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PERO:
No se trata de una historia acabada → “Sólo el futuro dirá si es posible o no modernizar la sociedad
india extendiendo las libertades democráticas”
Descripción, a grandes rasgos, del proceso histórico en la India según Barrington Moore
En la época de la reina Isabel I de Inglaterra, los conquistadores islámicos de la dinastía mogol habían
establecido un imperio cercano al “despotismo oriental”; hoy diríamos “burocracia agraria”, un sistema
político desfavorable a la democracia política y al desarrollo de las clases mercantiles. Entonces,
obstáculos a la modernización existían en la India antes de la llegada de los ingleses: por ejemplo,
el sistema de castas, que volvía superfluo al gobierno central frente a la comunidad aldeana. Este
sistema, que regía a la sociedad campesina, y al impedir toda actividad social, fue la responsable de la
ausencia de rebeliones masivas. De esta manera, frente a la ausencia de un impulso fuerte hacia un
cambio cualitativo, el sistema mogol se vino abajo por contradicciones internas, por la propia dinámica de
explotación del régimen de agricultura tributaria. Este colapso dio a los europeos la oportunidad de
establecer amplias bases territoriales en el siglo XVIII.
PERO
La conquista británica trajo sus propios obstáculos a la modernización:
• Introducción de otros sistemas de tributación y de posesión de la tierra que disiparon el excedente
• Introducción de tejidos que perjudicaron a las castas artesanas
• Introducción de la cultura científica occidental, vista como amenaza a los privilegios tradicionales
Estos cambios tuvieron como respuesta el motín de 1857 para expulsar a los colonizadores, que
fracasó. Este fracaso volvió inviable la solución japonesa al atraso, según la cual, el gobierno por un
nuevo sector de la élite nativa, se valió del excedente agrícola para promover el desarrollo industrial; por
el contrario, en la India el conquistador, el terrateniente y el prestamista extranjero fueron los que
absorbieron y disiparon el excedente, lo que explica el estancamiento económico a lo largo del tiempo.
En el caso e la democracia política, ésta se explica por el hecho de que la presencia británica impidió
la coalición reaccionaria entre las elites rurales y una burguesía débil; además, cuando se desarrolló el
movimiento nacionalista, éste no tuvo una forma revolucionaria, debido a la doctrina de Mahatma Gandhi,
quien proporcionó un vínculo importante entre gandes sectores de la burguesía y el campesinado.
El producto de tales fuerzas fue la democracia política, pero una democracia que no hizo mucho para
modernizar la estructura social de la India; por ello el hambre es un problema aún no resuelto.
El carácter de las clases altas e instituciones políticas ha sugerido algunas de las razones porque no
se dio en la
India el tipo de movimiento económico y político hacia el capitalismo y la democracia política que ciertos
países de Europa desarrollaron entre los siglos XVII y XVIII: en este sistema social no existía ninguna
forma de herencia; cada generación tenía que volver a empezar (a la muerte de un oficial, sus bienes se
revertían al tesoro). Esta imposibilidad transmitir la herencia por testamento estimuló el lujo: el signo de la
época fue gastar, no acumular. Este uso del excedente limitó las posibilidades del tipo de desarrollo
económico que habría desmantelado el orden agrario estableciendo una nueva forma de sociedad.
Las prácticas agrícolas indias aparecen descuidadas y antieconómicas; la tecnología parece haber
permanecido estacionaria. Si nos atenemos al carácter del sistema tributario indio, veremos que, al igual
que en Japón, para las clases dirigentes de la India el campesino era un productor de rentas. Pero
mientras que la contribución japonesa consistía en un gravamen fijo sobre la tierra, la india lo establecía
en función de la producción; de manera que mientras más cosechaba el campesino, más tenía que
entregar al recaudador.
Los emperadores mogoles gobernaron y recaudaron impuestos a través de autoridades nativas: los
zamindars, quienes constituían una especie de aristocracias locales. De manera que el imperio se
componía de “despotismos locales” que variaban mucho en el grado de independencia, si bien todos
suministraban rentas a las arcas reales.
El principal defecto del régimen mogol: los campesinos estaban onerosamente gravados y
mantenidos bajo una disciplina tan estricta que huían a territorios fuera de la jurisdicción mogol. Al
hacerse la burocracia mogol más opresiva y corrompida, las rebeliones aumentaron. En grandes áreas,
los campesinos se negaron a pagar rentas, tomaron las armas y se entregaron al pillaje. A mediados del
siglo XVIII, la hegemonía burocrática mogol se había deshecho en un sistema de pequeños reinos en
guerra entre sí. Esta fue la situación con la que se encontraron los británicos al momento de su
intervención.
De lo expuesto se deduce que la dinámica del sistema mogol era desfavorable al desarrollo de la
democracia política y del progreso económico según el patrón occidental. No hubo una aristocracia rural
que lograse alcanzar independencia y privilegios contra el monarca sin desintegrar la unidad política: su
“su independencia”, más bien, trajo la anarquía.
DE MANERA QUE TODOS ESTOS RASGOS NEGATIVOS, QUE PODRÍAN SER LA
CONSECUENCIA DE DISTORSIONES INTRODUCIDAS EN LA SOCIEDAD HINDÚ POR LA POLÍTICA
BRITÁNICA, DICHAS DISTORSIONES SE HARÍAN SIEMPRE A PARTIR DE RASGOS YA PRESENTES
EN LA SOCIEDAD INDIA, LOS CUALES SON LOS RESPONSABLES DE LA MISERIA DEL PAÍS.
2) La presencia inglesa
La sociedad británica cambió entre el reinado de Isabel I y el siglo XX, por lo que no se la puede
considerar como un bloque homogéneo. A su llegada a la India, el imperio mogol estaba en plena
decadencia; los ingleses lucharon por la hegemonía con los franceses y portugueses. Al ir extendiendo su
base territorial, los ingleses se fueron adjudicando los ingresos de los soberanos vencidos, forzando a los
indios a pagar su propia conquista. Pero a medida que adquirieron mayores responsabilidades
territoriales, pasaron de ser “piratas” a convertirse en pacíficos gobernantes. Así, la adquisición de
responsabilidad territorial fue la clave del proceso de evolución por el cual los conquistadores se
organizaron en una burocracia. De esta manera, desde fines del siglo XVIII, la antigua pretensión de
hacer fortuna lo más rápidamente posible para luego volver a Inglaterra, disminuyó entre la mayoría de
los funcionarios británicos. Ahora, su interés radicaba en lograr disponer de una fuente de ingresos que
sustentara su gobierno, pero sin producir malestar en una dosis peligrosa; de manera que si querían
permanecer en el poder, debían contar con medios para hacer esa permanencia viable: debían recaudar
impuestos. En este contexto, los settlements fueron el punto de partida de un proceso evolutivo rural, por
el que la imposición de un orden público y de derechos de propiedad intensificó el problema de la
posesión “parasítica” de la tierra: cimentaron un sistema político-económico en el que el extranjero, el
terrateniente y el prestamista se llevaron el excedente económico del campesinado sin invertirlo en el
desarrollo industrial, lo que impidió entrar en la era moderna por la vía del Japón.
El otro elemento fue producto de la revolución industrial inglesa: los tejidos que, entre 1814 y 1830
inundaron el campo indio y destruyeron a las artesanías nativas. Los más perjudicados fueron los
tejedores urbanos que producían géneros de gran calidad, también algunas aldeas que se habían
especializado en la producción de tejidos para el mercado (ejemplo, Madrás).
Los dos elementos, las contribuciones y el tejido ayudan a comprender el Motín de 1857, el cual
muestra cómo la intrusión del Occidente, con su apego al comercio y la industria, su actitud científica y
seglar frente al mundo físico, y su tendencia a la competencia en contraposición a la condición heredada,
representaba una amenaza mortal para la sociedad india, pues dichos rasgos eran incompatibles con una
sociedad agraria organizada en torno a la casta y la religión.
Otra de las causas importantes del odio hindú a los ingleses fue la introducción de nuevas pautas
sexuales: la educación de las niñas (promovida por los misioneros) y la prohibición del sati (quemar viva a
la viuda con el marido), las cuales socavaban las prerrogativas del varón, tan fuertes en la cultura hindú.
En conjunto, entonces, la intrusión británica había acumulado bastante material inflamable como para
producir una explosión.
El Motín fue un intento de restablecer un statu quo idealizado, que supuestamente existía antes de la
conquista; en este sentido fue claramente reaccionario. Su fracasó descartó la posibilidad de un
desarrollo a la manera japonesa, porque en la India, el extranjero produjo una reacción reaccionaria; pero
la India estaba demasiado dividida como para ponerse bajo el patrocinio de una aristocracia disidente con
ayuda de los campesinos, como pasó en Japón. A mediados del siglo XIX, en la India, los aristócratas
disidentes y los campesinos sólo podían cooperar en función de su apasionado odio a la modernización;
el componente reaccionario por expulsar a los ingleses fue tan poderoso como para obstruir los esfuerzos
subsiguientes por convertirse en una sociedad industrial.
COMO SEA, BARRINGTON MOORE NOS ILUMINA Y NOS DICE QUE, SI HAY ALGO
CIERTO, ES QUE LA TECNOLOGÍA MODERNA LLEGÓ PARA QUEDARSE, Y SE
DIFUNDIRÁ RÁPIDAMENTE POR EL RESTO DEL MUNDO. POR OTRA PARTE, SEA
CUAL SEA LA FORMA QUE ADOPTE LA “SOCIEDAD JUSTA”, SI HA DE LLEGAR
ALGÚN DÍA, NO SERÁ LA DE LA ALDEA AUTOSUFICIENTE SERVIDA POR EL
ARTESANO LOCAL SIMBOLIZADA EN EL TORNO DE HILAR DE GANDHI.
Sin embargo, no dejó de haber violencia, a pesar de la influencia de Gandhi y de lo mucho que quisieran
minimizar los ingleses la magnitud del desorden durante su gobierno; en efecto, el campesino indio, a lo
largo de los últimos doscientos años, no se ha comportado de una manera tan dócil como se creía. Lo
que ocurre es que esta violencia no fue revolucionaria. Tal vez, la guerra religiosa (entre hindúes y
musulmanes) sustituyó a la revolución; y si no fue así, al menos da cuenta de la extrema fragmentación
de la sociedad india, lo que constituye un obstáculo para cualquier acción política efectiva, no sólo para el
radicalismo revolucionario.
5)“La independencia y el precio del cambio pacífico” (!!!) [porque, para él, la solución está en la
COERCIÓN, y punto]
Cuando los británicos fueron expulsados en 1947, en la sociedad india estaba arraigado un círculo
vicioso: el impulso hacia la industrialización era mínimo porque los recursos no se explotaban ni se
acumulaban para construir plantas industriales. La agricultura estaba estancada porque la ciudad no
estimulaba la productividad del campo; así, el campo no generaba recursos que pudiesen ser empleados
en el desarrollo industrial. En cambio, el terrateniente y el prestamista derivaban su excedente para fines
improductivos. Pero hablar de un “círculo vicioso” no implica que se trate de una situación irremediable; el
autor advierte que la experiencia histórica de los países recientemente industrializados muestra que
existe una política capaz de romper el círculo; en efecto, para el, la solución es muy simple: se trata de
combinar incentivos económicos e iniciativa política para mover a los campesinos a incrementar
la productividad, y luego tomar una parte del excedente así engendrado para construir una
sociedad industrial. Pero detrás de esa vía hay un problema político: si ha surgido o no de la sociedad
una clase con la competencia necesaria para imponer los cambios: Inglaterra tuvo sus landlords, Rusia
sus comunistas, el Japón sus aristócratas disidentes que se convirtieron en burócratas, pero la India
carecía de algo parecido. Si bien los terratenientes tenían un carácter “parasítico”, a la vez había un gran
número de terratenientes activos y enérgicos, que poseían tanto talento emprendedor como el capitalista
protestante más arquetípico. De manera que el problema no fue ni la falta de espíritu emprendedor, ni la
falta de recursos. El problema es de carácter político: radica en crear una situación propicia para
encauzar ambos hacia fines productivos.
CONCLUSIÓN
Para un observador occidental, aun cuando la política agraria india haya producido pocos
resultados, será evaluada positivamente, debido a que al menos no habrá caído en la brutalidad propia
de la modernización comunista: “en aras de la democracia, es necesario sacrificar la velocidad”; el autor
no concuerda con esta postura, debido a que en la india el hambre y las epidemias vuelven inviable una
política de cambio lento, que producirá más sufrimiento. Es más, a la hora de criticar el Programa de
Desarrollo, la falla que le adjudica radica en su contenido, pero no en que este haya sido impuesto desde
arriba.
En este sentido, concluye Moore, si “democracia” implica la oportunidad de tener un papel significativo
en la determinación del propio destino, en la India no existe la democracia.
NO HAY MÁS QUE UNA SOLA LÍNEA POLÍTICA REALMENTE PROMETEDORA: SI HAN
DE PRODUCIRSE CAMBIOS, SIEMPRE SERÁ NECESARIO UN FUERTE ELEMENTO DE
COERCIÓN; O BIEN UNA COERCIÓN DISFRAZADA A ESCALA MASIVA (COMO EN EL
MODELO CAPITALISTA), O UNA COERCIÓN MÁS DIRECTA, CERCANA AL MODELO
SOCIALISTA.
LO TRÁGICO ES QUE SERÁN LOS POBRES –COMO SIEMPRE- LOS QUE CARGARÁN
CON LOS COSTOS MÁS ALTOS DE LA MODERNIZACIÓN, YA SEA BAJO EL
CAPITALISMO O EL SOCIALISMO; LA JUSTIFICACIÓN PARA IMPONÉRSELOS ES QUE, SI
NO, ESTARÍAN CADA VEZ PEOR. (!!!!) (no comments)