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prohistoria 3 - 1999 Indicios y estrategias. Lucha por el poder en Buenos Aires durante el critico ano de 1820.' FABIAN HERRERO (UBA) Resumen: En este trabajo se analiza la intensa lucha politica desarrollada por los grupos confederacionistas y ex centralistas durante 1820 en Buenos Aires. A diferencia de Jo postulado por las perspectivas clésicas historia institucional y historia politica- los enfrentamientos por el poder en la provincia fueron mucho mas equilibrados, constituyéndose de este modo un escenario politico abierto a diversas alternativas. Palabras clave: Federalismo - Partido - Faccién - Politica - Buenos Aires. Abstract: ‘This article examines the strong politic struggle developed between federalist and ex-centralist groups during 1820 in Buenos Aires. Discussing with the classic political and institutional history the author proposes that the conflicts of power were balanced offering many and differents chances to both groups in the political frame. Keywords: Federalism - Political Party - Faction - Politics - Buenos Aires. Este texto es parte de mi tesis de doctorado en Histona, «Federalistas de Buenos Aires. 1810- 1820. Una mirada sobre la politica posrevolucionaria.», UBA, 1998, inédita. Quiero expresar mi agradecimiento a mi director José Carlos Chiaramonte, al profesor Jorge Gelman por sus valiosas observaciones, asimismo, me he beneficiado enormente con los comentarios de los arbitros anéni- mos de la revista. -111- Herxexo, F., «lndicios y estrategias. Lucha...» reciente inestabilidad, domin la situacién politica de Buenos Aires en la llama- da crisis del afio veinte*, Ninguna faccién podia alcanzar el poder por su propia fuerza, al mismo tiempo, es la primera ver, si tomamos como lapso temporal a toda la década revolucionaria, que Buenos Aires no puede dominar a las demas provin- cias 0. al menos, tener una fuerza predominante sobre ellas, Los ex centralistas, prin- cipalmente aquellos vinculados con el Directorio de Pueyrredén,estaban desacreditados Iue- ‘20 de caer vencidos en Cepeda, siendo cuestionados en ese sentido, por el vencedor Ejército del Litoral que no le reconoce legitimidad politica. En otras palabras, un nuevo gobierno provincial s6lo seria elegido con la «aprobacién» de aquellos jefes militares? . Recordemos ‘que los confederacionistas, por su lado, después de caer derrotados en 1816, tampoco logran reunir una fuerza suficiente para disputar el poder, sobre todo, porque luego de aquel tltimo fio sus principales miembros fueron desterrados* {Por qué los caudillos del Litoral no parecen estar dispuestos a seguir avanzando, militar- mente, sobre Buenos Aires? En ese sentido, se ha sefialado que tal estrategia hubiera costado ‘demasiado, bésicamente, porque las fuerzas portuguesas en la Banda Oriental constituian, en ‘esas horas, un peligro real al que no resultaba conveniente desconocer.’ Dentro de esta pers- pectiva, un entendimiento entre Buenos Aires y los caudillos de! litoral* se tora altamente Paral andliss de las elaciones politicas entre Buenos Aires y el esto de las Provincias Unidas del Rio de La Plata, puede consultarse el excelente estudio de HALPERIN DONGHI, Tulio, Revol cidn y Guerra. Formacién de una élite dirigente en la argentina criolla, Siglo Veintiuno, 1979. Especialmente, pp. 316 a 380. Asimismo, ha resultado muy valiosa la lectura de los siguientes ttabajos: HALPERIN DONGHI, Tulio, Historia Argentina. De la revolucién de independencia a la confederacién rosista, Paidés, 1993. pp. 105 a 143. REYES ABADIE, Washington, Artigas y ‘elfederalismo.en l Riode la Plata, 1811-1820, tomo 2, Ediciones de la Banda Oriental, 1994. pp. 269 a279, BUSANICHE, José Luis, Historia Argentina, Ediciones Solar, 1984. 411 2 448, RO. MERO, José Luis, Las ideas polticas en Argentina, Fondo de Cultura Econémica, 1994. pp. 65 98. RAVIGNANI, Emilio, Historia Constitucional de la Republica Argentina, tomo 1, Buenos Aires, 1930, pp. 381 a 425. STREET, John, Artigas y la emancipacién del Uruguay, Barrerio y Ramos S.A., Montevideo, 1959, pp. 231 a 244. BETHEL, Leslie, ed., Historia de América Latina, Cambridge University Press, Editorial Critica, 6. América Latina, independiente, 1820- 1870, pp. 264 a 319. «La anarquia del afio 1820 en Buenos Aires desde el punto de vista institucional», por LEVENE, Ricardo. pp. VIl a CXLV. En Publicaciones del Archivo Historico de la Provincia de Buenos Aires. Documentos del Archivo. Acuerdos de la Honorable Jurta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires (1820-182!) Tomo V, Volumen I, Afio 1820. La Plata, 1932, SEGRETI, Carlos, El pais disuelto, 1820-1821, Editorial de Belgrano, 1982. IRAZUSTA, Julio, «Ensayo sobre el aio 20 0 la crisis de a autoridad tradicional», en Ensayos Histdricos, La Vor del Plata editorial, Buenos Aires, 1952. HALPERIN DONGHI, Tulio, Revolucin ob. cit, pp. 338 2 340. ‘Véase capitulo I de nuestra tesis, HERRERO, Fabidn, «Federalistas.b. cit HALPERIN DONGHI, Tulio, Revolucién..ob. cit. pp. 343 y 44 BUSANICHE, José, Historia Argentina..ob. cit. p.413, -112- prohistoria 3 - 1999 probable, especialmente sia la amenaza portuguesa a las espaldas de aquellas provincias, le attadimos la necesidad de volver al orden y la paz por parte dela élite de Buenos Aires, como ha sefialado insistentemente la historiografia del periodo: constituyen datos imprescindibles para la reconstruccién de un orden.” En relacién con la schalada «creciente inestabilidad», hay una perspectiva del desorden {que me gustaria tratar aquf*. Se ha sostenido que éste engendira reacciones contrarias, vacila- cones, es la confusién y la inestabilidad, el movimiento que aligera la pesadez del orden preexistente, la abundancia de 1o nuevo, lo que da todas sus oportunidades a una libertad nueva y fecunda, Y es precisamente en ese marco donde el desorden se vuelve creador. los periodos de transicién ejercen, entonces, una verdadera fascinacién, son vistos como aquellos {que hacen retroceder las fronteras de lo imposible. en los cuales se realizan rupturas y avan- ces’, Bl futuro se transforma, de esta manera, en un lugar abierto donde los diversos actores politicos intentardn cumplir sus deseos. Dentro de esta verdadera frontera de lo posible nues- tra hip6iesis consiste en mostrar laexistencia, en ese frégil orden politico que puede extender- se alos meses de febrero y setiembre de 1820, de un empate de fuerzas entre los partidarios confederacionistas 0 aliancistas y los adictos alex centralismo de Buenos Aires. Ambas ten- ‘dencias, en ese escenario politico recién creado, creen perfectamente posible una salida polit capara la provincia acorde a sus objetivos. Asimismo, trataremos de verificar que,en algunos ‘momentos entre los mencionados meses de este aio, los federales logran obtener mas poder {que susadversarios politicos. La importancia de nuestro trabajo radica en sefalar que laalianza entre Buenos Aires y el Titoral, supone un acuerdo previo entre los distintos sectores politicos de esia provincia. En observar cémo en un momento de crisis, como el que viven, donde se abre un campo de posibilidades hacia cl futuro, los distintos partidos de Buenos Aires se pensaban capaces de poder hegemonizar el poder de la provincia para su faccién. De este modo, sefialaremos dos partes: en un primer lugar, nos centraremos en las estrategias politics de los grupos federalistas ‘yex centralistas entre los meses de febrero y setiembre, ya que durante esos meses, ambas facciones intentarén imponerse. Nos detendremos, en segundo lugar, en los meses siguientes ‘cuando los ex centralistas se apoderan del poder provincial de manera mésestable. Detengdmonos un instante en dos aclaraciones previas: Carlo Ginzburg advirti6 bella- ‘mente c6mo la lengua ola cultura, en nuestro caso el escenario politico, ofrece al individuo un horizonte de posibilidades latentes, una jaula flexible ¢ indivisible para ejeroer dentro de ella lapropia libertad condicionada’®. A lo largo de nuestro estudio ~no temamos insistiren ello- HALPERIN DONGHI Tulio, Revolucién..ob. cit. p. 344, BALANDIER, Georges, El desorden, La teoria del caus \ las ciencias sociates. Elogio de la {fecundidad dei movimiento. Gedisa, 1993. p. 11 ° id © GINZBURG, Carlo, El Queso y los gusanos. Elcosmos. segin un molinero del siglo XVT, Muchnik ceditores, 1986. p. 22 -113- Heraeno, F., «lndicios y estrategias. Lucha...» intentaremos observar cémo las diversas facciones se mostraron, muy nitidamente, como pro- tagonistas de aque! escenario traumético recreado en 1820. A diferencia de lo postulado por las perspectivas cldsicas ~historia institucional e historia politica- los enfrentamicntos por el poder en la provincia fueron mucho més equilibrados, constituyéndose de este modo un esce- nario politico abiertoa diversas alternativas. La eleccién de una estrategia que combina for- mas narrativas y analticas se tornan, a nuestros ojos, altamente explicativas en cuanto nos permite «reduciendo la escala de observacién» una mejor visualizacién de nuestro objeto de estudio. De este modo, queremos recorrer aquellos dias furiosos e inciertos colocando los obstéculos que se interpongan en la investigacién como elementos consttutivos de la docu- ‘mentaci6n y por lo tanto los ubicaremos como una parte més de! relato". ‘Una segunda aclaracién alude a la definicidn del grupo opositor al federalista. Los grupos politicos dominantes de la primera década revolucionaria no se identifican a si mismos ni como centralisas, como los deniominamos nosotros, ni como directoriales como los Haman algunos historiadores. No adoptan ningiin nombre preciso porque eso implicarfa aceptar que acttian detrés de una facci6n, idea que unsnimemente es mal vista. Sin embargo, en Buenos Aires se menciona con aquellos nombres a los partidos. Y son precisamente los opositores los ‘que utilizan esas denominaciones. Nuestra hip6tesis es que no existen los lamados unitarios durante esta década, Existe un cierto consenso entre los historiadores en considerar al centra- lismo portefio en estos términos: llevar la revolucién todas partes desde un gobierno fuerte- mente centralizado, Resulta importante sefialar,ademés, que las distintas facciones que cons- Lituyen los mencionados gobiernos centralistas de Buenos Aires no son homogéneas, en esia linea, no es extranio por ejemplo observar partidarios republicanos y monarquicos convivien- do enel mismo gobiemo. Estos gobiernos, por otra parte, se encarnan institucionalmente en poderes que rigen anivel “nacional”, entre ellas, las diversas Juntas, el Directorio, el Cabildo ‘gobernador de 1815 que momenténeamente asumi¢ aquel rol, los Congresos nacionales'? {Por qué hablamos de ex centralistas durante 18202. Esta denominaciGn es provisoria en cuanto atin no nos conforma, pero-al menos los términos que usamos resultan adecuados para seflalar a aquel grupo politico. Este afio constituye el primer momento, en toda la década revolucionaria, donde no existe un poder a nivel nacional. Como advertimos, la expresiGn ex centralistas nonos satisface demasiado, por ejemplo, si son ex se supone que ya no son centra- listas sino de otras ideas 0 de ninguna. Dentro de esta perspectiva aclaramos que ex no se reflere a este tltimo sentido, sino a que no son los centralistas que eran sino que, sin dejar de pretender ser centralistas, no pueden afirmar ahora su centralismo, porque en primer lugar, ya ‘no hay un poder a nivel nacional que permita que se justfique esta posicién. Y, en segundo GINZBURG, Carlo, "Microhistoria: dos o tres cosas que sé deel Historia, Ao V, n8, 1995. pp. 60 y 61 Centralistas, ditectorales, indistintamente son sefialados de esta manera por diversos hisloriadores, come Mitre, Levene, Barba, José Luis Romero, Halperin. por slo nombrar algunos de ellos. ‘Véase nuestra introduccién en HERRERO, Fabifn, «Federalistas..ob. cit. "en Entrepasados. Revista de “114 prohistoria 3 - 1999 término, no pueden decirlo abiertamente, porque estén durante Casi todo el afo veinte en debilidad de fuerza frente alos federales del litoral. En tercer lugar, defienden ciertos t6picos Centralistas pero no saben, en verdad, si podrén volver a aquel mismo centralismo en Buenos ‘Aires. Nos referimos, para mencionar un ejemplo, a ideas centralizadoras como las facultades ‘extraordinarias, mds alld que ahora rijan a nivel provincial En definitiva, ex centralista marca esta ambigiedad, no son lo que eran, actores que diri- ‘gen un gobiemo «nacional» desde Buenos Aires, porque el contexto politico donde funciona- ba aquella idea -cafda de los poderes nacionales, debilidad de fuerzas con otras facciones de Buenos Aires, como asf también, frente a las provincias de litoral-no existe més. Pero cons- tituyen una tendencia politica que quisiera ser -por eso pelean por medidas centralistas peroa nivel provincial, como la preeminencia militar- aquello que éstos mismos actores fueron casi hasta ayer o antes de ayer, Juan Ramén Balcarce, Martin Rodriguez... Esta ambigiedad defi- nea los grupos centralistas, de la década revolucionaria, que durante la crisis del afio veinte devienen en un grupo que esti fuertemente tensionado: asf, por un lado desean volver sobre Ciertas ideas, pero por otro lado, se encuentran dentro de una nueva realidad politica que ya no toleraa aquellas en su totalidad. I EMPATE DE FUERZAS ENTRE FEDERALISTAS Y EX CENTRALISTAS. 1, La formacién de un nuevo gobierno. Después de Cepedi que ser montonero»."” ‘Como advertimos mas arriba, el paisaje politico portefio cambié notablermente en los ini- cios del afio 20, La sefialada actitud de los hombres del Litoral, de no permitir un nuevo elenco gobernante proclive al régimen politico anterior. oblig6 a que se convocara a un cabil- do abierto que se reuni el 16 de febrero". En este nuevo escenario, {Cuil es laestrategia que despliegan las facciones de Buenos Aires? Para sefalar algunos indicios que nos ayuden a desentrafiar esa estrategia, quisiéramos se nos permita transcribirim extenso lacarta que, cl 5 de febrero, Miguel Soler, federalistay uno de los militares de poder en la provincia, le escribe ‘aJuan Pedro Aguirre; ex centralista y Alcalde de primer voto del cabildo de Buenos Aires, es decir, quien momenténeamente se presenta como la maxima autoridad de ta provincia: ‘n la actual crisis honrosa del pais esté VS destinado a salvarlo, Tan alta confianza se . «Carta de José Julin Beldustegui a Francisco Antonio de Beliustegui». Buenos Aires, 17 de febrero de 1820, némero 88. en El doctor Rufino de Elizalde y su época vista a través de su archivo, Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofia y Letras, 4 tomos. 1967-1970. “115+ Hosxaezo, F. «lndicios y estrategias, Lucha...» Estado por principio de interés comiin. En este caso al nuevo gobierno que se forme co- rresponde sehalar las naciones amigas y enemi gas. Las demds condiciones son accidenta- les y el honor se deja el discerir sobre ella El segundo objeto es el cambio que las circuns- tancias exigiesen en la administracién activa y pasiva del Estado, Los vicios de que es acusada la han hecho gravosa. Esta desacrediiada hasta el extremo,..Pero a nosotros no debe ocuparnos la clasificaciGn de los miembros que la componen: entre ellos hay buenos muy buenos sujetos, separémoslo de todo influjo_y 1a autoridad a quien correspéndalos Juzgarse...»(Subrayado mio) El federalista Soler tratade ganar espacio para su partido. Su argumento es el siguiente: acep- tar la proposicién, que suponia bien harian los caudillos del Litoral, de cambiar el sistema politico centralista por el de la confederacién oalianza y,al mismo tiempo, excluiry juzgar a aquellos que han desacreditado al gobiemo de Buenos Aires. Este segundo aspecto involucra alos ex centralistas que eran adictos a Pueyrred6n, es decir, odos aquellos que integraron la facci6n que eneam6 el anterior Directorio y que, en los tltimos afios, ha perseguido a los ‘confederacionistas de Buenos Aires. Pero, zpor qué Soler no ataca.a todos ls ex centralistas| por igual? Simplemente, porque necesita hacer una alianza con los partidarios de éstas ideas ‘Yatdemés, porque mas alld de sus dese0s, aquel grupo directorial o centralsta, avin mantiene cl predominio politico en la provincia. Tengamos presente que, en esos dias de febrero, las facciones federalistas son minoritarias, De este modo, como veremos, Aguire seréel ex cen- tralista con mayor consenso, por eso no es exagerado Soler cuando afirma que éste tiltimo «. El discurso federal, entonces, a favor y en contra, apa- revi en Buenos Aires como suelen hacerlo los cuerpos en los pantanos, casi intactos, como si alguien los hubiese enterrado allf hace mucho tiempo y ahora reaparecieran envueltos en un halo de misterio. Si hemos utilizado una imagen de los relatos de suspenso es porque, precisa- ‘mente, puede ayudarnos ailustraresas vidas signadas por la sibita inclusicn y exclusion del escenario publico, Por otra parte, porque esa sensacién de «fantasmas» esa repentina presen- cia-ausencia en el escenario politico por parte de los federales resume, se nos ocurre, aquella ‘eonfictiva participacién politica. 2. El gobernador federal Manuel de Sarratea. De febrero a mayo. C6mo es la convivencia entre las facciones que integran la aianza formalizada en el Cabildo Abierto de febrero? Por cierto, en esa convivencia entre los distintos partidos que forman parte de la reciente alianza politica, nuevamente se recre6 el clima de recelos que ‘dominé los encuentros anteriores de aquellas facciones" . Dentro de la alianza, cada facci6n intentard colocarse como la fuerza dominante. Habré, entonces, una pulseada permanente por poder provincial. Sobre este clima conflictivo anotemos un ejemplo. El gobemador Sarratea, ‘conforme al articulo 7 del Tratado de Paz que acabata de firmarse, estaba dispuesto a proce- * Tbid. pp. 345 y 346. * Véase capitulos I y Ill en HERRERO Fabisn «Federalistas.» ob. cit, -118- prohistoria 3 - 1999 der, de inmediato, instruyendo el proceso contra los crimenes cometidos por miembros de la anterior administraciGn’. Por un oficio a la Junta en nota reservada, con fecha 29 de febrero, el gobemador afirma: «V. H.no dude por un momento que se trama una contrarrevolucién muy préxima y que se tramacon fondos, con poder efectivo de una faccién que ha logrado corromper y complicar la mayor y mas poderosa parte del Estado en todas sus clases.».” Eneste clima conspirativo, Sarratea consideraba que el juicio alos que resultaran culpables -«con adopeién de las providencias que demandaba la seguridad pablica. eran los medios mais adecuados para desbaratar esos planes revolucionarios™ . El gobiemo se consolidarfa, alejan- do toda sospecha de complicidad, y las provincias quedarian satisfechas de que se consultan sus derechos: «y el mismo tratado de paz y federacidn, dice Sarratea, tomard la consistencia ue no tiene hasta hoy aunque sea triste decirlo»” ‘{Cémo responde la Junta, con mayorfa ex centralista a la propuesta del gobernador fede- ral de juzgara los miembros del caido Directorio? Debié aceptar la proposicién de Sarratca, ‘porque responde a aspectos claves del tratado firmado recientemente™®. Pero para ello, propo- nia la forma en que se juzgaria a los posibles responsables" asimismo, por otra parte, inten- tarn devolverle el ataque. En el mismo oficio. enviado al gobernador. agregaban que ya se esparcfam las alarmantes noticias de que el ahora federalista «Alvear y sus prosélitos vendrian de un dia para otroa la ciudad, expresindole que serfa muy oportuno se diera una proclama persuadiendo al pueblo de la falsedad y malicia de semejantes anuncios»”. Recordemas que ‘Alvear debe esconderse en la ciudad porque su presencia es rechazada por los vecinos de la ‘capital, al mismo tiempo, Sarratea es permanentemente acusado por la prensa de Buenos Aires de proteger al antiguo Director. Tanto el mencionado proceso, como Ta actitud que ¢! gobierno provincial debia tomar contra Alvear. quedaron suspendidas. momenténeamente por la revolucicn ex centralista producida en esos dfas. En esta linea, pensamos que desentra- jiarestas acciones del gobernador y a Junta, resultan tiles para comprender la lucha abierta ‘entre las facciones de Buenos Aires. Ahora, observaremos cémo una de estas facciones ex centralistas pretende apoderarse del poder por la fuerza, {Cusiles fueron los motivos que precipitaron larevolucién de marzo? La mds concluyente fue, sin duda, la noticia -tratada en la sesién de la Junta del 4 de marzo- que paiblicamente corria de que las tropas federales: «no habian evacuado el territorio de la pro- vincia, como debian haberlo verificado en cumplimiento de los tratados»"*. El primero de Citado en LEVENE, Ricardo Publicaciones..ob. cit. sin numerar, Ibid id. Ibid > Ibid. "Ibid. © Did. id. -119- Henxzko, F. «Indicios y estrategias. Lucha...» marzo, desde el cuartel general de Olivos, Juan Ramén Balcarce comunicaba la nueva situa- ‘cin tanto ala Junta como al Cabildo: «E122 del préximo pasado después de hecho el armi ticio debimos ser atacados y atin sc ha dicho que con artilleria de la que se franqued al Ejército Federal», En esta titima parte podria encontrarse la explicacin de los proximos sucesos. Larevolucién se ponfa en marcha, E16 de marzo, diversos ciudadanos se reunieron en la Plazade la Victoria clevando un petitorio en el cual declaran que el actual gobiemo nocra de su confianza, asimismo afirman, que debia cesar en sus funciones nombrandose persona de autoridad.”* Balcarce, impuesto momenténeamente™ fue Gobernador con las facultades ‘omnimodas, conferidas directamente por aquella multitud, «La farsa» de Balcarce,como la MamaZa Gazeia” , duré a semana del 6 al 11 de marzo, Finalmente, Sarratea, fue repuesto en su cargo con laintervencién de Ramirez. Dos dias después, el Cabildo dejaba consiancia que e! nombramiento de Balcarce, «hecho porn corto nimero de ciudadanos faccionales al abrigo de la fuerza militar»™ era, en pocas palabras, «nulo y violento»™. i.Quién apoyaba a Juan Ramén Balcarce? ;Cusiles eran sus objetivos revolucionarios? PPrincipalmente, estaba respaldado por su propia tropa de campafiay la Junta de Representan- les. Su estrategia dependia de obtener respaldo popular a través del movimiento de fuerza, porque ello le permitiria, de esa manera, legitimar su acceso a la gobernacién. Para cumplir ‘con ese propésito, también contaba com la faccidn ex centralista, con cuyos miembros gober- naria la provincia, apoydndose, a su vez, en las Hamadas Facultades Extraordinarias, Pero, ‘or qué cae? No consigue consenso popular a su arribo al gobierno de Buenos Aires y, sustancialmente, subestim6 la fuerza del Ejército det Litoral como, asimismo. alas facciones ««federales» de la provincia que disponian; ahora si, de cierta fuerzas.en la campafia® ‘Ramirez, entonces, ayuda a Sarratea a recuperar su cargo en el gobierno de Buenos Aires. {jHabré que sefialar, en la restitucién del gobernador, una prucha mas de esa caracterizacién historiografica sobre la figura de Sarratea que lo describe como un décil instrumento de Ibid, ” Acuendos del extinguido Cabildo de Buenos Aires. 6 de marzo. Tomo IX, pp. 63 a 66. Ver ade~ ‘més, carta de José Julian Beléustegui a Francisco Antonio Belaustegui, Buenos Aires, 10 de marzo de 1820, Documento, numero 90. En El doctor Rufino de Elizalde y su época vista a través de su archivo..ob. cit. % Acuerdo del extinguido Cabildo... ob. cit., 8 de marzo de 1820. » «elaciGn de lo acaecido desde el 6 del corriente hasta el 11 inclusive». La Gazeta, 22 de marzo de 1820. Relatalo ocurrido ridiculizéndolo. Entre los actores que participaron en favor de Balearce isdimos verificar los siguientes nombres: Benito Rolén, Medrano, Fraile Grela, Chavarrfa, Ma ‘nuel Galup, Agustin Garrigo, Pedro Baldovino, Felipe Soto, ™ Acuerdo del extinguide Cabildo..ob. cit, 17 de marzo de 1820. » Wid. © Parael contexto politico de esta revolucién, véase, LEVENE, Ricardo, Publicaciones..ob. ci, sin rumerar. HALPERIN DONGHL, Tullo, Revolucién..ob. cit. pp. 338.2352. BUSANICHE, losé, Historia Argentina..ob.cit. pp. ALI a 488, -120- Ramirez? Hasta aqui las sospechas en este sentido parecen evidentes. Sin embargo, cuando terminemos de reconstruir la trayectoria de este gobernador federal observaremos que estas evidencias ocultan, demasiado mal, una estrategia politica que ain no ha terminado de desplegarse. Enel nuevo paisaje politico, Sarratea se ve fortalecido con el respaldo que Ie offece Ramirez. Desa manera, todo habia cambiado luego del fracaso de Balcarce. La Junta, por su parte, se encuentra debilitada, por ello, ahora debe aceptar e] envio de auxilios militares al Lit Ramirez, por su lado, «s6lo espera esas armas para marcharse a Entre Rios que le es disputa- do». Asi, un nuevo escenario politico se ha creado después del 8 de marzo. Sarratea, nueva ‘mente en su cargo de gobernador, no dispone de tiempo para gozar de su «problemitico triun- fo»*. Para consolidarlo anuncia, nuevamente, el proceso contra los reos acusados de alta traicién en el Congreso y Directorio. El apoyo de Sarratea proviene principalmente de Soler y, ademas, del Cabildo de Buenos Aires. La estrategia del gobernador consiste en distanciarse lentamente de Ramirez y, al mismo tiempo, en obtener mas poder politico dentro de la provin- cia, para ello; intentard alcanzar alguna preponderancia en la nueva eleccién de la Junta de Representantes. En tanto se constitufa la nueva Junta de Representantes, Sarratea, pedia la reunién del Cabildo para acordar con él la solucidn de «urgentes problemas». En la reuniGn efectuada con la presencia del gobernador, no se accedié al pedido de Ramirez:* éste pretendia una ‘amnistia para aquellos que luchan con él en la campatia. EI mismo dfa, Surratea, comunicaba a Ramirez a resoluci6n tomads, explicdndole, que la amnistiaeraimposible porque Alvear ¥ Jos oficiales refugiados en su divisiGn habian causado «estragos en los pueblos»: « y ex centralistas de Buenos Aires fue de cardcter coyuntural. Si en un momento Sarratea se recues- © Véase, Introduecién, en HERRERO, Fabisn, "Federalilstas.. ob. Ci. © Acuerdos del extinguido Cabildo...ob. cit, 17 de marzo de 1820. 8 HALPERIN DONGHI. Tulio, Revoluci6n..ob. cit. p. 347. Ibid. p. 347 © LEVENE, Ricardo, Publicaciones.ob. cit. sin numerat % La Gazeta, 2 de abril de 1820. © Did «Yo fusiempre amigo de V y lo soy: sabe que no me faltan motivos de queja por laconducta que se observa hacia mi persons, no V. sino muchos de los que con V estan: sia mi me fuese permitido -121- Henkeko, F. elndicios y estrategias. Lucha.» ta en los caudillos del Litoral es para desplazar de la escena piiblica a los ex centralistas Portefios, una vez. que estos tiltimos tienen menos poder que los «federales», como sucedié después de la revolucién de Balcarce, los federales portefios intentan distanciarse de los hom- bres del Litoral: de ese modo, e! objetivo de Sarraiea. como lo fue antes el de Balcarce, es alzarse con el poder de la provincia a través de su propia faccién, Asi, no se puede caracterizar «a Sarratea como «un décil instrumento de Ramirez» y. porque.ademas.en su estrategia poli- tica no s6lo Balcarce disfrazaba sus sentimientos. En otras palabras, estin construyendo dia a «fa una estrategia politica que les permita accede al poder provincial Sinembargo, durante esos instantes donde Sarratea exhibfa sus propdsitos politicos, des- nnudaba, asimismo, su propia debitidad para levarlo a cabo. El gobemador fue castigado du- ‘amente por sus opositores, porque sospechaban que alent6 la injerencia de Carrera y Alvear en acampafa luegode la retirada de Ramirez . Disminuido, convoca a elecciones de repre- sentantes. El resultado le es adverso, y cuando intenta corregirlo impugnando de entre los electos a los que considera comprometidos con el régimen directorial. debe abandonar su ‘cargo de gobernador porque se descubre incapaz de imponer ese crterio alos representan- tes. E12 de mayo la Junta, por un oficio, dispone la cesantia del gobernador. Ante esta medida, Sarratea decide fugarse de la ciudad" 3. Del 2 de mayo al 5 de julio. Gobernadores efimeros: «lograban gobernar dos o tres dias oa més tardar una semana». 3.a. El gobernador ex centralista Ildefonso Ramos Mejia, Idefonso Ramos Mejia, presidente de Ia Junta, ocupa la gobemaci6n interina de la provin- «ia, Podria decirse que el nuevo gobernador parece encontrarse frente al limite.en el sentido ‘en que cualquier mal movimiento, politico o militar, puede hacer peligrar su gobiemo: de ese modo, para congelar coyunturalmente el conflicto extemo debe negociar con los jefes del Litoral, a quienes los ex centralistas ya haban decepcionado en marzo, por otto lado, interna- ‘mente, debe disponer de un poder suficiente que le permita ponerse por encima de las otras ‘hablar de mi mismo se convenceria V de mi justicia y sin doda se convencer4sialgdn dfa tengo el zusto de verley heblarle. Yo voy a llegar al Entre Rios y sin una arma para resstir amis enemigos aumentados en el tiempo que he empleado en servir a esta provincia. :Porqué? Por que Manuel ‘Sarratea miré siempre este asunto con una indiferencia que no debid. Voy al Arroyo del Medio y de allé no me muevo sin las armas.» (subrayado mio) Carta de Francisco Ramitez a Domingo French, San Antoniode Areco 2 de abril de 1820, itado en LEVENE, Ricardo, Publicaciones..ob. cit, sin numerar Sobre los diversos aspectos que debilitan la posici6n de Sarratea, véase, HALPERIN DONGHI, ‘Talio, Revolucién...ob. cit, pp. 347 a 349, Ibid. S\ Did % «Morulidad», Despertador Teofiléntrépico Mistico Politico, 16 de setiembre de 1820. -198- prohistoria 3 - 1999 fuerzas politcas locales * En esta linea, la Junta y el Gobernador envan Jos auxilios militares, Pedidos por los cauuillos del Litoral™. Lépez encuentra ahora en la Junta y en el Gobernador, tun nuevo punto de confianza en la provincia. Sin embargo, pensamos, se trata de una actitud ‘marcada por la coyuntura politica.** ‘Lapolftica interna de la provincia se mantuvo en una linea de tensi¢n dificil de sostener: un ‘ejemplo de ello, puede observarse en el eratio pico cuya situacién se evelaba probleméti- ca** Desde el campo militar se producen algunas modificaciones de significacion. En la sesién del 16 y 17 de mayo Nicolis Anchorena propone, y se promulga, una ley que aumenta las ‘milicias civicas.” El cambio més importante, sin embargo, consiste en que la fuerza militar del CCabildo pasa a tener una dependencia significativa del Gobemnador y la Junta’*. En esos dias, centonces, se trata de quitarle poder de alain modoal Cabildo que tiene preeminencia federalis- 1a, paralelamente, como veremos, también se intenta restar mando militar a Soler. La Junta

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