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Andrej GRUBACIC
Andrej Grubacic es historiador y crítico social, y trabaja como profesor asistente en la Universidad de Belgrado. Es uno
de los fundadores del Instituto para la Investigación del Movimiento Global de la Universidad de Ljubljana (Eslovenia), y
miembro de la coalición de colectivos antiautoritarios Otro Mundo es Posible (Another World is Possible), así como del
movimiento internacional Acción Global de los Pueblos (Peoples Global Action). El texto que presentamos aquí procede
del libro Foro Social Mundial: Desafiando Imperios, de reciente publicación por El Viejo Topo.
[Se trata de la conferencia pronunciada por Andrej Grubacic en el seminario "Vida después del Capitalismo" (Foro Social
de Porto Alegre, enero de 2003). El texto original está disponible en formato pdf en
http://www.choike.org/documentos/wsf_s107_grubacic.pdf).]
"Nadie necesita otro "ismo" del siglo XIX, otra palabra que encarcele y fije el significado; otra
palabra que seduzca a un cierto número de personas hacia la claridad y la comodidad de una
caja sectaria y lleve a otros al frente del pelotón de fusilamiento o a un juicio-farsa. Las
etiquetas llevan fácilmente al fundamentalismo, las marcas producen inevitablemente
intolerancia, la delineación de doctrinas, la definición de dogmas y la limitación de la
posibilidad de cambio".
Es difícil no estar de acuerdo. No obstante, quisiera presentar y debatir aquí un "ismo" que es la
perspectiva dominante del movimiento social global post-marxista actual: el anarquismo.
Empezaré con una breve historia del anarquismo para así poder plantear posteriormente un
modelo de anarquismo moderno y las implicaciones estratégicas que se desprenden de la
aceptación de tal modelo.
Planteo que esta idea del anarquismo ha influido en la sensibilidad del "movimiento de
movimientos" del que participamos. Actualmente, el paradigma ético del anarquismo representa
la inspiración básica de nuestro movimiento, que pretende menos tomar del poder que
desenmascarar, deslegitimar y desmantelar los mecanismos de gobierno a la vez que ganar
espacios cada vez más grandes de autonomía.
Tiendo a estar de acuerdo con los que ven el anarquismo como una tendencia dentro de la
historia del pensamiento y la práctica humanas, y que no puede abarcarse en una teoría general
de la ideología, una tendencia que -al plantear la cuestión de su legitimidad- identifica las
estructuras sociales jerárquicas obligatorias y autoritarias. Si no puede responder a este desafío,
que es lo que ocurre normalmente, entonces el anarquismo se convierte en el esfuerzo por
limitar su poder y ampliar el alcance de la libertad.
El anarquismo es un fenómeno social, y sus contenidos, así como las manifestaciones en la
actividad política, cambian con el tiempo. A diferencia del resto de ideologías importantes, el
anarquismo jamás podrá tener una existencia estable y continuada sobre el terreno a través de su
presencia en el gobierno o de formar parte de un sistema de partidos. Su historia y sus
características contemporáneas están determinadas por otro factor -los ciclos de la lucha política.
Como resultado, el anarquismo tiene una tendencia "generacional", en fases históricas bastante
prudenciales, según el período de lucha en que toma forma y puede ser identificado. Como
todos los intentos de conceptualización, esto es quizás una simplificación, pero espero que sea
útil para la comprensión de este fenómeno social.
Históricamente, la primera fase del anarquismo tomó forma a través de las luchas de clases de
Europa de finales del siglo XIX, ejemplificadas tanto teórica como prácticamente por la facción
de Bakunin en la Primera Internacional. Empezó en la fase previa a 1848, llegó al apogeo con la
Comuna de Paría (1871) y disminuyó durante los años 80 del siglo XIX. Esta fue una forma
embrionaria de anarquismo, que mezclaba las tendencias anti-estatalistas, el anti-capitalismo y
el ateísmo a la vez que mantenía una dependencia esencial del proletariado cualificado urbano
como agente revolucionario. Bakunin, el gran soñador, el que era "dinamita, no hombre", en
1848, gritó: "La Novena Sinfonía de Beethoven debería ser salvada de las llamas que vienen de
la revolución mundial dando la vida". Nos dejó una de las descripciones más bonitas y quizás la
más precisa de una única idea de la tradición anarquista:
"Soy un amante fanático de la libertad, entendida como la única condición bajo la que la
inteligencia, la dignidad y la felicidad humanas pueden desarrollarse y crecer; no la
libertad puramente formal, concedida, medida y regulada por el Estado, una mentira eterna
que en realidad no representa nada más que el privilegio de unos fundado sobre la
esclavitud del resto; no la libertad individualista, egoísta, vil y ficticia alabada por la
escuela de J. J. Rousseau y otras escuelas del liberalismo burgués, que tiene en cuenta los
derechos a los que aspiran todos los hombres, representados por el Estado que limita los
derechos de cada uno -una idea que lleva inevitablemente a la reducción de los derechos de
cada uno a cero. No, me refiero al único tipo de libertad que merece este nombre, la
libertad que consiste en el pleno desarrollo de todas las capacidades materiales,
intelectuales y morales que están latentes en cada persona; la libertad que no reconoce más
restricciones que las determinadas por las leyes de nuestra propia naturaleza individual,
que no pueden ser vistas propiamente como restricciones ya que estas leyes no son
impuestas por ningún legislador externo que esté apartado de nosotros o por encima, sino
que son inmanentes e inherentes, conformando la base misma de nuestro ser material,
intelectual y moral -no nos limitan, sino que son las condiciones reales e inmediatas de
nuestra libertad".
MIJAÍL BAKUNIN[1]
La segunda fase, de los años 90 del XIX hasta la Guerra Civil rusa, fue testigo de un cambio de
orientación considerable hacia Europa del Este, y por eso tuvo una orientación más agraria. El
anarcocomunismo de Kropotkin fue el rasgo más dominante a nivel teórico, llegó a su apogeo
con el ejército de Makhno durante la Revolución Rusa y duró hasta la victoria bolchevique en
un trasfondo centroeuropeo.
La tercera fase, desde los años 20 hasta finales de los 40 del siglo XX, se centró en la
industrializada Europa Central y Occidental. Esta época vivió el auge del anarcosindicalismo en
términos de teorización, y gran parte del trabajo lo realizaron exiliados de Rusia. En ese
momento, la diferenciación entre dos tradiciones básicas en la historia del anarquismo se hizo
claramente visible: el anarcocomunismo, con, se podría decir, Kropotkin como representante; y,
por otra parte, el anarcosindicalismo, que entendía las ideas anarquistas nada más que como el
modo adecuado de organización de las altamente comlejas sociedades industriales avanzadas.
Esta tendencia del anarquismo se junta, o interrelaciona, con diversas corrientes del marxismo
de izquierdas -como el que encontramos, por ejemplo, en los Consejos Comunistas que
surgieron a partir de la tradición de Rosa Luxemburg y que más tarde representaron, de forma
apasionante, teóricos marxistas como Anton Pannekoek.
La lucha de los 60 y 70 no supuso un gran renacimiento del anarquismo, que siguió cargando
con el lastre de su historia y aún no podía adoptar un nuevo lenguaje político que no fuera de
clase. Así pues, las tendencias anarquistas estuvieron presentes en grupos muy diversos, desde
el movimiento anti-guerra, el feminismo, el situacionismo, el Black Power, etc., pero no existió
nada que pudiera identificarse positivametne como anarquismo. Durante este periodo, los grupos
explícitamente "anarquistas" eran más o menos el resultado reciclado de las dos fases previas
(comunista y sindicalista revolucionaria), y bastante sectarios. En lugar de participar en las
nuevas formas de expresión política se encerraron y a menudo adoptaron caracteres muy rígidos,
como los anarquistas de la tradición llamada "plataformista" de Makhno. Esta fue una cuarta
generación "fantasma".
Actualmente, dentro del anarquismo coexisten dos generaciones: las personas cuya formación
política se produjo en los años 60 y 70 (en realidad una reencarnación de la segunda y tercera
generación), y los jóvenes que han sido influidos por, entre otros elementos, el pensamiento
indígena, feminista, ecológico y culturalmente crítico. La primera subsiste en diferentes
Federaciones Anarquistas, los Industrial Workers of the World, la International Workers
Association, la Northeastern Federation of Anarcho-Commnunists y otros. La encarnación de la
segunda es más evidente en las redes del nuevo movimiento social. Desde mi punto de vista, la
Acción Global de los Pueblos es la principal expresión de la quinta generación del anarquismo
actual.
Lo que a veces confunde como característica del anarquismo actual es que los individuos y
grupos que lo constituyen generalmente no se refieren a sí mismos como “anarquistas”. Algunos
se toman tan en serio los principios anarquistas del anti-sectarismo y la indefinición que a veces
son reacios a llamarse a sí mismos anarquistas por esta misma razón. Pero no hay duda de que
los elementos esenciales presentes en todas las manifestaciones de la ideología anarquista están
ahí. El anti-estatismo, el anti-capitalismo y la política prefigurativa (es decir, las formas de
organización que demuestran deliberadamente el mundo que se pretende crear, o, como lo
planteó un historiador anarquista de la revolución española, “el esfuerzo por pensar no sólo las
ideas, sino los hechos del futuro mismo”). Éstos están presentes en todo, desde los colectivos de
jamming a Indymedia -que pueden llamarse anarquistas en el sentido en que hablamos de una
nueva forma. La conexión entre las dos generaciones coexistentes es muy limitada, de forma
que en general se sigue lo que hacen cada una de ellas, pero no más.
El término “tradición”, en la historia de las ideas, puede entenderse de dos formas. Una de las
formas (probablemente la más común) es que cierto pasado sea aceptado como estructura
completa que no puede o no debería ser cambiada sino que debería preservarse en su estado
sólido y legado al futuro, sin cambios. Esta forma de entender la tradición está conectada con la
parte de la naturaleza humana que describimos como conservadora, propensa al comportamiento
esterotípico -Freud hablaría incluso de “la compulsión de la repetición”. Otra forma de entender
la tradición, que es la que yo defiendo aquí, está relacionada con una forma innovadora y
creativa de revivir la experiencia histórica. Esta forma positiva de expresar el pasado se
relaciona con la otra parte de la naturaleza humana -provisonalmente considerada como
revolucionaria- que sigue a una verdad paradójicamente expresada: el deseo de cambio y, a la
vez, la sana necesidad de seguir igual.
Hoy, el diálogo entre las diferentes generaciones del anarquismo moderno es tan necesario como
plagado está de innumerables contradicciones. No es suficiente rendirse al hábito de la mayoría
de los pensadores anarquistas contemporáneos que insisten en las dicotomías. Estaría bien
abandonar la exclusividad del pensamiento de este / el otro y entablar un debate, en búsqueda de
la síntesis. ¿Es posible un modelo sintético de este tipo? Yo creo que sí.
"Un nuevo modelo de anarquismo moderno, que pueda distinguirse dentro del nuevo
movimiento social, debe ser uno que insista en la ampliación de la preocupación
antiautoritaria, así como en el abandono del reduccionismo de clase. Tal modelo debe
intentar reconocer “la totalidad de la dominación”, es decir, destacar no sólo el Estado,
sino también las relaciones de género; y no sólo la economía, sino también las relaciones
culturales y la ecología, la sexualidad y la libertad en todas las formas en que puedan
perseguirse, y cada uno de ellos no sñolo a través del prisma único de las relaciones de
autoridad, sinotambién a partir de conceptos más ricos y diversos. Este modelo no sólo no
menosprecia a la tecnología per se, sino que se familiariza con, y utiliza, diferentes tipos
de tecnología de la forma apropiada. No sólo no menosprecia a las instituciones per se, o a
las formas políticas per se, sino que intenta concebir nuevas instituciones y nuevas formas
políticas para el activismo y para una nueva sociedad, incluyendo nuevas formas de
reunión, nuevas formas de tomar decisiones, nuevas formas de coordinación, etcétera, y
más reciente unos grupos de afinidad recuperados y estructuras de comunicación. Y no
sólo no menosprecia las reformas per se, sino que lucha por definir y ganar reformas no-
reformistas, que respondan a las necesidades inmediatas de la gente y mejoren sus vidas
ahora y a la vez que avancen hacia victorias mayores, y posteriormente hacia victorias
transformadoras, en el futuro".
MICHAEL ALBERT[2]
El anarquismo puede ser efectivo sólo si contiene tres componentes esneciales: organizaciones
obreras, activistas e investigadores. ¿Cómo se puede crear la base de un anarquismo moderno a
nivel intelectual, sindical y popular? Existen diferentes ideas sobre otro tipo de anarquismo que
podría promover los valores que he mencionado anteriormente.
En primer lugar, el anarquismo debe hacerse reflexivo, en el sentido de que la lucha intelectual
debe reafirmar su lugar en el anarquismo moderno. Una de las debilidades básicas del
movimiento anarquista actual, en comparación con al época de Kropotkin o Recluse, o la de
Herbert Read, por ejemplo, es ecactamente el olvido de los imbólico y la marginación de la
eficacia de la teoría.
Los anarquistas, en lugar de criticar el famoso cuento de hadas marxista postmoderno, Imperio,
deberían escribir un Imperio anarquista. Durane mucho tiempo, el marxismo religioso ha
utilizado la teoría y por este motivo se ha dotado a sí mismo de una apariencia científica y de la
posibilidad de actuar como teoría. Actualmente, el anarquismo necesita superar los extremos del
anti-intelectualismo y el intelectualismo. Igual que Noam Chomsky, yo tampoco siento simpatía
ni tengo paciencia con ellos. Creo que la oposición entre la ciencia y el anarquismo no debería
existir.
NOAM CHOMSKY[3]
Igual que Chomsky, tengo aún menos paciencia para la extraña tendencia que se ha
extendido, de diferentes formas, dentro del anarquismo:
"Me parece extraordinario que los intelectuales de izquierdas de hoy pretendan privar a
los oprimidos no sólo de los placeres de la comprensión y la profundidad, sino también de
las herramientas para la emancipación, diciéndonos que el proyecto de la ilustración está
muerto, que debemos abandonar las ilusiones de la ciencia y la racionalidad -un mensaje
que llenará de alegría el corazón de los poderosos".
NOAM CHOMSKY[4]
Tend´ria que ayudar a los activistas y proporcionarles datos. Hay que inventar una nueva
forma de comunicación entre los activistas y los activistas expertos. Es necesario crear un
instrumento colectivo que conecte a los científicos libertarios, los trabajadores y los activistas.
Es necesario fundar institutos, revistas, comunidades científicas e internacionales anarquistas
(como la red RAP [PAN Network]). Creo que el sectarismo, que desafortunadamente es un
fenómeno muy extendido en el anarquismo moderno, perdería así su poder. Uno de los intentos
organizados de resistir al sectarismo en el anarquismo moderno es este esbozo de una nueva
internacional anarquista:
Además, el anarquismo debe recurrir a la experiencia de otros movimientos sociales. Debe ser
incluido en los cursos progresistas de ciencias sociales. Debe estar en connivencia con las ideas
provenientes de los círculos cercanos al anarquismo.
Tomemos por ejemplo la idea de la economía participativa, que representa una visión
económica anarquista par excellence, y que complementa y rectifica la tradición económica
anarquista. También sería inteligente escuchar a esas voces que alertan de la existencia de tres
grandes clases de capitalismo avanzado, y no sólo dos. Existe otra clase, que estos teóricos han
llamado clase coordinadora. Su papel es el de controlar el trabajo de la clase trabajadora. Esta es
la clase que incluye a la jerarquía gestora y a los asesores profesionales que son claves en el
sistema de control -como abogados, ingenieros, contables, etcétera. Su posición de clase se debe
a su relativa monopolización del conocimiento, sus habilidades y sus conexiones. Esto es lo que
les permite tener a cceso a las posiciones que ocupan en las jerarquías empresariales y
gubernamentales.
Otra cosa a destacar sobre la clase coordinadora es que es capaza de ser clase dirigente. Este,
de hecho, es el verdadero significado histórico de la Unión Soviética y del resto de los llamados
países comunistas. Son, en realidad, sistemas que empoderan a la clase coordinadora.
Finalmente, creo que el anarquismo moderno debe pasar a imaginar lo político. Esto no
equivale a decir que ls diferentes escuelas anarquistas no pudieran defender las formas concretas
de la organización social, aunque a menudo estuvieran en marcado desacuerdo entre ellas. Pero,
esencialmente, el anarquismo en general planteó lo que los liberales llaman "libertad negativa",
es decir, una libertad formal "de" algo, y no una libertad "para" algo.
Proudhon intentó formular una imagen concreta de la sociedad libertaria. Su intento fracasó, y
fue, en mi opinión, totalmente insatisfactorio. Sin embargo, este fracaso no debería
desanimarnos, sino apuntar hacia el camino seguido, por ejemplo, por los ecologistas sociales
de Norteamérica -un camino que lleva a la formulación de una visión política anarquista seria.
Un modelo anarquista debería abarcar el intento de responder a la siguiente pregunta: ¿cuál es el
conjunto de alternativas institucionales positivas del anarquismo a las asambleas legislativas, los
tribunales, la policía y los diferentes organismos ejecutivos?
"Necesitamos:
Ofrecer una visión política que abarque la legislación, implementación, adjudicación y
ejecución y que muestre cómo cada paso se realizaría efectivamente de forma no-
autoritaria. La promoción de los resultados positivos no sólo proporcionaría a nuestro
activismo contemporáneo una esperanza a largo plazo que es muy necesaria, sino que
también informaría nuestras respuestas inmediatas al sistema electoral, legislativo y penal
actual, y así muchas de nuestras decisiones estratégicas".
MICHAEL ALBERT[5]
Esta estrategia supone que estar en favor de una nueva sociedad no significa ignorar el dolor y
el sufrimiento actual de las personas. Lo que significa es que cuando trabajamos para abordar
los males actuales y para mejorar las cosas de forma inmediata, debemos hacerlo de formas que
nos conciencien, empoderen a nuestros sectores y desarrollen nuestras organizaciones. Lo que,
consecuentemente, lleva a una trayectoria de cambios continuos, que culminan en unas nuevas
estructuras económicas y sociales básicas. Ampliar el suelo de la jaula no ignora las luchas a
corto plazo de la gente exigiendo salarios más altos, el fin de la guerra, la discriminación
positiva, mejores condiciones laborales, presupuestos participativos, impuestos progresistas o
radicales, jornadas laborales más cortas sin reducciones salariales, la abolición del FMI -o de lo
que sea- porque reconoce cómo la conciencia y las organizaciones de la gente se desarrollan a
través de la lucha. Y evita de forma activa el desprecio de los activistas por los valientes
esfuerzos de la gente por mejorar la calidad de sus vidas.
Para concluir, creo que este modelo de anarquismo moderno podría jugar un papel importante
en la construcción, en medio de los horrores actuales del capitalismo, de un movimiento post-
marxista que reclamara los valores de la Ilustración y llevara a cabo su pleno potencial.
NOTAS
[1] BAKUNIN, Mijaíl (1871), La Comuna de París y la noción de Estado
(http://www.nodo50.org/fau/teoria_anarquista/bakunin/8.htm).
[4] Ibíd.
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