Sei sulla pagina 1di 9
DE KARL MARX A EMILIANO. ZAPATA La dialéctica marxiana del progreso y la apuesta actual de los movimientos eco-sociales Michael Lowy! En las postrimerias del siglo XX la ideo- logia del progreso, dela modernizacién y de la expansidn (del mercado y de la produc- cién) sirve, més que nunca, para legitimar Ja dominacién del Norte sobre el Sur, fa acu- mulacién sin limite de beneficios de una pe- quefia élite y la creciente destruccién del medio ambiente. Cualquier referencia a valores o criterios no mercantiles, se consi- dera arcaica y un obstéculo a la moderni- zacién. {Qué postura debe tomar el marxismo frente a esta coyuntura? {De qué instrumen- tos tedricos dispone para desmitificar esta nueva cara del fetichismo de la mercancia? Qué aspectos de la herencia marxiana son responsables de su debilidad por el produe- tivismo? Y finalmente, :qué cabe pensar de Jos movimientos sociales que se resisten a la expansin modernizante del-capital? ,. ‘A menudo Marx se ha presentado como un pensador prisionero de la ideologia del Progreso del siglo XIX. Esta acusacién, en términos generales, es falsa, En cl pensa- miento de Marx existe una concepcién dia- éetica del progreso que tiene en cuenta el lado siniestro de la modernidad capitalista, tun hecho que la distingue claramente de fas visiones ingenuas (Condorcet) o apologéti- ‘cas (Spencer) del mejoramiento gradual ¢ irresistible de la vida social gracias a la civi- ' CNRS, Paris. Ponencia leida en el Congreso Marx lizacién moderna. Sin embargo, es una dia- lkctica incompleta y a veces cae en una cier- ta teleologia. De hecho el pensamiento de Marx se caracteriza por la coexistencia de dos concepciones distintas de la dialéctica del progreso. La primera es una dialéctica hegeliana, te- leolégica y cerrada, de tendencia eurocéntri- ca. El objetivo final, necesario ¢ inevitable, Jos accidentes histdricos como mo- mentos del progreso, en calidad de espiral ascendente. La astucia de la razin, de he- cho una teodicea, permite explicar e integrar cualquier hecho (hasta el peor) en el movi- miento irreversible hacia la libertad. Esta dialéctica cerrada (por una finalidad que ya est predeterminada) esta presente en ciertos textos de Marx, en los cuales no pa- rece distinguir entre el desarrollo de las fuer- .—-- -2as productivas —impulsado por.las grandes metrépolis europeas— y el progreso, en tan- to que nos conduce necesariamente al socia- lismo. Basta pensar en sus articulos sobre la India de 1853. A diferencia de los apologis- tas del colonialismo, Marx no esconde en ab- soluto los horrores de la dominacién occidental: «la miseria causada por in- gleses en Hindustan tiene un cardcter total- mente diferente y mucho més intenso que cualquier desgracia que haya podido sufrir el Hidustén anteriormenten. Lejos de le- Imernacional, Paris, setiembre 1995. Ecologia Poltica - 97 var a un progreso social, la destruccién ca- pitalista del tejido social tradicional ha agra- vado las condiciones de vida de la poblacién. Sin embargo, en iiltimo término, a pesar de sus crimenes, Inglaterra ha sido «un instru- mento inconsciente de la historia» al intro- ducir las fuerzas de la produccién capitalista en la.India y al provocar una verdadera re- volucién social en el estado social (estanca- do) de Asia. En el segundo articulo, «Los resultados futuros de la dominacién inglesa en la In- dia», Marx explica sus pasos: la conquista inglesa de la India revela, de la manera mas cruda, «la profunda hipocresia y la barba- rie inherentes a la civilizagion burguesa». Sin embargo, Inglaterra cumple una misién his- t6rica progresista, en la medida en que «la industria y el comercio burgués crean las condiciones materiales para un mundo nue- vo», 0 sea el mundo socialista. La célebre ‘conclusion de este texto resume perfectamen- te la grandeza y los limites de esta primera dialéctica del progreso: ‘Cuando una gran revolucién social ‘consiga dominar los resultados de la épo- ca burguesa, el mércado mundial y las faerzas productivas modernas y los con- siga poner bajo el control comin de los pueblos ms avanzados, entonces el pro- greso humano dejard de parecerse a este horroroso idolo pagano que bebia néctar en los créneos masacrados.? Marx tiene una visién clara de la natura- eza contradictoria del progreso capitalista y no ignora en lo mas minimo su lado sinies- tro, su naturaleza de Moloc que exige sacri- ficios humanos, pero al mismo tiempo cree que el desarrollo burgués de las fuerzas pro- ductivas a escala mundial —promovido por una potencia industrial como Ingiaterra—, ¢5 en ultimo término histéricamente progre- sista (es decir benéfico) porque prepara cl ca- mino hacia la gran revolucién social.4 Este razonamiento teleolégico y eurocén- 2K, Marx, «The Brith Rule in India», en On Co- ‘onialism, Moscé, Foreign Languages Publishing Hou- Sty Sy pp. 33, 39. 3K, Marx, «The Future Results of the British Rule in India», en On Colonialism, p. 90. ‘4 Este antlisis de In dialéetica del progreso de Mars ‘se inspira en gran medida en el reciente libro de Alex 98 - Ecologia Poltica trico, aunque lejos de ser el unico que se en- cuentra en los escritos marxianos, sinduda * alguna sirvié de base para la llamada doc- trina marxista orfodoxa de la Segunda In- ternacional, con su concepcién determinista del socialismo como resultado inevitable de! desarrollo de las fuerzas productivas (en con- tradiccién creciente con las relaciones'capi- talistas de produccién). También ha permitido la aparicién de teorias marxistas que justifican la naturaleza progresista de la expansién colonial o imperialista, desde las de los partidarios socialdemécratas de la co- Jonizacién obrera hasta la recieme defensa del Papel benéfico del imperialismo del economis- ta inglés, que dice apoyarsc en Marx, Bill Wa- tren. También lo ha podido utilizar el productivismo staliniano, que convirtié el de- sarrollo de las fuerzas productivas —en lugar del control democratico de la economia— por los trabajadores de la economia— en el crite- tio de la consiruccién del socialismo, La légica de esta visién de la historia se Tesume en un epigrama irénico del gran toriador marxista inglés, E.P. Thompson: Sea el que sea el ntimero de masacrados por el emperador, 1 historiador cientifico, aunque toma nota de la contradiccién, afirma que las fuerzas productivas han aumentado.$ Si bien es cierto que esta filosofia del pro- sgreso de tinte determinista y economicista es- td presente en algunos escritos de Marx, también es cierto que contienen.otra dialée- tica del progreso, critica, no-teleolégica y fundamentalmente abierta. Hay que pensar la historia como progreso y catastrofe a la vex, sin favorecer ninguno de estos aspectos, ya que el proceso histérico no esta predeter- minado. Un comentario de Frederic Jame- son sobre el Manifiesto Comunista explica muy bien este enfoque: «Marx nos exige ha- cer lo imposible, es decir pensar el desarro- lo (del capitalismo ML) positivamente y CCalincos, Theories and Narratives, Reflections on the Philosophy of History, Polity Press, Cambridge, s.f., pp. 151-165, sin embargo mis concusiones son muy ¢i- ferentes.. . 5 E.P. Thompson, «History Lessonsm, en «Power and Names», London Review of Books, (23-1-1986), p10. negativamente a la vez. Se trata de una for- ma de pensar que seria capaz de captar si- multéneamente los rasgos demostrablemente siniestros del capitalismo y su dinamismo ex- traordinario y liberador, en un solo pensa- miento y sin atenuar la fuerza de ninguno de los dos aspectos. Debemos abrir nuestra mente hasta poder comprender que el capi- talismo es a la vez la mejor y la peor cosa ue jams le ha ocurrido a la humanidad».6 Esta dialéctica se encuentra, por ejemplo, en ciertos pasajes de E/ Capital, en los cua- les Marx constata que, en el capitalismo, «cada progreso econémico es al mismo tiem- po una calamidad social» y observa que la produccién capitalista ataca tanto a los se- res humanos como a la propia naturaleza: Destruye, tanto la salud fisica del obre- 10 urbano como la vida espiritual del tra- bajador rural. Cada paso hacia el progreso de la agricultura capitalista, ca- da aumento de la fertilidad a corto pla- 20, constituye a la vez un avance de la ruina de las fuentes duraderas de esta fer- tilidad. Cuanto més se desarrolla un pals, como Estados Unidos de América del Norte, por ejemplo, basindose en la gran industria, mds répidamente se cumple ¢s- te proceso de destruccién. La produccién capitalista, por lo tanto, s6lo desarrolla la técnica y la combinacién del proceso de produccién social, agotando a la vez las dos fuentes de dénde surge toda rique- za: la tierra y el trabajador,’ En el marco de esta variante critica del materialismo histérico —que rompe con la visi6n lineal del progreso—, la moderna ci-. vilizacién burguesa, en comparacién con las sociedades pre-capitalistas, aparece como un vance y un retroceso a la vez. Esto explica el interés de Marx-y de Engels por los traba- Jos de Maurer 0 de Morgan acerca de las for- mas comunitarias primitivas, que abarcan desde las tribus iroquesas hasta la comuni- dad germédnica. La idea de que el comunis- mo moderno rescata algunos de los valores humanos del comunismo primitivo, destrui- dos por una civilizacién que se basa en la $F, Jameson, Postmodernism, or the Cultural Lo- sic of Late Capitalism, Verso, Londres, 1991, p. 47, propiedad privada y el Estado, és uno de los temas recurrentes en diversos escritos suyos. Los ultimos trabajos de Marx sobre Ru- sia constituyen otro documento fundamen- tal de la dialéctica del progreso no lineal, desligada de la-herencia eurocéntrica. En su célebre respuesta a Mijailovsky (1877), Marx critica las tentativas de «metamorfosear mi esbozo histérico de la génesis del capitalis- mo en Europa occidental en una -teoria histérico-filoséfica del desarrollo en general, impuesto por el destino a todos los pueblos, | sean cuales sean sus circunstancias». Y en los borradores de carta a Vera. Zassulich Marx contempla la posibilidad de que Ru- sia pueda evitar los tormentos del capital mo, gracias a una revolucién rusa que convertiria a ta comuna rural tradicional en Ja base de un desarrollo especifico hacia el socialismo. Nos encontramos en las ant{po- das del razonamiento evolucionista y deter- de los articulos sobre la India de 1853. La cuestion clave sigue siendo ta de la apertura del proceso histérico, cuyos resul- tados no se pueden determinar de antema- ‘0 por un vector del progreso irreversible (ef desarrotlo de las fuerzas productivas). Gra- ccias a esta apertura la naturaleza definitiva det progreso capitalista queda en suspenso: ‘es lo peor o lo mejor de la historia de la hu- manidad (por retomar la férmula de F. Ja- meson), la antecémara de la catéstrofe o la gran revolucién social. ‘Se trata de un problema que esta lejos de encontrar una solucién inequivoca en Marx, Pero al menos en el Manifiesto Comunista se afirma claramente que en cada época la lucha de-clases se puede acabar,-bien debi- do a una reestructuracién revolucionaria de Ja sociedad, bien.debido al derrumbamien- to de todas las clases en conflicto. Si esto se aplica a la lucha de clases moderna, esto sig- nificaria que la revolucién socialista no es la Unica posibilidad, y por fo tanto que es imposible pronunciarse a priori sobre el ca- acter progresista o regresivo del desarrollo capitalista de las fuerzas productivas. ae 7K, Marx, Le Copltal, rad. Joseph Roy, Editions Sociaies, Paris, s.f., tomo 1, p. 360-61. Ecologia Politica - 99 Enel marxismo del siglo XX ha predomi- nado la primera versién de la teoria del pro- greso —determinista y economicista— tanto en la Segunda Internacional como en la Ter- cera (después de 1924 sobre todo). Sin em- bargo, existe una corriente-disidente, que retoma y desarrolla el esbozo intuitivo de la dialéctica abierta de Marx. Rosa Luxemburg fue la primera en sacar, explicitamente, conclusiones contemporé- neas a partir de la hipétesis general sugeri- da por el Manifiesto. Con su célebre férmula —socialismo o barbarie— ella rompié de la manera mas radical con cualquier teleologia determinista, proclamé el irreductible factor de contingencia del proceso histérico e hizo posible, al fin, una teoria de la historia que reconoce el peso de! factor subjetivo. La consciencia de los oprimidos, su organiza- ccidn revolucionaria y su iniciativa politica ya no son simplemente factores que aceleran 0 retardan el progreso histérico, cuyo resulta- do ya estd predeterminado por Ja contradic- * cidn entre las fuerzas y las relaciones de produccién —segiin afirmaron los pretendi- dos marxistas ortodoxos como Kautsky y Plejanov—, sino fuerzas decisivas para ¢l re- sultado de la crisis capitalista: la emancipa- cién social o la barbarie, Esto no implica, en la obra de Rosa Luxemburg, un regreso imposible al pasado, un retorno a etapas an- teriores en el desarrollo social, sino mas bien una barbarie moderna, de \a cual la Prime- ra Guerra Mundial era un buen ejemplo de envergadura mundial (otros todavia més te- rribles, estaban por venir). Tampoco: el pensamiento de Lenin y de Trotsky se escapa totalmente al pesado le- ‘gado del progresismo y produetivismo de la Segunda Internacional, aunque en algunas ‘cuestiones clave contribuye de forma signi- ficativa a la vision dialéctica-critica del pro- greso. La teoria del imperialismo de Lenin considera que la expansién mundial del ca- pitalismo no es, un proceso benéfico de de- sarrollo de las fuerzas productivas (en altima instancia), sino ante todo una intensificacion de las formas mas brutales de dominacién sobre los paises coloniales 0 semi-coloniales yuna fuente de guerras (inter-imperiales) ca- da vez mds fuertes. Para volver a la metafora utilizada por Marx en el articulo sobre fa In- dia de 1853: el monstruoso idolo pagano si- 100 - Ecologia Politica DAARAA ALR, AARRAAAALIABLALALAA 44.1 44 gue exigiendo incontables sacrificios humanos, pero Lenin ya no lo puede percibir como un instrumento inconsciente de\ progreso. En cuanto a la teoria de la revolucién per- manente de Trotsky, su gran aportacién es romper con el eurocentrismo, al negar la re- lacién mecdnica entre el nivel de las fuerzas productivas y la madurez revolucionaria, y ~. al proclamar sin duda el privilegio del retra- 50: lejos de seguir una evolucién lineal — . feudalismo, revolucién burguesa, desarrollo del capitalismo moderno, crecimiento de las fuerzas productivas hasta un punto en el cual ya no pueden ser contenidas por las relacio- nes de produccién, revolucién socialista— el movimiento social-revolucionario tiende a comenzar en los paises periféricos, menos desarrollados y menos modernos. Los trabajos de Marx y de Engels sobre .el comunismo primitivo o la comuna rural tradicional no‘han tenido mucha resonancia en el marxismo europeo. La dnica excepcién- cs Rosa Luxemburg que les dedica.Ja mayor parte del tratado Introduccién a la Econo- ‘mfa politica. En esta obra plantea dos tesis totalmente opuestas a la visién de la doctri- na evolucionista del progreso. Segtin ella el periodo dominado por la propiedad priva- da podria ser un simple paréntesis en la his- toria de la humanidad entre las dos grandes épocas comunistas, la del pasado arcaico y Ia del socialismo del futuro. Con esta idea, ella propone alianza entre el proletariado europeo moderno y los pueblos indigenas de los paises coloniales, es decir entre el comu- anismo moderno y el arcaico, en contra de su ‘enemigo comin, el.imperialismo. ‘Sin conocer los escritos en cuestién de Ro- sa Luxemburg, el fundador del marxismo la- tinoamericano, el gran pensador peruano José Carlos Maridtegui, desarrollé ideas andlogas. Su obra (todavia demasiado poco conocida en Europa) incluye una concepcién muy original del socialismo indoamericano, resultado de la fusién del comunismo pro- letario moderno con las tradiciones comu- nitarias indigenas, de origen precolombino (lo que él llama algo desacertadamente ef co- munismo inca). Sin embargo la tentativa mas significati- vade una critica marxista dela ideologia del Progreso —totalmente heterodoxa— sin lu- gar a dudas se encuentra en la obra de Wal- ter Benjamin. Posiblemente es el tinico que se propone explicitamente el desarrollo de un materialismo historico que anula radical- mente la idea de progreso (cf. Libro de los Pasajes Parisinos). Para Benjamin, la revo- lucién no era inevitable y aun menos deter- minada por el nivel de las fuerzas productivas: al contrario, la veia como una interrupeién de wn progreso catastréfico que consistia en el perfeccionamiento creciente de las técnicas militares, es decir, para to- mar una imagen suya, para él era la exti cién de la mecha antes de que el fuego descontrolado de la tecnologia provocara una explosién fatal para Ja civilizacién hu- mana (Sentido Unico). De alli su pesimismo revolucionario, su llamada angustiada en 1929 a favor de la creacién de una organizacion del pesimismo or parte del movimiento comunista, pues- to que, segiin su formula irénica —y extra- famente premonitoria— «no se puede confiar totalmente en nada més que en 1.G. Farben y en el perfeccionamiento pacifico de Ja Luftwaffe» (El surrealismo). Benjamin re- conoce la aportaci6n positiva del desarrollo de los conocimientos y de las técnicas, pero se niega a considerar que sean, ipso facto, un progreso humano. Sin negar el potencial emancipatorio de la tecnologia moderna, se Preocupa por su dominio social, por el con- trol de Ja sociedad sobre sus relaciones con Ja naturaleza. La sociedad sin clases de! fu- turo, no solamente tiene que poner fin a la explotacién del hombre por el hombre, sino también a la explotacién de la naturaleza, reemplazando las formas destructivas de la tecnologia actual por una nueva modalidad de trabajo. ‘Como se niega a escribir la historia en tér- minos del progreso —sea el de la civilizacién o el de las fuerzas productivas—, Bejamin decide interpretarla desde el punto de vista de sus victimas, de las clases y los pueblos aplastados por el carro triunfal de los ven- cedores. Desde esta perspectiva, el progreso se le aparece como una tempestad maléfica que aleja a la humanidad del paraiso ori nario y que ha hecho de la historia «una uni ca catdstrofe que no hace més que amontonar tuina sobre ruina». La revolu- cién ha dejado de ser motor de la histori ¢s la humanidad que acciona el freno de emergencia antes de que el tren se precipite al abismo. (Tesis sobre e/ concepto de historia). . tQué postura tienen en relacién a la cues- tién del progreso algunos de los movimien- tos eco-sociales mds importantes de la actualidad? Para ellos se trata precisamente de resistir —en nombre de la defensa del medio ambiente, de los intereses de los trabajadores 0 de ciertas tradiciones co- munitarias— a la légica destructiva del pro- ‘greso capitalisia, de la civilizacién industrial burguesa, del desarrollo incontrolado de las Suerzas productivas, de la extensién ilimita- da del mercado global, de! despilfarro pro- ductivista al servicio de la acumulacién de beneficios. Una resistencia que tiene como ‘objetivo tanto salvaguardar las formas de vi- da local, amenazadas por la rueda apisona- dora de la modernizacién, como evitar la carrera acelerada de la humanidad hacia ta catdstrofe. No todos los movimientos sociales que se ‘oponen a la expansién global de la civiliza- cién burguesa moderna persiguen un interés . bumano universal; muchos de ellos tienen un cardcter oscurantista, intolerante y retrégra- do, ast por ejemplo las diversas corrientes religiosas integristas (que por otra parte no dudan en utilizar los medios més siniestros de la tecnologia belicista moderna). Otros movimientos, sin embargo, si que tienen la vocacién de salvaguardar el futuro de la hu- manidad y de contribuir a la emancipacién de las clases y grupos sociales oprimidos. En Ja mayoria de los casos, estos movimientos se caracterizan por una amplia participacion femenina —a menudo mayoritaria—, aun- que sus dirigentes todavia suelen ser hom- bres. El papel excepcional desempefiado por Jas mujeres, zacaso se debe a que son mds sensibles a las necesidades de la vida y a las amenazas al medio ambiente? ,O se debe a su retativa marginalidad con respecto a los principales vectores productivos y tecnold- gicos de la modernidad? 4O simplemente se debe al hecho de que las mujeres son las principales victimas de los estragos del pro- reso capitalista? Para estos movimientos no se trata, ni de Ecologia Politica - 101 B& AAA... RRR. RRO 4 aceptar nide rechazar la modernidad global- mente y la civilizacién industrial —una op- cién imposible que a menudo se les impone—, sino de hacer una eleceién, a par- tir de criterios sociales y ecoldgicos que no tienen nada que ver con las leyes del merca- doo las exigencias de la acumulacién de ca- pital o dela maximizacién de los beneficios. EI marxismo puede aportar mucho a es- tos movimientos y de hecho algunos de ellos to integran en su actuacién. Inversamente, también puede aprender mucho de ellos. Quisiera citar sélo tres ejemplos que se es- tn desarrollando en los paises del Norte (Europa, América del Norte) como en los del Sur, es decir en los de la Tricontinental: Asia, Africa, América Latina (después dela desaparicién del Segundo Mundo la palabra Tercer Mundo ya no tiene sentido). EI primer ejemplo es la corriente eco- sociaiista de los paises capitalistas desarro- llados. Rompiendo con la ideologia produc- tivista del progreso —en su forma capitalista, y/o buirocrética (llamada real socialista)— Y opuesta a la expansién ilimitada de un modo de produccién y de consumo que des- truye el medio ambiente, representa la tendencia mds avanzada del movimiento ecologista, la vertiente mas sensible alos in- tereses de los trabajadores y pueblos del Sur, que ha comprendido que un desarrollo sos- tenible es imposible dentro del marco de la economia capitalista de mercado, El movimiento ecologista ha pasado por cuatro momentos con apuestas cada vez mas ~ importantes: 1) salvaguardar el paisaje y las especies de animales amenazados (la ecolo- gia del castor); 2) la bisqueda de fuentes de energia renovables, 3) la lucha contra la po- lucién del medio ambiente (aire, agua, tie- 11a, océanos); 4) la batalla contra el peligro de la catastrofe ecolégica global (catdstrofe nuclear, destruccién de la capa de ozono). El razonamiento eco-socialista se apoya en dos argumentos convincentes: a) la forma de produccién y de consumo actual de los pai- ses capitalistas desarrollados, basada en una Iégica de acumulacién ilimitada (de capital, beneficios y mercancias), de despilfarro de recursos, de consumo ostentoso y de destruc- cién acelerada del medio ambiente, no tiene ningiin sentido para el planeta en su conjun- to pues conduce a una crisis ecolégica ma- 102 - Ecologia Polttea yor; por ello tiene que basarse necesaria- mente en el mantenimiento y el aumento de la escandalosa desigualdad entre Norte y ‘Sur. b) Ademds, la continuacién del progre- so capitalista y la expansion de la civiliza- cidri basada en la economia del mercado, incluso en esta forma brutalmente desigual, amenaza directamente, a corto o a medio plazo (cualquier prevision seria arriesgada), la supervivencia de la propia especie humana. EI fallo de algunos movimientos ecologis- tas ha sido ignorar la relacin obligatoria en- tre el productivismo y el capitalismo, haciendo posible la ilusién de un capitalis- mo limpio o de reformas capaces de contro- lar sus excess (como por ejemplo las ‘eco-tasas). O bien, tomando como excusa que las economias planificadas copiaron el productivismo occidental, rechazan tanto el capitalismo como el «socialismon por ser va- tiantes del mismo modelo, un argumento que ha perdido mucho peso desde el derrum- bamiento de! supuesto socialismo real. La superioridad de tos eco-socialistas se debe al rechazo de estas trampas. Han inte- grado los logros fundamentales del marxis- mo, desembarazado de sus escorias productivistas, comprendiendo que la légi- ca del mercado y del beneficio (igual que la del autoritarismo técnico-burocratico de las difuntas democracias populares) son incom- patibles con las exigencias ecoldgicas. Es ne- cesaria la reorganizacién de la forma de produccién y de consumo, basada en crite- ios exteriores al mercado, tales como las ne- cesidades reales de la poblacién (no necesarlamente sofventes) y la proteccién del medio ambiente. en ottas palabras, una eco- nomia de transicién hacia el socialismo, re- encajada (para utilizar el conocido término de Karl Polanyi) en el entorno social y na- tural, puesto que se basa en la eleccién de- mocritica de las prioridades y de las inversiones por la propia poblacién —y no en las deyes def mercado 0 en un politburo omnisciente. Una transicién que conduce a un modo de vida alternativo, a una nueva civi- lizacién, més allé del imperio del dinero, de los habitos de consumo inducidos artificial- mente por la publicidad y de la produccién ilimitada de mercancias perjudiciales para el medio ambiente (jel automévil individual!) iUtopia? En el sentido etimolégico (en ninguna parte), sin duda. Pero sino creemos ‘como Hegel, que «todo lo que ¢s real es ra- clonal y todo Jo que es racional es real», zco- mo podemos reflexionar acerca de una racionalidad substancial sin recurrit a las utopias? A condicién de que se basen en las contradicciones de la realidad y en’movi- mientos sociales reales. Este es el caso del eco-socialismo, que propone la estrategia de una alianza entre los rojos y los verdes —el movimiento obrero y la ecologia— y de so- lidaridad con los oprimidos y explotados del Sur. Nada seria més equivocado que pensar que las cuestiones ecolégicas solamente con- ciernen a los paises del Norte; que son un lujo de las sociedades ricas. Cada vez mas, en los paises del capitalismo periférico, en ¢l Sur, se desarroiian movimientas sociales con una dimensién ecoldgica. Estos movimientos reaccionan a una cre- cliente agravacién de los problemas ecolégi- cos de Asia, Africa y América Latina, como consecuencia de una deliberada politica de exportacién de la contaminacién pot parte de los paises imperialistas. Esta politica ade- més cuenta con una legitimacién econémica insuperable —desde el punto de vista de la ‘economia capitalista de mercado—, formula- da por un eminente experto de la Banca Mun- dial, Mr. Lawrence Summers: jlos pobres cuestan menos! Para citar sus propias pala- bras: «la medida de los costes de la conta- minacién perjudicial a la salud, depende de los ingresos perdidos a causa del incremen- to dela morbilidad y dela mortalidad. Des- de este punto de vista una cantidad dada de contaminacién perjudicial para la.salud se debe colocar en el pais que tiene menos cos- ies, es decir en el pafs con los salarios mas bajos».® Una formulacién cinica, que reve- la mucho mejor la légica del capital global que cualquiera de los discursos suavizantes sobre el desarrollo, pronunciados desde las instituciones financieras internacionales, Asi en los paises del Sur comienzan a apa- "Cf. «Let them cat pollution», The Economist 821990. ‘ ° J. Martinez-Atier, «Political Ecology, Distributio- recer movimientos que Martinez Alier Hama Ia ecologta de los pobres 0 neo-narodnismo ecoldgico, es decit movilizaciones populares en defensa de la agricultura campesina y del acceso comunal a los recursos naturales, amenazados de destruccién por la expansién agresiva del mercado (0 del Estado), asi co- mo las luchas contra la degradacién del me- dio ambiente inmediato, ocasionada por el intercambio desigual, la industrializacién de- pendiente y el desarrollo del capitalismo (el ‘agro-business) en las zonas rurales. Frecuen- Temente estos movimientos no se definen a simismos como ecologistas, sin embargo su combate tiene una dimensién ecolégica de- terminante.> Sin lugar a dudas, estos movimientos no se oponen a las mejoras que trae el progre- 80 tecnolégico; al contrario, la demanda de clectricidad, agua corriente, alcantarillados y la multiplicacion de dispensarios médicos ocupan un lugar destacado en su platafor- ma de reivindicaciones. Lo que rechazan es la contaminacién y Ia destruccién de su en- torno natural, en nombre de las leyes del mercado y de los imperativos de la expan- sida capitalista. Un texto reciente del ex-dirigente campe- sino peruano, Hugo Blanco, expresa muy bien el significado de esta ecologia de las po- bres: «A primera vista, los defensores del medio ambiente, o conservacionistas, pare- cen ser tipos gentiles, un poco locos, cuyo objetivo més importante en la vida es evitar la desaparicién de las ballenas azules o de Jos os0s panda. El pueblo comin tiene co- as mas importantes que hacer, por ejemplo ganarse el pan de cada dia. (...) Sin embar- goen Perit hay muchas personas que defi den el medio ambiente. Por supuesto, alguien ies dijera «sois ecologistas» proba- blemente le contestarian «ecologista tu pa- dren... ¥ sin embargo, los habitantes de la ciudad de Ilo y de los pueblos de sus alrede- dores, que luchan contra Ja contaminacién de la Southern Peru Copper Corporation, 4acaso no son defensores det medio dmbien- ‘al Conflicts, and Economic Incommensurability», New Left Review, 211 (mayo:junio 1995), pp. 63-84. Ecologia Politica - 103 am BA. AA AR te? (...) ¥ los pueblos del Amazonas, no son totalmente ecologistas, dispuestos a mo- tir por defender sus bosques en contra dela depredacién? Igual que la poblacién pobre de Lima, cuando protesta por la contami- nacidn de las aguas.»!® Entre las numerosas manifestaciones det ecologismo de los pobres, hay un movimien- to especialmente ejemplar por su alcance a la ver social y ecolégico, local y planetario, rojo y verde: lalucha de Chico Mendes y de la Alianza de los Pueblos de la Selva en de- fensa de la Amazonia del Brasil, en contra de la obra devastadora de los grandes pro- Pietarios terratenientes y de! agro-business multinacional. i Recordemos las principales etapas de este enfrentamiento. Como militante sindical vinculado a la Central Unica de los Traba- jadores y partidario del nuevo movimiento socialista representado por el Partido de los Trabajadores Brasitehos, Chico Mendes or- ganiz6 a principios de los aos ochenta ‘ocupacién de tierras por campesinos que vi- ven dela recolecta del caucho (seringueiros) en oposicién a los latifundistas que manda- ban talar el bosque con sus bulldozers para obtener tierras de pastos. En una segunda etapa Chico Mendes consiguié unir a cam- pesinos, trabajadores rurales, seringueiros, sindicalistas y tribus indigenas —con el apo- yo de las comunidades de base de la Iglesia— para formar la Alianza de los Pueblos de la Selva, que hizo fracasar varias tentativas de deforestacién. Gracias al eco internacional de estas acciones recibe el Premio Global en 1987, aunque poco después, en diciembre de 1988, los latifundistas le hacen pagar muy caro su lucha: lo hacen asesinar por mato- nes a sueldo. Por su articulacién entre el socialismo y Ja ecologia, luchas campesinas ¢ indigenas, supervivencia de las poblaciones locales y una apuesta global (la proteccién de la ulti- ma gran selva tropical), este movimiento puede convertirse en un paradigma de las fu- turas movilizaciones populares del Sur. Junto al ecologismo de los pobres, en los paises de la Tricontinental (Asia, Africa y América Latina) hay a veces otro tipo de mo- "Antculo en el diario La Republica, Lima 104 - Ecologia Politica vimiento de las poblaciones pobres confron- tadas a la modernizacién y a la expansion Blobal: los movimientos sociales de inspi- acién comunitaria en lucha contra las anifestaciones destructivas del progreso apitalista. Un ejemplo actual ilustra fuerte- mente este tipo de iniciativa popular: el mo- vimiento zapatista de México, nacido en las ‘comunidades indigenas de Chiapas. Produc- to de un logrado mestizaje cultural entre el marxismo latinoamericano (guevarisia), la teologia de la liberacién, la memoria colec- tiva de la revolucién mexicana (Emiliano Za- pata) y las tradiciones comunitarias indigenas, el E.Z.L.N. (Bjército Zapatista de Liberacion Nacional) aparecié de golpe co- mo un movimiento de masas profundamen- te arraigado en la poblacién rural pobre de Chiapas. El levantamient: iImente estaba pre- visto para octubre de 1992, durante el Quinto Centenario del Descubrimiento de América: eligiendo este momento simbélica- . Mente significativo el E.Z.L.N, reclamaba para si mismo cinco siglos de resistencia in- digena a la conquista y a la civilizacién oc- cidental y las tradiciones sociales y culturales indigenas destruidas o atacadas por los con- quistadores curopeos. Como el ejército to- davia no estaba suficientemente preparado, finalmente se llevé a cabo en enero de 1994, cuando entro en vigor el tratado NAFTA en- tre México y USA, La l6gica de este tratado s conocida: reformas neoliberales, apertu- Ta de los mercados, desmantelamiento de los ejidos (cooperativas establecidas por la re- volucién mexicana) y sobre todo, la destruc- cién programada de la milpa, el cultivo det maiz, base milenaria de la vida de los pueblos indigenas, reemplazada por la importacién de maiz norteamericano apa- rentemente mas barato (por contar con gran- des subvenciones del gobierno de Estados Unidos). El resultado de esta politica de apertura y modernizacién es la ruina com- pleta de las comunidades campesinas, sobre todo indigenas, cuyos miembros engrosarén las filas del subproletariado urbano y las ma- sas de miserables que para sobrevivir depen- den de... la ayuda alimentaria de USA. A (6-4-1991) citado por Martinez-Alier, op. cit. p. 74. ao 0 8A AA AM Wh. 4h ' 1 no ser que decidan, igual que los indigenas y campesinos peruanos, colombianos y bo- livianos, dar la causa por perdida y reempla- zar la milpa por la coca... 7Y cs que no se puede parar el progreso! Alatacar el tratado NAFTA, los zapatis- tas han encolerizado y alertado no sélo al go- bierno mexicano, sino también al de Estados Unidos y a la llamada comunidad financie- ra internacional. Ya no es un secreto para nadie que los bancos norteamericanos han presionado a las autoridades mexicanas pa- ra que aplasten cuanto antes estos aguafies- tas que obstruyen la modernizacién. El movimiento zapatista, que no aspira a tomar el poder sino a estimular el desarro- Mo y la unificacién de las fuerzas populares y antiimperialistas mexicanas, ha presenta- do un programa de reivindicaciones demo- créticas, sociales y ecolégicas radicales (proteccién de la selva Lacandona), mientras ¢l gobierno mexicano dudaba entre la nego- ciacién y la represin militar. Por su nuevo ' estilo politico, por la ironia y el humor de sus comunicados (a menudo redactados por el famoso Subcomandante Marcos), por el ‘eco que ha tenido en la memoria colectiva el nombre de Emiliano Zapata, el E.Z.L.N. ha activado la imaginacién de la gente, no s6lo en México y América Latina, sino in- cluso en los paises metropolitanos. Es gra- cias a esta popularidad —y no debido a una fuerza militar inexistente— que el zapatis- mo ha logrado, hasta el momento, resistir alas autoridades mexicanas y sus protecto- res norteamericanos. En la formacién de los tres movimientos citados, el eco-socialismo del Norte, la Alianza de los Pueblos de la Selva Amaz6- nica de Chico Mendes y el Ejército Zapatis- ta, el marxismo ha sido un ingrediente no despreciable. Liberado de !a ideologia del progreso lineal, del culto ciego a las fuerzas productivas y del eurocentrismo, el marxis- mo no estard ausente de las luchas emanci- patorias del siglo XXI. ‘Cursos FEBRERO MARZO 1996 Raa AT mmm

Potrebbero piacerti anche