Sei sulla pagina 1di 5
EN UNA DISCO Rosario, le dije, algtin dia voy a escribir un poema que se llame: “Rosario Bléfari”. “No podia ser otro el nombre -dijo tranquilamente-, porque yo sé que en algtin lugar-del mundo Bléfari quiere decir Rosario.” Baildbamos y habldbamos gritando, en esa oscuridad nevada, de la disco. Y al oido, siempre gritando, ella empez6: “Mas que el kabuki, mas que el zen mordedura, torcedura...” Y siguié: “Hoy en tu charla el momento fue cuando dijiste que la poesia es la salvacion .y hablaste de los libros como si hablaras de juguetes, te la pasaste hablando 111 ; | de juguetes...(Y giraba como un precioso trompo que volvia hacia mi). Yo le dije (gritando también): “En un libro de viajes de Michaux, hay un epigrafe de Lao Tsé que dice: ‘Gobernad el Imperio como si friérais un pajarito.’.” Ella se rié y dijo: “lo inventaste vos, boludo, ya sé, lo inventaste vos”. Y siguié bailando y repitiendo: “gobernad, gobernad, el imperio, el imperio de los vestidos, el de los frufriies, el de los pliegues y tactos (se iba y venta como una vocecita en fading...) “como si friérais un pajarito...jqué horror! “ gobernat, intuit -levant6é una ceja y siguid cantando. Y asi hago yo... gobernado en la noche, en el punto més inméuil de la ensofiacién... 112 “Yo creo que no me escuchaste; ;no?; te parecié estitpido lo poco que me oiste decir” -dijo, con voz afligida-. Y agrego: “si; no me digas que no...” (Hablabamos otra vez a los gritos pero ya creiamos susurrar). Casi no la veia, las manchas de la luz 1a atigraban, la unian a los amigos que bailaban también a nuestro alrededor como animales muy dgiles, muy leves. No... pajaros... pero si felinos saltando, y oseznos jugando y focas en el agua, muy veloces, muy brillantes y oscuros. Hasta que nos inund6 la luz negya. Con los ojos de fosforo, los dientes que restallaban, forzaban el color més diafano, nos volvimos mds visibles; y restallaban también, en lo negro, las formas de la danza que hasta ese momento era para mt sdlo yo, la luz de mis ojos. “Mas que el amor y la muerte -sigui6-, lo que importa es que ahora tinicamente por el ruido nos escuchamos, me estas escuchando: jqué bueno que me escuchds! Y no importa, y nunca, nunca mds como ahora, me estards escuchando ni me vas a escuchar, gno?” 113 (Se reia; se reia como a nadie nunca vi reir; su risa era de otro mundo, del oido de otro mundo.) “Este momento nos unird, como a vos y a Chiquita ya Martin y a mi, 1m momento de escucharnos nos unio; un momento en que...(y gritd mds): “gme entendés?” “Sos poeta porque me di cuenta que podias explicarle a la gente hoy alla Jo que era la poesia; aunque después escribieras no sé...el poerna, la poesia era esa salvacion: en un momento le explicabas amablemente a la gente que la poesia (aunque no fuera lo cierto) era lo que tenia explicacion.” Baild un poquito y repitid: “mas que el kabuki, mas que el zen...” Los gritos, y a los gritos moviéndonos nos escuchabamos. Yo sonrei, creo. Ella se acercé: “La poesia para mi es cuando actiio, no es la laaaaaa...no; es mi salvacion. Como nosotros: unidos por este ruidoso momentito que nos escuchamos.” Ya no habia luz negra pero ahora un arco iris de ldser cortaba en dos nuestros cuerpos: alrededor de la cintura teniamos una especie de agua resplandeciente. Moviamos los brazos en un espacio tenuemente pintado, con las piernas bailando al fondo de los siete colores. Y a cada instante se desplazaba el eje del arco iris plano de modo que nuestros cuerpos parecian sumergidos en un mar calmo, sin oleaje, con la masa del agua que iba balanceando bruscamente el horizonte como vino en una copa que alzamos. Dije: “...se despierta de nada, nuestra libertad cuando tomamos el mundo como el durmiente a sus sentidos; asi nuestros suefios tienen por fin un nombre...” Y ella vino a decirme bailando y braceando por el mar irisado: “no sé qué mascullas pero...te iba a decir que Bléfari es Rosario allende el arco iris, 3st? Una exigencia mia..., una extorsion...” 115 Aullidos, temblores, el roce de las manos htimedas y el aliento dcido, los ojos reldmpago, los ojos tentpestad. Y otra vez la luz negro-violicea en los confines amarillos: “admiro que hubieras encontrado una explicacién, yasombraras a la gente con lo que no tiene explicacion.” “despierta sabe que en suefios temia...” Oh, tinica muchachita en esa multitud que no me habla, ella me habla; atruena como feroces palomas que alzan vuelo en la plaza, de un sitio a otro, de un chico a otro que les arroja comida. Le invito un sorbo de mi bebida. Bebe apenas y se lamenta: ";Qué haré cuando te haya dicho todo esto que queria decirte y lo haya dicho, st, completamente? “No te rias, yo queria decirtelo, estoy un poco borracha, queria que me escucharas a oscuras...” “3 Qué voy a hacer cuando amanezca, cuando todos se vayan?” 116 Todo lo dice ella como por prescripcién, por mandato; y en ese misterio de las repeticiones cuando la duplicacion del secreto enardece la pasion del habla; cuando !a ajena desesperacién de mirar es un colmo en el carcaj de Djuna Barnes: “el mal y el bien se conocen mutuamente cuando se muestran cara a cara su secreto.” Y ahi bebia, bailaba, me estremecia con su risa; yen la oscuridad la miisica cerraba sus laberintos de vanas respiraciones, colores titiles s6lo para la desarmonia. Las muchachas vigias rondaban y los muchachos zorritos daban en !o alto de lo oscuro cortos gritos, llamados de vagabundeo. Y otros zumbaban sofiaban la danza. Volvié y me pregunté: “cya te cansaste de escucharme... “pero no chabon, me faltan unos momentos porque con tu perversion siempre nos estds diciendo que tiene 117 explicacion Ja salvacion, “y te mostras asi con los chicos como el tiltimo joven; como si estuvieras encabalgando no los versos sino las generaciones...” Se alej6 y fue ametrallando: “...no hay inspiraci6n hay destino; no hay destino, no hay realidad, hay deseo; no hay deseo ni pasiones, hay ;secretos! Y nuestro'secreto es encontrarle una explicacion a la salvacién.” (Se reia con una risa que jamds ot, como risa de las sirenas en el mar de Bécklin. Como risas de las mujeres esquimales que imitan las risas de las focas.) Las luces, el arco iris, la atencién, la sorda electricidad. La noche que terminaba en la noche de Ia disco. La apariencia como una luna que a otra velocidad paseara. Con los ojos en la oscuridad rosada de los bailarines mds briosos contra los mas sondmbulos. 118 Me encuentra Gaspar Noé y me dice en esa pequefia luz de la salida, también negra: “parecés un negrito”. 119

Potrebbero piacerti anche