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Estudios sobre Justicia Penal Homenaje aJ‘Profesor Julio B. J. Maier 9 Editores del Puerto Buenos Aires - 2005 La nulla coactio sine lege como pauta de trabajo ‘en materia de medidas de coercién en el proceso penal por Gustavo A. Bruzzone* 1. Introduccién La propuesta que se formula en el presente trabajo consiste en un intengo de presenta- cién de algunas pautas generales para el andlisis de las medidas de coercién jhtentando, des- de alli, extraer consecuencias i pens6 Eberhart Scumtot! y, entie tentando, desde hace muchos afios, Es- cuela Cordobesa del Derecho Procesal Penal mediante, el Prof Ds jlo B.J. Mass \ La cucstin es altamente debatible debido a que, generalmente, las medidas de coer- | | ./ nera independiente y no con una visién de conjunto ni sometidas a un control que las. | G24”, abarque a todas. + Sin perjuicio de la labor que desde hace muchos afos vienen realizando en nuestro pais otros juristas que se ocupan de los problemas que se presentan en el Derecho Proce. sal penal, es absolutamente indispensable la lectura de los trabajos realizados por Marcelo Sounne? y Luis M, Gaxcts? por constituir, mi crterio, los intentos més importantes que se han efectuado hasta este momento en nuestro pais para llegar a construit una teoria ge. neral de las medidas de coercién, debiendo destacarse, asimisma, muy especialmente el ttabajo que en la doctrina espafiola desarrollara Nicolés Gowatez Cutan Sexxanot acer- ca del principio de proporcionalidad en ese imbito que, en gran medida, ha inspirado las ideas que se sostienen en este trabajo, as{como el citado trabajo de Ebethartd Scintor que | representa el punto de partida para su elaboracidn’. | | I. El ejemplo de la “teorfa del delito” om En el marco de esa porcién del discurso juridico que denominamos teoria del delito podemos encontrar un punto de aproximacién. Todos nosotros hemos aprendido y estu- + Profesor Adjunto regular del Departamento de Derecho Penal y Derecho ProcesalPenal dels Facultad de Derecho del UBA, juerdecémara,integante da Sala dela Cara Nacional de Aplaiones en lo Gi sul y Correccional de a Cidade Buenos Aies " Zar Lene vn den srafprosesualen Zuangomanahemen, NJW, 1962, p 65. 2 Principia generale dels medidas de coercién. Enunciacn univer aplicacin en cigs nacional bo acrns en “La Ley", © 1998-, pr. 1213 y siguientes 2 La imervencin dels comenccionestekfnicar yor tecomanicaconer em el Cédigo Proce! Peal dela ‘Nac sn cheque om Blnc part ear nui vida prioada en Cuaderncsde Doctinay Jurispudenei Peal" Ed. Ad-Hoc, 67, ps 408 ya, 9719 sn, reapectvamente § Gowzsuez Conia Sstano, Nicolis, Popoconaided y derechos fundamental ene proce penl Es Cor lex, Maid, 190 5 Acerca de a obra de ete autor, y de ecu indspensable por trate del proces, en materia penal, mis destacado de la cienciajurdiaalemana, ver La findemento rio yconitacionae del Derecho prov p. nal (ead de Jue Manuel Nowe), Ed. Bibliogsfica Argentina, Buenos Ars, 1957 eee a ee 2az Gustavo A. Bruzzone diado el Derecho penal de acuerdo a las diferentes versiones que se han elaborado de la teorfa del delito y, sin perjuicio de diferencias de decalle—con todo lo que ello representa, si uno dice: delito es accién tipica, antijuridica, culpable y punible, nos viene ala mente una determinada definicién posible para poder aproximarnos a cada uno de esos niveles estra- tificados de andlisisyEsa definicién -con independencia de los contenidos que le asigne- mos a cada uno deresos niveles de andlisis— es una herramienta conceptual indispensable para la praxis en lo que hace al trabajo diario en tribunales. Para poder fundar un auto de procesamiento 0 de un sobreseimiento, en la preparacién de un dictamen fiscal requirien- do la elevacién de una causa a juicio, en la respuesta que de él realiza la defensa, en los ale- gatos al final del debare y en la redaccién de la sentencia, el discurso con el que socializa Ja discusién viene definido por las distintas versiones de la teorfa del delito. Ello nos per- mite identificar y ubicar los diferentes problemas te6ricos que el caso plantea y, de esa for- ‘ma, exponerlos de manera racional y sistemética para que aquellos a los que va dirigidos ~entrenados en el conocimiento de ese discurso— los puedan confrontar y,en su caso com- partir o refurar Este procedimiento, que pretende otorgarle racionalidad y previsibilidad al sistema penal, nos permite completar cada uno de los niveles estratificados en forma coherente pa- ra proceder a concretar ese silogismo que se debe efectuar respecto de hechos y normas, que hacemos cada vez que construimos una sentencia judicial o un dictamen fiscal. En este sentido, como herramienta conceptual, el discurso construido en torno a lo que denominamos seoria del delito es altamente util y necesario para evitar incurrir en de- cisiones cargadas de arbitrariedad a favor o en contra del imputado. Es importante desta- car que un caso penal debe contar con la solucién adecuada y que no siempre se identifi- card con alguno de los intereses en pugna. Ni debe ser necesariamente la més favorable al interés individual, generalmente ubicado en cabeza del imputado o la victima, ni la que mejor pueda representar el interés general -la sociedad. Debe siempre, y en todos los ca- 05, offecer una respuesta correcta al caso sometido a consideracién. La disputa, en conse- cuencia, gira en torno al contenido y puntos de partida desde los que se construyen los ni- veles estratificados de la teoria del delito. Lo que el anilisis sistemtico representa ¢s una superacién de la solucién t6pica a la que se suele tender muchas veces por razones de justicia material ya que, ese concepto, jus- ticia material, por constituir el paradigma de la indeterminacién, siempre esté cargado de preconceptos y prejuicios ideolégicos sobre la base de los intereses en conflicto. La solu- cin de los casos penales debe ser la correcta y para ello el discurso que la teoria del delito representa es, hasta hoy, el medio més adecuado para superar ese defecto dotando a las so- luciones a las que se lega de mayor previsibilidad. Respecto de esa forma de hacer el discurso juridico penal, aunque debamos remon- tarnos a cémo en Alemania se resolvia, ya en el siglo XIX, a propésito de tribunales que cumplfan funciones similares a las de nuestra actual Camara Nacional de Casacién Penal, somos herederos en nuestro pais de la importante labor desarrollada por Sebastian SOLER quien, en polémica con los positivistas biologicistas de su tiempo, introdujo esa forma de hacer el discurso entre los abogados penalistas; a la que luego se sumaron los aportes de ‘Nowez y Fonraw Batestra, constituyendo el tripode clisico sobre el que se desarrollé la doctrina nacional en el campo de la dogmatica penal. Afios después lo fueran reformulan- do otros, desde otros puntos de partida y otros enfoques, pero siempre enmarcados con igual método. En esa proyecci6n, magisterio mediante de D. Luis JineNez oe Asa, se en- cuentran muchos otros, entre los que se destacan Enrique Bacicaturo y Eugenio Ratil Zar- PARONI y, en la misma tradicién, mucho mis recientemente y de manera destacada incluso La nulla coacto sine lege como pauta de trabajo en el proceso penal 243 internacionalmente, por Marcelo Sacivertt, sin dudas el mds sobresaliente y trascenden- te jurista en los aspectos dogmaticos de la parte general del Derecho penal de América La- tina en este momento. ‘Aunque escriban y piensen en idiomas diferentes, as{ como el latin en otra época era dl idioma de los que fueron construyendo la institucién universidad, la Lingua franca con Ja que se produce el intercambio y comunicacién de los penalistas en este momento, ¢s la dogmatica penal a ravés de las categorias dela teoria del delito: Es en este punto donde los temas se vinculan, porque los procesalistas que se ocupan del proceso penal carecen de un instrumento similar en su sofisticacién, pero el camino se encuentra dado para lograrlo, y los esfuerzos deben ser puestos en esa direccién para avi- tar, también en materia procesal penal, el acaso y la arbitrariedad como nos ensefié hace musho tiempo Wetz. En realidad, a efectos de la imposici6n de una medida de coercién se deberia seguir cate selon al cpg ee er aiairealelnpeeiceGeeeeren una medida de seguridad. Por ejemplo, si hablamos de sipicidad, a la hora de ingresar én isis de una condiicta delictiva también debemos poder hablar de ripicidad procesal 0, més precisamente, de los tipos de las medidas de coercién. Con esto quiero llamar la atencién de todas aquellas veces que en el trabajo diario de tribunales los operadores del sistema suelen tomar decisiones trascendentes en punto a la restriccién de derechos y garantias con una cierta celeridad y sin la reflexi6n necesaria que, de existir, vendria determinada por una teoria general de las medidas de coercién. Esto se ve agravado ya que, muchas véces, esas cuestiones, en la praxis, son resueltas telefénicamente y, producto de la delegacién existente e inherente al sistema actual de or- ganizacién judicial, donde no son precisamente jueces los que lo hacen. Para citar slo un ejemplo muy comtin, al decidir sobre la incomunicacién de una persona derenida (art. 205, CPP Nacién) se suele contar exclusivamente con la decisién del secretario de actua- ién, con apoyo en drdenes generales impartidas por el juez a cargo de los asuntos que pue- den ingresar, por orden de turno, con las respectivas seccionales policiales o de otras fuer- zas de seguridad. Todo este tipo de medidas se resuelven de una manera muy répida cuando los 6rga- nos de instruccién inician una investigacin y, regularmente indica la préctica, a efectos de simplificar las tarcas planteadas se deciden, en muchos casos, irreflexivamente. or ejemplo, la doctrina se ha ocupado del problema en torno a la libertad de una per sona que esté imputada de haber cometido un delito en diferentes y variadas oportunida- des, donde se sefalan diversas circunstancias de interpretacién de los textos infraconstitu- cionales respecto de lo establecido en la Constitucién Nacional. En general, y ubicados en cl contexto de la ley procesal nacional, pero que en este tema es practicamente igual en to- do el pais, si nos limitamos a efectuar una constatacién literal de la letra del cédigo, y lee- ‘mos los arts. 316 y 317 del CPP Nacién, el procedimiento a seguir parece bastante simple: ‘sumamos los montos previstos de los delitos que entran en consideracién, y si la sumato- ria alcanza un monto de pena privativa de la libertad que supera los 8 afios o mas, y su mi- nimo supera los 3 afios, la cuestién se resuelve, automiticamente, por el encarcelamiento cautelar. Esa interpretacin, aunque respeta, aparentemente, el principio de igualdad ante laley (art. 16, CN), pulveriza el principio de presuncién de inocencia (art. 18, CN). —~ “Todos los casos ameritan consideraciones especiales. Para no violar precisamente el contexto normativo en que se debe analizar la medida de coercién de que se trate, y que vva més allé de lo que escuetamente establece la ley procesal porque, en realidad, muchas veces Ia propia letra dela ley infraconstitucional se encuentra claramente en pugna con Jo dispuesto en la Consticucién Nacional. j 244 Gustavo A. Bruzzone Supongamos que mafiana, en todo el pais, se derogan los cédigos procesales porquc, por ejemplo, una ley nacional ha regulado la etapa del juicio a través de la ley nacional de juicio porjurados (art. 75, ine. 12, CN) y no contamos con leyes procesale acordes con ese procedimiento para la etapa previa de preparacién del juicio ante los jurados. ;Cémo lo re- olveriamos? ;Existira Algiin vacio normativo? En realidad ello no constituir‘a un proble- ‘ma, porque 1o-podrlathos resolver aplicando directamente la Constitucién Nacional. Las leyes procesales no son mis que dispasictones constitucionales aplicadas, Sobre la | base de lo dispuesto en ef art. 18, CN, y dos o tres pardmetros mas para regular ciertas me- | didas de coercién, que con alguna pequefia especificacién podria realizar la jurispruden- | cia, podrfamos igualmente trabajar, siempre y cuando tengamos regulada la etapa del jui- | cio. No harfan falta osjuscs de instruc, ni voda es parafernalia normativa que regula Ja etapa instructoria, plagada de supuestos nulificantes que sélo en apariencia tutelan ga- rantias y con una hiperrecusividad que llega a limites insospechados y no hace més que en- torpecer el normal y répido avance de los procedimientos. Todo lo mencionado se lo debemos al procedimiento escrito, producto del viejo mo- delo inquisitivo espafiol del cual somos herederos no solamente en lo normativo sino tam- bign en lo cultural y, muy especialmente, a la tentacién que tienen muchos de incorporar por lectura el trabajo ya realizado por otros anticipadamente, convirtiéndose el debate, ‘muchas veces, en una escenificacién de algo ya decidido desde el primer dia. En lo que hace al encarcelamiento preventivo, como hicidamente se sefalé alguna vve2, “No so1 in condena, son condenados sin sentencia”. Es decir, actualmente contamos Con una importante cantidad de disposiciones incor- poradas alas eyes procesales que intentan regular todas y cada una de las medidas de coer- cidn, pero que no las ubican en un contexto general y, lo que es peor atin: muchas veces, al set confrontadas con la Constitucién Nacional, la contradicen. Este problema que presentan las medidas de coercién se encuentra agravado por ca- recer, con cardcter general, de una teoria o método que las unifique, lo que deberfamos i tentar revertir. De la misma manera que nos aproximamos al andlisis de un tipo penal de la parte es- pecial, con el bagaje te6rico de informacién y los institutos de la parte general, para ana- lizar sila conducta detectada en la realidad se corresponde con la norma que la descril siexisten, por ejemplo, causas de justficacién, de exclusién de la culpabilidad, etc., de la misma forma, para solicita, disponer, autorizar o controlar una medida de coercién debe- ales externas, de caricter general, para lames contar con ciertas herramientas \confrontarlas. aa ES decir, pareciera que uno puede reflexionar también respecto de las medidas de coercién de tuna manera parecida a como lo hacemos desde la teoria del delito y no sélo por consideraciones especificas en relacién a la medida de que se trate. La cuestién es es- tablecer cuales serfan los conceptos o instituciones comunes a todas las medidas de coer- cid, y cémo esa teria, a su ver, puede ser compatible con las previsiones constituciona- les en materia de garantias y derechos del ciudadano. UL, Las medidas de coercién sélo son legitimas si a sus fines azn de ser de las medidas de coer(n (o de injerensi Srganos del Estado encargados de Ta averiguac Zéacién de los delitos los medios necesatios para poder cumplir con los fines del proceso. Aunque se podrfan poner en-cti- sis, digamos que esos fines son: la averiguacién de la verdad'yel cumplimiento del dere- terial A La nulla coacti sine lege como pauta de trabajo en el proceso penal 245 Si la medida no cumple con alguna de estas finalidades no se justifica. El andlisis que se efectuard a continuacién intentar4 otorgar contenido a la fundamentacién de la moti- vacién de las medidas de coercién en general para establecer si, efectivamente, responden allos fines que persiguen o si, por el contrario, pueden ser alcanzados por otros medios no ‘tan invasivas para no alteraf el equilibrio que debe resperarse entre Jos inteneses en juego. ero yaa esta altura se debe sefialar que toda medida de coercién, aunque se encubra bajo el nombre de “una medida cautelar” si su utilizacién no responde a los fines mencio- nados, no puede ser considerada bajo estos pardmetros. Se traté;-en realidad, de otra “co- sa”, encubierta bajo un rétulo que no le pertenece. En este sentido se puede sefialar, como ejemplo, lo dispuesto en el art. 311 bis del CPP Nacién, que faculta al juez a cargo de la instruceidn, al momento de dictar ait Ge procesamiento, en asuntos que impliquen ho- ‘icidios o lesiones imprudentes, de inhabilitar provisoriamente al procesado para condu- automotores reteniendo la licencia-e informando al. zare Nacional de Antena. tes del Transito, La medida no asegura Ja averiguacién de Ja verdad ni impedird que el adusado se: ju cardcter sustantivo, y no cautelar, & tan claro que permite omitir mia- ‘ores comentarios, en tanto seria competencia del 6rgano que extendié la licencia—en ge- neral poderes ejecutivos municipales- o la justicia de faltas respectiva, en caso de haberse ESC cometido una infraccién de transito, los encargados de suspender o inhabilitar al conduc- tor para que lo pueda hacer. Otro tanto ocurre respecto de la tiltima parte de! primer pé- oe 1 CPP Nacidi, en tanto corresponds que sea lajusticia civil la que se en- (argue de resolver a problema familiar al-planteado. — En sintesis, sila medidd no responde a lds fines del proceso se descalifica en si misma y 1 medids no res comely no podett sr urlizada, 1V. Me las de coercién y medios de prueba: gnumerus apertust Laprimera cuestién que debemos resaltar és que no tenemos que confundir medios de prueba.en general ravés de las cuales se puede incorporar ele: niiéntos de prueba. Aquf se retinen un conjunto de cuestiones que considero necesario di- ferenciar. Un problema son los medios de prueba donde, en principio, rige la libertad probato- ria, Otro problema es el sistema o modelo de valoracién de esos elementos de prueba; es decir sise trata de un sistema fundado sobre la prueba tasada, sobre la sana critica 0 sila valoracién se efectia con apoyo, exclusivamente, en libres convicciones. Para Ilenar cada uno de esos modelos y sistemas probatorios, tenemos determinado tipo o conjunto de pruchas. El actual Cédigo Procesal Penal de la Nacién nos propone tun sistema abierto 0 cerrado em materia de pruebas? A mi eritero, nos prOpONE UWE: principio, existen determinados limites 0 prohibiciones probatorias® respecto de algunos supuestos en particular como, por ejemplo, lo ettablecido en el art. 242, CPP Na- cién, en cuanto a las declaraciones entre parientes, que no se pueden efectuar si son en contra del imputado. Oro ejemplo estara constituido por lo declamado en el art. 296, CPP Nacién, en re- lacién a la declaracién indagatoria donde se establece que debe ser realizada sin coaccio- © Ver, en genera, el trabajo de Guancus, Fabricio, Lar probibiciones probavoriay, en Maes Julio B. J. (comp), El nucoe Cidige Proc! Penal de le Nacién. Andis erie, Ed, Del Puerto, Buenos Airey ps 15 y s- gulentes. 246 Gustavo A. Bruzzone nes de ningtin tipo ni promesas que puedan de alguna manera incidir en la obtencién de una confesién Lo dispuesto en el art. 29 terde la ley 23.737 o, incluso, el juicio abreviado regulado en elart. 431 bisdel CPP Nacién, son dos supuestos que muestran de qué manera se pue- de estar afectando ga previsién legal infraconstitucional. Funcionarios y/o empleados del Poder Judicial o def Ministerio Publico Fiscal habran de respetar las formas prescripras al efecto, pero la sola mencién de estas disposiciones pondria en crisis lo dispuesto en la nor- ‘ma en cuesti6n, ila prueba que se pueda incorporar mediante esta suerte de “extorsién” le- galmente autorizada y alentada podré ser utilizada en su contra? El legislador comiin ha resuelto esta cuestién en favor de la posibilidad de valorar esas pruebas. No es posible en este lugar desarrollar todo aquello que implica la renuncia de derechos y de garantias que el imputado puede efectuar y cudl puede ser la estrategia que mejor convenga a su interés; pero debe quedar claro que la contradiccién sefialada determina que ante cada caso se ex- tremen los recaudos de utilizacién de los institutos, porque siempre se encuentra presen- te la posibilidad de un uso abusivo, lo que se debe evitar y sancionar de ser detectado. ‘También el art. 206, CPP Nacién, es muy importante en materia probatoria en cuan- toa las limitaciones de las leyes civiles para la prueba del estado civil de las personas’, cons- tituyendo, a su vez, un muy buen banco de pruebas de la discusién en torno a la compe- tencia legislativa que el constituyente ha fijado para el dictado de normas procesales®, Elart. 391, CPP Nacién, también supone una limitacién probatoria importante, en cuanto se tendré por valida solamente la prueba producida en el debate. La regla del 391 hace a la inmediacién en su valoracién impidiendo tener por valida toda aquella que no haya sido producida en el curso del debate y que ls jueces no hayan podido controlar, en ‘ese momento, directamente a través de sus sentidos. Eso lo dice el articulo cuando co- ‘mienza; no obstante, a renglén seguido tiene cuatro incisos donde se relativiza la regla ge- neral sefialindose las excepciones que llegan précticamente a permitir incorporar todo lo actuado en la instruccién?. Estas son algunas reglas particulares que existen en materia de prueba, pero para po- der establecer el principio general se debe recurrir al inciso 1° del art. 193, CPP Nacién, en cuanto se refiere al objeto de la instruccién, donde se dice que se tendrin que utilizar todos “las diligencias conducentes al descubrimiento de la verdad”; es decir: todos medios que estuvieren a disposicidn. A su vez, en el inciso 4° del art. 184, en la ultima parte, re- ferido a las atribuciones de las fuerzas de seguridad, se establece que los érganos idéneos realizardn las “dems operaciones que aconseje la policia cientifica” sin especificar cuales pueden ser. 7 fc es un artical que tiene una complejdad bastante importance, desde el punco de vst de a prucba del ‘sade civil porque supone superposicin de rela civiles con reglas procesales. Lo que genera también un proble- ‘ma de confiros de competenca legislativa consitucional por conflictoindirecto de competencas, 5 La cuesi6n también se detecta en los plazs en el cumplimiento de la instruccién del art, 207, CPP

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