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De los Autores Néstor Manuel Alfonso, Sociélogo egresado de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Magfster en Ciencias Sociales de la Facultad Latincamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Docente e Investigador de la Universidad Nacional de Mar del Plata y de FLACSO. Angeles Gonzalez, Licenciada en Trabajo Social y Auxiliar Docente en la Fa- cultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la Pro- vincla de Buenos Aires. Alejandro Rail Isla, Dr. en Antropologfa UBA, Investigador del Consejo Na- clonal de Investigaciones Cientlficas y Técnicas, investigador y profesor de FLACSO. Director del proyecto "Violencta, sociabilidad y cultura polftica en conglomerados urbanos", de la SECYT. Daniel Miguez, Dr. en Antropologfa Social y Sociologfa del Desarrollo por la Universidad de Amsterdam, Investigador del Consejo Nacional de Investiga- clones Cientificas y Técnicas y Docente de la Universidad Nacional del Cen- tro de la Provincia de Buenos Aires. Codirector del proyecto "Violencla, so- ciabilidad y cultura polftica en conglomerados urbanos", de la SECYT. Nathalie Puex, doctorante en antropologia social del Institut des Hautes Etu- des d' Amerique Latine, Paris 3, Sorbonne Nouvelle, investigadora asoclada al CREDAL-CNRS y miembro del Grupo de Antropologfa Social y Polftica de FLACSO, Alejandra Roovers, Licenclada en Ciencias de la Educacién y Docente de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro de la Pro- vinela de Buenos Aires. Gerardo Rossini, Licenciado en Antropologfa/ UBA. Becario de la Secyt del proyecto "Violencla, sociabilidad y cultura politica en conglomerados urba- ~ nos" y mlembro del Grupo de Antropologfa Social y Polftica de Flacso. Alum- no de la maestrfa en Ciencias Sociales de FLACSO. Cecilia Valdez Morales, Abogada/ UBA, investigadora del Grupo de Antropo- logfa Social y Polftica de FLACSO. 1. Las Formas de la Violencia en Tiempos de Crisis: Una Villa Miseria del Conurbano Bonaerense. Nathalie Puex Introduccién Desde bace unos aiios, las villas miseria del conurbano bonaerense empezaron a ser acusadas de constituir el mayor foco de violencia urbana, sin que las autoridades pudieran encontrar una solucién al problema. Se crearon cuerpos de elite, tanto en la policfa bonaerense como en la policia federal, que intervinieron de manera mds espectacular que efectiva, reafir- mando las "razz: como principio de gestién institucional, por lo menos simbélico, de la violencia. Lo cierto es que el tema villa vineulado al de vio- lencia empez6 a ser central en el debate ptiblico. En cierta manera, este tra- hajo tiene por objetivo retomar el tema de la violencia en las villas. Pero abordandolo desde la perspectiva de los babitantes de una villa del conurba- no, ya que por lo general se sabe mas de las preocupaciones de los babitan- tes de los barrios que las rodean y se ignora cémo viven y definen el proble- ma de la violencia los villeros. Después de cuatro afios de trabajo de campo con varios meses de convivencia en una villa del conurbano bonaerense’, se pudo empezar a determinar una diversidad importante de situaciones y for- mas de violencta, ~~ - Justamente es esta diversidad la que nos lleva; en estas paginas,ain=""*~ tentar establecer una clasificacion de formas de violencia -cada una de ellas involucra a determinados tipos de actores y prdcticas- y tratar de definir la 1 En realidad el trabajo de campo abordé mas temas que solamente el de Ia violencia y sus diversas manifestaciones. 36 © Herldas Urbanas manera cémo cobran sentido para sus habitantes. Esto nos }lev6 a pensar la violencia, no como un objeto de estudio definido de manera esencial y obje- tiva, sino como un "hecho social" (fait socia)) en el sentido de Durkheim: es decir, un hecho socialmente definido. Este hecho sc entiende en un contex- to particular, se expresa a través de una continuidad de formas, pero que en este caso pueden romper las solidaridades de un grupo determinado -aun. falta determinar si existe 0 no una forma particular de solidaridad en las vi- llas, y hasta que punto es efectivamente operativa. Ahora, el hecho de en- tender la violencia como un hecho social nos Neva a interrogarnos sobre la pertinencia de estudiar el caso de las villas como unidad habitacional aisla- da dentro del sistema urbano mayor. Lo cierto es que una parte importante de los trabajos sobre pandillas ‘o violencia urbana focalizan sus trabajos en determinadas comunidades 0 ti- -po de harrios tomados como enclaves aislados; es el caso de Whyte (1943) con su famoso "Street corner society", o més actualmente Sdnchez-Jankows- ki (1992) para citar s6lo dos ejemplos. Otros focalizaron mds en un deter- minado grupo, los j6venes como, por ejemplo, Dubet (1987) o Peralva (2001). Si bien la mayorfa de estos trabajos son de una gran calidad, no nos satisface el andlisis focalizado que realizan, ya que no permite entender el proceso social que conduce a determinadgs grupos a delinquir o a tener con sus propios vecinos actitudes violentas y, a veces, devastadoras en la medi- da en que rompen con Ia posibilidad de mantencr relaciones més 0 menos arias al nivel local, de preservar el lazo social al menos en un grupo so- cial reducido. Esto nos llev6 a considerar que la villa es parte de un sistema social complejo que conoce, en su conjunto, procesos de cambio y de socializacién muy fuertes, que afectan sus posibilidades de mantener una coherencia in- terna y sus diversos lazos solidarios. Es decir, la posibilidad de tener un sis- tema solidario propio o, por lo menos, més 0 menos auténomo. Nuestra hi- pétesis es que las villas, que desde un punto de vista externo parecen ser co- munidades cerradas teniendo sus propias reglas auténomas, estén més inte- _ Bradas al resto | de Jo que a primera vista parece. Las prac de sus habitantes, asf como sus representaciones simbdlicas, su visién del mundo, tiende a mostrar continuidades con el resto de la sociedad. Enton- ces, si el conjunto de la sociedad estd afectada por cambios profundos que modifican la manera de construir el lazo social, no hay ninguna raz6n para que no ocurra esto también en las villas. Es lo que vamos a intentar mostrar en este trabajo. Si bien es cierto que en las villas se suele concentrar una poblacién que vive de varios tipos de delitos, la imagen de {a villa como refugio y Nathalie Puex. Las Fonnas ¢e [a Violencia en Tiempos de Crisis. 37. encubridora de delincuentes es, antes que nada, una construccién social en el sentido de P. Berger y T. Luckmann. Es decir, que la mala fama de las vi- llas se establecié, por lo inenos en parte, a partir de representaciones colec- tivas que se construyeron afuera de ellas y que coinciden con formas de co- nocimiento social espontdneo, generalizante y a menudo superficial de la realidad. Y esta realidad es mucho mas conipleja de to que parece, sobre to- do tratandose del problema de la seguridad y del delito. Es decir, que las relaciones sociales puestas en juego en el contexto interno de una villa, asf como sus relaciones con el barrio vecino, no se construyen de manera simple o en forma de oposiciones claras -es decir, los que delinquen y los que no delinquen por ejemplo- sino que se establecen ms a través de formas de intercambios y rupturas segtin contextos particu- Jares en fos cuales toman sentido estas relaciones de intercambio 0 ruptura. Cada contexto histérico, social y econémico, le van dando una forma parti- cular de articulacién al lazo social en la villa entre los vecinos, entre la villa y el barrio, la villa y el Estado. Es decir, que tanto las representaciones y el sentido que se le dan, se entienden siempre vinculados a estos contextos, y uo de manera abstracta. Este modelo interpretativo nos va a permitir enten- der cé6mo las villas no son s6lo barrios marginados, sino que conocieron un proceso social y tenfan una funcién social que se fue redefinienco a lo largo de diversos periodos y contextos histéricos, los cuales hacen decir a la gen- es de- te tanto afuera de la villa como adentro, que éstas antes no eran as cir, tan violentas; y a sus habitantes: antes no éramos marginados. En una primera parte mostraré cémo se fue estableciendo una fron- tera entre la villa y el resto de la ciudad; ademas explicaré cémo se organi- za la villa donde se hizo la mayor parte del trabajo de campo, y cémo se construye el lazo social y las relaciones de solidaridad, pero también cé6mo se van rompiendo estas reglas de solidaridad y respeto del vecindario. En la segunda parte, mostraré cémo se distinguen diversos tipos de violencia y la variedad de repuestas a ellas, apuntando a los limites del control social pro- pio de la villa. Por fin, en una tercera parte, empezaré a analizar la relacién entre el actuar de la policia en la villa y los habitantes que cometen delitos o “no, el problem’ dé la legitimidad de las instituciones encargadas dele el Es tado de establecer el orden y la ley, aunque de manera enteramente hipoté- tieca. Es necesario recordar al lector, que cada villa es a a vez similar y distin- taa otra. Asf que es muy dificil generalizar a partir del trabajo en una sola vi- lla. Pude observar y comparar con otras experiencias la similitud de ciertas caracteristicas, como la territorializacién de la villa (con territorializacion quiero expresar la idea de creaci6n de un territorio con su frontera que ex te entre la villa y el resto de la ciudad, frontera tan rcal como imaginaria), 3B Hetdas Urbans la subdivisién en territorios internos 0 las relaciones complejas con las fuer. zas de seguridad. Pero siempre es preciso acordarse que lo que se describe acd serd vdlido en el contexto de Ia villa donde se efectud el trabajo de cam. po y que otras formas de sociabilidad, incluso en las villas, es posible. Historia de Formas de Soclabilidades y sus Vincutaciones Contextuales. La villa donde se realiz6 este trabajo concentra unas 35000 personas, 0 sea, unas 5000 familias, sobre un terreno de menos de 1 Km cuadrado. En el centro, una parte estd ocupada por una laguna y un basural que alimen- tan los cirujas de la villa. Es la zona mas pobre de la villa, y tiene la fama de ser la mds violenta. Lo primero que hay que sefalar es que no se puede de- cir que Ia villa siempre fue asi. Primero, en su relacién con la ciudad en ge- neral, mds y més la villa sc fue aislando y territorializando. De lugar de pa- so, provisorio, pas6 a ser un enclave de pobreza y marginalidad permanen- te, con todo el proceso de estigmatizacién que esto signific6. La dictadura militar del 1976 contribuy6 en gran parte a este proceso, aunque ya se pue- de senalar ciertas acciones en contra de la villa a fines de los afos cincuen- ta. Pero, en el caso que nos interesa, la dietadura cobra una importancia par- ticular. Para csto hay que empezar por recordar el origen de esta villa. Ella nacié después de una decisién municipal en el afio 1958, Iuego de una inun- dacién muy importante que obligé a la gente que vivia en las zonas cercanas al rio Quilmes a huir de sus viviendas precarias. Frente a la amplitud de los dafios materiales, el intendente de la época permitié a la gente instalarse so- bre este terreno fiseal, que segiin relacan los vecinos, fue confiscado por Pe- r6n en el afio 1947. Una parte del terreno habia sido usado para construir un policlinico, y la otra habia quedado sin uso, hasta esta decisién muni pal. La gente empez6 a instalarse de manera provisoria, esperando las vi- viendas promietidas por el gobierno nacional en este entonces encabezado por el presidente Frondizi. Pasaron \os afios y la gente siguié ahi, sin que na- da cambiara. Poco a poco, también empez6 a instalarse una importante poblacién de origen paraguayo. Ioy en dia la poblacion se divide entre argentinos y pa- raguayos en su gran mayorfa, con un pasillo de peruanos y unos uruguayos. En ese entonces, las relaciones con los habitantes del barrio, es decir fos que no vivfan en la villa, eran bastante buenas, seguin recuerdan tantos los habi- tantes de la villa como los que siempre vivieron en la zona. Los chicos de la villa acudian a tas tres escuclas del barrio y cursaban con los otros chicos del barrio y avostumbraban juntarse para jugar a la pelota en una cancha Nathalie Puex. Las Formas de la Viotencia en Tiempos de Crisis 39.

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