Política

1936
nitor
El 12 de agosto de 1936, un
tren de Jaén llegó al apeadero
de Santa Catalina, en Vallecas,
Los pasajeros eran 254
'derechistas', más medio
centenar de guardias civiles que
les escoltaban hacia la prisión de
Alcalá de Henares. Ninguno llegó
a su destino. Hasta hoy no se
supo dónde tueron fusilados.
ÉPOCA lo ha descubierto.
SANTIAGO MATA_

UNQUE EL NÚMERO DE ASESI-

• nados en esta matanza su-
H pera al de los trenes del
^•I^B ll-M, no hay en Vallecas
|^L^^Bpada que recuerde a las
Mvíctimas de esta primera
gran masacre de civiles cometida en la
Guerra Civil española. Los familiares
de los muertos nunca visitaron el lu-
gar, ya que sólo fueron una vez a Valle-
cas, terminada la guerra, para identifi-
car los restos. Hoy día no pueden hon-
rarlos, ya que reposan en la cripta de
la catedral de Jaén, que está cerrada al

28 ÉPOCA DOMINGO 8 DE AGOSTO DE 2010

 -

PARÓ EN VALLEC AS

\ \

\ A v
público. Las víctimas han caído en el
olvido, salvo, quizá, la más conocida
de ellas: Manuel Basulto Jiménez,
obispo de Jaén.
El pasado 21 de junio, la Congrega-
ción Vaticana para las Causas de los
Santos dictaminó, mediante un
acuerdo unánime de ocho consulto-
res, que la muerte de Basulto había
sido un martirio, es decir, que lo ma-
taron por odio a la fe. Como prueba
de ello, se menciona que el obispo
fue detenido publicándose calumnias
contra él (que se iba a escapar con
nueve millones); que se le impidió ir
a la capilla para consumir el Santísi-
mo Sacramento, dándole como res-
puesta blasfemias; que pasó por la
nave de la catedral bendiciendo ca-
mino del martirio y bajo las burlas de
los milicianos; que en el camino del
tren pidieron la cabeza del obispo en
Alcázar de San Juan y Vallecas y en
otras estaciones del trayecto; y que
cuando le dieron la noticia de que iba
a ser trasladado a aquel tren que le
llevaría a la muerte dijo serenamen-
te: "Todo sea por Dios".
:
E:
L MISTERIO SOBRE EL LUGAR DONDE
fueron asesinados el obispo
Basulto y otras 193 personas
! está resuelto: el tren fue deteni-
do en el apeadero de Santa Catalina,
última estación antes de la de Atocha,
desde donde debía desviarse hacia Al-
calá. Uno de los guardias civiles, So-
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Tras hablar
con el Gobierno,
el teniente dijo:
"Llévense
a los presos"
tero Peña Villalta, relató en 1939
que, al llegar a las 15.00 horas a Santa
Catalina, les esperaban 50 guardias de
Asalto a las órdenes de un teniente "al
objeto de prestar auxilio a la fuerza
conductora de los referidos presos".
Pero también había "un gran tumulto
de personal, al parecer milicianos, y
entre estos bastantes mujeres y tanto
unos como otros se encontraban ar-
mados de rifles, escopetas, fusiles, pis-
tolas y otras armas, los cuales intenta-
ban matar a los conducidos".
El teniente de Asalto se puso al ha-
bla por teléfono "con el entonces Go-
bierno", relata el guardia Peña, y
"transcurrido un plazo como de dos
horas observó el que habla que el alu-
dido teniente se quitaba del aparato
telefónico, diciendo a las turbas las
siguientes palabras: 'Ya pueden uste-
des llevarse los presos, pero que a
esto no hay derecho'. Inmediatamen-
te todo el personal que allí había se
subió al tren, poniendo éste en mar-
cha en distinta dirección de la que
había traído".
El desvío que tomó el tren fue la vía
del ferrocarril de circunvalación de
Vallecas, que hoy rodea el recinto de
Mercamadrid. El lugar en que se detu-
vo el convoy lo identificó Delfín Gar-
cía Palomo, uno de los ferroviarios
de la compañía MZA: "sobre las 11.40
se presentaron unos milicianos arma-
dos con una bandera roja, que dyeron
que estaba próximo a llegar un tren de
presos fascistas de Jaén y que allí no
podía trabajar nadie, obligando al de-
clarante a marcharse a su vivienda,
que era la casilla doble, sita en aque-
llas proximidades. Sobre las 16.30 de
la tarde llegó el tren esperado, que
había avanzado desde Santa Catali-
na, quedando situada la cola del tren
a unos cuatro metros de la casa del
declarante".
La casilla doble estaba situada en la
intersección de la vía con la carretera
de Villaverde a Vallecas. Hoy la vía pa-
sa sobre esa carretera por un puente
con dos ojos. Nada en ese lugar re-
cuerda que allí se cometiera la matan-
za del Tren de la Muerte. De hecho, el
olvido va más allá de la cuestión geo-
gráfica: se diría que nadie se ha moles-
Arriba: lugar donde estaba la
'casilla doble'. Abajo: Aquí
estaba el apeadero de Santa
Catalina.
tado nunca en explicar el cómo y por
qué de aquel crimen espeluznante.
L PROCEDIMIENTO DE LOS ASESINA-
E '
:
tos es conocido, ya que hubo
supervivientes. No está clara,
! en cambio, la cifra de vícti-
mas, ya que según la lista de la cárcel
de Jaén, salieron 245 presos, y en el
cementerio de Vallecas se enterra-
ron 189 cadáveres. Pero, repasando
las listas de las localidades afectadas
(Adamuz, en Córdoba, y los pueblos
jienenses de Cazorla, Beas de Segura
y Peal de Becerro, más la capital),
salen 194 asesinados el 12 de agosto,
21 que murieron más tarde (algunos
en el asalto a la Cárcel Modelo 10 dí-
as después, otros en Paracuellos,
etc.) y 39 supervivientes: en total,
254 presos.
Hasta hoy perdura la mentira de la
propaganda republicana, según la cu-
al estas matanzas sucedían por casua-
lidad. Por casualidad 200 milicianos
esperaron a un tren en una estación
donde no tenía que parar. Por casuali-
dad, en la casilla doble, donde los mi-
licianos pararon el trabajo a las 11.40,
había hacia las 17.00 entre mil y dos
mil personas, incluidas mujeres y ni-
ños, que jalearon el imprevisto espec-
táculo. "El 80% de los habitantes de
Vallecas presenció la matanza del tren
de Jaén", declararía en 1941 Simón
Gómez Sancho, maestro en el Puen-
te de Vallecas.
El obispo de Jaén, Manuel Basultp, cuya
muerte ha sido declarada 'martirial'.
Los ejecutores pertenecían a las
tres checas del Puente de Vallecas:
una del PSOE, otra del PCE y otra de
la CNT. El comité revolucionario tri-
partito usaba como ejecutores a Los
cinco diablos rojos, capitaneados por
Gregorio García (alias Goyo) y An-
tonio Ariño Ramis (alias el Cata-
lán). Otro de sus miembros era Emi-
La matanza fne
instigada por
los diputados
socialistas
Peris y Quero
lio Soriano, que había sido jefe de po-
licía en Jaén. El comité contiguo, de
Vallecas, se distinguió por emplear
tres ametralladoras, a las órdenes de
Marcelo Hernández Sáez (alias el
Barbas), que dirigió la saca de presos
y los ametrallamientos. El Barbas ha-
bía anunciado la matanza a los milicia-
nos del control de Portazgo, ordenan-
do que a partir de mediodía no dejaran
pasar a nadie. Hernández hizo carre-
ra en el Ejército Popular de la Repúbli-
ca, llegando a ser coronel jefe de la 44a
Brigada Mixta, en el frente de Teruel.
A RESPONSABILIDAD ÚLTIMA DE LO
I sucedido con el Tren de la
Muerte hay que buscarla en Ja-
én. Aunque el gobernador civil
quisiera evacuar a los presos para evi-
tar su asesinato, otros elementos del
Frente Popular aprovecharon sus con-
tactos en Madrid para conseguir lo
contrario. Los diputados socialistas
Alejandro Peris Caruana y José Ló-
pez Quero, y el comunista Nemesio
Pozuelo, aparecen ya el 20 de julio co-
mo los organizadores del asalto al con-
vento jienense de la Merced.
Peris avisó de la salida del tren des-
de Radio Jaén, mientras que López
Quero hizo las gestiones telefónicas.
Peris, desde el día 10, "excitaba a los
radioyentes del trayecto a que se por-
taran como hombres y a ver qué ha-
cían con los presos, todo ello en tono
de provocación, para que los asesina-
ran", según el testimonio de Manuel
Gómez de Uríbarri, hermano de uno
de los asesinados. La consecuencia: 11
asesinados en el tren que salió el día 11
de agosto, y 194 en el del día 12.
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