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Competitividad.

Miguel Ángel Torres Castillo

Las actividades diarias conectadas con las relaciones interpersonales nos


llevan a pensar en sobresalir del grupo en que nos desenvolvemos, lo que nos
hace ocuparnos del término “competitividad” como un valor o característica no
solo como una acción ya que como personas profesionales, poniendo el
termino en su forma particular, necesitamos marcar la diferencia contra los
que nos rodean, ya sea en la empresa en la que laboramos, en el ámbito
familiar, social y sobretodo en un plano propiamente personal, es decir, día a
día buscamos superar al Yo del día de ayer.

Enfocándonos en el tema económico, a lo largo de los últimos tiempos han


surgido diversas opiniones, como se menciona en el artículo “Aproximación a la
competitividad” las diferentes corrientes del pensamiento la tachan como un
mal no necesario mientras que por otro lado creen que es lo mejor que puede
existir, aunque es un término que implícitamente siempre se ha presentado en
la vida diaria, ha tomado una forma importante, tanto que gracias al concepto
estudiado han surgido o han tomado una importancia científica palabras como
calidad e innovación aplicados a la industria y a lo cotidiano.

Esto último nos obliga a exigirnos más, como es mencionado en uno de los
párrafos, en lo dinámico, visión, misión, creatividad, valor agregado, talento
humano calificado y promoción de la investigación y todo esto es medible
calificando los resultados y el liderazgo.

Ahora, viendo el término en el plano industrial, cada empresa tiene el


compromiso de generar valor a sus acciones, comenzando por identificar sus
áreas de oportunidad haciéndolas cada vez un menor número atacando las de
mayor efecto y evitando que las de menos importancia cobren una magnitud
que ponga en riesgo el alcance de las metas.

Entre más grande sea una empresa más complejo es la aplicación de la


competitividad ya que se presentan carreras diarias entre personal de los
diferentes departamentos, sin mencionar, como ejemplo, que un vendedor
necesita vender más que su coequipero para ser tomado en cuenta en el
nuevo proyecto de expansión o simplemente para poder ocupar la vacante de
divisional de ventas que se generó el día de ayer.

Mientras exista un cliente al que se debe de complacer se deberán de poner


metas más ambiciosas después de las ya rebasadas, y esto se presenta de
manera tanto interna como externa en las empresas, mientras más áreas de
oportunidad tengamos, más competitivos deberemos de ser contra nosotros
mismos, como un ejemplo personal le presento el siguiente caso.
Me desempeño como administrativo en el puesto de Coordinador de
Capacitación en el departamento de vehículos y reporto directamente a la
gerencia. Hace unas semanas pertenecíamos a la dirección de operaciones,
esto nos ocupaba en ser puramente, sino, en gran medida a enfocarnos a la
operación propia del departamento, como lo dice la misión, “Proporcionar el
equipo de transportación óptimo para ejercer la actividad de venta con alto
aprovechamiento”, nuestra directriz era estudiar las estadísticas y los cálculos
numéricos sin importarnos demasiado las exigencias del cliente, en este caso,
el departamento de ventas. Esto cambió cuando pasamos de pertenecer a
operaciones a ser parte de la dirección de servicios, la cual identificó de
manera rápida nuestra carencia del enfoque a la satisfacción total del cliente,
esto provoco un giro a las competencias del personal por que estas debían
incluir términos como presencia, cortesía, preocupación hacia el cliente y de
cierta manera es una ventaja ya que nos convertirá en un departamento más
completo, que domina un plano muy importante en estos tiempos de
globalización, la Calidad del Servicio al Cliente.

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