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Ignacio tenía un pez naranja en una pecera que parecía sentirse encerrado. Luego de darle más espacio en una pileta pública, el pez se sentía solo, así que Ignacio le consiguió un compañero. Más tarde, ambos peces necesitaban más espacio, por lo que Ignacio decidió liberarlos en un río.
Ignacio tenía un pez naranja en una pecera que parecía sentirse encerrado. Luego de darle más espacio en una pileta pública, el pez se sentía solo, así que Ignacio le consiguió un compañero. Más tarde, ambos peces necesitaban más espacio, por lo que Ignacio decidió liberarlos en un río.
Ignacio tenía un pez naranja en una pecera que parecía sentirse encerrado. Luego de darle más espacio en una pileta pública, el pez se sentía solo, así que Ignacio le consiguió un compañero. Más tarde, ambos peces necesitaban más espacio, por lo que Ignacio decidió liberarlos en un río.
T ena Ignacio una pecera con un pez de color naranja
y aletas y cola plateadas. Da a da lo alimentaba y le cambiaba el agua. Lo quera mucho y en verdad se preocupaba de l. Se quedaba largo rato mirndolo nadar en redondo o detenerse a mirar hacia fuera. Un da vio muchas burbujas en la superficie del agua y a su pez moviendo la boca como diciendo algo. Trat de adivinar qu sera y comprendi lo que deca: Me siento encerrado, me siento encerrado Ignacio se apen mucho, porque le gustaba tener el pez en su pieza. Pero decidi que era mejor darle un espacio ms grande. Cogi su pecera y fue a la plaza, donde haba una pileta grande con agua; pero no haba peces. Lo deposit all con suavidad y vio cmo se alejaba moviendo la cola en seal de contento. Cada da iba a la plaza y se detena a mirar a su pez. Le llevaba alimento, y l se acercaba reconocindolo. Pasaron varias semanas y nuevamente aparecieron burbujas en la superficie que le indicaron a Ignacio que el pez quera hablar. Se detuvo, lo mir fijamente y crey or: Me siento solo Me siento solo Entonces pidi a su padre que le regalase, si poda, otro pez, pues el suyo quera compaa. Su padre le trajo uno pequeo, azul, con cola y aletas verdes; y cuando lo recibi, Ignacio corri con l a la plaza. Pececito, pececito! Ven aqu! lo llam. Ya no estars ms solo. Y ech al agua a su nuevo amigo, quien fue al encuentro del pez naranja. Suban y bajaban dentro de la pileta, juntos los dos. Parecan contentos acompaados. Ignacio sigui visitndolos y llevndoles comida. Se vean cada da ms grandes y la pileta pareca pequea para ellos. El nio se dio cuenta de eso cuando vio las burbujas que le indicaban que su pez quera decirle algo. Lo mir atentamente y crey ver que le deca: Necesitamos ms espacio, necesitamos ms espacio Ignacio se entristeci mucho. l pensaba que los peces eran felices, y no lo eran. Crea que su cario y cuidados bastaban, y no era as. l quera a sus peces. Qu hacer? Repentinamente record que al da siguiente ira de paseo con sus padres y hermanos al campo. All estaba el ro, lleno de espacio y agua. Llevara a los peces en su pecera y los entregara al ro. Este se encargara de alimentarlos y darles un hogar amplio y a su gusto. Adis, pececitos! Adis! les dijo. Y, desde un rincn de la arena los ech al agua. Junto a ellos cay tambin una lgrima suya. Mara Eugenia Coeymans. En Cuentos para conversar. Santiago: Nueva Patris, 2007 El pez naranja de aletas plateadas T ena Ignacio una pecera con un pez de color naranja y aletas y cola plateadas. Da a da lo alimentaba y le cambiaba el agua. Lo quera mucho y en verdad se preocupaba de l. Se quedaba largo rato mirndolo nadar en redondo o detenerse a mirar hacia fuera. Un da vio muchas burbujas en la superficie del agua y a su pez moviendo la boca como diciendo algo. Trat de adivinar qu sera y comprendi lo que deca: Me siento encerrado, me siento encerrado Ignacio se apen mucho, porque le gustaba tener el pez en su pieza. Pero decidi que era mejor darle un espacio ms grande. Cogi su pecera y fue a la plaza, donde haba una pileta grande con agua; pero no haba peces. Lo deposit all con suavidad y vio cmo se alejaba moviendo la cola en seal de contento. Cada da iba a la plaza y se detena a mirar a su pez. Le llevaba alimento, y l se acercaba reconocindolo. Pasaron varias semanas y nuevamente aparecieron burbujas en la superficie que le indicaron a Ignacio que el pez quera hablar. Se detuvo, lo mir fijamente y crey or: Me siento solo Me siento solo Entonces pidi a su padre que le regalase, si poda, otro pez, pues el suyo quera compaa. Su padre le trajo uno pequeo, azul, con cola y aletas verdes; y cuando lo recibi, Ignacio corri con l a la plaza. Pececito, pececito! Ven aqu! lo llam. Ya no estars ms solo. Y ech al agua a su nuevo amigo, quien fue al encuentro del pez naranja. Suban y bajaban dentro de la pileta, juntos los dos. Parecan contentos acompaados. Ignacio sigui visitndolos y llevndoles comida. Se vean cada da ms grandes y la pileta pareca pequea para ellos. El nio se dio cuenta de eso cuando vio las burbujas que le indicaban que su pez quera decirle algo. Lo mir atentamente y crey ver que le deca: Necesitamos ms espacio, necesitamos ms espacio Ignacio se entristeci mucho. l pensaba que los peces eran felices, y no lo eran. Crea que su cario y cuidados bastaban, y no era as. l quera a sus peces. Qu hacer? Repentinamente record que al da siguiente ira de paseo con sus padres y hermanos al campo. All estaba el ro, lleno de espacio y agua. Llevara a los peces en su pecera y los entregara al ro. Este se encargara de alimentarlos y darles un hogar amplio y a su gusto. Adis, pececitos! Adis! les dijo. Y, desde un rincn de la arena los ech al agua. Junto a ellos cay tambin una lgrima suya. Mara Eugenia Coeymans. En Cuentos para conversar. Santiago: Nueva Patris, 2007