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El Coronel est preso, en Martn Garca. Eva, sola en Buenos Aires. Imposible
saber si conoca la treta. Mientras, Domingo Mercante recibe, por va segura,
instrucciones precisas.
La jornada lleg. El efecto fue demoledor, las columnas que bajaron del cordn
industrial -el titnico trabajo de los gremialistas de la carne, liderados por
Reyes-, el slido apoyo del movimiento obrero organizado, el respaldo de la
Polica, el quedo de las principales figuras del gobierno. Las conferencias en
Casa Rosada. Farrell no se juega. Avalos, derrotado, llega al Hospital Militar.
Una ltima reunin en la sede de gobierno: jaque mate. Afuera, miles
esperaran al Coronel, y no se iran de all hasta escucharlo. Ello finalmente
ocurrira, en una histrica alocucin. Pern volvera con los suyos. En pocos
das se casara con Eva. Su testigo, Domingo Mercante. Festejara tambin
Carillo. Aunque, paradojas de la vida y la muerte, Pern caera en 1955, sin
ninguno de ellos a su lado.
Pero no todo fue astucia y logstica. Hubo cientos de miles -en la plaza, en sus
calles, en sus casas- resueltos a no perder sus derechos. A no dilapidar lo
conseguido. A custodiar las oportunidades que se abran en una Argentina que
reclamaba cambios, y que adems haba encontrado a un dirigente capaz de
llevarlos adelante. A defender una salida electoral para el pas, cerrando un
ciclo que slo podra tener sentido si culminaba en breve, para dejar paso a un
Presidente electo. Sin ese respaldo, todo esfuerzo hubiera sido intil.