ella opera si el legitimario no reclama su legítima en el plazo de
cuatro años subsiguientes a contar de la apertura de la sucesión, o dentro
de cuatro años desde el día en que haya cesado su incapacidad de
administrar, si al tiempo de abrir la sucesión era incapaz: art. 1209, 2º.
La inactividad del legitimario desheredado constituye una especie de
“renuncia tácita” a su asignación. Para que tal ocurra deben concurrir
copulativamente dos requisitos: desheredamiento e inactividad por el plazo
legal.
El plazo de 4 años que establece la ley parece estar vinculado a la
acción de reforma de testamento, que prescribe en el mismo plazo,
contados desde el día en que el legitimario tuvo conocimiento del
testamento o de su calidad de tal. Ello porque, el testador, habiendo
desheredamiento, priva al asignatario de su legítima. De tal suerte, viene a
ser perfectamente equivalente testar sobrepasando los derechos de un
legitimario que desheredarlo disponiendo que el asignatario no lleve su
asignación. Pero no tiene el plazo del art. 1209, 2º, relación alguna con la
acción de petición de herencia regulada en los arts. 1264 y siguientes,
cuyo plazo de prescripción es de 10 años en general y de 5 años en el caso
del heredero putativo: art. 1269-art. 704, parte final.
11
diciendo que él consiste en “cualquier hecho ofensivo del donatario, que le
hiciera indigno de heredar al donante”.
De todo lo cual resulta que puede el testador extender los efectos del
desheredamiento, aun revocando las donaciones entre vivos, o bien
restringir los efectos, limitando parcialmente las asignaciones que
corresponden al legitimario.
Lo que interesa destacar es el hecho de que el desheredamiento, en
el silencio del testador, se extiende por el solo ministerio de la ley a todas
las asignaciones y donaciones que correspondan al desheredado. Sólo en
virtud de voluntad expresa del testador pueden limitarse sus efectos de la
manera que el causante haya dispuesto en su testamento.
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probado la causa) con el fin de privar al titular de este privilegio tan
especial. En otras palabras, las causas de desheredación son también
causas de pérdida del beneficio de competencia en el pago.
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art. 1213, 2º, consagra la única circunstancia en que un testamento
revocado recobra, sin expresión de voluntad del causante, plena validez
jurídica. A primera vista, parece claro que al extinguirse por caducidad el
testamento privilegiado y “revivir” el testamento solemne, subsiste el
desheredamiento.
Rodríguez Grez no comparte tal conclusión. Si el testador ha
“perdonado al desheredado” por medio de un testamento que caducó por
hechos que no son imputables al causante (como acontece con el art.
1036), parece evidente que la causa de desheredación no puede surtir
efectos contra la voluntad expresa del testador. Cree el autor citado que en
este evento, concurren dos requisitos propios de la revocación del
desheredamiento:
• Voluntad expresa del causante contenida en acto de última voluntad
(testamento); y
• Caducidad de dicho testamento por razones ajenas a la voluntad del
causante e imputables a terceros que pueden resultar favorecidos
por dicha caducidad.
Atendiendo a la ratio legis, resulta evidente que una situación de
esta especie debe ser resuelta en favor del desheredado, tanto más si nos
atenemos al tenor literal del art. 1211.
2º Una situación semejante podría plantearse si luego de otorgado
testamento con la cláusula de desheredación, el testador hace donaciones
entre vivos o por causa de muerte al desheredado (donaciones irrevocables
o revocables, respectivamente). En tal caso, se estima que se trataría de
una revocación parcial, lo cual obligaría a reconocer al desheredado sólo
derechos sobre la donación, mas no con respecto de los demás bienes de la
sucesión.
3º El testamento en que se contiene una cláusula de desheredación, puede
ser revocado expresa o tácitamente. Si la revocación es expresa, el
testador, en términos formales y explícitos expone su voluntad de dejar sin
efecto el desheredamiento; si la revocación del testamento es tácita, la
voluntad de dejar a su vez sin efecto el desheredamiento, se desprende de
lo dispuesto en el último testamento. Lo que prima siempre es la voluntad
del testador, pero con tal que ella se manifieste en un acto testamentario,
sea en forma expresa o tácita.
De lo anterior se desprende entonces que no es legalmente suficiente
la reconciliación entre testador y desheredado, ni la intención comprobada
de que el causante quiso revocar el desheredamiento en vida. Para que
esta intención tenga efecto, es necesario que esté contenida en una
disposición testamentaria. Tanto el desheredamiento como su revocación
son actos unilaterales eminentemente solemnes que deben estar
contenidos en un testamento. Al respecto, es aplicable el art. 1701.
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Un problema interesante de resolver es determinar en cuanto tiempo
prescribe el desheredamiento. No hay norma expresa en el párrafo 4 del
Título V del Libro III del CC.
Pueden presentarse tres situaciones:
1º Puede el desheredado no reclamar su legítima, caso en el cual el art.
1209, 2º, establece que los derechos del desheredado prescriben en cuatro
años, a partir de la apertura de la sucesión o desde que haya cesado la
incapacidad de administrar, si al momento de abrirse la sucesión el
legitimario era incapaz.
2º Puede el desheredado tener conocimiento del testamento del causante,
pero no iniciarse juicio en su contra para acreditar la causa de
desheredación ni haberse acreditado en vida del testador.
3º Puede el desheredado no tener conocimiento del desheredamiento, sea
porque no se conoce el testamento del causante o porque teniéndose
conocimiento del mismo, lo ignora el desheredado.
Estima Rodríguez Grez que en los dos primeros casos, se aplican las
normas de la acción de petición de herencia, que más adelante
estudiaremos. En consecuencia, la causa se purga, por regla general, en
10 años, pero respecto del heredero putativo que obtuvo reconocimiento
judicial, se purgará en el plazo de 5 años. De tal forma, para probar la
causa de desheredamiento debe estarse a los plazos consagrados para
ejercer la acción de petición de herencia.
Se basa la conclusión anterior en el hecho de que el legitimario
desheredado no es heredero (siempre que concurran las exigencias
legales), lo cual obliga a aceptar que tienen en este caso plena aplicación
las reglas sobre petición de herencia. Una vez probada judicialmente la
causa de desheredamiento contenida en el testamento y calificada como
suficiente por sentencia judicial, para recuperar la herencia que está en
manos del desheredado, debe interponerse la acción de petición de
herencia (art. 1264 y siguientes).
De todos modos, como el desheredamiento es de competencia
exclusiva de la justicia ordinaria, esta decisión es previa a la partición de
bienes. Pero puede ocurrir que se tenga conocimiento del
desheredamiento, ya iniciado o incluso terminado el proceso particional,
caso en el cual deberá aplicarse el art. 1267, para establecer las
prestaciones mutuas que procedan.
15
conforme a las reglas contenidas en los arts. 1266 y 1267, que distinguen
según se trate de un poseedor de buena o mala fe, entendiendo que ello
está referido al conocimiento o desconocimiento que se tenga del
testamento en el que se contiene el acto del desheredamiento.
Respecto de terceros, el art. 1268 confiere a los demás herederos que
se benefician con el desheredamiento acción reivindicatoria, así se trate de
poseedores de buena o mala fe, y una acción personal contra el
desheredado de mala fe para que les complete lo que no hayan podido
obtener de los terceros y los deje enteramente indemnes.
Lo usual será, sin embargo, que tan pronto se tenga noticia del
testamento que contiene el desheredamiento se inicie el juicio respectivo
para probar y calificar la causa invocada por el testador, suspendiéndose
entre tanto la partición y la toma de posesión de los bienes que componen
la legítima de que ha sido privado el legitimario afectado con esta sanción.
16
Interesa esta materia, dado que la asignación (la legítima) y las
donaciones efectuadas, tendrán otro destino.
Para establecer con precisión esta cuestión, debe atenderse a si el
desheredado puede o no ser representado y si tiene o no descendientes que
sean llamados en su nombre y pasen a ocupar el mismo grado de
parentesco y los mismos derechos hereditarios que tendrían su padre o
madre desheredados, en relación al causante:
1º En el primer caso, si el desheredado puede ser representado, sus
descendientes con derecho a representarlo (art. 984) lo reemplazarán,
debiendo ser capaces y dignos de suceder al causante, no al representado.
Por consiguiente, la desheredación aprovechará a los descendientes del
desheredado. Cabe consignar que la representación sólo operará en favor
de los descendientes del desheredado. Si fuere desheredado un
ascendiente, no tiene lugar la representación, y el desheredamiento
aprovechará a las personas que se indicarán en la segunda opción, esto es,
cuando el desheredado no puede ser representado.
2º En el segundo caso, o sea, cuando el desheredado no puede ser
representado (sea porque es un legitimario sin descendencia o legitimario
sin derecho a representación, como son el ascendiente y el cónyuge
sobreviviente), el desheredamiento aprovecha a los demás legitimarios
llamados a la sucesión, quienes verán incrementadas sus legítimas en la
parte o cuota que no lleva el desheredado. Se tratará en este caso de una
legítima rigorosa, o eventualmente de una efectiva.
3º Puede ocurrir también que el causante no tenga otros legitimarios. En
tal situación, el desheredamiento puede aprovechar a los herederos o
legatarios voluntarios (testamentarios), y si no existe disposición
testamentaria, a los herederos abintestato.
Resta aún por resolver otra cuestión crucial: ¿Qué sucede con las
donaciones que en virtud de la desheredación quedan revocadas de pleno
derecho si el testador no ha dispuesto otra cosa? Estima Rodríguez Grez
que no opera al respecto la representación, aun cuando existan
descendientes del desheredado. Ello, en razón de que la representación
sólo opera en la sucesión intestada (y en la sucesión forzosa), mientras que
las donaciones suponen una disposición voluntaria. De modo que aun
cuando dichas donaciones sean imputables a la legítima que corresponde
al desheredado (art. 1198), ellas deberán integrarse al as hereditario y
distribuirse en conformidad a las reglas generales.
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Lo que caracteriza esencialmente al desheredamiento, puede
resumirse en 3 ideas matrices:
1º Es el medio que la ley confía al causante para privar de su asignación
forzosa al legitimario desleal por hechos graves que sólo han podido
ocurrir en vida del causante.
2º Es eminentemente solemne, de causas taxativamente enunciadas en la
ley, y de prueba y calificaciones judiciales.
3º El desheredamiento es un derecho absoluto del testador, que puede
ordenarlo, revocarlo o limitarlo sin restricción alguna, excluyendo total o
parcialmente de su sucesión al afectado.
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7º La indignidad se refiere a cualquier asignación que pueda corresponder
al indigno, así sea forzosa, semiforzosa o voluntaria.
El desheredamiento sólo se refiere a la legítima y por ende afecta
únicamente a los legitimarios.
8º Las indignidades privan al asignatario de toda participación en la
sucesión, pero no afectan a las donaciones que le haya hecho el causante,
salvo en el caso del art. 1430.
El desheredamiento priva al asignatario de toda asignación en la
sucesión y de las donaciones que le haya hecho el causante, salvo que éste
limite sus efectos en la forma que estime conveniente.
9º La indignidad sólo opera de pleno derecho en la circunstancia
contemplada en el art. 994, tratándose del cónyuge que por culpa suya
haya dado ocasión a la separación judicial; en los demás casos debe ser
declarada judicialmente.
El desheredamiento sólo opera de pleno derecho parcialmente en la
situación contemplada en el art. 114; en los demás casos debe constar en
cláusula testamentaria y probarse judicialmente, salvo cuando no se
reclama la legítima en el plazo de 4 años (art. 1209).
10º La indignidad se purga en el plazo de 5 años (art. 975). El
desheredamiento debe ser acreditado judicialmente en el plazo consagrado
en el art. 1269: 10 o 5 años, según el caso.
11º La indignidad declarada judicialmente no pasa a terceros de buena fe
(art. 976). El desheredamiento se rige por las disposiciones del art. 1268,
pudiendo los herederos que sean llamados a la asignación del desheredado
reivindicar las cosas hereditarias que sean reivindicables y que no hayan
adquirido por prescripción terceros poseedores.
12º El asignatario indigno está obligado a restituir la herencia o legado con
sus accesiones y sus frutos, sin que se distinga entre poseedor de buena o
mala fe (art. 974, 2º).
El asignatario desheredado se rige por la disposición del art. 1267,
que distingue entre poseedor de buena y de mala fe, entendiendo que ella
está referida al conocimiento o ignorancia del mismo desheredamiento
contenido en el testamento.
13º La indignidad puede acarrear la pérdida del derecho de alimentos en
los casos de que trata el art. 968 (injuria atroz).
El desheredamiento puede importar la pérdida del derecho de
alimentos sólo en los casos consignados en los números 1, 2 y 3 del art.
1208.
14º La indignidad se transmite a los herederos del indigno por el tiempo
que falta para completar los 5 años al cabo de los cuales se sanea.
El desheredamiento también se transmite a los herederos del
desheredado, de la misma manera y por los mismos plazos que la acción
de petición de herencia (art. 1269).
15º La indignidad y el desheredamiento pueden aprovechar a los
descendientes del desheredado siempre que respecto de estos legitimarios
proceda el derecho de representación (art. 984), o a los demás legitimarios
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si los hay. Si no hay descendientes del desheredado o no procede a su
respecto el derecho de representación (ascendientes y cónyuge
sobreviviente), el desheredamiento puede aprovechar a los asignatarios
testamentarios o abintestato en su caso.
III. LA PRETERICION.
- Casos de preterición.
Se han propuesto tres:
1º Nada ha recibido el legitimario con imputación a su cuota de su legítima
y no es mencionado en el testamento.
2º Se ha mencionado al legitimario como pariente, pero sin que se le haga
asignación alguna, ni se le instituya heredero.
3º Se le ha instituido en legado o donación revocable; pero ordenándose
que esas asignaciones no se imputen a su legítima.
Todas estas hipótesis corresponden a lo que se entiende por
“preterición”. Ella está referida, exclusivamente, al contenido del
testamento del causante, sin que tenga relación con las donaciones hechas
al preterido, aunque sean imputables a su legítima. Ello, porque el art.
1218 forma parte del párrafo relativo a la acción de reforma de testamento.
Las donaciones, revocables o irrevocables, se “imputan” a la legítima, en
una operación posterior, cuando se ejecuta el testamento.
Por consiguiente, hay preterición cuando el testador simplemente
omite toda referencia al legitimario en su testamento, sea que se le haya
hecho o no donaciones revocables o irrevocables en vida. Así, por ejemplo,
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si el testador se limita en su testamento a disponer de la cuarta de libre
disposición, sin hacer mención alguna a sus legitimarios, todos ellos han
sido preteridos y tiene plena aplicación el art. 1218.
Lo que la ley dice entonces, es que el silencio o la omisión de toda
referencia al legitimario en el testamento, es un reconocimiento tácito de la
asignación instituida en la ley. Si el testador no sólo omite toda referencia
al legitimario sino que dispone más allá de lo que la ley permite, el
legitimario preterido -pero instituido heredero por la ley en su legítima-
ejercerá la acción de reforma de testamento (art. 1216), tal como si hubiera
sido expresamente reconocido por el testador en su testamento.
Punto importante en esta materia es resolver si el preterido debe
iniciar acción para que se le reconozca su calidad de legitimario. Se estima
que el legitimario no necesita deducir acción alguna, porque su asignación
está instituida por la ley, y de consiguiente, le basta invocar el art. 1218
para ser tenido como heredero en su legítima. Sólo deberá accionar
cuando las disposiciones testamentarias del causante hayan sobrepasado
su legítima rigorosa o efectiva. Así, por ejemplo, el legitimario puede
deducir acción de reforma de testamento si el causante ha dispuesto mal
de la cuarta de mejoras, afectando por consiguiente su legítima efectiva.
En este caso, la acción de reforma de testamento se basa en la lesión que
sufre la legítima por efecto de una disposición ilegal de la cuarta de
mejoras.
En suma, la acción de reforma del testamento sólo procede cuando
el testador, junto con omitir al legitimario, hace otras asignaciones que
lesionan la legítima del preterido.
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En síntesis, pueden producirse tres situaciones:
1º El testamento del causante no lesiona la legítima rigorosa o efectiva en
su caso, y el heredero entra en posesión de los bienes que componen su
asignación, evento en que no necesita deducir acción alguna en defensa de
sus intereses.
2º El testamento del causante no lesiona la legítima rigorosa o efectiva en
su caso, y el heredero no está en posesión de los bienes que componen su
herencia, situación ante la cual deberá deducir acción de petición de
herencia, sustentándola en su calidad de heredero legitimario instituido en
la ley;
3º El testamento del causante, junto con preterir al legitimario, contiene
disposición de bienes que lesionan la legítima rigorosa, en cuyo caso
deberá deducirse acción de reforma del testamento para que sea
considerado heredero en su legítima. Puede deducir también, junto a la
anterior, acción de petición de herencia si el legitimario está privado de los
bienes que componen su asignación.
Como se observa, donde corresponde, no existe incompatibilidad
entre ambas acciones, siendo la primera -reforma de testamento- la base
lógica de la segunda -de petición de herencia.
22
DECIMA PARTE: DE LAS MEDIDAS CONSERVATIVAS QUE
CORRESPONDEN A LOS INTERESADOS.
1.- Generalidades.
1
b) El inventario.
Persigue tener una relación precisa de los bienes que comprenden el
patrimonio de la sucesión, ya que son ellos los que se transmiten a los
herederos y los que pueden los acreedores mantener separados en función
del cumplimiento de las obligaciones o deudas hereditarias.
c) La herencia yacente.
Impide que el patrimonio del causante quede sin un curador que se
haga cargo de cuidarlo y administrarlo, adoptando las medidas urgentes.
a.1) Concepto.
El art. 1222 se refiere a esta medida conservativa. Consiste en que
después de efectuada la apertura de la sucesión y mientras no se hace
inventario solemne de los bienes hereditarios, todos los muebles y papeles
de la sucesión se guardan bajo llave y sello, a fin de que no desaparezcan,
se deterioren u oculten.
Cabe señalar que una cosa es la guarda y otra la aposición de sellos.
Una consiste en dejar bajo llave los bienes muebles y papeles del causante
para su debida custodia. La otra, en sellar las dependencias en que se
encuentran ubicados dichos bienes y papeles. Nada impide, por ende, que
se solicite sólo una de ellas.
2
volver a reclamarla en caso de que aparezcan nuevas dependencias del
causante, de que no se tuvo noticia al momento de practicarse dicho
inventario.
3
público del territorio jurisdiccional en que se desempeñe el juez. En
los dos últimos casos, el secretario o el notario deberá “asociarse”
con dos testigos mayores de edad, que sepan leer y escribir y sean
conocidos del funcionario (art. 872 Código de Procedimiento Civil).
El juez, el secretario o el notario procederán a cerrar materialmente
las dependencias del fallecido, sellándolas de manera que no sea
posible quebrantar los sellos sin que ello sea advertido. Para
practicar estas diligencias no será necesaria la presencia de los
interesados (art. 875 del Código de Procedimiento Civil).
• Practicada la guarda y puestas bajo llave las dependencias del
causante, el juez designará una persona de “notoria probidad y
solvencia” que se encargue de la custodia de las llaves, o éstas se
depositarán en el oficio del secretario (art. 872, 2º del Código de
Procedimiento Civil).
• La ley ha previsto el hecho de que se deduzca oposición a la
diligencia, estableciendo que ésta no suspenderá o impedirá la
realización de la guarda y aposición de sellos (art. 873 del Código de
Procedimiento Civil).
Los recursos que se deduzcan contra la resolución que ordena la
diligencia, se concederán en el solo efecto devolutivo (art. 873, 3º del
Código de Procedimiento Civil).
• La ley faculta expresamente al funcionario que realiza la diligencia,
para que pesquise entre los papeles del difunto, su testamento. Cabe
advertir que ésta es la única indagación o registro que puede hacer
el funcionario (art. 873, 2º del Código de Procedimiento Civil).
• La ley ha previsto especialmente la forma en que debe procederse a
la ruptura de los sellos y apertura de la guarda. Ello deberá hacerse
judicialmente, con citación de las personas que pueden tomar parte
en la facción de inventario. Los codueños de los bienes que deben
inventariarse se citarán personalmente, si residen en el mismo
territorio jurisdiccional del tribunal que decretó la medida; los
demás, serán citados por avisos publicados durante 3 días en un
diario de la comuna o de la capital de provincia o de la capital de
región, cuando allí no los haya (arts. 876 y 860, del Código de
Procedimiento Civil).
• Las costas de la diligencia gravarán los bienes de toda la sucesión, a
menos que la diligencia determinadamente recaiga sobre una parte
de ellos, en cuyo caso gravarán esa sola parte (art. 1224).
Lo anterior no tiene nada de extraño, porque de conformidad al art.
959 y art. 4º de la Ley número 5.247, los gastos de apertura de la
sucesión constituyen una baja general de la herencia.
4
Desde luego, quien quebranta la resolución judicial que ordena
mantener la guarda, comete el delito tipificado en el art. 240, 2º del CP
(reclusión menor en su grado medio a máximo).
A su vez, el que rompa los sellos puestos por la autoridad, incurrirá
en el delito tipificado en los arts. 270 (reclusión menor en su grado mínimo
y multa) y si lo hace con violencia en las personas, en el delito tipificado en
el art. 271 del CP (reclusión menor en su grado máximo y multa).
Los delitos mencionados, no excluyen la responsabilidad penal y civil
que pueda originar la sustracción de especies en custodia.
b) Inventario.
b.2) Finalidad.
Se trata de hacer una relación detallada y descriptiva de los bienes
que componen el as hereditario. Constituye, por lo mismo, una valiosa
prueba para acreditar los bienes de la sucesión. En todo caso, previene el
art. 385 que la incorporación de los bienes en el inventario no hace prueba
en cuanto al dominio de los mismos. Al respecto, Rodríguez Grez estima
que si bien no se prueba el dominio, la circunstancia de que un bien sea
inventariado constituye presunción de la posesión que sobre él tenía el
causante. Y por ende, conforme al art. 700, también haría presumir el
dominio. Así las cosas, mientras no se pruebe lo contrario, se presume que
los bienes inventariados pertenecen a la sucesión.
c) La herencia yacente.
5
c.1) Definición.
Se trata de una medida esencialmente transitoria, de carácter
administrativo y establecida en función de los intereses comprometidos
cuando no existe quien se haga cargo de los bienes dejados por el
causante en calidad de heredero.
Somarriva la define como aquella herencia que no ha sido aceptada
en el plazo de 15 días por algún heredero, siempre que no exista albacea
con tenencia de bienes designado en el testamento, o si lo hay, no ha
aceptado el albacea el cargo. Cabe prevenir que este autor trata de esta
institución en el capítulo de la aceptación y repudiación de las
asignaciones, y específicamente dentro de las reglas particulares de las
herencias.
Rodríguez Grez la concibe como un patrimonio sucesorial de
titularidad incierta, al cual la ley da un curador especial en espera de que
se fije su destino definitivo.
Esta institución abre camino a los que piensan que nuestra
legislación civil contempla los llamados “patrimonios de afectación”, que
existen en función de un conjunto de relaciones jurídicas,
independientemente de la existencia de un titular.
6
• El tenor del art. 2346: “Se puede afianzar a una persona jurídica y a
la herencia yacente”. Si puede afianzarse a la herencia yacente es
porque ella es persona, ya que no puede afianzarse a un bien o
conjunto de bienes.
7
porque nombrado, éste haya rechazado el encargo. Como se
estudiará más adelante, el albaceazgo con tenencia de bienes
excluye la herencia yacente, ya que el ejecutor testamentario, en
este caso, tiene las mismas atribuciones que el curador de la
herencia yacente (art. 1296)
iii) Es necesario que el albacea con tenencia de bienes no haya
aceptado el encargo. La aceptación puede ser expresa o tácita
(art. 1278).
8
Cabe consignar que un fallo de nuestros tribunales declara que,
frente a una herencia yacente, el cónsul extranjero sólo tiene facultad para
proponer al curador, pero no puede intervenir en las cuestiones que se
susciten con motivo de la declaración de yacencia de la herencia, ni está
autorizado para negar su calidad de tal al heredero que acepta, ni para
discutir su derecho a ella.
9
• Puede ejercer todas las acciones judiciales que corresponden al
difunto respecto de los bienes que componen la herencia y las
defensas que procedan para asegurar y conservar dichos bienes.
10
c.10) Algunos efectos especiales de la declaración de herencia yacente.
Al menos pueden señalarse tres efectos especiales en relación a la
herencia yacente:
i) La prescripción ordinaria se suspende en lo concerniente a los
bienes comprendidos en la herencia yacente. El plazo de
prescripción queda suspendido entre la declaración de herencia
yacente y la aceptación de la herencia por cualquiera de los
herederos. Queda de esta forma resguardado el interés de los
herederos ausentes, aun de la negligencia del curador designado,
cuando no interrumpe las prescripciones que puedan afectar los
bienes de la herencia.
ii) La herencia yacente conduce a la herencia vacante. Esta, es
aquella que no tiene herederos y que es deferida en último
término al Fisco (art. 995). La herencia yacente es un estado
transitorio que dará lugar a la herencia vacante, sea parcial o
totalmente, como consecuencia de que el Fisco concurra a
aceptarla. Puede suceder que la herencia vacante tenga la calidad
de tal sin necesidad de pasar por el estado de herencia yacente
(un fallo declara que no procede declarar yacente una herencia y
nombrarle curador si el Fisco la ha aceptado: ello, porque no
procede declarar yacente la herencia si un heredero la aceptó, y el
Fisco es heredero), o a la inversa, que la herencia yacente sea
aceptada por los herederos y no llegue jamás a ser herencia
vacante.
iii) El DFL número 336, de 1953, otorga a quien denuncia una
herencia vacante un galardón, que puede llegar hasta el 20% de
los bienes que ingresen al patrimonio fiscal. Este galardón sólo se
paga cuando los derechos de quienes disputan la herencia con el
Fisco se encuentran prescritos, salvo que el beneficiario rinda
caución suficiente de restitución de lo que se le pague en el
evento de que aparezca un heredero con mejor derecho. Cabe
precisar que la Corte Suprema ha declarado en un fallo que el
denunciante a quien se adjudique en recompensa una parte de la
herencia, no pasa por este hecho a ser heredero.
La denuncia de la herencia vacante debe hacerse ante el Ministerio
de Bienes Nacionales.
Cabe señalar que la jurisprudencia ha establecido que el Fisco no
necesita pedir la posesión efectiva de la herencia en su calidad de heredero
del residuo.
11
declara que no obsta a la extinción de la curaduría el hecho que
un tercero reclame para sí la herencia alegando mejores derechos
que quien la aceptó. El heredero adquiere la calidad de
administrador proindiviso de la herencia; por consiguiente, será
dueño de su asignación y mero tenedor de las asignaciones de los
demás herederos. Cabe indicar que el asignatario que acepta, no
adquiere por prescripción los derechos de los demás, pudiendo la
herencia llegar a ser parcialmente vacante, en la parte no
aceptada. Conforme al citado inciso y al inciso 3º del art. 1240, la
herencia yacente cesa por la aceptación de uno o más herederos,
pero se mantiene el estatuto jurídico de los curadores de la
herencia yacente respecto de los asignatarios que han aceptado,
para determinar sus atribuciones y responsabilidades. En todo
caso, la herencia yacente ha terminado, conforme al art. 491, 2º.
ii) Venta de los bienes de la sucesión. Si transcurridos cuatro años
desde el fallecimiento de la persona cuya herencia está en
curaduría, ningún heredero se presenta a aceptarla, el juez, a
petición del curador y con conocimiento de causa, puede ordenar
la venta de todos los bienes hereditarios: art. 484. El producido
se pondrá a interés con las debidas seguridades o si no las
hubiere, se depositará “en las arcas del Estado”, frase que
debemos entender hoy día referida al Banco del Estado.
Observamos que nuestro legislador estima que transcurridos
cuatro años sin que aparezca ningún heredero a aceptar la
herencia, resulta oportuno enajenar los bienes y poner fin al
estado jurídico de la herencia. La venta debe hacerse en pública
subasta, respecto de los bienes raíces y los muebles preciosos o
de valor de afección: art. 394.
12
Rodríguez Grez estima que la respuesta a la última pregunta es
negativa: no podría declararse yacente la herencia, por las siguientes
razones:
• El albacea puede tener la tenencia de una parte de los bienes del
testador, en cuyo caso respecto de ellos tiene las facultades y
obligaciones del curador de la herencia yacente; en cuanto a los
demás bienes, es un albacea general sin tenencia de bienes: así se
desprende del art. 1296. Por consiguiente, esta herencia estará
protegida por el albacea que, aun sin la tenencia de bienes, tiene
atribuciones destinadas a velar por la seguridad e integridad de los
bienes que la componen.
• El art. 1240 establece que para declarar yacente la herencia es
requisito que no exista albacea a quien el testador haya conferido la
tenencia de los bienes y que haya aceptado el encargo, sin hacer
distingo alguno sobre si la tenencia de bienes comprende todos los
de la sucesión o sólo una parte de ellos.
• No parece posible que en una misma sucesión coexista un albacea
con tenencia de parte de los bienes del testador y un curador de la
herencia yacente encargado de administrar los bienes restantes.
• Finalmente, el albacea sin tenencia de bienes, es un curador de
bienes y como tal, en ausencia de los herederos, y a falta de
disposición en el título de los ejecutores testamentarios que resuelva
este problema, tiene las facultades que a los curadores de la
herencia yacente les confieren los arts. 487 a 490.
d) Medidas precautorias.
13
UUNDECIMA PARTE: DE LA DEFENSA DE LAS ASIGNACIONES.
a) Naturaleza de la acción.
c.3) Es una acción patrimonial, esto es, dados sus fines, es susceptible de
avaluación pecuniaria. Persigue la acción un fin de carácter económico, un
beneficio apreciable en dinero. Esta característica trae consigo ciertas
consecuencias: la acción es renunciable, transferible, transmisible y
prescriptible.
Analizaremos estas consecuencias en las siguientes características.
a) Concepto y generalidades.
c.4) Es una acción patrimonial, con todas las consecuencias jurídicas que
de ello derivan.
a) Generalidades.
b) Requisitos.
c) Tramitación.
1.- Concepto.
a) Es intuito personae.
b) Es intransmisible.
c) Es indelegable.
e) Es remunerado.
a) Por regla general, sólo las personas naturales pueden ser albaceas.
8.1. Obligaciones.
10.1. Concepto.
Los artículos 1330 y 1331 señalan las materias de las que no puede
conocer el partidor:
• Es incompetente para decidir quiénes son los partícipes y cuáles sus
respectivos derechos (por ejemplo, validez o nulidad del testamento,
vínculos de parentesco, desheredamientos, incapacidades,
indignidades, etc). Art. 1330.
Ambas materias deben estar resueltas por la justicia ordinaria, con
antelación a la partición. Si eventualmente se presentaren estas
materias en el curso de la partición, ésta deberá suspenderse hasta
resolverlas.
• Es incompetente para resolver cuáles son los bienes comunes y las
pretensiones sobre dominio exclusivo (art. 1331).
Podría ocurrir que alguien alegue un derecho exclusivo sobre un
bien, y por ende exija excluirlo de la partición. En todo caso, a
diferencia de la hipótesis anterior, no se suspenderá en principio la
partición, sin perjuicio de excluir de la misma, por el momento, el
bien en cuestión. Si los bienes sobre los cuáles se alega dominio
exclusivo conformaren una parte considerable de la masa partible,
podrá suspenderse la partición. De resultar infundada en definitiva
la pretensión, se procederá como lo establece el art. 1349, es decir,
se hará la partición del bien o de los bienes.
a) Facción de inventario.
a) Liquidación.
a.1) Concepto.
Consiste en establecer el valor en dinero del derecho de cada uno de
los partícipes.
b) Distribución.
b.1) Concepto.
Es la repartición entre los comuneros de bienes que satisfagan sus
derechos.
Para efectuar dicha repartición, el partidor se atendrá, primero, al
acuerdo unánime de las partes. A falta de dicho acuerdo, el partidor se
sujetará a las normas supletorias de la ley (art. 1334).
a) Concepto de adjudicación.
a) Justificación.
___________________****____________________
1
cumplimiento de la condición. Lo anterior tiene sentido, pues mientras la
condición esté pendiente, el asignatario condicional no adquiere ningún
derecho, salvo el impetrar medidas conservativas, como todo acreedor
condicional.
Tratándose de la repudiación, puede efectuarse después de la
muerte del causante, aún cuando esté pendiente una condición (artículo
1226, inciso 2º). En este caso, podríamos decir que el asignatario renuncia
a cumplir con la condición impuesta por el causante.
Sintetizando las dos reglas anteriores, puede afirmarse que es
posible aceptar una vez deferida la asignación, mientras que cabe repudiar
con la sola apertura de la sucesión.
En principio, no hay plazo para una u otra cosa. Sin embargo, la ley
se pone en el caso que la indefinición del asignatario origine perjuicios a
terceros. Por ello, el tercero interesado (un acreedor o un legatario o
donatario mortis causa, por ejemplo), podrá demandar al asignatario para
que declare si acepta o repudia (artículo 1232, inciso 1º). En esta
hipótesis, operan las siguientes reglas:
• el asignatario demandado deberá optar en el plazo de 40 días,
contado desde la notificación de la demanda (la ley dice “dentro de
los 40 días subsiguientes al de la demanda”, pero ha de entenderse
que se trata de la notificación de la misma); la doctrina llama a este
período “plazo para deliberar”;
• el juez está facultado para prorrogar el plazo, hasta por un año, por
ausencia del asignatario, o estar situados los bienes en lugar
distante (de manera de dar un plazo al asignatario para apreciar la
cuantía de los mismos) o por cualquier otro “grave motivo” (cuestión
que queda entregada a la prudencia del juez);
• durante el transcurso del plazo, el asignatario podrá:
+ inspeccionar el o los bienes que componen la asignación;
+ inspeccionar las cuentas y papeles de la sucesión;
+ implorar las providencias conservativas que le conciernan;
• pendiente el plazo, el asignatario no estará obligado al pago de
ninguna deuda hereditaria o testamentaria (pero podrá ser obligado
al pago el albacea o curador de la herencia yacente, en sus casos);
• si el asignatario demandado estuviere ausente y no compareciere por
sí o a través de un representante, se le nombrará curador de bienes,
quien lo representará y aceptará con beneficio de inventario;
• si transcurrido el plazo de 40 días o la prórroga el asignatario no
acepta, se entenderá que repudia (artículo 1233).
2
Por las consecuencias que puede ocasionar la aceptación o
repudiación de la asignación, es lógico que la ley exija plena capacidad
para quien opta por una u otra opción (artículo 1225). Por ello, los
incapaces han de aceptar o repudiar a través de sus representantes
legales.
Pero la ley establece ciertas restricciones a la aceptación o
repudiación de los representantes legales de un incapaz:
• el guardador deberá aceptar la herencia deferida a su pupilo, con
beneficio de inventario (artículo 397);
• para repudiar la herencia deferida a su pupilo, el guardador requiere
autorización judicial (artículo 397);
• para aceptar un legado deferido al pupilo, que le impone
obligaciones o gravámenes, deberá procederse previamente a la
tasación de las cosas legadas (artículo 398);
• el padre o madre que ejerza la patria potestad del hijo, deberá
someterse a las reglas antes señaladas, aplicables a los curadores,
para aceptar o repudiar una herencia deferida al menor no
emancipado (artículo 255).
c) Son indivisibles.
No puede aceptarse una parte o cuota de una asignación y repudiar
el resto (artículo 1228, inciso 1º);
Con todo, si opera el derecho de transmisión (artículo 957) y son
varios los herederos del transmitido, cada uno de dichos herederos podrá
aceptar o repudiar su cuota (artículo 1228, inciso 2º).
Recordemos que opera el derecho de transmisión cuando el
transmitido a quien se defirió una herencia o legado fallece sin alcanzar a
aceptar o repudiar la asignación, caso en el cual transmite a sus propios
herederos la facultad para aceptar o repudiar.
Puede ocurrir también que se defieran varias asignaciones, caso en
el cual podrá el asignatario aceptar unas y repudiar otras (artículo 1229).
Excepcionalmente, la ley no admite repudiar la asignación gravada y
aceptar la otra, a menos que:
3
• se defieran separadamente por derecho de acrecimiento o de
transmisión o de sustitución vulgar o fideicomisaria; o
• se haya concedido al asignatario la facultad de repudiar
separadamente (se entiende que por el causante, en su testamento).
d) Son irrevocables.
Por regla general, el asignatario no puede retractarse de su
aceptación o repudiación.
El art. 1234 dispone que aceptada la asignación con los requisitos
legales, no podrá rescindirse, salvo:
• si medió dolo o fuerza para obtener la aceptación; o
• si medió lesión grave a virtud de disposiciones testamentarias de que
no se tenía noticia al tiempo de aceptar. Se entiende por lesión grave
la que disminuye el valor total de la asignación en más de la mitad.
Como puede observarse, la ley sólo admite la posibilidad de pedir que
se declare la nulidad del acto de aceptación, por las causales señaladas,
descartando entonces la simple revocación del acto de aceptación de
parte del interesado.
Lo anterior se aplica incluso para la aceptación de los incapaces.
Reglas similares se aplican para la repudiación, por mandato del art.
1237.
4
Tanto las herencias como los legados pueden aceptarse expresa o
tácitamente. A pesar de que el art. 1241 sólo alude a la aceptación tácita
de las herencias, no se divisan razones para excluir dicha forma de
aceptación para los legados.
5
Puede ocurrir que el asignatario repudie una asignación en perjuicio
de sus acreedores, quienes de aceptarla, podrían embargar los bienes que
la componen y pagarse con su producido. Para evitar dicho perjuicio a los
acreedores, éstos pueden aceptar por el deudor, previa autorización
judicial (art. 1238). En este caso, la repudiación no se “rescinde”·(la
expresión utilizada por la ley es incorrecta, pues debió decir “revoca”, ya
que no se trata de una hipótesis de nulidad relativa) sino a favor de los
acreedores y hasta concurrencia de sus créditos. En el sobrante, subsiste
la repudiación.
Nos encontramos ante uno de los casos en que la ley autoriza a los
acreedores para ejercitar la acción oblicua o subrogatoria.
6
excepción a dicho principio general. Para que se configure la excepción, se
requiere:
• Que un acreedor hereditario o testamentario accione contra el
presunto heredero;
• Que el demandado sea judicialmente declarado heredero o
condenado como tal.
Cumpliendo con los dos supuestos anteriores, el heredero se entenderá
serlo respecto de los demás acreedores, sin necesidad de nuevo juicio.
Aquí radica entonces la excepción al principio general del artículo 3.
La misma regla se aplica cuando se trate de una resolución judicial que
declare que el heredero aceptó la herencia, ya sea pura y simplemente,
ya sea con beneficio de inventario.
__________________*****___________________
7
DECIMO QUINTA PARTE: EL BENEFICIO DE INVENTARIO.
1.- Concepto.
1
3.- Efectos que se originan, cuando las personas jurídicas de
derecho público y los incapaces, debidamente representados, no
aceptan la herencia con beneficio de inventario.
Son tales:
a) Aquél que hace actos de heredero (art. 1252). En efecto, quien realiza
actos de heredero puro y simple, no puede después pretender
aceptar la herencia con beneficio de inventario. Para determinar
cuándo existe acto de heredero, nos remitimos a lo señalado en su
oportunidad, respecto de los artículos 1242 y 1244;
b) Aquél que maliciosamente, omite mencionar ciertos bienes en el
inventario o incluye deudas inexistentes (art. 1256). Estamos ante
un heredero que actúa con dolo, omitiendo bienes del inventario o
incrementando las deudas ficticiamente. La ley lo sanciona, no
obstante haber hecho inventario solemne, privándolo del beneficio de
inventario y obligándolo entonces a responder ilimitadamente.
2
Se zanja así el problema que se originaría para los acreedores,
frente a algunos herederos que responderían ilimitadamente y otros que
lo harían sólo hasta cierto monto.
3
otro ministro de fe. En el inventario se dejará constancia de la
protocolización (arts. 859 y ss. del CPC).
El inventario solemne es instrumento público.
4
b) Las deudas y los créditos del heredero beneficiario no se confunden
con las deudas y créditos de la sucesión (arts. 1259 y 1669).
No opera por tanto entre la sucesión y el heredero el modo de
extinguir confusión, de manera que el heredero podrá demandar a la
sucesión para que ésta le pague aquello que el causante debía al
primero y a la inversa, la sucesión podrá demandar al heredero para
obtener el pago de lo que éste debía a la primera.
c) Si el heredero paga con recursos propios, más allá del valor de los
bienes que ha recibido a título de heredero beneficiario, opera una
subrogación legal, en virtud de la cual el heredero sustituye al acreedor
en sus acciones y derechos contra la sucesión (art. 1610 Nº 4). Dos son
entonces los requisitos que deben cumplirse para que opere la
subrogación:
• Que el heredero pague una deuda hereditaria; y
• Que pague con recursos propios, a consecuencia de haberse
agotado los bienes que recibió del causante.
d) Los bienes propios del heredero se confunden con los bienes del
causante que se reciben por herencia. Con todo, esta confusión no
alcanza a las preferencias de primera y cuarta clase (art. 2487). Los
acreedores podrán alegar sus privilegios de primera y cuarta clase sobre
los bienes comprendidos en el beneficio de inventario. La confusión
tampoco se extiende, según vimos, a las deudas y créditos de la
sucesión, los que no se confunden con las deudas y créditos del
heredero. Así las cosas, la confusión se restringe sólo a los bienes
corporales y a los derechos reales.
Somarriva, admitiendo que el punto es de suyo discutible, afirma
que parece preferible sostener que el beneficio de inventario no trae
consigo la separación de los patrimonios del causante y de los
herederos, y que, en consecuencia, los acreedores hereditarios pueden
hacer efectivos sus derechos tanto en los bienes del uno como del otro,
pero sólo hasta el monto de lo que el heredero recibe a título de
herencia. Se basa, principalmente, en los siguientes argumentos:
• En el art. 1247, al definir el beneficio de inventario, se limita la
responsabilidad del heredero al monto de lo recibido a título de
herencia y no a los bienes que adquiera en dicha forma; se
responde hasta el “valor total” de los bienes recibidos por
herencia, no “con los bienes”;
• El art. 1260, inciso 2º, al ponerse en el caso de pérdida de algún
bien hereditario por caso fortuito, hace responsable al heredero
de los “valores” en que dichos bienes hubieren sido tasados;
• Si el beneficio de inventario trajese consigo la separación de
patrimonios, y los acreedores hereditarios sólo pudiesen perseguir
los bienes del causante, el legislador forzosamente debió haber
limitado la facultad de disposición de los herederos respecto de
los bienes hereditarios, cosa que no hizo; el heredero puede
enajenar dichos bienes, sin cortapisas;
5
Sin embargo, a juicio de Ramón Meza Barros, el beneficio de
inventario produce una separación de patrimonios. Sostiene que el
beneficio de inventario produce una separación de los patrimonios del
causante y del heredero. De aceptar esta tesis, surge una importante
consecuencia: el beneficio de inventario no solamente restringiría la
cuantía de la responsabilidad de los herederos frente a las deudas
hereditarias y cargas testamentarias, sino que pondría a cubierto sus
bienes propios de la persecución de los acreedores hereditarios y
testamentarios.
Es cierto que la ley no ha señalado expresamente que el beneficio de
inventario impide perseguir los bienes propios del heredero, pero lo
anterior fluiría, a juicio del autor citado, de diversas disposiciones
legales:
• No se explica de otro modo que el beneficio de inventario impida
que se extingan por confusión las obligaciones mutuas del
causante y heredero (arts. 1259 y 1669); es decir, el heredero
conserva el derecho de cobrar en el patrimonio hereditario sus
créditos y la obligación de pagar las deudas que tenía con el
causante; Rodríguez Grez rebate a Meza Barros, afirmando que se
trata de normas excepcionales (porque si la regla general fuera la
separación de patrimonios, no habría para qué haberlo reiterado
en los dos artículos citados), sólo relativas a las deudas y créditos
de la sucesión; en lo demás, se confunden los bienes del heredero
y de la sucesión;
• Si el heredero beneficiario paga con su propio dinero las deudas
hereditarias, se subroga en los derechos de los acreedores para
conseguir el reembolso de lo pagado (art. 1610 Nº 4);
• En las normas de la prelación de créditos, el art. 2487 dispone
que las preferencias de primera clase que afectaban los bienes del
causante, afectarán de la misma manera los bienes del heredero,
salvo que éste haya aceptado con beneficio de inventario, porque
en este caso, afectarán solamente los bienes inventariados (art.
2487, inciso 1º). Esta regla es aplicable también a los créditos
preferentes de cuarta clase (art. 2487, inciso 2º); Rodríguez Grez
señala, al efecto, que Meza Barros no advierte nuevamente que si
la ley debió decir en el art. 2487 que para los efectos de las
citadas preferencias opera una separación de patrimonios, tal no
es la regla general: de lo contrario, el art. 2487 sería innecesario,
redundante y no tendría razón de ser. Como la regla general sería
la confusión de patrimonios, se hizo necesario incluir una norma
expresa que dispone lo contrario, la que por ende, constituye una
excepción a dicha regla.
• Signo de esta responsabilidad propter rem del heredero
beneficiario (o sea, sólo sobre ciertos bienes, los heredados), es la
facultad de liberarse abandonando a los acreedores los bienes
sucesorios. Es responsable sólo en la medida que conserve dichos
bienes; deja de serlo cuando los abandona; o sea, está obligado
“en razón de la cosa”, propter rem, y no cuando deja de poseer;
6
• Los arts. 1262 y 1263 permiten al heredero beneficiario liberarse
de ulterior responsabilidad alegando y probando que los bienes
sucesorios se encuentran “consumidos” en el pago de las deudas
hereditarias y cargas testamentarias. Como puede constatarse, la
ley no dice que queda liberado el heredero que ha satisfecho
deudas hasta un cierto monto, sino que aquél que ha invertido en
el pago todos los bienes hereditarios.
La jurisprudencia, se ha inclinado por la tesis de la mayoría.
7
dominio en virtud de una dación en pago. Frente a este silencio del
legislador, parece preferible, agrega el autor mencionado, inclinarse
por estimar que estamos ante una dación en pago, pues el legislador
no ha exigido la realización de los bienes. En la misma línea, está
Rodríguez Grez.
Ramón Meza Barros difiere de tal conclusión: señala que tocará a los
acreedores, como consecuencia del abandono, la administración de
los bienes y la tarea de proceder a su realización, conservando el
heredero el carácter de dueño de los bienes, y pudiendo recuperarlos
pagando las deudas hereditarias y testamentarias (antes de la
subasta, se entiende).
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