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Mujeres singulares

Mujeres singulares

CARLOS CÉSAR ÁLVAREZ


Editor: Bubok Publishing S.L.
Depósito Legal: M-15854-2010
ISBN: 978-84-9916-669-8

Carlos César Álvarez Álvarez 2010


Esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-No comercial-
Compartir igual 3.0 España de Creative Commons. Para ver una
copia de esta licencia visite:
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o envie una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite
300, San Francisco, California 94105, USA.
PRÓLOGO

Este libro recopila una serie de posts publicados desde


2005 hasta hoy en mi blog Días del futuro pasado(1),
bajo el título genérico de Mujeres singulares.
Es una serie que surgió espontáneamente. Empezó
con los artículos dedicados a Isabel Eberhardt y Alexandra
David-Neel -mis dos aventureras favoritas- y en vista de
que a los lectores les gustaba leer estas historias y a mí
escribirlas, continué con ellas durante años.
Estas mujeres son singulares por varias razones, pero
sobre todo porque desafiaron las normas de la sociedad en
que les tocó vivir, se salieron del guión establecido para
ellas y se desenvolvieron a su aire, haciendo lo que les
vino en gana. Nacer, por ejemplo, en la Inglaterra
Victoriana no fue un impedimento para Mary Kingsley o
Isabella Bird a la hora de lanzarse a recorrer el mundo.
Pero también son singulares porque no han necesitado
formar parte de ningún colectivo feminista o de cualquier
otro tipo para sentirse libres e iguales a los hombres.
Posiblemente las feministas de hoy criticarán a muchas de

(1) www.futuropasado.com

7
las mujeres que aquí aparecen tachándolas de
individualistas.
No olvido que bastantes de ellas pertenecían a una
clase social elevada, lo que sin duda les facilitó alcanzar su
independencia, pero otras no fueron precisamente ricas:
Ida Pfeiffer emprendió la vuelta al mundo con solo 100
libras esterlinas en el bolso.
Algunas obtuvieron el éxito y sus méritos fueron
reconocidos por la sociedad. Otras, como Anne Jane
Thornton, pasaron penurias en vano o incluso fueron,
como la beata Dolores, quemadas en la hoguera.
Dado que me interesa más la literatura de ficción que
la biografía, he incluido sin ningún reparo anécdotas o
episodios de dudosa veracidad en los relatos de las vidas
de algunas protagonistas. Por ejemplo, la historia de
Elizabeth Báthory incluye exageraciones bastante
evidentes, así reconocidas por sus biógrafos más serios. Lo
mismo puede decirse respecto a la teósofa H.P. Blavatsky.
Para su publicación en papel, he clasificado a estas
damas en Viajeras y aventureras, Mujeres en el poder,
Creadoras y Místicas e iluminadas.
He modificado algunos textos en relación a la versión
original del blog y, en esos casos, he actualizado el
correspondiente artículo en internet.
Por último, es obligado dar las gracias a los lectores de
Días del futuro pasado. Sin ellos, este libro no
existiría.

Madrid, 17 de marzo de 2010

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VIAJERAS Y AVENTURERAS
ISABELLE EBERHARDT

Una rebelde en el Sahara.

Entre 1899 y 1904, una joven europea disfrazada de


beduino y oculta bajo el nombre masculino de Mahmud
Saadi recorría el Magreb a caballo para sorpresa de los
nativos y escándalo de los occidentales. Por el día
mantenía reuniones con místicos sufíes y por la noche
frecuentaba los prostíbulos, en los que se dedicaba a
observar a los hombres, amparada en su disfraz
masculino. Fumaba kif y bebía alcohol, a pesar de haberse
convertido a la religión islámica, y tuvo numerosos
amantes europeos, turcos y árabes.
Isabelle Eberhardt nació en Ginebra en 1877. Su
madre era una aristócrata alemana de origen ruso y su
padre no fue el marido de su madre -el general Moerder-
sino probablemente el preceptor de sus hermanos y
amante de su madre, Alexander Nicolaievitch
Trofimovsky, un sacerdote ortodoxo ruso, nihilista y
amigo del anarquista Bakunin. Otra teoría la convierte en
hija nada menos que de Rimbaud. Ni siquiera ella estuvo
nunca segura de quién fue su padre y adoptó el apellido de

11
su abuela materna. El tal Trofimovsky convivió varios
años con la madre de Isabelle, pero no reconoció a ésta
como su hija.
Su casa era centro de reunión de anarquistas,
nihilistas, conspiradores y revolucionarios de distintas
nacionalidades, y así no es de extrañar que saliera la niña
como salió. Isabelle no fue a la escuela pero de
Trofimovsky aprendió griego, latín, turco, ruso, árabe,
alemán e italiano, además de filosofía, literatura,
geografía, historia y nociones de medicina. La muchacha
entabló por su cuenta relación con intelectuales árabes.
Tenía Isabelle veinte años cuando ella y su madre hacen
las maletas, dejan tirado al truhán de Trofimovsky y se
marchan a vivir a Argelia, entonces colonia francesa. Allí
se convierten al Islam. Poco después Alá se lleva a la
madre, que es sepultada en el cementerio musulmán. En
esa época Isabelle publica sus primeros artículos y
cuentos bajo diversos seudónimos. También es entonces
cuando adopta por vez primera apariencia de hombre
para colarse en las mezquitas a discutir con los mullah,
actividad que alterna con otras -seguramente menos
recomendables pero más divertidas- en los tugurios de la
casbah argelina.
Hacia 1899, tras fracasar un intento de boda con un
turco, se pone el mundo por turbante y se dedica a viajar
por el Sahara. Un año después se establece en El Oued y
conoce a Sliman, un suboficial de las tropas indígenas,
que se convierte en su amante estable. Este era miembro
de una secta sufí, a la que Isabelle también se apunta. Su
forma de ser, liberada y contestataria, molesta por igual a

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franceses y árabes, hasta el punto de que un beduino
intenta asesinarla a sablazos -supuestamente siguiendo
órdenes de un ángel-, circunstancia que las autoridades
coloniales aprovechan para expulsarla por alborotadora.
En Marsella se dedica a escribir cuentos, aunque su
obra literaria nunca tuvo gran repercusión. Se casa con
Sliman y adquiere así la nacionalidad francesa, lo que le
permite regresar a Argelia. Allí vuelve a las andadas: se
traviste, bebe alcohol, fuma kif, se ve envuelta en peleas
de taberna y en romances extramatrimoniales, pero
compagina todo ello con una vida espiritual dedicada a
visitar eremitas.
No se sabe en qué estaría pensando el general
Lyautey, cuando decide enviar a semejante pendón en
misión diplomática ante unas cabilas rebeldes. Aunque
Lyautey tampoco debía de ser un militar corriente, a
juzgar por su opinión de Isabelle:

“Era lo que más me atrae del mundo: una


rebelde. Encontrar a alguien que sea
verdaderamente ella misma, fuera de
cualquier prejuicio, cualquier cliché, y que
pase por la vida tan liberada de todo, cual
pájaro en el espacio, sí que regalo… ¡Amaba
ese prodigioso temperamento de artista y
todo lo que en ella hacía sobresaltar a los
notarios, caporales y mandarines de cualquier
calaña!”(1).

(1) http://leonormerinogarcia.iespana.es/lmerinoa2.html

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Opinión que yo mismo habría suscrito. Si hay un tipo
de mujer que no soporto es la que se define a sí misma
como “una chica normal”.
Sin embargo, la vida alegre empezó a pasar factura a
nuestra heroína, que tuvo que ser hospitalizada aquejada
de sífilis y paludismo. Al abandonar el hospital va a vivir a
Ain Sefra, al sur de Orán.
El 21 de octubre de 1904 el desbordamiento de dos
oued anega la ciudad, sepultándola en el barro y acabando
con la vida de muchos de sus habitantes, incluida Isabelle.

“A Elisabeth Eberhardt, con el deseo de que este


libro pese sobre su tumba lo que ella pesó sobre el
desierto del Sahara: lo que el pétalo de una rosa” -
Dedicatoria del libro La disparatada vida de
Elisabeth de Luis Antonio de Vega (Ed. Afrosidio
Aguado, 1944)

Jueves, 14 de abril de 2005

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ALEXANDRA DAVID-NÉEL

La primera mujer occidental en visitar


Lhasa, la capital prohibida del Tíbet.

Eugenie Alexandrine Marie David había nacido en


París en 1868, hija única de un francés hugonote y una
católica de origen escandinavo. Antes de los veinte ya
contaba en su curriculum con un libro de ideología
anarquista prologado por Eliseo Reclús, un viaje en
bicicleta a España, Italia y Suiza y estudios en la Sociedad
Teosófica con Madame Blavatsky (otra pájara de cuenta
de la que no me resistiré a escribir más adelante).
Se dice que Alexandra llegó a ingresar en la
masonería. A los veinticinco ya había viajado a la India y a
Túnez. En este país estudió el Corán y practicó la religión
islámica, apenas cinco años antes de que Isabelle
Eberhardt anduviese por allí haciendo cosas parecidas.
Había estudiado música y canto, y su buena voz le
permitió debutar como diva de la ópera de Hanoi,
apadrinada por el compositor Massenet. De nuevo en
Túnez, conoció al ingeniero ferroviario Philippe Néel, con
el que contrajo matrimonio en 1904, alcanzando el estatus

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anhelado por cualquier mujer de su época. Pero Alexandra
no era “cualquier mujer” (por eso estoy escribiendo sobre
ella). Su relación con Philippe nunca fue mala, pero ella
no estaba hecha para el matrimonio y siete años después,
cuando tenía cuarenta y tres, hizo las maletas, dejó
plantado al ingeniero, y emprendió rumbo a Egipto, y de
ahí a Ceilán, India, Sikkim, Nepal y Tíbet.
En 1912, en Kalimpong, se convierte en la primera
mujer occidental en ser recibida por el Dalai Lama. En la
India conoce al que sería su compañero de aventuras el
resto de su vida, el joven tibetano de 14 años Yongden, al
que adoptaría años después. Viaja a Corea y Japón, donde
tiene como anfitriona a la esposa de D.T. Suzuki. Vive
durante dos años en el monasterio chino de Kumbum,
cerca de Mongolia, estudiando los manuscritos budistas.
Los monjes la consideran una hermana y la llaman
lámpara de sabiduría. Pero Alexandra tiene un reto
pendiente: en su anterior estancia en Tíbet no pudo llegar
a la capital, Lhasa, la ciudad prohibida. Decide emprender
de nuevo la aventura y en 1921 parte con Yongden, tres
sirvientes y siete mulas. El viaje es peligroso a causa de los
bandidos, el durísimo clima y la complicada orografía, con
pasos de montaña de 5.000 m de altitud. Por si fuera
poco, los funcionarios chinos y tibetanos se dedican a
obstaculizar el viaje. Todas las vicisitudes de esta
expedición las narra Alexandra David-Néel en su obra
Viaje a Lhasa. Por fin, después de tres años, disfrazada de
mendiga tibetana, con el pelo teñido y el rostro oscurecido
con grasa y hollín, llega a la ciudad prohibida. Solo su
ahijado Yongden ha permanecido a su lado.

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Alexandra se queda dos meses en Lhasa y luego
regresa a París, descubriendo que se ha convertido en una
celebridad. Escribe varios libros, entre ellos otra de sus
obras más famosas, Místicos y magos del Tíbet. En dicho
libro Alexandra narra de esta manera su sorprendente
encuentro con un lama saltarín:

“Mi primer encuentro con un lung-gom-


pa tuvo lugar en el desierto de pastos al norte
del Tíbet.
Hacia el final de la tarde cabalgábamos sin
prisas por una ancha llanura cuando observé,
muy lejos, un poco a nuestra izquierda, una
minúscula mancha negra que, con la ayuda de
mis gemelos, pude ver que era un hombre. Me
sorprendió mucho. Los encuentros no son
frecuentes en aquella región y llevábamos diez
días sin ver a un ser humano. Además, gentes
de a pie y solos no suelen aventurarse en
aquellas inmensas soledades. ¿Quién podía
ser el viajero?
[...]
Mientras continuaba observándole con
mis gemelos, noté que su paso era singular y
que avanzaba con una rapidez extraordinaria.
Aunque a simple vista mis gentes sólo podían
ver un punto negro que se movía entre las
hierbas, no pasó mucho tiempo sin que se
diesen cuenta de la velocidad sorprendente
que llevaba. Les pasé los prismáticos y uno de

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ellos, después de haber mirado unos minutos,
exclamó: “Lama lung-gom-pa tchig da”
(“Diríase que es un lama lung-gom-pa”).
Las palabras lung-gom-pa despertaron
inmediatamente mi interés. Aún no había
llegado a ver un experto lung-gom-pa
cumpliendo las prodigiosas hazañas de que
tanto se hablaba en el Tíbet. ¿Iba a perder
aquella ocasión?
El hombre continuaba acercándose y la
rapidez de su marcha era cada más evidente.
¿Qué debía hacer si era un verdadero lung-
gom-pa? Deseaba observarle de cerca, hablar
con él, hacerle preguntas y también
fotografiarle… Deseaba muchas cosas.
Pero desde las primeras palabras que
pronuncié, el criado que había reconocido el
paso del lung-gom-pa exclamó:
-Reverenda señora, no va a parar al lama,
ni a hablarle, ¿verdad? Se moriría, de seguro.
Estos lamas, cuando viajan, no deben
interrumpir su meditación. El dios que está en
ellos se escapa si dejan de repetir las fórmulas
mágicas, y si los abandona antes de tiempo,
les da tan violenta sacudida que los mata.
[...]
Había llegado a poca distancia de
nosotros. Podía distinguir claramente su faz
impasible y sus ojos muy abiertos, que
parecían contemplar fíjamente un punto

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situado en alguna parte, allá arriba, en el
espacio vacío. Diríase que se desprendía de la
tierra a cada paso que daba y que avanzaba
botando, como si hubiera tenido la elasticidad
de una pelota. Vestía el hábito y la toga
monástica usuales, ambos muy gastados. Su
mano izquierda sujetaba un pliegue de la toga
y permanecía oculta por la tela. Su mano
derecha empuñaba un purba (puñal ritual). Al
caminar. Movía ligeramente el brazo derecho,
al ritmo de su paso, como si el purba, cuya
punta se hallaba muy alejada del suelo,
estuviese verdaderamente en contacto con él y
le sirviese de bastón.”

De todas partes reclaman a Alexandra para dar


conferencias. Pero no ha dejado de ser un culo de mal
asiento y aún en 1938, les encontramos a ella -con setenta
años- y a su fiel Yongden huyendo de la guerra civil en
China a bordo de un vapor que remonta el Yang-tsé. En la
India, un telegrama le trae la noticia de la muerte de su
marido, con el que, curiosamente, no había dejado de
mantener correspondencia durante todos esos años. La
frase que pronunció entonces: “He perdido un maravilloso
marido y a mi mejor amigo“, no deja de tener una difícil
interpretación, dado que llevaba unos veintiocho años
separada de él.
Finalmente se establece en Digne, en los Alpes
franceses, donde sigue escribiendo una abundante
producción literaria, siempre alrededor de sus viajes y lo

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que en ellos descubrió. En 1955 muere Yongden. En 1969,
la víspera de su 101 cumpleaños y poco antes de su
muerte, Alexandra acude a las oficinas municipales a
renovar su pasaporte “porque nunca se sabe”. De mujeres
así merece la pena enamorarse y marchar tras ellas a
recorrer el Tíbet a pie.
En 1973 las cenizas de Alexandra y Yongden fueron
arrojadas a las aguas del Ganges. En Digne existe hoy el
Centro Cultural Alexandra David-Néel.

Jueves, 5 de mayo de 2005

20
MARY KINGSLEY

Exploró Africa vestida de dama


victoriana y llevando una sombrilla.

Mary Kingsley (Islington, Inglaterra, 1862-Simon’s


Town, Africa del Sur, 1900) era hija de George Kingsley,
viajero y escritor de libros de viajes, y de Mary Bailey y
sobrina de Charles Kingsley. Su madre era inválida y la
sociedad victoriana esperaba de Mary que permaneciera
en el país y se ocupara de ella. Mary tenía pocos estudios
pero disfrutaba de libre acceso a la extensa biblioteca de
su padre y tenía oportunidad de escuchar sus relatos sobre
países extranjeros.
Pero su padre murió en febrero de 1892 y su madre
apenas cinco semanas después. Liberada de sus
responsabilidades familiares y con una renta de 500 libras
al año, Mary pudo permitirse viajar y decidió visitar África
para recoger el material que necesitaba para acabar un
libro que su padre había comenzado sobre la cultura de
ese continente.

21
Durante el largo viaje a África el capitán del barco la
introdujo en el arte de la navegación de veleros y de
buques de vapor. Ella nunca olvidaría la experiencia de
pilotar un bajel de dos mil toneladas y, más tarde en sus
libros, reconocería el gran valor de las enseñanzas que
recibiera del capitán Murray.
Mary llegó a Luanda, Angola, en agosto de 1893.
Durante una temporada vivió entre los nativos, que le
enseñaron las habilidades necesarias para sobrevivir en
las selvas africanas. En esta época recorrió la zona del
Golfo de Guinea y visitó Fernando Póo, entonces española
y hoy en la actual Guinea Ecuatorial, adentrándose, a
menudo sola, en regiones peligrosas. Esta es la
descripción que hace de la isla de Fernando Póo:

“Vista desde el mar o desde el continente,


parece como una montaña inmensa que flota
en el mar. Es bien visible en los días claros (y
en particular muy visible en la claridad
extraña que se produce después de un
tornado) un centenar de kilómetros mar
adentro, y nada más perfecto que Fernando
Póo cuando se mira, como hacen de vez en
cuando desde la lejana Bonny Bar, en la
puesta de sol, flotando como una isla
encantada hecha de oro o de amatista; no
puede concebirse. Es casi igual de
encantadora de cerca, desde la parte
continental en Victoria, a diecinueve millas de
distancia. Con su aire de belleza infinita, es

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casi siempre dulce y hermosa, pero yo he visto
su silueta duramente recortada contra nubes
tormentosas y grandiosamente sombría desde
la parte alta de su hermano mayor Mungo
[Monte Camerún]. Y en cuanto a Fernando
Póo con luna llena... bien, es mejor ir a verlo
uno mismo.”(1)

Regresó a África en 1895 para estudiar a las tribus


caníbales. Viajó en canoa por el río Ogowé, donde recogió
especímenes fluviales desconocidos hasta ese momento.
Coleccionó insectos, conchas, reptiles y plantas para el
Museo Británico.
Tuvo algún desagradable encuentro con gorilas, que
reseña en sus libros. En cierta ocasión ella y uno de sus
ayudantes nativos estaban escondidos entre unos arbustos
viendo comer plátanos a una familia de cinco gorilas.
Entonces al nativo le entraron unas irresistibles ganas de
estornudar. El pobre hombre hizo grandes esfuerzos por
contenerse hasta que finalmente emitió un sonoro
estornudo. Los gorilas se irguieron y miraron hacia el
lugar de donde procedía aquel extraño sonido. Mary se
disponía a utilizar la carabina para defenderse, cuando el
nativo no pudo reprimir una serie de ruidosos estornudos,
que para su sorpresa y tranquilidad tuvieron la virtud de
hacer huir a los animales.
Después de conocer a la etnia fang, escaló los 4.095
metros del monte Camerún por una ruta no hollada antes
por otro europeo.

(1) Viajes por el África occidental

23
Un día, en la ladera de la montaña, tuvo que agarrarse
con uñas y dientes a las rocas para no ser barrida por un
tornado.
Las noticias de sus aventuras llegaron a Inglaterra y
cuando volvió a su casa en octubre de 1895 los periodistas
estaban impacientes por entrevistarla. Ahora era famosa.
Durante los tres años siguientes recorrió el país, dando
conferencias sobre la vida en África. Mary Kingsley enojó
a la Iglesia de Inglaterra cuando criticó a los misioneros
por pretender cambiar a la gente del hoy llamado Tercer
Mundo.
Disertó sobre algunos aspectos de la vida africana que
causaron impacto en la sociedad de su época, por ejemplo
la poligamia. Ella pensaba que era una costumbre que
estaba justificada por las características de la vida en
aquel continente, tan diferentes de las europeas. Discutió
la idea imperante de que “un negro no es más que un
blanco subdesarrollado”. Sin embargo, era bastante
conservadora en otras cuestiones y, por ejemplo, no apoyó
el movimiento del sufragio de las mujeres.
Kingsley escribió dos libros acerca sus experiencias:
Viajes por el África occidental (1897), que fue un
bestseller inmediato, y Estudios de África occidental
(1899).
En la guerra Anglo-Boer, se ofreció voluntaria como
enfermera. Murió de fiebres tifoideas a los 37 años en
Simon’s Town, donde estaba cuidando a prisioneros boer.
De acuerdo con sus deseos, sus restos fueron arrojados al
mar.

24
Como curiosidad hay que añadir que Mary Kingsley
realizó todos sus viajes por la calurosa Africa vestida con
la misma ropa que habría llevado en la Inglaterra
victoriana y portando una sombrilla. Sus aventuras
inspiraron el personaje de Rose Sayer, interpretado por
Katherine Hepburn en La reina de Africa.

Martes, 27 de septiembre de 2005

25
FREYA STARK

“Despertar completamente sola en una


ciudad extraña es una de las
sensaciones más agradables que
existen.”

Freya Madeleine Stark nació en París en 1893. Su


padre, británico, y su madre, italiana de origen germano,
eran aficionados a viajar y solían llevar consigo a la
pequeña. Cuando se divorciaron, la situación económica
de Freya y su madre decayó notablemente. Vivieron en el
norte de Italia y en Londres, donde Freya acudió a la
School of Oriental Studies. Al mismo tiempo aprendió
árabe. Su fascinación por Oriente había comenzado
cuando, al cumplir nueve años, alguien le regaló un
ejemplar de Las mil y una noches.
Cuando tenía 16 años sufrió un accidente en una
fábrica en Italia, al enredarse su cabello en una máquina,
y tuvo que pasar cuatro meses recibiendo injertos de piel
en el hospital. Como consecuencia su rostro quedó
ligeramente desfigurado.

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En 1927 embarcó con destino a Beirut, con intención
de visitar Siria y practicar el idioma. Un año más tarde se
fue a vivir a Damasco. Entretanto había adquirido la idea
de estudiar a los drusos (minoría religiosa heterodoxa
islámica). En esa época, la región mayormente habitada
por los drusos (entre Líbano y Siria) se encontraba en
plena sublevación contra la ocupación colonial francesa.
Haciendo caso omiso de las advertencias, Freya
emprendió viaje hacia allí montada en un burro, pero fue
arrestada por el ejército francés antes de poder alcanzar
su objetivo.
Nuestra aventurera regresó a Italia, pero no
permaneció allí mucho tiempo. Ahora se le había metido
en la cabeza investigar a la célebre secta de los asesinos de
Hasan al-Sabbah, así que una vez más emprende viaje y
llega a Bagdad, donde no tiene mejor ocurrencia que
alojarse en el barrio de las prostitutas, para escándalo de
la sociedad inglesa. Se marcha sola a Persia en busca de
Alamut, la montaña de los asesinos, y aprovecha el viaje
para cartografiar la región, lo que la valdrá a su regreso
los parabienes de la Real Sociedad Geográfica británica.
En 1931 descubre el castillo de Lamiaser, en el valle de
Shahrud, uno de los dos castillos de la secta que habían
resistido la invasión mongola.
Por razones de salud tuvo que cancelar su proyecto de
buscar las ruinas de Saba, en Arabia, pero siguió la ruta
del incienso hasta encontrar el puerto de la antigua ciudad
de Caná.
Durante la Primera Guerra Mundial el papel de Freya
Stark se había limitado a alistarse como enfermera, pero

27
en la Segunda el Gobierno Británico supo sacar partido a
sus aptitudes y la envió primero a Adén y luego a Irak. Allí
se dedicó a recoger información y al tiempo colaboró a
reclutar árabes para la causa aliada. En El Cairo fundó
una especie de sociedad antinazi llamada Brotherhood of
Freedom.
Finalizada la contienda regresó a su hogar en el norte
de Italia, donde se dedicó a escribir. A estas alturas ya
había editado varios libros. Su bibliografía se compone de
una treintena de obras en total, en las que principalmente
narra sus peripecias por los países que visitó. Con 54 años
se casó con un diplomático y se fue a vivir al Caribe, pero
el matrimonio duró cuatro años, hasta que Freya decidió
largarse a Turquía y desde ahí seguir los pasos de
Alejandro Magno en Asia.
Y después a Yemen, China, Afganistán, Camboya,
Nepal y casi toda Europa. Con 89 años todavía andaba
recorriendo los pasos de montaña del Himalaya. Murió en
su casa de Italia a los 100, un año más joven que
Alexandra David-Neel. Ostentó el rango de Dama del
Imperio Británico.

Martes, 13 de diciembre de 2005

28
LADY MARY MONTAGU

Sus últimas palabras fueron: “Ha sido todo de


lo más interesante”.

Mary Wortley Montagu (Londres, 1689-1762) fue un


atípico miembro de la aristocracia británica del siglo
XVIII. Aunque su padre no tuvo ningún interés en
educarla, ella procuró aprender por su cuenta en los libros
de la biblioteca familiar. Fue amiga de Mary Astell,
considerada como “la primera feminista inglesa”.
Durante algún tiempo, Mary mantuvo una relación
epistolar con Edward Wortley Montagu, que era hermano
de una amiga suya llamada Anne, fallecida en 1709.
Cuando Edward la pidió en matrimonio, el padre de Mary
lo rechazó por razones de tipo económico y pretendió
casarla con otro. Entonces Mary y Edward se fugaron. Los
primeros años de su vida de casada transcurrieron en
Inglaterra, ya que Edward Wortley Montagu era miembro
del parlamento de Westminster.
A principios de 1716 Edward fue nombrado embajador
en Turquía y Mary lo acompañó a Constantinopla, donde
permanecieron hasta 1718. La historia de este viaje y sus

29
observaciones sobre la vida en oriente las cuenta Lady
Mary en las cartas conocidas como Turkish Embassy
Letters, de excelente prosa, con contenido muy
descriptivo, y en las que, dejando de lado todo prejuicio,
profundiza en las interioridades de la sociedad turca, en
especial de sus mujeres. Estas cartas se consideran a
menudo como fuente de inspiración de posteriores
escritoras viajeras, así como muy influyentes en el arte
europeo de aire orientalista. Al perecer, Ingres se inspiró
en ellas para su célebre cuadro El baño turco.
La opinión de Mary respecto a los harenes es
sorprendente, pero no deja de tener su lógica. Según ella,
las mujeres de los harenes turcos tienen más libertad
-incluida la sexual- que las damas de la encorsetada
sociedad británica. Sobre la imposición del velo, asegura
que tiene la ventaja de que las turcas pueden ir por la calle
de incógnito y eso les permite acudir a las citas con los
amantes sin ser reconocidas por sus maridos:

“Es muy fácil ver que en realidad tienen


más libertad que nosotras. Ninguna mujer,
sea cual sea su rango, se permite salir a la
calle sin dos murlins, uno que cubre toda su
cara excepto los ojos y otro que oculta toda su
cabeza y cuelga a media altura a sus espaldas.
Su silueta también es enteramente cubierta
por una cosa que llaman serigee, sin el cual
ninguna mujer de ninguna clase aparece en
público; éste tiene mangas estrechas, que
alcanzan hasta el extremo de los dedos y los

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envuelve de forma semejante a una caperuza.
En invierno es de paño, y en verano, de pura
seda. Ya puedes imaginar que esto las disfraza
eficazmente, de modo que no hay forma de
distinguir a la gran señora de su esclava. Es
imposible para el más celoso de los maridos
reconocer a su esposa cuando se la encuentra
y ningún hombre se atreve a tocar o a
perseguir a una mujer en la calle.”

“Esta permanente mascarada les da


completa libertad para seguir sus
inclinaciones sin peligro de ser descubiertas.
El método más usual de intriga amorosa es
enviar una cita al amante para encontrarse
con la señora en la tienda de un judío, que son
tan notoriamente convenientes como nuestras
casas indias, pero incluso las que no hacen
uso de ellas no tienen reparos en ir a comprar
baratijas y lanzarse sobre las mercancías
caras, que están para ser encontradas
principalmente entre esa clase de personas.
Las grandes damas raramente dejan a sus
galanes saber quiénes son y es tan difícil
descubrirlas que pueden estar haciendo
conjeturas sobre su nombre incluso después
de estar más de medio año con ellas. Puedes
imaginar fácilmente el número tan pequeño
de esposas fieles en un país en donde no
tienen nada que temer de la indiscreción de

31
un amante; así vemos que muchas tienen el
valor de correr el riesgo en este mundo y las
amenazas de castigo en el siguiente, que
nunca se les predica a las jóvenes turcas.
Tampoco tienen mucho que temer del
resentimiento de sus maridos; esas señoras
son ricas y tienen todo el dinero en sus
propias manos. En líneas generales, veo a las
mujeres turcas como las únicas personas
libres del imperio…” (Carta XXIX. A la
Condesa de —-. Adrianópolis, Abril 1. O. S.
1717)

Mientras estaba en Turquía, Lady Mary conoció la


práctica de la inoculación contra la enfermedad, es decir,
la vacuna. Ella misma mostraba las cicatrices de la viruela
y había perdido a un hermano por la misma causa. Mary
hizo inocular a sus propios hijos y a su regreso trató de
introducir en Europa esta práctica, encontrando un gran
número de prejuicios entre médicos y científicos, lo que
hizo retrasar sesenta años la adopción de la vacuna en
occidente.
En 1739 dejó a su marido y regresó al extranjero, y
aunque continuaron escribiéndose en términos
respetuosos, nunca volvieron a encontrarse. En Florencia
en 1740 conoció a Horace Walpole, quien desarrolló un
gran rencor contra ella y exageró sus excentricidades en
algunos textos satíricos. Años atrás, ya se había ganado la
enemistad del poeta Alexander Pope, al rechazarlo como
amante.

32
Mary residió sucesivamente en Avignon, Brescia y
Lovere, en el lago d’Iseo. Una dolorosa enfermedad de la
piel la dejó desfigurada y le causó grandes dolores.
Siempre temió volverse loca (al parecer tenía una
hermana que no estaba mentalmente sana).
Regresó a Londres, donde falleció en 1762. Se dice que
sus últimas palabras fueron: “Ha sido todo de lo más
interesante”.

Domingo, 22 de enero de 2006

33
LADY HESTER STANHOPE

“El sueño de la vida de Lady Hester fue


el poder y el mando”

Lady Hester Lucy Stanhope (1776-1839) era la sobrina


del primer ministro británico William Pitt. Estuvo al
frente de la casa de su tío -ya que éste era un solterón-,
haciendo las veces de anfitriona y recibiendo a sus
numerosos invitados. Adquirió fama en la alta sociedad
británica de ser una excelente relaciones públicas. Cuando
Pitt falleció repentinamente, Lady Hester pasó a percibir
una pensión vitalicia, pero su vida en Londres se tornó
aburrida al perder las relaciones con los principales
políticos del partido tory y, tras la muerte de su hermano,
se trasladó a vivir a Gales. Para entonces sus padres ya no
vivían. Su madre había fallecido cuando ella contaba tan
solo cuatro años.
Según parece una decepción amorosa fue la causa de
que a los 33 años emprendiera su primer viaje en barco a
Grecia. Nunca más volvería a Inglaterra. Se dice que en
Atenas el mismísimo Lord Byron se arrojó al agua y fue
nadando a conocerla.

34
Después de Atenas fue a Constantinopla y desde allí
emprendió viaje a El Cairo, pero el barco naufragó en una
tempestad y fue a parar a la isla de Rodas. Lady Hester
había perdido todas sus ropas y allí la ofrecieron vestidos
de mujer turca, pero dicho atuendo incluía el velo y ella se
negó a usarlo y decidió vestirse de hombre, con chilaba,
turbante y babuchas. La experiencia le gustó y al llegar a
El Cairo adquirió una indumentaria masculina compuesta
por un traje púrpura de terciopelo, pantalones bordados,
chaleco, chaquetilla, silla de montar y sable. Imaginen la
cara del Pachá cuando recibió la visita de una mujer, cuya
estatura estaba cercana a un metro ochenta, vestida de
esta guisa.
Partió a recorrer Oriente Medio, donde fue recibida
con mezcla de respeto y temor por varios jeques. Se negó a
llevar velo incluso en Damasco, ciudad entonces conocida
por ser lo que hoy llamaríamos integrista, por cuyas calles
se paseó, jugándose el físico, a caballo y vestida de
hombre. Muchos la tomaban por un joven turco. Poco
quedaba ya de la dama inglesa que fue. En Jerusalén la
recibió el gobernador y las puertas del Santo Sepulcro se
abrieron especialmente para ella.
Desafiando tribus de beduinos hostiles -a los que
finalmente utilizó de escolta- Lady Hester atravesó el
desierto al frente de una caravana de camellos y llegó a la
ciudad de Palmira en 1813. Allí fue recibida como si fuese
la reencarnación de Zenobia, una mítica reina de la
ciudad. En esa época empezó a decir que había escuchado
varias profecías que la señalaban como predestinada para
ser la prometida de un nuevo mesías. Es dudoso que ella

35
misma lo creyera, pero este rumor le hizo ganarse el
respeto de las gentes de la zona, que empezaron a llamarla
Reina Hester.
Cansada de vagar se asentó en el monasterio
abandonado de Mar Elías, cerca de Sidón, en Líbano. Allí
organizó su propia vivienda al estilo turco con un jardín.
Se ganó la enemistad del emir Bashir II por dar asilo a los
refugiados drusos y de otros clanes, víctimas de las luchas
internas. Su autoridad se expandió por los territorios
circundantes y adquirió suficiente poder como para que
Ibrahim Pachá solicitara su neutralidad antes de invadir
Siria en 1832. Había logrado convertirse en poco menos
que una jefa de estado. Los beduinos creían que ella
poseía extraños poderes.
Organizó una expedición para encontrar el tesoro
perdido de la ciudad de Ascalón, con intención de que el
gobierno británico se la financiase, pero esto no sucedió y
al fracasar la búsqueda del tesoro, se encontró llena de
deudas. La circunstancia de su ruina y la muerte de su
mejor amiga la sumieron en la depresión y decidió
trasladarse a otro monasterio todavía más lejano, en
Djoun.
Allí dilapidó el escaso dinero que la quedaba y cuando
no pudo pagar a sus sirvientes estos empezaron a llevarse
sus pertenencias. Enfermó, su carácter empezó a agriarse
y desarrolló algunas manías, como recibir a las visitas en
la oscuridad, afeitarse la cabeza y vivir rodeada de
cuarenta gatos. Falleció el 23 de junio de 1839 y cuando el
cónsul británico llegó para arreglar los papeles encontró
sus aposentos llenos de trastos y cacharros inútiles.

36
Síndrome de Diógenes se llama hoy en día este trastorno.
Algunos años después de su muerte se publicaron tres
volúmenes con la biografía de Lady Hester Stanhope,
escritos en 1845 por su médico el Dr. Charles Meryon, que
la había acompañado en muchos de sus viajes.

“El sueño de la vida de Lady Hester fue el poder y


el mando, y la cuestión era que no podía acceder
ni al uno ni al otro. Se veía excluida, por su sexo,
de virreinatos y gobernaciones: tenía el genio de
un héroe, pero no podía mandar flotas ni
ejércitos, ni presidir consejos de Estado” (Dr.
Charles Meryon)(1)

Lunes, 20 de marzo de 2006

(1) Citado en Morató, Cristina. Las damas de Oriente

37
38
ROSITA FORBES

“No llegar nunca a la meta es el precio


que el viajero errante paga por el
derecho a la aventura”

Viendo la imagen de Rosita Forbes que encabeza este


artículo puede deducirse fácilmente que fue amiga de
Lawrence de Arabia, con quien solía mantener encuentros
secretos en El Cairo. No saquen conclusiones precipitadas
sobre la verdadera naturaleza de esos encuentros, porque
la orientación sexual del célebre militar inglés sigue hoy
día sin estar clara. Tanto pudieron ser citas de amor como
de espionaje.
Joan Rosita Torr nació en Inglaterra en 1893. Se casó
en 1911 con el coronel Ronald Forbes al que acompañó en
sus expediciones a la India, China, Australia y Sudáfrica.
Durante la Primera Guerra Mundial sirvió como
conductora de ambulancias y recibió dos medallas. Se
divorció en 1917.
Su primer y más célebre viaje tuvo lugar en el invierno
de 1920-21. En compañía del explorador egipcio Ahmed
Hassanein Bey se propuso cruzar Libia -entonces ocupada

39
por Italia- para alcanzar la ciudad prohibida de Kufra. Era
ésta una población perdida en un oasis del Sahara, cuyos
habitantes eran hostiles a los extranjeros, en especial a los
europeos.
Durante muchos años Kufra había estado en la ruta
comercial de los sanusi, una tribu de beduinos que hoy
calificaríamos de fundamentalistas. Estos habían ocupado
la ciudad, expulsando a sus anteriores habitantes por no
ser tan religiosos como ellos. Rosita viajó disfrazada de
mujer árabe, adoptando la personalidad de una circasiana
llamada Khadija. Bajo la misma identidad visitaría
después Yemen. Durante el viaje fueron robados, cayeron
prisioneros de los beduinos, sufrieron tempestades de
arena y encontraron una caravana entera muerta en las
dunas, entre otras peripecias narradas en el libro The
Secret of the Sahara: Kufara. Pero Rosita logró su
objetivo y se convirtió en la primera mujer no musulmana
en entrar en la ciudad de Kufra. Allí se atrevió a tomar
fotos con una cámara oculta bajo el velo. ¿Le ven ahora al
velo la utilidad? (Una curiosidad: si buscan en Google
Maps la actual Kufra, verán unos círculos verdes en medio
del desierto que son campos de cultivo regados mediante
el sistema pivot)
Rosita Forbes viajó desde Marruecos hasta Abisinia y
allí rodó una película titulada From Red Sea to Blue Nile,
de la que por desgracia sólo se conservan hoy 6 minutos.
De este viaje también escribió el libro From Red Sea to
Blue Nile: Abyssinian Adventures (1925). Hacia 1930
anduvo por Siria, Palestina, Irak y Jordania. También
visitó Persia. Otros viajes la llevaron a lugares como Kenia

40
y Rusia. En todos estos países entrevistó a numerosos
líderes políticos.
Más adelante recorrió buena parte de Asia Central,
procurando siempre mezclarse con la gente en los bazares
y ganándose amigos de diversas razas. Aunque se suponía
que Afganistán era un país cerrado a los extranjeros,
nuestra Rosita alquiló un coche con chófer, echó su
equipaje en el maletero y emprendió viaje desde Peshawar
(Pakistán), al pie del paso Khyber, hasta Kabul, de allí a
Mazar-I-Sharif y por último a Samarkanda. Esto fue en
1935 y dio origen al libro Forbidden Road. Kabul to
Samarkand.
Fue nombrada Fellow de la Royal Geographical
Society. Además de sus libros de viajes y las entrevistas
con personajes de la política, publicó algunas novelas, de
las cuales un par de ellas fueron llevadas al cine. Que yo
sepa, nada de lo que escribió está traducido al castellano y
ya es hora de que lo esté.
Tras recorrer con su segundo marido, el coronel
Arthur McGrath, algunos países de Sudamérica, se instaló
en las Bahamas. Murió en Bermuda en 1967.

“Ése es el encanto de un mapa. Representa


el otro lado del horizonte, donde todo es
posible. Tiene la magia de lo imaginado pero
sin el esfuerzo y el sudor de lo real. La novela
más grande jamás escrita palidece ante las
posibilidades de aventura que esconden las
tenues huellas azules desde un mar a otro
mar. El viaje perfecto nunca termina, la meta

41
está siempre en la orilla opuesta del río, al
otro lado de la siguiente montaña. Hay
siempre un sendero más que seguir, un
espejismo más que explorar. No llegar nunca
a la meta es el precio que el viajero errante
paga por el derecho a la aventura“ (Rosita
Forbes, From Red Sea to Blue Nile, 1925)

Martes, 24 de octubre de 2006

42
ISABELLA BIRD

Aventurera por prescripción facultativa.

Me cabe la duda de si Isabella Bird (1831,


Boroughbridge, Yorkshire-1904, Edimburgo) fue un caso
psicopatológico o una caradura. Una mujer singular y una
tía simpática en cualquiera de los casos.
Su padre y su abuelo materno eran pastores de la
Iglesia Anglicana, por lo que podemos imaginar el
ambiente familiar en que se crió. Es cierto que fue una
niña enfermiza y pasó parte de su vida luchando contra
diversas dolencias. Con 19 años tuvo que operarse de un
tumor en la espina dorsal. Fue a raíz de esa intervención
cuando comenzó a sufrir depresiones y a ponerse enferma
cada vez que se la contrariaba o se la impedía hacer lo que
quería. Y lo que Isabella quería era ver el mundo.
La muy astuta consiguió que un doctor le
recomendase viajar como terapia para sus males. Ante la
prescripción facultativa su padre tuvo que ceder, darle
100 libras y permitirla embarcar sola hacia Estados
Unidos, donde permaneció hasta que se le terminó el
dinero. De su experiencia en ese viaje escribió su primer

43
libro, The Englishwoman in America, que publicó en
1856.
Luego se vio “obligada” a seguir viajando por Canadá y
por Escocia, ya que cada vez que regresaba a Inglaterra
volvía a caer enferma. En 1872, siempre por “motivos de
salud”, partió a Australia y de allí a Hawaii, donde
permaneció seis meses y se dedicó a escalar los volcanes.
De nuevo en Estados Unidos recorrió el país, a caballo y
vestida de hombre, hasta las Montañas Rocosas y eso le
sirvió para escribir el libro A Lady’s Life in the Rocky
Mountains.
Conoció a un fuera de la ley llamado Jim Nugent, un
tipo medio poeta y medio asesino, con el que vivió un
apasionado romance. Escribió sobre él: “Un hombre del
que cualquier mujer podría enamorarse, pero con el que
ninguna mujer en su sano juicio se casaría“. En
consecuencia, Isabella abandonó las Rocosas y a Nugent.
Un año más tarde a él lo mataron a tiros.
En cuanto regresó a Inglaterra volvió a caer enferma,
de modo que levó anclas de nuevo, esta vez con rumbo a
Japón, China, Vietnam, Singapur y Malasia. Entretanto,
su hermana Henny murió de fiebres tifoideas en 1880
(debe ser que viajaba poco). El trágico suceso la sumió en
una profunda depresión de la que intentó salir casándose
con un doctor llamado John Bishop. Pero, al contrario de
lo que pensaba, se agravó aún más su estado de salud. Y
no sólo el de ella, sino también el de Bishop, que murió
algún tiempo después (esto demuestra lo nocivo que es el
matrimonio).

44
Lady Bird volvía a ser libre y levantó el vuelo de
nuevo. Sin embargo, convencida de que debía hacer algo
más que viajar por viajar, decidió estudiar medicina y
hacerse misionera. Cerca ya de cumplir los sesenta se fue
a la India, en febrero de 1889, donde fundó los hospitales
Henrietta Bird en Amritsar y John Bishop en Srinagar, en
honor de sus parientes.
Durante un viaje por tierras de Ladakh y Cachemira,
en las cercanías del Tíbet, su caballo perdió pie al cruzar
un río y la consiguiente caída le provocó a Isabella la
fractura de dos costillas. En compañía del Mayor Herbert
Sawyer viajó desde Bagdad hasta Persia, atravesando el
desierto en pleno invierno y llegando a Teherán medio
muerta. A pesar de lo cual, poco después ya estaba
formando su propia caravana para recorrer Turquía y
Kurdistán.
En esa época Isabella ya era conocida por sus libros y
por sus artículos en diversas revistas. En 1892 se convirtió
en la primera mujer en ser aceptada en la Royal
Geographical Society, en la que también entrarían
después otras mujeres como Rosita Forbes, de la que
hablamos hace poco.
Su último gran viaje lo hizo en 1897. Primero a
Yokohama en Japón; después, al estallar la guerra chino-
japonesa, se dedicó a tomar fotos del acontecimiento.
Terminó navegando en un sampán por el río Yangtzé
hasta Sichuán. Allí fue atacada por la multitud, que la
llamaba “diablo extranjero” y la acorraló en el piso
superior de una casa, a la que prendieron fuego. Un
pelotón de soldados la rescató en el último momento. En

45
otra ocasión la apedrearon hasta dejarla inconsciente.
Regresó a casa, no sin antes atravesar las montañas que
rodean el Tíbet.
Posteriormente aún recorrería Marruecos para
conocer a las tribus beréberes. A sus setenta y dos años,
usaba una escalera para poder subir al caballo. Pocos
meses después de su regreso falleció en Edimburgo,
mientras hacía planes para volver a China. En 1982 Caryl
Churchill se inspiró en ella y en sus textos para su obra
Top Girls.

Lunes, 13 de noviembre de 2006

46
47
CARLA SERENA

Una italiana en el Cáucaso

Caroline Hartog Morgensthein nació en Bélgica (en


fecha que no he podido determinar, pero debió ser entre
1820 y 1822). Adquirió la nacionalidad italiana al casarse
con Leone Serena, un patriota seguidor de las ideas de
Daniele Manin, Nicolò Tommaso y Giuseppe Mazzini, y
fijó su residencia en Venecia. Cuando su esposo tuvo que
exiliarse por razones políticas en 1849, le acompañó a
vivir a Inglaterra. Allí alternó con la alta sociedad
londinense y con artistas e intelectuales. Tuvo cinco hijos.
Así transcurrió su existencia hasta los 50 años, edad a la
que comienza a escribir artículos para diarios y revistas,
que firma como Carla Serena. Es entonces cuando
empieza a hacer méritos para formar parte de nuestra
galería de mujeres singulares.
Su nuevo oficio de periodista la lleva a empezar sus
viajes, primero a Viena y Estocolmo, y más adelante a San
Petersburgo, Turquía y Oriente Medio. Por todos los
lugares por donde pasa va fijándose en las condiciones de
vida de las mujeres. Se convierte en la primera europea en

48
explorar el Cáucaso, lo que la lleva tres años. Desde ahí
llega a Persia, donde los rusos la acusan de ser espía de
Inglaterra. Era la época del “Gran Juego” entre rusos e
ingleses.
Más tarde recorre Europa, dando conferencias sobre
sus viajes. El 21 de diciembre de 1880 habla en la
Sociedad Geográfica de Madrid. En el nº 48 de la revista
La Ilustración Española y Americana, de 30 de
diciembre de 1880, E. Martínez de Velasco firma una
crónica del acontecimiento, que les transcribo
seguidamente. He respetado la ortografía y sintaxis
empleadas en aquella época (aunque tal como andamos,
supongo que más de uno no notará la diferencia) y he
añadido unas notas al pie.

Signora Carla Serena, viajera italiana

“En la noche del 21 del que fina se verificó


en esta córte un acontecimiento, del cual
conservarán gratísimo recuerdo durante
muchos años las personas que tuvieron la
suerte de presenciarle: una intrépida viajera
que ha recorrido en el espacio de ocho años
casi todos los países del mundo antiguo,
presentóse ante la Sociedad Geográfica de
Madrid(1) á dar una conferencia sobre el
carácter, costumbres, leyes y organizacion de
los pueblos que ha visitado, con el noble
objeto de suministrar á la ciencia el resultado

(1) Hoy día es la Real Sociedad Geográfica

49
de sus estudios.
Reunióse la Sociedad, bajo la presidencia
del Sr. Cánovas del Castillo(2), en el severo y
elegante salon de sesiones de la Academia de
la Historia, y apareció en breve ante la
numerosa y distinguida concurrencia que
ocupaba todos los escaños la signora Carla
Serena, cuyo es el retrato que figura en la pág.
408(3): es una elegante dama, joven todavía y
bella, cuya penetrante mirada revela
claramente su talento y tambien su gran
fuerza de voluntad.
Abierta la sesión, el Vice-presidente de la
misma Sociedad Geográfica, Sr. Saavedra(4),
presentó a la intrépida viajera con galantes
frases, dándole el parabien por su feliz llegada
a esta corte, y las gracias más sinceras por
dignarse referir la historia de sus viajes, y
enseguida la Sra. Serena empezó á hacer uso
de la palabra en correcto idioma frances, con
ligero y gracioso acento italiano, casi diriamos
latino.
Poseemos curiosos y exactos apuntes
relativos á la conferencia, que fué en realidad
una variada sucesion de interesantes
episodios, de atinadas observaciones, de ricos
datos para la ciencia geográfica.

(2) D. Antonio Cánovas del Castillo


(3) Es el retrato que encabeza este artículo
(4)Se trata de D. Eduardo Saavedra

50
Dió principio a sus viajes en 1873,
visitando la Exposicion de Viena, con cuyo
motivo escribió sus Lettres d’Autriche, que el
Emperador Francisco José aceptó para su
biblioteca particular; en 1874 fué á Stokolmo,
donde el rey Oscar II la acogió con singular
proteccion, trazándole por su mano un
itinerario a través de Suecia y Noruega y
dándole cartas de recomendacion, y el
resultado fueron sus bellas Lettres
Scandinaves, por las cuales mereció la
medalla de oro de la Sociedad Litteris et
Artibus; visitó enseguida la Rusia, la Turquía,
el Egipto, la Tierra Santa, la Siria, el Líbano y
la Grecia, siendo acogida afectuosamente por
el rey Jorge, y nombrada miembro honorario
del Syllogus, asociación para la enseñanza de
las mujeres, y para la cual escribió las Lettres
Helleniques.
Pasó después al Cáucaso, donde
permaneció durante dos años, estudiando el
carácter y las costumbres de las tribus más
fieras y remotas de las comarcas del mar
Caspio y del mar Negro; sorprendiéndola la
guerra turco-rusa en aquel país, llevó a cabo
grandes actos de valor y abnegacion, que le
valieron los más entusiastas plácemes del
emperador Alejandro II y del Gran Duque
Miguel; cayó enferma en Bakan, y no
pudiendo regresar á su país, siguió el consejo,

51
que la dieron, de dirigirse á Persia, llegando a
Teheran y permaneciendo allí el invierno por
causa de las nieves, hasta regresar por el
litoral del Caspio y el Volga; penetró en la
comarca de los kalmukos, hospedandose en
casa del Lama ó gran sacerdote, quien le dió
su bendición, y luégo bajo las tiendas de los
baudistas, y en un seminario de hermanos
moravos, en Sarepta; regresó á Moscou y
visitó al Emperador de Rusia, y pasó luégo á
Viena, donde recibió el diploma de miembro
corresponsal de la Sociedad de Geografía, así
como á París, en cuya Asociacion de Geografía
dió una conferencia, que le valió tambien el
título de miembro corresponsal; invitada, por
último, al Congreso antropológico de Lisboa,
ha visitado Portugal y muchas ciudades de
España, llegando á Madrid pocos días hace, y
habiendo sido recibida afectuosamente por
Sus Majestades los Reyes(5).
La Sra. Serena, al terminar su brillante
peroracion, fué aplaudida con entusiasmo por
la distinguida concurrencia que la habia
escuchado, y el Sr. Cánovas del Castillo,
pronunciando un elocuente discurso, como
todos los suyos, felicitó a la intrépida viajera
por su ilustración y su elocuencia, é hizo votos
por su felicidad y ventura.

(5) Alfonso XII y María Cristina

52
Al terminar el acto solemne, el digno
Presidente entregó a la disertante un precioso
ramo de flores y el título de miembro
corresponsal honorario de la Sociedad
Geográfica de Madrid.
Ocúpase la Sra. Serena en escribir la
relación de sus viajes: dentro de breve plazo
dará á la luz pública, en París, un tomo de
recuerdos personales, á modo de introducción
de aquélla, titulado De la Baltique á la
Caspienne, y el segundo, Une Européenne en
Persie, se publicará también ántes de Marzo
próximo.”

Miercoles, 11 Abril, 2007

53
VIOLET CRESSY-MARCKS

“No hay nada tan arriesgado como


llevar una vida normal en cualquier
ciudad de Europa”.

El lugar y la fecha de nacimiento de Violet Olivia


Cressy-Marcks (de soltera Rutley) son desconocidos. Se
supone que era inglesa y nació en 1895 (en algunos sitios
se indica en 1890). Tampoco se sabe mucho de la infancia
de esta mujer singular, ni de su vida anterior a su primer
matrimonio, aunque parece que perteneció a una familia
acomodada y su interés se centraba sobre todo en la
arqueología.
Cuando empezó a viajar ya se había divorciado del
capitán Cressy-Marcks. En 1925 recorrió Africa de Norte a
Sur (de Cairo a Cabo, como don Enrique Meneses) y en
1928 fue de Escandinavia a Murmansk (Rusia) en trineo.
Escribió solamente dos libros. El primero de ellos, Up
the Amazon and Over the Andes (publicado en 1932)
narra su primer viaje a Sudamérica. En él se incluye un
episodio que muestra el temperamento de esta mujer.
Mientras estaba durmiendo en la región del Amazonas,

54
una serpiente se deslizó bajo su mosquitera y la mordió
debajo de la rodilla. Ella agarró al reptil por la cabeza y lo
aplastó contra una roca. Como no sabía si la serpiente era
venenosa o no, se abrió la herida con un escalpelo y se
introdujo una tableta de permanganato potásico. Después
permaneció unos instantes mirándose a un espejo (llevaba
meses sin usar uno) para ver si su rostro se había vuelto
gris o sus labios presentaban un color extraño. Aparte de
encontrarse más delgada no notó nada de particular.
Luego se tomó un café, dio un paseo y volvió a acostarse.
Estaba en paz con el mundo, así que no había nada de qué
preocuparse.
En 1932 se casó de nuevo, con un tal Francis Fisher,
que la acompañó a Asia Central e India. Era la primera vez
que viajaba con alguien que no fuese un guía o un criado.
En Etiopía, durante la invasión italiana, viajó de Addis
Abeba a Nairobi y visitó los frentes de guerra etíopes y
eritreos, para grabar películas.
Desde Burma pasó a China, llegando a Dali, antigua
capital de los bai. En plena guerra civil se dirigió hacia el
noroeste del país para hacerle al futuro presidente Mao
Zedong una entrevista, en los barracones del ejército rojo,
que duró cinco horas. Al año siguiente fue corresponsal
del Daily Express en Chungking. Estos hechos son
narrados en su segundo y último libro Journey into
China, publicado en 1940. Violet se especializó en
conflictos políticos y hasta 1945 ejerció de reportera para
el diario mencionado, en España, India, Turquía, Tibet y
varios países de Africa. En 1956, mientras daba la vuelta al
mundo, su marido falleció en Nassau.

55
Su trabajo era tan importante para ella que estaba
dispuesta a correr grandes riesgos en sus viajes. Cuando
alguien le preguntó cómo podía ser tan valiente para
arriesgar su vida en viajes que acarreaban dificultades,
tales como enfermedades, alimentación escasa y
disturbios políticos, ella contestó que no hay nada tan
arriesgado como llevar una vida normal en cualquier
ciudad de Europa, expuesta a ser víctima de los ladrones,
los lunáticos y los accidentes; y que, en todo caso, ningún
hombre sabe la hora de su muerte. La suya llegó en 1970.

Jueves, 13 de septiembre de 2007

56
ELLA MAILLART

Deportista, mística y aventurera

Ella Maillart nace en Ginebra (Suiza) en 1903. Su


padre, un hombre viajero y de ideas abiertas era
comerciante en pieles. Su madre, una danesa de carácter
independiente y aficionada al deporte, llevaba a su hija los
domingos a esquiar, costumbre que en esa época era
considerada una excentricidad propia de ingleses.
Con dieciséis años, Ella es una de las fundadoras del
primer equipo femenino de hockey sobre hierba en la
Suiza francófona. Con veinte, en compañía de su amiga
Miette, navega desde Cannes hasta Córcega en un velero
de siete metros. Poco después, en un yate de 14 toneladas
con una tripulación de cuatro chicas, sigue los pasos de
Ulises por el Mediterráneo, alcanzando las islas del Mar
Jónico.
Fracasan en su intento de repetir el trayecto de Alain
Gerbault, que en 1923 realizó la primera travesía del
Atlántico desde Gibraltar a Nueva York, ya que Miette cae
enferma tras una semana de viaje y se ven obligadas a
regresar a Bretaña. Poco después Miette se casa y deja la

57
vida aventurera.
Ella se enrola en varias tripulaciones a bordo de
barcos que cruzan el Atlántico y luego regresa a la práctica
del deporte: representa a Suiza en la prueba de vela de la
Olimpiada de 1924; es la única mujer entre diecisiete
competidores y termina en un digno noveno lugar. Publica
su primer libro: La vagabonde des mers (Gypsy Afloat)
Sin tener muy claro lo que quiere hacer, trabaja de
mecanógrafa, vendedora, profesora de francés en Gales,
modelo para el escultor Raymond Delamare en Paris y
actriz en el Estudio de Arte Dramático de Ginebra y en
alguna película en la que aparecen esquiadores. En 1931 y
1932 es capitana del equipo femenino suizo de hockey
sobre hierba y representa a su país en cuatro
Campeonatos del Mundo de Esquí, desde 1931 a 1934.
Sobre este periodo escribió: “Excepto cuando estaba
navegando o esquiando, me sentía perdida, sólo medio
viva”.
Durante una estancia en Berlín, en 1929, un encuentro
con emigrantes rusos le sugiere la idea de escribir
artículos sobre la juventud rusa y el cine de aquel país. La
viuda de Jack London le proporciona ayuda económica
para ir a Moscú. Allí se aloja en casa de la Condesa Tolstoy
y conoce al cineasta Pudovkin, cuya película Tempestad
Sobre Asia (1928) le despertará el deseo de conocer
Oriente.
Viaja al Cáucaso con un grupo de estudiantes y
alcanza el valle perdido de Svanetia. En 1932 viaja a través
del Turquestán Ruso y la cordillera de Tien Shan,
conviviendo con los pueblos de Asia Central, kirguises,

58
kazakos y uzbekos. Escalando una montaña divisa a lo
lejos la inmensa extensión del desierto de Taklamakán y
decide que algún día irá allí.
De momento regresa sola a Europa, viajando sin
permiso a través de las repúblicas soviéticas y esquivando
los puestos de control de la zona, todavía inestable a raíz
de los levantamientos musulmanes sangrientamente
sofocados por el ejército ruso. A su regreso escribe Des
Monts célestes aux Sables rouges (Turkestan Solo. One
Woman’s Expedition from the Tien Shan to the Kizil
Kum).
El periódico Le Petit Parisien la envía a China a
informar sobre la ocupación de Manchuria por los
japoneses. En Pekín conoce al célebre Teilhard de Chardin
y a un periodista de The Times llamado Peter Fleming.
Se empeña en entrar en el Turquestán Chino, región
prohibida y de la que no se han tenido noticias en cuatro
años, para dirigirse desde allí a la India. El famoso
explorador Sven Hedin le dice que la ruta por el norte del
Tíbet y la cuenca del Tsaidam es tan peligrosa que el
gobierno chino ni siquiera la vigila. Esa es la ruta que Ella
y su compañero Peter Fleming deciden tomar.
Salen de Pekín en febrero de 1935 con un permiso
para llegar a la región del Koko Nor (o lago Qinghai).
Desde allí, esquivando los controles militares, cruzan el
Tsaidam, llegan a Xinjiang y al Pamir, a través de la Ruta
de la Seda. Siete meses más tarde alcanzan Srinagar en
Cachemira, hoy India.
Paul Morand escribió: “La mujer a la que me refiero va
vestida con botas de piel de oveja y enguantada con

59
mitones; su piel quemada por el aire de la montaña y el
viento del desierto; explora regiones inaccesibles de la
Tierra en compañía de chinos, tibetanos, rusos e ingleses,
cuyos calcetines remienda, cuyas heridas cura, y con
quienes duerme con total inocencia bajo las estrellas…
Esta mujer es Ella Maillart.”
Publica Oasis interdites. De Pékin au Cachemire
(Forbidden Journey. From Peking to Cashmir), con gran
éxito. Hasta 1939 sigue trabajando para Le Petit Parisien:
de Turquía a la India, a través de Irán y Afganistán, en
camión o autobús, tomando notas para sus artículos sobre
el progreso que habían hecho esos países.
En el libro La voie cruelle (The Cruel Way) narra un
extraño viaje en un automóvil Ford, con una amiga que en
el libro se llama Christina y cuyo nombre real es
Annemarie Schwarzenbach, periodista y novelista, una
joven de carácter frágil y adicta a la morfina. El viaje es un
vano intento para liberar a su amiga de las drogas,
recorriendo los países que Ella visitó dos años antes.
Escribió: “Lo poco que aprendí sobre el tormento
psicológico que Christina estaba atravesando me hizo
entender que el hambre o la pobreza pueden ser menos
terribles que el sufrimiento y la angustia mental”. Esta
historia se llevó al cine en Alemania con el título Die Reise
nach Kafiristan (Viaje a Kafiristan)(1).
Ella pasa la Segunda Guerra Mundial en la India,
viviendo como puede de las rentas. Se establece en
Tiruvannamalai al sur de Madras (hoy Chennai), cerca del

(1) Hay un trailer en YouTube: Journey To Kafiristan


(http://www.youtube.com/watch?v=7c998muvNMA)

60
ashram de Ramana Maharishi, un sabio maestro que,
según Ella, “alcanzó la liberación durante su vida”.
También sigue las enseñanzas de Atmananda en
Kerala. Estos maestros espirituales la enseñan la “unidad
del mundo”. En su libro autobiográfico Croisières et
caravanes (Cruises and Caravans) (1942) escribe:

“He empezado un nuevo viaje que, yo sé,


me llevará más lejos que nunca hacia esa vida
perfecta que instintivamente iba buscando.
Comencé este viaje explorando el territorio
sin mapas de mi propia mente” … “Esta
empresa es tan vasta como la vida misma, ya
que exige el análisis de nuestro ser físico,
mental, emocional y espiritual.”

En su libro Ti-Puss ou l’Inde avec ma chatte recoge la


aplicación práctica de las enseñanzas recibidas.
En 1951 parte hacia Nepal, que acaba de abrir sus
fronteras a los extranjeros, y sobre este viaje escribe The
Land of the Sherpas.
Curiosamente, durante los siguientes treinta años,
entre 1957 y 1987, Ella Maillart trabaja como guía
turístico, enseñando los países que conoce. En los últimos
años de su vida se preocupa por la conservación del medio
ambiente. Muere en Chandolin (Suiza) el 27 de marzo de
1997 a los 94 años.

Miércoles, 6 de febrero de 2008

61
IDA PFEIFFER

Dió la vuelta al mundo dos veces y vivió


entre caníbales y cazadores de cabezas.

“En tanto busco en vano algún epíteto que


caracterice con justicia su extraordinaria
disposición a la aventura, me viene a la
cabeza, por ejemplo, que en las proximidades
de Río de Janeiro se defiende de un peligroso
atracador a paraguazos; alimenta a la rata que
acude cada noche a pasearse por su cara
mientras duerme en el infecto camarote de un
velero; flota menos que un yunque y se
aventura a atravesar un caudaloso río
agarrándose a las ramas de un banano; unos
bandidos kurdos que tratan de asaltarla en
Persia terminarán por ayudarla a que plante
el campamento…” (Fernando Pérez Barber en
el prólogo del libro ‘Viaje de una mujer
alrededor del mundo‘ de Ida Pfeiffer)

62
Ida Laura Pfeiffer (Ida Reyer de soltera) nació en
Viena (Austria) en 1797. Era la única hija de un adinerado
comerciante, el cual le dió la misma educación que a sus
cinco hermanos varones. Ida vestía ropa de niño y
compartía los juegos de sus hermanos, cosa que no
gustaba a su madre, por considerarlo inapropiado para
una chica y sin valor en su educación futura.
Ida tenía casi diez años cuando su padre falleció y su
vida dio un giro radical. Su madre la obligó a vestirse de
chica y comenzó a educarla en tareas domésticas y a
aprender a tocar el piano.
En 1809 Napoleón invadió Austria y la Sra. Reyer se
vio obligada a alojar funcionarios franceses en casa. Ida
odiaba a los franceses y años más tarde escribiría que
habría deseado ser un soldado para expulsarlos de su casa
y de su país. Tenía doce años cuando su madre la obligó a
asistir a la entrada triunfal de Bonaparte en Viena. Ida se
negó a mirar el desfile y recibió un bofetón de su madre
quien la hizo ponerse de pie y mirar hacia adelante, a
Napoleón. Ida respondió cerrando los ojos para no ver a
quien detestaba.
Su madre contrató a un tutor privado para su
educación y así Ida aprendió francés, italiano, costura,
bordado, cocina y dibujo. Cuando tenía diecisiete años se
enamoró de un joven profesor de piano y fue
correspondida por él. Llegaron a hacer planes para
casarse, pero la madre de Ida no tenía ninguna intención
de que su hija se casara con un don nadie, sino con
alguien con dinero y poder, así que impidió a la pareja
volver a verse. Presionada por su madre, aceptó casarse

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con un tal doctor Pfeiffer, del que se desconoce su nombre
de pila. Tenía entonces veintidós años.
Pfeiffer, mucho mayor que ella, era un alto funcionario
del Gobierno austríaco. Se traladaron a vivir a Lemberg y
tuvieron dos hijos. El destino de Ida daría un nuevo giro
cuando su esposo denunció una serie de delitos cometidos
por algunos de sus compañeros. Estos fueron detenidos y
procesados, pero la carrera funcionarial de Pfeiffer acabó
aquí; fue tratado de traidor por sus compañeros y
considerado un espía; perdió su trabajo. Ida se vio
obligada a dar clases de piano y de dibujo para mantener a
la familia y pasó de una vida de lujo a la pobreza en un
breve periodo de tiempo.
El Sr. Pfeiffer enfermó y quiso ir a vivir a Lemberg con
el hijo mayor de su primer matrimonio. Ida se separó
amistosamente de su marido en 1835 y se trasladó con los
dos chicos de regreso a Viena. En 1842, sus hijos habían
creado sus propios hogares y, libre de todas las
obligaciones familiares, Ida decidió empezar a viajar.
Ida eligió Tierra Santa como su primer destino por dos
razones: en primer lugar, era una mujer religiosa y
siempre había querido ver la tierra donde Jesús nació,
vivió y fue crucificado. En segundo lugar, una mujer que
viaja sola es mucho menos probable que reciba críticas si
va a Tierra Santa, destino aceptable para la respetabilidad
de los cristianos. Ida era consciente de los riesgos que
asumía al viajar sola y redactó su testamento antes de
partir. Tenía entonces 45 años. Como no le sobraba el
dinero se propuso viajar dentro de estrictas limitaciones
económicas, lo que sería una constante en su vida, hasta el

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punto de que en el prólogo de la edición española de uno
de sus libros la consideran “la primera mochilera de la
historia”.
Ida tomó un vapor en Viena para navegar por el
Danubio a través de Hungría, luego por el Mar Negro
hasta llegar a Constantinopla (hoy Estambul).
Constantinopla era entonces una mezcolanza de
influencia bizantina e islámica, el arte y la cultura
europeos se mezclaban con el aspecto turco-musulmán de
las mezquitas, los derviches, el idioma y las tradiciones. El
cruce desde el lado europeo al asiático lo realizó Ida en un
kayak.
La siguiente etapa del viaje la llevó a Beirut. Allí
encontró “el calor agobiante, la tierra seca y baldía por la
falta de agua, y perros vagabundos por todas partes” (Los
textos de Ida Pfeiffer se caracterizan por su espíritu crítico
hacia todo lo que va conociendo). Las ciudades de Tiro,
San Juan de Acre y Jaffa también formaron parte del
recorrido. Una vez en Palestina, visitó los lugares por los
que había pasado Jesús: Jerusalén, Getsemaní, el
Calvario, Belén, Nazareth, el Mar Muerto, el Mar de
Galilea, el Jordán y el desierto del Sinaí.
Continuó su ruta hasta Damasco, pasando por las
ruinas de Baalbeck. En agosto de 1842 alcanzó Alejandría,
en Egipto. Un día más tarde estaba en El Cairo visitando
las pirámides. En octubre llegó al puerto de Nápoles, tras
una breve parada en Sicilia.
Después de diez meses en la Tierra Santa, regresó
triunfal a Viena, con notas de sus experiencias y planes
para una nueva excursión. Su siguiente destino iba a

65
contrastar con el calor del desierto de Oriente Medio: la
tundra helada de Islandia, los fiordos de Noruega y los
alrededores de Estocolmo. Este nuevo viaje lo financió con
las ventas de su libro Reise einer Wienerin in das Heilige
Land.
A diferencia de otros viajeros a la Islandia de la época,
Ida viajó sola y con un presupuesto limitado. Utilizó como
medio de transporte el carro de caballos y vivió como los
islandeses. En su libro Reise nach dem skandinavischen
Norden und der Insel Island se quejó de que la población
local era ruda, sus hogares sucios y sus comidas,
compuestas principalmente de avena y pescado,
aburridas. Después de seis meses, regresó a casa. Trajo
muestras de plantas y rocas, que había recogido en
Islandia, para venderlas a los museos.
En 1846 encontramos a Ida en Río de Janeiro decidida
nada menos que a dar la vuelta al mundo. Desde su
mentalidad de ama de casa victoriana, encontró a los
indios salvajes y primitivos e inferiores a ella. En Tahití, se
escandalizó ante las liberales costumbres sexuales de las
nativas. Los chinos tampoco le cayeron bien, en cambio
apreció el ascetismo de los hindúes. Permaneció siete
meses en la India, viajando casi sin equipaje, y
alimentándose de arroz, pan, agua y sal.
Llegó a Mesopotamia, y en Bagdad se unió a una
caravana de camellos para cruzar el desierto, vía Mosul,
hasta Tabriz, en Persia. En otra caravana llegó hasta
Rusia. Después de andar tanto tiempo entre infieles
estaba deseando volver a encontrarse en un país cristiano,
sin embargo, a poco de llegar fue arrestada como

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sospechosa de espionaje. Escribió: “¡Oh, buenas gentes
árabes, turcas, persas, indias! Con qué seguridad atravesé
vuestras tierras paganas e infieles; y aquí en la cristiana
Rusia, cuánto he tenido que sufrir en tan poco tiempo.”
Demostrada su inocencia, pudo continuar viaje hacia
Turquía, Grecia e Italia, y regresó a casa en noviembre de
1948. La publicación de Eine Frau fährt um die Welt la
hizo famosa. Hay edición en castellano de este libro: Viaje
de una mujer alrededor del mundo (Ed. Barrabes).
En 1851, Ida parte de nuevo a la aventura con 100
libras esterlinas como todo recurso. Después de navegar
desde Londres hasta Ciudad del Cabo, continúa a
Singapur y Borneo. Pasa seis meses en Borneo viajando a
través de la selva tropical casi impenetrable. Haciendo
caso omiso de las advertencias de los occidentales, se va
de visita a la tribu de los dayakos, conocida por su afición
a coleccionar cabezas humanas. Sorprendentemente, a Ida
le gustan los dayakos. Los admira. Escribió: “Me
estremeció, pero no pude dejar de preguntarme si,
después de todo, nosotros, los europeos no somos
realmente igual de malos o peores que estos salvajes
despreciados. ¿No está cada página de nuestra historia
llena de horribles actos de traición y asesinato?” Y añadió:
“Me gustaría haber pasado más tiempo entre los libres
dayakos, tal como los he encontrado, sin excepción,
honestos, afables y modestos en su comportamiento.
Podría situarlos, en estos aspectos, por encima de
cualquiera de las tribus que he conocido”.
Su siguiente parada es en Sumatra, Indias Orientales
Holandesas (actual Indonesia). Una vez más, haciendo

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caso omiso de sus conocidos europeos, se propone visitar
la tribu batak, que son caníbales y que nunca habían
permitido que un europeo pisara su territorio. Los batak
la tratan como una curiosidad y ella va pasando sin
problemas de una tribu a otra. Ida se sintió menos a gusto
con los batak cuando empezaron a hacerle un gesto
característico de que querían matarla y comérsela. Ella se
asustó, pero hizo una broma, diciendo en el idioma batak
que era demasiado vieja y difícil de hacer con ella un buen
plato. Esta ocurrencia les divirtió y la dejaron marchar.
Fue la primera persona que sobrevivió para informar
sobre la forma de vida de los batak.
Ida navega hasta San Francisco y en América del Sur
visita los Andes. Regresa a casa después de cuatro años de
ausencia. Su nuevo libro, Meine zweite Weltreise (Mi
segundo viaje alrededor del mundo) se convierte un best-
seller.
Ida fue elegida miembro de las sociedades geográficas
de Berlín y París, pero la Royal Geographical Society de
Gran Bretaña se negó a admitirla por ser mujer.
Aún le quedaban energías para otro viaje. Se fue a
Madagascar, en la costa de África. Pero poco después de
su llegada, se encontró presa acusada de participar en un
complot para derrocar a la reina Ranavalona. Finalmente,
fue puesta en libertad. Sin embargo, cayó víctima de una
enfermedad tropical de la que no se recuperó. Ida Pfeiffer
murió en Viena en 1858. Sus notas de este viaje se
publicaron como Reise nach Madagascar.

Martes, 31 de marzo de 2009

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LADY ANNE BLUNT

La primera europea que viajó por los


desiertos de Arabia central.

Anne Blunt, de soltera Anne Isabella King-Noel, XV


Baronesa Wentworth (1837-1917), fue nieta de Lord Byron
e hija de Lady Ada Lovelace. Anne tuvo una esmerada
educación: hablaba varios idiomas, era una gran amazona,
una competente violinista poseedora de dos Stradivarius,
buena dibujante y pintora y había sido discípula de John
Ruskin.
En 1869 se casó con el poeta y diplomático Wilfrid
Scawen Blunt. Éste era un mujeriego que posiblemente
consideró prestigioso para su carrera literaria contraer
matrimonio con la nieta de un célebre poeta, que además
tenía unas rentas más elevadas que las suyas. Dos cosas
tenían en común: su atracción por oriente y por los
caballos.
En 1872, el hermano mayor de Blunt murió
inesperadamente y él heredó la vieja finca de Crabbet
Park. De pronto se convirtió en dueño de una importante
cuadra de caballos, 4.000 acres de tierra y quince criados.

69
En el verano de 1873 los Blunt iniciaron su primer
viaje a través de España, Argelia, Egipto, el desierto de
Siria y la India. Los Blunt llegaron a Egipto en el invierno
de 1875-76. Allí contrataron guías beduinos y camellos y
viajaron a través del Sinaí hasta Jerusalén. Mientras
cruzaban el desierto, el pequeño grupo se quedó sin agua
y casi murieron de sed. Sin embargo, esto les sirvió para
adquirir experiencia y para planear una expedición de
más envergadura a la Arabia central.
A finales de 1878 penetraron en el norte de la
península arábiga y la región del Nejd, la meseta central
considerada sagrada por los beduinos. Aislada por
montañas escarpadas y áridos desiertos, es una zona
difícilmente accesible, en la que se originó la raza de
caballos árabes. Sólo tres hombres europeos les habían
precedido. Lady Anne sería la primera mujer europea en
visitar esta región.
Durante su estancia en Egipto adquirieron varios
caballos árabes y los trasladaron a Inglaterra, donde
fundaron el Crabbet Arabian Stud, que daría origen a la
cría de esa raza en Europa.
En 1882 Wilfrid Blunt defendió la causa de Ahmed
Urabi Pasha (coronel egipcio nacionalista sublevado), por
lo que le prohibieron la entrada en Egipto durante cuatro
años. Blunt, en general, se oponía al imperialismo
británico por razones filosóficas, y su apoyo a la causa
irlandesa lo llevó a la cárcel en 1888.
Durante estos años, Anne estuvo embarazada varias
veces, pero todos sus hijos murieron prematuramente,
excepto su hija Judith, que llegaría a ser la XVI baronesa

70
Wentworth.
Wilfrid tuvo varias amantes (entre ellas una madre y
su hija) y cuando llevó a una tal Dorothy Carleton a vivir a
su propia casa, Anne abandonó a su marido, ya que no le
gustaba “ese estilo de vida oriental”. En 1906 se produjo la
separación legal.
Lady Anne pasaba varios meses al año en Sheykh
Obeyd, una finca cerca de El Cairo, que había comprado
en 1882 y transformado en granja para la cría de sus
caballos en Egipto. Se trasladó allí definitivamente en
1915. Su hija Judith vivía en la finca Crabbet con su propio
marido y sus hijos.
Anne Blunt murió en El Cairo el 15 de diciembre de
1917. Su cuerpo fue enterrado en un pequeño cementerio
al borde del desierto.
Wilfrid y Judith se disputaron la herencia de las fincas
y los caballos. Una sentencia judicial otorgó en 1920 la
propiedad a la hija de Lady Anne.
Wilfrid Blunt murió dos años más tarde y, según sus
deseos, fue enterrado al estilo beduino: su cuerpo fue
simplemente envuelto en una alfombra oriental y llevado
a un cementerio cercano a Crabbet.
Los diarios que Anne Blunt escribió durante sus viajes
fueron publicados en los libros Bedouin Tribes of the
Euphrates y A Pilgrimage to Nejd.

Miércoles, 2 de abril de 2008

71
EL MARINERO ANNE JANE THORNTON

En el siglo XIX no fueron infrecuentes


los casos de mujeres que embarcaban
disfrazadas de marinos.

Anne Jane Thornton nació en Gloucestershire


(Inglaterra) en 1817 y era hija de un próspero
comerciante. Después de la muerte de su madre en 1823,
su padre se trasladó a Donegal (Irlanda) donde abrió otra
tienda con bastante éxito. A los quince años conoció a un
estadounidense, el capitán Alexander Burke, de quien se
enamoró.
En 1832 el Capitán Burke dejó Donegal para regresar a
la casa de su padre en Nueva York y Anne Jane decidió
seguirlo. Dejó Donegal en compañía de una sirvienta y un
chico que le ayudó a encontrar un traje masculino y
obtener un pasaje a Inglaterra. De allí emprendió viaje a
Estados Unidos disfrazada de hombre y enrolada como
marinero.
Anne Jane, siempre en su disfraz de marino, atracó en
East Port, Maine, y luego caminó 70 millas hasta la casa
del Capitán Burke en St. Andrew’s, en el estado de Nueva

72
York. Allí se enteró de que su amante se había casado
recientemente.
Obligada a ganarse la vida por sí misma, conservó su
disfraz masculino y logró un puesto como cocinero y
mayordomo a bordo de un barco, por nueve dólares al
mes. El buque zarpó para el Mediterráneo y Anne Jane,
favorecida por su tez morena, engañó a todo el mundo
durante dos años respecto a su verdadero sexo.
Mientras el buque estaba atracado en Lisboa se
descubrió su identidad femenina. Un día estaba lavando
su litera, con la chaqueta desabrochada en la parte
delantera, cuando uno de los tripulantes tuvo una fugaz
visión de sus pechos.
El marinero trató de chantajearla, proponiéndola
mantener relaciones sexuales a cambio de su silencio.
Como ella se negó, el marino la delató al capitán, el cual
ordenó a Anne Jane seguir trabando con los hombres. El
rumor de que aquel joven era en realidad una mujer se
extendió y finalmente fue descubierta. Antes de llegar a
Londres fue violada por varios marineros.
El capitán, más tarde, describiría su sorpresa al
enterarse de que el joven marino era una mujer: “No
podía apenas dar crédito cuando me lo dijeron. Puedo dar
testimonio de su extraordinario comportamiento y me
pregunto si no actué correctamente con ella”. Según el
capitán, aunque lo pasó muy mal cumplió con los deberes
de un marino sin una queja.
Anne Jane fue ayudada por el alcalde de Londres y
finalmente regresó a la casa de su padre. Su historia
inspiró la balada Female Sailor Bold.

73
El caso de Anne Jane Thornton no es único. A lo largo
del siglo XIX se tienen noticias de que muchas mujeres
embarcaban de forma clandestina disfrazadas de
hombres. El semanario The Examiner publicó esta irónica
nota el 25 de marzo de 1843:

“Desde hace dos o tres años hay una gran


oleada de mujeres marineros. Todos los
periódicos han dedicado algún espacio a
anunciar que se ha descubierto a una mujer
marinero. El resultado es la convicción
extendida en la mente del público de que
todos los marineros son mujeres, que no hay
otros navegantes que mujeres marineros
disfrazadas, y ahora sería una curiosidad el
descubrimiento de un hombre marinero, si tal
fenómeno pudiera autentificarse.”

Viernes, 6 de febrero de 2009

74
MARGERY PERHAM

Viajera y escritora sobre temas


africanos.

Margery Freda Perham (1895-1982) nació en Bury,


Lancashire (Inglaterra), el 6 de septiembre de 1895. Era la
más joven de la familia -compuesta por cinco hijos y dos
hijas- de Federico Perham, comerciante de vinos y su
esposa, Marion. Su abuela, María Anna Needell, fue
novelista. Los siete niños fueron enviados a buenas
escuelas públicas. Cuatro de ellos, incluidas las dos niñas,
asistieron a las universidades de Oxford, Cambridge y
Leeds. Margery ganó una beca como lectora de Historia en
el St Hugh’s College de Oxford, en 1914.
La muerte de su querido hermano Edgar en la batalla
de Delville Wood (1916), durante la Primera Guerra
Mundial, causó una profunda herida a Margery. Cuando
más lo necesitaba no tuvo donde refugiarse porque sus
padres, que nunca fueron muy cariñosos, habían cerrado
la casa familiar para vivir en un hotel. Su hermana Ethel
se había casado con el mayor Harry Rayne, un cazador de
Nueva Zelanda, y vivía en Jubalandia (Somalia).

75
Margery pretendió alistarse como correo, pero fue
firmemente disuadida por sus tutores y se quedó en
Oxford, donde obtuvo la graduación y, a regañadientes, se
convirtió en profesora de Historia en la Universidad de
Sheffield, enseñando a ex militares que reanudaron su
educación.
En Sheffield, Margery era la única mujer entre el
profesorado enseñando Historia. Sus estudiantes, algunos
mayores que ella, le recordaban a su hermano muerto.
Aunque sus colegas producían incesantemente artículos
para revistas académicas, ella no escribió ninguno; su
ambición había muerto con Edgar. Entre sus pocos
amigos, uno o dos jóvenes fueron atraídos por aquella
hermosa chica de elevada estatura, pelo y ojos marrones y
fuerte mandíbula.
Mientras escribía Aethelburga, una obra de teatro
acerca de la introducción del cristianismo en el norte de
Gran Bretaña en el siglo VII, perdió su propia fe. Jugar
hockey, tenis y golf, pasear por los páramos, montar en
moto y dar charlas ocasionales para la Workers’
Educational Association en Sheffield le proporcionaron
cierto consuelo, pero durante las vacaciones leyó de forma
imprudente un texto sobre la guerra. Se refugió tras una
actividad constante hasta que tuvo una crisis nerviosa que
la obligó a tomar un año de permiso en 1920.
Margery eligió pasar la convalecencia con la familia de
su hermana en Somalilandia, donde su cuñado Rayne
había sido nombrado comisario de distrito en Hargeisa.
Las hermanas Perham se conviertieron así en las primeras
mujeres blancas residentes en la Somalia asolada por la

76
sequía. Margery se enamoró de África y de la vida de la
administración colonial, colaborando en el desarrollo del
distrito y el cuidado de las personas. Cumplió una
ambición de la infancia, la de ser una gran practicante de
caza mayor. Solía viajar con las patrullas del cuerpo de
camelleros a lo largo de la frontera con Etiopía.
De regreso a Sheffield, Margery añadió a su
curriculum un curso sobre Historia imperial y ofreció una
serie de conferencias sobre Somalia, pero tornó a la
escritura de novelas para resolver sus problemas
personales y no a la investigación académica. Major
Dane’s Garden (1925) se basó en su experiencia africana y
Josie Vine (1927) en su vida familiar. Ambas novelas
analizan las dificultades de una mujer joven haciendo su
propio camino en un mundo de hombres. Ella negó que
esas novelas fueran autobiográficas, pero el paralelismo
con sus diarios es evidente.
En 1924 Margery regresó a Oxford como profesora de
Historia moderna, Política, Filosofía y Economía en el
St.Hugh. La reforma de los currículos universitarios le
permitió concentrarse en sus intereses particulares, como
intervenir en la comisión permanente de la Sociedad de
las Naciones para instar a los científicos a estudiar las
relaciones raciales. En 1926, las universidades de Oxford y
Cambridge iniciaron cursos de formación de posgrado en
servicios coloniales. El conocimiento de Margery de los
deberes y responsabilidades de los funcionarios
coloniales, aunque escaso, era único en la historia de la
facultad.

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En 1928 y 1929 Margery viaja con una beca del
Rhodes Trust para estudiar la administración autóctona
en los Estados Unidos y el Imperio Británico. Escapó ilesa
de un piquete de rebeldes en Samoa Occidental; en
Durban (Sudáfrica) asistió a una turbulenta reunión del
sindicato negro Industrial and Commercial Workers’
Union, tenido por uno de los movimientos más radicales
del país; practicó la caza del búfalo con el barón von
Blixen y durante un viaje se enamoró de un comisario de
distrito casado. Un moderado uso de sus fondos y la
renovación de su beca le permitió seguir viajando desde
julio de 1929 hasta principios de 1932, visitando Estados
Unidos, las islas del Pacífico, Australia, Nueva Zelanda y
gran parte de África al sur del Sahara.
Escribió multitud de notas y varios artículos sobre la
administración autóctona en The Times. Sus diarios
ilustrados con fotografías fueron copiados y distribuidos
entre sus amigos. Fueron editados y publicados muchos
años más tarde como Pacific Prelude (1988), African
Apprenticeship (1974), East African Journey (1976) y
West African Passage (1983).
En 1930 le llegaron dos cablegramas hasta Tanganica:
uno de Lord Lothian, secretario del Rhodes Trust, que
ofrecía una ampliación de los viajes; el otro de su
universidad para pedir su regreso o la renuncia a su beca.
Ella envió dos breves respuestas: “Acepto” y “Renuncio”.
El precio a pagar fue la pérdida de su puesto de
profesora, aunque St Hugh la nombró investigadora no
remunerada para mantener su relación con la
universidad. Junto con su hermana Ethel y Harry, invirtió

78
la herencia de sus padres en una granja en Surrey, donde,
en un granero reconvertido, escribió Native
Administration in Nigeria (1937), editó Ten Africans
(1936) y, con Lionel Curtis, transformó sus combativos
artículos de The Times en The Protectorates of South
Africa (1935). Luego elaboró un libro similar con Elspeth
Huxley, Race and Politics in Kenya (1944).
Los años siguientes siguió viajando (Sudán, Etiopía,
Borneo…) y participando en comisiones diversas, como
observadora de grupos internacionales o asesora del
gobierno británico. Ocupó varios cargos en la Universidad
de Oxford. Recibió honores y condecoraciones, como la
Orden de San Miguel y San Jorge. Adoptó una postura
crítica con la política colonial y de descolonización de
Africa.
Murió el 19 de febrero de 1982. Su cuerpo fue
incinerado y sus cenizas fueron esparcidas sobre los South
Downs.

Domingo, 15 de marzo de 2009

79
CLÄRENORE STINNES

En auto a través de los continentes.

Clärenore (Clara) Stinnes vino al mundo el 21 de enero


de 1901 en Mülheim (Ruhr, Alemania) y era hija del
multimillonario Hugo Stinnes, dueño, entre otras, de una
importante fábrica de automóviles.
En su libro En auto a través de los continentes
(Editorial Juventud, 1930), Clara Stinnes comienza
diciendo algo que suscribirían la mayor parte de las
mujeres singulares que han pasado por aquí:

“Por lo que yo puedo recordar, nunca, ni


en mi más tierna infancia, ha faltado en mí el
deseo de aventuras. Siempre sentí la atracción
de lo desconocido, de las vastas estepas, de los
bosques impenetrables, de las cumbres
eternamente nevadas y de las montañas
augustas y desiertas. Por más que hacía mi
madre por despertar en mí la tendencia a las
actividades propias de la mujer, yo
demostraba siempre otras aficiones. Cuantas

80
veces me mandaba ayudarla a coser, o a zurcir
medias, escapábame con toda la presteza de
mis piernas. Prefería oír a nuestro cochero
Federico, en la cuadra, las historias militares
que él me contaba poniéndome encima de un
caballo, o sumirme en la lectura de las
grandes gestas alemanas o en la de los libros
de historias indias y aventuras. En mi fantasía
no había sitio más que para el viejo
Shatterhand, el noble apache Winnetou, la
hermosa princesa Gudruna y el protervo
anciano Hildebrando. Mis juguetes, los días
de lluvia eran soldados, cañones, castillos y
trenes; pero los días de sol salía con mis
hermanos al jardín, a jugar con ellos a los
indios, mi juego favorito.”

Su padre ya había fallecido cuando el director de la


fábrica de automóviles la propuso tomar parte en una
carrera a celebrar en Essen. Aceptó, con la condición de
participar de incógnito. Lo hizo y ganó. A partir de ahí se
convertiría en competidora habitual en carreras
automovilísticas en el continente, ganando muchas de
ellas (siempre frente a rivales masculinos), incluida una
organizada por el gobierno ruso entre Moscú y
Leningrado.
Fue en Rusia donde empezó a fraguar la idea de dar la
vuelta al mundo en automóvil. Decidió hacerlo a bordo de
dos vehículos de la entonces prestigiosa marca Adler, un
automóvil normal y un furgón. Reunió un pequeño equipo

81
de personas, entre las que sólo cabe mencionar al sueco
Carl Axel Söderström, operador cinematográfico con
conocimientos de mecánica, que sería el único que
resistiría junto a Clara hasta el final del viaje, ya que el
resto fueron abandonando la empresa, por enfermedad o
falta de ánimo.
Partieron de Francfort en dirección este el 25 de mayo
de 1927, pasaron por Estambul y recorrieron Oriente
Medio para dirigirse luego desde Persia hacia el norte y
atravesar Siberia y Mongolia para llegar a Pekín;
embarcar hacia Hawai, previa escala en Tokyo; recorrer
buena parte de Sudamérica, incluido el cruce de los
Andes; atravesar Estados Unidos del Pacífico al Atlántico
y embarcar de nuevo para regresar a Europa, llegando a
Berlín en junio de 1929.
En el libro antes citado Clara narra sus peripecias al
volante en países en los que, en el mejor de los casos,
circulaban por caminos de cabras, y en el peor, ni siquiera
eso. A veces, las ruedas de sus coches se quedaban
atrapadas en las arenas del desierto y había que sacarlos
empujando. En los Andes hubieron de abrirse paso a base
de cartuchos de dinamita. En varias ocasiones uno de sus
vehículos tuvo que ser remolcado por amables lugareños
de cualquier lugar del mundo.
Hubo momentos muy duros, como en la travesía de
Siberia, cuando estuvieron a punto de perecer perdidos en
la nieve y acosados por lobos hambrientos; o cuando en la
peligrosa región fronteriza chino-mongola fueron
perseguidos reiteradamente por partidas de bandoleros; o
cuando en Perú enfermaron a causa del mal de altura.

82
Además de tomar unas 800 fotografías, Söderström
rodó algunas películas que sirvieron para realizar el
documental Im Auto durch zwei Welten, estrenado en
1931, del cual YouTube les ofrece unas escenas(1).
Después de haberse soportado mutuamente durante
dos años y 49.239 kilómetros, Clara Stinnes y Carl Axel
Söderström terminaron casándose.

Miércoles, 22 de octubre de 2008

(1) http://www.youtube.com/watch?v=Dbq-kcZ-rKk

83
VIRGINIA ‘GINNY’ FIENNES

Exploradora polar británica.

Ginny Fiennes (1947-2004) fue una exploradora polar


y organizadora de expediciones, nacida en Godalming,
Surrey (Inglaterra).
De joven se comprometió con el barón Ranulph
Fiennes (1944), relación que su padre trató de evitar
enviándola a España a trabajar como nanny. Inútilmente,
ya que a su regreso, reanudó su relación con Ran, con
quien años después se casaría.
En 1969 Ginny organizó una expedición en hovercraft
por el Nilo Blanco, incluyendo la obtención de permisos,
la confección de la hoja de ruta, la búsqueda de
patrocinadores y la publicación de un libro de su marido.
En 1971 Ginny y Ran llevaron a cabo la expedición al
Valle de Headless, una travesía fluvial de 3.000 millas a
bordo de tres lanchas neumáticas por el Yukón. Ginny lo
organizó todo y se encargó de aprovisionar a los
expedicionarios conduciendo un camión a través de las
Montañas Rocosas canadienses.

84
Seguidamente se trasladaron a Omán a trabajar para
la Save the Children Fund. Una revista ofreció a Ginny un
contrato para escribir sobre la vida de una familia omaní,
pero ella se negó a publicarlo al pretender el editor
cambiar el relato para hacerlo más sensacionalista.
Durante varios años colaboró en la organización de
cuatro expediciones en busca de la ciudad perdida de
Ubar en Dhofar.
El gran viaje tuvo lugar en 1979. Hasta esa fecha nadie
había logrado alcanzar los dos polos atravesando las dos
regiones polares. Ginny propuso viajar alrededor del
planeta siguiendo el meridiano de Greenwich,
atravesando Africa, el Artico y la Antártida y haciendo en
barco la travesía marítima. Así nació la Transglobe
Expedition 1979–82, la primera circunnavegación del
globo por los extremos de su eje polar. Tuvo el patronazgo
del Príncipe Carlos de Inglaterra.
Un total de siete personas salieron de Greenwich en
septiembre de 1979, cruzaron con dos Land Rover y un
Range Rover, Francia, España y el Sahara para embarcar
en Costa de Marfil. Tras una escala en Ciudad del Cabo
llegaron a Sanae, en el continente antártico, y en trineos
alcanzaron el Polo Sur el 15 de diciembre de 1980.
Embarcaron de nuevo al otro lado de la Antártida y
navegaron hasta el Artico, llegando al Polo Norte. Al
regresar a Inglaterra habían recorrido 83.000 kilómetros.
Uno de los patrocinadores de la expedición fue el diario
español El País, que publicó algunas crónicas.
Por su contribución en esta expedición, decisiva para
que Ranulph Fiennes y el doctor Charles Burton tuvieran

85
éxito, Ginny recibió la Medalla Polar y se convirtió en la
primera mujer miembro del Club Antártico.
Después se trasladó al Parque Nacional de Exmoor,
donde se convirtió en ganadera, mientras su marido
seguía realizando expediciones al polo y otros lugares del
mundo. Ran sufrió un infarto, pero se recuperó de tal
forma que fue capaz de correr siete maratones en siete
días consecutivos en siete continentes.
Ginny Fiennes falleció en febrero de 2004 de cáncer
de estómago a los 56 años. Ran sigue en activo viajando y
explorando.

Miércoles, 26 de noviembre de 2008

86
MUJERES EN EL PODER
HATSHEPSUT

Mujer faraón, reinó durante veinte


años en el siglo XV aC.

Nos remontamos al antiguo Egipto, a la XVIII


dinastía, donde encontramos a Hatshepsut, una de las
pocas mujeres que llegó a ser faraón. Si bien no fue la
única y ni siquiera la primera, fue seguramente la que
mayor poder alcanzó.
Hatshepsut fue hija del faraón Tutmosis I, gran
guerrero y constructor (él comenzó las obras del templo
de Amón en Karnak). A éste le sucedió su hijo Tutmosis II,
que se casó con su hermanastra Hatshepsut, cosa
corriente en el antiguo Egipto, ya que las uniones entre
miembros de la familia real venían condicionadas por la
sucesión. Tutmosis II era débil y tenía mala salud y reinó
brevemente. A su muerte en 1475 aC dejó como heredero a
Tutmosis III, hijo de otra esposa, Mutnefer, y al mismo
tiempo sobrino e hijastro de Hatshepsut.
Tutmosis III era demasiado joven para gobernar y
Hatshepsut asumió la regencia, ya que tenía preparación
para ello: sabía leer y escribir y había sido educada junto a

89
sus hermanos varones. Hatshepsut fue consolidando su
poder, se ganó el apoyo de los sacerdotes de Amón,
desarticuló algunas conjuras contra ella y al llegar
Tutmosis III a la mayoría de edad no le cedió el trono y
siguió reinando como un auténtico faraón.
Para acallar las protestas de quienes se negaban a ser
gobernados por una mujer, los sacerdotes inventaron un
mito según el cual Hatshepsut había sido engendrada por
el mismísimo Amón, el cual, habiendo adoptado la figura
de Tutmosis I, tuvo relaciones con la esposa de éste con el
fin de darle una hija que gobernaría Egipto. Además
Hatshepsut se disfrazó de hombre e hizo que se la
representara en las esculturas con atavíos masculinos,
barba incluida.
Se mantuvo más de veinte años en el poder, durante
los cuales su país gozó de relativa tranquilidad y
prosperidad. Sometió a los rebeldes nubios y envió una
expedición al sur en busca de especias.
Su muerte es un misterio. No se sabe cómo y cuando
murió, aunque debió ser hacia 1458 a.C. Hay una teoría
según la cual Tutmosis III, cansado de que su tía y
madrastra ocupara su lugar, conspiró contra ella, la
asesinó y ordenó borrar todo rastro del hecho vergonzoso
de que una mujer hubiera ocupado el trono de Egipto. Lo
cierto es que Hatshepsut desapareció repentinamente de
la historia.
En 2007, las autoridades arqueológicas de Egipto
anunciaron que una momia descubierta en 1903
pertenece a Hatshepsut.

90
Durante años se especuló con la posibilidad de que
una de las dos momias de mujeres encontradas en una
pequeña tumba perteneciente a Sitre In, la nodriza de
Hatshepsut, fuese la de la propia reina, pero los
investigadores nunca se habían pronunciado
definitivamente.
La identificación fue posible tras analizar un diminuto
fragmento de una muela que coincide con una pieza
dental fracturada de la momia. El fragmento fue hallado
en un vaso fúnebre con el nombre de la reina en el templo
de Deir al Baheiri.

Domingo, 23 de octubre de 2005


y Martes, 26 de Junio de 2007

91
FU HAO

General del ejército chino en el siglo


XIII aC.

El general Fu Hao jugó un papel muy importante en el


ascenso de la dinastía Shang (circa 1766 aC-circa 1050
aC). Dirigió un ejército de 13.000 hombres, que fue el
mayor de China en su época. Combatió contra los
bárbaros del otro lado de la frontera y dirigió la campaña
que derrotó a los jiang, principales enemigos de Wuding
(1250-1192 aC), rey de los Shang. Igualmente derrotó a los
tu y a los yi. Su victoria frente a los ba ha quedado
registrada en la historia militar china como un ejemplo de
estrategia en una gran emboscada. Fue un gran militar.
La gracia del asunto es que el general Fu Hao era la
esposa del rey Wuding, por lo que pasa, por méritos
propios, a engrosar nuestra galería de mujeres singulares.
Se sabe poco de los primeros años de la vida de esta
señora, que se convirtió en esposa de Wuding cuando éste
decidió contraer matrimonio con una mujer de cada una
de las tribus conquistadas, con objeto de establecer
alianzas sólidas. La inteligencia de Fu Hao la llevó a

92
convertirse no sólo en la esposa número uno, sino
también en el comandante en jefe del ejército de su
marido.
Fu Hao, como suma sacerdotisa, presidía el oráculo y
las ceremonias sacrificiales, que en la China de aquella
época incluían víctimas humanas. El objeto de los
sacrificios era aplacar la cólera del cielo, honrar a los
antepasados y ser favorecido en las batallas. El papel de
Fu Hao en tales ceremonias se dedujo a partir de la
colección de recipientes de bronce para sacrificios
descubiertos en 1976 en su tumba, en la aldea de Xiaotun,
en Anyang (capital de los Shang), en la provincia de
Henan.
Entre las piezas halladas están unos caparazones de
tortuga que llevan inscritos los caracteres “preparados por
Fu Hao”, lo que demuestra que ella estaba a cargo de los
ritos de adivinación: en aquella época, era tarea del
adivino preparar caparazones de tortuga u omóplatos de
buey cincelando pequeñas muescas en ellos para contener
granos de carbón de leña. Durante las ceremonias de
adivinación, los caparazones o los huesos se cocían al
horno en el fuego hasta que aparecían grietas. Estas
grietas se estudiaban y se predecía el futuro a partir de las
formas que presentaban. El resultado se inscribía en los
mismos caparazones o huesos por el adivino.
La colección incluye diversos utensilios de cocina que
llevan inscripciones de Fu Hao. La gran hacha ceremonial
tipo yue o las hachas de guerra encontradas en su tumba,
con un peso de nueve kilos cada una, y otras dos más
pequeñas que muestran también la inscripción, son los

93
distintivos de su autoridad militar.
Fu Hao fue una figura pública de gran relevancia;
antiguas escrituras de los Shang describen detalladamente
sus expediciones militares, ritos religiosos, salud personal
y otros aspectos de su vida. Estos textos fueron
encontrados en unas grutas cercanas a Anyang. Sólo en
los escritos de una de las cuevas, Fu Hao es mencionada
más de doscientas veces.
Después de la muerte de Fu Hao, Wuding enterró a su
amada reina en una magnífica tumba llena de objetos de
bronce y jade, que fue descubierta, como ya se ha dicho,
en 1976.

Miércoles, 1 de noviembre de 2006

94
CREADORAS
HU MING

El erotismo del Ejército de la


República Popular China.

Los padres de Hu Ming eran médicos del ejército y


querían que su hija fuese cirujana, pero a ella sólo le
interesaba la pintura. Durante la época de la Revolución
Cultural, Hu Ming estudiaba en secundaria y su profesor,
sabiendo que el dibujo se le daba muy bien, le encargó
hacer un retrato del líder Mao Zedong. Esto causó gran
preocupación a su madre, que estaba convencida de que si
el retrato quedaba mal terminarían todos en la cárcel, de
modo que animó a su hija a practicar mucho hasta que
estuviera segura de hacerlo bien. Así, la pobre se pasó
toda la Revolución Cultural dibujando a Mao, además de
tener que leer su infame Libro Rojo, cosa ésta que le
producía un tremendo sopor, circunstancia que estaría a
punto de costarle cara en el futuro.
Con sólo 15 años, y por puro aburrimiento, solicitó
entrar en el ejército. Como sus padres ya estaban dentro
no fue difícil meterla y así, en 1970, Hu Ming se convirtió
en soldado. Fue destinada al hospital de Tian Jin, que

97
tenía capacidad para cinco mil personas. Empezó como
bibliotecaria y proyeccionista. Iba en un camión con ocho
películas que proyectaba en diferentes lugares. También
era responsable de la megafonía, lo que le costó más de
una bronca por sus habituales despistes. Por ejemplo, un
día, en lugar de hacer sonar el toque de diana a las cinco
de la mañana, puso el de zafarrancho de combate,
logrando que todos los soldados tomaran las armas y
acudieran a sus puestos para defender el hospital de un
supuesto ataque. Cuando el comandante fue a pedirle
explicaciones se encontró con que ella, tras haber puesto a
todos en pie de guerra, había vuelto a quedarse dormida.
También era frecuente que se quedara dormida cada
vez que abría el Libro Rojo de Mao, cuya lectura colectiva
era obligatoria todos los días de 7:30 a 8:30 de la mañana.
La gente comenzó a murmurar y Hu Ming fue llamada por
su comandante, ante el que confesó que le resultaba
imposible leer el libro sin dormirse por encontrarlo
terriblemente aburrido. En aquella época no era muy
conveniente decir verdades de ese tipo, pero el
comandante, hombre paternalista, no la castigó sino que
le recomendó untarse cada mañana las sienes con
bálsamo de tigre para mantenerse fresca. Además le
regaló un reloj para despertarse a la hora correcta. Pero
ella seguía quedándose dormida, porque unos días no
escuchaba la alarma y otros la ponía a una hora
equivocada.
En la época de la Revolución Cultural numerosos
libros fueron prohibidos en China y se ordenó su quema.
Como bibliotecaria, Hu Ming era la encargada de clasificar

98
los libros. Aunque tenía prohibida su lectura se las
arreglaba para leerlos e incluso sustraía algunos para sus
amigas.
Un día encontró un volumen con ilustraciones de
Miguel Angel. Era un estudio de anatomía con figuras de
hombres desnudos. A sus 16 años aquello la fascinó y, a
pesar del riesgo (un libro así era considerado
pornográfico), se lo llevó a su habitación y se dedicó a
copiar los dibujos hasta alcanzar una buena práctica en la
representación de la figura humana.
Escondía el libro bajo la almohada, tapado con su ropa
interior, creyendo que así nadie se atrevería a tocarlo,
pero un día descubrió con horror que tanto el libro como
sus prendas íntimas habían desaparecido. Se enteró de
que algunos hombres se dedicaban a robar la ropa interior
femenina. De ser ese su caso, habría sido lo menos malo.
Pero no fue así, ya que poco después requirió su presencia
el comandante, que nada más verla colocó el libro delante
de ella y le preguntó de dónde lo había sacado: “En este
libro hay imágenes de hombres sin ropa, ¡desnudos! y tú
te has dedicado a copiarlas ¿Cómo pueden gustarte estas
cosas?”. Ming estaba tan aterrorizada que rompió a llorar
y empezó a creer que realmente tenía un problema
mental. El comandante no informó del incidente, pero ella
nunca más vio el libro (ni su ropa interior).
En 1976 su comandante la envió a formarse como
enfermera durante tres meses. En ese tiempo Ming ganó
un premio por su trabajo como cuentacuentos con sus
narraciones animadas con diapositivas pintadas a mano.
Su formación como enfermera fue dura y pronto

99
descubrió que la visión de la sangre no era para ella: se
desmayó tres veces durante un parto por cesárea. Sin
embargo encontró que podía permanecer en la morgue sin
mucha dificultad, para sorpresa de los demás enfermeros,
que detestaban los cadáveres y con frecuencia le pedían a
ella que los acompañara. Hu Ming aprovechó este tiempo
para estudiar la anatomía de los muertos, aprendió cómo
los músculos envuelven todo el hueso y que el
formaldehído vuelve a los hombres de color rojo y a las
mujeres, verdes. Su formación también incluía la correcta
aplicación de las agujas hipodérmicas. Y para aprender
esta técnica practicó consigo misma con una solución
salina.
Después de completar su formación fue enviada a un
hospital para administrar inyecciones a los soldados. Fue
destinada a la sección masculina, donde decenas de
hombres hacían fila para recibir su medicación. Ella
comprobó que los jóvenes soldados eran tímidos, lo que
dificultaba la aplicación de inyecciones en el trasero. Pero
algunos hombres no eran tan tímidos y se bajaban los
pantalones, lo que permitió a Ming captar esa parte de la
anatomía masculina. Ming siguió este trabajo durante un
año y esto podría ser una razón de la prevalencia de
traseros en su pintura.
Durante unos años compaginó la vida militar, en la
que llegaría al grado de Mayor, con sus estudios de arte en
la Universidad. Finalmente dejó el ejército y hoy se dedica
exclusivamente al arte.
Después de varios años de trabajar entre muertos y
enfermos, desarrolló un especial atractivo por los cuerpos

100
sanos y voluptuosos, como los que representa actualmente
en su pintura, especialmente los femeninos. Dice
Chinochano(1) que él nunca ha visto por allí mujeres con
esos volúmenes.

Jueves, 11 de diciembre de 2008

(1) http://chinochano.zoomblog.com

101
PAN YULIANG

Primera mujer china en practicar la


pintura al estilo occidental.

Zhang Yuliang nació en la provincia china de Anhui en


1895. Sus padres murieron cuando era niña y a los catorce
años fue vendida por su tío a un burdel, donde
permaneció hasta que fue comprada como concubina por
un agente de aduanas llamado Pan Zanhua, de quien
adoptó el apellido. Tenía entonces veinte años.
Su nuevo dueño se la llevó a Shanghai, donde la
inscribió en la Escuela de Arte. Allí, un artista llamado
Wang Jiyuan la enseñó a pintar al estilo occidental.
Después de graduarse, Zanhua le pagó los estudios en
Francia y en Italia, donde le concedieron una beca para
estudiar en Roma. En 1926 ganó la medalla de oro en la
Exposición Internacional de Arte de la capital italiana.
Tres años después regresó a China para enseñar en la
Escuela de Arte de Shanghai y posteriormente en Nanjing.
Entonces ya era reconocida como la primera mujer
china en practicar la pintura al estilo occidental, es decir,
pintaba al óleo y no con tintas, y la temática de sus

102
cuadros y su estilo eran más parecidos a los europeos que
a los orientales.
Entre 1929 y 1936 realizó cinco exposiciones en su
país, pero sus cuadros de mujeres desnudas -para los que
utilizaba de modelo a ella misma- fueron negativamente
considerados en China y calificados de depravados.
Desde 1937 se asentó en París y continuó su carrera
con exposiciones en diversos países de Europa, aunque sin
gran éxito. Fue conocida como la “Sra. Tres No”: no a la
nacionalidad francesa, no a los contratos con galerías de
arte y no amantes.
Hasta sus últimos días, Pan conservó la esperanza de
regresar a su tierra natal. En las cartas que escribió a casa
expresaba su deseo de volver. Pero el gobierno francés no
le permitía llevar sus obras consigo, y además su delicada
salud y la Revolución Cultural en China aplazaban su viaje
una y otra vez.
En 1977, murió en un ático en los suburbios de París,
dejando un legado de cerca de 4.000 obras. Tras su
muerte sus obras fueron enviadas a China, donde se
exhiben en la Galería Nacional de Arte de Beijing y en el
Museo Provincial de Anhui. La película Hua hun (1995)
dirigida por Shuqin Huang y protagonizada por Gong Li,
está basada en su vida.

Lunes, 20 de noviembre de 2006

103
MARIANNE NORTH

Recorrió los cinco continentes


dibujando plantas.

La vocación de Marianne North (Hastings, 1830-


Alderly, 1890) era la de cantante, pero se vio obligada a
renunciar al fallarle la voz. A partir de entonces comenzó a
pintar flores y a ello dedicó toda su vida. Al fallecer su
madre en 1855, empezó a viajar con su padre, diputado
del Parlamento. Al morir éste, Marianne decidió cumplir
un sueño: viajar por todo el mundo dibujando especies
vegetales.
En 1871 y 1872 recorrió Canadá, Estados Unidos y
Jamaica, y permaneció un año en Brasil viviendo en una
cabaña en la selva y realizando un centenar de pinturas.
En 1875 estuvo durante unos meses en Tenerife. Pasó los
dos años siguientes pintando la flora de California, Japón,
Borneo, Java y Ceilán.
1878 lo dedicó a la India y después regresó a su país
natal para una exposición de sus obras. Los Reales
Jardines Botánicos de Kew abrieron una galería para
exhibir las pinturas que ella les había donado.

104
A sugerencia de Darwin, que fue amigo de su padre,
marchó a Australia y Nueva Zelanda y luego a Sudáfrica,
Seychelles y Chile. Finalmente, su galería se había
ampliado a 832 pinturas (entre ellas 29 de Tenerife)
Marianne North murió en 1890. Su trabajo posee
tanto valor artístico como científico, en una época en que
la fotografía no era de uso habitual. En su honor
recibieron su apellido varias plantas: Areca northiana,
Crinum northianum, Kniphofia northiana, Nepenthes
northiana y Northea seychellana. Sus diarios de viaje
fueron editados por su hermana con el título Recollections
of a Happy Life: Being the Autobiography of Marianne
North.

Lunes, 18 de febrero de 2008

105
ESCRITORAS QUE DESAFIAN LA CENSURA
(1)

Las escritoras iraníes

Hace tiempo hablamos en el blog de Marjane Satrapi,


iraní autora de cómic que triunfa en Europa. Ahora nos
enteramos de que en Irán, las listas de ventas de obras
literarias de ficción están dominadas por mujeres,
circunstancia sin precedentes provocada por las recientes
transformaciones de la sociedad de aquel país.
El número de mujeres que ha publicado alguna novela
alcanza 370, lo que supone multiplicar por trece la cifra de
hace una década, y es aproximadamente igual al número
de escritores masculinos. Los libros de las escritoras
registran mayor número de ejemplares vendidos, en gran
medida gracias al lenguaje sencillo y al carácter intimista
de las historias que cuentan, que a menudo tocan temas
tabú, generalmente en relación con el sexo.
La primera novela superventas escrita por una mujer
fue Drunkard morning de Fataneh Haj Seyed Javadi,
publicada en 1998. La novela transcurre en los años 40 y
cuenta la historia de una chica que desafía a su

106
aristocrática familia para casarse con un carpintero. Pero
él resulta ser un abusón y ella le deja -una acción muy
radical para las costumbres de aquel entonces- y se casa
con otro. La mañana de Drunkard fue seguida por una
serie de novelas de otras escritoras, provocando un debate
público sobre lo que sus argumentos y sus personajes
revelaban acerca de la situación de las mujeres en Irán.
Las mujeres escritoras no sólo se han convertido en la
vanguardia de la literatura persa, sino que además han
cambiado la opinión que la sociedad tenía de ellas
mismas. Ahora ser una novelista se valora.
Sin embargo la elección la semana pasada como
presidente de la República Islámica de Mahmoud
Ahmadinejad, político conservador de la línea dura del
régimen, ha provocado el miedo en los nuevos círculos
sociales y culturales(1).
Las escritoras iraníes se han hecho expertas en
maniobrar alrededor de las zonas prohibidas trazadas por
el gobierno y por los sectores más conservadores de la
sociedad. Las novelistas, como las mujeres iraníes en
general, han padecido siempre más restricciones que sus
colegas masculinos. Tradicionalmente, no se consideraba
apropiado que las mujeres expresaran sus sensaciones y
deseos en la escritura.
Las mujeres que escriben novelas deben hacer frente a
dos clases de censores: el gobierno y sus propias familias.
Los censores del Ministerio de Cultura y Educación
Islámica, que debe aprobar cada libro antes de que pueda

(1) Miedo que cinco años después hay que calificar de


justificado, viendo la trayectoria de este sanguinario dictador

107
ser publicado, prohiben cualquier mención explícita del
sexo. Piden la supresión de palabras como “desnudez” o
“senos”, incluso si aparecen en forma de metáfora o no se
refieren al cuerpo humano.
“Dos figuras se movían debajo de las sábanas” es la
manera en que Haj Seyed Javadi narra a sus lectores que
dos personajes de La mañana de Drunkard mantienen
una relación sexual.
Los lectores de Zoya Pirzad en We Get Used to It
deben comprender que Arezou y Sohrab se han besado
cuando Arezou le pregunta a Sohrab si él prefiere el gusto
de la pasta de dientes al lápiz de labios. “Los tres”
responde él, haciendo referencia a los labios de ella, que
nunca se mencionan directamente.

Jueves, 30 de junio de 2005

108
ESCRITORAS QUE DESAFIAN LA CENSURA
(y 2)

Las escritoras turcas

Hace unos meses hablamos aquí de las escritoras


iraníes y las tácticas que emplean para burlar la censura.
He dado casualmente con el artículo Women Writers,
Islam, and the Ghost of Zulaikha en Words Without
Borders(1) que habla de la situación en Turquía. Es de la
escritora turca Elif Shafak, y si entienden el inglés les
aconsejo que se lean el artículo entero, que es largo pero
muy interesante.
Yo les resumo seguidamente los párrafos que tratan
sobre la forma en que las escritoras turcas abordan el
erotismo y la sexualidad en sus obras.
El género es de hecho una profunda grieta en la
sociedad turca, pero también lo es la edad. Aunque la
sociedad es joven, la moral establecida venera a los
mayores y reserva a los ancianos la sabiduría y la
(1) http://wordswithoutborders.org/article/women-writers-
islam-and-the-ghost-of-zulaikha/

109
autoridad. Consecuentemente, al desarrollar estrategias
para tratar de la sexualidad, las escritoras turcas, igual
que las escritoras del Oriente Medio en general, se han
adaptado a las normas sociales existentes sobre el género
y la edad. Han surgido tres tácticas principales:
Primera, la mujer escritora se reprime
sistemáticamente de escribir sobre sexualidad hasta que
es “vieja”. Solamente cuando es mayor y está “a salvo”,
comienza a escribir sin reservas sobre estas materias. Así,
tenemos numerosos ejemplos de escritoras que esperan
hasta tener sesenta años y entonces publican libros como
nunca los habían escrito antes, casi pornográficos.
En segundo lugar, la escritora escribe sobre
sexualidad, pero al mismo tiempo se desexualiza a sí
misma. Cuanto más directa sea su escritura, más
reservada y “respetable” procura ser la autora. La
escritora se desfeminiza y se desexualiza. La franqueza del
texto se contrapesa con la “castidad” de la autora. Este
modelo particular de desfeminizar a las mujeres también
cabe perfectamente en el patrón de “mujer camarada”,
que los reformistas del kemalismo han promocionado
sistemáticamente en Turquía.
Tercero, la escritora trata de acelerar el paso del
tiempo porque en una sociedad patriarcal es más fácil ser
respetada como mujer mayor que como mujer joven. Así,
nos encontramos con mujeres de treinta años que actúan
como si tuvieran sesenta. En Oriente Medio las mujeres
envejecen rápidamente, saltando de la categoría de
vírgenes a la de viejas como si no hubiera nada entre
medias. Cuanto más rápido es el salto, mayor es la estima

110
y autoridad que una mujer escritora gana a los ojos de la
sociedad.
La autora del artículo decidió no elegir ninguna de las
tres y se mantiene muy guapa.
Elif Shafak nació en 1971 en Estrasburgo, vivió su
adolescencia en España y actualmente reside en Arizona.
Me temo que ninguna de sus obras está traducida al
español.

Viernes, 16 de diciembre de 2005

111
SALLY GARDNER

La escritora disléxica.

Sally Gardner se llamaba antes Sarah, pero cuando era


niña no podía deletrear su nombre. Sólo sabía que
empezaba por S, pero con la h se equivocaba y no sabía si
iba antes o después de la r.
Una actriz amiga de su madre, llamada Sally, le dijo
“mira, querida, es mejor Sally porque la S es como una
serpiente, tiene una pequeña a y dos líneas largas ll y una
y para engancharlas a todas.” La niña cambió su nombre y
hasta aprendió a deletrearlo, porque visto de esa manera
tenía sentido para ella: “Así, esa palabra es casi como una
danza.”
La razón por la que las palabras no tenían sentido
cuando era niña es que, como el 10% de la población, Sally
Gardner es disléxica. De hecho, Gardner, de 51 años,
pertenece a un grupo más pequeño, cerca del 4% de la
población, que son gravemente disléxicos. De niña la
catalogaron como de imposible aprendizaje, en los
informes escolares se la calificó como perezosa, y pasó
algún tiempo en una escuela para niños inadaptados. Un

112
psicólogo educativo le dijo que era “ciega para las
palabras”. Entonces la diagnosticaron dislexia.
Pero ahora Gardner es novelista. Su novela I,
Coriander se publica el próximo jueves 4 de agosto de
2005. Anteriormente estudió en una escuela de arte y
siguió una brillante carrera en el teatro diseñando
escenarios y vestuarios, se dedicó a la ilustración y ha
escrito libros para niños. I, Coriander, su primera novela
larga, se desarrolla entre el Londres del siglo XVII y un
mundo de hadas mágico, relacionados por un niño
llamado Coriander.
A la pregunta de cómo puede haber escrito una novela
cuando la gramática, la ortografía y la puntuación son un
misterio para ella, Sally Gardner responde: “Lo hice en un
ordenador portátil.”

Martes, 2 de agosto de 2005

113
ANNA KAVAN

Mi alma en China.

Muchos de los mejores libros -o discos o cómic- que


conozco los he encontrado por pura casualidad. Hace
mucho tiempo, en una de esas ofertas de 3x2, tenía ya un
par de libros en la mano y debía elegir un tercero para
completar el lote. De entre los ejemplares a mi alcance me
llamó la atención un título: Mi alma en China. Leyendo el
prólogo y la contraportada me enteré de que la autora
-para mí desconocida- Anna Kavan (Cannes, Francia,
1901-Londres, 1968), había publicado “varias novelas
convencionales antes de sufrir el impacto de una doble
experiencia, personal -la locura- y literaria -la lectura de
Kafka- que revolucionaría su mundo interno”.
Su auténtico nombre era Helen Woods, aunque
publicó algunas obras como Helen Ferguson, apellido de
su primer marido, y más tarde cambió su nombre por el
de Anna Kavan. Aunque británica, nació en Francia y vivió
en varios países europeos, California y Birmania. Su padre
se había suicidado cuando ella contaba trece años.

114
Se hizo adicta a la heroína alrededor de 1926. Pasó
curas de desintoxicación muchas veces, pero siempre
volvió a caer. Llamaba “mi bazooka” a la jeringuilla.
Continuó escribiendo, incluso durante los períodos de
depresión mental que pasó en clínicas de Inglaterra y
Suiza. Además fue pintora y decoradora.
Se casó dos veces y su único hijo murió en la Segunda
Guerra Mundial. Realizó varios intentos de suicidio. En
diciembre de 1968 fue hallada muerta en su casa de
Londres, con una jeringuilla -aún llena- en la mano.
La mayor parte de su obra es autobiográfica y -como
es fácil adivinar- está marcada por la desesperación y el
nihilismo, y hay un claro reflejo de su drogadicción en la
atmósfera delirante en que se desenvuelve. Sin embargo
presenta una excelente factura y un estilo en muchas
ocasiones brillante, y esto no dejará nunca de
sorprenderme en escritores de probada inestabilidad
mental. “Su conducta en público tenía tendencia a ser
errática“, dice su amigo y editor Rhys Davies, “podía tratar
a uno de sus invitados con la mayor delicadeza, y luego,
bruscamente, tirarle encima el pollo asado…”
Anna Kavan escribió Mi alma en China poco después
de divorciarse y narra la relación -condenada al fracaso-
de una recién divorciada con un australiano. China es una
metáfora y representa el país onírico, unas veces
maravilloso y otras terrible, adonde se traslada el alma de
la narradora bajo los efectos de la droga o de una crisis
mental. La atmósfera oscila entre la asfixiante realidad de
una relación de pareja cuyo final ya se vislumbra y las
alucinaciones de una mente desequilibrada. Del mismo

115
modo, la narración se mueve entre la primera y la tercera
persona, reflejando la crisis de personalidad de la
narradora. “Escribía en un espejo“, dice Rhys Davies, “el
espejo la encarcelaba.”
Además de la novela que le da título, en el mismo
volumen se incluyen cinco relatos, entre los que destaca
Julia y el bazooka, alucinado relato de una joven yonki,
probablemente autobiográfico.
Varias obras de Anna Kavan se han traducido y
publicado en España en la editorial El Nadir(1), en cuya
web puede leerse:

“Reconocida su valía ya en vida por


escritores de la talla de Anaïs Nin, Doris
Lessing o Lawrence Durrell, quien la integró
en la gran tradición subjetiva femenina, junto
a nombres como Wirgina Woolf o Djuna
Barnes, es considerada hoy día, una de las
más eximias representantes de la literatura
escrita desde la sensibilidad femenina
radical.”

Martes, 31 de mayo de 2005

(1) http://www.elnadir.es/_cms/index.php/autores/escritores/
5-anna-kavan

116
ÉDITH PIAF

La gran cantante de vida maldita.

Es cierto que la vida de Édith Piaf (1915–1963) estuvo


marcada por la tragedia, pero también que sus biógrafos
se han nutrido a veces de leyendas difícilmente
verificables. Aquí, como de lo que se trata es de hacer
literatura más que historia, aprovecharemos esas leyendas
a la hora de hablar de esta gran cantante.
Édith Giovanna Gassion vino al mundo en un barrio
de inmigrantes de París y se dice que vio la luz en plena
calle, bajo una farola de gas:

“Su padre, Louis Alphonse Gassion (nacido


en Castillon en la región de Calvados en
Normandía el 10 de mayo de 1881), era
acróbata, y para celebrar su natalicio se
emborrachó y dejó a su madre, quien era
cantante ambulante, Annetta Maillard (1895-
1945), de origen italo-argelino. Sin apoyo, ella
tuvo que afrontar el parto sola. Por ello, salió
a las calles por sus propios medios, pero no

117
alcanzó a llegar al hospital y Édith nació en
plena calle debajo de una farola frente al
número 72 de la rue de Belleville en París.”(1)

No obstante, en su partida de nacimiento consta que


nació en el Hospital Tenon. Como sus padres iban de feria
en feria, fue criada por su abuela materna, la argelina
Aicha, que -según la leyenda- en lugar de leche le daba
vino. Después pasó al cuidado de su padre, pero éste fue
llamado a filas para combatir en la Primera Guerra
Mundial y dejó a la niña en manos de su abuela paterna,
que regentaba un burdel en Normandía. Allí quedó al
cuidado de las prostitutas. Se cuenta que entre los tres y
los siete años, Édith estuvo ciega a causa de una
queratitis, pero recuperó la vista después de que las chicas
reunieran dinero y la enviaran en peregrinación a Santa
Teresa de Lisieux, dando lugar a una curación milagrosa.
Entre los catorce y los diecisiete años comenzó a
acompañar a su padre en sus giras callejeras por París,
cantó por vez primera en público, abandonó a su padre, se
fue a vivir con una amiga, se enamoró de un joven
repartidor llamado Louis Dupont, se quedó embarazada y
tuvo a la que sería su única hija, que moriría de meningitis
a los dos años de edad.
Se separó de Dupont y se lió con un proxeneta llamado
Albert, con el que llegó a un acuerdo: él no la obligaría a
prostituirse a cambio de que ella le entregara una parte de
sus ganancias como cantante callejera. Cuando su amiga
Nadia se suicidó para escapar al mundo de la prostitución,

(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Edith_Piaf

118
Édith, impresionada por el suceso, abandonó a Albert. La
reacción de éste fue perseguirla pistola en mano tratando
de pegarle un tiro.
En 1935, con veinte años, sigue cantando en la calle
cuando es descubierta por Louis Leplée, dueño del Gerny,
un cabaret de moda en los Campos Elíseos. Este hombre
es el verdadero creador de la artista Édith Piaf: la hace
vestirse de negro y la presenta como La Môme Piaf, la
niña gorrión, apodo que tiene su origen en la pequeña
estatura (1,42 m) y el carácter nervioso de ella.
Su voz privilegiada la permite alcanzar enseguida el
éxito y grabar su primer disco Les mômes de la cloche
(Los niños de la campana).
Al parecer, Louis Leplée no era trigo limpio y tenía
relación con los bajos fondos de París. En abril de 1936 es
asesinado por mafiosos. Se descubre que los asesinos
tuvieron en el pasado alguna relación con Édith y ésta es
acusada de cómplice. A pesar de ser finalmente absuelta,
la imagen pública de la artista se ha deteriorado y su
prometedora carrera se ha venido abajo.
Édith conoció a Raymond Asso, un hombre que
escribía letras de canciones, aunque antes había trabajado
de obrero, chofer, mercenario, pastor de ovejas y regente
de un club nocturno. Además de su amante, Asso se
convirtió en sucesor de Leplée como su “pigmalión”. La
enseñó a escribir canciones, la prohibió tratarse con
conocidos indeseables de su vida anterior y encargó a la
compositora Marguerite Monnot, amiga de Édith, que
escribiera letras que reflejaran las vivencias de la Piaf
cuando era una cantante callejera.

119
Durante la Segunda Guerra Mundial, frecuentó
reuniones sociales con alemanes en la Francia ocupada, lo
que le valió ser calificada de traidora. Al acabar la guerra,
ella se justificó diciendo que había estado trabajando para
la resistencia francesa, aunque no hay pruebas de ello. Al
parecer, ayudó a algunas personas, entre ellas algún judío
a escapar de la persecución nazi. También se sabe que en
esa época tuvo relaciones con un pianista judío.
Las décadas de los 40 y 50 son las del éxito
internacional: fue reconocida y admirada por Maurice
Chevalier, Jean Cocteau, Yves Montand, Atahualpa
Yupanqui y Charles Aznavour, entre otros. En 1946
estrenó La vie en rose, su tema más célebre, con música
compuesta por Louis Guglielmi “Louiguy”, catalán de
origen italiano, y letra de la propia Édith Piaf.
Pero su éxito artístico fue acompañado de nuevas
desgracias personales:
Su gran amor, el boxeador Marcel Cerdan, campeón
mundial del peso medio, era un hombre casado. Su
romance ocupó primeras páginas en la prensa de la época.
Pero Cerdan murió en un accidente de avión en octubre de
1949, mientras volaba de París a Nueva York para
reunirse con ella.
En 1951, Piaf resultó gravemente herida en un
accidente de automóvil, cuando iba con otro de sus
amantes, el cantante Charles Aznavour. Su recuperación
se vio dificultada porque se había vuelto adicta a la
morfina. Dos nuevos accidentes empeoraron la situación.
En 1952 se casó con el cantante Jacques Pills, teniendo
como dama de honor a la mismísima Marlene Dietrich. En

120
1956 se divorció. En 1962 se casó con Théo Sarapo, un
peluquero griego convertido en cantante y actor, que era
20 años menor que ella.
Édith Piaf murió de cáncer de hígado a los 47 años en
Plascassier, en la Riviera francesa, el 11 de octubre 1963.
A causa de su vida disoluta (me encanta esta palabra),
el arzobispo católico de París se negó a oficiar un funeral
por ella. Sin embargo, su cortejo fúnebre congregó a
decenas de miles de personas en las calles de París y a su
entierro asistieron más de 100.000 de sus seguidores.
Según Charles Aznavour el cortejo fúnebre de Édith Piaf
fue el único acontecimiento desde el final de la Segunda
Guerra Mundial que paralizó por completo el tráfico de
París.
En la película de 2007 La vida en rosa, la actriz
Marion Cotillard interpretó a Édith Piaf.
En la web Little sparrow(2) se pueden seguir los pasos
de Édith Piaf por los lugares de París en que vivió.

Jueves, 4 de marzo de 2010

(2) http://www.little-sparrow.co.uk/

121
SANDY DENNY

Un recuerdo para una de las grandes


cantantes del folk británico.

Veintisiete años después de su muerte, los aficionados


al folk-rock inglés no han olvidado a Sandy Denny. No
podía ser de otra forma, ya que aún hoy sigue siendo
considerada como la mejor voz femenina que ha dado este
estilo musical, siempre con permiso de las otras dos
grandes: Maddy Prior (Steeleye Span) y Jacqui McShee
(Pentangle). Este mes se reeditan en el Reino Unido los
cuatro álbumes en solitario de Sandy Denny.
Alexandra Denny nació en Winbledon (Londres) en
1947 y estudió en el Art College de Kesington, junto a tres
grandes guitarristas: Eric Clapton, Jimmy Page y John
Renbourn. Formó parte del grupo Strawbs, con el que
grabó un solo álbum y se incorporó a Fairport Convention,
la gran banda de folk-rock británico de los años 70, con la
que desarrollaría la etapa más célebre de su carrera
musical. Mas adelante Sandy Denny formó el grupo
Fotheringay, con el que grabaría un álbum, antes de
decidirse a cantar en solitario.

122
Pero Sandy era uno de esos espíritus de cristal, que se
quiebran con un soplido. Una mujer insegura, a pesar de
su indiscutible talento como compositora y su voz
excepcional. Dicen que su autoestima se vino abajo por
una reseña aparecida en Melody Maker en la que la
calificaban de “plump” (gordita).
“Tenía ese talento asombroso, esa voz increíble, pero
quería ser siempre bella y atractiva” dice su gran amiga
Linda Thompson “¡Y lo era! Pero ella no creía que lo fuese,
porque no era una belleza convencional de la época. Eran
los 60, donde todo el mundo estaba delgadísimo. Ella
seguía esas estúpidas dietas (todos tomábamos píldoras y
Dios sabe qué) y adelgazó, pero enseguida volvió a
engordar y nunca estuvo satisfecha. Era ridículo: todos la
adorábamos y ella se despreciaba a sí misma. Pero la
gente decía algunas cosas increíbles, como “su dulce y
rechoncha cara”, creo que esto le hacía mucho daño por
dentro. Pero también ella acababa saliendo con los
hombres más interesantes, siempre y cuando tuvieran
cerebro. Porque no sólo era atractiva, sino inteligente y
con talento.”
Sandy grabó cuatro discos en solitario y diversas
colaboraciones con otros intérpretes, entre las que destaca
su intervención como vocalista, al lado de Robert Plant, en
el tema The Battle of Evermore, contenido en uno de los
mejores álbumes de rock de todos los tiempos: Led
Zeppelin IV o 'El leñador'. Sin embargo, el éxito comercial
la eludió constantemente.
“Creo que nunca vivió verdaderamente a gusto” dice
Ashley Hutchings (bajista de Fairport Convention) “Era

123
un alma inquieta. Y muy nerviosa: nerviosa por las
actuaciones, nerviosa por tener que viajar,
particularmente en avión. Necesitaba la ayuda de la
bebida y de las drogas. Y necesitaba gente alrededor de
ella, en quien pudiera confiar y amar, que la animara; que
le dijera lo buena que era ella. La pregunta, por supuesto,
es ¿cómo podía ser tan insegura cuando tenía tanto
talento? Pero así era.”
En 1977, Sandy se quedó embarazada (su marido era
el músico australiano Trevor Lucas), lo que causó
inquietud entre sus amigos, que sabían que bebía mucho y
tomaba drogas. El bebé, una niña, nació prematuramente.
En marzo de 1978, Sandy se cayó por las escaleras. Para
calmar sus dolores, los médicos le recetaron un fuerte
analgésico incompatible con el alcohol. Un mes después
Sandy Denny entraba en coma y moría de una hemorragia
cerebral a los treinta y un años.

Lunes, 9 de mayo de 2005

124
LADY HARBERTON

Fundadora de la Asociación para la


Racionalidad en el Vestir.

A finales del siglo XIX hubo en Inglaterra un


movimiento para racionalizar la forma de vestir,
especialmente de las mujeres.
La Asociación para la Racionalidad en el Vestir
(Rational Dress Society) fue creada en 1881 en Londres
por Florence Wallace Pomeroy (1843-1911), conocida
como Lady Harberton, con la finalidad de liberar a la
mujer de los condicionamientos de los vestidos
tradicionales de su época, que consideraba humillantes, y
fomentar el uso de prendas adaptadas a los tiempos
modernos.
Esta era su declaración de principios:

“La Asociación para la Racionalidad en el


Vestir protesta contra la introducción de
cualquier moda en el vestir que deforme la
figura, impida los movimientos del cuerpo o
de alguna manera tienda a perjudicar la salud.

125
Protesta contra el uso de corsés
extremadamente ajustados; de zapatos de
tacón alto, faldas demasiado pesadas, que
hacen casi imposible la práctica de cualquier
ejercicio, y de todos los mantos que sujetan las
prendas de vestir u otros que obstaculicen el
movimiento de los brazos. Protesta contra
miriñaques y polisones de cualquier tipo, por
deformantes y feos. Pide que todos se vistan
de forma sana, cómoda y bella, buscar lo que
permita crear la comodidad y la belleza de
nuestra vestimenta como un deber para con
nosotros mismos y para los demás.”(1)

Sus principios para el diseño de la ropa eran:

1. Libertad de movimientos.
2. Ausencia de presión sobre cualquier parte
del cuerpo.
3. No más peso del necesario para abrigarse.
Tanto el peso como el calor uniformemente
repartidos.
4. Gracia y belleza combinadas con
comodidad y conveniencia.
5. No apartarse demasiado de lo común para
la vestimenta de su época.

(1) http://en.wikipedia.org/wiki/Victorian_dress_reform

126
La propia Lady Harberton vestía pantalones y faldas-
pantalón, así como zapatos planos, muchos años antes de
que se extendiera su uso entre las señoras. Esto le valió
fama de excéntrica.
Una de las razones por las que deseaba cambiar la
moda era su afición a montar en bicicleta, lo que
naturalmente era difícil con los estilos de ropa imperantes
en la era victoriana. Un día de 1898 se presentó con sus
compañeros del Cyclists’ Touring Club en el hotel
Hautboy, en Ockham (Surrey), vestida con una chaqueta
de corte masculino y unos pantalones bombachos. Trató
de que la sirvieran en el restaurante, pero la dueña, una
tal señora Sprague, se negó a atenderla. Lady Harberton la
llevó a los tribunales, pero perdió el juicio.
Creó también la Liga de la Falda Corta, cuyas
componentes se comprometían a vestir faldas cuya
longitud quedase al menos a 5 cm del suelo. Afirmaba que
“nadie es libre si no está en condiciones de usar
libremente sus extremidades”.
Lady Harberton no llegó a ver triunfar sus ideas, pero
su lucha no fue en vano y su influencia en el posterior
devenir de la moda femenina es indiscutible.

Martes, 22 de abril de 2008

127
MÍSTICAS E ILUMINADAS
LA BEATA DOLORES

¿Bruja, hereje o una mujer


demasiado liberal para su época?

María de los Dolores López, conocida como la beata


Dolores, fue condenada en Sevilla por la Inquisición el 24
de agosto de 1781.
Aunque sus padres fueron piadosos cristianos, ella no
siguió su ejemplo y ya a los doce años se escapó de casa
para irse a vivir con su confesor. Pero a éste comenzó
pronto a remorderle la conciencia. Murió cuatro años
después, aterrorizado por la condena que el Diablo le
tenía reservada por tan grave pecado.
Dolores era ciega, pero bella e inteligente; aprendió a
leer y escribir sin que nadie la enseñase. Quiso entrar
como organista en un convento de Carmelitas, pero no fue
admitida. Entonces se trasladó a Marchena donde tomó
los hábitos de beata. Sin embargo, como la cabra siempre
tira al monte, Dolores repitió la historia y de nuevo se lió
con su confesor, en este caso un sacerdote de Lucena. Esta
vez, la autoridad tomó cartas en el asunto y el hombre fue
detenido y encarcelado, siendo más tarde recluido en un

131
convento de clausura para evitarle caer en nuevas
tentaciones.
Privada de su amante, Dolores regresó a Sevilla donde
persistió en su mala costumbre de mantener escarceos
sexuales con miembros del clero, lo que en aquel entonces
no estaba bien visto (hoy tampoco, aunque se suele hacer
la vista gorda).
En esa época empezó a crearse fama de bruja. Se dice
que preparaba extraños brebajes y que, en virtud de un
pacto con el Diablo, era capaz de poner huevos; pero
también que tenía gran prestigio entre el pueblo, ya que
poseía dotes de adivinación y, siendo ciega, era capaz de
ver lo que otros no veían.
Don Marcelino Menéndez y Pelayo rechaza las ideas
que de ella tenía el pueblo, incluida su belleza:

“Todos estos accidentes no están mal


calculados para excitar la conmiseración;
lástima que sean todos falsos, ya que la beata
Dolores no era bruja, sino mujer iluminada,
secuaz teórica y práctica del molinosismo,
bestialmente desordenada en costumbres so
capa de santidad, y eso que por su belleza no
podía excitar grandes pasiones, puesto que,
además de ciega, era negrísima, repugnante y
más horrenda que la vieja Cañizares del
Coloquio de los perros.”

Doce años después de volver a Sevilla, Dolores fue


denunciada por uno de sus clérigos amantes, siendo

132
ambos detenidos. Ella fue acusada de brujería.
La beata negó la acusación, afirmando mantener trato
habitual con la Virgen y haber contraído matrimonio en el
mismísimo cielo con Jesucristo, siendo testigos de la boda
San José y San Agustín. Estos sólidos argumentos no
convencieron a los inquisidores, que la condenaron a
muerte. Dolores escuchó impasible la sentencia y aseguró
que moriría como mártir, pero que al tercer día Dios
bajaría a demostrar su inocencia.
Para terminar, cedo de nuevo la palabra a don
Marcelino, que narra maravillosamente las circunstancias
de la ejecución de Dolores:

“La beata salió al auto con escapulario


blanco y coroza de llamas y diablos pintados,
que aumentaban el horror de su extraña
figura. Un fraile mínimo que iba cerca de ella,
el P. Francisco Javier González, exhortaba a
los circunstantes a que pidiesen a Dios por la
conversión de aquella endurecida pecadora.
Por todas partes sonaron oraciones y
lamentos; sólo la beata permanecía impasible,
contribuyendo su ceguera a lo inmutable de su
fisonomía.
Acabada la lectura del proceso, subió al
púlpito el P. Teodomiro Díaz de la Vega, del
Oratorio, famoso en Sevilla por su piedad y
ejercicios espirituales, e hizo breve plática al
pueblo, mostrando la clemencia del Santo
Oficio e implorando de nuevo las oraciones de

133
los asistentes para que Dios se apiadase de
aquella desventurada, moviendo su
endurecido corazón a penitencia.
Hubo que amordazar a la beata para que no
blasfemase y el P. Vega llegó a amenazarla con
el crucifijo. Y no parece sino que esta sublime
cólera labró de improviso en aquel árido
espíritu, porque vióse a la beata prorrumpir
súbitamente en lágrimas y, apenas llegada a la
plaza de San Francisco, pedir confesión en
altas voces, lo cual mitigó el rigor de la pena y
dilató algunas horas el suplicio. Murió con
muestras de sincero arrepentimiento,
pidiendo a todos perdón por los malos
ejemplos de su vida. Fue ahorcada y después
entregado su cadáver a las llamas.”

Martes, 15 de abril de 2008

134
H.P. BLAVATSKY

La fundadora de la Sociedad
Teosófica es hoy un personaje casi
mítico.

Helena Petrovna von Hahn, más conocida como


Madame Blavatsky, nace en Ekaterinoslav (actualmente
Dnipropetrovsk, en Ucrania) en 1831, en el seno de una
familia aristocrática. Con 17 primaveras la casan a la
fuerza con el general Niceforo Blavatsky, de quien escapa
inmediatamente, sin ni siquiera consumar el matrimonio.
Según ella, el marido contaba 70 años, aunque otras
fuentes aseguran que apenas pasaba de los 40. Otra
versión dice que Helena se niega a mantener relaciones, el
general trata de tomarla por la fuerza y descubre una
‘anomalía sexual congénita’ en su joven esposa. El caso es
que Helena embarca en el puerto de Odessa, abandona el
navío en una lancha para esquivar el acoso del capitán, y
desembarca en Constantinopla, donde encuentra a una
condesa amiga, en cuya compañía llega poco después a
Egipto.

135
Volvemos a tener noticias fidedignas suyas en 1873,
año en que se establece en Estados Unidos y se convierte
en una figura del espiritismo ¿Qué ha hecho durante ese
lapso de tiempo de 25 años? Si nos atenemos a sus
biógrafos, ha hecho de casi todo: en Egipto es iniciada en
los misterios esotéricos por un mago copto; en Nuevo
México conoce los ritos vudú; en el Tíbet entra en
contacto con los Maestros Ascendidos, misteriosos
personajes que -tanto si existen como si no- habrían de
ser decisivos en su vida y en su obra; en Londres mantiene
una disputa con el célebre medium D.D. Home; en París
ingresa en una logia carbonaria; en Estados Unidos
convive con mormones y pieles rojas y forma parte de una
banda de salteadores de caminos; en Italia combate junto
a Garibaldi en Viterbo y Mentana (1867), resultando en
esta última batalla tan gravemente herida que es dada por
muerta y arrojada a una fosa, de la que por fortuna es
rescatada.
A finales de la década de los sesenta se convierte en la
única superviviente del naufragio de un vapor en el mar
Egeo. Las malas lenguas dicen que por aquel entonces
nuestra protagonista se dedicaba al contrabando de
material bélico. Poco después la encontramos en El Cairo
fundando una sociedad espiritista de dudosa reputación
que no tarda en desaparecer. A todo esto, se ignora de qué
vivió durante este tiempo.
El mito y la realidad se confunden en la biografía de
Blavatsky, en parte por las exageraciones de sus rendidos
biógrafos, pero también por su propia voluntad. Ella
misma tendió una cortina de humo sobre sus actividades,

136
a base de afirmar y negar sucesivamente los mismos
hechos. Por ejemplo, aunque conoció a muchos hombres
no hay forma de saber con quién mantuvo relaciones
amorosas (si es que mantuvo alguna), ya que ella misma
se encargó de sembrar la confusión al respecto. Blavatsky
aprendió a borrar su historia personal un siglo antes de
que esa idea fuera expresada por el brujo don Carlos
Castaneda. No obstante hay que reconocer que a todo lo
que se cuenta de Madame Blavatsky puede aplicársele el
viejo dicho italiano: se non é vero é ben trovato.
En 1874 Blavatsky conoce a un personaje del que no se
sabe si era coronel -como él mismo pretendía- o
periodista, llamado Henry Steel Olcott, que se convertirá
en su inseparable compañero y en su cronista más
cercano. Él describe a Blavatsky como impulsiva y
generosa, de forma que el dinero no duraba mucho en sus
manos. Alegre, irónica e irascible, comía mucho y a
deshora, fumaba en exceso, vestía de forma contraria a la
moda y maldecía como un carretero. Lo más alejado a una
dama de la época. O sea, una de esas mujeres que tanto
atraen al autor de este artículo.
Hacia 1951, durante su estancia en Londres, había sido
visitada -desconozco si en cuerpo mortal o sólo en
espíritu- por uno de los misteriosos Maestros Ascendidos,
que le ordenó fundar la Sociedad Teosófica, lo que ella y
Olcott llevan a cabo en 1875. En 1877 publica su
monumental libro de 1.300 páginas Isis sin velo, tras una
redacción que había durado dos años y que -siempre
según Blavatsky- había sido dictada por los Maestros
Ascendidos. La primera edición, de 1.000 ejemplares, se

137
agotó en diez días. En 1879 Blavatsky y Olcott se van a la
India, trasladando a este país la sede de la Sociedad
Teosófica, que a partir de ese momento comienza a ganar
adeptos y a acrecentar su influencia.
La fama de la S.T. llega a Gran Bretaña y la Sociedad
de Investigaciones Psíquicas de Londres decide crear una
comisión para investigar los fenómenos protagonizados
por Madame Blavatsky. El doctor Richard Hodges viaja a
la India como delegado por dicha comisión, investiga
durante meses a Blavatsky y a su institución y finalmente
redacta un extenso informe, en cuya conclusión podía
leerse: “Ella no es la intérprete de videntes que el público
ignora, ni es tampoco una aventurera vulgar, sino que ha
conquistado su lugar en la historia como uno de los
impostores más completos, más ingeniosos y más
interesantes, cuyo nombre merece pasar a la posteridad“.
Otra conclusión del astuto Hodges es que los manuscritos
de Isis sin velo y las cartas de los Maestros Ascendidos son
obra de la propia Blavatsky.
En 1888 Blavatsky publica su segundo mamotreto La
Doctrina Secreta, con un total de 1.500 páginas. Esta obra
gira en torno a un supuesto Libro de Dzyan, antiquísimo y
enigmático manuscrito que Madame Blavatsky aseguraba
poseer impreso en “una colección de hojas de palma que,
mediante un proceso desconocido, son impenetrables al
agua, al fuego y al aire“. Por supuesto, nadie vio jamás tal
libro. A pesar del informe de Hodges, ella insistía
tenazmente en que el texto de La Doctrina Secreta
también había sido dictado por un Maestro Ascendido.

138
Blavatsky regresó a Londres, ciudad en la que falleció
en el año 1891. Tras su muerte, sus discípulos se tiraron
los trastos a la cabeza y la S.T. se escindió en varias ramas,
que aún perduran hoy.
HPB, como es conocida entre los teósofos, es una de
esas figuras cuya vida disparatada y llena de
exageraciones ha alejado a la crítica más o menos seria.
Ella misma ha colaborado en ese alejamiento con
actitudes tan peregrinas como atribuir la autoría de sus
obras a supuestos “maestros ascendidos”. Sin embargo,
Isis sin velo es uno de los libros más fantásticos -en los
dos sentidos de la palabra- que se pueden leer. Una
cosmogonía que combina una profunda erudición con la
imaginación más desbordada. Su influencia en autores
como Lovecraft o Tolkien es patente. Otra de sus obras,
La voz del silencio, es un poema en prosa místico-
filosófico lleno de sorprendentes metáforas. La obra
literaria de H.P. Blavatsky y su influencia sobre escritores,
artistas y científicos está aún pendiente de ser abordada
con objetividad, al margen de la idolatría ausente de
crítica de sus crédulos seguidores.

Jueves, 19 de mayo de 2005

139
ANNIE BESANT

Fue sucesivamente católica,


socialista, atea, masona, teósofa y
política.

Annie Wood nació en 1847, en Londres, en una familia


de clase media de origen irlandés y a lo largo de su vida
siempre estuvo orgullosa de ser irlandesa. Su padre,
médico, murió cuando ella tenía cinco años, dejando a la
familia en una difícil situación económica. Su madre no
podía mantener a Annie y pidió a su amiga Ellen Marryat
-hermana del conocido escritor Capitán Frederick
Marryat- que se hiciera cargo de ella. Ellen se aseguró de
que Annie tuviera una buena educación, le inculcó un
elevado sentido del deber para con la sociedad y la
confianza de que una mujer fuerte e independiente puede
lograr lo que se proponga. De joven, Annie viajó a Francia
y Alemania para aprender idiomas.
Con diecinueve años se casó con el pastor anglicano
Frank Besant, que poco después se convirtió en vicario de
Sibsey, en Lincolnshire, de forma que Annie se trasladó
allí con su marido. Tuvieron dos hijos: Digby y Mabel. Si

140
embargo, el matrimonio fue un desastre. El primer
conflicto surgió a causa del dinero y la independencia de
Annie. Ella escribía cuentos infantiles y artículos pero,
según la ley de aquella época, el dinero ganado por una
mujer casada no era de ella sino de su marido y Frank se
quedaba con el de Annie. Otro punto de desencuentro fue
la política. Mientras Annie apoyaba la lucha de los
trabajadores agrícolas para crear sindicatos y mejorar sus
condiciones laborales, Frank era un 'tory' (conservador) y
se alineó con los terratenientes. Annie cuenta en su
autobiografía que, como esposa de un pastor, trató de
ayudar a los feligreses de su marido que pasaban
necesidad, pero finalmente llegó al convencimiento de que
para aliviar la pobreza y el sufrimiento, más allá de la
caridad lo que se necesita son profundos cambios sociales.
Comenzó a perder la fe católica que había tenido
desde niña. Un día se negó a comulgar y Frank la echó de
casa. Annie regresó a Londres y formalizó su separación.
Ella quedaría al cuidado de su hija y su marido del chico.
Sin embargo, el divorcio legal era inaceptable para Frank
y Annie permaneció para el resto de su vida con el
apellido Besant.
Una vez libre de su marido, Annie comenzó a
cuestionarse no sólo sus creencias religiosas, sino también
la totalidad del pensamiento convencional. Empezó a
escribir textos criticando a las iglesias y la forma en que
controlan la vida de las personas. Siguió luchando por las
causas que ella consideraba justas, como la libertad de
pensamiento, los derechos de las mujeres, el laicismo, el
control de la natalidad y los derechos de los trabajadores.

141
Pronto empezó a ganar un salario semanal por una
columna que escribía para el National Reformer, el
periódico de la National Secular Society, asociación que
tenía como objetivo un estado laico.
Se hizo gran amiga del secretario de dicha asociación,
Charles Bradlaugh, un viejo lobo de mar, ateo y
republicano, que estaba separado de su esposa. En 1880
Bradlaugh había sido elegido representante por
Northampton en la Cámara de los Comunes, pero se negó
a jurar sobre la Biblia y no se le permitió ocupar el escaño.
Editaron un libro sobre control de la natalidad, The
Fruits of Philosophy, del que era autor Charles Knowlton.
Los tres fueron acusados de publicar un “libelo obsceno”,
con contenido “proclive a la corrupción moral de aquellos
cuyas mentes están abiertas a influencias inmorales” y
fueron procesados. En el juicio manifestaron en su
defensa: “Pensamos que es más ético evitar la concepción
de los niños que matarlos después de su nacimiento, por
falta de alimentos, aire y vestidos”. Fueron condenados a
seis meses de cárcel, aunque apelaron y finalmente la
causa fue anulada por defectos de forma. Durante este
tiempo, Annie y Bradlaugh tuvieron el apoyo de la prensa
liberal. No contenta con esto, Annie Besant decidió
escribir su propio libro sobre control de la natalidad, The
Laws of Population, que The Times calificó de “lascivo,
sucio, indecente y obsceno”. En 1887, publicó, junto con
Bradlaugh, Why I Do Not Believe in God. Pero todo esto
habría de costarle caro: Frank Besant logró arrebatarle la
custodia de su hija, alegando ante el juez la inmoralidad
de Annie.

142
Se hizo amiga, y probablemente amante, de George
Bernard Shaw, en esa época uno de los líderes de la
Sociedad Fabiana, de socialistas reformadores. Su
acercamiento al socialismo, la distanció de Bradlaugh, que
era un individualista.
Por otra parte, desde 1884 Annie había desarrollado
una estrecha amistad con Edward Aveling, un joven
profesor socialista que había traducido al inglés las obras
más importantes de Marx. Annie se enamoró de él, pero
no fue correspondida: Aveling se fue a vivir con Eleanor,
hija de Carlos Marx. Sin embargo, Edward Aveling tuvo
gran influencia en el pensamiento de Annie en aquella
época. Se mezclaron ideologías y sentimientos personales:
Aveling y Eleanor estaban en la Social Democratic
Federation, de ideología marxista; Annie había entrado en
la Sociedad Fabiana. Cuando los dos primeros se fueron a
la Socialist League, de William Morris, Annie entró en la
SDF. En este período, participó en numerosas campañas y
apoyó huelgas, como la de las trabajadoras de la fosforera
o la de los estibadores del muelle.
La siguiente aventura de Annie fue ingresar en la
masonería, en una logia francesa en la que había igualdad
entre hombres y mujeres, la International Order of Co-
Freemasonry, Le Droit Humain. En un tiempo muy breve,
Besant fundó nuevas logias: tres en Londres, tres en el sur
de Inglaterra, otras tres en el norte y el noroeste, e incluso
organizó una en Escocia. Annie continuó trabajando con
tal ardor que pronto se formaron nuevas logias en
América del Sur, Canadá, India, Ceilán, Australia y Nueva
Zelanda.

143
En 1889, le pidieron escribir una reseña para la Pall
Mall Gazette sobre La Doctrina Secreta, el libro de
nuestra vieja conocida H.P. Blavatsky. Después de leerlo,
solicitó una entrevista con su autora, con la que se reunió
en París. En su autobiografía cuenta lo mucho que le
impresionó la personalidad de HPB y su célebre mirada.
De su relación con Blavatsky surgió una nueva Annie
Besant, la teósofa, que fue abandonando las ideas
socialistas y las organizaciones afines a las que pertenecía.
Cuando Blavatsky murió en 1891, Annie se convirtió
en una de las principales figuras de la teosofía. En 1893
viajó por primera vez a Chennai, en India, donde estaba la
sede de Theosophical Society Adyar -una de las ramas en
que se escindió la Sociedad Teosófica original, tras la
muerte de su fundadora-, a cuyo frente estaba el coronel
Henry Steel Olcott.
A su regreso a Londres conoció a otro eminente
teósofo, el pastor anglicano Charles W. Leadbeater, con el
que formaría equipo y en los años siguientes ambos
firmarían conjuntamente varios libros. Según los teósofos,
Leadbeater poseía el don de la clarividencia, don que
igualmente adquirió Besant. Pero, a pesar de su
clarividencia, Leadbeater no pudo adivinar que en 1906 se
descubrirían sus relaciones con varios adolescentes y que
ello le valdría la expulsión de la Sociedad Teosófica. No
sirvieron de nada las buenas intenciones que aseguraba
tener: evitar que los jóvencitos se acostaran con mujeres.
Por suerte para él, su amiga Annie Besant se convirtió en
presidenta de la Sociedad y en 1908 fue readmitido
nuevamente.

144
A pesar de su militancia teosófica, Besant no había
abandonado su actividad política. Se unió al Partido del
Congreso e intentó aplicar a India las tácticas de los
independentistas irlandeses, lo que le valió pasar por las
cárceles británicas un par de veces. En 1917 logró que
hindúes y musulmanes se aliaran para pedir su liberación,
aunque la obtuvo por la mediación del presidente Wilson,
de Estados Unidos. Poco después fue elegida presidenta
del Partido del Congreso. Cuando surgió la figura de
Mahatma Gandhi, Annie Besant y otros militantes del
partido lo abandonaron por discrepancias con el que sería
líder indiscutible.
Tampoco le fue demasiado bien en la Sociedad
Teosófica: Krishnamurti, un joven al que los teósofos
querían proclamar mesías, decidió dejarles plantados y
emprender una brillante carrera como pensador y filósofo
por cuenta propia.
Annie Besant murió en 1933. Fue incinerada y sus
cenizas arrojadas al Ganges.

“Nunca olvides que la vida sólo puede ser


inspirada y noble si te la tomas con valor y
gallardía, como una espléndida aventura en la
que te encuentras abandonado en un país
desconocido para hacer frente a innumerables
peligros, disfrutar de muchas alegrías, conocer
numerosos camaradas, ganar y perder más de
una batalla.”

145
Una última curiosidad: algunos teósofos afirman que
en vidas anteriores Annie Besant fue Hipatia, la filósofa de
Alejandría.

Lunes, 15 de febrero de 2010

146
ELIZABETH BATHORY, LA CONDESA
DRÁCULA

En el lado oscuro.

Esta es la historia de otra de esas mujeres que se salen


de lo corriente, si bien a diferencia de la alegre aventurera
Isabelle Eberhardt, nuestra protagonista de hoy se paseó
por el lado más oscuro de la existencia, en el que sentó
cátedra a base de chupar la sangre a sus súbditas, y no en
el sentido metafórico en que solían hacerlo los nobles de
aquellos tiempos, sino en sentido estrictamente literal.
Elizabeth Bathory nació en 1560 en una prestigiosa
familia de Transilvania, unos cien años después de que
Vlad Tepes diera el salto a la fama tras empalar a diez mil
turcos. Una rama de su familia estaba emparentada con el
rey de Polonia y la más alta aristocracia de Hungría,
mientras en la otra rama abundaban alquimistas,
hechiceros y adoradores de Satanás. Casada desde los
once años con el conde Ferencz Nadasdy, se dice que a los
catorce tuvo un hijo ilegítimo con un campesino.
El hogar del matrimonio fue el Castillo Csejthe, en los
Cárpatos. El conde prefería el fragor de la batalla a la vida

147
palaciega y marchó al combate, ganándose el título de
Héroe Negro de Hungría. Al quedarse sola, la condesa dio
rienda suelta a sus dos grandes aficiones: ponerle los
cuernos a su marido con jóvenes de ambos sexos y llevar a
cabo experimentos ocultistas. Contaba con la ayuda de su
tía Karla, lesbiana que le proporcionaba doncellas y con
una sirvienta llamada Dorka, que la inició en los misterios
de la magia negra. En esta época Elizabeth era ya una
mujer de singular belleza, a la vez que poseedora de un
buen caudal de conocimientos esotéricos.
Ante la persistente ausencia del conde, se buscó un
amante estable, al que se describe como extremadamente
pálido y delgado y con afilados colmillos, lo que le valió el
simpático apodo de “el vampiro”. Esta relación acabó
cuando el marido regresó a casa. Elizabeth tuvo que
limitarse a corretear a sus doncellas, pero añadiendo el
sadismo a sus prácticas. Tenía entonces un mayordomo
enano y tres nuevas amigas, las brujas Dorotea, Szentes y
Darvulia, que colaboraban en todo lo necesario para que
la condesa pudiera torturar satisfactoriamente a sus
víctimas en los calabozos del castillo.
En 1600 murió el conde Ferencz, unos dicen que en la
batalla y otros que envenenado o víctima de un conjuro.
Elizabeth tenía cuarenta años y empezó a obsesionarse
con la vejez y la pérdida de la belleza. Fue entonces
cuando un hecho fortuito vino a provocar el definitivo
descenso a los abismos de Elizabeth Bathory.
Cuentan que una de las doncellas que estaba peinando
a la condesa le dio un tirón de pelo. La condesa,
ejercitando sus derechos de ama, le pegó un bofetón que

148
hizo sangrar a la muchacha de forma que algo de sangre
salpicó la mano de Elizabeth. La condesa creyó ver que la
parte de su piel regada con la sangre de la doncella había
recuperado la tersura de su juventud, así que sin
pensárselo dos veces ordenó degollarla y llenar con su
sangre una tinaja para bañarse en ella. La experiencia
debió ser satisfactoria, ya que repitió la operación con la
sangre de otra muchacha y luego con otra y otra. Bathory
pensaba que había descubierto el secreto de la eterna
juventud: darse periódicos baños de sangre, como quien
hoy toma las aguas termales en los balnearios de la tercera
edad.
Durante diez años, los siniestros ayudantes de la
condesa secuestraron a más de seiscientas jóvenes
campesinas a las que extrajeron la sangre para
rejuvenecer a su ama. Unas veces las colgaban en una
jaula de hierro y las agujereaban el cuerpo para que la
señora se duchara con su sangre. Otras veces las
mantenían con vida para que la Bathory fuera bebiéndose
su sangre poco a poco (con la ventaja de que en esos
tiempos ignoraban lo que significa seropositivo).
A la Bathory y sus secuaces se les presentó un
problema: qué hacer con los cadáveres. Al principio los
enterraban de noche fuera del castillo; más tarde fueron
amontonándolos en los sótanos; con el tiempo se les
fueron acumulando tantos que se limitaban a dejarlos
tirados en cualquier parte. Por otro lado, el tratamiento
rejuvenecedor seguido por la condesa demostró ser tan
ineficaz como la leche de pepino y Darvulia convenció a la
Bathory de que en vez de sangre de vulgares aldeanas

149
debía emplear la de jóvenes de noble cuna. Eso fue su
perdición: sacarle la sangre a las clases bajas está
permitido, pero los aristócratas son intocables. Así, los
crímenes fueron finalmente denunciados, el rey Matías de
Hungría ordenó asaltar el castillo y detuvo a la condesa.
Pudo tenerse conocimiento detallado de los hechos, no
solo por los cadáveres amontonados por doquier, sino
porque la Bathory había registrado minuciosamente sus
actividades en un diario. Todos sus cómplices fueron
ejecutados y Elizabeth Bathory condenada a ser
emparedada en un cuarto de su propio castillo, donde
cuatro años más tarde fue encontrada sin vida.
Siempre se ha dicho que el personaje Drácula de Bram
Stoker está basado en Vlad Tepes el Empalador, pero dado
que éste no tenía por costumbre beber la sangre de sus
víctimas se ha establecido más recientemente la teoría de
que Stoker también se inspiró en Bathory. Ingrid Pitt
interpretó el papel de Elizabeth Bathory en la película La
Condesa Drácula (Hammer, 1971), una película bastante
mala, por cierto.

Lunes, 25 de abril de 2005

150
REFERENCIAS

Bibliografía

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Giovetti, Paola. Madame Blavatsky y su teosofía (Grijalbo,
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heterodoxos españoles. La beata Dolores (Ed. Católica, 1987)
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151
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Washington, Peter. El mandril de Madame Blavatsky
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Artículos

El País (sobre Ginny Fiennes):


Una expedición británica circunvalará el mundo por los dos
polos (21-08-1979)
La expedición británica Transglobe camino de la Antártida
(06-01-1980)
Dos exploradores ingleses culminan la vuelta al mundo
pasando por los dos Polos (13-04-1982)
“El océano Artico es el lugar más pavoroso que he encontrado;
más hostil que el Antártico” (25-04-1982)
Fathi, Nazila. Women Writing Novels Emerge as Stars in
Iran (N.Y.Times, 29-06-2005)
Martínez de Velasco, E. Signora Carla Serena, viajera
italiana (La Ilustración Española y Americana, nº 48 de 30 de
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wonderful adventures of that extraordinary woman Anne
Jane Thornton, the female sailor, disclosing important secrets,
unknown to the public, written by herself (The Times, 11-02-
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Imágenes
Portada: Alexandra David-Neel en Lhasa (1924) de Wikipedia
Pág. 38: Rosita Forbes, de The Secret of the Sahara: Kufara
Pág. 47: Carla Serena, de La Ilustración Española y Americana

155
ÍNDICE

PRÓLOGO 7

VIAJERAS Y AVENTURERAS

Isabelle Eberhardt 11
Alexandra David-Néel 15
Mary Kingsley 21
Freya Stark 26
Lady Mary Montagu 29
Lady Hester Stanhope 34
Rosita Forbes 39
Isabella Bird 43
Carla Serena 48
Violet Cressy-Marcks 54
Ella Maillart 57
Ida Pfeiffer 62
Lady Anne Blunt 69
El marinero Anne Jane Thornton 72
Margery Perham 75
Clärenore Stinnes 80
Virginia ‘Ginny’ Fiennes 84

156
MUJERES EN EL PODER

Hatshepsut 89
Fu Hao 92

CREADORAS

Hu Ming 97
Pan Yuliang 102
Marianne North 104
Escritoras que desafian la censura (1):
Las escritoras iraníes 106
Escritoras que desafian la censura (y 2):
Las escritoras turcas 109
Sally Gardner 112
Anna Kavan 114
Édith Piaf 117
Sandy Denny 122
Lady Harberton 125

MÍSTICAS E ILUMINADAS

La beata Dolores 131


H.P. Blavatsky 135
Annie Besant 140
Elizabeth Bathory, la Condesa Drácula 147

REFERENCIAS 151

157
Este libro puede adquirirse en la web:
http://ccalvarez.bubok.com/

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