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De Roberto Esposito en esta biblioteca Bios. Biopoitics y losofa Communites. Origen y destino de la comunidad ‘Torera persona, Palit de lav y fleofa de lo impersonal Immunitas Proteccion y negacién de la vida Roberto Esposito Amorrortu editores Buenos Aires - Madrid Colesie Mtcionee Tnmanitn Pesion nogason dla it, RabuteBspaito © Giala Binaud ator, Tin, 2002 ‘Tadudn:Lisnne Padilla Lee Primers isin en cassllano, 205: primera relmpesin, 2009 ‘Tad or derek dol isin en carlin reorvados por ‘Anieet stares ©, Paraguay 1225, 7 pan C1O97AAS Duos Ales [Smorrrtnefitorae Espaa Sle ~CiLpet de Hoyos 15, 3" anurda ‘208 Made veo amereriueiore.anh La reprohocin otal parcial de stoi en formainte omens por cvlqiior moll mecine,eletrnis otf, ined tae opin grobucen digtaliesi oualeier sina Je loonie y Ieeuracin de infra nasutriznda pr ls toes, ola dere ‘hon nerve ‘uo heck ol dpista que povione fey a" 11.128, Industea argent. Made in Argentine ISHN 978.000 5187174 ISBN S06-188959, Tn, oir orignal Bepoit Ratera Tnmnita: Protea ynegnion Ja ida «1p ‘Baenar Aire : Amore, 2008, "28 pi Bdsm Aacones) “Trades de: Lacan Padilla Lips ISBN ore.9s0.8 0174 1. Pilla moderna Padilla Lge, Lair, dH. Te Gop 198, impo en le Talees Grins Calae Bf, Pao 18, Avellaneda, provine ‘de Beno ites, om sviesbre de 2008 ‘uaa de st den: 1.500 gomplares Indice general 35 36 5 15 125 134 M7 160 160 Introduecién 1 Apropiaeion 1. Derecho propio 2, Violencia a la violencia 3, Sangre doble 4, La intmunizaci6a juridiea 2. El katékhon L.wSacer» y «sanctus» 2. El freno 8. Teologga politica 4. Teodicea 3. Compensatio 1 Antropologia inmunitaria 2. Produetividad de lo negativo 3. El riesgo de la comunidad 4, Potencia del vacio 4. Biopolitica 1 Incorporaciones ar 181 192, 205 215 234 2. El phdrmakon 3. eZellenstaat> 4, El gobierno de la vida 5. Elimplante 1. Biofilosoffas de la inmunidad 2. Juegos de guerra, 3. Laderrota 4, Inmunidad comin Introduccién, Un dia cualquiera de los tltimos aos, los diarios publicaron, acaso en las mismas paginas, noticias aparentamente heterogéneas. {Qué tienen en comin, fenémenos como la lucha contra un nuevo brote epi- démico, la oposicién al pedido de extradicién de un je- fe de ostado extranjero acusado de violaciones a los derechos humanos, el refuerzo cle las barreras contra, Ja inmigracién clandestina y las estrategias para neu- tralizar el tltimo virus informatica? Nada, mientras se los lea en el interior de sus respectivos dmbitos separados: medicina, derecho, politica social y tecno- logia informatica. Sin embargo, las cosas son distin- tas si se los refiere a una categoria interpretativa que halla Ia propia especificidad justamente en la eapaci- dad de cortar transversalmente esos lenguajes par- ticulares, refiriéndolos a un mismo horizonte de sen- tide. Como ya se pone de manifiesto desde el titulo de este ensayo, he identificado tal categoria con la de «in- munizaciém. Volveré de modo mas articulado sobre su fuente semintica y su mecanismo de funciona- miento pocas paginas més adelante. Pero ya en un ni- vel puramente fenomenolégien de discurso se puede rastrear un primer perfil suyo con una evidente ana- logia: a pesar de su falta de homogeneidad Iéxiea, to- dos los acontecimientos antes citados pueden enten- derse como una respuesta de proteccién ante un peli- gro, Ya se trate de la explosién de una nueva enferme- dad infecciosa, de la impugnacién de prerrogativas ju- rridicas consolidadas, de Ia repentina intensificacién del flujo migratorio o de las maniobras sobre las gran- des sistemas de comunieacién —por no hablar de un ataque terrorista—, lo que se presenta es, no obstan- te, la ruptura de un equilibrio anterior y, por ende, la cexigencia de su restitucién, Sin embargo, hasta aqui todavia estamos en una formulacién vaga de la categoria en cuestién, que no obstante adquiere una connotacién mas peculiar cuando de la referencia una situacién indetermina- da de peligro se pasa a individualizar su configura- ‘ign especifica: se muestra de modo evidente que en. ‘cada uno de los casos citados tiene los rasgos de 1a intrusién, Ya sea el asediado el cuerpo de un indi ‘duo, por una enfermedad propagada; el cuerpo polit co, por una intromisién violenta; o el cuerpo electréni- co, por parte de un mensaje aberrante, lo que perma- rece invariado es el lugar en el cual se sittia Ia ame- raza, que es siempre el dela frontera entre el interior y el exterior, lo propio y lo extraiio, lo individual y lo comin, Alguien o algo penetra en un cuerpo —indivi- dual ocolective— ylo altera, lo transforma, lo corrom- pe. El término que mejor se presta a representar esta ‘meednica disolutiva —justamente por su polivalencia ‘semaintiea, que lo ubica en el cruce entre los lengugjes de la biologia, el derecho, la politica y la comunica- ‘cidn— es «contagio». Lo que antes era sano, seguro, idéntico a si mismo, ahora est expuesto a una conta- zminacién que lo pone en riesgo de sor devastado. Bs natural que una amenaza de este tipo sea constitu: tivamente inherente a toda forma de vida individual, asi como a todo tipo de asociacién humana. Pero Io que confiere una especial importancia a la exigencia do inmunizacién—¢ inclusive hace de ella el eje de ro- tacién simbélico y material de nuestros sistemas so- ciales— es el cardcter, a la vex de aceleracidn y de ge- neralizacién, que asumié desde hace un tiempo esa deriva contagiosa, Cuando se calcula el ntimero de muertos de sida en Africa en més de dos millones por 10 afio, con una mortalidad prevista equivalente a un ceuarto de su poblacién total; 0 cuando en los passes ‘europeos se calcula en deeenas de millones de perso- nas el potencial de inmigracién desde los territorios del Tercer Mundo en vertiginoso crecimiento demo- ‘grafico, se capta tan sélo el dato macroscépico de un fenémeno mucho mas eapilar y estratificado. Lo que hoy asusta no es la contaminacién en cuanto tal —se Ja considera inevitable desde hace tiempo—, sino st ramificacién descontrolada e incontenible por todos Jos ganglios produetivos de la vida. 2. Tomemos el caso, aparentemente marginal, de Ins computadoras. Comparados con los primeros vi- rus, transmitidos a través de diskettes, los que se in- troducen mediante correos electrinicos tienen un po- der de difasién no sélo enormemente mas rapido, si- no, en poteneia,ilimitado, al ser praeticamente coex- tensivos con el espacio alcanzado por Internet: basta, por ejemplo, con que e! usuario abra el archivo infec- tado para que al instante se multiplique ex todos los destinatarios de su libreta de direeciones, destinados, 4 su vor, en progresién exponencial, a reenviarlo, Si se piensa que eada dia se descubren eerea de treinta nuevos tipos de virus, se comprende el motivo de las enormes cifras asignadas por los gobiernos (en los BS- tados Unidos, cuatro veces superior @ los recursos de Ja lucha contra el sida) al ajuste de los programas an- tivirus eapaces de hacerles frente. Si bien a primera vista este acercamiento puede parecer arbitrario, la controversia juridica sobre la in- munidad de algunos personajes politicos presenta una fenomenologia de estructura angloga. La cues- tion debe ser contemplada desde el dagulo de la rela- cién entre el derecho que rige dentro de cada estado —on todas las prerrogativas que implica, no sélo pa- a los miembros de! parlamento, sino también para aT Jos del gobierno y para los diplomticas— y la nueva, forma de justicia internacional que hoy se esti confi- gurando, Resulta evidente que —como para toda otra ‘maodalidad de quiebre de fronteras— cada vez que un Jjuez pide la extradicién de un sujeto juridico extranje- ro con fueros de inmunidad, produce una lesién en el cuerpo de la soberania nacional, destinada a transmi- tirse, tarde o temprano, también a otres organismos estatales. Esta es la verdaclera prends en juego en la guerra legal acerca dea inmunidad de Pinochet (pero por otra parte también de Milosevid: no slo su even- tual condena, sino el efecto contagio que esta habria de provocar en un orden mundial todavia basado fun- damentalmente en la reciproca autonomia de los Es- tados soberanos. No es casual que Amnesty Interna- tional haya saludado la sentencia de los Lords, y mis tarde la decisién del ministro britinico Strawson, am- bas desfavorables para el ex dictador, como una pri mera brecha abierta en el corazén del derecho inmu- nitario a favor de algo que se podria definir como una «ley comiine: si es cierto que un erimen cometido por cualquier tirano lesiona no sélo a su propio pueblo si- no a todo ciudadano del mundo, eso quiere decir que podrs ser perseguido sin importar dénde ni por quién. Que existe una instancia juridiea que trasciende las fronteras tervitoriales del derecho y al derecho mismo como forma de delimitacion de territorios. ;Acaso no pela tcitamente a una nocién de justicia internacio- nal de este tipo el inmigrante clandestino, o el refu- giado privado de derechos civiles, expulsado por las policfas estatales allende los limites que ha violado? cesta altura, los que al principio parecian ser su- ‘cosas heterogéneos empiezan a delinearse como las. polaridades interdependientes de una tinica figura. Si consideramos el continuo deslizamiento léxico que se produce de una a otra —segiin un posterior efecto de contagio que ataca al lenguaje mismo—, tenemos una 2 ij confirmacién definitiva de ello. Se conoce la dimen- sidn a la vez social, politica y juridica del fenémeno de Ia inmigracién. Pero no pocas veces se lo presenta desde los medios no slo como amenaza para el orden publico, también como un potencial riesgo biologico en relaciéa con el pais hospedante segiin un modelo de patologizacién del extranjero con raices trgica: mente profundas on el imaginario europeo del siglo recién transeurrido, Por lo demas resulta perfecta- mente comprensible que el ataque terrorista mds te- ido hoy en dia, por tratarse del menos controlable, sea el bacteriolégico: gérmenes de viruela, Bbola, has- ta peste negra introducidos en el aire, en el agua, en los alimentos. A su vez, la emergencia epidemiolégica que constituyen las grandes enfermedades infeccio- sas tiene precisas implicaciones econémicas, juridi- cas, politicas e incluso militares, Un informe reciente de la CLA —aue prevé la posibitidad de revoluciones, ‘genocidios ¢ instauraciones de dictaduras como con- secuencia del derrumbe demografico en varias zonas del terver mundo~ clasifica al sida entre los primeros cinco de los setenta y cinco factores de desestabiliza- i sala planetaria, Cuando se considera por una parte el léxico explicitamente médico —incluso epi- demiolégico— adoptade en el combate contra los vi- rus informéticos temidos, de por sf, como potencial ve- hiculo de terrorismo internacional; y por la otra, la terminologia expresamente militar con la que, tam- bién en ambitos cientificos, se ilustra el funciona- miento del sistema inmunitario ante las amenazas, ambientales, el eirculo se cierra de modo perfecto s0- bre si mismo. Cuanto més el peligro que acosa a la vi- da circula indistintamente en todas sus précticas, tanto mas la respuesta converge en los engranajes de tun dispositive unico: al peligro cada vez. mas difundi- do que amenaza a lo comin responde la defensa cada ver mas compacta de lo inmune. 13 3, Pero si la comunidad constituye el tinico fondo do sentido respeeto al cual la inmunidad adquiere re- lieve, gadmo se determina su relacidn? {Se trata de un ‘vinculo de simple oposicién o de una dialéetica més compleja en la que un término nose limita a negar al ‘otro sino que de modo subterrdneo Io implica como su propio presupuesto necesario? Una primera respues- ta a estos interrogantes viene de Ia etimologia. Los diccionarios latinos nos ensefian que el sustantivo im- ‘munitas —como su correspondiente adjetive immu- ris~ es un vocablo peivativo, o negativo, que deriva ssu sentido de aquello que niega, ode lo que carece, es decir, el munus. Sise examina ¢l significado prevale- ciente de este iltimo término, se obtiene por contras- tee} de la immunitas: respecto de sfuncién» —encar- 0, obligacién, deber (también en el sentido de un don aarestituir)—representado por el munus, «econtrario immunis dicitur qui nullofungitur officio" Quien re- sulta muneribus vacwus, sine muneribus, libre de car- gas, exonerado, wdlispensado» del penswm de tributos © prestaciones hacia otros. Es inmune quien no debe nada a nadie segin la doble acepciin dela vacatio yla excusatio: ya se trate de autonomie originaria 0 de la dispensa de wna deuda contraida anteriormente, 1o que cuenta en la determinacién de! concepto es el es- tar exento de la obligacién del munus —sea personal, fiscal o civil Hasta aqui seguimos, no obstante, en un nivel de definicion demasiado general para hacernos avanzar respecto de la pregunta formulada al eomienzo. Para acercarnos ella se requiere que entre en este ju tro vector del eoneepto, que hasta ahora qued6 en las sombras. Se dijo que la immunitas es una dispensa, Pero—comonos advierten los diecionarios antiguos y * spor el contraro se lama inmane a qulen ne ion as cargo i una oblgaeins (Nel 7) uu ‘moclernos-— también un privilegio. Ahora justamente 1a superposicién —o el cruce— de estos dos significa- dos nos restituye la connotacién mas pregnante det término; la inmunidad es pereibida como tal si se con- figura como una excepcidn a una regla que, en cam- bio, siguen todos Tos demas: simmunis est qui vacat a muneribus, quae alii praestare debents.* El acen- to debe ponerse en la segunda parte de la frase. Bl de -inmunidad», aparte de privativo, es un concepto cesencialmente comparativo: mas que la exencién en ‘sf misma, su foco semantico es la diferencia respecto de la condicién ajena, Atal punto que se podria propo- ner esta hipstesis: el verdadero anténimo de immuni- as no es ol munus ausente, sino la communitas de aquellos que, por cl contrario, se hacen sus portado- res, Si,en definitiva, la privacién conciemne al munus, el punto de confrontacién que da sentido a la inmuni- dad es el cur en el que aquel se generaliza en forma de communitas, como lo testimonia otra definicién ‘més puntual: simmunis dieitur, qui eivitatis, seu so- cietatisoffcia non praestat; qui vacat ab is societatis officis, quae omnibus communia sunt».** Respecto de tal generalidad, la inmunidad es una condicidn de particularidad: ya se refiera a un individuo 0 a un ¢o- lectivo, siempre es «propia, en el sentido especifico de epertenceiente a alguien» y, por ende, de «no comin». ‘También lo enfatiza la definicién oficial de inmunidad eclesiastica dentro del derecho canénico: «jus quo lo- ca, res vel personae ecclesiasticae a communi onere seu obligatione liberae sunt et exemptaes.*** Aqué se * sinmune es quien est depensado de cargas, que ot deen Ie ar sabre sin del T) “ella mune a quien no cumple con ingin doer, ya se s- tata 0 soitaro, quien esta dispensado do esas debees soeetrios que son comunes todo N. del) ‘7 “derecho por el ual reintos, bien perronateleiétins 0 tn bras y exontos do la earga weblion comin, (N, del) 6 | i pone en primer plano su earieter antisocial, y més precisamente anticomunitario: la immunitas no es sélo la dispense de wna obligacién o la exeneién de-un tribute, sino algo que interrumpe el cireuito social de Ja donacién reciproca al que remite, en cambio, el sig nificado mas originario y comprometido de la commu- nitas. Silos miembros de la comunidad estén vincula~ dos por el deber de restituir el munus que los define en tanto tales, es inmune quien, desligrindose, se po- no fuera de aquella. Y que en consceuencia resulta constitutivamente «ingratoo: «immunes ingratos sig: nifieat, quemadmodum munificos dicebant eos quit grati et liberales exstitissent».* 4, Sin embargo, si bien la contraposicién funda- mental con la comunidad expresa el mas conspicuo vector de sentido de la idea de inmunidad, no agota su plena significacién, Para aproximarse a esta con- viene, por el cantrario, seguir otro recorrido seman- tio que no coincide del todo con el primero, sino que antes bien To cruza segtin una figura compleja. Re- corrido que —mas que a la vertiente juridica a la que ‘nos hemos referido hasta ahora— recurre originaria- mente a Ia vertiente bio-médica que, poco a poco, co- mienza a aproximarse a aquella. Como es sabido, des- de este punto de vista, debe entenderse por inmuni- dad la condicién de refractariedad del organismo ante el peligro de contraer una enfermedad contagiosa. En realidad, esta acepcién es también muy antigua: se halla un primer registro en la Pharsalia de Lucano a propésito de la resistencia de una tribu africana al ve- neno de serpiente. Pero lo que la hace significativa a Jos fines de nuestra reconstruccidn es su inflexién in- *inmunes" signifies ingeatos, el mismo mado que dein ser munition aqelloe que se mosteaban agradecidos ¥ generate IV at) 16 terna entre los siglos XVIII y XIX, euando primero con el descubrimiento de Jenner dea vacuna antiva- riGliea y después con los experimentos de Pasteur y Koch nace la verdadera baeteriologia médica. Bl pa- saje que nos interesa es el que concluce de la inmuni- dad natural a la inmunidad adquirida: es decir, de ‘una condicién esencialmente pasiva a una, por el ¢on- trario, activamente inducida, La idea de base que in- terviene en cierto punto es qne una forma atenuada de infeceidn puede proteger de una més virulenta del mismo tipo. De aqui la dedueeién —comprobada por la eficacia de las distintas vacunas— de que inocular cantidades no letales de virus estimula la formacién de anticuerpos eapaces de neutralizar por antieipado las consecuencias patdgenas. Difiriendo a los capttulos sucesivos un sondeo mis profundo del fendmeno desde un punto de vista bio- logico, detengémonos en una consideracién mas gene- ral acerea de los efectos de sentido que este produce respecto del paradigma inmunitario en su conjunto, El primer elemento para destacar es que este tftimo se presenta no en términos de accién sino de reaccién: ids que de tna fuerza propia, se trata de un contra- golpe, de una contrafuerza, que impide que otra fuer- 2a so manifieste. Esto significa que el mecanismo de Ja inmunidad presupone la existencia del mal que de- be enfrentar. ¥ esto no sélo en el sentido ce que deriva dle aquel su propia necesidad —es el riesgo de infee- cidn lo que justifiea la medida profildetica—, sino también en el sentido, més eomprometido, de que fun- ciona precisamente mediante su uso, Reproduce en forma controlada e! mal del que debe proteger. Ya aqui empieza a perfilarse esa relacién entre protec- cién y negncidn de la vida que constituye el objeto de este ensayo: mediante la proteccién inmunitaria la vi- da combate lo que la niega, pero segtin una ley que no es la de la contraposieién frontal, sino la del rodeo y Ww la neutralizacién, Bl mal debe enfrentarse, pero sia alejarlo de los propios confines. Al eontrario, incluyén- dolo dentro de estos. La figura dialéctica que de este ‘modo se bosqueja es Ia de una inctusién exeluyente 0 de una exelusién mediante inclusién. El veneno es -vencido por el organismo no cuando es expulsado fe- ra de él, sino cuando de algyin modo llega a formar parte de este. Ya se decia: mas que a una afirmacién, Ja Jogica inmunitaria remite a una no-negacién, a la nogaeién de una negacién. Lo negative no solo sobre- vive a su cura, sino que constituye la condicion de efi- cacia de esta. Bs como si nquel se desdoblara en dos mitades de las cuales una es necesaria para la conten~ ‘in de la otra: un negative menor destinado a blo- quear el mayor pero en el intevior del mismo lenguaje. Naturalmente, esta préctica homeopiitica de pro- teeciéa—que excluve ineluyendo y afirma negando— ‘no se consuma sin dejar marcas én la constitucién de ‘su propio objeto: no s6lo por el mecanismo compensa- torio de sustraceién que de este modo contrabalancea su ineremento de vitalidad, sino porque ese mismoin- cremento asume la forma de una sustraccién, Antes que de un bien adquirido, de un mal malogrado. O ‘mejor, desplazado, desviado, diferido, Sila vida —que 5, en todas sus valencias, el objeto de la inmuniza- cidn— no es conservable mas que mediante la inser- ‘ida en su interior de algo que sutilmente la contra- dice, quiere decir que su mantenimiento coincide con una forma de restriceién que de algin modo la separa de sf misma, Su salvacién depende de una herida que ro puede sanar porque es ella misma la que la produ ce. La vida, para seguir siendo tal, debe plegarse a ‘una fuerza extrafa, sino hostil, que inhibe su desa- rollo, Incorporar un fragmento de esa nada que quie- re evilar, en realidad tan s6lo difiriéndola, De aqui el cardeter estructuralmente aporético del procedimien- to inmunitario: al no poder aleanzar directamente su 18 i objetivo, esta obligado a perseguirlo dado vuelta. Pe- 19, actuando de este modo, lo retiene en el horizonte de sentido de su exacto opuesto: puede prolongar la vida s6lo si le hace probar eontinuamente la muerte. 5. Puede decirse que esta antinomia atraviesa to- dos los lenguajes de Ia modernidad llevandolos a su resultado autodisotutorio. El presente libro trata de reconstruir no sélo los destizamientos léxicos de esa ‘raia, sino también su genealogia profunda, median- te una serie de figuras que s6lo por comodiidad exposi- tiva pueden referirse a diferentes renes disciplina- res —derecho, teologia, antropologia, politica v biolo- ‘8ia—~ porque, por el contrario, sefialan su tendencia a a superposicién, Como ya se dijo, esta se determina a lo largo del elivage que a la ver. yuxtapone y vineula inmunidad y comunidad haciendo de una no sélo el fondo con el que contrasta, sino también el abjeto y el contenido de la otra. Segiin este enfoque, no debe per- erse de vista Ia circunstancia de que la inmunidad, cen cuanto eategoria privativa, no adquiere importan- cia mas que como modalidad, precisamente negativa, Ge la comunidad. Del mismo modo en que, desde un Angulo de visién especularmente inverso, la comuni- dad parece hoy estar inmunizada, atraida y engullida por completo en la forma de su opuesto. En iiltima instancia, la inmunidad es el limite interno que corta a comunidad replegsindola sobre si en una forma que resulta a la vez constitutiva y destitutiva: que la cons- tituye—o reconstituye— precisamente al destituirla, Esta dialéctica negativa adquiere particular rele- vaneia en la esfera del lenguaje juridico 0, para ser iis exactos, del derecho como dispositivo inmunita- rio de todo el sistema social. Que a partir del siglo XVIL —como sostiene Niklas Luhmann—la semn- tica de la inmunidad se haya extendido progresiva- mente a todos los sectores de la sociedad moderna sig 19 nifiea que ya no es el mecanismo inmunitario funcién del derecho, sino el derecho funcion del mecanistxo inmunitario, Este pasaje decisivo —que el socidlogo alemén tiende a presentar en su formulacién mas neutral y, por ende, tanto mas cargada ideolégica- mente— constituye en realidad el punto de precipita cidn de un recorrido, aporético de un modo muy dis- tinto, que tiene su origen en la relacién estructural entre ley y violencia, Esta relacién, lejos de limitarse al papel, desempeaiado por la ley, de inmunizacién de Ja comunidad respecto de la violencia que la amena- za, caracteriza a los procedimientos inmunitarios en si:mas que eliminada, la violencia es englobada por el aparato destinado a reprimirla, una vez mis, violen- tamente. Ks el eortocireuito que Walter Benjamin re- conove en Ia figura ambivalente de la Gewalt, enten- dida como entramado indisoluble de derecho y fuerza, Dentro de esta mordaza — la que Benjamin asigna los rasgos miticos de un destino ineluctable— toda forma posible de vida sjustar 0 «comin» posible es sax crificada a la mera supervivencia de su contenido bio- ogico tan sélo, El motivo fundamental de somejante reduecién de la vida a simple materia viviente es atribuido por Si- mone Weil al cardicter de por si privado, ¥ privativo, de todo derecho, incluido el que se define pablico. EL derecho, en su forma histérieamente constituida, es siempre de alguien, nunca de todos. Este es el ele- ‘mento que determina su oposicion fundamental eon sa comunidad a euya salvaguarda, no obstante, est consaigrado, pero de una forma que invierte su con- tacida més intrinseca: en el orden juridieo moderno, sélo es comin la veivindieacion de lo propio. De aqui el necesario recurso a est fuerza que constituye a Ta vez el presupuesto trascendental y la garantia de efi- cacia del derecho. Bs la conclusién a laque, desde otra perspectiva, arriba también René Girard, en un e- 20

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