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Silvia Alderoqui Paseos urbanos El arte de caminar como prdctica pedagégica Colecci6n En (as aulas iy Lugar Editorial 506 Ada 3. Viajes en la propia ciudad Bicileta 201850, por Fernando Travers, Arte urbana. Rosaro, Argentina, 2008. Quien pasea, el paseante, es movimiento y desplazamiento: ca- mina, contempla y medita. Es capaz de halla significado en sus pro- entiende las formas de la ciudad con su cuerpo como imento de percepcién. Los paseos pueden ser ligeros © pesados, complicados 0 leves, posticos, novelados, humorfsticos li- ‘erarios, El paseante carina con y sin propésito, lleva su propio paso, tiene el corazén abierto a todas jas impresiones y sus pensarmientos adoptan el color de lo que ve mientras avanza. Redescubrir las calles es parte del trabajo de reafirmar el lugar de cada uno en la ciudad, investinlo de ciertas imagenes exéticas y pinto reseas, sin dejar de convivir con lo cotidiano. El paseante Es posible que el paseo seal forma més pobre de vis, el més ‘modesto delos viajes. ¥ sin embargo, os dno de los que mas de- ldidamente implica las porencias de la atencin y la memo- tia, asf como las ensofaciones de la imaginacion y ello hasta el punto de que podrfamos dectr que no puede cumplirse au ‘éncieamente como tal sin que ellas acudan a la cits. Pasado, presente y futuro entremezclan slompre sus presencias en Ia experiencia del presente que acompafa a paseante y lo cons tiruye en cuants tal ‘Morey, (2004 1) Como venimos diciendo, una de las estrategias para la'educacién, genuina del lugar puede ser la organizacién de paseos en el propio ‘debemos dotar a nuestros lugares de algunas de las, 3s en los capftulos previos: ser destino itan los viajes: ser via de comprensiGn entre inmediato y lo lojano... Para aproximamos a ‘esta temdtica comenzaremos dando algunos rodeos pot las caracte- risticas que deben reunir los paseantes ylos paseos. Lo abordaremosa través de las reflexiones de dite itores acerca dela actividad de pasear para ver si algunas nos resultan tiles para nuestros paseos turbanos, Con un sentido bucdlico y refriéndose sobre todo a los paseos cen la campifia inglesa en el siglo XIX, Wiliam Hazlitt y Robert Louis Stevenson se preguntaban si habfa que pasear solo o en compafta, y se respondian que lo mejor era hacerlo solo, ya que esta tiempo comparando con otros as percepciones pri Ja impresién que ellas dejaban en la mente, y era me} serie de ideas para examinarlas més adelante. Ambos bieron entusiasmados las ventajas de los paseos si ‘mente en lo relativo a la posibilidad de conocernos un paco mds & nosotros mismos, a pensar con libertad, a encontrar los silencios y la elocuencia propios, como si la caminata a paso vivo sirviera de Pasor wine a8 indad y el orgullo. La caminata, como dice foto contra la prisa depuracién para la m Stevenson, es veo ia gracia.acaminary charlar al misme tiempo. (Stevenson, 2003). Una de as cosas mas placenteras del mundo es se de paseo, pero a mf me gusta ir Solo. Sé disfrutar dela eompanie en une habitaciSn, pero ala toy menos solo que cua hhay un tema sobre el que ccursién apie. y eslo que queztemos cenar cuando por la noche Teguemos a nuestra posada. Como otra exeeein, no me confage avetusndome snun amigo eu le or Noes habitual que las excursiones escolares o de grupos turisticos ¥ culturales incluyan momentos de contemplacién individual o de silencio, Retengamos estas ideas, para.que la organizacién de nues- (os paseos pedagdgicos los incor Paseinos ahora dela campifia inglesa al 4mbico urbano, La agitada vida en les ciudades industriales Inglesas del siglo XVI motivabe a los caminantes a “hui” hacia la del siglo XIX todas fas grandes ciudades de Europa se transformaron. Aumenté Ja poblacién atrafda por los puestos de trabajo que cfan las industries; surgid In necesidad de nuevas instala construyeron mercados, almacenes y dep que se producian, y también ibiaron y moder paisajes urbanos. Igual de dras- fe Se modificaron las miradas sobre los espactos urbanos. aseante urbano charles Baudelaire describe al releritse aun idad de Paris su 1a maltitud es su dominio, como el aire para el paar y el mar para el pez. Tlene una pasion y in eredo: adoprar Ia multcud. Para el perfecto paseante, para el observador apasionado, es un Jnmenso placer ja residencia en la lad, en code lo que se agitay que se mueve, evanescentee infnio, Sibien este féneures un personae literaio, profundicemos en las caracterstcas de este paseant 10 XIX, para descubrir slalgunas se mantienen o podrian ser dies en los paseantes del siglo XIE] ldneures un apasionado, observador, poeta, crosista, Enamo- rado de a rmutitud, disfruta desu incdgnito, es viaero y cosmopolta ppaisajes dela gran ciudad, adivina los préximos cambios dela moday Is costumbres: conace las calles, comerci bulando y mirando la gente. El paseant ¥ para comprender lo que ve, aquello de lo que es parte rant desarrola una actividad intelectual para descifrr la ciudad. Se separa canismos de extrafiamiento que Je permiten desarraigase dela percepbin inmediate de las cosas. Es de Jo que observa por medio d una suerte de topdgrafo urbano que intents descirar los aspectos de leciudad, deambulando a veces con cierto aburrimientoy melancolia Su intencién, segin mismo poeta encarna un métado de trabajo y alumbrados, elementos desconocidos hasta ese momento (Ortiz, 2000; 115-116 y Gache, 2003; 22) Domingo Faustino Sarmiento escribe el 4 de setiembre de 1846: paraindicar aquel far nientede pail no ene una p

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