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Pienso que esta descripción es una característica de un encuentro con el Espíritu Santo.
Nuestro amor por el Hijo y la revelación del Hijo crecerán y florecerán. ¿Qué debemos
pensar de los ‘avivamientos’ y de las conferencias en los que se pone énfasis en el Espíritu
Santo pero no se reconoce de la mas mínima manera a Jesús? Hablan de ángeles y
milagros, de visiones, encuentros y experiencias en el tercer cielo, pero núnca hablan de
Jesús. ¿Cómo puede ser? El Espíritu Santo no viene para hablar de sí mismo, sino que
apunta a otro, ¡y ese otro es Jesús!
En Juan 16:13 y 14 leemos: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque NO HABLARÁ POR SU PROPIA CUENTA…ÉL ME GLORIFICARÁ:
porque tomará de lo mío y os lo hará saber.”
En Génesis capítulo 24 leemos la historia de cómo Abraham envía a su siervo Eleazar para
buscarle una esposa a su hijo Isaac. Es Eleazar quien reúne a Isaac con su novia Rebeca.
Esta historia nos ofrece tantos prototipos: Abraham es un prototipo del Dios Padre, Isaac es
un prototipo de Jesús, Eleazar un prototipo del Espíritu Santo y Rebeca un prototipo de la
Iglesia. Podemos aprender muchas verdades espirituales de esta historia. Una, sin
embargo, me saltó a la vista cuando leí este pasaje hace poco.
Aún cuando Rebeca núnca había visto a Isaac, parecía amarlo profundamente. Tomó la
decisión de dejar a sus padres y a toda su familia para estar con él. Nada más ver a Isaac,
Rebeca bajó inmediatamente de su camello para encontrarse con él. Cuando por fin se
vieron cara a cara, conectaron inmediatamente. No tuvieron citas románticas ni hubo cortejo.
Tampoco se negociaron acuerdos matrimoniales ni se hicieron grandes preparativos para la
boda. Celebraron en seguida su luna de miel.
¿Cómo puede ser que Rebeca amase a Isaac sin haberlo visto jamás? Creo que Eleazar es
el responsable de todo. Nada más conocer a Rebeca, empezó ha hablar de su señor,
describiéndolo con las palabras más halgüeñas, contándole lo maravilloso, lo guapo, amable
y tierno que era. Durante todo el viaje en camello hacia este país en el Sur, Eleazar le contó
a Rebeca historias de Isaac y le describió detalladamente. Rebeca estaba tan enamorada
de este hombre tan increíble, y no podía esperar hasta verlo por fin cara a cara.
“A quien amáis, sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis
con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8)
Pablo nos advierte que en los últimos días también operarán “espíritus seductores”. Un
espíritu seductor intentará apartar la atención de Jesús y atraerla a sí mismo. Donde la
gente ame más a los dones que al novio, están operando espíritus seductores. Donde la
gente busque más a las manifestaciones que al “Hombre”, a Jesucristo, están operando
espíritus seductores. Siempre que un predicador esté usando la unción para atraer a las
personas a sí mismo, se comporta como un padrino que intenta seducir a la novia en la
boda. ¡Esto es suprema malicia!
Nadie mejor para ilustrarlo que Simón el mago. En Hechos 8 leemos que había engañado
mucho tiempo a los habitantes de Samaria con sus artes mágicas. Entonces escuchó
predicar a Felipe, creyó y fue bautizado. Se supone que con ello terminó la vieja vida
dedicada al ocultismo y a la magia. Cuando Simón, sin embargo, vio las señales y los
grandes milagros que Pedro y Juan hacían, se acordó de cómo había sido cuando la gente
hablaba de él, diciéndo: “Este [Simón] es el gran poder de Dios” (Hechos 8:10). Empezó a
desear el poder y las alabanzas que había disfrutado. Empezó a pensar cuánta gloria le
podía proporcionar la unción del Espíritu Santo y les ofreció dinero a los apóstoles, diciendo:
“Dádme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos
reciba el Espíritu Santo” (Hechos 8:19).
Pensaba usar al Espíritu Santo para que él mismo fuera más atractivo y tener un negocio
más lucrativo. Para él, el poder del Espíritu Santo era un producto comercial a comprar a
modo de inversión. Hubiera abusado de la unción para su beneficio personal. No me
sorprende que los apóstoles le trataran con tanta severidad: “Tu dinero perezca contigo -
dijo Pedro - porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.”
Un anillo de diamantes en el dedo de una novia puede embellecerla, pero no está para
atraer a nuevos amantes. Está, más bien, para indicar a cualquier posible pretendiente quién
se lo regaló. El anillo la hace más atractiva, pero señala hacia el novio. De la misma manera,
el Espíritu Sánto se nos muestra para revelar a Cristo, para ensalzarlo y para señalar hacia
Él. Puede que la unción sea fragante y atractiva para los que nos rodeen, puede que incluso
Siempre que no se enfoque a Jesús, que Él no sea el centro de toda la atención, que Él no
sea lo más fascinante, el premio más valioso y el deseo más anhelado, ¡TENGAN
CUIDADO! ¡El Espíritu Santo no tiene nada que ver en eso!
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el
cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí” (Juan 15:26).
Recomendación de un libro
Pero Dios es más grande que los sueños, más fuerte que los temores, y más
alto que cualquier expectativa. Obras aún mayores ofrece historias reales,
conmovedoras y edificantes acerca de personas comunes de todas partes del
mundo. Personas como tú, en quienes Dios realizó obras extraordinarias a
pesar de sus sueños quebrantados, sus fracasos y sus debilidades. Su gracia
nos es dada libremente …
Dios obrará maravillosamente a través de toda persona que se encuentre dispuesta a creer
sinceramente en su Palabra. Reinhard Bonnke es un gran hombre de Dios quien, a través de este
libro, Obras aún mayores, encenderá en ti la pasión por llevar a cabo “obras aún mayores” de lo que
pudiéramos imaginar, para la gloria de Dios. Joyce Meyer, escritora y maestra bíblica.