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Estas lneas nacen al calor de esa preocupacin y de un posteo que (el que
escribe) mand hoy en Facebook, por el clima de las redes sociales, ms el
recuerdo de unas lneas escritas hace ya (joder) seis aos y monedas.
Carnicera La Argentina
Ahora el que escribe nutre o engorda estas lneas con otras escritas en el
verano del 2011, para una contratapa en Miradas al Sur. Feliz ao, lechones,
era el ttulo, y estaba dedicada a la Argentina media meditica y rezongona. La
Argentina del gesto contrito, amargo, acalorado y gritn que buscan
afanosamente los movileros para representar un pas de gesto contrito,
amargo, acalorado y gritn. Hay una sinergia all que es a la vez maravilla y
espanto: nos retratan irritados y nos irritan, nos capturan puteando y nos
convertimos en legin de puteadores. Nos angustian, nos degradan, nos
intoxican, nos llenan la cabeza, nos perturban, nos cagan hasta las fiestas.
Subdiscusin.
Circul hoy en las redes, tras la represin a los docentes (los sindicalistas
docentes, dice Clarn. O titula Baradel quiso su carpa), una carta que Mex
Urtizberea escribi en 2007, cuando el asesinato de Carlos Fuentealba. Una
carta que una inteligente contacto de Facebook calificaba como
bienintencionada pero peligrosa. Cuando amablemente le seal que pese a lo
edulcorada e ingenua la carta abre otros discursos eficaces con los que
enfrentar a los de la derecha, la contacto-medio-amiga contest (traduzco) que
no se trata de impugnar la represin a los docentes por ser sacrosantos (a los
maestros no se les pega, haba escrito Mex) porque eso podra legitimar la
represin a muchos otros. Entiendo la utilidad tctica que plantes, pero toda
la eficacia discursiva que ganes con esto, se va al tacho cuando fajen pibes con
la cara tapada. En algn punto, esas lneas argumentales son parecidas a lo
que sucede con las mujeres, la cuestin de cuanto la propia conducta habilita
o explica la accin violenta del otro.