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TIEMPO DE
REUNIR PIEDRAS
Alef Guimel
dirección que debe ir. Después que uno logra ponerlos en su lugar, ¡qué
firmes están, y con qué fidelidad guardan lo que se les ha
encomendado! Hay tornillos que sostienen celosamente las cerraduras
de cofres repletos de tesoros, de cajas llenas de documentos
importantes, de casas donde duermen niños sin temor.
hallados los libros de Moisés que habían estado perdidos por mucho
tiempo, y él tuvo el privilegio de hacer consciente a la nación entera de
volver a la ley de Jehová. No se apartó nunca del camino que emprendió
en su niñez. La Biblia dice de Josías que nunca hubo rey como él en
devoción completa ni antes ni después.-2 Reyes 23:25
El Dios Todopoderoso siguió haciendo buen uso de los niños.
Cuando la ciudad de Jerusalén se acercaba a su destrucción en manos
de los babilonios, el profeta Isaías fue comisionado por Jehová para
anunciar su fin. El debía decirles que, a causa de sus infidelidades, la
población de la provincia de Judá, donde estaba ubicada la capital de la
nación, iría en cautiverio casi en pleno, y solamente un resto volvería al
cabo de los años para reconstruirla.
Isaías tenía entonces dos hijos. Al mayor le había puesto por
nombre Sear-Jasub, que significa “un resto volverá”. Este niño fue usado
como una señal para los judíos. Tan ciertamente como que el niño había
nacido, los pobladores de Judá irían en cautiverio a Babilonia, y
solamente un resto volvería a la Jerusalén desolada. Dios le mandó a
Isaías que se presentara ante el desorientado rey Acaz llevando a su
hijo, y le declarara este mensaje serio.
¡Qué gozo habrá sentido Sear-Jasub al comprender, tal vez años
más tarde, que había sido un tornillito muy valioso para fijar una placa
recordatoria en los muros del tiempo! —Isaías 7:3, 8:18.
Alrededor de 100 años después, Jehová dirigió su atención a un
niño que aún no había nacido. Era hijo de un sacerdote. Dios conoce
todas las combinaciones que la ley de herencia puede producir para
darle a la personalidad humana sus mejores o sus peores rasgos. Es
habría de antemano que este niño en formación tendría una voluntad de
acero, y un corazón vibrante de fe y amor por la causa de Dios, que la
persecución más dura no podría torcer. Jehová no esperó a que Jeremías
fuera un hombre maduro para declararle su comisión. De su humilde
respuesta de deducimos que era un adolescente cuando fue llamado: "
Ay, oh Señor Jehová! Mira que realmente no sé hablar, pues sólo soy un
muchacho! ".
Jehová le aseguró que lo estaba haciendo tan resistente como
una ciudad fortificada, como columna de hierro y muros de cobre, a fin
de que llevará una dura advertencia a los reyes de Judá, a los príncipes
y los sacerdotes. Así resultó ser Jeremías. ¡Nadie pudo sacar aquel
tornillito humano de su lugar!. Tuvieron que verlo y oírlo durante
cuarenta años, pues no hallaron trampa ni castigo capaz de hacerlo
renunciar a su comisión. Su mensaje ha subsistido y tiene hoy más
significado que nunca. —Jeremías 1:4-19.
Podríamos hablar largamente Daniel y sus tres amigos que
fueron llevados cautivos a Babilonia en su adolescencia. Envejecieron
en la tierra de sus enemigos, sin dejarse quitar su mejor tesoro: la
adoración del Dios verdadero. Pasaron las más duras pruebas y no
renunciaron a su fe. Estuvieron una situación similar al ante tantos niños
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sucedió algo así, y tal vez nunca vuelva a suceder. Todos hemos tenido
que sacrificarnos un poco al estar aquí encerrados. Esto no ha sido vida
normal ni para nosotros ni para ustedes. A pesar de las incomodidades,
y aunque cada uno de ustedes ha tenido que pasarlo sin muchas de las
cosas a las cuales estaban acostumbrados, sin embargo se han
comportado muy bien y no han estado quejándose ni causando
problemas. Ustedes saben que mis hijos han estado tomando nota en
tablas de arcilla de todas las cosas significativas que han sucedido
desde que Jehová hizo que la puerta del arca se cerrara con un golpe de
viento, lo cual fue la señal de que quedábamos definitivamente
separados del mundo. Huno momentos muy emocionantes en esta
experiencia. Vamos a recordar siempre aquel día, en el mes séptimo,
cuando un gran sacudón nos advirtió que el arca había chocado contra
algo sólido. ¡Habíamos encallado en el Monte Ararat! Desde ese no
hemos flotado a la deriva, hace dos meses, en el primer día del mes
décimo, aparecieron las cumbres de las montañas, lo cual nos indicó
que las aguas estaban bajando mucho. Después de esto esperé
cuarenta días y envía al cuervo. Sería interesante que él mismo nos
contara lo que hizo.
El cuervo, con un aire solemne se compuso la garganta y dijo: Me
sentí muy feliz al poder volar al aire libre otra vez. No me cansaba de ir
u volver informándoles como andaban las cosas fuera.
Después de esto Noé le dio la palabra a la paloma. Con voz
encantadora y tono amable, ella contó sus impresiones:
-La primera vez que salí me dio mucho miedo al ver que las aguas
cubrían totalmente la Tierra. Menos mal que Noé estaba tan atento a
mis movimientos que no se separó de la ventana, y al verme volar tan
asustada sacó la mano y me ayudó a entrar. Después de una semana
me envió de nuevo; eso fue anteayer, y hace algunas horas volví con
una ramita de olivo en el pico y Noé se regocijó muchísimo. ¡Eso quiere
decir que la tierra pronto estará seca y podremos salir!.
Festejando la noticia, los animales empezar a brincar y a gritar.
Noé tuvo que dar tres golpes sobre la mesa para restaurar el orden y
recordarles que debían permanecer en calma, porque el objeto de la
asamblea era hablar de cosas importantes y preparar la mente para la
nueva vida que cada uno iba a emprender fuera del arca. Cuando se
hubo restaurado el silencio, Noé le pidió a la paloma que continuara con
su disertación.
-Cuando salí por segunda vez y ví las copas de los árboles al
descubierto mi corazón latió fuertemente. No pude menos que recordar
mi niñez, cuando volaba de árbol en árbol bajo la vigilancia de mi
madre; y más tarde en mi juventud, la emoción del primer nido propio,
donde incubé pichones y les enseñé a volar. Se me hizo un nudo en la
garganta al pensar que todo eso volvería a suceder. Cuando oscureció
tuve otra preciosa sorpresa. Ustedes recuerdan que últimamente,
mirando desee la ventana, veíamos unas lucecitas muy altas, que
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parecían ojitos que guiñaban, y una lámpara grande que iba tomando
diferente forma y tamaño a medida que pasaban los días. ¡No pueden
imaginar lo que siente al volar bajo el cielo descubierto y contemplar
esas pequeñas luces titilantes y la claridad plateada de la lámpara
grande!
El oso hormiguero, siempre inquisitivo, preguntó:
-¿Cómo es que el cuervo no nos contó nada de eso?
-Yo soy práctico y realista - dijo el cuervo - Y les confieso que ni se
me ocurrió mirar hacia arriba, como hizo esta romántica. Miré hacia la
tierra, por si aparecía algo que se pudiera comer.
El caballo movía las patas como quien está refrenando las ganas
de salir al trote, y aprovechando la ventaja de su altura lanzaba miradas
llenas de anhelo a través de la ventaba del arca. Cuando Noé le pidió
que hiciera uso de la palabra, dijo con tono sentimental.-Debo admitir
que estoy un poco triste. Mi amo no era un mal hombre, y sin embargo
se ahogó como los gigantes, y no lo volveré a ver. El nunca mató a
nadie; ni siquiera me pegaba a mí cuando no mostraba ganas de
apurarme. ¿Por qué tuvo que morir Noé?
-Eres un animal fiel y manso y te cuesta entender lo sucedido. Los
que murieron en el diluvio no eran todos malos como aquellos gigantes.
Murió gente de buena reputación porque no creyó en el mensaje de
Dios. Le prediqué muchas veces a tu amo, y le advertí lo que vendría. El
solía detenerse junto al arca en construcción y hacer preguntas tanto a
mis hijos como a mí sobre el proyecto. Le explicamos nuestra esperanza
repetidas veces, y lo invitamos a refugiarse con nosotros, pero no creyó
que había llegado el juicio de Dios.
El mono siempre travieso, había hecho un signo de interrogación
con la cola, enroscándola en una de las vigas del techo, y se balanceaba
de un lado a otro, distrayendo la atención de los asambleístas. Noé le
preguntó si quería decir algo, a fin de hacerlo consciente de ponerse en
una pose mas de acuerdo con la ocasión.
-Me he sentido muy feliz de estar entre ustedes, y lo he pasado
muy bien. Todos demostraron ser muy buenos amigos. El caballo y el
elefante me dejaron montar sobre ellos, y el león nunca se enojó cuando
le tiré del pelo. Hay una cosa que me gustaría saber acerca del futuro.
¿Habrá bananas otra vez? ¡Las extraño mucho!.
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-Sin duda, todos los árboles que Dios creó volverán a brotar, pues
todos son útiles y necesarios.
El toro, callado y pensativo, observaba la escena. Cam trató de
indagar sus pensamientos.
Estoy cavilando sobre la necesidad de tomarme la vida en serio
nuevamente. Me va a parecer un poco duro volver a empezar después
de un año de vacaciones sin estar bajo yugo; pero cada uno debe
cumplir con su destino.
El perro, que había estado dando vueltas alrededor de los
concurrentes, ahora fue a echarse a los pies de Noé lamiendo sus
sandalias. El anciano intuyó que quería que lo escucharan y lo invitó a
expresarse.
-Quisiera pedirte, Noé, si no es molestia, que me dejes quedarme
a vivir con ustedes. Les he tomado cariño. Tú sabes que soy un animal
casero y no gusta ser un perro sin dueño.
-Hemos hablado de eso con mi esposa. Puedes quedarte con tu
compañera, por lo menos mientras no tengan una familia numerosa.
Espero que no haya peleas con el gato, que también estará
rondándonos por un tiempo.
-Miau…¡gracias Noé! Me gusta la idea de vivir en familia. Siempre
me tocó vagabundear y buscarme la comida. Por eso, antes de entrar al
arca repetía cada mañana una oración al lavarme la cara: “Ayúdame
Dios a encontrar puertas abiertas y algún plato lleno dejado al
descuido”.
Se levantó un murmullo entre los asambleístas y hubo algunos
comentarios graciosos sobre la oración del gato.
Después habló la oveja: -Yo no tengo mucho que decir, Noé.
Prefiero escuchar y aprender. Mi única ambición es seguir siendo útil a
la humanidad. Espero que tus nueras usen mi lana cuando preparen el
ajuar de tus primeros nietos.
-Lo tendremos en cuenta amiguita: que Dios te conserve mansa y
humilde como eres, para que los pastores puedan dar un buen informe
de tu comportamiento, y otros animales difíciles de gobernar se
detengan a reflexionar sobre tu ejemplo.
-Tengo la impresión de que esa era una indirecta para mí;-dijo la
cabra pateando el piso con impaciencia.-Me molesta que siempre me
estén comparando con la oveja. Además, tengo la suerte de recibir
consejos aunque no los pida. Esa es una de las cosas que me hacen
desear salir de aquí y echarme a correr por los bosques un año de
encierro ha sido más que suficiente.
Sabemos que no te fue fácil adaptarte con tu espíritu de
independencia, pero nos alegra, pero nos alegramos porque no nos has
causado demasiados problemas; -respondió Noé-.
No estoy en todo de acuerdo, papá:-dijo Jafet. A mí si me causó un
problema cuando se comió la punta de mi cinturón de cuero, y ya no me
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información a oídos del rey. Al día siguiente tuvimos una gran sorpresa.
Voceros del palacio real fueron enviados a las calles a leer un decreto
que decía:
TARDE LLUVIOSA
de su camino se apartan.
—Que no tropiece este niño
que lleva una tibia carga.
Pájaros madrugadores
victorean con sus trinos.
—¡No te detengas niñito,
sigue basta el fin tu camino!
El faro de su conciencia
vivos mensajes irradia.
—Si no piensas en ti mismo
se acortará la distancia.
Cuando entrega a su hermanita
siente un alivio en el pecho.
Ya sólo le quedan fuerzas
para relatar los hechos.
Una vida simple y breve
y una hazaña electrizante.
No le pidan más historia,
con eso tiene bastante.
—Sin duda las abejas que te han visitado son algunas de las mías.
Se habrán sentido atraídas por el color de las ventanas. Algunos
apídologos afirman que el azul suave es el color predilecto de las abejas.
Probablemente son las mismas que vuelven de continuo, porque las
abejas no olvidan el lugar donde encuentran alimento. Puedes hacer una
prueba. Deja caer unes gotas de miel en el marco de la ventana. Verás
con qué deleite llenan el papo, que es un primer estómago usado para
almacenar, no para digerir. Si una abeja encuentra miel, fijará el lugar
en memoria para continuar volviendo, igual que cuando encuentra
néctar y polen.
que se han dado. Mueren envenenados por nuestros aguijones, con las
alas deshechas y las antenas quebradas. Algunos conseguirán escapar
saliendo de la colmena, sólo para perecer por hambre y frío afuera, ya
que no les gusta trabajar ni saben bastarse a sí mismos. Cuando se dan
cuenta de lo desvalidos que están, se amontonan cerca de la puerta
pidiendo misericordia, pero la guardia reforzada no los dejará entrar.
Después de esto viene un intenso trabajo de limpieza sacando los
cuerpos Inmóviles del interior de la ciudad y de las cercanías de la
entrada.
Esta dramática narración de Pertinacia me dejó una moraleja: “El
ocio tiene una función que cumplir, pero también un límite que
respetar”.
Los vientos de la primavera se aquietaron, los días eran cálidos y
calmos preludiando el sopor del verano. Mis diálogos con Pertinacia se
iban haciendo más íntimos y cada vez más deleitables, como sucede
cuando la amistad se hace sólida.
En uno de estos hermosos días, las gotitas de miel quedaron en la
ventana; ella no vino a la cita. Al día siguiente la esperé con cierta
inquietud, y me alegré al verla aparecer.
—Buenas tardes, pequeña. Te extrañé mucho ayer. Pensé que con
seguridad vendrías con un tiempo tan hermoso. ¿Te tomaste el día
franco?
—Nadie salió de la ciudad ayer; todo estaba paralizado de horror y
de tristeza porque la reina, nuestra madre, había sido raptada.
—¿Raptada? ¡No pensé que algo así pasaría entre las abejas!
¿Quién se atrevió a tanto con una personalidad tan importante?
—No sé quién ni por qué. Fue una mano parecida a la tuya;
parecida a la mano lenta que nos quita la miel. No entendimos qué se
proponía hacer y nos quedamos quietas, como lo hacemos siempre que
nos despojan. A esa mano le llamamos Adversidad. Es algo que nos
desarma y nos enajena; algo contra lo cual no sabemos ni podemos
luchar. Lo aceptamos porque tiene que ser así; porque hemos nacido
para rendirnos a sus exigencias. Ante esa mano, nuestra única reacción
es tomar toda la miel que podemos tener para reservas y producir cera
en caso que se nos obligue a partir y fundar una nueva colmena.
—Comprendo, porque con esa misma resignación aceptamos los
humanos al yugo que nos pone la vida y al final, los garfios con que nos
arrastra la muerte. Cuéntame, ¿cómo terminó ese drama? ¿Vive la
reina?
—¡Sí! Por eso estoy aquí hoy; si ella no hubiera vuelto no me
habrías visto más. Cuando el sol estaba retirándose para dormir y la
noche venía de lejos apagando el color de las flores y el canto de los
pájaros, de pronto la reina apareció en la entrada de la ciudad. La
noticia se propagó inmediatamente y el pueblo se puso en movimiento
para manifestar su alegría con una calurosa bienvenida. Las guardianes
de la puerta, las ventiladoras, las cereras, las que transportan alimento,
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PERTINACIA
EL ENTIERRO DE LA MUERTE
LA OPOSICIÓN
LA MOSCA EN EL UNGÜENTO
JUVENTUD TEOCRÁTICA
NO DESDEÑES EL MANÁ
EL PAN ASIGNADO
Epitafio
cercano. La realidad que Lolo espera, se divisa como humo ahora, pero
está compuesta de todos los hechos que fundamentan el porvenir.
En aquella tarde de invierno, llena de miradas retrospectivas y de
conclusiones introspectivas, mientras la lluvia seguía golpeteando
rítmicamente los cristales de la ventana, Lolo Gramos, impulsado por su
irrenunciable convencimiento, resumió en verso sus evocaciones.
TODO Y NADA
FOTOSÍNTESIS
PRISIONEROS DE LA ESPERANZA
Entonces, los que nunca tenían el gozo de ver llegar a los familiares y a
los amigos muy queridos que estaban tan lejos, no se sentían tan solos
porque las expresiones de cariño cristiano, las golosinas y las
experiencias relatadas eran para todos. Pero un día, el coronel Saldaña
se hizo eco del malestar que algunos sentían:
— Capitán González, redacte una orden prohibiendo las visitas a
los internos a menos que sean padres, hermanos y abuelos; novia, y
padre y madre de la novia. Los de la religión de ellos están viniendo en
bandadas a verlos y gozan de la ocasión como si fuera una fiesta. Es
una ridiculez, pero todo lo que se hace para castigarlos les resulta un
premio; lo que debiera desanimarlos los estimula, y los adictos a ellos
los están glorificando como mártires en vez de mirarlos como gente al
margen de la ley. Uno no sabe qué hacer para cortarles las alas.
De allí en adelante los domingos eran días como los otros, en que
había que luchar contra la soledad.
El mayor Mendieta sentía una simpatía especial por Daniel Albano
y buscaba oportunidades para conversar con él. Un domingo de tarde lo
vio leyendo la Biblia a la sombra de un árbol y se acercó.
-Hace años que observo a los muchachos de tu religión que pasan
por aquí y me maravillo de esa determinación que tienen, esa seguridad
de que nada podrá apartarlos de su camino. ¿Cómo se explica eso?
—Es que estamos vigilados desde la plaza fuerte, mayor.
-¿A qué llaman ustedes “la plaza fuerte?’
— Al Reino de Dios en el cielo. Fíjese en estas palabras en el libro
del profeta Zacarías. (Le señaló el versículo 12 del capítulo 9):
“Vuélvanse a la plaza fuerte, prisioneros de la esperanza ‘
—¿Porqué dice: “prisioneros de la esperanza’?
— Nuestra esperanza es tan firme, tan viva, que se sobrepone a
todo. Podríamos decir que se apoderó de nosotros y nos hizo
prisioneros.
Mendieta se había quedado con la Biblia y la hojeaba. Era un
ejemplar nuevo, encuadernado en cuero. Se detuvo en la primera página
y leyó la dedicatoria:
“Cuando te sientas solo como en un desierto, recuerda que Jehová
está en las alturas igual que el águila, cuidando sus polluelos.
Deuteronomio 32: 9 — 12. Con amor, Mamá”.
—¿Qué dice ese capítulo que te indica?
Albano volvió a tomar la Biblia y leyó en voz alta: “Porque la parte
que le corresponde a Jehová es su pueblo; Jacob es el lote asignado que
él hereda. Vino a hallarlo en una tierra de desierto, y en un desierto
árido, vacío y aullador. Se puso a rodearlo, a cuidarlo, a salvaguardarlo
como a la niña de su ojo. Tal como el águila revuelve su nido, revolotea
sobre sus polluelos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus
plumas remeras, solo Jehová siguió guiándolo y junto con él no había
ningún dios extranjero ‘
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-Prefiero morir como Abel y dejar que el otro viva como Caín.
—¿Qué ganó Abel con eso?
-El honor de tener un buen nombre en la Biblia y la seguridad de la
resurrección.
—¿ Y usted que piensa ganar?
— El honor de tener un buen nombre en los registros de Dios y la
vida sin fin en la tierra del futuro que será un paraíso.
—Cristo puso la otra mejilla cuando lo golpearon. ¿Le sirvió de
algo?
—Le sirvió para no envolverse en luchas estériles en aquel
momento y para ganar la posición reinante que tiene ahora.
-Eran otras épocas. Hoy no le podemos decir a la Patria que espere
y arrodillamos a orar cuando se requiere acción.
El teniente coronel Rossi pidió la palabra cortando aquel diálogo
agudo.
—Ustedes tienen siempre las mismas respuestas a esta clase de
preguntas. Dejando de lado lo que la Biblia pueda decir, ¿cuál es su
razón personal, Carlos Suchini, para no tomar armas?
—Soy neutral, teniente coronel.
—Hay momentos decisivos en la vida de una nación. Entonces la
neutralidad es un crimen a la vez que una posición cómoda.
—La neutralidad cristiana es un derecho. Cuando Dios no justifica
el derramamiento de sangre, no estamos obligados a encontrar/e razón
a los humanos que lo justifican. Existe también el derecho a disentir.
Para matar hay que odiar y el odio, al revés del amor, no puede
imponerse como una obligación moral hacia nuestros semejantes.
Mendieta intervino con una observación: —El problema radica en
que ellos no tienen el mismo concepto de patria que nosotros. Albano,
explique qué valor le dan ustedes a la palabra patria.
— Con mucho gusto, mayor. Nosotros amamos la tierra en que
hemos nacido, el lugar donde está establecido nuestro hogar. Es natural
que uno sienta que pertenece a esa comunidad porque se identifica con
sus costumbres y es el lugar donde le corresponde estar sin sentirse
extranjero. Si nuestra tierra no tuviera arraigo en nuestros afectos sería
fácil huir. Sin embargo nos hemos quedado a enfrentar nuestra
responsabilidad para tener el derecho de seguir viviendo en ella.
El coronel Saldaña acotó: — Entonces, aman la tierra, pero le
dejan a otros el trabajo de defenderla. ¡Buenos y valerosos hijos tiene la
patria en ustedes! Si todos fueran así ¿quién se levantaría para la acción
en casos de emergencia?
— La defendemos de otra manera, coronel, rehusando crearle
problemas o acarrear/e vergüenza. Si todos procedieran como nosotros,
ustedes no tendrían el desagradable trabajo de usar sus armas, porque
no existirían agresores.
—Quiere decir que el nacionalismo no tendrá razón de ser cuando
suceda todo eso que ustedes sueñan o se imaginan?
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¡ Y quién puede desatar lo que Dios ató! De esa clase de prisión sólo se
libran los que la abandonan voluntariamente, y ellos no desean dejar la
jaula dorada en que la esperanza los ha encerrado porque no sabrían
vivir fuera de ella.
-¿Qué le pasó a Martínez, entonces?
— Debe haber dejado morir la esperanza y ya no tenía sentido
quedarse dentro de la jaula con el pájaro muerto.
—Por lo menos él encontró lógica nuestra posición. ¿Por qué los
otros no pueden?
—Parece que aquí hay una lucha de prioridades, mi coronel.
Estamos mirando el problema desde ángulos opuestos. Jesús le dijo a
Dios: “Hágase tu voluntad y no la mía.” Nosotros le decimos: “Déjanos
tranquilos para que hagamos nuestra voluntad y no la tuya ‘.
-¡Oh, Mendieta! Es un tema demasiado profundo para tratarlo a
esta hora de la noche, después de un día largo de trabajo. Mí chofer ya
está listo y veo junto al coche a los dos soldados armados que me
acompañarán.
— Hace muy bien en prevenirse mi coronel. ¡Hay tanto terrorismo
en estos días! La gente que está afuera no escrúpulos en cuanto a usar
armas como nuestros internos ¡Y si diera la casualidad de que los
hubiéramos entrenado nosotros, podrían tener muy buena puntería!
-¡Cuidado Mendieta! ¡Estos ilusos van a terminar convenciéndolo a
usted también!. Hasta mañana.
El mayor Mendieta había decidido quedarse en el cuarto esa
noche, pero estaba desvelado. Sentado en uno de los bancos de madera
en el corredor abierto al costado del edificio, miraba el campo de
maniobras. Los altos árboles que lo rodeaban parecían guardianes
gigantes en perfecta formación.
Adentro, dieciséis aguiluchos dormían. Arriba, en su encumbrado
nido, la gran Águila madre, la organización celestial, los miraba con
ternura, señalándolos como ejemplos a los polluelos recién emplumados.
El eminente Águila Padre, el que nunca cierra los ojos para, dormir
ni parpadea ante ningún resplandor, habiendo permitido por buenas
razones las circunstancias adversas que los empujaron fuera del nido
paterno, se complacía midiendo la envergadura de las alas que los
aguiluchos estaban aprendiendo a usar.