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Introduccién
Diferenciar la ensefianza es «actuar de modo que cada alumno se
cencuentre, lo mas frecuentemente que se pueda, en situaciones de apren-
dizaje productivas para él» [Perrenoud, 1996 b]. Para lograr esta simple
idea, hay que cambiar profundamente la escuela. Agreguemos de manera
inmediata que adaptar la accién pedagégica al alumno no significa, sin
embargo, renunciar a instruirlo, ni abandonar sus obj
Diferenciar es luchat jeamente para atenuar las
escuela y aumentar el
No existe un pedagogo comprometido con la nueva escuela o los
meétodos activos, o simplemente que se sensibilice con el fracaso escolar,
que no haya luchado, a su modo, por una enseflanza individualizada 0
una pedagogia diferenciada. Desarrollar una «educacién a la medida»,
seguin la formula de Claparéde [1973], es el suefio de todos los que consi-
deran absurdo ensefiar lo mismo en el mismo momento, con los mismos
métodos, a alumnos muy diferentes. La preocupacién por adaptar la ense-
fianza a las caracteristicas individuales no solo nace del respeto a las per-
sonas y del buen sentido pedagégico. Proviene de una necesidad de
igualdad: la indiferencia ante las diferencias transforma las desigualdades
jaldades de aprendizaje, y por tanto de
ito escolar, como mostr6 Pierre Bourdieu [1966]. En efecto, basta ignorar
las diferencias entre los alumnos para que la propia ensefianza:Pedagogta diferenciada. De las intenclones a la accién
Introduccién
~ _Benere el éxito de los que poseen el capital cultural y i
6digos, el nivel de desarrollo, las actitud:
que permiten sacar el mejor
papel importante en el examen;
~ _ Provoque, de manera inversa, el fracaso de los que no poseen estos
recursos y se persuaden de que son incapaces de aprender, de que su
fracaso es mas bien el signo de su insutficiencia personal que de la
inadaptacién de la escuela.
A pesar de estas evidencias y de los andlisis cada vez mas precisos
sobre la fabricacién de las desigualdades y el fracaso desde los afios sesenta, el
modo dominante de organizaciGn de la escolaridad apenas ha cambi
s€ agrupa a Tos alumnos de acuerdo a su edad (que se supone que
su nivel de desarrollo) y sus experiencias adquiridas en la escuela, en
«clases» que fingimos creer que son lo suficientemente homogéneas como
ara que todos tengan la oportunidad de asimilar el
durante el mismo tiempo, un afio escolar. En el seno
muy variable la diferenciacion de los tratamientos pedagégicos. A veces
sigue siendo muy débil: la ensefianza frontal estd lejos de haber desapare~
ido de las clases, sobre todo en segundo grado.
foma en cuenta de forma secundaria, en proporciones irrisorias compara
do con la amplitud de las desigualdades? Esta relatva inercia no significa
que nadie se ocupe del problema, Pese a que, como veremos, la voluntad
politica de lucha contra el fracaso escolar sigue siendo incierta, las socieda-
ddes desarrolladas enfrentan demasiados desafios como para que las clases
dirigentes quieran generar el fracaso’escolar con el tinieo objetivo de
Sarantizar la transmisién de sus privilegios y la reproduccién de las jerar.