Toms, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con
ellos cuando lleg Jess. Los otros discpulos le dijeron: "Hemos visto al Seor!". El les respondi: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creer". Ocho das ms tarde, estaban de nuevo los discpulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Toms. Entonces apareci Jess, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "La paz est con ustedes!". Luego dijo a Toms: "Trae aqu tu dedo: aqu estn mis manos. Acerca tu mano: Mtela en mi costado. En adelante no seas incrdulo, sino hombre de fe". Tomas respondi: "Seor mo y Dios mo!". Jess le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. Felices los que creen sin haber visto!".
Extrado de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Agustn (354-430), obispo de Hipona (frica del Norte), doctor
de la Iglesia Sermn 88
Dichosos los que crean sin haber visto
La dbil fe de los discpulos era tan vacilante que, no contentos con ver al Seor resucitado, quieren, adems, tocarle para creer en l. No les bastaba ver con los ojos, queran acercar sus manos a sus miembros y tocar las cicatrices de sus recientes heridas. Es despus de haber tocado y reconocido las cicatrices que el discpulo incrdulo exclam: Seor mo y Dios mo! Estas cicatrices revelaban a aquel que, en los otros, curaba todas sus heridas. Acaso el Seor no hubiera podido resucitar sin cicatrices? Es que el Seor vea en el corazn de sus discpulos unas llagas que slo podan ser curadas con las cicatrices que conservaba en su cuerpo.
Y qu es lo que responde el Seor a esta confesin de fe de su
discpulo que dice: Seor mo y Dios mo!? Porque me has visto has credo. Dichosos los que crean sin haber visto. De quin habla, hermanos, sino de nosotros? Y no tan slo de nosotros sino de los que vendrn despus de nosotros. Porque, poco tiempo despus, cuando l ya no puede ser visto con los ojos mortales, para hacer ms fuerte la fe en los corazones, todos los que han llegado a creer han credo sin haber visto, y su fe tiene un gran mrito: para llegar a ella han acercado a l no una mano que le quera tocar, sino tan slo un corazn amante.