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Continu con su vida bohemia; a sus ciento treinta aos, con ms de veinte
esposas, fuerte como un guayacn, con una familia tan numerosa que si
hubiera sido poltico habra ganado todas las elecciones, no cambiara ni
cambi, era artista y as morira.
Al fin, treinta aos ms adelante, decidi poner punto final a su forma de vida
y organizar su muerte. Llam a sus esposas y dispuso: cuando muera, como
no habr artista ms grande que yo, quiero me entierren con mi guitarra,
mi elixir y el revlver por si acaso los necesite, porque dicen que all todos
los das son de fiesta; sobre todo, nada de rezos ni lgrimas, he vivido feliz
y en mi entierro todo debe ser felicidad, fue su ltima disposicin.
Ellas, entre lgrimas, le juraron que lo haran. Conformado con esta respuesta
cerr los ojos y muri.