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Mural de la iglesia de San Juan Bautista en el río Jordán que muestra el nacimiento de Jesucristo
CORREO
Vol. VI, número 58, 15 de marzo de 2010. CEDICULT Director: Leonel Durán Solís
correodelasculturas@gmail.com
Patrimonio
• Instituciones
A
lo largo del siglo XX se han redactado numerosos textos que pretendían norma-
lizar la actividad restauradora y de conservación del patrimonio histórico.
El antecedente a este tipo de documentos lo encontramos en la Carta de Rafael a
Alejando VI para la restauración y el cuidado de los monumentos romanos. Tras esta carta
serán muchos los textos que se preocupen por este problema. Encontramos así textos tan
diversos como el Decreto de la Convención Nacional del II año de la Iª República Francesa
(1774), o en las teorías de Ruskin o Violet-le-Duc, enunciadas a lo largo del XIX, pero el
más influyente de todos ellos será el discurso de Camillo Boito (1836-1914) durante el
Congreso de Ingenieros y Arquitectos Italianos de 1883. Todos estos textos recogen los
principios con los que se inicia la actividad restauradora en el siglo XIX.
Pero este tipo de documentos y publicaciones se mostraron insuficientes al acercarse
a la realidad histórica de la primera mitad del siglo XX, en la que dos guerras mundiales
provocaron la destrucción, y posterior restauración, de gran cantidad del patrimonio
europeo. Estos hechos, junto a la base teórica existente, mostraron la necesidad de
redactar una serie de textos normativos a escala internacional que se ocupasen
del patrimonio, su conservación y los cambios en su concepto y definición.
Carta de Atenas
El primero de estos documentos fue la Carta de Atenas de 1931. Aprobada por
la Oficina de Museos, dependiente de la Sociedad de Naciones. Transcurrido
un decenio desde el final de la I Guerra Mundial que destruyó o dañó muchos
monumentos, se abrió un profundo debate entre los numerosos especialistas
que asistieron a esta Conferencia. En sus conclusiones se pretendía unificar
los criterios de intervención en el patrimonio arquitectónico. A lo largo de sus
diez artículos se plantean pautas de intervención, se señala la importancia de la
conservación, la educación, y se proponen vías de colaboración internacional.
El texto, pese a tener un carácter normativo, no consiguió ser aprobado por
todos los países, pero sí tuvo una fuerte influencia en el ámbito Europeo,
especialmente en países como Italia, en las Cartas de Restauro Italianas de 1932
y 1972, o en España, con la Ley del 13 de Mayo de 1933 sobre la defensa,
conservación y acrecentamiento del patrimonio histórico-artístico español. La
Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Carta de Atenas no sólo sirvió de base para las Cartas de Restauro italianas
o la legislación patrimonial de algunos países, sino para otros documentos
internacionales, especialmente la Carta de Venecia y la Carta de Cracovia.
Carta de Venecia
La Carta de Venecia de 1964 fue redactada durante el II Congreso Internacional
de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos, y en ella se puede
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advertir perfectamente la influencia de la actividad restauradora que se
produjo tras la Segunda Guerra Mundial, guiada más por motivos espirituales
y culturales que por los criterios científicos por los que se abogaba en la Carta
de Atenas. La preocupación reflejada en este documento sigue centrándose en
lo arquitectónico, pero ya amplia su ámbito de actuación del edificio a todo el
conjunto histórico.
Carta de Cracovia
Así como la Carta de Venecia surge como revisión de la Carta de Atenas, en los
últimos años se ha pretendido actualizar este documento con la redacción de la
Carta de Cracovia del 2000. Esta nueva Carta surge impulsada por el proceso de
unificación Europea y la entrada del nuevo milenio, a fin de actualizar la Carta
de Venecia y adecuarla al nuevo marco cultural. En su texto se incorporan nue-
vos elementos como es la multidisciplinaridad de la conservación y restauración,
la necesidad de incluir en la misma nuevas tecnologías y estudios científicos
al realizar cualquier proyecto de restauración y también aporta un glosario de
términos en los que se definen conceptos como monumento, identidad, restau-
ración, a la luz de los nuevos métodos e investigaciones.
Textos Europeos
Estas Cartas han servido de base para documentos con carácter continental,
como los elaborados por el Consejo de Europa. Entre los textos elaborados
por este organismo destacan la Carta Europea de Patrimonio Arquitectónico,
redactada en Bruselas en 1975 con motivo del Año Europeo del Patrimonio
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Arquitectónico y que incluye ya conceptos como el de Conservación Integrada.
El otro documento es la Declaración de Ámsterdam, redactada el mismo año
que el documento anterior, que ratifica los valores de la Carta Europea de
Patrimonio y hace especial hincapié en la idea de rehabilitación, con una espe-
cialización de estas labores y en la necesidad de una conservación integral de
estos monumentos, teniendo en cuenta los factores sociales.
Cascos Históricos
La preocupación por el monumento ha ido ampliándose paulatinamente,
pasando del edificio a su entorno. Estos cambios en el concepto de patrimonio
se han plasmado en diversos documentos específicos que debatían los criterios
de conservación de las ciudades históricas y sus cascos urbanos. El primero de
estos documentos fue la Carta de Quito de 1967, en la cual se pone un gran
interés en la problemática de los cascos históricos y en las relaciones económicas
y sociales de los mismos.
Tras la Carta de Quito se van analizando las distintas problemáticas
vinculadas a los cascos históricos, ya que los factores implicados en estos
Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
análisis han ido ampliándose para incluir elementos como el entramado social
que habita estas zonas, los problemas de uso, el componente económico y
comercial, etc. Algunos de estos factores aparecen ya desarrollados en 1976
en la Recomendación de Nairobi, relativa a la Salvaguardia de los Conjuntos
Históricos y su Función en la Vida Contemporánea, o en la Carta de Toledo o
Carta Internacional para la conservación de las Ciudades Históricas. Esta última es
fruto de la reunión organizada por el Comité español del Consejo Internacional
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de Monumentos y Sitios (ICOMOS) y celebrada en la ciudad de Toledo en 1986.
En ella se complementan los principios expuestos en la Carta de Venecia y se
desarrolla de forma más pormenorizada la protección y conservación de los
centros históricos. Algunos autores la denominan Declaración de Washington.
Debido a la complejidad del problema, se continuarán redactando diversos
textos como la Carta de Noto, acuerdo internacional de 1986 que se centra,
de forma especial, en la recuperación de los centros históricos y su aplicación al
territorio italiano. Ahí se hace especial referencia a la importancia de la forma-
ción de los especialistas en el ámbito de la conservación y restauración y en la
multidisciplianaridad de todos los proyectos de conservación y restauración.
Jardines Históricos
Los cambios en la definición de la Unesco de “bien cultural” no sólo planteaba
la sensibilización hacia otro tipo de bienes, sino también la necesidad de
enfrentarse a las problemáticas de los mismos como recogen diversos textos.
Uno de éstos textos en la Carta de Florencia o Carta de los Jardines Históricos.
El 21 de mayo de 1981 se reunió el Comité Internacional de Jardines Históricos
(ICOMOS-IFLA) y elaboró una carta para la conservación de los jardines históricos
que tomará el nombre de la ciudad donde se celebró dicha reunión.
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Bienes muebles y Turismo Cultural
Uno de los aspectos más olvidados en las Cartas de Atenas y Venecia es el que
se refiere al Patrimonio Mueble y los criterios de Conservación y Restauración
del mismo. Esto fue subsanado con documentos como la Nueva Carta del
Restauro, de la Conservación y Restauración de los Objetos de Arte y Cultura,
de 1987, que incluye una serie de principios básicos para la restauración de
libros y documentos, y la Carta de Pavía, del mismo año. Es interesante señalar
cómo la Ley española de Patrimonio, de 1933, ya recogía estas cuestiones.
Lo mismo ocurría con otros temas vinculados indirectamente tanto a los
bienes muebles como a los inmuebles, como es el caso del Turismo Cultural.
En los años setenta se abre un debate sobre la conservación del patrimonio y
su explotación como fuente de riqueza cultural. Fruto de éste encontramos
la Carta de Turismo Cultural, de ámbito internacional. Este documento fue el
resultado de una reunión celebrada en Bruselas en 1976 y fue adoptado por
ICOMOS en noviembre de ese mismo año. En ella se constata la importancia del
turismo, su fuerte crecimiento en el futuro y su incidencia en los monumentos.
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en el mismo. Para tratar problemas más específicos se redactó, seis años des-
pués, la Carta Internacional para la protección y gestión del Patrimonio Cultural
subacuático. En esta carta, también de ámbito internacional y adoptada por
el ICOMOS, se detallan los métodos y técnicas para conservar el patrimonio
arqueológico sumergido, la importancia de la protección y difusión del mismo
así como la necesidad de contar siempre con una cooperación internacional en
este ámbito del patrimonio arqueológico para evitar su pérdida. En cualquier
caso esta Carta ha sido incorporada como Anexo al Convenio de Protección de
Patrimonio Arqueológico Subacuático , por lo que cuando este convenio entre
en vigor la Carta de ICOMOS tendrá efectos jurídicos.
Instituciones
Por último se debe señalar la existencia de instituciones como la UNESCO, que
ha realizado convenciones periódicas redactando y ampliando la definición
de patrimonio, o el ICOMOS que ha redactado y recopilado documentos
con problemáticas tan diversas como la arqueología, los jardines históricos, el
patrimonio subacuatico, entre otros.
Fuente:www.cret.es
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Declaración
Carta de Venecia
Por lo tanto, es esencial que los principios que deben presidir la conservación
y la restauración de los monumentos sean establecidos de común y formula-
dos en un plan internacional dejando que cada nación cuide de asegurar su
Cultura
aplicación en el marco de ibérica.cultura
su propia Finales yS.de
III,sus
inicios S. II a.C.
tradiciones.
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vez más complejos y más sutiles; también ha llegado el momento de volver a
examinar los principios de la Carta a fin de profundizar en ellos y de ensan-
char su contenido en un nuevo documento. En consecuencia, el II Congreso
Internacional de Arquitectos y de Técnicos de Monumentos Históricos, reuni-
do en Venecia del 25 al 31 de mayo de 1964, ha aprobado el siguiente texto:
DEFINICIONES
Artículo 1º - La noción de monumento histórico comprende la creación arqui-
tectónica aislada así como el conjunto urbano o rural que da testimonio de
una civilización particular, de una evolución significativa, o de un aconteci-
miento histórico. Se refiere no sólo a las grandes creaciones sino también a
las obras modestas que han adquirido con el tiempo una significación cultural.
CONSERVACIÓN
Artículo 4º - La conservación de monumentos implica primeramente la cons-
tancia en su mantenimiento.
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Artículo 5º - La conservación de monumentos siempre resulta favorecida por
su dedicación a una función útil a la sociedad; tal dedicación es por supuesto
deseable pero no puede alterar la ordenación o decoración de los edificios.
Dentro de estos límites es donde se debe concebir y autorizar los acondicio-
namientos exigidos por la evolución de los usos y costumbres.
RESTAURACIÓN
Artículo 9º - La restauración es una operación que debe tener un carácter
excepcional. Tiene como fin conservar y revelar los valores estéticos e
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históricos del monumento y se fundamenta en el respeto a la esencia antigua
y a los documentos auténticos. Su límite está allí donde comienza la hipótesis:
en el plano de las reconstituciones basadas en conjeturas, todo trabajo de
complemento reconocido como indispensable por razones estéticas o técnicas
aflora de la composición arquitectónica y llevará la marca de nuestro tiempo.
La restauración estará siempre precedida y acompañada de un estudio
arqueológico e histórico del monumento.
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Artículo 12º - Los elementos destinados a reemplazar las partes inexistentes
deben integrarse armoniosamente en el conjunto, distinguiéndose claramente
de las originales, a fin de que la restauración no falsifique el documento
artístico o histórico.
Artículo 13º - Los añadidos no deben ser tolerados en tanto que no respeten
todas las partes interesantes del edificio, su trazado tradicional, el equilibrio
de su composición y sus relaciones con el medio ambiente.
EXCAVACIONES
Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Artículo 15º - Los trabajos de excavaciones deben llevarse a cabo de acuerdo
con las normas científicas y con la “Recomendación que define los principios
internacionales a aplicar en materia de excavaciones arqueológicas” adoptada
por la UNESCO en 1956.
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descubiertos deben estar garantizados. Además, se emplearán todos los
medios que faciliten la comprensión del monumento descubierto sin
desnaturalizar su significado.
DOCUMENTACIÓN Y PUBLICACIÓN
Artículo 16º - Los trabajos de conservación, de restauración y de excavación
irán siempre acompañados de la elaboración de una documentación precisa,
en forma de informes analíticos y críticos, ilustrados con dibujos y fotogra-
fías. Todas las fases del trabajo de desmontaje, consolidación, recomposición
e integración, así como los elementos técnicos y formales identificados a lo
largo de los trabajos, serán allí consignados. Esta documentación será deposi-
tada en los archivos de un organismo público y puesta a la disposición de los
investigadores; se recomienda su publicación.
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Restauración
Proyecto de restauración
por Pedro Paz Arellano,
Coordinación Nacional de Monumentos Históricos (INAH)
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PROYECTO DE RESTAURACIÓN.
El proyecto de restauración es la unidad teórica y metodológica para intervenir
físicamente un monumento histórico, su elaboración da cuenta del
conocimiento interdisciplinario más preciso que se tiene de la microhistoria y
del estado de conservación de la finca, antes de iniciar la obra. Está expresado
en conceptos escritos, imágenes que demuestran el fundamento de las
explicaciones y los cálculos que confirman las probabilidades económicas y
técnicas de su ejecución.
El proyecto de restauración es el contexto de significación donde cualquiera
de las fases de la acción en curso adquiere su sentido y permite el análisis de lo
imprevisto, expresa, documenta y ordena las acciones a realizarse durante el
proceso de intervención al inmueble, el cual puede dividirse esquemáticamente
Cultura ibérica.
en tres etapas fundamentales: Finales pronóstico
diagnóstico, S. III, iniciosyS.tratamiento,
II a.C. aunque
esta subdivisión varía de acuerdo al estado de conservación, la dimensión de
la obra, la calidad de la intervención y los recursos disponibles.
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I) En la fase de diagnóstico se efectúa el levantamiento arquitectónico de
materiales, fábricas, deterioros y alteraciones, contrastado por la historia
documental del edificio.
II) Pronóstico, establecidas las causas de los procesos de deterioro, se
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elabora una gama de posibilidades para atender cada uno de los problemas
planteados.
III) El tratamiento está determinado en el esquema de intervención que
especifica las operaciones de liberación, consolidación, reestructuración,
reintegración, integración; también incluye el esquema de adecuación de usos
a los espacios y un planteamiento inicial del calendario de mantenimiento. La
obra restauración sólo existe cuando tiene por fundamento un proyecto para
sus acciones.
El proyecto inicia con la compilación documental y material de referencias
históricas del inmueble: edificación, usos, transformaciones a través del
tiempo, materiales empleados, procedimientos constructivos y estado de
conservación. El estado de conservación del inmueble se determina luego
de registrar sistemáticamente materiales, procedimientos constructivos,
alteraciones y deterioros. Este diagnóstico es la base para hacer las pruebas y
los diversos análisis que permiten establecer un pronóstico de donde resultan,
entre otras cosas, el establecimiento de las prioridades de la intervención al
inmueble, así como las dimensiones aproximadas de la obra de acuerdo al
conjunto de problemas a resolver. De aquí surge el proyecto de intervención
que con fundamento en información documental y material, establece las
áreas trabajo y se especifican los procedimientos a ejecutar. Todo esto con la
intención de dimensionar cuantitativa y cualitativamente las especificaciones y
procedimientos técnicos a emplearse para liberar de agregados que alteran la
expresión histórica y espacial del inmueble o dañan su estructura. Consolidar
para mantener o recuperar las características originales de trabajo de los
elementos arquitectónicos deteriorados. Reestructurar para restablecer la
transmisión de cargas y esfuerzos conforme al diseño original del inmueble
o mantener la estabilidad de la estructura del edificio al eliminar las causas
de alteración y deterioro. Reintegrar los elementos faltantes del inmueble,
siempre y cuando sean evidentes tanto sus características como su ubicación.
Integrar nuevos elementos arquitectónicos resultantes de las intenciones de
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uso, manteniendo su carácter reversible, su integración arquitectónica, la
posibilidad de diferenciarse y de no dañar las partes originales. Y adecuar el
inmueble en su conjunto al uso contemporáneo mediante acciones menores.
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Sin duda guiar la intervención física sobre un monumento histórico y controlar
técnicamente su desarrollo es una labor profusamente compleja. Se trata de la
ejecución del proyecto de restauración, que mientras más elaborado y preciso
es, en esa misma medida puede preverse conservación de su autenticidad.
La obra de restauración como proceso institucional, significa la aplicación
práctica del conocimiento más específico en sus términos teóricos y técnicos
respecto de un inmueble histórico.
Fuente: INAH, 24 de noviembre de 2009.
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Museos
Dentro de los múltiples atropellos culturales llevados a cabo por los Talibán,
se encuentra igualmente la destrucción, saqueo y expolio del Museo Nacional
de Afganistán en Kabul llevado a cabo por unos vándalos obedeciendo un
decreto islámico o fatwa, de 26 de febrero de 2.001 del conocido Mulá Omar,
quien ordenó la destrucción de todos los monumentos y obras de arte figura-
tivas en territorio afgano. Esta fatwa fue dictada para dar cumplimiento a la
prohibición coránica de crear imágenes de humanos y de otros seres vivos. Alá
es el único creador de imágenes, hacer una es querer imitar a Alá. Por igual
motivo se arrancaron de los libros las láminas de los seres vivos. Esta decisión
sin precedentes suscitó una unánime reacción internacional. De nada sirvió.
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de acuerdos sobre el reparto de los hallazgos muchos de ellos posteriormente
expuestos en el Museo Nacional de Afganistán en Kabul.
Del periodo preislamico no quedaron en el ruinoso museo nada más que unas
antiquísimas e interesantísimas estatuas de madera del Nuristán, al Este de
Kabul, último reducto budista de Afganistán, entre las que destaca necesaria-
mente para un oficial deCultura ibérica.laFinales
Caballería, figuraS.deIII,madera
inicios S.
deIIun
a.C.
jinete a caballo
de mas de dos metros de altura. Algunas piezas tenían más de 12,000 años
de antigüedad.
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Subiendo por la escalera principal al segundo piso se ven dos cajas con varias
estatuas de Boddhisattvas de los siglos IV al VI de nuestra era, sentados y
representados en la actitud budista de la iluminación, todavía protegidos con
plásticos. En el primer salón, detrás de una puerta cerrada, se encuentra un
cuarto atestado de estatuas de madera tallada de Nuristán. Dos figuras, un
hombre y una mujer firmemente entrelazados, hablan del rico pasado artístico
afgano y, tal vez, de su futuro. Buena parte de las vitrinas están vacías.
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acto de servicio. Estoy profundamente de acuerdo con lo manifestado por
Shigeru Aoyagi, director de la oficina de la UNESCO de Kabul: “La cultura es
fundamental para el desarrollo de una democracia pacífica.
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Patrimonio
El desafío de la preservación
del patrimonio
Les confieso que fuimos formados como intelectuales puros, como expertos
que, desde nuestros gabinetes o laboratorios, nos ocuparíamos preferen-
temente de los museos, monumentos y sitios arqueológicos... La vida, sin
embargo, nos llevó a considerar –y hoy lo afirmamos resueltamente– que
en nuestros países, poseedores de un vasto legado patrimonial, es imposible
actuar en los campos de la preservación si ello no conlleva una vocación de
desarrollo social y comunitario.
En este sentido, me enorgullece pensar que ya Simón Bolívar, discípulo de
los insignes humanistas hispanoamericanos Andrés Bello y Simón Rodríguez,
supo prescindir de las diferencias entre el humanismo doctrinal y las urgen-
cias más intensas del conjunto de naciones que se gestaban en el continente.
Esto se palpa en la palabra viva del Libertador, en sus textos y proyectos: ese
sentido realista que no margina ni aparta lo excepcional de la vida cotidiana y
que es hoy nuestra suprema aspiración.
Luchar por el patrimonio tangible o impalpable nos lleva ante el dilema de
lo activo o lo contemplativo. Nos atrevemos a decir que el camino de la verdad
consiste en identificar lo uno y lo otro, sin negar la excepción, lo extraordina-
rio... Se trata de asumir el patrimonio en su totalidad y como bien activo que
puede contribuir a su propia sustentabilidad, sin que esto signifique privatizarlo
o someterlo al espolio de la especulación y el lucro.
En el orden estrictamente personal, me hallo comprometido con la obra
de restauración de un Centro Histórico, para la cual hace ya bastante tiempo
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dibujamos un esquema de trabajo que nos impuso la renuncia a las cosas
elaboradas o preconcebidas desde arriba. Nos hemos comprometido con un
empeño de desarrollo cultural basado en el compromiso social con la comu-
nidad que habita en la Habana Vieja, pues no podemos ignorar el concepto
latino del papel participativo del pueblo.
Si bien se ha aceptado que el turismo es un fenómeno portador de las
complejidades de la globalización, nos hemos atrevido a levantar las bande-
ras de la singularidad y a conducir el proceso de renovación social y urbano
creando mecanismos de sustentación propios enteramente originales.
Esta autonomía económica, llamémosle así, permite dar continuidad a la
obra de rehabilitación aún en medio de una dificilísima coyuntura económi-
ca; obra que no sólo comprende la recuperación de los edificios, sino que
implica y va dirigida principalmente a los habitantes de la Habana Vieja y de
la ciudad toda.
Las nuevas circunstancias locales, nacionales y mundiales exigen una
mayor eficiencia en el aprovechamiento de los recursos, una mejor organi-
zación dirigida a multiplicar y promover nuevas energías que garanticen la
sostenibilidad de los procesos.
Para alcanzar esta premisa, es necesario desarrollar una estrategia local
fundamentada en la diversidad de la base económica y en la multiplicidad de
Cultura ibérica.
las fuentes de financiamiento Finales S.
que, basadas enIII,funciones
inicios S. II a.C.
compatibles con el
Centro Histórico, sean más independientes de modas y tendencias que pro-
vocan fluctuaciones en el mercado. Ello posibilitaría una recuperación estable
y creciente del patrimonio asentada principalmente en los recursos que, con
una explotación eficiente, el territorio puede producir y atraer hacia sí.
Se requiere potenciar un procedimiento económico-financiero capaz de
negociar ágilmente y bajo las condiciones previstas por el Plan; se requiere
fomentar la recuperación edilicia y urbana, sobre todo de aquellos proyectos
que generen suficiente ganancia como para asegurar una parte de la subven-
ción necesaria al sistema del hábitat.
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Por otra parte, al fin de lograr un eficaz proceso de rehabilitación urbana
–incluido el mantenimiento posterior– es imprescindible una rehabilitación
social y económica de los residentes. La mejoría de las condiciones del hábitat
debe ir indisolublemente unida a una reactivación económica local que posi-
bilite a los vecinos incrementar sus ingresos y disponibilidad de recursos como
base fundamental para su participación en el rescate del Centro Histórico.
Se trata entonces de crear una base económico-social local, autosustentable
en el tiempo, vinculada al carácter cultural del territorio, al rescate de sus
tradiciones y al proceso de recuperación de sus valores con la consiguiente
generación de empleos.
Hallar pues un mecanismo propio que, sin desestimar la cooperación inter-
nacional, nos diese las aportaciones suficientes para la restauración y puesta
en valor de la Habana Vieja, ha sido –y es– nuestra delicada y ardua tarea.
La nación otorgó amplias facultades a nuestra oficina: un alto grado de
autonomía en su gestión, personalidad jurídica, derecho a poseer patrimonio
y a generar e invertir capital para la restauración. Le permitió el cobro de un
impuesto a la gestión de las empresas y entidades públicas y privadas; le cedió
terrenos y edificios en el área delimitada...
A estas iniciativas, que podríamos denominar esenciales, sucedieron otras
como la creación de empresas constructivas cuyos fondos pudieron ser situa-
dos por nuestra propia entidad. Se constituyó un grupo multidisciplinario de
estudio para la redacción de un plan maestro; se pudo realizar el censo de
población y viviendas, y se consideró insdispensable asistir, con igual ímpetu,
al desarrollo social y comunitario.
Nuestra experiencia de abrir los museos a las escuelas de educación pri-
maria rompió con prejuicios francamente elitistas. La creación de aulas en
ellos –las llamadas aulas-museos– significó una revolución cuya consecuencia
inmediata ha sido consagrar el principio de apropiación de los bienes cultura-
les, en primerísimo lugar, para la infancia.
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Hasta hoy hemos tenido resultados alentadores, por lo que seguiremos con
las manos extendidas, haciendo verdad el mandato bíblico de “Pedid y se os
dará”. Pero puedo asegurarles que lucharemos rabiosamente por aumentar
nuestros propios medios, conscientes de que el patrimonio no debe ser una
loza pesada sobre las espaldas de los pueblos pobres. Igualmente, nos nega-
mos a aceptar que –para preservarlo– deba ser vendido o privatizado, arre-
batando no solamente el cuerpo, sino también el alma de nuestras naciones.
EPÍLOGO
Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Hemos logrado salirnos de la trampa y hoy –al establecer no ya una compa-
ración, sino una valoración de la situación por la que atraviesan las ciudades
históricas en Iberoamérica– podemos afirmar que es posible trazar una estra-
tegia capaz de impedir que algo tan amado por nuestros pueblos sucumba
a la vulgarización o pase a ser mera vitrina de curiosidades pintorescas. Entre
ellas, claro está, habría un espacio para nosotros mismos.
Vayamos a la raíz, asumiendo el ancestral proverbio oriental: “El árbol más
grande y frondoso vive de lo que tiene debajo”.
www.cnmh.inah.gob.mx/ponencias/690.html
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Directorio
DIRECTOR GENERAL
ALFONSO DE MARIA Y CAMPOS CASTELLÓ
SECRETARIO TÉCNICO
MIGUEL ÁNGEL ECHEGARAY
SECRETARIO ADMINISTRATIVO
LUIS IGNACIO SAINZ CHÁVEZ
EDITOR
MARIANO FLORES CASTRO
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