Daniela Cristancho, Santiago Cubillos, Eduardo Daz, Thomas Jansasoy, Ivn Jaramillo.

De fritanga a langosta

La gente suele decir que uno es lo que come, por mi parte hoy me encuentro sentado
en el centro, comiendo la popular fritanga. Pienso en esa frase porque me llama la
atencin la idea de ser el producto de comer chorizo grasoso, morcilla grasosa, y as,
todo un poco ms grasoso que lo anterior- pero eso no es malo- me digo para mis
adentros.

Entonces pienso que puedo ser, de esta manera, muchas otras cosas, porque justo
ahora podra comer cualquier otro alimento. Si lo veo as, todos podramos en
determinado momento ser lo que sea que caiga en frente a nosotros y est servido en
un plato, sobre todo si tenemos hambre, nos transformamos en cualquier cosa.
Levanto la mirada y veo a la gente que me rodea, todos somos fritanga, entonces tomo
la decisin que hace llamativo este da, voy a cambiar quien soy, voy a transformarme
con la ciudad! Decido salir del sitio y dirigirme haca el norte, dejar que me antoje, que
me seduzca con sus olores y colores, todas son posibilidades para ser algo distinto el
da de hoy.

Ya estoy afuera, lo que me rodea me abruma, tantos sabores para sentir, tantas cosas
para comer, me subo al carro y tomo la carrera sptima, va cambiando lentamente el
ambiente, cambian las ofertas de comida, cambia la gente, a medida que voy para el
norte voy viendo como las personas que pasan cambian su ropa, su forma de caminar,
su forma de actuar, miro las paredes, miro los edificios, miro la calle.

-Es verdad, puede que la gente sea lo que come- pienso mirando por la ventana del
carro. Veo pasar perros calientes, sandwiches, arepas de huevo y arepas paisas,
empanadas de pollo, de carne, de dudosa procedencia. La comida nos come y nos
convierte en ella; la gente me mirar a travs del vidrio del carro y pensar que va
manejando una fritanga...

El esfuerzo que invertimos en aparentar es intil, deberamos enfocarnos en decidir

bien qu comer, gastar el tiempo en esa eleccin que hacemos ms o menos tres veces
al da, imagnense!, tres veces al da dejamos de ser alguien, para convertirnos en otro
que ya almorz, o que ya cen.

Sigo avanzando y llego a Usaqun. en mi recorrido he visto tanta comida que tengo
hambre, ms hambre que al principio de esta historia, entro a un restaurante que me
parece muy atractivo y dentro veo una chica Salmn, una chica raviolis de salmn
especficamente, que bien se ve! me antoje, pedir un plato cmo esa mujer.