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La batalla futura
Juan Villoro
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que conservara dos dcadas despus. Supo que yo haba quedado se-
gundo en cuento y dijo: Yo apenas qued tercero en poesa, aunque
en realidad merecera una amonestacin. En sus poemas de Punto de
Partida, haba escrito: Nicanor Parra ser el antipoeta, no yo. La tra-
yectoria del autor de Nocturno de Chile sera una perpetua correccin
de sus ideas. Disfrutaba enormidades tener razn, pero slo en tiempo
presente. Luego escoga otro rumbo.
Una de sus ancdotas favoritas se refera a la militancia poltica.
Fue anarquista hasta que conoci a otro anarquista. La condicin nica
era su signo: Yo tengo un tipo de sangre que slo tienen los que han
escrito Los detectives salvajes, le dijo a Andrs Gmez. No buscaba maes-
tros ni discpulos, necesitaba a los dems para probar la fuerza de sus
intuiciones y discutirlas a fondo; en este sentido, haca de la discrepan-
cia una forma del afecto.
Era difcil olvidar lo que deca. En el remoto cctel de 1976 co-
ment que el exilio obligaba a preguntarse por la patria del poeta. Con
los aos, l encontrara este territorio en los caminos que recorren sus
personajes. Aunque no dej de verse a s mismo como alguien entrega-
do a la poesa, su mejor literatura trasvasa un gnero en otro: desde la
narrativa, recrea las condiciones que permiten el acto potico.
Ignacio Echevarra ha sostenido con acierto que la figura narrativa
dominante en Bolao es la del poeta: el investigador heterodoxo de lo
real, el detective salvaje. Si Ricardo Piglia ve al detective como una va-
riante popular del intelectual (el hombre que busca conexiones y una
teora que explique el entorno), Bolao escribe de poetas que indagan
el reverso de las cosas y transforman la experiencia en obra de arte.
Esto no necesariamente ocurre por escrito. Los poetas de Bolao viven
la accin como una esttica de vanguardia. Algunos de ellos escriben
cosas que no leemos, otros buscan la gramtica del desmadre, todos
resisten. El cuento Enrique Martn, incluido en Llamadas telefnicas,
comienza en forma emblemtica: Un poeta lo puede soportar todo. Lo
que equivale a decir que un hombre lo puede soportar todo. Pero no es
verdad: son pocas las cosas que un hombre puede soportar. Soportar de
verdad. Un poeta, en cambio, lo puede soportar todo. Con esta convic-
cin crecimos. El primer enunciado es cierto, pero conduce a la ruina,
a la locura, a la muerte.
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