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“Si no es hoy,

No aún mañana,
Será algún otro día”
Dream Theater

Ese día decidí que el matrimonio y el noviazgo no serían parte de mi vida. Nunca conoceré el sentimiento
de un beso, el calor de un abrazo expresión de amor, ni la sublime alegría y serenidad que se debe sentir
al escuchar un “Te amo”.

Hasta ese día tan solo pensaba que la vida me departía algo, que algún día llegaría la mujer que llevaría
mis pensamientos hasta el límite de pensar que todas las tristezas habían valido la pena. Que si algún día,
hace muchos años, llegué a llorar, esas lágrimas no se habrían derramado en vano. Y como es natural a lo
largo de nuestra existencia, vería a mi hijo (quizá a más de uno) crecer en medio del aprecio,
otorgándome aún más alegría mientras procuro brindarle todo aquello que alguna vez me pudo hacer
falta. Y envejecería al lado de la mujer que sería ala vez mi novia, mi esposa y mi amante. Sólo tendría
que esperar a que llegara ese día. Las cosas sucederían de un modo natural, casi sin darme cuenta. No
habría en mi vida una conquista etérea de mi parte hacia esa mujer, rodeada de regalos o poemas, de
coquetas palabras o sentimentales cantos. Ella llegaría a mi vida sin darme cuenta y se haría
imprescindible para mí, como yo para ella, poco a poco, como debiera ser en todo amor: naturalmente.

Ese era mi sueño. Algún día se cumplirá, pensaba. Ahora no.

Poco a poco empecé a reflexionar acerca de los motivos por los cuales nunca mujer alguna me había
expresado amor. Esto es, la razón por la cual cosas tan sencillas como alegrarse por recibir una llamada de
alguien que nos ama, una carta expresando cariño o poder conversar horas enteras con “esa” persona
especial, cosas tan sencillas pero a la vez tan complejas como esas, no hacían parte de mi vida. Llegaron a
mi mente numerosos argumentos. Mis delgadas manos sobre la mesa me dieron el primero de ellos. Que
tenía yo para llamar la atención de una mujer? Podría sonar totalmente materialista, ausente de
sentimiento. Llamar la atención? Acaso ese es un modo de llegar al sentimiento? Llegué a pensar, no muy
lejos de la realidad, que no es el camino ideal, pero si es el más común. Al igual que mis delgadas manos,
mi físico en ningún sentido es atractivo para una mujer. Ni siquiera tengo la estatura o la contextura para
abrazar a las mujeres que estimo. Sentir a alguien reposar sobre mi hombro o sobre mi pecho me es algo
totalmente desconocido. Que mujer no busca, concientemente o no, abrazar, acercarse, poder sentir al
hombre que ama y la seguridad que puede brindar un cuerpo bien formado, muy distinto al mío?.
Rápidamente dejé este argumento. A pesar que muchas personas digan quererse, pocas son realmente las
que lo hacen sin pensar en el cuerpo ajeno. Menos son los hombres que quieren a la mujer sin pensar en
su busto o sin contemplar su silueta mientras caminan detrás de ella. No acostumbro a hacer eso. No
espero que alguien me quiera por mi apariencia. Tampoco busco mejorarla. Me considero “tal y como
soy”. Que puedo hacer?

Llegaría luego a mi mente la actitud como posible respuesta. A pesar que convivo constantemente con
muchas mujeres, nunca he realmente pretendido a alguna, o por lo menos, no se lo he hecho saber. Pero
tampoco soy de ese tipo de hombres que buscan ganarse la confianza femenina a través del abuso de la
confianza que ellas brindan. Que serían los hombres, los Don Juan, si no pudieran abrazar, dar besos
robados aunque fuera en la mejilla, molestar a la mujer haciéndole cosquillas o simplemente “tocándola”?
No es esa la táctica del costeño? Molestar a la mujer hasta que llega el punto en que ella decide hacer lo
mismo. Y entre tocadera y tocadera empiezan los abrazos de confianza. Hasta que la mujer extraña poder
molestar a alguien o ser abrazada, y el hombre decide finalmente robar un beso en la boca. Este tipo de
hombres abundan, son los más comunes. He visto cientos de ellos. Me exasperan. Me molesta el modo
ficticio como se ganan a la mujer. Más aún, me desespera que hagan lo mismo con una, luego con otra,
con todas las que les gustan al mismo tiempo. Hasta que alguna cae. No soy ese tipo de hombre. Me
siento un farsante al molestar a una mujer. No pretendo robarme su confianza!. No necesito abrazar a mis
amigas ni a las mujeres que considero bellas. Ni siquiera suelo despedirme de beso en la mejilla. No me
hace falta. Si aprecio a la mujer que tengo como amiga, más aún si es bella, darle un beso es en ocasiones
sólo una excusa para sentirla. Una excusa que se va agrandando. Y empiezan los abrazos. Prefiero
mantenerme a distancia, dejo a las mujeres tranquilas. Como nunca las molesto, nunca las abrazo, no soy
coqueto, ellas nuca me extrañan. Por eso el teléfono no suena. Pero no me duele. Porque no las he
engañado.
Por último, dejé a un lado todo pensamiento actual y realista y me imaginé a mi mismo en una relación de
amor con una mujer que yo considerara ideal. Mi concepto de “ideal” va más allá de la belleza. Va con la
persona. Con su sonrisa y su alegría. Con su intelecto y pensamiento. Y se acerca a lo que suelo llamar
“especial”. Una mujer especial, me imaginé con ella.

Que podría hacer yo para que ella fuera feliz? No encontré muchas respuestas a esta pregunta. No soy un
buen conversador, no gusto de las fiestas o las reuniones que los jóvenes de hoy en día suelen realizar.
Tampoco soy entretenido ni tengo una personalidad llamativa. A pesar que genero una buena primera
impresión en las personas y termino saludando con confianza a todas ellas, tal y como se lo merecen por
el respeto al prójimo, la gente termina por preferir otras compañías a la mía. Quizá soy demasiado
monótono. Quizá pienso demasiado o soy en exceso callado. Mientras escribo esto pudiera estar
conversando con alguien, pero en cambio prefiero meditar sobre lo que sucede. Todo esto hace que estar a
mi lado sea una experiencia en muchos casos, frustrante. Esa primera impresión se rompe cuando
descubren que en el fondo, soy mucho más simple (no sencillo) de lo que aparento.

Por otro lado, soy conciente de lo que no soy. Veo a muchas personas con sus amores, alegrándose
mutuamente, expresándose cariño, con un lenguaje que se va a alejando de las palabras y los simples
besos a medida que la relación se prolonga. Veo que son felices el uno con el otro. Todos los hombres
son distintos a mí, cada uno es distinto y único entre nosotros, cada hombre encontrará a una mujer que
sea su perfecto complemento, su alegría personal. Pero no logro concebir a una mujer que sea feliz al lado
mío. Y si así fuera, si llegara el caso y el día en que una mujer quisiera acompañarme como más que una
amiga, sería esa mujer “especial” como algunas que ya conozco?. Encontrarse a una mujer según un
prototipo ya formado es machismo. Significa que si esa mujer no cumple ciertos criterios, “no es apta”.
Una mujer puede ser especial de muchas formas, pero aún así son pocas, conozco a muy pocas, y las
quiero más que todo porque ellas merecen ser felices por ser como son. Esas mujeres merecen toda la
alegría que la vida les pueda conceder, toda la felicidad tal y como ellas la desean. Esas mujeres
especiales merecen a alguien mejor que yo. Y las aprecio y las estimo, conciente de esto.

Aquella persona especial, aquella mujer que durante unos segundos me alegró en mi pensamiento, dejó de
existir. No podría ofrecerle la felicidad que se merece, no puedo provocarle aquel mal de encontrarme a
su lado y condenarla a no realizarse como ella desea. No merezco a una mujer especial, no merezco a
nadie que me aprecie y me ame. De todos modos, aquellas mujeres que alegran mi vida, aquellas mujeres
con las que evito soñar porque no merecen estar en los pensamientos de alguien tan mísero como yo, se
encuentran cada día más lejos. Merecen a alguien mejor. Y no se alegran por tener a su lado a alguien
como yo.

Así que decidí quedarme solo. Podría engañar y enamorar a una mujer sin mucho esfuerzo. Llevo tanto
tiempo observando como los maestros del engaño son capaces de hacerlo que en realidad yo también sé
como hacerlo. Pero sería también engañarme. No quiero eso. Llegará el día en que mis mujeres especiales
de ahora y las que pueda conocer en un futuro encuentren al hombre que realmente merece amarlas y ser
amado por ellas. O peor aún, el día en que ellas sean víctimas de algún experto en conquista, sólo
interesado en su cuerpo y engañándose haciéndose pensar que la quiere. Se casarán, quizá. Serán felices,
quien sabe? Vivirán muy lejos de mí, es probable. Pasaré noches enteras en vela con el corazón
palpitando fuertemente mientras me lleno de celos por esa vida de felicidad ajena. No está muy lejos ese
día, pero tendrá que llegar. Meditaré sobre mi futuro y continuaré con mi monótona vida. Cada paso que
doy me acerca al último, será el lema del resto de mi vida. Pensaré hasta la saciedad en el día en que
escribí estas líneas, el día en que decidí vivir en soledad. Porque no merezco más. Y porque ellas si
merecen ser felices.

Eldanior

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