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He Sou: Aout be, PAIDGS ESTADO Y SOCIEDAD yn) himos stulos publicados recns 58, D.Osbomey P. Phsick, La rin de le burocaia 57. R Case a mexamoros de fs nen socal 58. Ui Beck, cud ol gba? 59. RTebnnesy W. Mig Lar de nem el pentemtenocrominivo moder 0. P.Kovery tes, Erk de fs maior BL re yen, te tings pd ab 8.8. Gorn, Miers dl pretenterigueza de poate 3. Z Wraishi tl ran table nal 4. Wale, Tate sobre le toler ©. F. Meine, Terri y antterotino A Ee ime Mi, Nusa, bet Hints del patito 8. P Pet, Repabion (9. C Moule, El etorn del politico 30. B Zolo, Compal 1, A Touring Como sali del libration? 2 $ Sean Direc" 1D. R Garg, [as eons ded aii dep de Rae 14, Gray, Faboamanecer 1B. F ReinaresyP. Waldmann (comps), Soiedades em ere cil 76, N. Garcia Canc, La glabslizee imetinada 77. BR Babes, Us kar pare tedor TS. O.Lafootin, El coazon lel points 79, U. Beck, Un moevo munch fel 80, A. Cabs, Caesines defi 1 Baur, El coed des piblice 82, JM Githenno, El ponent del libertad 3. J Riki, Leer del aero 8 Cnn, Led demon 1. SD. Kronce, Saber, bpacesia organisa 6,1. Ras derecho de gentry Una rennin deen de re pio» 87. N.Gaela Canin, Calas bibdate por exile le moderne 88, F Ain, Elsen polteoplabat 89. J. Gray Las dos ear de brain 90. GA. Cohen, Si ees puta, cco ex que ves tan rt? 91. K, Gagaellay F- Ostet (comp) Rasones pas ef alae 92. Mi Wales, Gras jute syater 33. N.Chomsiy, Etado onal 94, J.B Thompson, El esl delo politico 95. M Hardy A. Neg, inser 96. A Touran. Rhessolbara, A la bsquede des mimo 97, J Ral Le pati uno euadad 98. F Oreo, La libertad mbes 98, M, Canina, Elfoderabine plain 400, Ue, Libertad ype TOL CH Sunstein, Repablaevnr 102, J iy Ls comand ldrgeng 163. Ch, Armipengery Ph Van Past ia econmca y socal 104, BLL, Berger SP Fianangton (compe), Globulscone elites 103. N, Gareis Candi, Latinoumericnor bata gar on ee sig 106, W. Kym, La police vende 108. M.Igatelh Las derechos buamanor como politi eidlaria Michael Ignatieff NS cep. Los derechos humanos como politica e idolatria Introduccion de Amy Gutmann Con los comentarios de : K. Anthony Appiah - David:A. Hollinger Thomas W. Laqueur - Diane E, Orentlicher w Palpos 4 ‘Tilo original: Huma Rights Publicado en inglés, en 200, per Princeton Univesity Press, Princeton, Nueva Jersey “Traduecin de Francisco Beltén Adel Cableta de Mario Bakenasi & seer La induce de este bro ha recibido ta ayuda del Canada Council forthe Ans © Conseil des Arts ca Canada stows obi en xs dele ph bp ecient ye coca lpia de sore tao pein, omprnlars ore ctiors nan “rsdn de onl de a medusa ota en (© 2001 by Princeton Universiy Press (© 2003 de la traduecéa, rancaco Belrén Adel! (© 2003 de todas ls edciooes en catellano EEiciones Pais Ibévea, S.A, Mariano Gabi 2 - 08021 Basclons, y Baltril Paid, SAICP, Defensa, 599 - Buenos Aire hup//erre paid. ISBN: 84-493.1411.9 Depesio legal B-7.967-2005, Inmpteso en Grifiques 92S. ‘Av. Can Sueatas 91 08191 Ruby Barcelona) Impreza en Espa - Printed in Spain SUMARIO. Introduecién, Amy Gutmann. . Los DERECHOS HUMANOS COMO POLITICA E IDOLATRIA Michael Ignatieff Los derechos humanos como politica . ‘Los derechos humanos como idalatria Comentarios 1Los fundamentos de los derechos humanos, K. Anthony Appiah... . : Debatiendo con los APT yottos, David A, Hollinger La imaginacién moral y los derechos humanos, Thomas W, Laqueur . Relatvismo y rligiGn, Diane F. Orentlicher IRESPUESTA A LOS COMENTARISEAS Michael Ignatieff Dignidad y agencia Colaboradores Pe Indice analitico y de nombres. ss... 5 29 1 15 129 137 147 165 177 179 LOS DERECHOS HUMANOS COMO POLITICA* DERECHOS HUMANOS ¥ PROGRESO MORAL ol En su libro Si esto es um hombre, Primo Levi describe el inte trogatorio al que le somete el doctor Pannwitz, jefe del departa- mento quimico de Auschwitz.’ Procurarse una plaza en el depar- tamento era una cuestion de vida o muerte: si Levi lograba convencer 4a Pannwitz de que era tun quimico competente, quizé podria citar la ‘camara de gas, Mientras Levi se encontraba de pie frente a la mesa del doctor, que vestia su uniforme del campo de concentracidn, éste le miraba fijamente. Levi recordaria més adclaate: fsa.n0 era a mitada que se inercambian dos hombres; i hubiera sa Dido explicar exactamente Ja naturaleza de aque mirada, que pares proven del oto lado del cristal de un acuata, através del cual se con femplaran dos seres que viven en mundos difer-tes, también habria po did explicar a esencia de In enorme locuca del Tereer [Reich] alemin Levi era un cientifico, educado en la tradicién europea del mé- todo racional, que estaba convitiendo una reunién entre dos sexes rumanos en un encuentro entre especies diferentes. * Conferencia pronunciada dentro del ciclo de Gonferencias Tanner sobre ‘Valores Humanos en la Universidad de Princeton, 2060, Reproducida con Ia au~ torizacin de ls Conferencias Tanner sobre Valores ‘lumanos, Universidad de ‘Utub, Salt Lake City, Utah. 1, Primo Lei, I This Ira Mam, Londres, Abacus, 1987, pigs. 111-112 (tad, cast: Sexto es un hombre, Barcelona, Aleph, 2002). Entendi la imporcancia de texte passe en libro de Alain Finkieliraut L’Hunnanit perdu: esa sur le 20ieme Sidele, Pati, Seuil, 199, pigs, 7-11 (trad, cas: La burwenidad perdida: ensayo so- bre el siglo XX, Barcelona, Anagram, 1998). 30 Los dereches humanos como politica e kolstia El progreso puede scr un concepto discutido, pero progresa. mos en el sentido de que poseemos Ja intuicién moral de que el” doctor Pannwitz estaba equivocado: nuestra especie es una, y cada tuno de los individuuos que la componen merece una idéntica consi acién moral, El enguaje de los derechos humanos es el que en- catia sistematicamente esta intuicidn, y en el sentido de que esta intuicién cobra fuerza sobre la conducta de los individuos y los Es- tados, podemos decir que progresamos moralmente. La definiciSn de progreso de Richard Rorty es vilida agué: «Un aumento de nues- tra capacidad de considerar un niimero cada vez mayor de diferen- cias entre las personas como irrelevantes desde el punto de vista moral»? Consideramos la dfusién global de esta idea un progreso por dos razones: porque si somes coherentes con ella, estamos ti tando a un mayor mimero de personas como nos gustaria que nos ttataran a nosotros mismos, y actuando asi ayudamos a reducir la cantidad de erueldad y sufrimiento inmerecido en el mundo. Nues- tros fundamentos para ereer qué la extensién de los derechos hu manos representa tin progseso moral, en otras palabras, son prag miticos ¢ histéricos. Sabemos por la experiencia historica que cuando los séres humanos gozan de derechos defendibles —cuan do se protege y se mejora su agencia como individuos— es menos probable que se abuse de ellos o se les oprima. Por este motivo, consideramos la difusiéa de los inscrumentos de derechos huma ‘nos como un progreso incluso sian resta una distancia desmedida «nice los instrumentos y las précticas reales de los Estados encarga. dos de aplicaelos, | Considers la difusién global de los derechos humanos un sige tno de progreso moral puede parecer eurocéatrico, A pesar de elo, dos instcumentos de derechos humanos creados a partir de 1945 no fueron una expresi6n triunfal cle una autoconfianza imperial euro- pea, sino el producto de la reflexién dle una generacién harta de la guerra sobre el nihilismo europeo y sus consecuencias. Los dere- chos humanos fueron una respuesta al doctor Pannwitz, al descu 2, Richard Rorty, Truth and Moral Progrese: Philavopbical Papers, Cambria) se, Cambridge University Press, 1998, pig, 11 (trad. cast: Verdad y progres es ‘tos flxifieos, Bascelona, Pads, 2000), Los derechos humanos como politica 31 brimiento de la abominacién que podta rener lugar coando se otor 6 al Estado de Westfalia una soberania ilimitada, cuando los ciu- dadanos de ese Estado carecian de una base normativa para deso- bedecer érdenes legales pero inmorales. La Declaracién Universal de los Derechos Humanos significé un retorno de ls tradicién eu- ropea a su legada del derecho natural, un retarno cuyo objetivo era la'restauracin de la agencia, otorgar@ los individuos el coraje civi- co para rebelarse cuando el Estado les ordenara hacer el mal REVOLUCIGN EN LOS AMBITOS DE LAS LEYES, BL ACTIVISMO YA ABLICACION 4 Bn términos histéricos, la Declaracién Universal forma parte de tana reorganizacién mas amplia del orden normiativo de las telacio- nes internacionales en la posguerta, disefiada para construir un cor tafuegos frente a la barbaric. La revolucién juridica incluyé la Carta de las Naciones Unidas de 1945, que declaraba ilegaes los afagiies entze Estados; la Convencidn sobre el Genocidio de 1948, que pro: tegia a los grupos religiosos, aciales y étnicos frente al exterminio, Ja sevisién de las Convenciones de Ginebra de 1948, que reforea- ban la inmunided de la poblacién civil envuelta en ura guerca; yf nalmente, la Convencién Internacional sobre el Estauto del Refu- siado de 1951, que protegia los derechos de los refugiados { Antes de la Segunda Guerra Mundial sto los Estados eran suje- tos del derecho internacional. Con la Declaracién Universal de los ‘Derechos Humanos de 1948, se otorgé a los derechos de los indivi duos un reconocimiento juridico internacional? Por primera vez, a Jos individuos —fuera cual fuese su raza, religién, género, edad 0 cualquier otra caracteristica—se les garantiz6 unos derechos que po: dian oponer a las leyes estatales injustas o a las costumbres opresivas. “} No fueron los Estados que ya ponfan en prictica aquello que predicaban los que hicieron avanzar la causa dela revoluciéa inter- nacional de los derechos. Estados Unidos y los paises europeos no 3, AH. Robertson yJ.G, Merril, Flanan Righis fa che World, 4 ed, Lon sires, Manchester University Press, 198, capitulo 1; Johannes Morsink, Tbe 32 Los derechos humanes como politica e idolasla habsan completado la emancipacién jurfdica de sus propios ciuda- * Quied sea inn Fon de mayo de 2002, tas dos aos y medio de administracin de las aciones Unidas, Timor Oriental se convistiéen Estado independiente cine donesia existe otros movinientosseparstitas importants en Madura Kel, manta y Its Malueas, pero los que planean mayoresdesalio al mantennion, to de a tepid testa dl paso olde Aceh, en el extcmo none de ina de Sumatra, el de Papa Occidental, antes Iamada Lean Jom end coe WW. del) Los derechos humans como politica 55 sible compatibilizar la independencia de los habitantes de Timor Oanadel meas lag plod nies ei torial de Indonesia tal como la conocemos hoy. Incleso aceptando «que Timor Oriental sea un eso especial una antigua colonia ane- xionada de forma ilegal—no parece que entendamos que la inter- venci6n occidental puede estar contribuyendo, ya unalto precio, a Ia desintegracién del Estado indoneso, Si creemos que esta desin tegracién se va producir en cualquier caso, entoncesaiin spies necesitando una politica que evite que esta desi ién ae ello que intentamos proteger en primer lugar, es decit, ES douche Gees pens seuss amorous guros de que el ejército indonesio no dejaré el poder Sin opener tuna feroz resistencia, y tambign que la autodeterminaciGn de a aw nos grupos se lograri al precio del derramamiento dela sangre de algunas minorias implicadas. ; fe Para tesuit,al probleine dela politica occidental en materia de derechos husnanos consiste en que al promove a smodeer minacién étnica podemos estar poniendo en peligio la cab dad, que es la precondicién para la misma protecci6n de los de- reco humanes. Ya que hemos iicado el proceso en Indosesia, debemos ayudar a sus habitantes a decidir dénde debe detenerse: si las demandas secesionistas de otras minorias pueden ser han guadas dentro de una Indonesia democratizada y descentralizada si algunas de estas demandas dardn lugat, algtin dia, a nuevos tae alla de la especificidad del caso indonesio, los activistas ee derechos humanos deben enfrentarse al hecho de quela defensa de los derechos humanos puede poner en marcha presiones secesio nists qu smenszan ao Estado extents y orden empeoa a corto plazo la stuacin de ls derechos humanos de muchas per sonas. La triste verdad es que la autodeterminacién nacional bf siempre es favorable a los derechos bumanos individeales, y que la democracia y los derechos humanos no siempre van de la mano, 6 Los derechos humanos come politica eidoatia Dinictios 1uMARos, DEMOCRACIA ¥ CONSTTTUCIONALSMO * Para lograr compatibilizar la democracia y los derechos huma nos, la politica occidental debera Poner mds énfasis no sélo en la democracia, sino tambiénen el constitucionalismo, el afiancamien. to del equilibrio de poderes, el contsol judicial de las decisionca cjecutivas y la salvaguarda de los derechos de las minorias.™" La de mocracia sin constitucionalismo no es més que la tirania de la ma vyorfa étnica 1 Alenfrentarse a las demandas secesionistas, que amenazan la integridad territorial de los Estados-nacién, los activistas de dere hos humanos tendrin que hacer algo més que defender la causa de los activistas encarcelados. ‘Tampoco podrin permanecer neu- tales frente a estas demandas de secesiGn. Deberén desarrollar an conjunto de criterios para entender qué demandas de secesién me- recen Ia independencia la creacion de un Estado y qué ottas peti ciones pueden ser resucltas «través de la autonomia regional o la ; vémse también Da NQ 68 Loe derechos humanos como polite e idolacia © Cambiar la inercia del sistema internacional puede ser deseable ono, En la practica, la probabilidad de que se produzea un cambio cen el lenguaje sobre la incervencién de la Carta de la ONU es tan baja como Ja de que se leve a cabo una reforma sustantiva en el procedimiento de veto del Consejo de Seguridad o en el incremen- to de sus miembros permanentes. Asi, nos vemos obligados a de- fender los derechos humanos en el siglo x1 mediante un sistema internacional concebido por los vencedores en 1945. Como resuh tado, las intervenciones muy raramente suscitardn un consenso in ternacional porque no existen instituciones capaces de crearlo. Los derechos humanos pueden ser universales, pero el apoyo para la aplicacién cocrcitiva de sus notmas nunca sera universal. Dado que Jas intervenciones carecen de una legitimidad absoluta, deberan set limitadas y parciales y, por tanto, sélo obtendran un éxito parcial. Mepios v Fives FA La legitimidad de Jos estandares de derechos humanos en el nuevo siglo también se vera comprometida por la brecha abierta centre los valores universales que proclamamos y los medios caren- tes de riesgo que escogemos para defenderios. Desde el final de la ucrti: fra, los paises occidentales, actuando a teavés del Consejo de Seguridad, han jurado repetidas veces proteger a los civiles atra- pados en medio de una guerra civil o a los que han sido amenaza dos por tegimenes poco civilizados. El destacamento militar de la ONU en Ruanda y las tropas de interposicién de la ONU en Ste- benica tambien prometieron lo mismo: En ambos casos, un gran riimero de personas confié en nuestras promesas morales, y si confianza fue severamente traicionada, No es preciso recordar aqui {ish Tsttte of Inerational Afar, «Humanitarian Inervention: Legal and Political Aspects», Copenhague, 1999. ae 40, Sobre e! papel militar de la ONU en Ruanda véase Romeo Dalla, ‘cthe End of Innocence: Rwands, 1994, en Jonathan Moore (comp.), Hard Choices: Moral Dilemnaas in HamavitarianIntercntion, Nueva York, Rowman sind Littl, 1998, pgs 71-87. i) ‘Los devechos humancs como politica 69 la catéstrofe de Srcbenica. Un amplio informe enviado al Secreta: tio General de la ONU ya ha extraido las conclusiones necesarias: Silas Naciones Unidas ofrecen proteccién alos civiles en refugios segutos, sus Estados miembros deben aportar artllesia pesada y apoyo aéreo y deben decretar unas normas de actuacién lo suficien- temente ambiciosas como pata permitir rechazar a las fuercas ata- ‘cantes. Esta no es una tarea para unas fuerzes de pac pestrechadas con armamento ligero. De hecho, la propia funcién del manteni- miento de la paz est anticuada, porque s6lo posee un papel limi- tado a la hora de supervisar el alto el fuego ylas lineas de demarca- ign establecidas tras los conflictos entre Estados, mientras la mayoria ide las guerras acaecidas desde 1989 son conflictas internos entre cjétcitos estatales en proceso de descomposici6n y diversas milicias insurgentes, Ambas partes emplean la limpieza étaica como arma dle guerra con objeto de crear unos tertitoris defendibles con una poblacién étnicamente homegénea, En estas condiciones, no sélo ho existe ninguna paz que mantener, sino que tampoco existe una posicién neutral crefble, Fn estas situaciones, s6lo se pueden defen- Heros derechos humanos como parte de ur: conjunto de operacio- nes de paz en las que la comunidad internacional se alia con la par- te que tiene mayor razén y emplea sin contemplaciones la fuerza militar para acabar con las violaciones de los derechos humanos y creat las condiciones para el cestablecimiento de un orden estatal duradero en Ja regién. 30 Cualquier intervencién militar o humanitaria equivale a una promesa moral hecha a las personas necesitadas, Si hacemos este tipo de promesas, nos debemos a nosotros mismos y a aquellos que intentamos ayudar el diseiio de una estrategia militar, de las reg: ‘de comportamiento y de la cadena de mando necesaria para cuin- plir nuestras promesas, Nuestro fracaso a la hora de hacerlo —en Ruanda y en Bosnia— ha socavado la credibilidad de los dérechos hhumanos en zonas sensibles de todo el planeta. Los civiles inocer 141, UN Office ofthe Secretary General, «Srebrenies Report, sein la re solucien 53/35 (1998) de la UNGA, 15 de noviembre, 1999: véase también «Re pot ofthe Panel on UN Peace Operations», Asarblea Genera des ONU 21 de agosto de 2000. 70 Los derechos humanos como politica e idolusta {es que se encuentran en peligro no tienen ya ningtin motivo para conliar en promesas de proteccién por parte de Ins fueraas de paz de la ONU. El impacto de todo ello en las normas en materia de derechos humanos ha sido catastrico, LA INTERVENCISN COMO PREMIO A LA VIOLENCIA * La intervencién también es problematica, porque no necesatia mente vamos al rescate de la inocencia en estado puro. La inter- vencién requiere que nos pongamos del lado de una de las partes fen una guetra civil, y ello nos lleva con frecuencia a apoyar a gru Pos que también son culpables de violar los derechos humanos. @2.Los sistemas de alarma de nuestras democracias slo se disparan Cuando Jas victimas recurren al terrorismo y a la venganza. A pesar dela setiedad del discurso sobre la importancia de una intervencién temprana y la prevencién, la comunidad internacional rara vez des- tina recursos a un problema antes de que estalle la violencia, Pero, a suvet, esto socava la legitimidad de las intervenciones en defensa de los derechos humanos, porque presenta las violaciones brutales de los derechos humanos como su prerrequisito. El Ejército de Libera cién de Kosovo cometié violaciones de derechos humanos contra civiles y funcionarios serbios para desatar la venganza de Serbia, lo que a su vez obligaria a la comunidad internacional a intervenir en su defense.” Bl éxito del ELK entre 1997 y 1999 constituye un per fecto ejemplo de cémo explotar la conciencia occidental de los de. techos humanes para provocar una intervencidn que permita la vie~ toria de la guerrilla __ Durante varios afios, Occidente dudé sobre le postura que de- bbfa tomar, Podia sentarse y ver cémo Kosovo se deslizaba hacia una 42. Véase Michael Ignatcf, «The Dream of Albanians», New Yorker, 11 de nero de 1999; véase también Michael Janata «Balkan Physics», New Yorker, 10 de mayo de 1999; y Human Rights Watch, Flamer Rights Abuses in Korove Nueva York, Human Rights Watch, 1993; Humaniterian Law Vialetions tn Korovo, Nueva York, Human Rights Watch, 1998; A Week of Terror in Drowica. Hmanteriay Lew Violations i Kosovo, Nueva York, Human Rights Wate 2 71 Los derechos humanos como: guerra civil a gran escala, lo que a su ver podia desestabilizar a Al- bania, Macedonia y Montenegro, 0 bien podia intervenir para tra- tar de controlar la evolucién de la autodeterminacién kosovar. Gradualmente fue decantindose por lo segundo, Pero cuando en marzo de 1999 se produjo esta intervencién militar, desaté un ver- dadero desastre por lo que se refiere a los derechos humanos: la cexpulsin a la fuerza de 800,000 ciudadanos kosovares hacia Alba- nia y Macedonia, seguida de la masacre de hasta 10000 de los que se quedaron, 442 Leos aliados occidentales dijeron que estaban combatiendo en nombre de los derechos humanos. En realidad, se habian visto en- vueltos en una guerra a causa de una mayoria étnica oprimida cuya guertilla también habia cometido violaciones de los derechos hu- manos. Al haber sido arrastrado a la guerra, Occidente no pudo parar la avalancha de violaciones de derechos humanos que la in- tervencién habia provocado. E incluso ahora duda sobre si Kosovo debe adquirir la plena soberanfa como Estado independiente. Los kosovares de origen albanés que ereen que los abusos que han su- frido a manos de los serbios jusifican su peticién de poscer un tado propio, se sienten ahora traicionados por Occidente; al mismo tiempo, Occidente se siente igualmente traicionado por la ms cexpulsién de serbios que siguié a la liberacién de Kosovo. Esto com- plica enormemente el estatuto final de Kesove, porque conceder la independencia a los kosovares equivale a premiar a un movimiento secesionista que empled métodos terroristas, Un protectorado in: definido de la ONU en Kosovo parece la tinica solucién, puesto ue pospone la necesidad de decidir su estatuto firal, Pero el he- cho de establecer un protectorado indefinido equivale a apoyar el imperialism, y esto viola el ethos antiimperial de nuestro compro- miso con los derechos humanos.* TY FAlgunos activistas de derechos humanos confiesan no sentirse incémodos con el supuesto occidental de un «protectorado de de- rechos humanos> ilimitado e indefinido en toda la regién baledni- ‘et, Creen que estamos presenciando un cambio profundo y a largo 4. Independent Inteational Commission on Kosovo, The Kosovo Report, Nueva York, Oxford University Press, 2000, 72 Los derechos huimanos como politica eidolatete plazo del equilibrio de poder que juega en contra del Estado-na- cién, Para muchos activistas de derechos humanos, la soberania es- tatal es un anacronismo en el mundo global. Les gustaria presen. iar una mayor supervisidn global, un mayor poder en manos de la comunidad internacional de derechos humanos y un mayor ntime- 10 de protectorados de derechos humanos. Pero ges ésta una solu. ign inteligente? Cualquier forma de poder esta abierta al abuso, y no existe ningiin motivo para pensar que el poder que obtiene su legitimidad a través de los detechos humanos no pueda acabat tan abierto al abuso como cualquier otro. Aquellos que acabardn act mulando ms poder bien pudieran set los que ya lo tienen: las coa- liciones de los decididos a la accién y las naciones occidentales con el suficiente poder militar como Para intervenir con éxito en nom- bre de los derechos humanos. @\ El tinico resultado en Kosovo que es coherente con nuestros principios es aquel que haga que la regidn camine hacia un autogo- bierno efectivo en manos de su propio pueblo y lejos de la admi- nistracién de la OTAN, la ONU o el personal de la Uni6n Euro- pea. O creemos que las personas deben gobemarse a si mismas 0 no lo creemos. Una prolongada administracién impetial en el sur de los Baleanes, justificada en nombre de los derechos humanos, acabari, en realidad, violando les principios que dice defender Resumamos las dimensiones politicas de las crisis de derechos Jhumanos: estamos interviniendo en nombre de los derechos hima ‘nos como nunea Jo hemos hecho, pero nuestras intervenciones @ veces empeoran las cosas. En lugar de reforzar Jos derechos Inuma: ‘nos, pueden estar socavando su legitimidad como fundamento uni- versalista para la politica exterior. ‘Le La etisis de los derechos humanos tiene que ver sobre todo con ‘nuestra incapacidad para ser coherentes, es decir, para aplicar los cri- tetios delos derechos humanos al fuerte y al débil por igual; segundo, tiene que ver con nucsto fracaso @ la hora de conciliar los derechos fhumanos individuales y nuestro compromiso con Ja autodetermina: cin y Ia soberania estatal; y tercero, tiene que ver con nuestra inca: pacidad, una vez que intervenimos en nombre de los derechos hn ‘manos, para crear instituciones legitimas, que por sisolas constituyen Ja mejor garantia para la proteccisn de los derechos humanos, Los derechos humanos como poltica 73, 11 Estos problemas de coherencia tienen consecuencias para la te gitimidad de los propios estandares de derechos humanos. i cul turas no occidentales observan nuestra forma parcial eincoherente de defender los principios de los derechos humanos y concluyen que hay algo que esté mal en los propios priacipios. En otras pala- bras, el fracaso poltico tiene consecuenciasculturals. Ha llevado tle cates dsl mundo no oeientl ree qn ls derechos rianos n0 son ms que una justficcion para el imperialsio moral de Occidente. El fracaso ala hora de ser coherente en la aplicacién ¥ claro al establecer los limites de la soberaniaestatal ha condlucido aun desafio intelectual y cultural ala universalidad de las propias normas. Este sera el tema de mi siguiente crsayo. LOS DERECHOS HUMANOS COMO IDOLATRIA Cincuenta afios después de su proclamacién, la Declaracién Uni- versal de los Derechos Humanos se ha convertido en el texto sa- grado de lo que Elie Wiesel ha llamado «una religiénlaica de alean- ce planetario».' El Secretario General de la ONU, Kofi Annan, ha calificado la Declaracién Universal como «el patrén por el que me- dimos el progreso humane». La premio Nobel Nadine Gordimer Ia ha descrito como «el documento esencial, a pied a de toque, el credo de la humanidad que sin duda resume todos aquellos otros ccredos que guian la conducta bumana».? Los derechos humanos se han convertido en el mayor articulo de fe de una cultura laica que teme no creer en nada mis. Se han convertido en la lengua franca del pensamiento moral global, tal como el inglés se ha convertido cen la lengua franca de la economia global La cuesti6n que quiero plantear respecto a esta retGrica es la si uiente; silos derechos humanos son un conjunto de ereencias, qué significa creer en ellos? ¢Son como una religién? ¢Equivalen a une esperanza? ¢O se trata de algo totalmente distinto? Sostendré que los derechos humanos son mal irterpretados si Jos vemos como una «teligién laice». No son un credo; no son me- tafisica, Pensar eso es convertirlos en una especie de idolatsia: el humanismo adorindose a si mismo. Al elevar las demandas mora- les y metafisicas efectuadas en nombre de los derechos humanos quiz’ estemos tratando de aumentar su atractivo universal, Pero en 1. Elie Wiese, «A Teibute to Human Rights», en Y. Danieliy otros (comps), ‘The Universal Declaration af Human Rights: ify Years and Beyond, Amityville, Nueva York, Baywood, 1999, pig. 3. 2. Nadine Gordimer, «Reflections by Nobel Laureatesn,en Daniell y otros Kcomps.), op. et, pig. vi 76 Los derechos humanos como politica eidolatia realidad logramos el efecto contrario, despertando la sospecha en- tre los grupos religiosos y no occidentales que no necesitan nucs- tras religiones laicas occidentales. Puede resultar tentador relacionar el concepto de los derechos humanos con afirmaciones como la siguiente: los seres humanos poseen una dignidad natural o innata, poseen un valor natural cin trinseco y son jagracos. El problema con estas afirmaciones es que no son claras, sino controvertidas. No son claras porque confunden To‘que se desea que sean los hombres y las mujeres con lo que sa ‘bemos que son en la practica. A veces, los hombres y las mujeres se comportan con extraordinaria dignidad, pero esto no es lo mismo que afirmar que todos los seres humanos poseen wna dignidad in. rata; ni siquiera que poseen la capacidad de mostrarla, Dado que estas ideas sobre la dignidad, el valor y la sacralidad humana pate- cen confundir lo que ¢s con lo que debe ser, son controvertidas, y como son controvertidas, es probable que fragmenten el compro- ‘miso con las responsabilidades précticas que conllevan los derechos humanos en lugar de reforzarlo. Ademés, son controvertidas por- que cada una de sus versiones debe poner de manifiesto afirmacio- nes metafisicas sobre la naturaleza humana que son intrinsecamen- te debatibles. Algunas personas no tendrén problemas aa hora de pensar que los seres humanos son sagrados, porque creen en la existencia de un Dios que creé a la humanidad a su imagen y sc- mejanza. Las personas que no crean en Dios deben rechazat la sa. cralidad de los seres humanos, o bien creer que son sageados si se emplea en forma laica una metafora religiosa que no convenceria a un creyente. Las afirmaciones fundacionales de este tipo dividen, y estas divisiones no pueden solucionarse de la misma forma que los hhumanos solucionan sus disputas, mediante el didlogo y el com promiso. Sostendré que es mucho mejor olvidarnos de esta clase de argumentos fundacionales y centramos en la basqueda de apoya para los derechos humanos por lo que éstos hacer en realidad por Jos seres humanos. Las personas pueden no estar de acuerdo en por qué tenemos derechos, peto si pueden coincidir en que son necesarios. Mientras ‘que los fundamentos para la creencia en los derechos humanos es- tan sujetos a discusién, los motives prudenciales para creer en los Los derechos humans como idelatria 77 schos bumanos son mucho més seguros. Argumentaré que esta seit de los derechos humancs eat based en to qe la is toria nos ha ensefiado: que la vida de los seres humanos peligra cuando carecen de una minima agencia; quela propia agencia pre- cisa proteccién a través de estandares acordedos a nivel intemnacio- bal gue esos estndares debenotngar aosindviduos el derecho a oponerse y a resistirse a aceptar Srdenes y leyes injustas dentro de sus Estados: y,finalmente, que cuando hemes agotado todas fas so- Juciones, estos individuos tienen el derecho a pedir ayuda a otros pucblos, naciones u organizaciones internacionales para defender sus derechos. Esto ha quedado demostrado con claridad en la e3- tastréfica historia de Europa en el siglo xx, pero en principio no cexiste ninggin motivo por el que los pucblos no europeds no pue: ddan sacar las mismas conclusiones o por al que, durante mucho tempo l recuerdo del Holoctst y uc eimenes de te pe no lleven alas generaciones futuras a apoyar la aplicacidn universal . aa ta prudencial —e historica— de los derechos hhumanos no necesita apelar a ninguna idea concreta acerca de la na- turaleca humana. Tampoco necesita buscarst validaci6n dlkims ct ‘una idea concreta del bien, Los derechos manos tepresenan aquello que es correcto, no lo que es bueno. Las personas pues aires ds uno proteccion completa desu derechos humans y aun asi creer que carecen de elementos esenciales para una vida buena Si esto esas as ereencias comunes €2 los derechos humanos dleben ser compatibles con actitudes divergences acerca de lo que constsuyeun vida buena Bn ors palabrs un pion universal para la proteccin de los derechos humanos debe ser compatible con el pluralism moral. Es decir, debe ser posible mantener regi- enes de proteccidn de los derechos humanos en civilzaciones, cults reliones muy dives eda unm des cals daceps de las otras acerca de lo que debe ser la buena vida. Otra forma de cexpresarlo es la siguiente: las personas de diferentes culturas pue ‘den seguir estando en desacucrdo sobre lo bueno, pero, en cualquier caso, esti de acuerdo cn lo que es insoportable ¢ injustificable mente malo, El compromiso universal que implican los derechos hhumanos puede ser compatible con una gren variedad de estilos de 78 Los devechos humanos como politica e idoleeria vida tinicamente si el universalismo aqui im, ido es minimalista de forma autoconsciente. Los derechos humanos pueden suscitne un consenso universal sélo en forma de una teoria «ligera» de lo ae esti bien, una definiiga de les condiciones minimas para po. dee vivir una vida que lo merezca. Pero incluso entonces puede no ser lo suficientemente miniaa pare suscitar una aprobacion universal. Un punto de vista propi ‘mente politica sobre los derechos humanos debe aceptar que eta, mas ante un eredo combativo y que sus implicaciones universales bo serin aceptadas sin resistencia, Ninguns autoridad cuyo poder se vea desafiado por el activismo de derechos humanos le otorgaré legitimidad de buena gana. El activismo de derechos humanos debe y el «Resto del mundo, ambas partes cometen el error de suponer que la otra habla con 35. Laaeen,op ct pig. 1 36, Donnllyen Bauer y Bel op. ct, pig 8 110 Los derechos humanos como politica e idolaeia una tiniea voz. Cuando el mundo no occidental se fijaen los des chos humanos, See eae rectamente— que el discurso se. ov na en un conjunto de tradiciones histéricas comunes a los princi pas pafses occidentales. Pero las naciones occidentales ee tos prinpios eens de su propia tradicin de los derechos de ue oe ferente. iedatseat comtin no deriva necesaria- mente on unos puntos de wis cones respecte ls deren s distintas culturas que han dado origen a los derechos —l ingles, la francesa y la norteamericana— se mantienen perspect? vas diferentes sobee euestiones como la privacidad, la Hberted expresién, la instigacin, el derecho allevar armas o el derecho ala ae Alo oa de los cincuenta afios transcurridos aang wulgacién de la Declaracién Universal, estos desacuer es feeds eters = expec aie neg loa tes. De hecho, la unanimidad moral de Occidente —un net md persuasive desde fuera que desde dentro se estdrompiendo y cx revando sy heterogeneidad.H des orteamerieano s0- re los derechos humanos formé patte en una oeasign del devech natural europeo y del derecho comin inico, Pero este tide de un origen comin compite con una creciente conciencia sobre excepcionalidad legal y moral estadounidense. eee se lta nortemerian en materia de dstchos humans de snes int aos eredemement pada dst esl groduco de una macén con un gran tadictn de derechos que i era al resto del mundo ala hora de denuncir las violaciones de k derechos humanos de los demis, pero se niega a ratifen ls pins cipalesconvenciones internacionales en la materia, La mayor po, skin ln aplcacén domes de osm Setar sche umn no proven de Esudesincilizados sens ala ain orden ide ning pals islimico 0 asiético, sino del razon de Ja tradicién de los derechos, de una nacién que, li- ganda os derechos ala soberana popular s pone supensin e Valier hhumanos internacionales bajo el pretexto de que po- eee ‘irse una intromisi6n. en su sistema democritico, De todas sions que exten en lahore ls derechos humans desde eclaracisn Universal ques asomnbratia «Eleanor Roosevelt scl grado en el que su propio pais constituye la excepcién, Los detechos humanos come idotatia 111 En los préximos cincuenta aiios, podemos esperar que el con- senso moral que sostuvo la Declaracién: ‘Universal en 1948 atin se resquebraje mas. A pesar de toda la retérica sobre los valores co- qnunes, la distancia entre Estados Unidos y Europa respecto « la ‘cuestign de los derechos —como el aborto y la pena de muerte— sumentara, al igual que la distancia entre Oceidente y el resto del mundo, No hay ningin motivo para creer que la globalizacién eco- ‘némica conlleve la globalizacién moral. De hecho, existe algun z6n para pensat que @ medida que las distintas econemias han uni- ficado sus pricticas comerciales y de propiedad, sus idiomas y sus redes de comunicacidn, se ha producido un movimiento contrario {que busca salvaguardat la integridad de las comunidades naciona- les, as cultaras, las religiones y los modos de vida locales. Esta profecia no vaticina un pronto final del movimiento en fa vor de los derechos humanos, sino su madurez tardia, su reconoci- tiento de que vivimos en un mundo plural de culturas que tienen ‘derecho a una igual consideracién en el debate sobze cSmo pode- tos y debemos tratar a nuestros semejantes. De hecho, ésta puede tet la ensefianza principal en Ja historia del progreso humano: ba bolido la jerarquia de cvilizaciones y culturas. En una fecha tan ‘cercana como 1945 era usual pensar en la civilizacién europea como faherentemente superior a las civilizaciones sobre las que goberna- ‘ba, Muchos enropeos continian pensindolo, pero saben que no tienen derecho a hacerlo. ¥ lo que es ain mas importante, muchos pueblos no enropeos dicron por sentada la superioridad de la civi- Tizacién de sus gobernantes. En Ia actualidad no tienen ningtin mo wo para seguir pensando asi, y una de las razones para ello esa di- fusion global de los derechos humanos. Es el lenguaje que articula ide modo mis coherente la igualdad moral de todos los individuos, pero lo hace de una manera que aumenta simulténeamente el gra- Ho de conflicto con respecto al significado, la aplicacién y la legit: midad de las demandas de derechos. El lenguaje de los derechos afirma que todos los seres humanos pueden particioar en la delibe- ‘racion esencial en Ja que se determinara cémo nos debemos tratar Tos unos a Jos otros. Pero una vez. que se haya garantizado este de recho universal a hablar y a ser escuchado me temo que vamos a presenciar tumults y desacuierdos. 2Por qué? Porque las vores eu- 112 Los derechos humanos como politica ¢idolatria opeas que en una ocasién se responsabilizaron de acabar radical: zmente-con la verborrea ya no poseen el privilegio de hacetlo, y los que se slentan con ellos a mesa ye no les dejan, Todo esto equi vale al progeeso, un paso adelante hacia un mundo que les divtntas culturas y teligiones imaginaron durante milenios: un mundo de verdadera igualdad moral entre los sezes humanos. Pero un muncks ds igwaldad moral es también un mundo de coaflico, deliberacion, ‘argumentacién y contencién, Repitiendo algo que se dijo antes: debemos dejar de pensar en los derechos bumanos como si fueran cartas ganadorasy empezar 4 verlos'como un lenguaje que crea las bases para la delibercion. En este razonatniento, el terreno que compartimos puede set muy equefio, en realidad no mucho mayor que la intuicién basicn de que tu dolor y tu humillaciéa maiiana seran los mios. Pero esto ya ¢salgo. En un futuro asi, comunes a todos los individuos, los deve chos no serin un credo de la sociedad global ni una religin secu le, sino algo mucho mis limitado pero al mismo tiempo igual de Yalioso: el vocabulario comtin con el que podemes empezar a de. batir, y el mfnimo basico en el que pueden enraizarse lee diferenien ideas del crecimiento humano COMENTARIOS.

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