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Presentación
Martes 6 de Diciembre de 2005
Instituto de Investigaciones Gino Germani
Facultad de Ciencias Sociales UBA
Buenos Aires: Stella / La Crujía
Este libro reúne conceptos teóricos y datos empíricos necesarios para comprender y
esclarecer la problemática del trabajo infantil en general y en Argentina en
particular, a partir de la revisión de estudios de historia social y de investigaciones
sociológicas.
Según la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, los niños y
adolescentes que trabajan constituyen una categoría de infancia merecedora de
protección especial. No obstante, la sociedad argentina aún mantiene una actitud
ambivalente hacia los niños y adolescentes que trabajan, tanto en el plano de las
ideas, que oscilan entre la tolerancia, la indiferencia y la indignación, como en el
ámbito político.
A partir de lo revistado, las autoras sostienen que debe erradicarse el trabajo infantil
en tanto protección de derechos, pero no proceder a la erradicación de personas en
tanto este acto sería culpabilizar a la víctima. La erradicación del trabajo infantil es
progresiva y requiere políticas. El Estado tiene un rol protagónico en la protección
especial aunque no se excluye a la sociedad civil de su responsabilidad y aún menos
a la fuerza instituyente de los movimientos sociales.
Índice
Presentación
Primera Parte
Los trabajadores infanto-adolescentes en Argentina: situación social, ideas, cultura y
política (1907-1970)
1
3.6. La intervención social del Estado: los dispositivos institucionales y las
primeras leyes de trabajo de mujeres y menores
3.7. Los niños y adolescentes trabajadores en el discurso internacional sobre la
infancia
3.8. Normativa internacional. Convenio sobre la edad mínima de admisión de los
niños al empleo
4. El trabajo infanto-adolescente a mediados del siglo XX
4.1. Trabajo infantil y justicia social
4.2. La Secretaría de Trabajo y Previsión Social
4.3. El decreto 14.538/44: la organización del aprendizaje industrial de los
adolescentes
4.4. Los años posteriores a la caída del peronismo
4.5. El censo de 1970. Un primer diagnóstico sobre el trabajo infantil en la
Argentina. Floreal Forni (1970)
4.6. Dónde trabajaban los niños y adolescentes. Trabajo rural y urbano
4.7. Discurso internacional sobre los niños trabajadores a mediados del siglo XX
4.8. Normativa internacional: el Convenio 138 sobre la edad mínima de admisión
al empleo
Segunda Parte
La situación social de los niños y adolescentes trabajadores, cuestiones en debate y
la nueva regulación socio-jurídica (1970-2000)
1. Introducción
2. El trabajo infanto-adolescente entre 1970 y 1990
2.1. Ley de Contrato de Trabajo 20.744
2.2. Nuevos conceptos sobre los niños y adolescentes trabajadores
2.3. Dimensiones del trabajo infanto-adolescente
2.4. Discurso internacional: la nueva pobreza urbana y los niños y adolescentes
trabajadores
3. Los años '90
3.1. Discurso sobre el trabajo infanto-adolescente
3.2. El mercado de trabajo y el trabajo infanto-adolescente
3.3. La Convención Internacional sobre los Derechos del niño
3.4. La Convención Internacional sobre los Derechos del niño y el trabajo infantil
3.5. Programa Nacional de Acción en Materia de Trabajo Infantil
3.6. El trabajo adolescente en la legislación laboral
3.7. Normativa internacional. El Convenio 182 sobre las peores formas de trabajo
infantil
4. Nuevas formas de intervención social
4.1. Comisión Intersindical contra el Trabajo Infantil
4.2. Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (CONAETI)
5. Conclusiones
Tercera Parte
Estudios y fuentes de información cuantitativa sobre trabajo infanto-adolescente en
la Argentina (1990-2004)
Una mirada cuantificada sobre el "complejo mundo" del trabajo infanto-adolescente
1. Introducción
2
2. Estudios e investigaciones sobre trabajo infanto-adolescente
2.1. Estudios nacionales: descripción de fuentes censales
2.2. Estudios e informes nacionales y locales basados en datos del INDEC y de
SIEMPRO
2.3. Estudios locales
3. Análisis de las fuentes y de la información relevada
3.1. Captación de los niveles de ocupación
3.2. Acuerdos y desacuerdos en la definición del trabajo infantil
4. El complejo mundo de los niños que trabajan (5 a 14 años)
4.1. Cantidad de niños que trabajan en áreas rurales y urbanas
4.2. Cuestiones de género en niños que trabajan
4.3. Edad e ingreso al mercado laboral
4.4. Trabajo infantil y escuela
4.5. Factores que estimulan a niños y adolescentes en su entrada al mercado
laboral. Marcas que deja dicho ingreso
5. El complejo mundo de los adolescentes que trabajan (15 a 18 años)
5.1. Impacto de la edad en la condición de actividad
5.2. Género y condición de actividad
5.3. Tensiones entre educación y trabajo
5.4. Características del mercado de trabajo adolescente
Cuarta Parte
Enfoques cualitativos
Investigaciones académicas sobre los niños y adolescentes que trabajan en la
Argentina (1990-2004)
1. Introducción
2. Aspectos del trabajo infanto-juvenil abordados en las investigaciones y
consideraciones metodológicas
3. El entorno socio-ambiental de los niños y jóvenes trabajadores: familias, viviendas
y barrios
4. El trabajo infantil
4.1. Tipologías construidas en torno al trabajo infanto-juvenil
4.2. Condiciones de trabajo
4.3. Inicio y socialización laboral
4.4. Representaciones de los niños en torno al trabajo
5. Escolarización de la infancia trabajadora
5.1. Trayectoria educativa
5.2. Escolarización: representaciones de padres y docentes
5.3. Representaciones de los niños que trabajan acerca de la escuela
6. La constitución subjetiva de la infancia trabajadora
7. Trabajo infantil y género
8. El futuro en la perspectiva de los niños trabajadores
9. Recomendaciones y propuestas contenidas en las investigaciones
10. Conclusiones
Conclusiones generales
Anexo 1
Anexo 2
3
Bibliografía
4
Artemisa Noticias
www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=65&idnota=1165
El trabajo infantil no es juego
22.12.2005
"Por otra parte -continúa-, existe otra clase de trabajo infantil que no constituye una
afrenta tan 'visible' para el común de la sociedad, como el que se realiza en el
ámbito doméstico, en diversas redes productivas o de servicios, y en el área rural en
temporadas de cosecha. Este trabajo 'invisible' genera entre la población adulta
sentimientos de resignación, aceptación, naturalización, que se traduce en
reflexiones tales como 'el trabajo infantil es una vía de sobreviviencia de los pobres'
o 'el trabajo infantil es una forma de socialización de la población en riesgo".
El libro está organizado en cuatro partes. Las dos primeras "retoman los aspectos
más significativos de la historia del trabajo infantil hallados en el campo de la
historia social y política desde principios del siglo XX".
La tercera toma la "dimensión empírica" del fenómeno. Revisando "tanto las fuentes
productoras de datos como los estudios de tipo estadístico". Y la cuarta intenta "una
aproximación a la perspectiva de los sujetos involucrados en la problemática del
trabajo infanto-juvenil, esto es, los niños y adolescentes mismos y su familia.
5
Los niños y el trabajo. Reconstruyendo la historia del trabajo infantil
durante el siglo XX
(Diálogos de la memoria)
Entrevista a Mariela Macri1 y Myriam Ford
http://www.educared.org.ar/infanciaenred/antesdeayer/index.php?q=node/95
I
¿Qué distinciones pueden realizarse al interior de la categoría “trabajo
infantil”?
M.M. Es una categoría compleja que abarca una serie de realidades. En principio,
podemos hablar de un trabajo infantil “visible”, que es aquél que se vive
socialmente como una afrenta. Se trata del trabajo que ejercen los niños cartoneros,
los niños malabaristas de las esquinas, y se trata además de un trabajo infantil que
es evidente porque habita la calle.
Pero hay también otro espectro del trabajo infantil, que es invisible. Es el trabajo
que los niños hacen puertas adentro, tanto en el ámbito doméstico, como en
pequeños talleres o en instituciones.
Finalmente, está el otro gran campo del trabajo infantil que es el trabajo de tipo
rural. Sobre este último hay muy poca investigación realizada, pues los estudios se
concentran en la parte más visible del trabajo infantil. Pero hoy sabemos que esa
parte es sólo “la punta del iceberg”…
Es habitual, al hablar con maestras jardineras de zonas rurales, quejarse de que los
alumnos no van al jardín porque están cosechando, por ejemplo.
M.F. El relevamiento sobre trabajo infantil rural arroja magros resultados. Apenas se
hacen algunas referencias a los niños que no acuden al jardín de infantes o a la
escuela, como vos mencionás. Pero en lo que se refiere a estudios serios,
sistemáticos, no es posible reconocer allí una línea de trabajo en ningún lado. Sí se
ha enfocado el modo en que las escuelas se flexibilizan y acomodan sus calendarios
escolares como una estrategia orientada a ver de qué forma se mantiene a los
chicos dentro de la escuela. Los tiempos de las cosechas, en efecto, son las épocas
en que los chicos dejan la escuela porque su tiempo es dedicado a esa tarea.
En cuanto al trabajo infantil “visible”, aquél que está presente en cada viaje en
subterráneo, en cada esquina de las grandes ciudades. ¿Cómo se posicionan
1
Mariela Macri es socióloga (UCA); ha obtenido un posgrado en Problemáticas Sociales Infanto-juveniles, del
Centro de Estudios Avanzados de la UBA. Es doctoranda en la Facultad de FF y LL de la UBA y trabaja en su tesis
sobre Adolescencia y Socialización.
Desde 1996 es Investigadora Independiente del IIGG de la UBA, Prof. en la Facultad de Cs. Sociales de dicha
Universidad y de la Facultad de Psicología y Educación de la UCA. En 2003 fue Investigadora Invitada en el
Departamento de Sociología de la Universidad de California, San Diego
6
ustedes ante esa vivencia cotidiana, ahora que han construido una reflexión
sistemática sobre el tema?
M.M. Hay que pensar en el corto y en el largo plazo. La erradicación del trabajo
infantil, por un lado, remite a un hecho social, pero no a la erradicación de un sujeto
social. En el largo, plazo, entonces, es preciso concebir una política que desde
distintos lugares se dedique a que desaparezca el hecho social que constituye el
trabajo infantil. Y en el corto plazo - y creo que a esto apuntaba la pregunta - por
otro lado, hay que atender a esta población de niños reales, y no reprimirlos o
victimizarlos.
A estos niños hay que atenderlos y ayudarlos en el corto plazo, y al trabajo infantil
hay que erradicarlo en el largo plazo mediante políticas adecuadas.
Corto y largo plazo, entonces, remiten a poblaciones diferentes, pues el corto plazo
es el de estos niños, y el largo plazo es el de los que están por venir, y que deberían
ser protegidos para que no lleguen a convertirse en niños trabajadores.
7
Recuerdo, en una reunión de cartoneros de la que tomé parte en una ocasión, que
las mujeres tenían una iniciativa que consistía en una especie de cooperadora, que
a la vez coordinaba un grupo de gente que se ofrecía para cuidar a los chiquitos de
las mujeres cartoneras, para que pudieran salir a cartonear sin los hijos. Y esta era
una iniciativa surgida de esa comunidad. Es decir: hay una necesidad de la familia, y
cuando se trata de los hijos, especialmente cuando son muy chiquitos, es más
proclive a cristalizarse en algún tipo de iniciativa de este tipo.
M.F. Aunque la finalidad de una beca es dar a la familia el dinero que corresponde al
ingreso que podría proveer ese niño en el caso de que trabajara, y así entonces
permitir que es niño no trabaje, muchos niños reciben la beca e igual trabajan. Y
esto abre una discusión acerca de cuánto dinero necesita una familia para sobrevivir
y mandar a los chicos a la escuela.
Y si la beca fuera suficiente para sobrevivir ¿es justo que alguien se contente con
“sobrevivir”?
M.M. Allí sí en parte juega el factor cultural. Está por un lado el diseño de programas
con un buen soporte en lo económico, pero por otro lado está la cuestión de
concientizar acerca de lo que es el trabajo infantil, a la familia y a la sociedad en
general, de modo que la definición de esa situación de límite que conduce a los
adultos a incorporar a los niños al mercado de trabajo, se aleje.
8
La atención que se da hoy al trabajo infantil responde al modelo del programa
focalizado. Los programas que existen se ejecutan con fondos nacionales e
internacionales y que atienden a poblaciones puntuales. Hay incluso programas que
no están destinados a la atención de los propios niños, sino a agentes que se
capacitan, inspectores, etc. Es decir, hay programas que están centralizados en un
plan nacional, otros que se orientan a la erradicación del trabajo infantil urbano y
rural, que están descentralizados al nivel de las jurisdicciones, y reúnen distintas
modalidades de intervención. En algunos casos son becas para estudiantes, en otros
se trata de planes de conformación de bases de datos diagnósticas. Hay una
encuesta nacional que realiza el Ministerio de Trabajo, y cada provincia desarrolla
sus programas también. Lo que tienen en común es que no son políticas
universales, sino focalizadas.
M.F. Todos acuerdan en que lo central para resolver esta cuestión es resolver los
problemas de pobreza y de empleo de las familias. Ese sería el mejor escenario, sin
lugar a dudas. Esto no significa que automáticamente no habría trabajo infantil si no
hubiera pobreza y desempleo, pero para reducir drásticamente esta problemática, y
muy especialmente sus manifestaciones más dramáticas, un prerrequisito básico es
la reducción de los terribles niveles de pobreza y desempleo.
Y aparecen otros factores, también. No puede asignarse una correlación lineal entre
fenómenos tan complejos como el trabajo infantil y la pobreza. Hay vínculos de
menores y adultos, hay elementos del propio mercado de trabajo, hay cuestiones de
9
vivienda, de delito, de violencia cotidiana… Muchas veces el trabajo aparece,
incluso, como una manera de mantener al niño alejado de esos riesgos.
¿Cómo es eso?
M.F. En el caso de los niños que trabajan en el ámbito doméstico, puede ser visto
por su grupo familiar como un mecanismo que contribuye a protegerlos de
potenciales peligros a los que se enfrentarían en la calle: violencia, drogas, etc.)
M.F. No hay una sola forma en que el chico construye subjetividad a partir de estas
vivencias. En un sentido, la heteronomía perdura a pesar de la actividad productiva,
en el sentido de que la imagen que el niño construya de sí mismo tiene que ver
también con la imagen que los demás le devuelven: los adultos, la escuela, los
otros… Si la familia le muestra que lo que está haciendo es positivo porque
contribuye al sostenimiento familiar, lo ayuda, lo contiene y lo valoriza, es probable
que ese niño desarrolle una autoimagen diferente a la de un niño que habita
permanentemente la calle, que recibe agresiones constantes, etc. Como
comenzamos diciendo, el trabajo infantil es heterogéneo.
De todos modos, distinguir entre distintas condiciones en que los chicos trabajan no
implica legitimar ciertas condiciones del trabajo infantil por ser menos “graves” o
más “justificables” que otras. Ningún trabajo infantil es beneficioso para los chicos.
Pareciera que hay allí un dilema, porque si es ilegal el trabajo infantil no puede
regularse, es decir que las acciones que podrían atenuar sus efectos sobre los niños
están limitadas…
M.M. No, por supuesto que el trabajo infantil no debe ser “regulado”. El campo
puede ser dividido desde el punto de vista jurídico según la edad de los niños: los
menores de 14 años no pueden trabajar, de modo que no puede hablarse de
“regular” el trabajo de los menores de 14. Pero sí se puede contabilizar, por
ejemplo. Aunque el censo sólo pregunte la condición de actividad para los mayores
de 14 años, pueden buscarse maneras alternativas de mensurar el fenómeno a los
efectos de conocerlo mejor y contribuir a su erradicación. Luego, para los chicos de
entre 14 y 17 años hay leyes que los protegen y les permiten trabajar bajo
condiciones especiales. Allí se puede pensar en regulaciones, pero en cuanto al
trabajo de menores de 14, es ilegítimo, está prohibido.
También está el problema de que las desigualdades sociales de que son víctimas los
niños de esta franja entre 14 y 18 años, aunque se los esté protegiendo, mediante
estas legislaciones se legitiman. Porque ¿quiénes son estos chicos de 14 años que
trabajan? Son los chicos de menores recursos que no tienen garantías mínimas de
educación y bienestar.
10
M.M. Protección, control, asistencia, y la acción sistemática para que esa situación
se revierta. Luego, y pensando ahora en los adolescentes, en términos del mercado
de trabajo las leyes protegen a los trabajadores registrados. Los adolescentes, sin
embargo, suelen no ser trabajadores registrados, sino que están en el sector
informal, y la ley no llega a ellos. O sea que aún allí, donde hay un marco
regulatorio, éste no es del todo eficaz.
Hoy, por las características del mercado de trabajo, donde abunda el trabajo
informal y se aceptan trabajadores en negro, con menor calificación, con bajas
remuneraciones, y por el hecho de que hay una gran cantidad de la población que
trabaja al margen del circuito formal, el trabajo infantil se ve muy propiciado.
Pensemos que no habría trabajo infantil si no hubiera una demanda. Existen redes
de venta, por ejemplo, que suponen a alguien que fabrica ese producto, los
convoca, acuerda con adultos que los habilitan… en fin, no se puede pensar el
trabajo infantil al margen de las características de la economía y el mercado de
trabajo en general.
II
¿Cuáles serían los grandes ciclos que históricamente ha tenido el trabajo infantil?
Las historias que se han escrito acerca del trabajo infantil como explotación suelen
comenzar con los procesos de industrialización. Vale la aclaración pues es sabido
que hubo trabajo infantil ya en sociedades antiguas, pero allí se revestía de un
carácter más socializador, y se daba en el marco de una dinámica familiar diferente.
11
trabajo se reconfigura, se demanda un nuevo tipo de mano de obra y surge la
necesidad de formar aprendices…
Los años 70’ fueron estudiados por Forni en un estudio para la OIT. En base a datos
del censo de 1970 realiza un análisis del trabajo infantil. En ese período aumenta la
matrícula escolar y descienden un poco las cifras de trabajo infantil, pero hacia el fin
de siglo vuelve a producirse un nuevo cambio en el mercado de trabajo, que se
precariza, se agiganta el sector informal, y esto tiene nuevamente consecuencias
sobre los trabajadores infantiles, que son los que toleran cualquier tipo de condición
laboral.
Una tendencia que puede señalarse a lo largo de todo el siglo es a que la edad de lo
que se consideraba trabajo infantil fue elevándose cada vez más. Actualmente se
considera trabajo infantil al de los menores de 14 años, pero no siempre fue así…
¿Cuáles son los nuevos problemas o las nuevas soluciones dentro de este campo?
Si, cuando nosotros hicimos este trabajo, lo que hicimos fue procesar las
investigaciones que otros autores han hecho acerca del trabajo infantil. Nos
propusimos historizar la producción acerca del tema. Y desde allí podemos decir que
no hay investigación sobre la relación entre el trabajo infantil y las guarderías
comunitarias, la amplia gama informal de la educación infantil, etc. ¿Qué relación
hay entre la oferta de educación infantil y el trabajo de los chiquitos? No lo
12
sabemos. La investigación ha estado centrada en la experiencia de los propios
actores. O se ha tomado el tema al revés: ¿qué pasa con la deserción escolar y
cuánto la propicia el trabajo infantil? O bien ¿Cómo puede contribuir la escuela a
ayudar a los niños que trabajan?. Pero se carece de investigación que relacione las
peores formas del trabajo infantil - esto es, en parte, el de los más pequeños – y las
formas de escuela que existen para esa población. Sería bueno que aparecieran
investigaciones que apuntaran a responder esas preguntas.
III
¿Y cómo se imaginan el futuro?
M.M. Tiene que llegar un momento en que la sociedad tome conciencia acerca de
estas cuestiones ¿Cuánto tiempo le lleva a una sociedad entender, madurar, crearse
conciencia acerca de la profunda incongruencia del trabajo infantil? Es difícil
vislumbrar líneas concretas, pero es necesario pensar el futuro porque de otro modo
se entra en un pesimismo que paraliza. Se pueden implementar políticas, y los
espacios de esas políticas deben ser la familia y la escuela. Pero también tiene que
ver con lo que le pasa a los adultos. Un chico que no conoce el mercado de trabajo
formal, que no ha ido a la escuela, que no ha visto trabajar a sus padres: ¿cómo va a
socializar a sus propios hijos?
A veces cuesta pensar de ese modo, pero es algo que a los educadores no importa
especialmente, es decir: pensar que estamos trabajando para las próximas
generaciones, que los tiempos del cambio social a que nuestras prácticas puedan
contribuir son largos, nos exceden a nosotros mismos.
M.M. Claro, y diría además que hay que tener una mirada aguda capaz de hacer
diagnósticos inteligentes. Los cambios lentos a los que te referís, últimamente
muestran una dirección descendente en cuanto a movilidad social y procesos
sociales. Hay que saber ver eso para poder revertirlo.
Uno de los puntos de nuestro trabajo se centró en las perspectivas de los chicos
trabajadores respecto de su futuro. Y encontramos que a pesar de los terribles
contextos y condiciones de vida, muchas de las representaciones acerca de las
instituciones sociales de estos niños y sus familias conservaban una dosis de
optimismo. Y eso da esperanzas, porque si al menos se conserva la idea, el
horizonte, tenemos posibilidades de salir adelante. El día que no quede ya ni
siquiera eso, será terrible. Hay que sostener al menos un imaginario. La pregunta es
¿por cuántas generaciones puede sostenerse ese imaginario?
M.F. Me pareció interesante el planteo de los propios chicos trabajadores, cómo ellos
ven su propio trabajo como algo naturalizado, y no critican el hecho de tener que
trabajar. Su visión crítica, en cambio, comienza a crecer conforme perciben los
riesgos. Cuanto mayor es su percepción de los riesgos a los que están expuestos por
el hecho de trabajar mayor es su toma de conciencia, su mirada crítica sobre la
actividad que realizan.
Otro aspecto interesante del costado escolar del problema del trabajo infantil es el
tema de los contextos institucionales. Los hay que toman en cuenta el hecho de
estar atendiendo a públicos de niños entre los que se cuentan niños que trabajan, y
13
los hay que no lo tienen en cuenta. Las situaciones del trabajo infantil suelen ser
silenciadas en la escuela, y sólo aparecen a partir de los testimonios de los propios
chicos. Los docentes claramente tienden a tener muy bajas expectativas respecto
del rendimiento de estos niños como alumnos, y mediante los procesos tan
conocidos de la “profecía auto-cumplida”, esto deriva en una suerte de
inmovilización.
Los padres de estos niños, en general se ven impedidos de asistir y ayudar a sus
hijos con las tareas escolares, con lo que la experiencia escolar de estos niños se ve
doblemente dificultada, pues tanto del lado de la escuela como de la familia no
reciben la ayuda necesaria.
En algunos de los trabajos que relevamos aparecía una tendencia de aquellos niños
trabajadores que se desempeñaban en un contexto relativamente protegido,
acompañados de un adulto, en espacios cerrados, etc. a valorar los aprendizajes de
la escuela que pueden servirles para su trabajo. Los chicos que trabajan en la calle,
en cambio, parecen tomar de la escuela el aspecto más lúdico, y esa posibilidad de
jugar que la escuela posibilita. En ese sentido el jardín de infantes sería provechoso,
pero sólo podemos suponerlo, pues en este campo, del jardín nadie se ha ocupado.
No hay investigaciones acerca del trabajo infantil en relación al jardín de infantes. Y
vale destacar esta ausencia, pues queda abierta la invitación para aquellos lectores
de este diálogo que se dediquen a la investigación, a promover esas líneas de
trabajo.
***
14
de Estudios del Control Social), y otros centros de investigación como CEIL, CENEP,
IICE – FFYL UBA, con otros institutos y universidades nacionales y extranjeras.
****
Historia y actualidad del trabajo infantil en la Argentina: Acontecimiento y
proceso
Por: Mariela Macri2, Myriam Ford y Carolina Berliner
Instituto Gino Germani-Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos Aires
mmacri@2vias.com.ar
Una revisión histórica de la intervención social del Estado a través de las normas
socio-jurídicas y de las políticas de atención a la infancia, así como el estudio de la
perspectiva y situación de los niños trabajadores y sus familias permite conjeturar
sobre las fisuras que se producen entre los discursos oficiales sobre la urgente
necesidad de erradicación del trabajo infantil y las prácticas sociales. En efecto las
acciones oficiales destinadas a la erradicación del trabajo infantil han evidenciado
debilidades en cuanto a su efectividad en la solución de una problemática compleja.
2
Mariela Macri, es Lic. en Sociología, doctoranda en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires, Profesora e Investigadora en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA Myriam Ford y Carolina Berliner son
Licenciadas en Sociología y se desempeñan como investigadoras de apoyo en el Grupo de Estudios sobre Infancia,
adolescencia y Juventud del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires.
3
Por razones de espacio editorial presentaremos aquí una apretada síntesis de una serie de trabajos que venimos
realizando desde 1989 en el Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires. Para ampliar véase bibliografía, Macri, M., 1996, 2002 y Macri, M et al (2005).
15
hasta los 14 años que rige en la actualidad y Argentina ha ratificado los convenios
internacionales (OIT 138 y 182).
Hoy podemos decir, a más de un siglo del comienzo de la legislación, que el trabajo
infantil ha aumentado en su desprotección e ilegalidad. El trabajo infantil urbano se
desarrolló al calor de los cambios operados en el mercado de trabajo. Así pasó de
ser un trabajo desempeñado por los hijos de los migrantes de ultramar en pequeños
talleres y fábricas a principios de siglo XX, hasta llegar a su forma actual, el trabajo
callejero y en el sector de los servicios y vinculado al proceso de desindustrialización
y crecimiento del sector informal urbano de subsistencia iniciado en nuestro país en
la década de l980.
4
Véase Artículo Nº 189 Título VIII de la Ley de Contrato de Trabajo 20744 y Artículo 107 cap. V de la Ley 22.248
sobre el Trabajo Rural.
16
CNP 2001 Sin inf.
0 / 14
Censo Nacional Agropecuario 2002
15/ 39
0/9
Las heterogéneas formas que tienen los estudios de EPH Mayo/ Oct. 10 / 14
15 / 19
definir el trabajo infantil hacen que a la hora de
operacionalizar el fenómeno, se releven muy MMS (2004) 6 / 14
distintas franjas etarias y actividades. Inf. Infancia y Cond. de Vida (1995) 10 / 14
17
A partir de lo señalado y para comprender el fenómeno en toda su magnitud, se
impone deconstruir la trama social e identificar los diversos actores (productores de
datos, empleadores, legisladores, familias) y contextos sociales (aumento de la
pobreza, desempleo adulto, etc.) cuya articulación contribuye a producir y
reproducir una situación que da cuenta de procesos profundos de segmentación
social.
Estudios estadísticos
INDEC/ UNICEF. (2003) Elaboración de equipo técnico Dirección de Estadísticas
Sectoriales sobre base Martín Moreno (consultor UNICEF) Situación de los Niños y
Adolescentes en la Argentina 1990/2001. Buenos Aires. INDEC (2003) Censo
18
Nacional Agropecuario 2002. Serie 1, Resultados Generales No. 1.1.
Publicaciones editadas por INDEC para centro estadístico de servicios
SIEMPRO. (1997) Informe No. 1. Resultados definitivos del nivel nacional. Encuesta
de Desarrollo Social y Condiciones de Vida 1997.
SIEMPRO. (2000) Informe No. 3. La situación de la infancia. Análisis de los últimos
diez años. Encuesta de Desarrollo Social y Condiciones de Vida 1997.
SIEMPRO. (2001) Informe No. 5. Juventud: educación y trabajo. Encuesta de
Desarrollo Social y Condiciones de Vida 1997.
Enlaces
Revistas
Revista Iberoamericana de Educación. OEI
Estados de la Educación (CIPPEC)
International Education Journal
The Journal for Critical Education Policy Studies
Curriculo sem fronteiras
Centros de Investigación
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
Sistemas de información de tendendencias educativas en América Latina (SITEAL)
Observatorio de Adolescentes y Jóvenes
Organismos
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología
Consejo de los derechos de Niñas, Niños, Adolescentes y Jóvenes
Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y familia
Defensoría del pueblo de la Ciudad de Buenos Aires
Dirección Nacional de la Juventud
Ministerio de Desarrollo Humano de la Provincia de Buenos Aires
Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación
SIEMPRO
CONAETI
Organismos internacionales
Unicef- Argentina
ANDI
ECPAT
Corporación opción por los derechos de la Infancia y la Adolescencia (Chile)
CRIN - Red de información sobre los Derechos del Niño
Gurises Unidos (Uruguay)
Instituto Interamericano del Niño
Red por los Derechos de la Infancia (México)
Movimiento Mundial en favor de la Infancia
Otros
Antes de Ayer. Universidad Torcuato Di Tella
Asociación para los derechos de la Infancia
Centro de atención integral de la niñez y adolescencia de la Ciudad de Buenos Aires (CAINA)
Colectivo de derechos de Infancia y Adolescencia de Argentina
Comité argentino de seguimiento y aplicación de la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño (CASACIDN)
SERPAJ
Fundación Ebert
Pelota de Trapo
Secretaría Internacional de las Ciudades Amigas del Niño
Web Joven
Periodismo Social
19
“Empequeñecimientos, aprisionamientos y atrapamientos de la infancia”.
(Aportes de la memoria)
Por Carolina Berliner
Introducción
Por otro lado, pensamos que leer e interpretar teoría requiere poner en relieve la
información que aporta y relacionarla con otros conocimientos, con otros
documentos, con otras fuentes, para así establecer qué es lo que ella nos muestra o
en ella se refleja; por lo tanto hemos recurrido a fragmentos de la obra de
Gombrowicz, Fredydurke a través de los cuales intentaremos ejemplificar relaciones
teóricas abstractas.
El empequeñecimiento
Para iniciar el recorrido de esta reflexión partimos del texto Economía y Sociedad de
Weber y de su planteo acerca de lo que debe entenderse por dominación, para
luego establecer su relación de dicho concepto, con la infancia durante el período de
la modernidad. Weber define la dominación como “(...) la probabilidad de encontrar
obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos (o para toda
clase de mandatos). (...) no es, por tanto, toda especie de probabilidad de ejercer
“poder” o influjo sobre otros hombres sino que un determinado mínimo de voluntad
de obediencia, o sea de interés (externo o interno) en obedecer, es esencial en toda
relación auténtica de autoridad.” (Weber, 1984: 170).
El autor también nos aclara que, “toda dominación sobre una pluralidad de hombres
requiere de un modo normal (...) y un cuadro administrativo; es decir la
probabilidad, en la que se puede confiar, de que se dará una actividad, dirigida a la
ejecución de sus ordenaciones y mandatos concretos, por parte de un grupo de
hombres cuya obediencia se espera.” (Weber, 1984: 170). En cuanto a la finalidad
de toda dominación, concluye: “todas [las experiencias de dominación] procuran
despertar y fomentar la creencia de su legitimidad. Según sea la clase de
legitimidad pretendida es fundamentalmente diferente tanto el tipo de obediencia,
como el cuadro administrativo destinado a garantizarla, como el carácter que toma
el ejercicio de la dominación y también sus efectos.” (Weber, 1984:170).
A partir de todas estas afirmaciones vemos que, para Weber, una relación de
dominación requiere de tres componentes fundamentales:
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1) una voluntad de obediencia o pacto para obedecer reglas impersonales,
abstractas estatuidas intencionalmente,
2) un cuadro administrativo, cuya actividad estará dirigida a la ejecución de los
mandatos y para lo que se requiere de una formación profesional y
competencia personal y
3) la creencia en la legitimidad o validez de la autoridad.
Asimetría de poder con respecto al adulto, que debe proteger y amar a este niño
que ocupa ahora el lugar de objeto del amor maternal. Siguiendo con este
razonamiento, podemos inferir que si el otro es chico y ocupa el lugar del no saber
necesita del adulto que lo proteja y le enseñe, por lo tanto la ley del niño pasa a
depender de la ley de los adultos que tienen ley propia.
21
Es en este sentido que la infancia constituye una verdadera relación de dominación
al estilo weberiano del término, donde el niño, sujeto heterónomo a proteger y a
amar, pasa a ser legítimamente aquel escolar que debe apropiarse de la cultura en
las condiciones normalizadas para tal efecto, y prescriptas por la producción
discursiva de la pedagogía, que a su vez explicará la circulación de saberes en las
instituciones escolares, y que dará a luz una infancia deseada y una sociedad
“positiva”.
“La maestra rigidez del maestro me aplastaba. Pero él seguía leyendo como
maestro y asimilaba mis espontáneos escritos con su personalidad de típico
maestro, acercando el papel a los ojos... ¡Era imposible! Él estaba sentado con
razón, ya que leía, mientras que yo estaba sentado sin razón ninguna, sin sentido.
Hice un esfuerzo convulsivo para levantarme, más en el mismo momento él me miró
por debajo de sus anteojos con gran indulgencia, y de pronto... me achiqué, mis
piernas se transformaron en piernecitas, mis manos en manecitas, mi nariz en
naricita, mi obra en obrita y mi cuerpo en cuerpecito... mientras que él se
agigantaba y permanecía sentado, contemplando y asimilando mis carillas in
saecula saeculorum, amén... y sentado.”
El aprisionamiento
Las prácticas discursivas están articuladas con otras cuya naturaleza es muy
diferente, las prácticas no discursivas, ambas pertenecen a la realidad, a lo social, y
aunque no sean ni pretendan ser la realidad misma nos referiremos a ellas durante
este período histórico de la sociedad disciplinaria para tratar de describirlo y para
intentar comprenderlo (Chartier, 1996).
22
normalizadas por la pedagogía. La institución escolar se convierte así en el
dispositivo que la modernidad ha construido para encerrar topológica y
discursivamente a la niñez.
El nuevo atrapamiento
En el siglo XIX se hizo cargo de la vida algo nuevo, que si bien no excluyó la técnica
disciplinaria propiamente dicha, la modificó y la utilizó, instalándose como
tecnología no disciplinaria del poder. En este punto trataremos de hacer un ejercicio
genealógico que nos ayude a articular las luchas con la memoria, para dar cuenta
de cómo las tecnologías del poder fueron variando tanto a nivel macro como en la
microfísica del ejercicio del mismo. Si en la teoría clásica el derecho de la vida y de
la muerte era un atributo del soberano que podía “hacer morir o dejar vivir”; en el
siglo XIX el nuevo derecho modificará el anterior y el atributo será el “poder de
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hacer vivir o dejar morir”. La tecnología disciplinaria del poder ya no se apropia del
hombre-cuerpo sino del hombre viviente, ve a la masa global, trabaja con la
población como problema científico, político, biológico y de poder. Se trata de
fenómenos colectivos a nivel de la masa, que se dan en la duración y son en serie,
el objetivo será entonces instaurar mecanismos de seguridad en lo que pueda haber
de aleatorio en las poblaciones. La muerte aparece no solo como asesinato directo
sino en la “exposición”, exponer la muerte es multiplicar el mismo riesgo de muerte
con la muerte política, la exclusión (Foucault, 1992).
En esta experiencia histórica vemos emerger nuevas relaciones que no sólo ponen
de relieve la simetrización o indiferenciación de lugares sino también de personas, y
con ellas, la pérdida de toda referencia en la que anclar.
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capacitación, pero como dice Antelo “capacitar no es educar. Capacitar es la pura
presencia del presente y la diabólica maniobra de olvidar lo sucesivo”, la política
neoliberal crea así excluidos y desheredados (1997).
Bibliografía
ANTELO, E. (1997) La operación pedagógica, en Cuadernos de Pedagogía. Año 1 Nº
2.
BAQUERO, R y NARODOWSKI, M. (1990) Normalidad y normatividad en pedagogía,
en Alternativas Año IV, Nº 6.
CHARTIER, R. (1996) Escribir la prácticas. Foucault, de Certeau, Marin. Argentina:
Manantial.
DELEUZE, G. (2001) “Post Scriptum” en Revista Fractal, en: www.fractal.com.mx
DUSCHATZKY, S y Corea, C. (2002) Chicos en banda. Los caminos de la subjetividad
en el declive de las instituciones. Buenos Aires: Paidós.
GROMBROWICZ, W. (2004) Fredydurke. Argentina: Seix Barral.
FOUCAULT, M. (1985) El discurso del poder. Argentina: Folios
________. (1976) Vigilar y castigar. México: Siglo Veintiuno.
NARODOWSKI, M. (1995) Infancia y Poder. La conformación de la pedagogía
moderna. Buenos Aires: Aique.
SARTORI, G. (1998) Homo videns. La sociedad teledirigida. Buenos Aires: Taurus.
WEBER, M. (1984) Economía y Sociedad. México: Fondo de Cultura Económica.
Notas
Grombrowicz, 2004.
Narodowski, apuntes Seminario Sociedad, Política y Educación. (2005).
(Grombrowicz, 2004).
(Grombrowicz, 2004).
Del griego, proceso de formación del adolescente.
Narodowski, apuntes Seminario Sociedad, Política y Educación 2005.
En la sociedad actual, llamada posmoderna por diversos autores que son aquí
relevados, la infancia se reconfigura - incluso, más radicalmente, se pone en duda
su existencia -. En el camino hacia esos puntos de fuga que se describen desde
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distintas categorías, se van encontrando matices varios, posibilidades infinitas de
“ser o no ser infante”.
Introducción
Desde esta mirada, la institución escolar supone y demanda – sin que ello haya sido
cuestionado durante siglos - masas homogéneas de niños capaces de ser
distribuidos, de acuerdo a su edad y a los conocimientos alcanzados, en un espacio
diseñado para modelarlos y constituirlos en sujetos dóciles.
Estos supuesto duros que hacen del dispositivo escolar su “razón de ser”, sin
embargo, comienzan a perder legitimidad en nuestros días.
En la sociedad actual, llamada posmoderna por diversos autores que serán aquí
someramente relevados, la infancia se reconfigura - aunque también, más
radicalmente, se pone en duda su existencia -. Y en el camino hacia esos puntos de
fuga que se han dado en denominar como infancias hiperrealizadas y
desrealizadas[1], se van encontrando matices varios, posibilidades infinitas de “ser
o no ser infante”.
Es por ello que resulta pertinente, a los fines del trabajo que aquí se propone,
interpelar estos supuestos, relevar la construcción histórica del concepto infancia,
para centrarse luego en las reconfiguraciones posmodernas del mismo, intentando
dar cuenta del modo particular en que estas construyen infinitas individualidades
que confluyen en un dispositivo escolar anquilosado en pilares edificados varios
siglos atrás.
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La construcción de un sentimiento particular hacia el niño en su condición de infante
ha sido larga y gradual. Durante mucho tiempo una vestimenta o juegos destinados
particularmente a los niños fueron algo no pensado por la sociedad. Tal como
afirman los clásicos estudios de Ariès, recién a mediados del siglo XVII comenzó a
operar otro tipo de sensibilidad hacia la infancia, denominado por él sentimiento
bifronte: de un lado, solicitud y ternura, y del otro, también solicitud pero con
severidad; en otras palabras, la educación[3]. Este sentimiento, que supo tener más
peso en algunos momentos en la ternura, en otros en la severidad, llega a nuestros
días, como se dará cuenta en sucesivos apartados, con nuevos matices.
Comprender las variaciones a lo largo de esta dimensión es, entonces, esencial para
comprender el sentido histórico de “lo infantil”.
El individuo no deja de pasar de un espacio cerrado a otro, cada uno con sus leyes:
la familia en primer lugar, luego la escuela (expresa con elocuencia esa transición la
habitual y ya estereotípica expresión de las maestras: “acá ya no estás en tu casa”),
después el cuartel (“acá ya no estás en la escuela”), después la fábrica, de tanto en
tanto el hospital, y eventualmente la prisión, que es el lugar de encierro por
excelencia[4].
Entre los tantos supuestos sobre los que descansa la institución escolar moderna se
encuentra el que parte de considerar a la infancia que encierra como masas
homogéneas de niños. Aquellos que “no dan” con el alumno deseado encuentran su
encierro en otras instituciones (cárceles, hospicios, reformatorios, etc.). Aquellos
que son definidos como “normales”, por su parte, son divididos y clasificados según
sus edades. A cada edad corresponden determinados saberes, experiencias y
aprendizajes[9].
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ideales, ante las cuales la pedagogía continúa buscando categorías con las cuales
significar estos nuevos actores, desde esos viejos dispositivos.
"Los humanos, o al menos los humanos del último período, parecían suscribir con
gran facilidad cualquier nuevo proyecto, con cierta independencia con respecto al
movimiento propuesto; a sus ojos, el cambio en sí era un valor"
Houellebecq (2005)
La crisis de los grandes relatos modernos son considerados por diversos filósofos,
sociólogos, comunicadores, pedagogos, como el indicio de una cultura que está en
el borde de su reconfiguración, en su punto culminante o que, sin más, ha
desaparecido (“segunda modernidad”, “sobremodernidad”, “alta modernidad”,
“modernidad líquida”, “posmodernidad”, “fin de la historia”, y siguen…).
Los sentidos únicos y las dicotomías modernas, como lo indica Huyssen (2002) en su
análisis respecto a la cultura y las artes, se desmiembran en la posmodernidad cuyo
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significado, siguiendo a Hargreaves (1996) no es algo que esté dado, sino que hay
que discutirlo y construirlo. La posmodernidad puede, como ya fue señalado, no
implicar la obsolescencia de la modernidad, pero sí permitir arrojar luz sobre sus
dispositivos y hacerlos funcionar con otras claves que seguramente desestimaran
las viejas ilusiones heroicas.
¿Qué ocurre entonces con los niños y niñas que son atravesados por esta cultura de
cambios continuos, de nuevas relaciones, de inquietantes lógicas? Como señala
Narodowski “son sólo aquellos procesados en esos cambios los que tienen mayor
capacidad de operar en ella, es decir, los niños y los jóvenes” (2004: 113). Estamos
entonces ante nuevas infancias procesadas massmediáticamente en un mundo de
consumo que plantea y somete a nuevas reglas, donde la instrucción puede estar en
un cybercafé, en un McDonald´s, en el shopping, en las estaciones de trenes[14].
¿Por qué considerar que “los jóvenes vegetan” en un lugar que fue creado para
ellos? Se torna evidente que la escuela moderna ya no encierra la diversificación
atomística de infancias que la posmodernidad trae a la luz.
Infancias en fuga
Las nuevas estructuras posmodernas provocan la fuga de la infancia hacia dos polos
conceptualizados por Narodowski (1999; 2004)como infancia hiperrealizada, e
infancia desrealizada. La infancia hiperrealizada es aquella que no espera, que es
procesada a los ritmos vertiginosos de la cultura massmediática. Esto la conduce a
comprender y manejar mejor las tecnologías dado que crece en ellas, se realiza en
ellas. Son niños y niñas que no generan en los adultos cariño o protección (como la
infancia moderna), y que no requieren de éstos para acceder a la información.
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¿Son estos últimos chicos unplugged? La masividad de los cybercafés lo cuestionan
sin que deje de inquietar la idea de la falta de construcción, de mediación entre la
herramienta y el sujeto. Es una infancia desenchufada, pero de la escuela, que no
logra retenerlos y, cuando lo logra, no sabe muy bien qué hacer con ellos.
Estas infancias exponen que “a la escuela del siglo XVII (ésa que está a la vuelta de
nuestras casas) le cuesta una enormidad brindar respuestas a estas nuevas,
indeterminables y tal vez infinitas infancias”[19]. El niño convertido en alumno, al
menos la imagen configurada de él en términos modernos, no coincide con estos
polos de fuga. En las escuelas y en las calles rondan sujetos no pensados por la
pedagogía, sujetos que ven en la escuela un no lugar, una estructura vacía cuyos
pilares se desmoronan.
Entre estos dos polos se encuentran gran parte de las infancias, escolarizadas, que
construyen día a día aquellos sentidos perdidos para su estar en la escuela, tal
como es afirmado por Narodowski, y Brailovsky (2006) permanecen sin tener en
claro por qué, en algunos casos sin cuestionárselo, en otros tratando de “no
vegetar”.
Ilusiones en fuga
Hace tiempo Durkheim sostuvo que “para que haya educación, es necesaria la
presencia de una generación de adultos y una generación de jóvenes, así como una
acción ejercida por los primeros sobre los segundos” (1996: 49), implicando esto
una asimetría entre adultos y niños, entre saber y no saber, mediada por una acción
pedagógica.
La complejidad actual ocasiona que estas preguntas permanezcan abiertas, aun sin
respuestas concluyentes. Entre tanto, los sistemas y las estructuras del pasado /
presente permanecen intactos incapaces de interpelarse ante estos nuevos sujetos,
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ante las nuevas infancias que, al mismo tiempo, día tras día, vegetan, caen, o son
dejadas caer, del sistema educativo argentino.
Referencias
Bibliografía
31
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Corrientes del pensamiento y tradiciones intelectuales desde la ilustración hasta la
posmodernidad, Eudeba, Buenos Aires.
Duek, C. (2006) “Infancia, Fast food y consumo (o cómo ser niño en el mundo
Mcdonald´s) en Carli, S. (Comp.) La cuestión de la infancia. Entre la escuela, la calle
y el shopping, Paidós, Buenos Aires.
Gélis, J. (1984) “La individuación del niño” en Ariès P.y Duby, G. Historia de la vida
Privada, Taurus, Barcelona, Tomo 4.
32
Narodowski, M. (1994) Infancia y Poder. La conformación de la pedagogía moderna,
Aique, Buenos Aires.
33