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LA JUSTICIA LABORAL:

ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN
Los autores hacen un reconocimiento a la Procuraduría Federal de
la Defensa del Trabajo, a sus funcionarios y personal en general
como institución renovada que a partir de 1998 redobló esfuerzos
por la defensa del trabajo y de los derechos de los trabajadores im-
pulsando las políticas públicas propias de la justicia laboral.

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Serie ESTUDIOS JURÍDICOS, Núm. 79


Coordinador editorial: Raúl Márquez Romero
Edición: Claudia A. González Pérez
Formación en computadora: D. Javier Mendoza Villegas
PATRICIA KURCZYN VILLALOBOS
CARLOS REYNOSO CASTILLO
ALFREDO SÁNCHEZ-CASTAÑEDA

LA
JUSTICIA LABORAL:
ADMINISTRACIÓN
E IMPARTICIÓN

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


MÉXICO, 2005
Primera edición: 2005

DR. © 2005, Universidad Nacional Autónoma de México

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Circuito Maestro Mario de la Cueva s/n


Ciudad de la Investigación en Humanidades
Ciudad Universitaria, 04510 México, D. F.
Impreso y hecho en México

ISBN 970-32-2274-9
CONTENIDO

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI

CAPÍTULO I
JUSTICIA SOCIAL

I. Justicia social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
II. Definición de justicia social . . . . . . . . . . . . . 2
III. Las nociones de justicia . . . . . . . . . . . . . . . 4
IV. Igualdad y desigualdades . . . . . . . . . . . . . . 6
V. Principios de justicia social . . . . . . . . . . . . . 8
VI. Justicia social y bien común . . . . . . . . . . . . . 10
VII. La doctrina social cristiana y la justicia social . . . 11
VIII. Derecho social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
IX. Derechos sociales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
X. El constitucionalismo social . . . . . . . . . . . . . 18
XI. Socialización del derecho . . . . . . . . . . . . . . 21
XII. El neoliberalismo y la globalización. . . . . . . . . 23
XIII. La justicia social en la jurisprudencia . . . . . . . . 29
XIV. Nuevos significados de justicia social . . . . . . . . 30

V
VI CONTENIDO

CAPÍTULO II
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL

I. Planteamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
II. Criterios jurisprudenciales de los términos “adminis-
tración” e “impartición” de justicia . . . . . . . . . 34
III. Definiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
IV. Convenio 150 de la Organización Internacional del
Trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

CAPÍTULO III
PROCURACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL

I. Planteamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
II. Definición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
III. La procuración de justicia social y el Estado . . . . 44
Nuevas condiciones sociales . . . . . . . . . . . . . 45
IV. La procuración del cumplimiento del derecho . . . 46
El nacimiento de los intereses difusos . . . . . . . . 46

CAPÍTULO IV
IMPARTICIÓN DE JUSTICIA SOCIAL

I. Planteamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
II. Definición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
III. Naturaleza de los órganos que imparten justicia laboral 57
IV. Juntas de Conciliación y Arbitraje. Carácter federal 58
CONTENIDO VII

CAPÍTULO V
CONFLICTOS DE TRABAJO

I. Terminología y significado . . . . . . . . . . . . . 61
II. Definición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
III. Naturaleza jurídica . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
IV. Los conflictos en la legislación mexicana . . . . . . 71
V. Clasificación de los conflictos de trabajo . . . . . . 73
VI. Conflictos sin clasificar . . . . . . . . . . . . . . . 81
VII. Conflictos de seguridad social . . . . . . . . . . . . 82
VIII. Medios de solución y clasificación: medios directos
e indirectos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
1. Solución directa entre las partes . . . . . . . . . 89
2. Solución con intervención de terceros . . . . . . 91
3. Solución mediante juicio . . . . . . . . . . . . . 93
IX. Efectos de las soluciones . . . . . . . . . . . . . . 93
X. Jurisprudencia sobre conflictos de trabajo . . . . . . 96
XI. Medios de solución de los conflictos . . . . . . . . 97

CAPÍTULO VI
CONCILIACIÓN

I. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
II. Naturaleza jurídica . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
1. Conciliación y transacción . . . . . . . . . . . . 103
2. Conciliación y mediación . . . . . . . . . . . . . 103
3. Conciliación y arbitraje . . . . . . . . . . . . . . 104
VIII CONTENIDO

III. Intento conciliatorio obligatorio o voluntario . . . . 105


IV. Ventajas e inconvenientes . . . . . . . . . . . . . . 107
V. Función social de la conciliación . . . . . . . . . . 109
VI. Órganos conciliadores . . . . . . . . . . . . . . . . 112
VII. Conciliadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
VIII. Técnicas para conciliar . . . . . . . . . . . . . . . 117
IX. Los abogados y la conciliación . . . . . . . . . . . 118

CAPÍTULO VII
MEDIACIÓN

I. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
II. Naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
1. Mediación y conciliación . . . . . . . . . . . . . 123
2. Mediación y arbitraje . . . . . . . . . . . . . . . 124
III. Clasificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
1. Mediación obligatoria y voluntaria . . . . . . . . 126
2. Clasificación funcional . . . . . . . . . . . . . . 128
IV. Ventajas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
V. Función social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
VI. Órganos de mediación . . . . . . . . . . . . . . . . 132
VII. Mediadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
VIII. Técnicas de mediación . . . . . . . . . . . . . . . . 134
CONTENIDO IX

CAPÍTULO VIII
ARBITRAJE

I. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
II. Naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
1. Teorías contractualistas . . . . . . . . . . . . . . 144
2. Teorías jurisdiccionalistas . . . . . . . . . . . . 146
3. Equivalente jurisdiccional . . . . . . . . . . . . 147
III. Arbitraje y transacción . . . . . . . . . . . . . . . . 148
IV. Arbitraje y mediación . . . . . . . . . . . . . . . . 149
V. Arbitraje y otras instituciones . . . . . . . . . . . . 150
VI. Arbitraje obligatorio y voluntario . . . . . . . . . . 152
1. Arbitraje obligatorio . . . . . . . . . . . . . . . 153
2. Arbitraje voluntario . . . . . . . . . . . . . . . . 156
VII. Arbitraje de derecho . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
VIII. Arbitraje de equidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
IX. Árbitros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160
X. Decisiones arbitrales . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
1. Concepto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
2. Decisión de equidad . . . . . . . . . . . . . . . 163
3. Decisión en derecho social . . . . . . . . . . . . 163
4. Naturaleza del laudo . . . . . . . . . . . . . . . 164
Propuestas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
La justicia laboral: administración e imparti-
ción, editado por el Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas de la UNAM, se terminó de
imprimir el 31 de marzo de 2005 en La Impre-
sora Azteca S. A. de C. V. En esta edición se
empleó papel cultural 57 x 87 de 37 kilos para
las páginas interiores y cartulina couché de
162 kilos para los forros; consta de 1,000
ejemplares.
INTRODUCCIÓN

La paz social es el paradigma al que aspira la humanidad. Y la


paz social se construye con la participación de la sociedad. Uno
de los elementos vertebrales de la misma es la paz laboral; con
ello se comprende tanto el derecho y la libertad de trabajo, como
el empleo digno, la remuneración justa y, en general, el cumpli-
miento de los derechos individuales y colectivos de trabajo. Es
pues necesario disponer de normas viables, cuyo cumplimiento
demuestre la eficacia del derecho positivo, ya sea en la parte sus-
tantiva como en la procesal. La legislación incumplida, sin el al-
cance legal para exigir su cumplimiento, pierde su valor y repre-
senta un engaño para la sociedad.
La tradición laboral en México tiene raíces potentes que han
logrado arraigar los principios del derecho del trabajo universal.
México es miembro de la OIT porque cree en la justicia social,
porque la búsqueda por la misma forma parte de su idiosincrasia.
Las manifestaciones de mayor expresión se dan en el marco legal
de principios de siglo al promulgar una legislación de las más
avanzadas en el mundo; por ser el primer país que incorporó los
derechos de los trabajadores en su Constitución política. Las le-
yes estatales que se promulgaron antes y después de 1917 son or-
gullo en la historia del derecho mexicano. Igual puede decirse de
la Ley Federal de Trabajo de 1931. A partir de 1970, la legisla-
ción fue reformada con aciertos en la opinión de varios juristas,
pero la opinión no se compartió. En el año de 1980 se introduce
una reforma procesal que si bien era necesaria, inició el sendero
de la formalización, debilitando uno de los principios del proceso
en derecho social.

XI
XII INTRODUCCIÓN

En 1929 se crea el servicio público de asesoría, defensa y re-


presentación gratuita para los trabajadores, al crear la Procuradu-
ría de la Defensa del Trabajo, institución que puede convertirse
en ombudsman laboral. Esta institución aportaría un enorme va-
lor en la tutela de los derechos consagrados en la legislación la-
boral y de seguridad social, la cual encuentra un apoyo de enorme
valor en dicho servicio. Sus actividades, junto con otros que ofre-
cen y desempeñan diversas dependencias gubernamentales, que
forman parte de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, for-
marían un marco de protección social de trascendencia.
Los servicios que las procuradurías federales y estatales de la
Defensa del Trabajo ofrecen a los trabajadores son invaluables.
En particular, el trabajo de la Profedet se ha incrementado; a na-
die escapa el impulso que en el curso de unos cuantos meses se
dio para su transformación en lo material y en lo formal, cuando a
partir de 1998 se mudan las oficinas a un edificio remodelado ex
profeso, equipado de acuerdo a sus funciones y necesidades; fe-
cha en que también se modifica el reglamento interno, se capacita
y se estimula a los servidores públicos en todos sus niveles, y se
crea el consejo técnico.
Los esfuerzos materiales son importantes y necesarios, pero
por sí mismos no conseguirían el cumplimiento de las metas; es
necesario advertir los focos rojos, evaluar las transformaciones
sociales y económicas, adaptarse a los cambios en general y pre-
venir las contingencias laborales.
En estos momentos en que se debate la reforma a la legislación
laboral, bien pueda reconocerse la conveniencia de ello, no pasa
desapercibido que el simple conocimiento de las normas no per-
mitiría el desarrollo equilibrado y armonioso de las relaciones la-
borales y la disminución de la tarea jurisdiccional.
Con el crecimiento de la población, la acumulación de activida-
des y las novedades de organización científica, el acceso a la mun-
dialización, entre otras tantas circunstancias, se ha ido formando
una especie de campana transparente que cubre a la humanidad pe-
ro que cada vez limita más al ser humano en su libre realización.
INTRODUCCIÓN XIII

La tecnologización y su influencia en el mundo laboral han des-


pertado serias inquietudes y graves problemas, principalmente
en cuestiones de empleo, fenómeno que ya es una amenaza mun-
dial; éstos y otros muchos factores inciden en un cambio de acti-
tudes y de conductas sociales. Hay fantasmas que perturban la
tranquilidad del hombre y de la mujer de trabajo, a saber: escasez y
precariedad del empleo, inestabilidad, flexibilidad, inseguridad
y falta de protección social. A esto puede agregarse la incerti-
dumbre en general, es decir, la inseguridad personal, la falta de
certidumbre jurídica y las limitaciones en el acceso a la justicia.
Lo anterior lleva a considerar la relevancia de las funciones de
la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) expresadas
en sus políticas laborales, entre las cuales pueden contarse: la di-
fusión, la tutela y la protección de los derechos humanos en el tra-
bajo, así como de los derechos de los trabajadores en general. Pa-
ra ello cuenta con tres funciones fundamentales: la inspección del
trabajo, la procuración y la impartición de justicia laboral.
En este contexto se desarrolla la presente investigación, rela-
cionada con la procuración de la defensa de los derechos labora-
les. La primera parte se refiere a los conflictos laborales; se pre-
senta un marco teórico sobre la justicia social, el análisis y
clasificación de los conflictos de trabajo así como los medios de
solución. Cabe resaltar que este trabajo se complementa con un
estudio comparativo sobre la solución de los conflictos laborales
y una investigación sobre la globalización y el derecho del traba-
jo; los cuales se publicarán posteriormente.
Estos trabajos se realizaron en el marco de un proyecto de co-
laboración con la STPS y el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID). La investigación fue coordinada por Patricia Kurczyn Vi-
llalobos y en ella participaron los investigadores Alfredo Sán-
chez-Castañeda y Carlos Reynoso Castillo.
La visión de los tres investigadores se mantuvo en la objetivi-
dad y, en los puntos discordantes, se prefirió respetar la opinión
de cada uno.
XIV INTRODUCCIÓN

Se consideró prudente presentar en esta introducción la parte


central de la discusión que surgió desde el inicio.

¿Procurar, administrar o impartir justicia?

No resulta muy claro establecer diferencias entre procurar, im-


partir y administrar justicia. En la práctica jurídica mexicana se
suelen utilizar los tres conceptos como sinónimos, siendo más
común el de administrar.
En la evolución del pensamiento jurídico, se ha pasado a un es-
tadio en donde se habla más de procurar e impartir justicia, que
de administrar, ya que ha quedado atrás aquella visión francesa
que veía a los órganos jurisdiccionales como simples instrumen-
tos encargados de aplicar el derecho.
La justicia se imparte, no se administra. Aunque bien es cierto
que los órganos jurisdiccionales que imparten justicia se valen de
ciertas instituciones que velan las labores administrativas, por
ejemplo los consejos de judicatura, pero sólo como una herra-
mienta para la correcta impartición de justicia.
Por su parte, la procuración de justicia se puede entender como
“asistir defendiendo”. Nuevamente la procuración utiliza ciertos
organismos, sobre todo estatales, para asegurar dicha procura-
ción. Es aquí en donde encontramos a las diferentes procuradu-
rías que se encargan de procurar justicia y que se valen de todo un
aparato administrativo.
Corresponde entonces, a nivel de la procuración e impartición,
ciertos actos de administración de justicia.
Contrario a como ha sido la práctica mexicana, pareciera que
actualmente es más importante colocar en un rango mayor a la
procuración y a la impartición, dejando a la administración como
una herramienta de la que se valen tanto la procuración como la
impartición de justicia.
Este planteamiento, sin embargo, no resulta del todo claro, por
lo que, sin dejar de señalar la necesidad de replantear los conteni-
INTRODUCCIÓN XV

dos de dichos conceptos, en este trabajo, seguiremos utilizando la


noción de administración de justicia como el término que englo-
ba tanto la procuración como la impartición. Empero, se dejan las
puertas abiertas para una futura discusión sobre el punto en cues-
tión.
El obsequio doctrinal consistirá en marcar la huella de la refle-
xión sobre las tareas de impartición y procuración de justicia en
el trabajo, y sembrar la semilla del cambio en aquello que sea ne-
cesario, así como mejorar las relaciones laborales con condicio-
nes justas de trabajo.
Finalmente, los autores expresan su reconocimiento al Instituto
de Investigaciones Jurídicas de la UNAM por su constante dis-
posición en la divulgación de temas de vanguardia; y a la Secreta-
ría del Trabajo y Previsión Social por apoyar las tareas de investi-
gación y haber cedido los derechos correspondientes para la pu-
blicación de esta obra.
CAPÍTULO I
JUSTICIA SOCIAL

I. Justicia social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
II. Definición de justicia social . . . . . . . . . . . . . 2
III. Las nociones de justicia . . . . . . . . . . . . . . . 4
IV. Igualdad y desigualdades . . . . . . . . . . . . . . 6
V. Principios de justicia social . . . . . . . . . . . . . 8
VI. Justicia social y bien común . . . . . . . . . . . . . 10
VII. La doctrina social cristiana y la justicia social . . . 11
VIII. Derecho social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
IX. Derechos sociales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
X. El constitucionalismo social . . . . . . . . . . . . . 18
XI. Socialización del derecho . . . . . . . . . . . . . . 21
XII. El neoliberalismo y la globalización. . . . . . . . . 23
XIII. La justicia social en la jurisprudencia . . . . . . . . 29
XIV. Nuevos significados de justicia social . . . . . . . . 30
CAPÍTULO I
JUSTICIA SOCIAL

I. JUSTICIA SOCIAL

Cada vez que aparece el término justicia social, deberíamos


preguntarnos si se aplica con el mismo sentido y si tiene el mis-
mo fin. ¿Cómo determinar su concepto? ¿Cuál es su valor?
¿Quiénes pueden definirlo? ¿Quiénes pueden aplicarla? ¿Cómo
encontrar la definición correcta o la verdadera? ¿Habrán una o
varias justicias? Estas preguntas son difíciles de responder y,
desde luego, en el curso de los siglos se las han planteado y ana-
lizado los juristas, los sociólogos y los filósofos.
En todo caso, las respuestas, cualesquiera que sean, insertarán
el término en el meollo de las relaciones sociales y nos llevarán,
en principio y como fundamento, a incurrir e indagar sobre la jus-
ticia misma en los terrenos filosóficos y sociológicos, además de
los jurídicos.
¿Cuáles han sido las diferentes nociones de justicia social?
¿Cuál sería el sentido de justicia en cada ocasión? Encontraremos
una diversidad manifestada por autores de épocas diferentes, lo
cual nos induce, a priori, a entender que el término justicia
social, en la práctica, puede ser relativo y puede tener distintas
connotaciones. Al no haber determinismo conceptual de justi-
cia social, habrá que especificar el momento en que se analiza;
en el área en que se dé o en que se requiera, no tendrá el mismo
significado hoy que ayer y quizás será distinto con el enfoque
globalizador.
Siguiendo a Weber, sabemos que podemos conocer el concep-
to de justicia social y que a través de la lógica se puede llegar a
1
2 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

darle validez como objeto de un examen empírico; y que por ello


es algo que podemos comprender y que suponemos que es co-
rrecto.1 La justicia social la entendemos, la razonamos, pero no es
tangible. Por otra parte surge la cuestión de si la justicia social se
imparte, se administra, o se procura.
La justicia social es una forma de expresión de la ética colecti-
vista como la llama Radbruch, y se convierte “en el instrumento
de mayor rango del derecho social”, como afirma De Buen.2 Jus-
ticia social, por lo tanto, no se concreta al derecho laboral; corres-
pondiendo a la realización de las disciplinas que lo integran.

II. DEFINICIÓN DE JUSTICIA SOCIAL

¿Qué es justicia social o qué debe entenderse por justicia so-


cial en el cambio de siglo? Primero haremos una referencia a la
definición original de justicia, la de Ulpiano, como “la constante
y perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo”. Pero de nueva
cuenta habrá que plasmar otras cuestiones, ¿quién y cómo se de-
cidirá lo que corresponde a cada quién? Este es el problema cen-
tral de cómo hacer justicia. Tradicionalmente se ha considerado
que la justicia puede ser general o particular (entre individuos).
En segundo término nos acercamos a su clasificación, con un cri-
terio racional, en: conmutativa, distributiva y legal, según el su-
jeto que la presta. Es conmutativa cuando funciona entre partes
iguales, con base en la reciprocidad, en tanto que las otras dos se
refieren a las relaciones de los individuos con la sociedad; la dis-
tributiva en lo que corresponde a los individuos (derechos a los
satisfactores mínimos) y la legal, que se basa en lo que corres-
ponde a la sociedad (impuestos).3 Puede interpretarse en Aristó-

1 Weber, Max, Sobre la teoría de las ciencias sociales, Premia Editora,


1981, pp. 104-106.
2 Buen, Néstor de, Razón de Estado y justicia social, México, Porrúa,
1991, pp. 194 y 195.
3 Castán Tobeñas, José, La idea de justicia social, discurso pronunciado
con motivo de la inauguración del curso 48-49 de la Real Academia de Juris-
JUSTICIA SOCIAL 3

teles que la justicia conmutativa es entre iguales y que la distribu-


tiva es entre desiguales.4
Para Messner, la justicia social es “la que regula, en orden al
bien común, las relaciones de los grupos sociales entre sí (esta-
mentos o clases) de los individuos como miembros suyos, de
suerte que cada grupo dé a los demás aquella parte del bien social
a que tienen derecho en proporción a los servicios con que contri-
buyen a ese bien”.5
El papa Juan XXIII entiende que “la recta noción de bien co-
mún de todos implica la totalidad de las condiciones de la vida
social que el hombre necesita para lograr, más plena y fácilmen-
te, su perfección personal”.6
Rawls estima que la justicia social está sometida a circunstan-
cias objetivas y subjetivas y que tiene diversas concepciones, co-
mo “producto de diversas nociones de sociedades puestas frente
a un marco de puntos de vista opuestos acerca de las necesidades
y oportunidades naturales de la vida humana”.7
Moix Martínez afirma que el concepto de justicia social sólo
puede formularse en las consideraciones objetivas, para enten-
derlo como un valor fundamental o criterio rector de la justicia
social; hacer lo justo en sentido objetivo y no considerarla en su
aspecto subjetivo, que relacionaría la justicia como virtud, con la
caridad.8

prudencia y Legislación; “La idea de la justicia social”, Revista General de Le-


gislación y Jurisprudencia, Madrid, septiembre de 1966, p. 7.
4 Moix Martínez, Manuel, Nuevas perspectivas de la justicia clásica, Ma-
drid, Centro de Estudios Constitucionales-Instituto de Estudios Políticos, 1968,
p. 128.
5 Messner, Johannes, La cuestión social, trad. española, cit., p. 361.
6 Mater et magistra 65, ed. bilingüe por Federico Rodríguez, Madrid, B.
A. C., 1961, p. 31, cit., por Moix Martínez, op. cit., nota 4, p. 647.
7 Rawls John, Teoría de la justicia, FCE, 1979, pp. 152 y 153.
8 Moix Martínez, op. cit., nota 4, pp. 616-619.
4 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

III. LAS NOCIONES DE JUSTICIA

La noción original de justicia no incluye la categoría de social,


lo cual permitiría suponer que forma parte de alguna de las nocio-
nes de justicia citadas, o por el contrario, que surge como varie-
dad relacionada a las relaciones entre individuos —colectiva-
mente organizados—, con otro sector de la sociedad, cuyas
condiciones son desiguales entre sí.9 Es decir, que en la colectivi-
dad hay individuos iguales que se identifican por ser desiguales
frente a los demás o frente a otros sectores con los cuales están
socialmente sujetos a interacciones.
Castán Tobeñas hace una síntesis de las teorías que equiparan
la justicia social a la conmutativa o a la distributiva y en este ejer-
cicio cita a Helmut Coing quien propone completar la clasifica-
ción aristotélica, sólo referida a la coordinación y a la comuni-
dad, con la iustitia protectiva cuya finalidad se centra en limitar
el poder de un hombre sobre otro, por respeto a la dignidad huma-
na.10 Dignidad que se traduce como los derechos inherentes al ser
humano, bajo una concepción iusnaturalista. Esta justicia protec-
tora no se aleja del significado actual o tradicional de justicia so-
cial, como lo veremos más adelante al referirnos a la clasificación
de Moix Martínez.
En consideración a la clasificación tradicional del derecho ro-
mano en público y privado, la justicia distributiva y la legal co-
rresponderían a las relaciones regidas en el ámbito público, en
tanto que la justicia conmutativa responde al orden del derecho
privado con el manejo de las prestaciones y las contraprestacio-
nes. Con ello se facilita la consideración de que la justicia social
está vinculada con las relaciones reguladas por el derecho social;

9 Casas D., Absalón, Enciclopedia Jurídica Omeba, t. XVII, pp. 710 y


711.
10 Coing, Helmut, Die obsersten Grundsätze des Rechts, Heidelberg, 1947,
pp. 179 y ss; 139 y ss. trad. de J. M. Mauri, Fundamentos de filosofía del dere-
cho, Barcelona, Ariel, 1961, pp. 190-193 y ss., Castán Tobeñas, op. cit., nota 3,
p. 11.
JUSTICIA SOCIAL 5

una tercera rama que irrumpe en la tradicional bipartición del de-


recho, concebido como derecho de integración, a diferencia del
derecho de subordinación y del derecho de coordinación, de
acuerdo al pensamiento de Gurvitch.11 En este sentido, la justicia
social puede corresponder a la idea de integración de una colecti-
vidad.
Cuestionada en su inicio la denominación de social se impone
como el medio para identificarse como un tercer sector, de natu-
raleza jurídica sui generis, cuya aplicación influye y modifica las
relaciones sociales. Surge entonces la justicia social como la jus-
ticia de integración.
Castán Tobeñas presenta un extraordinario análisis de concep-
tos sobre justicia social de acuerdo a las distintas teorías en que se
fundamentan. En sus conclusiones acierta al determinar que los
términos justicia y social no se contraponen y que la justicia so-
cial “caracterizada por la intervención de un elemento nuevo (el
grupo o el individuo como perteneciente al grupo) que puede fi-
gurar como elemento activo o pasivo o también en ambos térmi-
nos de la relación”.12
Dice además, el maestro español Castán Tobeñas, que las dife-
rentes concepciones filosóficas de justicia social tienen en el fon-
do grandes coincidencias y que siendo la justicia un concepto
“jurídico”, es social por antonomasia; que cabe hablar de la justi-
cia y dentro de ésta, podrían quedar otras, como justicia laboral,
justicia agraria o justicia asistencial, justicia estatal y justicia so-
cial internacional.13
Irrumpe la justicia social, dice Moix Martínez, en la justicia
del bien común;14 además, la nueva categoría es indudable para

11 Gurvitch, George, L’idée du droit social: histoire doctrinale depuis le


XVII siècle jusqu’à la fin du XIX siècle, París, 1931, passim; Castán Tobeñas,
op. cit., nota 3, pp. 23 y 24.
12 Castán Tobeñas, op. cit., nota 3, p. 37.
13 Ibidem, pp. 4 y 5.
14 Sobre el uso de social, Moix Martínez dice: “Precisamente los sectores
doctrinales opuestos al uso de dicha locución persistieron en rechazarla hasta el
6 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

él, criterio que compartimos. Se distingue porque las exigencias


sobrepasan o exceden el principio del bien común en que se fun-
dan las otras categorías; o bien, porque esta cuarta se plantea ante
un escenario diferente. Igualmente señala que las reivindicacio-
nes sociales, propias de la justicia social, no se hacen en nombre
del bien común; aunque el bien común sí se beneficia de esta jus-
ticia, como de cualquier otra.15 En este sentido debe advertirse
que la Constitución política mexicana hizo reivindicaciones so-
ciales principalmente con los artículos 27 y 123. Las dos disposi-
ciones que fundamentan el derecho social se convierten en postu-
lados sociales. Se intenta conciliar con leyes supremas emanadas
del pueblo mismo (soberanía), con las cuales se tutela, se protege
y se garantiza la nivelación de las desigualdades entre las perso-
nas; y se busca la paz social.16

IV. IGUALDAD Y DESIGUALDADES

Si bien es cierto que los individuos nacen iguales e iguales de-


ben permanecer, es sabido y admitido que no existe la igualdad
absoluta;17 que la igualdad entre los seres humanos es relativa y
que al regularse por el derecho, se hace jurídicamente, es decir,
por medio de una fracción. Esta afirmación se basa, en primer
lugar, por la referencia constante e indispensable a un grupo de
individuos indeterminados que se encuentran en condiciones ju-
rídicas determinadas similares, en un mismo ámbito, como pue-
den ser los trabajadores, y en segundo lugar porque, entre los pro-

segundo cuarto del siglo en que vivimos, por temor de que la expresión justicia
social pudiera suponer algo más que una novedad terminológica, o encubriera
una justicia de clase, o en todo caso, implicara la reivindicación legítima, como
debido en justicia, de lo que la mentalidad conservadora de la época considera-
ba objeto sólo de los deberes de caridad”, op. cit., nota 4, p. 668.
15 Ibidem, p. 638.
16 Cfr. núm. 8.
17 Burgoa Orihuela, Ignacio, Las garantías individuales, 16a. ed., México,
Porrúa, 1982, p. 102.
JUSTICIA SOCIAL 7

pios trabajadores hay grandes diferencias. Sólo tómese en cuenta


que la mayoría de la población económicamente activa son traba-
jadores (formales o informales; subordinados, autónomos o inde-
pendientes). En la actualidad, por ejemplo, son evidentes las dife-
rencias entre las categorías mencionadas, como lo son también
entre los trabajadores de varios países, según sea que las relaciones
laborales se rijan, por una legislación garantista, como la de Esta-
dos Unidos de Norteamérica, por una legislación tutelar como la
mexicana, o una desregulación como en Gran Bretaña. Sin embar-
go, considerando a los trabajadores como una clase única, debe
entenderse el complejo relacional entre ellos y los empleadores
(entendidos como los representantes del capital) cuando, someti-
dos ambos a las mismas condiciones jurídicas, en un mismo nivel
como sujetos de derecho o personas, pertenecen a distintas clases
sociales con distintas economías. Las diferencias suelen darse en
los estamentos y conforman una realidad obstaculizadora para la
realización igualitaria de oportunidades y como bien se entiende,
esta alteración afecta la dignidad de la persona.
La desigualdad se da entre grupos, sectores o clases. Dichos
sujetos de derecho pertenecen a sectores o clases diferentes, pero
ambos quedan sometidos a derechos y obligaciones —¿igua-
les?— Sin embargo, las confrontadas condiciones culturales, so-
ciales y económicas llevan a regularlas bajo un tratamiento dis-
tinto que consiga equilibrar las condiciones de su realización
conforme a la dignidad humana; necesidad que obliga a identificar
las desigualdades dadas entre los individuos o entre los grupos.
Dentro del ámbito general de la desigualdad hay que agregar la
heterogeneidad de la clase trabajadora. No es homogénea, hay di-
similitud en el trato jurídico y en el trato social para ellos en los
continentes, en las regiones y hasta en un mismo país. En una sola
plaza los intereses profesionales o sectoriales difieren en escalas
muy altas, no gozan de los mismos beneficios los trabajadores
con sindicatos fuertes que aquellos que no se han agremiado o cu-
yas organizaciones no han alcanzado el poder suficiente para lo-
grar negociaciones importantes en su beneficio. Por ello sólo
8 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

podría pensarse la justicia social en función de postulados funda-


mentados, basados en derechos sociales mínimos que determinen
y definan las leyes supremas de cada país.
A propósito de ello, Rosanvallon considera, y estamos de acuer-
do, que la concepción tradicional de los derechos sociales es ahora
inoperante frente al problema de la exclusión, ya que se refiere al
Estado providencia que funciona como una máquina de indemni-
zaciones. Así, considera la necesidad de redefinir los derechos so-
ciales, lo cual implica una mejor articulación entre la práctica de la
democracia, la deliberación sobre la justicia y la gestión de lo so-
cial.18 Esta propuesta llevaría a la redefinición de la justicia social
en términos apropiados al momento actual, sobre todo por el avan-
ce de la globalización económica.

V. PRINCIPIOS DE JUSTICIA SOCIAL

La justicia social, según varios autores citados por Castán To-


beñas, carece de una definición unánime, pero se refieren a “la in-
tegración de los individuos, a la protección de las clases más ne-
cesitadas; a sus destinatarios y a las necesidades que procura
satisfacer; a la presencia de un objeto determinado”. Pero Castán
Tobeñas tampoco descarta al bien común. Desde luego, sin con-
firmar si la justicia es una o tiene modalidades y sin descartar el
bien común, delinea los principios básicos de la justicia social:
1. El principio tuitivo o proteccionista (de los derechos de los
trabajadores, especialmente en la esfera industrial y en el trabajo
llamado dependiente, y de los económicamente débiles);19
2. El principio comunitario o del bien común,20 aceptado por
la doctrina social católica. Para Castán Tobeñas, este vínculo no
contradice el reconocimiento al valor del ser humano;

18 Rosanvallon, Pierre, La nueva cuestión social, Buenos Aires, Manantial,


1995, pp. 10-12.
19 Castán Tobeñas en el mismo sentido que Helmut Coing, supra, apartado 3.
20 Infra, apartado 10 de este capítulo.
JUSTICIA SOCIAL 9

3. Principios de signo personalista y humanista, basado en el


reconocimiento a la dignidad de la persona.21
Para seguir el tercer principio, la justicia social atendería no
sólo los derechos generados por el monto salarial y la antigüedad,
sino que buscaría, como ocurre con la seguridad social, atender
en el mismo nivel a los trabajadores; sean adultos, sean menores;
a los hombres y a las mujeres, sin distinción y sin ningún tipo de
discriminación. En el ámbito nacional es también aplicable, ver-
bigracia, la jornada humanitaria, la remuneración suficiente; la
igualdad de oportunidades, la igualdad de condiciones y otros, en
los términos de la Ley Federal del Trabajo (LFT). No se admitirá,
en cambio, la estabilidad relativa en el empleo, ni el monto máxi-
mo en pagos determinados, como el correspondiente a la partici-
pación de utilidades de los trabajadores de confianza (artículo
127-II LFT), o del pago de la prima de antigüedad en la
indemnización en caso de despido justificado o injustificado, sin
exceder de dos salarios mínimos (artículos 162, 485 y 486 LFT).
Este principio humanista se vincula con los derechos a la capa-
citación, a la vivienda, a la protección a la salud, al fomento cul-
tural, y otros más que consigna la misma ley.
Ahora bien, de acuerdo con Moix Martínez, la justicia como
principio ético, el objetivo de las relaciones sociales, puede ser
considerada en un doble plano:

a) La justicia del bien común, subdividida en conmutativa,


distributiva y legal y
b) La justicia social, “que tiene por objeto el libre perfeccio-
namiento del hombre y que tiende a posibilitar al máximo
el personal acrecentamiento de los valores humanos”.22

En estos términos, la justicia social tiende a posibilitar el creci-


miento de los valores de la personalidad, al permitir el libre desa-

21 Castán Tobeñas, op. cit., nota 3, pp. 39-45.


22 Ibidem, pp. 657-663.
10 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

rrollo y su perfeccionamiento y su carácter formal conduce a la


atribución de derechos y deberes (dar a quien merece y no quitár-
selo).23 De cierta manera coincide, no obstante la diferencia ideo-
lógica, con Rawls, cuando éste asevera que la justicia social no se
basa en que algunos deban tener menos para que otros obtengan
más, lo cual sería ventajoso pero no justo. La justicia social com-
prende un esquema de cooperación para que todos obtengan una
vida satisfactoria, lo que conduce a pensar en una distribución
equitativa de oportunidades, de ventajas.24 Coincide también con
el tercer principio, el humanista, de Castán Tobeñas.

VI. JUSTICIA SOCIAL Y BIEN COMÚN

El bien común se pregona por la doctrina social de la Iglesia


católica, lo cual aparece hasta las últimas encíclicas,25 y ha sido
parte fundamental de la teoría del derecho de Kant.26
Existe la tendencia a equiparar justicia social y bien común.
Sobre la primera, Castillo Peraza dice que corresponde a los
miembros de la comunidad y que su realización depende de su ca-
pacidad de sacrificio “...de algo de su, tal vez, legítimo interés
personal, en aras de lo que será bueno para el conjunto”.27 Esta
explicación coincide con la idea de la cooperación social de
Rawls, pero habría que analizarla, en tanto que ese sacrificio no
puede entenderse cuando se habla de que no pueden darse condi-
ciones ventajosas. Estas ventajas provienen justamente de la coo-
peración social y ésta se refiere a la distribución de los derechos y
deberes fundamentales que orientan tales ventajas distribuidas

23Ibidem, pp. 619 y 620.


24 Rawls, op. cit., nota 7, p. 32.
25Infra, apartado 7 en este capítulo.
26Cfr. Kant, Immanuel, La metafísica de las costumbres (Metaphysik der
Sitten, 1797, trad. y notas de Cortina Orts Adela y Conill Sancho, Jesús, Ma-
drid, Tecnos, 1989.
27 Castillo Peraza, Ignacio, “La justicia social, ¿misión imposible?”, Revista
del Senado de la República, vol. 2, núm. 5, octubre-diciembre de 1996, p. 46.
JUSTICIA SOCIAL 11

por las instituciones sociales más importantes. Por lo tanto, la


justicia social deriva de la constitución de la sociedad básica;28
no se basa propiamente en el bien común.
Las huelgas, por ejemplo, o cualquier otro conflicto laboral no
se manifiestan —o no estallan en el primer caso— por estar fun-
dadas en el bien común. Los sindicatos no promueven el bien co-
mún. Así como las conquistas sociales se fundan en la justicia so-
cial, ésta no tiene como objeto directo e inmediato el bien común,
aunque éste sí se beneficia del primero, como antes se dijo.
La histo ria laboral, de manera prin cipal la del movimiento
obrero, muestra que las conquistas sindicales, expresadas prefe-
rentemente en las nego ciaciones colectivas, han sido resultado
de gestiones de colectividades organizadas, unidas por los mis-
mos intereses y por la coincidencia en sus necesidades. Estas
conquistas, convertidas en derechos sociales bajo la tutela legal
—y a veces sin ella— han beneficiado a los trabajadores y a sus
familias directamente, y a la sociedad de manera indirecta. No
son prestaciones y contraprestaciones, sino conquistas sobre los
derechos básicos, superación de prestaciones legales, sociales y
econó micas.

VII. LA DOCTRINA SOCIAL CRISTIANA


Y LA JUSTICIA SOCIAL

La influencia de la doctrina social cristiana dictada desde El Va-


ticano se integra por varias encíclicas, las cuales han sido relevan-
tes para la formación del derecho del trabajo, principalmente la Re-
rum novarum en 1891, de León XIII.29 Para la Iglesia católica no
pasó desapercibida la cuestión social del siglo XIX, ésta constituía
un problema preocupante y por ello los pontífices han manifestado
su ideología. De la lectura de cada una de las encíclicas se obtie-

28 Moix Martínez, op. cit., nota 4, pp. 639-645.


29 Cfr. Márquez, Gabino, y Espert, Las grandes encíclicas sociales, Ma-
drid, Apostolado de la Prensa, 1958, passim.
12 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

nen fuentes de la regulación de las relaciones laborales entre dos


partes desiguales entre sí, condición siempre reconocida. Los
pronunciamientos han sido destacados y puede observarse cómo
se utilizan vocablos o términos semejantes30 —por ejemplo la
Encíclica de 1891— de nociones tales como capital y trabajo,
jornada, salario y demás condiciones de trabajo.
En la Rerum novarum, escrita en pleno liberalismo, León XIII
encomienda al Estado atender el bien común como medida gene-
ral para proveer, para distribuir cargas y beneficios; es la realiza-
ción de la justicia distributiva. Sin embargo también se refiere a
la justicia conmutativa; al trabajo le da una función social y la
equidad se considera característica de la justicia conmutativa. Es
indudable que este documento alentó el sindicalismo e influyó en
la política social en general. No alude a la justicia social, concep-
to que aparece en la doctrina social cristiana hasta 1937, con la
encíclica Diviinis Redemptoris, de Pío XI. La encíclica anterior,
Quadragessimo anno, de 1931, también de Pío XI, conocida co-
mo el reconocimiento de los frutos de la Rerum novarum a los
cuarenta años de haber sido escrita, representa también la defensa
de la doctrina social y económica y se le llama la Encíclica de la
Justicia Social. El documento menciona la justicia social pero no
da conceptos sobre ella; reflexiona sobre el individualismo, so-
cialismo y comunismo; alude a la función social de la propiedad,
la cual, siendo individual, requiere de la regulación estatal para
ser el gestor del bien común, como dice Cavazos.31 Ni el indivi-
dualismo ni el colectivismo debe privar, lo que debe prevalecer
siempre es el bien común. Esta carta se basa en los principios de
la justicia distributiva. En cambio, la Divina redemptoris, dice
que: “es propio de la justicia social exigir a los individuos cuanto
es necesario para el bien común, pero debe darse a los hombres

30 Cfr. Vega Ponce, Alberto, Las enseñanzas de la Rerum novarum, Méxi-


co, Minos, 1991, passim.
31 Cavazos, Baltazar, Mater et magistra y la evolución del derecho del tra-
bajo, Argentina-México, Bibliográfica Omeba, 1964, p. 22.
JUSTICIA SOCIAL 13

dotados de dignidad, cuanto necesitan para cumplir sus funcio-


nes sociales”.
De estas afirmaciones se deriva que la justicia social impone
deberes a los individuos, es decir, a los patrones y a los obreros,
como sujetos que actúan en la esfera socio-económica; obliga-
ciones que impone la justicia social para el bien común. La justi-
cia social tiene entonces tres significados principales: a) salario
justo para el obrero y su familia (ya no es sólo una individualiza-
ción porque se trata de un grupo como el que forma la familia, la
pequeña célula de la sociedad); b) la posibilidad de adquirir una
fortuna modesta (que no es sino el ahorro) y, c) la previsión del
futuro (la seguridad social, sin duda). Para proveer al bien común
la encíclica recomienda al Estado ejercer su administración con
prudencia y encaminar a los ricos en la responsabilidad de cargas
sin las cuales la sociedad humana “no se salvaría ni ella podría
hallar salvación”.32
Para la doctrina cristiana debe haber desarrollo económico pa-
ra que exista progreso social. La encíclica de Juan XXIII, Mater
et magistra confirma las anteriores encíclicas y en ésta, como
bien lo explica Cavazos, se reconoce que no puede haber desarro-
llo económico sin progreso social, que representa una inequitati-
va distribución de la riqueza, cuando los trabajadores deben de
disfrutar de los productos de su trabajo, percibiendo el salario y
la participación de las utilidades de la misma.
A simple vista se advierte la influencia de la doctrina social ca-
tólica en buena parte de la legislación laboral, en la mexicana y
en la internacional, empero es también conveniente recordar que
si bien entre la encíclica Quadragesimo anno (15 de mayo de
1931) y la primera Ley Federal del Trabajo (18 de agosto del mis-
mo año) sólo hay unos meses de diferencia, son catorce años de
distancia entre esta encíclica y la promulgación de la Constitu-
ción y las diversas leyes estatales de trabajo antes de la federali-
zación de la legislación mexicana. En el escenario que precede a

32 Márquez, op. cit., nota 29, pp. 270 y 271.


14 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

la promulgación de la Constitución política de 1917, el tema del


socialismo era obligado; nacía el Estado social al fin de la Prime-
ra Guerra Mundial,33 era el periodo entre ésta y la Segunda Gue-
rra Mundial, cuando el comunismo se extendía como sombra fan-
tasmal, como el gran enemigo del catolicismo y de la Iglesia
católica, cuya postura debía ser declarada para combatir tanto el
individualismo como el socialismo, preámbulo del comunismo;
éste todavía más grave para algunos porque divulgaba una repar-
tición comunitaria, con el pecado de no reconocer el derecho a la
propiedad privada. Sin embargo, en esta carta papal, la Quadra-
gesimo anno, se reconoce la justicia conmutativa como la justicia
por antonomasia, como bien lo señala Gabino Márquez.34 Por
otra parte, en la encíclica Divini illus magistri, sobre la educación
cristiana de la juventud, de 1929, el mismo Pío XI declara que el
Estado debe respetar el derecho de la Iglesia en la educación,
“además de observar la justicia distributiva”.35
La verdad es que, hoy como ayer, la justicia social se basa en el
respeto a la dignidad humana y pretende liberar al individuo de la
esclavitud y de la explotación laboral, protegiendo el disfrute de
sus derechos como trabajador. La dignidad de la persona está ex-
puesta en todas las cartas de los pontífices y aun cuando las ense-
ñanzas inculcan el bien común y privilegian la justicia distributi-
va, surge de la misma la justicia social. Una justicia social que, en
función del bien común, “limita y encauza el derecho de propie-
dad privada”. Recuérdese que como propiedad privada está el ca-
pital, pero además el trabajo mismo cuyos productos les pertene-
cen a los trabajadores. Éstos, como lo postula la ley, deben recibir
salarios suficientes para satisfacerlos a ellos y a sus familias; de-
ben percibir utilidades de la empresa, con el derecho a asociarse y

33Cfr. Buen, Néstor de, op. cit., nota 2, p. 192.


34Idem, refiriéndose a la justicia conmutativa dice: “Es la virtud que exige
al individuo a dar a los demás su derecho estricto con perfecta igualdad en lo
debido. Es la justicia por antonomasia. Véase lo que sobre ella enseñó Pío XI
en la Quadragessimo anno, núms. 114, 128 y 129, con su comentario”. p. 251.
35 Márquez, op. cit., nota 29, p. 314.
JUSTICIA SOCIAL 15

de gozar de otras tantas prestaciones.36 Para Néstor de Buen, “la


práctica laboral contemporánea —no la ley—, empujada por los
modelos económicos del neoliberalismo, parece indicar que el
mundo se arrepintiera de haber propiciado la justicia social que
se quiere sustituir, con claro sentido conservador, por la vieja as-
piración al bien común”.37

VIII. DERECHO SOCIAL

La justicia social se vincula con la aplicación del derecho social


y representa la expresión de su surgimiento. El derecho social abri-
ga inicialmente la defensa de los más pobres, de los desposeídos,
de quienes se distinguen en la sociedad por tener menos condicio-
nes materiales, por no tener las mismas oportunidades para su de-
sarrollo. Son los débiles, económica o socialmente marginados y
excluidos. El derecho social anida y tutela, como derecho positi-
vo, los derechos de los campesinos (derecho agrario), de los indi-
gentes (derecho asistencial), de los grupos más vulnerables (de-
recho de seguridad social) y de los trabajadores hombres y
mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos (derecho del trabajo);
disciplinas que se van conformando para después cobrar autono-
mía científica según la evolución de cada una y conforme a la
propia evolución jurídica en general.
La gestación del derecho social data de varios siglos pero tiene
cien años de haberse constituido formalmente en un sistema jurí-
dico tutelar de los derechos de los individuos más débiles. Aun
así, los trabajadores en el proceso de producción de bienes y ser-
vicios siguen enfrentados con los de grupos poderosos, poseedo-
res del capital.
Durante este tiempo se ha logrado reconocer, con la declaración
en la ley, qué es lo que le corresponde a cada clase. Este proceso

36 Cfr. Cavazos, op. cit., nota 31, pp. 116 y 117.


37 Buen Lozano, Néstor de, op. cit., nota 2, p. 54.
16 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

todavía reviste gran complejidad para ser aceptado en virtud de la


defensa que cada uno enarbola respecto de sus intereses.
El tratamiento igualitario para resolver los conflictos de inte-
reses, como corresponde en las relaciones reguladas por el dere-
cho privado, provocaría una gran injusticia. Por eso es imperati-
va la necesidad de reglas niveladoras. Esta necesidad se tradu ce
en la procuración y en la aplicación de la justicia social; como el
resultado de un procedimiento para igualar los intereses de los
individuos y evitar abusos de los más poderosos, como lo expre-
sa Nelson Mandela, importante defensor de los derechos huma-
nos y sociales.38 Una respuesta que incluye la consideración hu-
manitaria.
Néstor de Buen plantea otros augurios para los derechos socia-
les; cita al japonés Joneji Masuda con su teoría de la futura socie-
dad de la información que gira en torno a los valores de la infor-
mación, cognoscitivos y seleccionables, en sustitución de las
sociedades de consumo, con comunidades voluntarias, indepen-
dientes, integrando sociedades libres del poder dominante que
culminen en un sistema de administración voluntaria de los ciu-
dadanos. La originalidad de este futurismo es la interacción de lo
comunitario y lo individual; reunión de valores del capitalismo y
el socialismo bajo el mando de la tecnología, puesta en todo caso,
dice, al servicio del hombre.39

IX. DERECHOS SOCIALES

Desde el siglo XIX el uso de la palabra social se hace común pa-


ra calificar las tendencias contrarias al liberalismo (capitalismo).
Frente a la categoría de los derechos individuales reconocidos en-
38 Cfr. Mandela, Nelson, “La lucha permanente por la justicia social”, Pen-
samientos sobre el porvenir de la justicia social: Ensayos con motivo del 75
Aniversario de la OIT, Ginebra, 1994, pp. 201-203.
39 “Computomía versus Estado automatizado”, Problemas en torno a un
cambio de civilización, Barcelona, El laberinto, 1988, pp. 109 y 110, 117, 119,
120 y 123, cit. por Buen, Néstor de, Razón de Estado... cit., nota 2, pp. 56 y 57.
JUSTICIA SOCIAL 17

tre los siglos XVI a XIX (Revolución Industrial, Revolución fran-


cesa y la Revolución estadounidense) aparecen los derechos socia-
les. Puede establecerse, en términos generales, como fecha de
inicio por la lucha el siglo XIV, cuando se da la transición del feu-
dalismo al servilismo coincidente con la era mercantilista y el au-
ge del capitalismo industrial. Estos factores generan cambios en
la cuestión salarial y más tarde, en el siglo XIX, al producirse la
mayor desigualdad económica entre trabajadores y capitalistas,
el sistema económico hace crisis en Inglaterra, el país más indus-
trializado del momento, debido a condiciones sociales importan-
tes. La cuestión social y la Revolución Industrial son las manifes-
taciones de esa gran diferencia generada por el desajuste de lo
económico y lo social, condición que exige mayor atención sobre
los débiles o vulnerables cuyo número aumenta y para quienes la
asistencia social ya no es un alivio, por lo que lo reclamante son
derechos propios concordantes con la dignidad humana.
La inconformidad de la clase trabajadora se eleva a protestas y
acciones encaminadas a intervenir o modificar decisiones estata-
les para restringir los privilegios de la burguesía y convierte la
desigualdad en una lucha de clases, lo que hoy llamaríamos una
gran confrontación de intereses. Si la justicia social se vincula
con esa lucha de clases, hoy todavía se vincula con la confronta-
ción de intereses. Es en ese momento histórico cuando aparece
la política social de Bismark y con ese nuevo estatuto jurídico
basado en los derechos so ciales, dice Mario de la Cueva, surge
“un sentido más humano de la justicia”.40 Podría pensarse que
esto significaría que la justicia no debiera ser ya interpretada con
la venda en los ojos, pero sí continuará la importancia del fiel de la
balanza.
Por otra parte, es muy interesante la disyuntiva planteada por
dos teóricos destacados, Norberto Bobbio y Giovanni Sartori,
cuando polemizan acerca de los derechos sociales en nuestra
época y en el seno de la democracia. El primero de ellos conside-

40 Op. cit., nota 46, p. 66.


18 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

ra que la política social es una obligación de la sociedad moder-


na, un reconocimiento a la tutela de los derechos sociales. Coin-
ciden ambos autores en que los derechos sociales son legales y
morales al mismo tiempo, pero Sartori agrega que también son
materiales y por lo tanto costosos, y que ante una situación de cri-
sis pueden limitarse, con lo cual niega su valor absoluto.41
Sobre el absolutismo de los derechos sociales habría que vol-
ver al concepto de la igualdad que, como se dijo antes, es relativa,
pues los derechos sociales no son propiamente absolutos o relati-
vos, sino que es su realización la que puede ser plena o limitada, y
tratándose de derechos de la persona en sociedad, debe buscarse
el goce con plenitud. Esto no será posible cuando existan limita-
ciones económicas, un problema común en la sociedad moderna,
principalmente en países como el nuestro, con un honorable sitio
número doce en la clasificación de las economías del mundo de la
OCDE en 2003, conforme al PIB,42 pero con serias deficiencias
presupuestarias que trascienden en la atención de la justicia so-
cial; lo cual no es, de ninguna manera, aceptado o justificado jurí-
dicamente.

X. EL CONSTITUCIONALISMO SOCIAL

Una vez que los derechos sociales quedan incorporados a los


textos de las normas supremas, nace el constitucionalismo social,
iniciado por las Constituciones de México (1917) y de Weimar
(1919).43 Su inclusión en estas Constituciones marca una etapa
en la vida de la sociedad. En la Constitución mexicana se erigen
los dos pilares de la justicia social: los artículos 27 y 123. La de-

41 Baca Olamendi, Laura y Cisneros, Isidro H., “Norberto Bobbio y Gio-


vanni Sartori, a la búsqueda de una concepción moderna de los derechos socia-
les”, El Nacional, 4 de julio de 1996, p. 13.
42 OCDE. [http://www.oecd.org/dataoecd/48/4/18597233.pdf].
43 Sobre las similitudes y diferencias entre México y Alemania en el perio-
do histórico referido, cfr. Kurczyn Villalobos, Patricia, Las nuevas relaciones
de trabajo, México, Porrúa-UNAM, 1999, pp. 31-37.
JUSTICIA SOCIAL 19

claración de derechos sociales constituye, reconoce y protege los


derechos colectivos de las dos clases sociales con mayor margi-
nación: los campesinos y los trabajadores. Es la base para confor-
mar los derechos agrario y del trabajo, originalmente y un poco
después el de la seguridad social. De los derechos sociales se de-
rivan, en el sistema jurídico mexicano, los conceptos de equidad
y de justicia social cuya vigencia debe defenderse.
Los campesinos y los trabajadores son titulares de derechos
humanos y como miembros de colectividades identificadas, son
titulares de los derechos sociales, los cuales poseen un fuerte
contenido de deber social, por ello no se pueden considerar privi-
legios de una clase. Su significado obedece más a la condición de
integrantes de dichas colectividades, correspondiendo al Estado
garantizar el disfrute de los mismos para lo cual debe legislar.
Tutelar derechos subjetivos invoca la acción del derecho y de
la autoridad; bajo la intervención de ésta habrá de diseñarse el
modelo regulador de las relaciones entre los sujetos débiles y los
sujetos fuertes, contenidas también las garantías para exigir su
cumplimiento. En el ámbito del trabajo serán las relaciones labo-
rales las reguladas para dar a los trabajadores —que son los débi-
les— los elementos para la nivelación jurídico—, social o para
obtener, por lo menos, el equilibrio económico. El derecho social
es sui generis precisamente por la intervención protectora del de-
recho público en las relaciones entre particulares, a diferencia del
derecho privado encargado de regular las relaciones también en-
tre particulares pero con posiciones iguales. Las normas sociales
que integran al primero, limitan y condicionan la aplicación del
derecho privado en la esfera del público e imprimen a los dere-
chos subjetivos un contenido social del deber, convirtiéndolos
cada vez en más jurídicos.44 En ello estriba esa llamada conside-
ración sui generis del derecho social.

44 Radbruch, Gustav, Introducción a la filosofía del derecho, México,


FCE, 1951, p. 162.
20 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

Cuando se comprende el sentido social del derecho constitu-


cional se entiende que la llamada justicia social adquiera otras
connotaciones. Continúa con sentido humanitario para alcanzar
un nivel superior que permita establecerla como una nueva cate-
goría de justicia y no sólo como modalidad. Así, formalizado el
derecho social se formaliza la justicia social y, con base en sus
principios y en sus fines, habrán de asentarse políticas públicas
para su realización.
El constitucionalismo social es básico para la justicia social.
Tal como lo señala Cappelletti:

La justicia social depende de la justicia constitucional y ésta


respon de a las necesidades de las sociedades moder nas, mani-
festadas en la necesidad de limitar y contro lar el poder político
para prevenir la corrupción que deriva de un poder incontrola-
ble y arbitrario, y la de tutelar derechos fun damentales como
consecuencia de la búsqueda del ideal so cial e igualitario de la
justicia.45

La evolución jurídica es inminente e imparable como lo es el


derecho del trabajo, dinámico por su naturaleza. Esta movilidad
se intensifica con tendencias provocadas por fenómenos econó-
micos, sociales y políticos, como la poderosa globalización, con
efectos definitorios en las relaciones sociales capaces de modifi-
car el sentido de instituciones así como de generar cambios para
protegerlas o para proteger a las personas, pero que también pue-
de destruirlas. Concretamente habrá que analizar la influencia de
la globalización comercial en las relaciones industriales, su efec-
to en el derecho del trabajo hipotéticamente globalizado y las ins-
tituciones necesarias para conservar el sentido de justicia social y
preparar o fortalecer sus principios rectores a nivel mundial,
cuando sea el caso.

45 Cappelletti, Mauro, Dimensiones de la justicia en el mundo contemporá-


neo. Cuatro estudios de derecho comparado, México, Porrúa, 1993, p. 45. Cfr.
también pp. 45-78.
JUSTICIA SOCIAL 21

XI. SOCIALIZACIÓN DEL DERECHO

El derecho social, cuya primera y principal manifestación fue


el derecho del trabajo, ha ido extendiendo su influencia en otras
disciplinas jurídicas. Así, en derecho civil ahora se regulan bene-
ficios para los arrendatarios frente a los arrendadores de bienes
inmuebles en defensa de sus posibles excesos; en derecho familiar
se interviene en su seno, para evitar el abuso en la corrección, ex-
plotación o maltrato de los hijos; en derecho mercantil se protege a
los consumidores de los engaños y arbitrariedades de los co-
merciantes, así como de los atropellos que pudieran sufrir los
asegurados por sus aseguradoras. En derecho público, en la rama
penal, existe el ejemplo de la Ley de Normas Mínimas para los
Sentenciados, por la cual se establecen derechos para garantizar
su rehabilitación social y la defensa de su dignidad como seres
humanos de lo que jamás deben ser despojados. Hay otras mu-
chas condiciones jurídicas relativas al interés público y a los inte-
reses difusos que igualmente se protegen; por ejemplo, se crea la
Procuraduría del Medio Ambiente; en otra materia, sobre salud,
la promulgación de la Ley de Transplantes de Órganos es una
muestra de la socialización de esta rama del derecho al determi-
nar la obligación original de donar los órganos de cadáveres, sal-
vo expresión contraria,
Empero, la manifestación por excelencia de la socialización de
la disciplina laboral son los llamados derechos colectivos de los
trabajadores, los cuales describe De la Cueva como una envoltura
de los derechos individuales, entendidos como el núcleo, funda-
mentados, a la vez, en los derechos, inherentes al ser humano, de
libertad e igualdad.46
En el derecho de la seguridad social, vinculado, por su origen
y ahora por los principios y fines con el derecho del trabajo, los
sujetos de los derechos sociales —los trabajadores— se distin-

46 Cueva, Mario de la, Derecho mexicano del trabajo, México, Porrúa,


1964, t. II, p. 217.
22 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

guen concretamente por el derecho nacido de su condición de


miembro de la colectividad, que integra la clase trabajadora y al
socializar este ámbito los coloca en el mismo nivel de los empre-
sarios o empleadores para efectos de asegurar en el trabajo su sa-
lud e integridad física.
La realización de los derechos sociales se traduce en justicia
social. Al brotar la cuestión social del siglo XIX, la justicia social
fue entendida como la exigencia de justicia que reclamaba la re-
lación de trabajo industrial,47 idea que se fortalece en las prime-
ras décadas, incluso con la encíclica Quadragessimo anno
(1931) y que, con posterioridad, a partir de 1980, se da un desli-
zamiento ideológico hacia el llamado neoliberalismo. Hoy, por
lo tanto, se vive otra cuestión social, a la cual se tiene que hacer
frente, bajo el principio de deber social. Es, tal vez, la exigencia
que reclama toda relación en que participe un individuo cuya
condición económica o social sea desigual frente a los demás con
quienes establezca dichas interacciones.
La concepción tradicionalista del derecho al trabajo, con liber-
tad y con respeto a los derechos de quien lo presta o ejecuta, se
expande ahora a la protección social que debe cubrir a los trabaja-
dores autónomos o independientes, excluyendo el requisito de la
subordinación en la relación de trabajo, como en principio lo
exige la legislación laboral.
El fundamento ético de esta apreciación lo constituye el prin-
cipio de la solidaridad, pero los fundamentos sociológico y jurí-
dico radican en el cambio de las formas tradicionales de trabajar
y de emplear, es decir, de contratar a los trabajadores. Es también
consecuencia de la garantía del derecho universal a la protección
de la salud. La protección, como se regula en el sistema de seguri-
dad social actual, debe generalizarse para la clase trabajadora, sin
limitar y sin privilegiar categorías; una legislación libre de toda
discriminación. Sólo así puede concebirse la justicia social.

47 Messner, Johannes, La cuestión social, trad. de M. Heredero, Madrid,


Rialp, 1960, p. 20, cit. por Castán Tobeñas, op. cit., nota 3, p. 13.
JUSTICIA SOCIAL 23

No podría hablarse de justicia social limitativa o condicionante.


Sin embargo en el impedimento de orden económico, se concen-
tran casi todas las excepciones o los excluyentes. En un mundo
movido por expertos en finanzas, este problema debiera solucio-
narse favorablemente en beneficio de la colectividad, pues pen-
sar en justicia social sin comprender y proteger a una buena parte
de la población sería un desacierto y un engaño para la humani-
dad. Igualmente debe considerarse justicia social incompleta
cuando no se incorpora el seguro de desempleo, en virtud de que
el Estado debe orientar sus políticas para satisfacer a los indivi-
duos con fuentes de empleo o de ocupación y en caso contrario,
satisfacer sus necesidades primarias o de subsistencia. La justicia
social, por lo tanto, debe ser incluyente por sobre todo y com-
prender a los trabajadores del sector informal, a los independien-
tes, a los migrantes, a los de tiempo completo o parcial, perma-
nentes o temporales.
Por otra parte, ampliar la protección de la maternidad, facilitar
la coordinación de responsabilidades laborales con las familia-
res, librar a los menores de la explotación laboral y del trabajo
mismo, impulsar y proteger la equidad de género, prohibir toda
clase de discriminación, es buscar la plena justicia social. En una
palabra, habría que seguir la idea de revalorar la solidaridad co-
mo la compensación de desigualdades naturales, en los términos
expresados por Rosanvallon.48

XII. EL NEOLIBERALISMO Y LA GLOBALIZACIÓN

Parece que la historia se repite con los mismos intereses con-


frontados. El liberalismo antes y el neoliberalismo ahora, recla-
man la individualización de las responsabilidades y enfatizan la
función de los incentivos personales, tal vez como condición recí-
proca. La contradicción establecida por el comunismo no es tam-
poco la solución, como ya lo experimentó una buena parte del
48 Rosanvallon, op. cit., nota 18, p. 57.
24 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

mundo. Ciertamente que la concepción de resolver los problemas


de fondo es la mejor solución, pero lo importante y más difícil, co-
mo preámbulo indispensable, es descubrir o mejor, construir, el
camino acertado.49 No se trata sin embargo de creer que si frente al
liberalismo (individualismo) aparece como regulador el socialis-
mo, o como moderador ahora frente al neoliberalismo, aparezca, o
deba aparecer un neosocialismo y menos un neocomunismo.
Hay opiniones, como las de Lane Kirkland, de Estados Unidos
de Norteamérica, que considera que el valor de una sociedad se
mide según sus integrantes, sean empleadores, trabajadores u
otros, según su disposición de “la libertad necesaria para unirse
en defensa de los intereses comunes. Por ello la libertad sindical
sigue siendo una misión importante para la OIT”.50 De manera
que puede considerarse que la libertad sindical es un factor de
justicia social. Finalmente existe el liberalismo social o socialis-
mo liberal, distinto de la democracia social.51 Su distinción no
depende de los conceptos, sino del uso de los términos y la adju-
dicación conceptual utilizada con fines políticos. Se trata de la
contaminación ideológica.52
Lo que ciertamente ocurre es que frente al neoliberalismo de-
ben ajustarse, no la justicia social, sino las normas para llevarla a
cabo, con el derecho positivo aplicable y eficaz.
Vale la pena reflexionar sobre una sensible afirmación que nos
ubica frontalmente como seres humanos con los pies sobre la tie-
rra, es decir, en terreno humanitario, con sentimientos nobles. Di-
ce Julio Boltnivik, a propósito de la pobreza y la esperada recupe-
ración salarial que: “La economía moral es convocada a existir
como resistencia a la economía del libre mercado: el alza del pre-

49Cfr. Sobral, Jorge, Revista Jurídica de Santiago de Campostela, vol. 5,


núm. 2, p. 286.
50 “Trabajar para una justicia mundial, económica y social”, OIT Pensa-
mientos sobre el porvenir de la justicia social, cit., pp. 169-171.
51 Cfr. Reyes Heroles, Jesús, El liberalismo mexicano. La interpretación
de las ideas, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, t. III, pp. 643 y ss.
52 Supra nota núm. 1.
JUSTICIA SOCIAL 25

cio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero


no resuelve el hambre de la gente”.53
La desestabilización ocurre por la incongruencia salarial con
la microeconomía, la cual, jun to con la flexi bili zación salarial
y la precariedad en el trabajo, modifican a la sociedad.54 La justi-
cia social está estrechamente vinculada con la pobreza (y no
identifica con la asistencia social); como común denominador
entre las colectividades vulnerables en cuanto a su lucha cotidia-
na por los satisfactores de sobrevivencia.
A diario se presentan noticias del vertiginoso y expansivo em-
pobrecimiento de la gente a nivel mundial; existe pauperización
en un número considerable de naciones que afecta a millones de
seres humanos; se habla del rigor de los sistemas comerciales y
crediticios, nacionales e internacionales, de la influencia y exi-
gencias de instituciones mundiales como el FMI y el BM, recto-
res de la economía mundial. En forma paralela pero no equilibra-
da, se advierten los esfuerzos de organismos internacionales,
entre los cuales están la ONU, que combate la injusticia, el ham-
bre, la enfermedad; la OIT que atiende y apoya a los trabajadores
del mundo en la realización de sus derechos individuales y colec-
tivos; el BID con su apoyo al crecimiento y desarrollo sustenta-
ble de las naciones subdesarrolladas. No obstante los programas
preparados por expertos, en sólo unos instantes —si medimos el
tiempo por siglos— ha ocurrido una transformación inédita aus-
piciada, o tal vez provocada, por la llamada Revolución Tecnoló-
gica, tal como ocurrió con la Revolución Industrial pero con otra
magnitud, con otra esencia, más rápida y con efectos más fuertes.
La comunicación universal instantánea, por ejemplo, ha per-
mitido la multiplicación de las relaciones en todos los sentidos; la
importación y exportación ideológica, de materiales y mano de
obra, así como de modelos económicos y sistemas de relaciones
industriales con los cambios laborales inherentes, como es la
53 “Evolución salarial y cuentas nacionales”, La Jornada, México, 15 de
septiembre de 2000, p. 24.
54 Cfr. Rosanvallon, op. cit., nota 18, p. 86.
26 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

flexibilización es sus distintas modalidades. Los fenómenos so-


ciales transforman su fisonomía y toman dimensiones distintas.
Las empresas de moda son las transnacionales, sin rostro y con
identidades difíciles de reconocer. Junto a ellas, el sindicalismo
mundial inicia la ardua labor de unirse para enfrentar las ten-
dencias debilitantes que les aquejan por varias razones. Una de
ellas es la reducción de la cohesión social, y otra es la competen-
cia de la mano de obra, algunas de cu yas consecuencias son el
aumento del desempleo, los cambios ocupacionales y las nue-
vas formas de contratación.
Los intentos sindicales se desenvuelven con más lentitud que los
procesos financieros que aglomeran consorcios, factor que apresura
la desigualdad universal. Incluso debe considerarse que la división
del trabajo excede las fronteras y se propicia la división internacio-
nal del trabajo, haciéndose necesario extender los sistemas de pro-
tección social, como lo han hecho los países de la Unión Europea;
que a su vez puede tomarse como uno de los síntomas positivos de la
globalización del derecho del trabajo.55
Frente a las ventajas y las desven tajas que la globalización
del derecho del trabajo genere, sin duda, la justicia social, tanto
puede estar amenazada como puede entenderse con otra visión.
Puede concebirse bajo otras perspectivas que no necesariamen-
te la con viertan, valga la expresión, en más justicia o en más so-
cial. En todo caso hay que prevenir su deformación y considerar
la defensa de un cambio ideológico distinto al concebido con la
revolución social y plasmado en la Constitución Política de
1917, caracterizada por su espíritu social; producto histórico,
nutrida por los sentimientos, los ideales y la sangre de muchos
valerosos mexicanos.
La privatización en general y la tendencia a privatizar los ser-
vicios sociales (la seguridad social, entre ellos), impulsadas por
la globalización, obligan a redefinir el concepto de justicia so-

55 Crf. Rosanvallon, cuando se refiere a la nueva cuestión social, op. cit.,


nota 18, p. 18.
JUSTICIA SOCIAL 27

cial, no para cambiar su sentido, sino con la intención de modifi-


car las acciones (política social), con el fin de nivelar las nuevas
desigualdades que han surgido. El desfase o desequilibrio econó-
mico-social, en consecuencia, puede ser brutal en las sociedades
por la alteración de la paz que se provoca. Alteraciones que con-
ducen a guerras y revoluciones, trastornos que en la actualidad se
manifiestan a través de otras conductas sociales o mejor dicho,
antisociales, como son el crimen organizado, la drogadicción y la
disminución de valores éticos.
La privatización de los derechos sociales significa un cambio
drástico y la tendencia reduccionista de la justicia social. Hay
servicios que no pueden, que no deben ser privatizados en virtud
de la oposición eterna entre el interés privado, el público y el so-
cial. En el primero gobiernan los intereses lucrativos, el mercan-
tilismo cuyo objetivo principal es acumular riqueza y en donde la
privatización puede ser un elemento de contraste más rígido entre
las clases sociales. La globalización, por su parte, trae la tenden-
cia a la privatización; en tanto sus acciones descargan funciones
del Estado, le restan a éste soberanía y rectoría.
La privatización también tiene importantes ejemplos y amplia
trascendencia en el arreglo de disputas en el orden penal, civil, la-
boral y mercantil. De hecho, la tendencia actual en el mundo es la
de privatización, insertada en los ámbitos del derecho privado y
del público y que ahora se va introduciendo en el social, mientras
que éste, al mismo tiempo, se extiende en esas mismas áreas. Pue-
de entenderse que hay una recomposición del orden jurídico. Ba-
sado en las experiencias de su patria, Francia, Rosanvallon consi-
dera que se trata de un problema de interpretación,56 de conflictos
de interpretación, “el imperativo individual de la igualdad ante el
derecho tiende a prevalecer sobre la noción de defensa de los in-
tereses colectivos”.57

56 En la seguridad social se da el ejemplo preciso. Los fondos solidarios


han sido cambiados por cuentas individuales de los trabajadores.
57 Op. cit., nota 18, p. 61.
28 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

La reducción del Estado, no obstante sus funciones de órgano


administrador, hay otras que no pueden, que no deben privatizar-
se (el ejército, por ejemplo) y hay derechos y prestaciones socia-
les que tampoco pueden privatizarse, la justicia social, en primer
lugar.58 Sí, en cambio, podría privilegiarse la función particular
conciliadora, mediadora y arbitradora en actividades sin trascen-
dencia para asuntos privados caracterizados por la igualdad de
condiciones de las partes, como suele ocurrir en el comercio.
El neoliberalismo y la globalización, con sus tendencias priva-
tizadoras, son en conjunto el desafío del siglo XXI. Ante semejan-
te perspectiva la justicia social deberá, por una parte, estructurar
estrategias para reafirmar sus principios, fortalecerse y, para am-
pliar su campo de incumbencia, extender su jurisdicción para aco-
ger otros nuevos grupos vulnerables, o bien, atraer grupos involu-
crados con nuevas condiciones de vulnerabilidad. Y así está
ocurriendo; los ejemplos se advierten día con día en la vida co-
mún mediante la defensa de intereses individuales, colectivos o
sociales ejercida por entes privados. Cada vez se constituyen ofi-
cialmente más organismos, con importante descentralización o
autonomía y se instituyen otros, por particulares, los cuales sue-
len identificarse como ONGs cuya finalidad es la defensa de de-
rechos humanos en general (derechos individuales); o casos es-
pecíficos como son la defensa de los derechos de los trabajadores
(intereses colectivos o sociales), de los derechos electorales de
los ciudadanos —democracia— (intereses públicos) y del medio
ambiente (intereses difusos). Lo cierto es que la sociedad tec-
58En la seguridad social privatizada el ejemplo del cambio de fondos de
solidaridad por el de cuentas individuales tampoco ha dado resultados óptimos;
de hecho, todo aquel asunto referido y basado en operaciones financieras corre
el riesgo de la malversación o de pésima administración. Si se aprecia la condi-
ción de la administración bancaria en los últimos años en México, con pena se
admite el fracaso y las consecuencias que apenas empiezan a ser evidentes, y
son justo estas instituciones las que han tomado la administración de las cuen-
tas individuales; algunas de las cuales empiezan a fusionarse o a incorporarse
con otras. No es halagüeño su destino y existe una alta preocupación acerca de
la respuesta ante las futuras pensiones.
JUSTICIA SOCIAL 29

nológica, la del postfordismo, corre otra suerte de riesgos y debe


conducirse a un nuevo y más amplio sentido de justicia social,
por lo que requiere de impulsos vigorosos para socializar el dere-
cho como una demanda impostergable frente al crecimiento del
poder corporativo empresarial transnacional.

XIII. LA JUSTICIA SOCIAL EN LA JURISPRUDENCIA

Las resoluciones jurisprudenciales, aunque ceñidas a los con-


flictos concretos planteados ante los tribunales supremos, son, co-
mo bien sabemos, la interpretación y definición final de la autori-
dad judicial. De ahí el sumo interés por conocer su interpretación
acerca de la justicia social que además, es fuente de la ley laboral
(artículo 17 LFT).
Es conveniente reflexionar las decisiones finales mediante la
jurisprudencia asentada, no sólo por su obligatoriedad jurídica,
sino por el hecho de que los conflictos han sido resueltos antes en
una única instancia, por las Juntas de Conciliación y Arbitraje,
dependientes del Poder Ejecutivo y no del Poder Judicial. A
nuestro juicio es probable que esta circunstancia sea elemento de
mayor certeza jurídica.
En distintas ocasiones se ha invocado el concepto de justicia
social al resolver distintos conflictos laborales o de seguridad so-
cial. La jurisprudencia no establece un concepto absolutista de
justicia social y limita el principio citado “a la necesidad de esta-
blecer la armonía en las relaciones entre trabajadores y patrones y
la proporcionalidad en la distribución de los bienes producidos
por esas relaciones”.59
La distribución de bienes aludida evoca la justicia distributi-
va, mas al hablar de la proporcionalidad se dirige con claridad a
la iustitia protectiva. Por otra parte, la Suprema Corte de Justicia
ha reconocido la supremacía del interés colectivo sobre el indivi-

59 Jurisprudencia por contradicción de tesis 50/94. Semanario Judicial de


la Federación, 9a. época, t. II, noviembre de 1995, pp. 194 y 195.
30 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

dual y, al reconocer también la autonomía del derecho mexicano


del trabajo, dice que “campea la idea de un interés comunitario,
superior al individual”60 y ha reiterado que se hace justicia social
cuando entre varias interpretaciones de la ley, se aplica aquella
que más favorezca al trabajador (in dubio pro operario).
En otra tesis jurisprudencial el máximo tribunal reconoce tácita-
mente el beneficio de la justicia social, cuando declara que el Insti-
tuto Mexicano del Seguro Social es una institución destacada de la
justicia social por la protección a la clase trabajadora; con servi-
cios importantes en distintos rubros, en beneficio de la sociedad
mexicana en su conjunto, el cual, como se sabe, “dedicado a la
prestación del servicio público de la seguridad social garantiza los
derechos a la salud, a la asistencia médica y a los servicios sociales
necesarios para el bienestar individual y colectivo”.61
Por su parte, el Tribunal Colegiado supernumerario en materia
de trabajo del 3er. Circuito resolvió que los dependientes econó-
micos, beneficiarios de un trabajador fallecido no se encuentran
obligados a agotar procedimientos o recursos administrativos pa-
ra obtener las prestaciones que les deban cumplir por el deceso
del trabajador pues de aceptarse así, “se iría en contra de los prin-
cipios de equidad y justicia social, que deben imperar en todo ti-
po de solución que se den a conflictos de la naturaleza como los
que se tratan”62 conflictos que no son propiamente de trabajo, si-
no de problemas que afectan a miembros de la clase trabajadora,
problemas de seguridad social.

XIV. NUEVOS SIGNIFICADOS DE JUSTICIA SOCIAL

En el contexto internacional, la OIT, conformada en el seno


del Tratado de Versalles (1919), persigue el interés de apoyar a

60 Semanario Judicial de la Federación, 9a. época, t. II, diciembre de


1995, pp. 513 y 514.
61 Ibidem, t. III, abril de 1996, p. 21.
62 A. D. 42287. Informe S. C. J., 1987, 3a. parte, Tribunal Colegiado de
Circuito, p. 469.
JUSTICIA SOCIAL 31

los trabajadores del mundo; fundada en conceptos de orden so-


cial cuyos pilares son precisamente la justicia social y la equidad.
De tanta importancia la primera, que el preámbulo de su Consti-
tución se inicia con el siguiente texto: “Considerando que la paz
universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social.”
Una de las premisas de la OIT, como lo recuerda Mark Fernan-
do, es que sólo con justicia social hay democracia.63 Esta afirma-
ción tiene un hondo significado en virtud de que la justicia se ha
identificado con la felicidad y con la utilidad, con la libertad y la
igualdad, con la propiedad y la seguridad, valores, que en equili-
brio, conforman la democracia.64
La justicia social hoy, más que reivindicaciones, requiere pos-
tulados sociales establecidos a priori, sobre las necesidades so-
ciales; no se trata de sustituir carencias por compensaciones eco-
nómicas, sino la búsqueda de soluciones directas en la esencia de
la problemática (no dar de comer, sino enseñar a pescar, como lo
dicen las escrituras).

63 De la Corte Suprema de Sri Lanka, “Hacia la justicia social internacio-


nal”, Pensamientos sobre el porvenir de la justicia social, cit., nota 50, pp.
106-109.
64 Sobre esta identificación, cfr. Palacios Alcocer, Mariano, El régimen de
garantías sociales en el constitucionalismo mexicano, UNAM, 1995, pp.
41-52.
CAPÍTULO II
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL

I. Planteamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
II. Criterios jurisprudenciales de los términos “adminis-
tración” e “impartición” de justicia . . . . . . . . . 34
III. Definiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
IV. Convenio 150 de la Organización Internacional del
Trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
CAPÍTULO II
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL

I. PLANTEAMIENTO

Como se expresa en el primer capítulo, la definición de justicia


social es una tarea que sigue inconclusa a pesar de los lustros
transcurridos. Las distintas perspectivas que se tienen de ella
han variado ya sea por el origen de su concepción, por las cir-
cunstancias sociales de que se deriva, por la situación económi-
ca de cada etapa o por la ideología en la interpretación. No obs-
tante, debemos recordar que el sentido siempre humanitario de
la justicia social debe formalizarse a través de las normas, con-
virtiéndose entonces en derecho social que requiere de las polí-
ticas públicas adecuadas para su realización, es decir, del apoyo
y promoción constantes del aparato gubernamental.
Una vez formalizada la justicia social en normas jurídicas, és-
tas tienen que cubrir ciertas características a fin de entrar a la sis-
tematización del orden establecido, considerando entonces sus
atributos como normas generales impero-atributivas que le den la
posibilidad de su aplicación por los órganos estatales correspon-
dientes.
De tal forma ,la norma jurídica requiere no sólo la prescripción
de una conducta, sino que para hacerla efectiva es necesario el es-
tablecimiento de órganos de autoridad y procedimientos adecua-
dos, para someterla o relacionarla a un supuesto determinado que
surja en la cotidianeidad de las relaciones sociales.
Ya ha sido explicado el desenvolvimiento de las circunstan-
cias que dan lugar a la nueva cuestión social. También quedó

33
34 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

asentada la necesidad de intervención estatal a fin de realizar los


derechos sociales y lograr con ello una mayor seguridad jurídica
y dignificación de los individuos que integran la sociedad.
Consideramos entonces innecesario discutir acerca de la perti-
nencia de que sea el propio Estado el encargado ideal de adminis-
trar justicia, ya que sólo de este modo se asegura, por una parte, el
límite a la actuación estatal establecida en la propia Constitución
y, por otro lado, la participación general de la sociedad en el cum-
plimiento de sus objetivos.
Así mismo, una vez delimitada la concepción de justicia social
a derechos sociales, y de haber constreñido su estudio al derecho
laboral y de la seguridad social para efectos de esta investigación,
nos encontramos con el desarrollo de un concepto por naturaleza
ambiguo. Jurídicamente el término lato de procuración de justi-
cia comprende tanto a la función jurisdiccional en sí misma, co-
mo al gobierno y la administración de los tribunales,65 situación
que implica una mayor confusión con respecto a los otros térmi-
nos que se analizan en los siguientes capítulos.

II. CRITERIOS JURISPRUDENCIALES DE LOS TÉRMINOS


“ADMINISTRACIÓN” E “IMPARTICIÓN” DE JUSTICIA

Ni la letra de las disposiciones jurídicas mexicanas, ni en los


textos jurisprudenciales ni en la doctrina se distinguen con clari-
dad las diferencias entre administración de justicia e impartición
de justicia y acaso, sólo aportan algunos elementos para la distin-
ción de esos conceptos con el de procuración de justicia.
En efecto, el artículo 17 constitucional refiere en lo conducen-
te que ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni
ejercer violencia para reclamar su derecho. Toda persona tiene
derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán
expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las

65 Cfr. Diccionario jurídico mexicano, México, Porrúa-UNAM, Instituto


de Investigaciones Jurídicas, 1985, t. I, voz: Administración de justicia.
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL 35

leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e


imparcial. Precepto que no nos otorga elementos suficientes para
formular una distinción clara.
A su vez, el trabajo interpretativo verificado por los tribunales
federales en la resolución de controversias de diversas materias
ahonda en la confusión y en las ambigüedades. Lo anterior se
ilustra con el ejemplo de la tesis aislada llamada “Delitos cometi-
dos en la administración de justicia. Carácter de funcionario, em-
pleado o auxiliar de la administración de justicia”.66
En esta tesis se establece que “el sujeto activo (de la adminis-
tración de justicia) precisamente tenga como actividad la relacio-
nada precisamente (sic) con la impartición de justicia, propia de
los integrantes del Poder Judicial local o federal, o de auxiliar de la
propia función.” Es decir, que la actividad administración de jus-
ticia sólo puede estar identificada con la de impartición de justi-
cia y que ésta es conferida nada más a los miembros del Poder Ju-
dicial y a los auxiliares de sus funciones. De igual manera, esta
tesis establece que “no se puede hablar de falta de auxilio a la ad-
ministración de justicia, cundo el hecho u omisión ha ocurrido,
apenas, en la fase de averiguación previa, o sea, en el periodo de
investigación y procuración de justicia”. Lo cual implica que la
procuración de justicia es una fase distinta y anterior a la admi-
nistración-impartición de justicia y a cargo de sujetos activos di-
ferentes.67
Aquí vemos como el juzgador federal ha pretendido utilizar
los conceptos de administración e impartición de justicia como
diferenciados pero sólo para terminar identificándolos, al tiem-
po que al de procuración, lejos de darle un contenido concep-
tual, se limita a señalar su ubicación temporal en tanto perio do
procesal.

66 Semanario Judicial de la Federación, 9a. época, octubre de 1996, p. 517.


67 En este sentido el término genérico sería procurar, con dos funciones:
administrar e impartir criterio no compartido por algunos de los participantes
en esta investigación.
36 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

En contraste, hay otra tesis aislada más reciente, titulada


“Impartición de justicia pronta y expedita, violación a la, cuando
la autoridad es omisa en requerir los elementos de convicción ne-
cesarios para la resolución del reclamo”68 que prevé en la falta en
la que se incurre al violar el derecho de los particulares, obtener
una pronta y expedita impartición de justicia del funcionario a
cargo de un procedimiento conciliatorio previsto en la Ley Fede-
ral de Protección al Consumidor. Esto significa que un funcio-
nario administrativo, no miembro del Poder Judicial o su auxi-
liar, como exigía la anterior tesis, imparte justicia. Siguiendo este
razonamiento resulta que también “imparten justicia” las autori-
dades administrativas.
En contradicción a la anterior encontramos la jurisprudencia
titulada “Prueba pericial. Fecha para su desahogo. Es ilegal el
acuerdo que la fija fuera de los términos que contempla la Ley
Federal del Trabajo”.69 En ella, con rotundidad se afirma: “El ar-
tículo 17 de nuestra Carta Magna establece como garantía indivi-
dual que la administración de justicia se imparta por los tribuna-
les designados...” lo cual implica que la garantía no consiste en la
impartición de justicia, sino en la impartición de administración
de justicia, concepto de difícil desentrañamiento, pues nos lleva
a cuestionarnos cómo se imparte una administración. Por otro la-
do esta jurisprudencia establece que la impartición de la adminis-
tración de justicia solo corresponde a los tribunales, es decir, al
Poder Judicial, sin hacer referencia a los auxiliares, como lo
hacía la primera tesis aislada citada, y por supuesto, rechazando
la posibilidad, permitida por la segunda tesis citada, de que las
autoridades administrativas impartan la justicia. La aplicación
exacta de esta jurisprudencia nos llevaría incluso a concluir que
la garantía expresada por el artículo 17 constitucional no es
oponible a las autoridades administrativas que deciden vinculati-
68 Semanario Judicial de la Federación, 9a. época, t. X, diciembre de
1999, p. 725.
69 Semanario Judicial de la Federación, 9a. época, t. VII, marzo de 1998,
p. 721.
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL 37

vamente para las partes, verbigracia, las juntas de conciliación y


arbitraje y mucho menos a otros organismos relacionados con la
actividad impartidora de justicia —por ejemplo las diversas pro-
curadurías— lo cual no deja de ser paradójico si atendemos al
sentido protector de las garantías individuales en el sistema jurí-
dico mexicano.70
Sin embargo, el punto de vista de la jurisprudencia invocada es
confirmado, al menos parcialmente, por otra de muy reciente
expedición titulada: “Demanda de amparo. Debe ser interpreta-
da en su integridad”.71 En la cual refiere que el juzgador tiene el
deber de “impartir una recta administración de justicia”, si bien
no se establece como una facultad exclusiva del juzgador mis-
mo, sí se refuerza la concepción de que la garantía individual que
enuncia el citado artículo constitucional es la de debida “imparti-
ción de administración de justicia”.
Debe señalarse que diversas jurisprudencias y tesis, al referir-
se a esa garantía de la carta magna, remarcan su naturaleza en el
derecho del particular a obtener una “administración de justicia”
gratuita pronta y expedita72 en las que, por cierto, se utilizan co-
mo sinónimos las expresiones administración e impartición de
justicia.
De lo expuesto se deduce que el trabajo interpretativo de los
órganos jurisdiccionales respecto al entendimiento de los con-
ceptos administración, impartición y procuración de justicia ha
sido, en general, vago e incluso contradictorio.
Existe una clara tendencia a definir la garantía constitucional
del artículo 17 como medio para obtener la impartición de una
administración de justicia gratuita, pronta y expedita.

70 Cfr. Cuadro comparativo sobre “procuradurías”.


71 Semanario Judicial de la Federación, 9a. época, t. IX, abril de 2000, p. 32.
72 Cfr. “Arresto como medida de apremio. Las leyes o códigos que lo pre-
vén sin establecer un procedimiento previo…”, Semanario Judicial de la Fede-
ración, 9a. época, t. VI y “Caducidad de la instancia. El artículo 138 del Códi-
go de Procedimientos Civiles…”, Semanario Judicial de la Federación, 9a.
época, t. VII, entre otras.
38 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

Por otra parte, al parecer la procuración de justicia es vista más


como una etapa previa a la impartición y administración de justi-
cia, que como un concepto diferenciado.
Al no obtener una conceptualización adecuada de los términos
que nos ocupan en los textos jurídicos mismos ni en los interpre-
tativos del Poder Judicial Federal, abordamos, a efecto de una in-
terpretación literal de la ley, los significados lexicológicos de di-
chos vocablos.

III. DEFINICIONES

Según el Diccionario de la lengua española73 administrar sig-


nifica “gobernar. Dirigir una institución. Suministrar, propor-
cionar o distribuir alguna cosa”, impartir, “repartir”, que, a su
vez, en una acepción significa “dar a cada cosa su oportuna colo-
cación o destino” y procuración “hacer diligencias o esfuerzos
para conseguir o realizar lo que se desea”. Desde el punto de vista
etimológico74 administrar implica servir a una causa, impartir,
distribuir y procurar cuidar.
Siguiendo lo anterior y buscando dar congruencia y utilidad a
la diferenciación conceptual de esos vocablos, pensamos que el
género o idea abarcadora es la procuración que comprende son
todas las actividades tendientes a cuidar el que se establezcan las
condiciones para la adecuada impartición de la justicia, también
con independencia de la naturaleza formal del órgano que las
ejerza, administración de justicia que implica todo lo referente a
servir al objetivo de la justicia. Dentro de él se encuentra involu-
crada la impartición de justicia que es la parte ejecutiva de la ad-
ministración con efectos vinculativos para las partes, con inde-
pendencia de la naturaleza formal del expeditor.

73 Cfr. Real Academia Española, Diccionario manual e ilustrado de la len-


gua española, 4a. ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1989, voces: administrar, impar-
tir, repartir y procurar.
74 Cfr. Corripio, Fernando, Diccionario etimológico general de la lengua
castellana, 3a. ed., Barcelona, Bruguera, 1984.
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL 39

Consideramos que esta diferenciación contribuye a dar clari-


dad a la garantía constitucional derivada del artículo 17 y evita la
confusión y el uso equívoco de los vocablos en cuestión.

IV. CONVENIO 150 DE LA ORGANIZACIÓN


INTERNACIONAL DEL TRABAJO

Es necesario hacer referencia a un concep to conco mitante a


los analizados, de gran relevan cia para los efectos del presente
estudio, el de “ad ministración del trabajo”, el cual to ma un ca-
rácter y significado peculiares a partir del tratamiento del Con-
venio 150 de la Organización Internacional del Trabajo, el cual
prevé que “designa las actividades de la administración pública
en materia de política nacional del trabajo”. Como es claro, para
los efectos de ese Convenio Internacional, elemento constituti-
vo ya del sistema jurídico mexicano, la administración del tra-
bajo es exclusiva de los órganos del Ejecutivo federal pues son
éstos los únicos miembros de la administración pública que rea-
lizan actividades directamente vinculadas a la política nacional
del trabajo.
En conclusión, la procuración de justicia tiene distintos lecturas
pero, comprendido para este estudio, es un concepto omniabarcan-
te que implica la acción de diversos agentes jurídicos estatales o
no, en busca de servir para lograr una justicia gratuita pronta y ex-
pedita. La impartición de justicia es una etapa ejecutiva de los ór-
ganos estatales jurídicamente facultados para ello en la que se de-
cide sobre los derechos y obligaciones de las partes ante una
controversia y sobre la organización misma de la justicia.
CAPÍTULO III
PROCURACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL

I. Planteamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
II. Definición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
III. La procuración de justicia social y el Estado . . . . 44
Nuevas condiciones sociales . . . . . . . . . . . . . 45
IV. La procuración del cumplimiento del derecho . . . 46
El nacimiento de los intereses difusos . . . . . . . . 46
CAPÍTULO III
PROCURACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL

I. PLANTEAMIENTO

En el caso de los derechos sociales, por su propia naturaleza y


origen, se da la paradoja de su indispensable aplicabilidad con la
consecuente realidad de su gradual juridicidad, es decir, que
siendo estas normas imprescindibles para una coexistencia social
pacífica, el grado de su realización fáctica es todavía ineficiente.
Es precisamente en este aspecto en que debemos hacer hinca-
pié toda vez que el derecho social constitucionalmente reconoci-
do no puede quedar como un propósito a futuro por el tímido de-
sarrollo de sus técnicas específicas de protección. Coincidimos
con Robert Alexy en que la existencia de un derecho no puede
depender exclusivamente de la justiciabilidad del mismo “en mo-
do alguno un tribunal constitucional es impotente frente a un le-
gislador inoperante”,75 máxime cuando los derechos sociales son
indispensables no sólo para nivelar las desigualdades entre los
individuos sino también para mantener la paz social, tal y como
se reconoció desde 1919 en el Tratado de Versalles.

II. DEFINICIÓN

Al buscar el significado etimológico de la voz procuración, el


diccionario remite al término “cura”, cuyo significado se deriva
75 Alexy, Robert, “Derechos sociales fundamentales”, Derechos sociales y
derechos de las minorías, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídi-
cas, 2000.

41
42 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

de “cuidado, solicitud”.76 Por su parte el Lexicón de la Real Aca-


demia de la Lengua Española establece como sentido de procu-
rar las diligencias o esfuerzos que se ejecuten para conseguir o
realizar lo que se desea, y en otra acepción “Facilitar o proporcio-
nar una cosa a alguien, o intervenir para que lo tenga. Ejercer el
oficio de procurador”.77 En este orden de ideas podemos determi-
nar que procurar la justicia es intervenir con la debida diligencia
a fin de que sea adecuadamente proporcionada.
Debemos destacar, sin embargo, que en materia jurídica es co-
mún identificar la procuración de justicia como la persecución de
los delitos, es decir, la recepción de denuncias y quejas sobre ilí-
citos penales así como la investigación de las mismas y, en caso
de procedencia, la formulación de una acusación penal ante los
órganos jurisdiccionales competentes.78 En este punto es impor-
tante distinguir que si bien es cierto que esta concepción del pro-
curador como el encargado de ejercer el ius punendi del Estado
como acusador público se encuentra excluida de la presente in-
vestigación, también lo es que las tendencias se dan en el sentido
de ser sus titulares los encargados de la acusación pública en re-
presentación de los intereses colectivos y el resguardo de la lega-
lidad.79
Por otra parte, también encontramos antecedentes que nos per-
miten tener otra perspectiva del término, esto es, cuando conside-
ramos al procurador como sujeto, figura contemplada en el siste-
ma jurídico mexicano desde las Leyes de Indias —procuradores
de pobres— y que implica la característica de letrados que ejer-

76 Corominas, Juan, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana,


3a. ed., España, Gredos, 1998, voz: cura.
77 Real Academia Española, Diccionario manual e ilustrado de la lengua
española, 4a. ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1989, voz: procurar.
78 Cfr. Castro, Juventino V., La procuración de justicia, México, Porrúa,
1994, p. 41.
79 Cfr. Linder López, Hedwiga, “¿Es la Comisión Nacional de Derechos
Humanos el Ombudsman mexicano?”, Revista Jurídica Jalisciense, año 2,
núm. 4, septiembre-diciembre de 1992, México, Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la Universidad de Guadalajara.
PROCURACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL 43

cen la asesoría y la representación en un acto o proceso jurídico


de otra persona que carece del saber técnico requerido, general-
mente, individuos o grupos vulnerables y desprotegidos.
Asimismo, y como apuntábamos anteriormente, el criterio ju-
risprudencial del término no es claro, y al parecer se considera a
la procuración como una etapa previa al proceso, encargada pri-
mordialmente a las autoridades administrativas, a quienes se ex-
cluye de la impartición de justicia, función que aparenta ser una
prerrogativa del Poder Judicial.80
En este sentido observamos que, además de ser la procuración
de justicia un término ambiguo y complejo, si le adjuntamos la
característica de justicia social se convierte entonces en inescru-
table. Por lo anterior resulta necesario realizar un cierre semánti-
co tomando en consideración la conclusión establecida en el
apartado referente a la justicia social: ésta se formaliza al quedar
reconocida por la normatividad jurídica. Con base en ello delimi-
taremos el tema a la procuración de los derechos sociales.
Desafortunadamente no podemos partir del hecho de que la
concepción de los llamados derechos sociales ha sido superada y
aceptada como un paradigama jurídico, ya que continúan, hoy
mismo, las diatribas sobre su nombre y pertenencia.81 De tal suer-
te que, por la naturaleza de la presente investigación y por la di-
versidad de órganos encargados de la aplicación de otras normas
de derecho social, nos referiremos exclusivamente al derecho la-
boral y de la seguridad social.
Entendemos, por lo tanto, por procuración de justicia social
todas aquellas diligencias realizadas por el órgano competente a
fin de proporcionar eficazmente la aplicación de las normas labo-
rales y de la seguridad social, ejerciendo para ello una serie de
funciones que van desde la promoción de los derechos y obliga-

80 Supra, apartado 1 en este capítulo.


81 Al respecto confrontar Derechos sociales y derechos de las minorías,
Carbonell, Miguel (comp.), et al., México, UNAM, Instituto de Investigaciones
Jurídicas, 2000.
44 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

ciones correspondientes, la asesoría sobre estas materias e inclu-


so la propia representación de los afectados por el incumplimien-
to de las mismas.

III. LA PROCURACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL Y EL ESTADO

Si bien es cierto que la cuestión social ha estado incluida en la


agenda estatal desde fines del siglo XIX, y que de ello deriva el
surgimiento del llamado Estado benefactor que consolidó los de-
rechos sociales y la responsabilidad pública de su cumplimiento,
también lo es que este modelo entró en crisis desde la década de
los ochenta del siglo XX y que por causas económicas se tuvo
que restringir tanto el gasto como la burocracia de los servicios
sociales, situación que provocó un fuerte cuestionamiento de la
función estatal, y el inicio de la redefinición de sus objetivos.
Es así como se dan las tendencias neoliberales bajo los argu-
mentos —no carentes del todo de fundamento— de que el Estado
debía de abstenerse de intervenir en la economía puesto que era
ineficiente y dispensador, poderoso e invasivo de la vida perso-
nal de la población y, por lo mismo, antidemocrático y, sobre to-
do, paternalista ya que impedía que la sociedad afrontara, por sí
misma, sus necesidades comunes, “saquémonos al gobierno de
las espaldas y los bolsillos”.82
Las tendencias del Estado benefactor son revertidas con medi-
das definidas por organismos internacionales que se traducen en
la reducción del gasto público y por ende de la burocracia; desre-
gulación mediante la supresión de normas jurídicas que pudiesen
presentar un obstáculo para la libre competencia; eliminación a
controles de precios; apertura absoluta de la inversión extranjera
así como un férreo control a la inflación y, finalmente, las privati-
zaciones acompañadas de un cambio cultural que “llevara a per-
cibir negativamente las prestaciones y servicios públicos, identi-

82 Savas, E. S., Privatización. La clave para un gobierno mejor, México,


Gernika, 1989, p. 23.
PROCURACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL 45

ficando, sin embargo, las privatizaciones y la extensión del


mercado como elementos progresistas”.83

Nuevas condiciones sociales

Aunado a lo anterior, no debemos olvidar otros factores de


gran influencia, tales como la globalización que repercute en las
relaciones sociales y por ende, en el derecho. Asimismo, las in-
novaciones tecnológicas que han generado una revolución en las
comunicaciones y la regionalización de las economías, implican
cambios políticos y culturales que obligan a revisar la “cuestión
social” y con ella la importancia de la procuración de justicia co-
mo elemento de seguridad y estabilidad social.
Ciertamente las condiciones socio-económicas actuales deri-
vadas de los fenómenos descritos, así como una animadversión y
desconfianza hacia los órganos gubernamentales, implican la ne-
cesidad de reformar el Estado.
La dinámica poblacional,84 el empleo y las condiciones de
ocupación así como las remuneraciones y el poder adquisitivo,
además de la imperante necesidad de inclusión social de los gru-
pos vulnerables, hacen esencial replantearse los términos de
equidad y el papel del Estado en los nuevos procesos ya que, co-
mo lo señala Pierre Rosanvallon: “Para ser justo, el Estado provi-
dencia ya no puede ser únicamente un distribuidor de subsidios y
un administrador de reglas universales. Debe convertirse en un
Estado servicio”. La meta, en efecto, es dar a cada uno los medios
específicos de modificar el curso de una vida, de superar una rup-
tura, de prever un problema.85

83 Albarracin, Jesús et al., La larga noche neoliberal, 2a. ed., España, Ica-
ria, 1994, p. 8.
84 La incorporación anual de 950 mil personas a la población económica-
mente activa, cfr. “Programa de Empleo, Capacitación y Defensa de los Dere-
chos Laborales”, Diario Oficial de la Federación, t. DXX, núm. 4, 7 de enero
de 1997, p. 2.
85 Rosanvallon, Pierre, op. cit., nota 18, pp. 209 y 210.
46 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

Esto, sin duda, se puede lograr a través de la procuración de


justicia social.

IV. LA PROCURACIÓN DEL CUMPLIMIENTO DEL DERECHO

Si bien es cierto que en un principio se consideraba la procura-


ción de justicia para atender exclusivamente los ilícitos penales o
para asesorar y representar a los pobres, esta situación empezó a
transformarse, ya que por lo menos en nuestro país, ha prolifera-
do el crecimiento de procuradurías en muy diversos ámbitos tales
como el fiscal, la protección al ambiente, consumidores, de de-
fensa del menor y la familia, y del trabajo entre otras.86
Las nuevas circunstancias sociales derivadas de la llamada
Revolución Tecnológica y de la masificación, que implican ame-
nazas a la calidad y a la vida misma de la comunidad, generan ne-
cesidades que tienen que ser reconocidas por el derecho como
cauce de convivencia social.
Estas necesidades sociales sobrepasan el aspecto compensador
en general dentro del cual se encuentran mal tutelados los derechos
sociales, y se refieren primordialmente a buscar una mejor calidad
de vida a través de la defensa y conservación del medio ambiente,
a la protección del consumidor, al derecho de recibir una informa-
ción veraz e incluso a la preservación de los bienes estéticos. Estos
fenómenos han demandado la creación de organismos encargados
de procurar el cumplimiento y respeto del derecho.

El nacimiento de los intereses difusos

Los estudiosos del tema han coincidido en la denominación de


intereses difusos;87 intereses porque su naturaleza jurídico-coac-

86 Cfr. Ojeda Paullada, Pedro et al., “las nuevas procuradurías”, Revista de


Administración Pública, México, núm. 97, 1998, passim.
87 Hernández Martínez, Ma. del Pilar, Los mecanismos de tutela de los in-
tereses difusos y colectivos, UNAM, 1997.
PROCURACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL 47

tiva es precaria y difusos, por su escasa precisión en cuanto a sus


titulares y su alcance.88
En este sentido Cappelletti opina: “Es un hecho que el interés
involucrado es, justamente, un interés “difuso”, un fragmento del
más vasto interés del grupo o categoría de los sujetos o damnifi-
cados. Si dicho grupo, o categoría, no está organizado, el indivi-
duo sufre precisamente las consecuencias del carácter difuso o
fragmentario de su interés personal”.89
Esta situación de la titularidad fragmentada presenta algunos
aspectos procesales relevantes tales como su escasa efectividad
al accionar el aparato de impartición de justicia enfrentándose el
sujeto que inicie la movilización, solo —en una situación de desi-
gualdad— frente a grandes empresas o instituciones estatales.
Los derechos sociales se caracterizan por ser generalmente
prestacionales e inmediatos, los intereses difusos tienden a prote-
ger deberes mediatos que no están determinados ya sea por que
“los mínimos no están fijados legislativamente, ora sea porque los
obligados son múltiples y cada uno tiene algo que poner para el
cumplimiento o realización del derecho”.90
En materia procesal también encontramos diferencias toda vez
que la legitimación activa, en el caso de los derechos, está deter-
minada; en los intereses difusos no existe todavía en nuestro sis-
tema un sujeto determinado que actúe en beneficio de otros indi-
viduos que compartan las circunstancias.
Consideramos, no obstante, que ambas figuras pertenecen a
una misma categoría de derechos fundamentales,91 cuyo perfec-
cionamiento se encuentra en diferentes grados.

88 Cfr. Almagro Nosete, José, “Tutela procesal ordinaria y privilegiada (ju-


risdicción constitucional de los intereses difusos)”, Revista de Derecho Políti-
co, España, núm. 16, invierno de 1982-1983.
89 Cappelletti, Mauro, op. cit., nota 45, p. 98.
90 Almagro Nosete, José, op. cit., nota 88, p. 97.
91 Por ejemplo, existen derechos laborales que rayan en lo difuso de los in-
tereses señalados debido a su fragmentación, tal es el caso de los trabajadores
48 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

Tanto los intereses difusos como los derechos sociales tienen


un problema de eficacia procesal. Sin embargo, la vida de un de-
recho no puede quedar al arbitrio de la judicialización o de la me-
ra voluntad estatal.
Las condiciones actuales tanto tecnológicas como ambientales
y sociales reclaman una nueva perspectiva tanto del Estado como
de la sociedad civil; las circunstancias del desempleo, el subem-
pleo, la inestabilidad, la informalidad, el incremento de la exclu-
sión y la pérdida de solidaridad en la seguridad social no son ya
situaciones subsanables por prácticas compensadoras ni pode-
mos aferrarnos a las disposiciones “conquistadas” a “una proble-
mática de la conservación de lo adquirido, cuando no a la acepta-
ción resignada de su lenta erosión”.92
La atribución para la legitimación de los intereses difusos y de
los derechos sociales debiese ser ampliada a través de mecanis-
mos efectivos, entre los cuales podemos encontrar como una fi-
gura óptima los organismos encargados de la procuración de jus-
ticia social.
Los organismos que reciben el nombre de procuradurías, para
desempeñar distinas funciones, tienen en cada caso atribuciones
diferentes. Existe una confusión terminológica y probablemente
un abuso de la palabra. Mientras que en unos casos se identifican
con actividades persecutorias como en el área de derecho penal,
en otras, no obstante consistir en actividades propias de defensa o
tutela de derechos difusos o derechos humanos en general, se
abusa de la palabra para adaptarla a las atribuciones que el legis-
lador le asigna. Por ello encontramos los organismos típicamente
persecutorios que, bajo el principio inquisitivo, persiguen el bie-
nestar de la sociedad, tutelando los valores y persiguiendo a quie-

migratorios, jornaleros, o las prácticas de discriminación de género con la exi-


gencia de los exámenes de no-embarazo.
92 Rosanvallon, Pierre, op. cit., nota 18, p. 210.
PROCURACIÓN DE JUSTICIA SOCIAL 49

nes transgreden las normas penales, que son las procuradurías de


la justicia, como se aclara antes.93
Por otra parte, están las funciones para garantizar los intereses
difusos, como la Procuraduría del Ambiente y más concretamen-
te, están los derechos de los trabajadores, o la defensa del trabajo,
como se denomina el organismo encargado de velar por los pri-
meros; organismo que no es exclusivo, en virtud de que su defen-
sa de asesorar y representar legalmente a los trabajadores es parte
de un programa general, de una política laboral.
En seguida presentamos el cuadro comparativo que muestra la
confusión a que hemos hecho referencia.94

93 Supra, apartado 2 en este mismo capítulo.


94 El cuadro comparativo fue preparado por la licenciada Oralia Vázquez
Coutiño, coordinadora general de asesores de la Profedet.
CUADRO COMPARATIVO DE DIVERSAS PROCURADURÍAS
EN LEGISLACIÓN MEXICANA95

PROCURADURÍA PROCURADURÍA PROCURADURÍA


INSTITUTO PROCURADURÍA
FEDERAL FISCAL FEDERAL
FEDERAL FEDERAL
DE PROTECCIÓN DE LA DE LA DEFENSA
DE DEFENSORÍA DEL CONSUMIDOR
AL AMBIENTE FEDERACIÓN DEL TRABAJO
INTEGRACIÓN
Está integrado por una Una Procuraduría y sub- Una Procuraduría y sub- Una Procuraduría Federal
Junta Directiva, un direc- procuradurías de Audito- procuradurías de la Legis- y subprocuradurías auxi-
tor general y unidades ría Ambiental, Sub-pro- lación y Consulta, Am- liares: General de Aseso-
administrativas. curaduría de Verificación paros, en Asuntos Finan- ría, Conciliación y Quejas,
Industrial, Subprocuradu- cieros y de Investigacio- de Defensoría y Conflictos
ría de Recursos Naturales, nes. y de Asuntos Foráneos,
Dirección General de De- una Secretaría General y
nuncias y Quejas y dele- delegaciones foráneas.
gaciones en las entidades
federativas.
NATURALEZA
Es un órgano desconcen- No aparece si es órgano Está constituido como or- No aparece en su Consti- Está constituido como un
trado del Poder Judicial. desconcentrado o descen- ganismo descentralizado tución. organismo desconcentra-
tralizado. de la Secofi. do de la STPS.

95 Se han excluido las procuradurías de justicia penal, cuya función persecutoria está bien identificada por las leyes y por los
ciudadanos; en cambio aparece el Instituto Federal de Defensoría, más cerca de las funciones de las otras procuradurías.
FACULTADES
1. Atender las solicitudes 1. Vigilar el cumplimien- 1. Representa los intere- 1. Formular los proyectos 1. Representar y asesorar
del indiciado o del Minis- to de las disposiciones de ses de la población con- de iniciativa de ley, de- a los trabajadores y a los
terio Público. la prevención y control sumidora. cretos o reglamentos. sindicatos formados por
2. Solicitar al Ministerio del medio ambiente. 2. Representa colectiva- 2. Vigilar que las leyes de los mismos ante cualquier
Público la libertad cau- 2. Recibir, investigar y mente a los consumido- la materia tengan con- autoridad, resolver sus
cional. atender las denuncias de res frente a las entidades gruencia con el Plan Na- consultas jurídicas y re-
3. Entrevistar al defendi- autoridades o particulares y organismo privados. cional de Desarrollo. presentarlos en los con-
do de viva voz para saber con relación al medio am- 3. Representa a los con- 3. Normar el criterio de flictos relacionados con
los hechos. biente, o canalizarlas a la sumidores ante las autori- las unidades administra- el derecho del trabajo.
4. Asistir jurídicamente instancia adecuada. dades jurisdiccionales. tivas en asuntos legales. 2. Prevenir y denunciar
al defendido al momento 3. Salvaguardar los inte- 4. Estudia y promueve 4. Representar el interés ante cualquier autoridad
de su declaración. reses de la población en medidas a la protección de la federación en con- la violación de normas la-
5. Informar al defendido relación con el medio am- del consumidor. troversias fiscales. borales.
o a sus familiares del trá- biente. 5. Proporciona asesoría 5. Representar a la SHCP 3. Denunciar por la vía
mite legal a llevar acabo. 4. Coadyuvar con al auto- gratuita. ante los tribunales de la administrativa o jurisdic-
6. Analizar las constan- ridades federales, locales 6. Denuncia ante las auto- República. cional, la falta de reten-
cias de los expedientes. y municipales para la apli- ridades competentes todas 6. Participar con las dis- ción o pago de los sala-
7. Procurar la unidad, cación de las leyes en ma- las irregularidades de los tintas autoridades del sis- rios mínimos o del repar-
continuidad y uniformi- teria de medio ambiente. productos. tema financiero. to de utilidades.
dad de los criterio de de- 5. Promover la concilia- 7. Denuncia ante las auto- 7. Investigar la comisión 4. Denunciar ante el pleno
fensa. ción entre las autoridades ridades competentes las de delitos fiscales. de la Junta Federal de Con-
y los particulares en la prácticas monopólicas. 8. Formular las declara- ciliación y Arbitraje, en
materia. 8. Concilia las diferen- torias, denuncias o quere- los criterios contradicto-
6. Realizar auditorías y cias entre consumidores llas correspondientes por rios en los que hayan incu-
peritajes de todas las ac- y proveedores. la comisión de delitos, así rrido las juntas especiales
vidades que constituyen 9. Denuncia ante el Minis- como el seguimiento y con al pronunciar sus laudos.
un riesgo para el medio terio Público los hechos trol de dichos procesos. 5. Denunciar ante el pre-
ambiente. delictivos en relación al 9. Administrar los recur- sidente de la Junta Fede-
7. Formular dictámenes consumidor. sos humanos, financieros ral de Conciliación y
técnicos ocasionados por y materiales asignados a Arbitraje y ante el jurado
infracciones a la legisla- dicha procuraduría. la responsabilidad de los
ción ambiental. representantes el incum-
8. Imponer medidas téc- plimiento de los funcio-
nicas y de seguridad para narios a su cargo.
el medio ambiente. 6. Proponer a las partes
9. Investigar las infraccio- soluciones amistosas para
nes a la legislación am- el arreglo de sus conflic-
biental. tos.
10. Denunciar ante el Mi- 7. Coordinar sus funcio-
nisterio Público federal los nes con todas las autori-
delitos en la materia. dades laborales del país.
11. Coordinarse con las
autoridades federales, lo-
cales y municipales para
el ejercicio de sus atribu-
ciones.
12. Participar en la elabo-
ración y aplicación de
normas oficiales.
13. Canalizar a la Contra-
loría Interna las faltas de
los servidores públicos.
14. Resolver los recursos
administrativos.
El servicio se presta a pe- Actúa a petición de parte Actúa a petición de parte. Actúa como consejero ju- Actúa a petición de parte.
tición de parte y de oficio. por autoridad competente rídico de la SHCP.
o por particulares.
MATERIA DE DERECHO
Penal, salvo lo expre- Ambiental. Civil y mercantil. Fiscal. Laboral.
samente por la ley.
CAPÍTULO IV
IMPARTICIÓN DE JUSTICIA SOCIAL

I. Planteamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
II. Definición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
III. Naturaleza de los órganos que imparten justicia laboral 57
IV. Juntas de Conciliación y Arbitraje. Carácter federal 58
CAPÍTULO IV
IMPARTICIÓN DE JUSTICIA SOCIAL

I. PLANTEAMIENTO

Las circunstancias sociales, económicas y políticas como fuentes


reales de las normas han determinado también la evolución del
Estado. A partir de las crisis generales que se desencadenan en
los últimos treinta años, se cuestiona la legitimidad del modelo
estatal predominante y se replantea la relación entre el gobierno
y la sociedad, revalorando así mismo la influencia del Poder Ju-
dicial como verdadero protector del individuo en sociedad.
Por otro lado, retomando el origen del orden jurídico como
las reglas mínimas de convivencia social, encon tramos a simple
vista como fundamento inicial el de impedir la autotutela de los
derechos al establecer órganos especializados e imparciales pa-
ra dirimir las controversias entre los sujetos que participaban en
determinada sociedad. Sin embargo, las situaciones demográfi-
ca, econó mica y tecnológica contemporáneas rebasan la es-
tructura de los órganos encargados de impartir justicia, ya que és-
tos, como parte misma del aparato gubernamental, se encuentran
cuestionados con relación a su eficacia y legitimidad.
En este mismo contexto se ha generado un importante movi-
miento denominado “acceso a la justicia” que pugna por reducir
los obstáculos para lograr que la impartición de justicia sea expe-
dita, imparcial, independiente de los otros Poderes y accesible a
todos los sujetos de la comunidad.96

96 Cfr. Capelletti, Mauro, Dimensiones de la justicia en el mundo contem-


poráneo, trad. de Héctor Fix-Fierro, México, Porrúa, 1993.

55
56 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

La nueva apreciación de los sistemas judiciales ha afectado


sin duda la consideración sobre la impartición de justicia labo-
ral; justicia que, por su propia naturaleza, requiere de mayor
agilidad procesal debido al carácter de las prestaciones que se
reclaman. Si es genérico el prin cipio de “justicia retardada es
justicia denegada”, éste se hace fundamental en las relaciones
obrero-patronales.
Los cuestionamientos sobre el acceso a la justicia social re-
caen obviamente sobre los órganos encargados de velar por hacer
efectivos los derechos tutelados por las normas positivas. Esta si-
tuación ha generado una serie de transformaciones a nivel inter-
nacional sobre la naturaleza y competencia de las autoridades ju-
risdiccionales laborales en búsqueda de soluciones efectivas.

II. DEFINICIÓN

Describíamos antes la difícil situación de la definición


conceptual del término im par tir, de tal suer te que, a fin de evi-
tar repeticiones, reiteraremos su comprensión como el ejercicio
realizado por los órganos encargados de efectuar la función ju-
risdiccional, con independencia de que se ubiquen dentro o fuera
del Poder Judicial.97
La naturaleza misma de la justicia social implica considera-
ciones específicas al tratar de aplicarla mediante los órganos
competentes, de tal suerte que los principios procesales labora-
les aceptados y protegidos por numerosas legislaciones positi-
vas, principalmente las latinoamericanas son los siguientes:

• Publicidad: por regla general todas las audiencias deben


ser públicas.

97 Sánchez-Castañeda, Alfredo, “Una visión sistemática de la procuración


de justicia laboral en México”, Relaciones laborales en el siglo XXI, Kurczyn
Villalobos, Patricia (coord.), México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurí-
dicas-Secretaría del Trabajo y Previsión Social, 2000, p. 290.
IMPARTICIÓN DE JUSTICIA SOCIAL 57

• Gratuidad: no debe haber costas en los juicios laborales.98


• Inmediatez: los funcionarios de los tribunales deben inter-
venir de forma directa en la tramitación del proceso.
• Oralidad: las actuaciones judiciales deben hacerse de ma-
nera verbal.
• Instancia de parte: se acciona el aparato judicial a petición
del interesado.
• Tutelar: en beneficio del trabajador y en consecuencia la
determinación de asignar la carga de la prueba al patrón.

III. NATURALEZA DE LOS ÓRGANOS QUE IMPARTEN


JUSTICIA LABORAL

La organización tripartita de los órganos que imparten justicia


había sido considerada la forma ideal de resolver los conflictos
de trabajo. El caso ejemplar vigente es la propia estructura de la
Organización Internacional del Trabajo; aunque no es un órgano
jurisdiccional, su integración por representantes de los emplea-
dores, trabajadores y gobiernos, ha sido en sí misma una legiti-
mación constante de los acuerdos adoptados y un fundamento
primordial para la validez y eficacia de los convenios y recomen-
daciones que de ella emanan. No obstante, existe una tendencia
significativa respecto a la independencia que deben tener los ór-
ganos jurisdiccionales en la impartición de justicia laboral. En
nuestro país es interesante conocer la evolución de los tribunales
laborales, con un fuerte arraigo de representación tripartita,
como la original de los consejos prudentes franceses.

98 Las legislaciones, tanto nacionales como extranjeras, regulan tal imposi-


ción, a veces equiparándolas a las leyes del proceso civil y en otras ocasiones
disminuyendo sus costos.
58 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

IV. JUNTAS DE CONCILIACIÓN Y ARBITRAJE.


CARÁCTER FEDERAL

El Poder Constituyente de México que realizó la norma funda-


mental de 1917, reconoció en la misma los derechos sociales,
mismos que para el objeto de nuestro estudio limitaremos al ar-
tículo 123 que regula la cuestión laboral.
El reconocimiento de estos derechos laborales dio origen a una
proliferación de legislaciones reglamentarias de carácter estatal,
que, en cuanto a las formas de organizar la justicia laboral, dieron
lugar a la creación de diversidad de tribunales locales.
La realidad, que siempre rebasa a las normas, no obstante ser su
fundamento, dio lugar a otra concepción de los conflictos labora-
les. Esto se debió, principalmente, a dos aspectos recurrentes: en
primer lugar, algunos conflictos de trabajo eran, por sí mismos, de
interés nacional, a pesar de estar localizados geográficamente en
algún punto del territorio; en segundo lugar, y no por ello menos
importante, algunos conflictos abarcaban a dos o más entidades y
por lo tanto “no podían ser resueltos por las juntas de los estados,
porque trascendían los límites de su jurisdicción”.99
Aunado a lo anterior, en 1920, durante el periodo presidencial
de Adolfo de la Huerta, fue creado el Departamento Especial de
Trabajo que dependía directamente de la Presidencia de la Repú-
blica con el fin de intervenir en los conflictos suscitados entre el
capital y el trabajo. Esta situación originó numerosos problemas
de competencia ya que sólo tres órganos tenían facultades para in-
tervenir en las controversias laborales: el departamento del Traba-
jo, perteneciente a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo;
el gobierno del Distrito Federal y el nuevo Departamento creado
por De la Huerta. Este último tendría facultades en los conflictos
que abarcaran más de una entidad federativa.100

99 Cueva, Mario de la, Derecho mexicano del trabajo, cit., nota 46, p. 52.
100 Cfr. Bensunsan, Graciela, “La legislación laboral heredada de las luchas
revolucionarias: del Constituyente a la Ley Federal del Trabajo de 1931”, 75
IMPARTICIÓN DE JUSTICIA SOCIAL 59

La consecuencia lógica de esta situación era la inseguridad ju-


rídica que se daba en dos vertientes: la diversidad de competen-
cias y la de interpretaciones en casos similares. El problema se
acentuaba en ciertas ramas de la industria tales como la textil, fe-
rrocarrilera, minera y petrolera, cuyas controversias se resolvían
de muy distintas formas al plantearse el conflicto en un estado o
en otro.
Esta situación provocó la creación de la Junta Federal de Con-
ciliación y Arbitraje en 1927, y dos años más tarde, la federaliza-
ción de la materia laboral, según la reforma constitucional publi-
cada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de septiembre de
1929, fundamento de la Ley Federal del Trabajo de 1931, cuya
vigencia se extendió por más de cuarenta años.
Esta ley reguló las distintas etapas del proceso al establecer
una primera audiencia de conciliación, demanda y excepciones
y una segunda relativa al ofrecimiento y admisión de pruebas. Al
finalizar las diligencias se elaboraba un dictamen que debía ser
aprobado por los integrantes de la junta y, de ser así, el laudo se
dictaba “a conciencia”, sin recurrir a las reglas procesales de
otras ramas del derecho para la apreciación de las pruebas. La ley
otorgó facultades a los presidentes para que una vez aprobado el
laudo lo efectuaran.
Esta ley estuvo en vigor hasta la aprobación de la nueva Ley
Federal del Trabajo que entró en vigor el 1o. de mayo de 1970. La
normatividad reciente en ese entonces, consideró principalmente
la integración de juntas especiales federales para funcionar en las
entidades; y obvió el requisito de la integración de los represen-
tantes obreros y patronales durante la instrucción del proceso, no
así en la etapa de resolución, en la cual su presencia seguía siendo
indispensable.
Por lo que se refiere a las normas procesales, se ratificó la ora-
lidad como predominante en el juicio laboral, se simplificaron las

años de sindicalismo mexicano, México, Instituto de Estudios Históricos de la


Revolución Mexicana, 1986, p. 277.
60 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

notificaciones y los trámites incidentales, el plazo de caducidad


de la instancia se aumentó a seis meses en beneficio del actor pro-
movente y se suprimió la incompetencia por inhibitoria para
efectos de evitar dilaciones en el proceso. En el proceso ordinario
se concentró en una audiencia única la conciliación, demanda y
excepciones, y se estableció la posibilidad de efectuar diligencias
para mejor proveer a fin de aumentar las facultades de los inte-
grantes de la junta para cerciorarse de los hechos de la manera
más eficaz que fuese posible. Finalmente, en materia de pruebas
se incluyó la inspección y se mejoró el desahogo de la pericial.101
Esta ley se modificó diez años después de su inicio, lo que se
ha considerado la reforma procesal más importante en la materia
hasta el momento.102

101 Cfr. Buen, Néstor de, Derecho procesal del trabajo, 2a. ed., México, Po-
rrúa, 1990, pp. 134 y 135.
102 Se tiene conocimiento de un Anteproyecto de Código de Procedimientos
Laborales redactado por representantes de la nueva cultura laboral.
CAPÍTULO V
CONFLICTOS DE TRABAJO

I. Terminología y significado . . . . . . . . . . . . . 61
II. Definición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
III. Naturaleza jurídica . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
IV. Los conflictos en la legislación mexicana . . . . . . 71
V. Clasificación de los conflictos de trabajo . . . . . . 73
VI. Conflictos sin clasificar . . . . . . . . . . . . . . . 81
VII. Conflictos de seguridad social . . . . . . . . . . . . 82
VIII. Medios de solución y clasificación: medios directos
e indirectos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
1. Solución directa entre las partes . . . . . . . . . 89
2. Solución con intervención de terceros . . . . . . 91
3. Solución mediante juicio . . . . . . . . . . . . . 93
IX. Efectos de las soluciones . . . . . . . . . . . . . . 93
X. Jurisprudencia sobre conflictos de trabajo . . . . . . 96
XI. Medios de solución de los conflictos . . . . . . . . 97
CAPÍTULO V
CONFLICTOS DE TRABAJO

I. TERMINOLOGÍA Y SIGNIFICADO

La importancia de los sistemas al definir las pugnas de intereses


laborales consiste en tener la certeza de resolverlas con justicia so-
cial, fundamento sobre el cual se construye todo un sistema pa-
ra la paz y el orden público. No podría impartirse justicia sin
analizar la temática que deba resolverse, como no podría un códi-
go penal sancionar un delito al cual se refiriera, sin tipificarlo y
sin determinar la pena. Además, en derecho social conviene preci-
sar los intereses afectados y su trascendencia social, para orientar
y finalmente resolver los conflictos tomando en cuenta la desi-
gualdad entre los contendientes que la justicia social deba nivelar.
Los profesores sudamericanos Mozart Russomano y Cabane-
llas identifican el término conflicto con la oposición de intereses,
derivado del latín conflictus de confligere que implica combatir,
luchar.103 Distinguen entre conflictos y controversias, entendidas
estas últimas como discusiones. Se trata de una polémica previa a
la lucha que se ejerce por medio de acciones y por ello los autores
prefieren el uso del término conflicto de trabajo para identificar
las dificultades que surjan entre los trabajadores y el patrón.104
La controversia, término también frecuente, suele usarse más
en el derecho privado. En términos procesales es sinónimo de li-

103 Los conflictos colectivos de trabajo y su solución, Argentina, Heliasta,


SRL, 1979, p. 9. Citado también por Buen, Néstor de, Derecho procesal, cit.,
nota 101, p. 75.
104 Ibidem, pp. 11 y 12.

61
62 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

tigio (de litis), usado tanto en juicios de orden civil y mercantil;


su diferencia esencial con los asuntos de trabajo es la igualdad de
las partes y la diferencia cuantitativa de condiciones entre las
partes tratándose de los segundos, con excepción de los conflic-
tos entre trabajadores, que se ubican en el mismo nivel.
Para Carnelutti litigio es “un conflicto de intereses calificados
por la pretensión de uno de los interesados y la resistencia del
otro”, lo cual encaja bien en materia laboral; sin embargo, el có-
digo procesal civil mexicano distingue la fijación de la litis como
el momento en el cual se concretan las circunstancias de cada
parte.105 Con la litis se representa la verdadera existencia o con-
traposición de intereses defendidos por cada una de las partes. En
materia laboral la contraposición de los intereses es evidente des-
de el principio porque la desigualdad existe desde antes de que se
concreten las diferencias prácticas.
Los asuntos se ventilan en las juntas de conciliación y arbitraje
para hacer valer los derechos por la fuerza de la ley. Dadas las cir-
cunstancias generales de los trabajadores, el legislador entendió
la necesidad de que dichos conflictos se resolvieran rápidamente
y con principios tutelares. Esta celeridad implica evitar las
formalidades que seguramente más se complicarían para la parte
trabajadora, dejando sólo aquellos actos necesarios para dar cer-
teza jurídica y evitar la indefensión de los empleadores y aun de
terceros, lo cual sería violatorio de los derechos fundamentales
de las personas.
Hablar de litigio laboral hace sentir el traslado a otras esferas
contenciosas, acaso con una imagen más complicada, con más
esencia jurídica, de ahí que el uso del término conflicto denote
mayor contenido social y lo haga más apropiado a la materia en
comparación con el de controversia, sinónimo de litigio, además
de su arraigo jurídico laboral. Prácticamente el concepto de con-
flicto de trabajo es el mismo en todas las legislaciones, está re-

105 Medina Lima, Ignacio, Diccionario jurídico, México, UNAM, Instituto


de Investigaciones Jurídicas, p. 2050. Voz: litigio.
CONFLICTOS DE TRABAJO 63

lacionado con el trabajo e igual consecuencia tendría que se ha-


blara de controversia o de litigio, una vez que se tramita ante
autoridades jurisdiccionales.106
La legislación mexicana, y en consecuencia la doctrina, al
igual que la iberoamericana, ha preferido el uso del término
conflicto para referirse a las diferencias de intereses entre las
partes de las relaciones de trabajo y, en general, para cualquier
circunstancia, contienda o polémica de intereses vinculados con
las relaciones laborales, con independencia de que los titulares
sean trabajadores o empleadores. En la lengua inglesa el término
preferido es el de disputes que en realidad denota más una con-
troversia. De la Cueva aclara en su obra clásica del derecho del
trabajo que sustituyó la palabra controversia por la de diferen-
cia, por la connotación especial que le dan algunos autores.107
De la Cueva cita varios au tores, entre ellos a Carnelutti, a pro-
pósito de la distinción entre conflicto y controversia; y concreta
que el conflicto obedece al contraste de intereses entre el traba-
jo y el capital; en tanto, la controversia representa la pretensión de
la tutela de un interés relativo a la prestación de su trabajo o su re-
glamento, en contraste con el interés de otro.108

106 “Si el actor señala en su demanda laboral como demandados a personas


físicas y morales, y al pronunciar el laudo la junta responsable condena a la
persona moral, pasando por alto tanto en la parte considerativa como en la re-
solutiva del laudo en comento, a las personas físicas también demandadas, ol-
vidando dicha responsable que debe decidir respecto de todos los puntos liti-
giosos que fueron objeto de la controversia, tal actitud se traduce en falta de
congruencia que debe mediar entre los laudos y las pretensiones deducidas en
el pleito”. Tribunal Colegiado del vigésimo circuito, apéndice al Semanario Ju-
dicial de la Federación, 1917-1995, tomo V, material de trabajo, tesis número
786, p. 538.
107 Derecho mexicano del trabajo, México, Porrúa, t. II, p. 730, nota 9.
108 Tissembaum, Mariano R., Las controversias del trabajo, la huelga y el
lockout ante el derecho, cit., por De la Cueva, op. cit., nota anterior, p. 727.
64 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

II. DEFINICIÓN

Las definiciones del maestro De la Cueva109 elaboradas bajo la


vigencia de la ley de 1931, debieron haber sido propuestas, por lo
menos pudieron haber sido consideradas para la reforma de la ley
en 1970, cuya comisión redactora fue presidida por el mismo
maestro, o bien haberlas considerado en la reforma procesal de
1980 —pero no ocurrió—. Las definiciones de Mario de la Cueva
de los conflictos son:

a) Se entiende por conflicto individual de trabajo toda contro-


versia sobre interpretación o cumplimiento de las relaciones in-
dividuales de trabajo.
b) Se entiende por conflicto colectivo de trabajo, la contro-
versia de naturaleza económica sobre creación, modificación,
suspensión o supresión de las condiciones generales de trabajo
y la de carácter jurídico que versen sobre el derecho a la exis-
tencia o a la libertad de los grupos profesionales o a la interpre-
tación genérica o aplicación del contrato colectivo de trabajo,
siempre que en este último caso se afecte el interés profesional
que representen los sindicatos.

Las definiciones transcritas son de mucho interés para la doc-


trina mexicana; pero hay que considerar que no tuvieron influen-
cia en la redacción de la segunda ley, la cual reconoció las mis-
mas categorías marcadas en la primera ley sin distinguir los
conflictos relacionados con la existencia de los sindicatos como
lo proponía el maestro De la Cueva en otra parte de su obra, y que
es una sugerencia de varios autores, incluso de la propia OIT.110
Emilio Morgado, ex funcionario de la OIT, define como con-
flictos de trabajo “a las discrepancias y controversias acerca de la
aplicación o interpretación de un derecho laboral preestablecido
en una norma legal o convencional, la costumbre, la sentencia ju-

109 De la Cueva, op. cit., nota 108, p. 756.


110 Los tribunales de trabajo, Ginebra, 1947.
CONFLICTOS DE TRABAJO 65

dicial o laudo arbitral, o acerca del establecimiento, revisión, mo-


dificación o extinción de una norma”.111 Frente a esta definición
de mucha elaboración está una muy concreta de Américo Pla:
“toda controversia derivada de una relación laboral”.112 El maes-
tro uruguayo deslinda la diferencia de la calidad del sujeto y la
restringe a la vinculación de trabajo; por lo tanto quedarían ex-
cluidas las pugnas intersindicales, a no ser que se considere como
tal la relación de trabajo que pretenden establecer con un mismo
empleador.
La legislación española identificaba al conflicto colectivo por
derivar discrepancias relativas a la interpretación o aplicación de
una norma preexistente”.113 Por su parte, Montoya Melgar am-
plía el universo del conflicto laboral para vincularlo no sólo con
la relación estricta de trabajo y la extiende a una situación de disi-
dencia sobrevenida entre los sujetos de una relación jurídico-la-
boral, relación contractual, colectiva, relación de seguridad so-
cial, etcétera); basada en un objeto conflictivo jurídico-laboral, y
exteriorizada a través de un procedimiento establecido por el de-
recho para dirimir tales controversias”. Montoya modificó la de-
finición al sustituir relaciones sindicales (como aparece en una
edición anterior de su obra), por colectiva, que desde luego es
más amplia.114
En algunas legislaciones, como la jamaiquina, el concepto es
explícito, el conflicto se relaciona con todo o en parte de los tér-
minos y condiciones de empleo o las condiciones físicas de la
ocupación de los trabajadores, la contratación, la terminación o

111 “Los conflictos de trabajo y sus métodos de solución en Iberoamérica”,


Debate Laboral, año I, núm. 1, San José, Costa Rica, 1988, p. 105.
112 “La solución de los conflictos de trabajo. Conciliación, mediación y
arbitraje en conflictos individuales y colectivos”, Debate Laboral, cit., supra,
p. 133.
113 Montero Aroca, Juan, El proceso laboral, Barcelona, Librería Bosch,
1979, t. I, p. 70.
114 Montoya Melgar, Derecho del trabajo, 3a. ed., Madrid, Tecnos, 1979, p.
572, (cit. por Murgas, op. cit., nota 111, p. 133), se refiere a relaciones sindica-
les; concepto que sustituye por el de colectivas en su 11a. ed., p. 656.
66 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

suspensión de la relación de trabajo, la asignación de trabajo, los


privilegios, los derechos y los deberes de los empleadores, de sus
organizaciones y las de los trabajadores. Es probable que la defini-
ción esté influida por la legislación británica que considera con-
flicto de trabajo todo aquel que surja entre empleadores y trabaja-
dores, o entre trabajadores, en relación con el empleo, la ausencia
de empleo o las condiciones de trabajo de cualquier persona.115
En Estados Unidos de Norteamérica se considera conflicto de
trabajo cualquier diferencia relacionada con las relaciones con-
tractuales en el empleo, la ocupación de los puestos, las condicio-
nes de trabajo, así como los referentes a la representación de las
partes para negociar, fijar, mantener, modificar o tratar de acor-
dar condiciones de empleo o trabajo, independientemente de que
las partes adversas tengan entre sí relaciones directas como em-
pleador y trabajador.116
En general el conflicto denota una oposición por su contenido
social; se trata de un antagonismo de intereses pero también de
una lucha por derechos surgida ante la oposición del cumpli-
miento de los mismos o bien de la oposición al cambio de condi-
ciones que permitan continuar una relación de intereses nivela-
dos; oposición que usualmente proviene de la parte más poderosa
o más fuerte económica y socialmente. Existe, en todo caso, un
comportamiento incompatible.117 Hay conflicto laboral sin nece-
sidad de determinar un litigio en virtud de no ser necesario que se
concrete ante las autoridades jurisdiccionales, incluso puede ha-
berlo sin existir una relación concreta de trabajo.
Los conflictos laborales no necesitan estar definidos en una
ley para ser regulados o para determinar sus efectos jurídicos y

115 OIT, Conciliación y arbitraje en los conflictos de trabajo, Ginebra,


1981.
116 Leyes de Relaciones Laborales de 1935 y Ley de Relaciones Obrero Pa-
tronales de 1947, cfr. Conciliación y arbitraje... cit., supra, p. 6
117 Boulding, K. E., Conflict and Defense a General Theory, Nueva York,
1963, cit. por Gori, Umberto, Diccionario de política, siglo XXI, 1984, p. 356.
Voz: conflicto.
CONFLICTOS DE TRABAJO 67

sus medios de solución. Lo importante es ubicarlos en el derecho


positivo para efectos preventivos y de arreglo, con la finalidad
prioritaria de cuidar los derechos de los trabajadores.
Los conflictos laborales existen siempre que están en juego in-
tereses contrarios sobre derechos y obligaciones surgidos de una
relación de trabajo o sólo vinculados a ésta, pues pudiera presen-
tarse el antagonismo antes de que exista la misma relación de ma-
nera lo que una buena definición aclararía.

III. NATURALEZA JURÍDICA

Los conflictos laborales deben apartarse de los conflictos ori-


ginados por relaciones o interacciones desarrolladas en ámbitos
jurídicos del sector público o privado y analizarse en el seno del
derecho social por la naturaleza sui generis de los mismos, y por
la esencia social que los caracteriza. En consecuencia, habrá que
entenderlos distintos de aquellos estrictamente jurídicos.
La definición de los conflictos, su clasificación y análisis re-
visten importancia porque de ahí deben surgir las premisas y lue-
go las reglas para su solución, medios que tanto pueden ser admi-
nistrativos como jurisdiccionales, directos o indirectos, junto a
los cuales pueden desarrollarse otros medios alternos que final-
mente se irán imponiendo según convenga a los actores sociales.
La desigualdad entre las partes exige la aplicación de princi-
pios rectores distintos para regular los procesos y para el pronun-
ciamiento de las soluciones legales. Son, por lo tanto, la forma y
el contenido procedimental la variante en dichos juicios. Cierto
es que en materia laboral el proceso se ha ido formalizando, no
obstante que uno de sus principios es precisamente la ausencia de
requisitos o ceremonias que lleva al abandono de la idea de la for-
mación o fijación de litis, así como de someter a las partes, y aun
al juzgador, a una cauda de ritos jurídico-procedimentales.
Para Mario de la Cueva la naturaleza de los conflictos deriva
de la vinculación con la naturaleza misma de las diferencias, de
68 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

los intereses y de los sujetos.118 Coincidimos con esta aprecia-


ción, pero tanto él como otros autores, Tissembaum entre ellos, al
analizar la naturaleza intrínseca y extrínseca de los conflictos,119
suelen hacerlo al precisar la presencia del interés patrimonial co-
mo característica de las controversias en el ámbito privado. Al
respecto tiene razón el maestro De Buen cuando explica que no
todas las relaciones en derecho civil son patrimoniales.120 Podría-
mos agregar que el contenido económico del salario produce
también efectos patrimoniales y que al originarse conflictos labo-
rales por discrepancias salariales (que es una gran mayoría), di-
chos conflictos son de interés patrimonial.
En el análisis diferenciador de los conflictos de orden común y
del trabajo coinciden los autores clásicos del derecho del trabajo
en considerar dos aspectos:

a) La naturaleza intrínseca que se refiere al objeto de la di-


vergencia, a su enfoque jurídico y a la posición funcional
de las partes.
b) La naturaleza extrínseca identificada como la repercusión
económica y social del conflicto y la acción gremial.

De acuerdo a los criterios de los mismos autores, destacan cua-


tro elementos para su caracterización: a) en derecho privado las
contiendas por su contenido patrimonial son económicas, en tan-
to que en derecho del trabajo hay una noción jurídica social; b) en
el derecho privado siempre son diferencias personales; en los
conflictos laborales opera una despersonalización por producirse
entre el capital y el trabajo, c) la distinta repercusión económica
y social de dichas contiendas y, d) la acción sindical (entendiése

118 Tissembaum, Mariano R., Las controversias del trabajo, la huelga y el


lockout ante el derecho, cit., por De la Cueva, op. cit., nota 108, p. 727.
119 La introducción a la ciencia del derecho, en De la Cueva, op. cit., nota
108, pp. 725 y 726.
120 Derecho procesal, cit., nota 101, pp. 76-79.
CONFLICTOS DE TRABAJO 69

acción colectiva) en los conflictos colectivos o individuales para


sellar el interés de la clase trabajadora.121
De la Cueva coincide con Radbruch122 en su idea de que la re-
levancia depende de la noción jurídico-social de trabajo y de la
personalización, al liberar intereses individuales y presentar ante
el juzgador un asunto que afecta a una clase, a una categoría. En
realidad se trata, como lo expresa Tissembaum, de la despersona-
lización de los conflictos y de su trascendencia en la lucha de cla-
ses.123 Los conflictos tienen por ello un carácter universal (afec-
tan a toda una clase); el valor en juego es la persona humana y no
intereses patrimoniales. Con estos planteamientos se justifica el
deslinde de los conflictos de trabajo de los del orden común y
acredita el funcionamiento de una jurisdicción especial.
En derecho mexicano la naturaleza de los conflictos laborales
es sui generis desde el momento en que se refieren a pugnas de
intereses nacidos en las relaciones entre actores sociales. Están
determinados en el texto constitucional de la llamada Declara-
ción de Derechos Sociales, en el artículo 123 constitucional,
fracción XX. Esta disposición crea la jurisdicción especial cuyo
fundamento se encuen tra en la fuerza misma de las institucio nes
del derecho social y en la intensidad de sus repercusiones socia-
les. Las opo siciones de intereses son las llamadas “diferencias o
conflictos entre el capital y el trabajo” señaladas en la disposi-
ción citada.
Con esta perspectiva habría que analizar, y desde luego criti-
car, que la atención literal o stricto sensu al contenido de la dis-
posición llevaría a una interpretación limitada, restrictiva, cuya
consecuencia sería la reducción competencial de las juntas de

121 Las contiendas de trabajo y el régimen jurídico para su solución, cit.


por De la Cueva, op. cit., nota 108, pp. 725 y 726. De acuerdo con la obra de
De Buen, esta clasificación corresponde a Américo Plá, expuesta en Los con-
flictos de trabajo, Montevideo, Imprenta El Siglo Ilustrado, 1947, pp. 21 y 55,
cit. en Derecho Procesal... cit., nota 101, p. 77.
122 Cit. por De la Cueva, op. cit., nota 108, p. 726.
123 Idem.
70 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

conciliación y arbitraje excluyendo de su ámbito toda situación


contrapuesta entre trabajadores, entre éstos y los sindicatos o en-
tre organizaciones sindicales. Como bien sabemos, esta interpre-
tación es obsoleta y la ley reglamentaria se encarga de ampliar su
sentido, y otorgar competencia a las juntas de conciliación y a las
de conciliación y arbitraje para conocer y resolver los conflictos de
trabajo que se susciten entre trabajadores y patrones; entre traba-
jadores o entre patrones, con la condición de que los mismos se
deriven de las relaciones de trabajo, o de hechos íntimamente li-
gados a las mismas (artículo 604 LFT). Estos hechos permiten
que se caractericen como conflictos laborales, aun sin existir la
relación de trabajo, y de incluir los relativos a la seguridad social.
Bajo estas circunstancias resulta contradictorio que deba so-
meterse a representantes del capital —para usar la terminología
constitucional —, un problema que se suscite estrictamente entre
los trabajadores en lo individual o con organizaciones sindicalis-
tas, cuando no necesariamente deba trascender a la esfera de los
intereses patronales, como sería el caso de una expulsión o de la
admisión del trabajador al organismo. Habría que preguntarse
hasta qué punto vale la pena involucrar a los representantes de los
empleadores para definir, por ejemplo, la titularidad de un con-
trato colectivo. Habría que tener en cuenta que aquéllos tienen
prohibido intervenir en los asuntos sindicales y les está impedido
tener injerencia para determinar derechos laborales, como podría
ser la ocupación de una plaza por un trabajador no sindicalizado,
cuando está pactada la cláusula de exclusión por admisión, cir-
cunstancia que concentra dicha facultad, a la vez que responsabi-
lidad, en el sindicato como único facultado para proponer a los
candidatos. Esta situación ha sido aclarada en varias ocasiones
por los tribunales superiores según consta en jurisprudencia defi-
nitiva.124

124 “Si el laudo condena al sindicato a proponer a determinado trabajador


para ocupar la plaza reclamada por éste y pagarle los daños y perjuicios por no
haberlo propuesto en la debida oportunidad, es de considerarse que como en el
CONFLICTOS DE TRABAJO 71

Por otra parte esta consideración nos lleva a reflexionar sobre


la necesidad de que la Junta de Conciliación y Arbitraje, con su
integración tripartita y paritaria, deba transformarse en un juzga-
dor tradicional colocando a las partes, ambas de la clase trabaja-
dora, en condiciones igualitarias. ¿Habría que considerar un juez
unipersonal depositado en el representante del gobierno, o sólo el
representante de los trabajadores o en excluir, por vía de excep-
ción, de estas decisiones al representante del empleador?
También convendría considerar que tales disyuntivas no afec-
tan la resolución de controversias entre patrones o empleadores,
quienes seguramente ventilan sus problemas legales por otras
vías judiciales, o tal vez en el seno de sus organizaciones empre-
sariales, de manera privada y autónoma.

IV. LOS CONFLICTOS EN LA LEGISLACIÓN MEXICANA

Como se ha dicho antes, la Constitución sólo reconoce una ca-


tegoría de conflictos, entre trabajo y capital (artículo 123, frac-
ción XX) y es la ley reglamentaria la que amplía las hipótesis
subsistentes. Así, para el derecho positivo mexicano, siguiendo
los artículos 604 y 700 fracción V, LFT, quedan determinadas
tres categorías de conflictos:

1) Conflictos individuales (que requieren sólo la aplicación


de la norma) y,
2) Conflictos colectivos.

caso no se está frente al pago de la indemnización por despido, sino de se está


aplicando el criterio de que el sindicato es responsable de los daños y perjui-
cios que se le causaren al trabajador por no haberlo propuesto a pesar de tener
mejores derechos, en la condena tienen que tomarse en cuanta las cantidades
que sí recibió dicho trabajador cuando el sindicato lo haya propuesto para ocu-
par otros puestos distintos, durante el tiempo que haya sido preferido, debiendo
ser deducidas del importe de dicha condena todas aquellas cantidades que hu-
biere recibido de la empresa por este concepto”. Apéndice del SJF, 1917-1995,
t. V, materia de trabajo, tesis número 836, p. 577.
72 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

a) De naturaleza jurídica.
b) De naturaleza económica (o de regulación, como lo ex-
pre sa Mon to ya Mel gar).

Los conflictos individuales también podrían subdividirse en


jurídicos y económicos, pero aceptamos que los problemas de or-
den económico que afectan intereses individuales no trascienden
a la colectividad. Sin embargo, siendo el derecho de trabajo un
derecho de clase, aquello que lesiona a uno de sus integrantes re-
percute en el interés de esa clase, lo cual no puede pasar desaper-
cibido. Tales conflictos, sin embargo, tienen las mismas formas
de solución, que en última instancia es lo más importante.
Los conflictos individuales no podrían clasificarse en virtud
de la extensa gama de derechos que corresponden a los trabajado-
res; un ensayo podría ser limitativo e inconveniente para la de-
fensa de sus intereses. De Buen les concede naturaleza jurídica a
los conflictos individuales cuando se trata de la interpretación o
cumplimiento de una norma laboral, que puede ser constitucio-
nal, legal o contractual y, con base en el artículo 870, menciona
los conflictos individuales de naturaleza económica, que se tra-
mitan por la vía ordinaria.125
En cambio, los conflictos colectivos, tanto jurídicos como
económicos, sí son susceptibles de encasillarse. Los primeros
pueden referirse a la interpretación o al cumplimiento del contra-
to colectivo, y como señala Mario de la Cueva, también existen
los referidos a la vida misma de los grupos profesionales, estre-
chamente relacionados con la formación y existencia de sus aso-
ciaciones (la formación de sindicatos de paja, el despido de líde-
res obreros).126
En el mismo sentido se pronuncia Néstor de Buen al conside-
rar que existen otras vinculaciones de las cuales se pueden deri-
var conflictos; las relaciones sindicales, dice, “que no son nece-

125 Derecho procesal…cit., nota 101, p. 82.


126 De la Cueva, op. cit., nota 108, p. 752.
CONFLICTOS DE TRABAJO 73

sariamente de trabajo... las relaciones en que interviene el Estado


con sindicatos y empresarios, etcétera”.127 Nos apegamos a esta
afirmación siempre que se entienda que el conflicto sí se vincula
a circunstancias laborales, pudiendo no existir una relación de
trabajo, como en los dos ejemplos citados y agregaríamos las
controversias derivadas del incumplimiento de instituciones ad-
ministradoras de prestaciones sociales, en las cuales no sólo se
incluirían al IMSS o al Infonavit, sino a las administradoras de
las cuentas de ahorro (Afores) y aun a las compañías de inversión
encargadas del manejo financiero de los ahorros (Siefores).128

V. CLASIFICACIÓN DE LOS CONFLICTOS


DE TRABAJO

Clasifica los conflictos y tiene como consecuencia la determi-


nación de la jurisdicción y de la competencia, así como de los
procedimientos para su solución. En cada legislación se optan
por soluciones distintas, sin embargo existe cierta uniformidad,
más o menos en los mismos términos en que ocurre con la termi-
nología sobre conflictos. De hecho, tanto las clasificaciones co-

127 Ibidem, p. 76.


128 El Poder Judicial ha determinado que: “De Conformidad con los artícu-
los 123, apartado B, fracción XII, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y 124, Fracción I, de la Ley Federal de los Trabajadores al
Servicio del Estado, Los conflictos individuales, colectivos e intersindicales se-
rán sometidos a un Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje. Estos precep-
tos no deben entenderse exclusivamente en función de tales conflictos, sino
también respecto de los riesgos de trabajo y de las enfermedades no profesiona-
les, pues el precepto constitucional invocado y sus leyes reglamentarias, se
ocupan igualmente de la previsión y seguridad social, concretamente en el cita-
do apartado B, fracción XI, al señalar las bases mínimas para organizar la segu-
ridad social”. Primer Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo del Primer Cir-
cuito. I.1o.t.72 l. Amparo Directo 12551/95. Pedro Luis Jiménez Luna, 8 de
febrero de 1996. Unanimidad de votos. Ponente: Horacio Cardoso Ugarte, Se-
cretario: Rigoberto Calleja López, Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, 9a. época, t. VII, enero de 1998, p. 1186.
74 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

mo la jurisdicción y competencia encuentran más similitudes que


diferencias.
En el caso particular de la Ley Federal del Trabajo, los conflic-
tos se someten a la misma autoridad jurisdiccional pero los pro-
cedimientos varían, circunstancia que se repite en múltiples le-
gislaciones.
Existen varias clasificaciones elaboradas por distinguidos la-
boralistas, basados generalmente en las legislaciones de sus paí-
ses. Todas ellas coinciden sustancialmente con la clasificación
tradicional mexicana, lo cual puede entenderse no sólo como deri-
vación de la influencia original de nuestra legislación en las suda-
mericanas, sino también por atender la realidad. La OIT clasifica-
ba los conflictos en: a) de reconocimiento sindical, b) conflictos
económicos y c) conflictos jurídicos. A veces con la utilización de
una terminología distinta, vebigracia contiendas de fuerza y de re-
glamentación, pero que no ha trascendido. A continuación seña-
laremos algunas clasificaciones para después analizar la de la le-
gislación mexicana.
1. Russomano y Cabanellas129 reconocen dos grupos principa-
les de conflictos, los individuales y los colectivos; ambos pueden
subclasificarse en jurídicos y económicos. Los colectivos, por su
parte, son susceptibles de subclasificarse en:
a) En relación con los sujetos participantes, en: sindicales,
huelgas y paros patronales (lock-out),
b) voluntarios o involuntarios,
c) legítimos o ilegítimos,
d) justos o injustos y,
e) En relación con su origen en: de derecho, de intereses y
gremiales. Esta última subclasificación nos interesa por su
coincidencia con la propuesta de Mario de la Cueva y de
otros autores, en relación con los intereses gremiales, que
además contempla nuestra legislación, de manera tácita.
129 Los conflictos colectivos de trabajo y su solución, Argentina, Heliausto,
1979, vol. III, p. 9.
CONFLICTOS DE TRABAJO 75

2. Emilio Morgado,130 funcionario de la OIT, clasifica los con-


flictos de acuerdo a tres criterios que considera predominantes:
a) Los sujetos del conflicto,
b) Los intereses comprometidos y,
c) La naturaleza de la discrepancia.
Montero Aroca seleccionó dos criterios de clasificación, basa-
do en la legislación española:
a) “Por la calidad de las personas: trabajador, persona prote-
gida por la seguridad social, empresario, entidad gestora
o que colabore en la gestión conforme a la legislación
sustantiva de la Seguridad Social (artículo 1, III)”.131 La
competencia se restringía sólo para conocer de asuntos
derivados del contrato de trabajo, por lo cual había otros
asuntos entre trabajadores y empleadores de los cuáles no
conocían los tribunales de trabajo. Un ejemplo sería la re-
clamación del empresario hacia el trabajador basado en
anticipos salariales.
b) “Por la calidad del asunto, de acuerdo a la enunciación
legal: los conflictos que se produzcan entre empresarios
y trabajadores o entre trabajadores del mismo o distinto
empresario como consecuencia del contrato de trabajo.”
Esta opción admitía considerar tres conflictos distintos:
el trabajador como demandante y el empresario deman-
dado —que continúa siendo el más común—; entre traba-
jadores del mismo empresario —de escasa aplicación
práctica, dice el autor con razón, porque cualquier dife-
rencia entre ellos deriva en responsabilidad para el em-
pleador—; y conflictos entre trabajadores de distintos
empresarios, de supuesto muy difícil.

130 Op. cit., nota 132, pp. 105-118.


131 Se refiere a la LEC, no vigente, citada por la clasificación.
76 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

Finalmente la ley hacía de la competencia laboral cualquier


conflicto que se produjera en relaciones laborales retribuidas y
realizadas por cuenta y dependencia ajenas (que no es sino el ca-
rácter de subordinación). La ley comentada se refería a “pleitos
sobre seguridad social, cuestiones contenciosas entre asociados y
sus mutualidades”.
Montoya Melgar clasifica los conflictos de la siguiente ma-
nera:132
1. En atención a la configuración de los sujetos en litigio, en:
a) Conflicto individual.
b) Conflicto colectivo.
2. En atención a la finalidad perseguida al plantearse el con-
flicto, en:
a) Sobre aplicación del derecho (conflictos jurídicos).
b) Conflictos de regulación (conflictos de intereses).
El autor español comprende la posibilidad de formular otras
clasificaciones según el procedimiento y el órgano de solución
que conduciría a considerar los de orden administrativo, jurisdic-
cional, etcétera.
Mario de la Cueva los clasifica, en lo general, como:
a) Individuales de naturaleza jurídica.
b) Colectivos de naturaleza jurídica.
c) Colectivos de naturaleza económica.
Además, se pueden clasificar con otros criterios.
A. Según los sujetos cuyos intereses se afectan;
a) Entre trabajadores y empleadores, entre uno o varios tra-
bajadores y uno o varios empleadores, que tanto pueden

132 Montoya Melgar, Alfredo, Derecho del trabajo, 11a. ed., Madrid, Tec-
nos, 1990, pp. 657 y 658.
CONFLICTOS DE TRABAJO 77

ser personas físicas como jurídicas (que bien podrían lla-


marse plurales o plurindividuales);
b) Intersindicales, cuando se suscitan entre dos o más orga-
nizaciones profesionales,
c) Entre sindicatos y sus afiliados que pueden surgir por ra-
zón del trabajo mismo o por una medida de apremio, has-
ta la expulsión, impuesta por la organización sindical en
contra de uno de sus asociados;
d) Entre trabajadores, por cuestión laboral, como puede ser
la pretensión de un ascenso a la misma vacante.
B. Según el interés afectado. Los conflictos entre los trabaja-
dores y los empleadores, tradicionalmente conocidos como obre-
ro-patronales, se clasifican de la siguiente manera:
a) Individuales, cuando afectan intereses de uno o varios
trabajadores en lo particular;
b) Colectivos, cuando afectan intereses de una colectividad
de trabajadores, por lo cual se presume la existencia de
una agrupación sindical. Se ha considerado que se lesio-
na un interés profesional, de categoría profesional.
C. Según la naturaleza del interés afectado.133
a) Jurídica, o de derecho.
b) Económica, llamados también conflicto de intereses.
D. En lo específico, los clasifica de la siguiente manera:
a) Entre trabajadores y patronos.
b) Intersindicales.
c) Entre un sindicato obrero y sus agremiados.

133 Mario de la Cueva expresa que en Alemania Hueck-Npperdey y en


Francia, Henri Binet, hablaron de la naturaleza jurídica y económica de los
conflictos en relación a la declaración estrictamente de normas contenidas en
derecho, incluyendo contratos de trabajo y los de declaración económica rela-
cionados con situaciones no determinadas por normas, como pueden ser las
cuantías de las prestaciones, op. cit., nota 107, pp. 746 y 747.
78 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

d) Entre trabajadores.
e) Entre patronos.
También presenta una subclasificación en:
a) Individuales y colectivos.
b) Jurídicos y económicos.
Mario de la Cueva menciona los “conflictos entre una asocia-
ción profesional y personas ajenas a ella,” refiriéndose como ejem-
plo a la separación de un trabajador contratado con violación a la
cláusula de exclusión.134 Igualmente alude a los conflictos entre
patronos, considerados en la misma ley, los cuales creemos que
definitivamente deben excluirse de la jurisdicción laboral cuando
la controversia no afecte los derechos de los trabajadores en lo in-
dividual o en lo colectivo. Situación rara más no imposible.
Los dos autores mexicanos coinciden en los criterios de clasi-
ficación, pero estamos de acuerdo con Néstor de Buen135 en que
los ordenamientos de los conflictos excluyen a los individuales
de naturaleza económica. Un trabajador tiene derecho a ejercitar
una acción procesal en contra de un empleador para exigir el pa-
go de un salario remunerador, principio que consagra el artículo
5o., fracción VI, LFT; y éste es un conflicto de orden económico.
Por otra parte se descartan las diferencias entre los sindicatos y
los organismos estatales competentes para conocer de registros,
reconocimiento de mesas directivas, cambios de estatutos, etcé-
tera, que también son conflictos de naturaleza laboral cuya reso-
lución es competencia de las autoridades del trabajo.
La clasificación de conflictos propuesta por De Buen es la si-
guiente:136

134 Consideramos que en este caso el conflicto se suscita entre el sindicato y


el empleador, quien al contratar a un tercero ajeno al sindicato titular del con-
trato colectivo viola las disposiciones de este último. Pueden suscitarse dos
conflictos, uno con el sindicato y otro con el tercero contratado indebidamente,
pero entre éste y el sindicato no se suscita pugna de intereses.
135 Derecho procesal cit., nota 101, pp. 81-89.
136 Ibidem, pp. 81-88.
CONFLICTOS DE TRABAJO 79

1) Obrero-patronales:
a. individuales de carácter jurídico;
b. individuales de carácter económico;
c. colectivos de carácter jurídico;
d. colectivos de carácter económico.
2) Interobreros;
3) Intersindicales;
4) Entre trabajadores y sindicatos;137
5) Interpatronales;
6) Entre sindicatos y Estado.
La caracterización de individual o colectivo depende, como en
todas las clasificaciones, del interés en juego.
En realidad las clasificaciones pueden ser extensas: podría ha-
blarse de conflictos de orden técnico,138 principalmente hoy en

137 Conflictos de cierta frecuencia que han merecido definiciones jurispru-


denciales: “Si un organismo sindical propone, para ocupar determinada vacan-
te, a una persona con menos derechos que el demandante, es claro que se está
en el caso de condenar al sindicato al pago de daños y perjuicios, ya que los
mismos son consecuencia directa y necesaria del hecho de que el organismo
sindical respectivo no haya propuesto al reclamante para ocupar la plaza; pero
una condena de tal naturaleza sólo puede decretarse a partir de la fecha en que
la organización sindical tiene conocimiento de los mejores derechos de un tra-
bajador para ocupar determinada plaza, lo que de hecho acontece cuando la or-
ganización es interpelada por el trabajador exigiéndole que se le reconozcan
sus mejores derechos para que se le asigne cierto puesto. Séptima época, Cuar-
ta Sala, tesis 171, apéndice 1975, quinta parte, p. 167. Nota: en relación con la
ultima parte de esta tesis, en ejecutorias posteriores cuya sinopsis es consulta-
ble en el informe de 1978, cuarta sala, p. 23, se externa el criterio de que el sin-
dicato es responsable del pago de daños y perjuicios desde la fecha en que de-
bió proponer al trabajador postergado hasta la fecha en que lo proponga para el
puesto”. Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1995, tomo V,
Materia del Trabajo, tesis número 345, p. 231. Cfr. Gaceta número 85, p. 69;
cfr. también ejecutoria en el Semanario Judicial de la Federación, tomo XV,
enero, p. 121. Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917- 1995,
tomo V, materia del trabajo, tesis número 836, p. 577.
138 Kurczyn Villalobos, Patricia, Bosquejo del proceso laboral y referencia
al de diversos países, tesis profesional, UNAM, México, 1968, p. 48.
80 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

día que se vive la revolución tecnológica; de los de seguridad so-


cial o más en general, de prestaciones de seguridad social (hoy
incorporados a los conflictos de naturaleza jurídica),139 de capa-
citación, como conflictos técnicos, y hasta culturales si nos afe-
rramos a esa “nueva cultura laboral” como redefinición de los
principios laborales.
Lo importante del ejercicio analítico converge en la solución
práctica; en obtener la mejor solución en las diferencias laborales
de acuerdo a los principios del derecho del trabajo. Podrían men-
cionarse otras clasificaciones válidas doctrinalmente, aun cuan-
do pueden no tener la utilidad de aquellas otras que se asientan en
la esencia del conflicto mismo o que se refieren a la categoría de
los sujetos. Pero en todo caso lo importante es establecer un or-
den como la base de distribución competencial.

139 Al respecto: “Los artículos 183 -a y 183 -c, de la Ley del Seguro Social
establecen la obligación de los patrones de enterar al Instituto Mexicano del
Seguro Social el importe de las cuotas correspondientes al ramo de retiro, a tra-
vés de la constitución de depósitos de dinero en favor de cada trabajador y me-
diante la entrega de los recursos relativos en instituciones de crédito, para su
abono en la subcuenta del seguro de retiro de las cuentas individuales del siste-
ma de ahorro para el retiro a nombre de los trabajadores. Por su parte, el artícu-
lo 604 de la Ley Federal del Trabajo estatuye la competencia de la Junta Fede-
ral de Conciliación y Arbitraje, para conocer y resolver los conflictos de
trabajo que se susciten entre trabajadores y patrones, sólo entre aquellos o só-
lo entre éstos, derivados de las relaciones de trabajo o de hechos íntimamente
relacionados con ellas, con la excepción prevista en el diverso numeral 600,
fracción IV y según el dispositivo 621 de la ley en consulta, por exclusión,
corresponderá a las Juntas Locales de Conciliación y Arbitraje dirimir aque-
llas controversias de trabajo que no sean de la competencia de la Junta Federal
de Conciliación y Arbitraje. por tanto, las juntas de conciliación y arbitraje, al
dictar el laudo respectivo, poseen facultades para determinar si proceden o no
las acciones deducidas que mantengan una vinculación estrecha con el sistema
de ahorro para el retiro, una vez acreditado en juicio el presupuesto que da ori-
gen a la obligación patronal descrita, es decir, la existencia del nexo de trabajo
y tomando en consideración el material probatorio allegado al sumario, debe-
rán resolver, en definitiva, lo que en derecho corresponda”. Noveno Tribunal
Colegiado en materia de trabajo del primer circuito, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, 9a. época, tomo II, diciembre de 1995, p. 458.
CONFLICTOS DE TRABAJO 81

De cierta manera hay coincidencia de criterios en la separa-


ción de los problemas, por lo menos en cuanto a los criterios ge-
nerales. Así se entiende que los conflictos individuales no son ca-
talogados por el número; que los conflictos colectivos no se
consideran por una suma de intereses individuales, o de unión de
sujetos de los intereses, que la consideración del interés colectivo
reside en la trascendencia o afectación en los intereses de una co-
lectividad.
Coinciden además, lo cual también es de relevancia, los me-
dios de solución, la preponderancia de una jurisdicción especial y
la aplicación de principios rectores en la solución, como es el de
celeridad. No puede establecerse una única distinción, pero pue-
de hablarse de tendencias.
Para la investigación que nos ocupa es imprescindible destacar
la naturaleza de los conflictos más frecuentes o de mayor trascen-
dencia provocados entre las dos partes de la relación de trabajo,
es decir, entre trabajadores y empleadores por dos razones, una,
que permite entender la jurisdicción y competencia de las autori-
dades o de los órganos para su resolución y la otra, que funda-
menta los procedimientos seguidos para ello. Existe una especie
de consenso al respecto, pues tanto en las legislaciones analiza-
das, como en la clasificación de la OIT se reconocen actualmente
el mismo tipo de conflictos con ligeras variaciones.

VI. CONFLICTOS SIN CLASIFICAR

Sin haber un reconocimiento expreso, puede asegurarse que


la legislación y las autoridades mexicanas admiten tácitamente la
existencia de otros conflictos no definidos en las normas, que
también se vinculan directamente con las relaciones de trabajo.
Destacan aquellos nacidos del incumplimiento de prestaciones
asistenciales que se generan por la relación laboral que han de sa-
tisfacerse por terceros, verbigracia, en los servicios de salud
cuando las consecuencias de prestaciones médicas insatisfechas
82 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

o mal atendidas no son responsabilidad de los empleadores, co-


mo puede ser la institución subrogada de seguridad social
(IMSS). Pueden corresponder a otros derechos sociales de orden
básico o complementario, la vivienda, entre ellas; los derechos de
los sucesores del trabajador fallecido, quienes no tienen relación
laboral alguna con el empleador y cuando la misma relación de tra-
bajo que ha originado el derecho de pago de marcha, servicios fu-
nerarios, etcétera, ya ha terminado. Otro sería el caso del derecho
de los lactantes a que sus madres trabajadoras dispongan del tiem-
po necesario para alimentarlos. Este es un derecho de los menores
pero exigible por las madres. Igualmente pueden comprenderse los
conflictos suscitados por la discriminación negativa en la contrata-
ción, como es frecuente que ocurra respecto de las trabajadoras du-
rante la gestación. No hay una relación de trabajo, pero se violan
simultáneamente los derechos al trabajo y de igualdad.
Otros más, como lo expresa De Buen, serían los conflictos ori-
ginados por problemas de registro sindical, resueltos por la Se-
cretaría del Trabajo y Previsión Social o por las juntas locales de
conciliación y arbitraje, según corresponda la jurisdicción. Estos
asuntos, de orden administrativo, quedan en la esfera de faculta-
des y obligaciones de las autoridades laborales por lo cual son
conflictos de trabajo no derivados de relación de trabajo.
La esencia de los conflictos de trabajo se constituye por el in-
cumplimiento a las obligaciones de alguna de las partes de la rela-
ción laboral o por la violación a sus derechos, independientemente
del sujeto responsable. En ambos casos existe una alteración jurí-
dica, en el seno del trabajo que proyecta alteraciones de orden so-
cial y económico y afectan de manera más grave a los trabajadores.

VII. CONFLICTOS DE SEGURIDAD SOCIAL

En este rubro primero hay que distinguir cuáles son estos con-
flictos. En segundo término, cómo se atienden y cuáles son las
autoridades obligadas a resolverlos. Para definir cómo se resuel-
CONFLICTOS DE TRABAJO 83

ven también hay que determinar el sujeto obligado a cumplir las


prestaciones correspondientes.
El derecho de la seguridad social se gestó en el derecho del tra-
bajo. Su importancia ha trascendido y ha provocado necesaria-
mente su autonomía científica que hoy queda fuera de duda. La
seguridad social es una rama del derecho social, y nos atrevería-
mos a señalar que ha sido aún más dinámica que el propio dere-
cho del trabajo; basta considerar el Convenio número 102 de la
OIT relativo a las normas mínimas de seguridad social, adoptado
en 1952, para advertir su autonomía, expansión e importancia.
Dicho convenio se ratificó por México hasta 1995, sin embar-
go, en la legislación mexicana era evidente la relevancia de la se-
guridad social y su misma expansión; ya en el año de 1943, antes
de la adopción del convenio citado, se decretó la primera ley de
seguridad social, con la cual nació una institución primordial, el
Instituto Mexicano del Seguro Social, cuya principal misión era
atender la salud de los trabajadores y de sus familias. Las contin-
gencias cubiertas por este sistema corresponden tanto a los ries-
gos de trabajo como a las enfermedades comunes, además de
abarcar la maternidad, las pensiones y jubilaciones.
Los sistemas de seguridad social cubren a los cónyuges, con-
cubinas o concubinarios, a los progenitores y a la familia del tra-
bajador, en los términos y condiciones que cada legislación de-
termine. En la nuestra, por ejemplo, se define por dos factores:
dependencia económica y relación de parentesco o conyugal. La
normatividad es independiente de la laboral; sin embargo, la rela-
ción de trabajo es el punto de su origen. Los países que se han se-
leccionado para el comparativo cuentan con legislación indepen-
diente en seguridad social y en algunos de estos es parte de un
sistema integral de protección social.140 De acuerdo a los siste-
mas de seguridad social organizados actualmente, los empleado-

140 El estudio comparativo de derecho positivo corresponderá a una segunda


parte de esta investigación que se publica por separado bajo el título: “Admi-
nistración e impartición de justicia laboral (marco conceptual)”.
84 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

res se liberan de las responsabilidades surgidas con motivo de los


riesgos de trabajo a cambio del pago de cuotas, y con ello se libe-
ran también de los conflictos nacidos por irregularidades en el
ámbito de la seguridad social —siempre que cumplan con las
obligaciones de contribución correspondientes— o por el incum-
plimiento de las prestaciones.
El incumplimiento a los derechos de seguridad social origina el
derecho a la exigencia, al ejercicio de la acción procesal y se está
frente a los conflictos de seguridad social los cuales, si bien tienen
naturaleza jurídica de manera general, respoden también a condi-
ciones de orden económico. Los conflictos pueden ser tantos como
derechos se estipulen. En algunos casos la relación de trabajo sub-
siste, en otros se ha terminado; el conflicto puede derivar del in-
cumplimiento a un derecho del propio trabajador asegurado, pero
también puede surgir del incumplimiento de los derechos de los
beneficiarios (pensión de orfandad, de viudez, indemnización por
muerte).
Los conflictos de seguridad social salen del terreno laboral;
sin embargo en algunos sistemas legales se han mantenido res-
tringidos en ese ámbito. Es consecuencia lógica que su tratamien-
to requiera también del trato especializado por su propia natura-
leza, además de la urgencia en su resolución, pero es conveniente
su separación del trato que se da a los conflictos de trabajo.
En Alemania, como en Francia, Canadá, Estados Unidos,
Italia, España, los conflictos de seguro social son resueltos por
organismos jurisdiccionales distintos a los que conocen de los la-
borales. Igualmente son tramitados mediante procedimientos di-
ferentes. En México, Argentina, Chile, Costa Rica, como en la
mayoría de los países latinoamericanos, se resuelven como si se
tratara de asuntos laborales, aun cuando existen procedimientos
diferenciadores.
En la legislación nacional los conflictos de seguridad social
pueden llevarse en principio ante el propio Instituto Mexicano de
Seguro Social, como inconformidades. Las insatisfacciones médi-
cas se derivan a la Comisión Nacional de Arbitraje Médico y ante
CONFLICTOS DE TRABAJO 85

las comisiones de derechos humanos, ambas sin facultades puniti-


vas, ya que sus resoluciones no son vinculatorias. En ambas comi-
siones el porcentaje de quejas por el servicio médico no satisfactorio
o por la violación o incumplimiento a los demás derechos sobre la
seguridad social es elevado y ocupa, en el caso de la Comisión Na-
cional de los Derechos Humanos, los primeros lugares.141
En los sistemas que admiten la solución de ambos tipos de
conflictos es conveniente analizar el porcentaje de unos y otros,
así como su simplicidad o complejidad, el promedio del tiempo
de resolución, la respuesta legal y administrativa de las institu-
ciones responsables y el índice de satisfacción de los quejosos. A
priori puede determinarse que las contiendas sobre asuntos rela-
cionados con la seguridad social requieren una instancia y proce-
dimientos especiales, sustentado en seis puntos básicos: a) no es
regla común, b) la existencia vigente o no de una relación de tra-
bajo, c) no es una divergencia de intereses entre trabajadores y
empleadores; d) se mantiene la desigualdad de las partes en con-
flicto, e) es indispensable la celeridad por su propia naturaleza y
f) la especialización de los juzgadores (o conciliadores en su ca-
so), así como el apoyo permanente de peritos médicos, es tam-
bién requisito esencial.
Finalmente podemos decir que los conflictos derivados del
incumplimiento de derechos de seguridad social que deban exi-
girse a los empleadores ante el incumplimiento de éstos con las
instituciones aseguradoras deben también ventilarse ante tales
juzgados u órganos especializados, según la legislación, por la
sola naturaleza del conflicto.

141 Véanse el Informe Anual de la Comisión Nacional de los Derechos Hu-


manos, correspondiente a 2003, en el que destaca con el cuarto lugar entre las
instituciones señaladas, con 440 quejas presentadas en el 2003, cifra que com-
parada con las 586 quejas presentadas en ese mismo periodo en contra de la
Procuraduría General de la República, resulta muy alta.
86 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

VIII. MEDIOS DE SOLUCIÓN Y CLASIFICACIÓN: MEDIOS


DIRECTOS E INDIRECTOS

En este estudio aceptamos, con las salvedades presentadas en


el capitulado, la clasificación de los conflictos laborales en fun-
ción de los sujetos afectados, en individuales y colectivos y de
acuerdo a la naturaleza del conflicto, en jurídicos y de orden eco-
nómico. Ahora haremos referencia a los medios de solución en
términos generales, reconociendo que en la mayor parte de las le-
gislaciones varían las fórmulas de arreglo de acuerdo al tipo de
conflicto que se presenta.
Por otra parte, la solución de arreglo de los conflictos labora-
les tiene dos vertientes: medios directos e indirectos. Los prime-
ros se identifican con la ausencia de terceros en la resolución. Es
decir, que la decisión resolutoria proviene directamente de las
partes.
Son medios indirectos, a contrario, cuando la solución requie-
re la intervención de un tercero, por decisión de los interesados o
por medidas procesales obligatorias.142
La decisión estatal de intervenir en los conflictos laborales
responde a la supremacía de la soberanía del Estado, al cual co-
rresponde la seguridad y por ello velar por la certeza jurídica. Es
al Estado al que corresponde administrar, procurar e impartir jus-
ticia; por ello ha de hacerlo respecto de los conflictos laborales.
La paz social depende en buena medida de la paz industrial y te-
niendo el Estado la rectoría económica, justifica su determina-
ción juzgadora.
Este fundamento varía con la evolución del concepto de sobe-
ranía estatal y en la medida en que se limite al ejercicio de funcio-
nes administrativas los medios indirectos descienden en impor-
tancia para cederla a los medios de solución directa.

142 Cabanellas, Guillermo y Russomano, Mozart Victor, Los conflictos co-


lectivos de trabajo y su solución, p. 117.
CONFLICTOS DE TRABAJO 87

Sin establecer preferencia sobre un modelo económico deter-


minado, la realidad nos conduce a plantear fórmulas que desaho-
guen la carga de trabajo de los órganos jurisdiccionales. En este
sentido, no sólo los medios directos han de impulsarse, sino que
habrán de implementarse otras soluciones o resoluciones alternas
(RAC) como ya se impulsa en algunos países.
1. Existen tres vías principales de arreglo según los cuáles pue-
de considerarse en una primera clasificación:
A) La autotutela, arreglo directo que se basa, de acuerdo con
Hugo Italo Morales, en las posibilidades de imponerse
cada parte con mayor fuerza o inteligencia. No se basan
en estricta defensa legal.143
B) La autocomposición, y
C) La heterocomposición, que puede ser:
a) Jurisdiccional.
b) Conciliación.
c) Mediación.
d) Arbitraje.144

2. Una segunda clasificación determina los medios directos e


indirectos.145 Para los maestros sudamericanos Russomano y Ca-
banellas hay soluciones directas en los conflictos colectivos
cuando resultan acuerdos establecidos directa e inmediatamente
entre las partes, siempre que sea de manera espontánea y libre; o
cuando se da el intercambio de opiniones para yuxtaponer los in-
tereses opuestos mediante convenciones colectivas.146

143 “Técnicas de conciliación laboral”, Responsa, año 2, núm. 10, mayo de


1997, p.11.
144 Esta clasificación está tomada básicamente de Morgado, Emilio, “Los
conflictos de trabajo y sus métodos de solución en Iberoamérica”, Debate La-
boral, San José de Costa Rica, año I, núm. 1, 1988, pp. 105-118.
145 Cfr. OIT, Conciliación y arbitraje, cit., nota 115, Ginebra, 1987, p. 19.
146 Russomano y Cabanellas, op. cit., nota 142, p. 102 y ss. Respecto a la
conciliación como medio indirecto, véase p. 118.
88 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

Se trata de soluciones indirectas cuando se interpone un terce-


ro entre las partes, por disposición legal; ese tercero puede ser
conciliador, mediador, árbitro o el juez si se trata de decisión ju-
dicial, por lo tanto, la conciliación, la mediación o el arbitraje
pueden ser tanto formas directas como indirectas, y serán los ele-
mentos de libertad y espontaneidad los que caractericen el senti-
do directo o indirecto de la fórmula de arreglo.
1) Son medios directos:
A) La conciliación, llamada solución interpartes por Monto-
ya Melgar.147
B) La mediación, y
C) El arbitraje (solución arbitral).
2) Son medios indirectos:
A) El jurisdiccional (solución jurisdiccional por sentencia
colectiva,148 o solución jurisprudencial como le llama Ro-
lando Murgas en Panamá).149
B) El administrativo, cuando culmina con un laudo o un ac-
to reglamentario de la administración,150 y
C) El mixto, que tanto puede combinar medios indirectos
con alguno o algunos de los clasificados como directos.
El ejemplo puede ser la conciliación directa interpartes y
la necesaria ratificación u homologación del convenio
ante las autoridades que las leyes determinen.
3. Una tercera clasificación considera la voluntad o la obliga-
toriedad de la aplicación de los medios, que pueden ser:
A) Voluntarios
B) Obligatorios, y

147 Cfr. Montoya, Melgar, op. cit., nota 132, p. 658-661.


148 Idem.
149 Murgas Rolando, “Conciliación, mediación y arbitraje en conflictos in-
dividuales y colectivos”, Debate Laboral, cit., nota 111, pp. 133-154.
150 Montoya Melgar, op. cit., nota 132, pp. 658-661.
CONFLICTOS DE TRABAJO 89

C) Mixtos.
4. En México, Néstor de Buen opta por clasificar los medios de
solución en tres grupos: a) solución de manera directa, b) con in-
tervención de terceros y, c) la solución por medio de juicio.151
Este orden se puede considerar útil tanto para los conflictos indi-
viduales como colectivos, jurídicos y de intereses.
Ahora bien, para analizar los principales medios de solución,
hemos seleccionado esta última clasificación por su amplitud.
Con ello nos apegamos y optamos por tomar como referencias
principales la legislación y la práctica mexicana. En este orden se
podrá incluir cualquier sistema legal de los países que se analizan
y la presentación de las combinaciones que suelen darse.

1. Solución directa entre las partes

A. Pago (entendido como el cumplimiento de las prestaciones


demandadas por una de las partes, casi siempre por el trabajador).
Viable para conflictos individuales y colectivos.
B. Transacción, que preferimos llamar acuerdo interpartes,
ante la inconveniencia de considerarlo en los términos del contra-
to regulado por las leyes civiles por el cual las partes se hacen
mutuas concesiones. Y no debe usarse el término en el área labo-
ral porque, como el propio De Buen sostiene, los derechos de los
trabajadores son irrenunciables lo cual hace imposible jurídica-
mente hacer concesiones a sus oponentes.
Existe un antiguo vicio en la práctica para considerar legal-
mente a las llamadas transacciones, basando su legalidad en el
hecho de que en tanto una autoridad jurisdiccional no pronuncie o
no determine por medio de una resolución (laudo, sentencia) cuá-
les son los derechos que le corresponden al trabajador, éste puede
arreglar, o más bien, puede ajustar sus peticiones, lo cual ocurre a
menudo bajo el señuelo de que “más vale un mal arreglo que un

151 Derecho procesal... cit., nota 101, p. 91.


90 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

buen juicio”, consecuencia de la justicia lenta y de la incultura de


la legalidad o de la cultura de la ilegalidad, como se prefiera leer
el discurso.
La renuncia parcial o total de derechos de los trabajadores es
nula de acuerdo con los principios del derecho del trabajo. En la
legislación mexicana dicho principio se recoge sustancialmente
en el artículo 33 LFT. Su texto es explícito y en caso de dudar res-
pecto de su aplicabilidad, la Exposición de Motivos de la ley
aclara, lo que por su importancia transcribimos textualmente:
Sin embargo, la nulidad de la renuncia no puede llevarse al extre-
mo de prohibir los convenios y liquidaciones con los patronos,
porque, si se llegara a ese extremo, resultaría que en todos los ca-
sos de divergencia sería indispensable acudir a las juntas de con-
ciliación y arbitraje para que decidieran la controversia; de ahí
que el segundo párrafo del artículo 33 admita la validez de los
convenios y liquidaciones, pero sujetos estos actos a dos requisi-
tos: deberán hacerse por escrito, contener una relación circuns-
tanciada de los hechos que motivaron el convenio o liquidación y
de los derechos que queden comprendidos en él, y en segundo lu-
gar, deberán ratificarse ante la Junta de Conciliación y Arbitraje,
a la que corresponderá cuidar que el acto no contenga renuncia
de los derechos de los trabajadores.152

La transacción podría considerarse como el acuerdo entre las


partes para determinar las formas de solución o de pago del con-
flicto, sin que pueda justificarse la legalidad de disminuciones en
las prestaciones, que constituyen derechos nacidos de la esencia de
la relación de trabajo, aunque igual pueden surgir de los contratos
individuales o colectivos de trabajo. En la práctica, sin embargo,
ocurren situaciones contrarias y con frecuencia el arreglo incluye
152 Iniciativa de Ley Federal del Trabajo, Congreso de los Estados Unidos
Mexicanos, Cámara de Diputados, 1969, p. 5. En el Dictamen correspondiente,
las Comisiones estimaron, como expresamente se señala, sobre el mejoramien-
to de la disposición sobre la regulación anterior, contenida en la Ley Federal
del Trabajo de 1931, para evitar renuncias de los derechos de la clase trabaja-
dora. Dictamen, primera lectura, p. V.
CONFLICTOS DE TRABAJO 91

una verdadera transacción, entendida en términos civilistas, pero


con la peculiaridad de ser injusta, en virtud de que son los trabaja-
dores quienes hacen concesiones más amplias o más significativas
a favor de los empleadores o de las instituciones demandadas al
aceptar sólo un porcentaje o una parte de sus derechos.
La reiterada aplicación de la transacción no la convierte en le-
gal. Insistimos en que una práctica contraria a derecho, en este
caso contraria a la ley laboral, no deroga la disposición corres-
pondiente en virtud de que la costumbre es una fuente del dere-
cho con menor jerarquía que la ley y ésta estipula irrenunciabili-
dad de derechos, como un principio de derecho social, que
aparece consignado en la mayoría de los códigos laborales. En
tanto que la concesión mutua entre las partes, sin restar derechos
a los trabajadores, es válida tanto para conflictos individuales co-
mo colectivos. Para Russomano y Cabanellas la transacción es
resultado de la conciliación en los conflictos colectivos, y en ta-
les términos se expresan varios autores, con lo que dichos arre-
glos devienen convenios colectivos.
C. Convención, que se presentan en conflictos individuales y
colectivos, para la fijación de nuevas condiciones de trabajo.
Puede considerarse que la similitud entre la transacción y la con-
vención en los conflictos individuales y colectivos responde a las
mutuas concesiones entre las partes. En ambos casos, para efecto
de la legislación mexicana, el artículo 33 LFT citado debe cum-
plirse rigurosamente e igual vale tal afirmación respecto de los
derechos futuros.

2. Solución con intervención de terceros

En esta opción, el tercero puede ser designado por las autori-


dades o por las partes de común acuerdo. La designación puede
caer en una sola persona o en un cuerpo colegiado, casi siempre
de composición tripartita. Algunos terceros pueden fungir como
representantes de cada una de las partes pero habrá un tercero
92 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

neutral. Este sistema puede tener un gran número de variantes co-


mo se observa al repasar los sistemas en distintas legislaciones.
A. Conciliación. Si a la confesión se le ha llamado la reina de
las pruebas, este medio de solución bien podría considerarse la
reina de las soluciones. Es el medio idóneo para resolver cual-
quier conflicto individual o colectivo, equivalente al acuerdo in-
terpartes, sólo que acompañados por un tercero preparado para
invitarlas a la reflexión y a su buena disposición. Se trata de una
orientación para resolver el conflicto.
B. Mediación. En realidad se trata de una conciliación y tal vez
sea difícil distinguir entre las dos alternativas en la práctica. Téc-
nicamente puede señalarse que mientras en la primera fórmula
son las partes las que van proponiendo y presentando alternativas
—una verdadera autocomposición—, en la mediación hay un ter-
cero neutral quien debe conocer el asunto para proponer solucio-
nes a las partes.
C. Arbitraje. Es la instancia de un tercero neutral ajeno a las
partes, como deben serlo siempre los terceros, a quien se somete
el conflicto y quien dictará una resolución final, cuyo cumpli-
miento tanto puede ser obligatorio como opcional, dependiendo
del mandato legal. Por lo que el arbitraje puede ser:

a) Voluntario lo cual significa que las partes pueden o no


someter el conflicto ante el tercero; o bien, que estando
obligados a tal presentación, no lo están para cumplir el
laudo que se emita.
b) Forzoso u ubligatorio es una condición para las dos ver-
tientes; las partes están obligadas para someter sus dife-
rencias al árbitro pero no lo están para aceptar el laudo, o
por el contrario, puede determinarse previamente la obli-
gación de asumir la decisión arbitral.
CONFLICTOS DE TRABAJO 93

3. Solución mediante juicio

A. Ante jueces ordinarios. Ocurre en legislaciones como la ita-


liana, la británica y la norteamericana que no establecen autori-
dades especiales para los conflictos laborales.
B. Ante jueces especiales. Este sistema se ha extendido en la
mayoría de los países. La mayoría de las legislaciones que hemos
comparado en la segunda parte de esta obras disponen de autori-
dades especiales para solucionar los conflictos de trabajo, pero
existe una gran variedad de alternativas.153
C. Ante juntas de conciliación y arbitraje. Para efectos del
análisis comparativo estos órganos se consideran como colegia-
dos, de integración representativa y tripartita siendo el ejemplo
clásico las que funcionan en México. La denominación, la inte-
gración, la representatividad y los procedimientos de cada lugar
son variables. En Alemania, por ejemplo, la integración de las
cortes laborales es distinta en número y en funcionamiento al sis-
tema mexicano. Igual que en Brasil, el órgano arbitral se compo-
ne con representación tripartita y paritaria. Sin embargo, la de-
signación y nombramientos de los árbitros se realiza de manera
distinta.
En este apartado puede abrirse otra subclasificación en aten-
ción a la sujeción o independencia de los órganos arbitrales :
a) Órganos pertenecientes al Poder Ejecutivo,
b) Órganos pertenecientes al Poder Judicial,
c) Órganos independientes y/o autónomos.

IX. EFECTOS DE LAS SOLUCIONES

Después de haber hecho algunas consideraciones sobre la ter-


minología y los efectos de las pugnas de intereses resultantes en
la actividad laboral, se comprende que tales interacciones se pro-
153 Argentina, Canadá, Costa Rica, Chile, España, Francia, Estados Unidos
de América y Uruguay.
94 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

paguen a los medios sociales y hagan exigible la intervención de


un tercero para solucionar el conflicto. La confrontación de inte-
reses, aun cuando sea de carácter jurídico, por el hecho de surgir
entre quienes se vinculan de manera inicial por factores económi-
cos, mantiene esa identificación. Ciertamente los conflictos de
trabajo siempre tienen un fondo de orden económico y su afecta-
ción principal es de esa naturaleza.
Con este criterio se puede comprender que la justicia social se
liga con situaciones de orden económico. El artículo 3o. LFT. Así
lo prevé al determinar que el trabajo “es un derecho y un deber
sociales…” de manera que el núcleo económico se reviste de lo
social con motivo de la condición desigual de las clases que for-
man los trabajadores y los empleadores, representantes estos últi-
mos del capital y poseedores de los medios de producción. Y si
bien se considera que la clásica lucha de clases ha transformado
sus manifestaciones con el paso del tiempo, cierto es también que
no puede negarse su vigencia, sobre todo cuando en el inicio de
este nuevo siglo se perfila la intensificación de una gran brecha
social. La clase poderosa, elitista, parece disminuir en número y
aumentar en caudales de riqueza, frente al crecimiento de la clase
trabajadora, cada vez con menos empleos, menores satisfactores y
la disminución en la calidad del trabajo (precarización) y la dismi-
nución de su calidad de vida; es decir, trabajo menos decente.
La condición de pobreza de la sociedad no depende de las rela-
ciones de trabajo, depende fundamentalmente de la aplicación de
modelos económicos y muchos otros factores que si bien desem-
bocan en conflictos sociales, no todos responden a la vinculación
laboral. Pero sí es importante destacar la preponderancia que
ocupa el factor trabajo y la conexión directa del desempleo con la
pobreza, como lo tienen el subempleo y el trabajo precario; con-
diciones que al afectar la justicia social no pueden resolverse sólo
con modelos legislativos o con tasas de pleno empleo y de ser así,
habrán de transcurrir decenas de años.
La economía juega un papel de suma responsabilidad en la ar-
monía de las relaciones de trabajo, y es imposible considerar que
CONFLICTOS DE TRABAJO 95

un conflicto de trabajo, por más administrativo que parezca, se


deslinde del interés pecuniario requerido por los trabajadores para
satisfacer sus medios vitales. Frente a la circunstancia económica
debe estar la jurídica y la nivelación de lo social. Los conflictos de
trabajo, por lo tanto, deben sujetarse a distintas alternativas y me-
dios para su solución, distintos de los tradicionales que resuelven
las demás confrontaciones.
Es difícil pretender la determinación de escalas o jerarquías en
los conflictos de trabajo, los cuales por principio deben entenderse
con la misma importancia y atenderse con el mismo interés: hacer
justicia social. Sin embargo, es necesario analizar cómo surgen y
principalmente cuál es la afectación principal, el motivo primor-
dial que lo desencadena y detectar los efectos sociales, económi-
cos y políticos, el universo afectado y el nivel de tal afectación.
Hay conflictos que lastiman los intereses de una sola persona (tra-
bajador), o de éste y su familia, con resultados de alto riesgo, como
puede ser evitarle el pan de cada día. Frente a esta hipótesis puede
presentarse la lesión a los derechos de una colectividad de trabaja-
dores al negarles el derecho a formar una asociación profesional y,
sin perder necesariamente el trabajo, resultan afectados con la vio-
lación a un derecho humano (la asociación) y a un derecho social
(la asociación profesional) con la limitación al ejercicio de defensa
de sus intereses. En ambos casos se lesionan derechos de la clase
trabajadora y merecen el mismo trato resolutivo.
Es criterio unánime en doctrina que los conflictos jurídicos ver-
san sobre asuntos de intereses de aplicación o interpretación de
normas establecidas en cuerpos legales o en los contratos de traba-
jo; de la existencia o interpretación de normas jurídicas, de normas
preestablecidas, de una regulación existente —como dicen Russo-
mano y Cabanellas—.154 Los conflictos de intereses económicos
se caracterizan por su reivindicación; con su solución se pretende
modificar o crear una nueva norma, y por ello, dicen estos auto-

154 Op. cit., nota 142, p. 20.


96 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

res, se le denomina también conflicto de reglamentación.155 En el


mismo sentido se pronuncian Rivero y Savatier, Américo Plá,
Krotoschin, Arturo Hoyos, Néstor de Buen y Mario Pasco.
Los conflictos de derecho o jurídicos, entrañan, como se ha di-
cho, problemas de orden económico e, igualmente, los conflictos
de naturaleza económica entrañan conflictos jurídicos. En la doc-
trina española encontramos, con la expresión de Alfredo Monto-
ya, que por esa coincidencia es preferible precisar las denomina-
ciones, llamando a los primeros, “conflictos sobre aplicación del
derecho y conflictos de regulación a los segundos”.156
En esencia, las dos denominaciones cubren las mismas cir-
cunstancias. La aplicación de derecho los convierte en jurídicos;
y tanto pueden ser individuales como colectivos. Los de regula-
ción no necesariamente implican la satisfacción de un derecho
subjetivo preexistente sino que se busca la modificación de una
norma o la creación de otra que cubra, como dice Montoya, “un
vacío normativo”. Estos conflictos siempre son colectivos por su
afectación en el interés común de una colectividad.

X. JURISPRUDENCIA SOBRE CONFLICTOS


DE TRABAJO

Las resoluciones de los tribunales colegiados y de la Suprema


Corte de Justicia en México han aclarado los conceptos relativos
a conflictos y su clasificación:
La clasificación de los conflictos de trabajo en individuales y
colectivos no responde a motivos de carácter numérico en cuanto
a las personas que actúan en la contienda, sino que la clasificación
surge en la diferencia fundamental que existe en los fines de la re-
clamación y por consecuencia en los modos de la acción; de donde
se obtiene que cuando la acción ejercitada tenga por objeto plan-

155 Los autores referidos citan a Hueck y Nipperdey, Compendio de derecho


del trabajo, Madrid, 1963, p, 246; op. cit., nota 142, p. 20.
156 Derecho del trabajo, 11a. ed., Madrid, Tecnos, p. 658 y 659.
CONFLICTOS DE TRABAJO 97

tear una situación en la que se dirima el interés profesional del


grupo o sindicato, se estará frente a un conflicto colectivo, y en
presencia de un conflicto individual cuando la situación plantea-
da tenga por objeto la decisión sobre el derecho que a un trabaja-
dor o a varios trabajadores les corresponda personalmente.157

XI. MEDIOS DE SOLUCIÓN DE LOS CONFLICTOS

La solución de los conflictos de trabajo es una cuestión esencial


para la justicia social. En este texto no se analiza el tema sobre las
autoridades encargadas de resolver las diferencias entre trabajado-
res y empleadores, pero es imposible marginar los argumentos que
fundamentan la jurisdicción especial del trabajo, algunas veces ca-
lificada, de no muy buena fe, como jurisdicción específica. A este
propósito debe aclararse que no se conforma ninguna especialidad
como excepción, sino que atendiendo a la índole de la materia, cu-
ya naturaleza es social, se organizan las juntas de conciliación y
arbitraje, por disposición constitucional.158
De igual manera existen juzgados para materias específicas,
como pueden ser, dentro del ámbito del derecho privado, los que

157 Amparo Directo 4503/72, 6548/76, 3218/79, 2865/78, 5323/79. Semana-


rio Judicial de la Federación, 1917-1995, tomo V, materia del trabajo, tesis
número 93, p. 66.
158 “No es aceptable el razonamiento en cuanto a que en el artículo 97 del
Código laboral se crea un fuero especial, con violación del artículo 13 de la
Constitución, pues el conocimiento de los conflictos laborales, encomendado a
las juntas de conciliación y arbitraje por la fracción XX del artículo 123 Cons-
titucional, no significa sino la creación de una jurisdicción, para juzgar sobre
una materia de controversias. la Ley Federal del Trabajo no es una ley privati-
va, porque está formulada de un modo abstracto y general para ser aplicada a
un número indefinido de personas y a una serie indeterminada de cosas y las
juntas de conciliación y arbitraje no son tribunales especiales, porque aplican
dicha ley con igualdad, sin limitación de personas, en todos los asuntos que se
encuentran comprendidos dentro de sus disposiciones”. Pleno, tesis, 111, apén-
dice 1988, primera parte, p. 203. Apéndice al Semanario Judicial de la Federa-
ción 1917-1995, tomo I, materia constitucional, tesis número 193, p. 190.
98 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

atienden asuntos familiares, de arrendamiento y mercantiles cuya


constitucionalidad o legalidad nunca se ha sujetado a cuestiona-
miento alguno. También los hay para atender cuestiones electo-
rales, por ejemplo.
Para abundar en la justificación de la existencia de las juntas
de conciliación y arbitraje nos basamos en las conclusiones del
ensayo de Jorge Carpizo acerca de la naturaleza de estos órganos,
al afirmar que “no son especiales porque no conocen de negocios
determinados sino de todos los conflictos del trabajo; no tienen
carácter transitorio, y no surgen después de que han nacido los
conflictos sino que preexisten a éstos. Las juntas no son tribuna-
les especiales sino de jurisdicción especializada”.159
No se trata, por ahora, de entrar en la defensa de un sistema o
de otro, pero valiéndonos de la existencia y funcionamiento de
las juntas de conciliación y arbitraje, en los términos de la Consti-
tución (artículo 123, fracción XX), consideramos su actuación
como tribunales de derecho principalmente, sin dejar de conside-
rar que en ocasiones, como es al tratarse de conflictos colectivos
de naturaleza económica, las juntas actúan como tribunales de
equidad, no tanto porque se integren para un caso determinado si-
no en función de su resolución. Verbigracia, la sentencia colecti-
va con la cual pueden modificar las condiciones económicas del
trabajo.160
Por otra parte, es importante expresar que, tanto el doctor Fix-
Zamudio como el doctor Carpizo McGregor, han determinado
que en el caso de las juntas lo que se aplica es la equidad, con lo
cual no se hacen tribunales de equidad. Sin contrariar tan valiosas
opiniones, insistimos en el eclecticismo en virtud de que las jun-
tas pueden conocer y valorar las pruebas: “los laudos se dictarán
a verdad sabida y buena fe guardada, y apreciando los hechos en

159 La naturaleza jurídica de las juntas de conciliación y arbitraje en Méxi-


co, UNAM, 1975, p. 69.
160 Kurczyn, Patricia, “Derecho procesal social, con especial referencia a la
nueva Ley Federal mexicana del Trabajo”, Revista Iberoamericana de Derecho
Procesal, Madrid, núm. 4, 1971, pp. 853-855.
CONFLICTOS DE TRABAJO 99

conciencia, sin necesidad de sujetarse a reglas o formulismos so-


bre estimación de las pruebas, pero expresarán los motivos y fun-
damentos legales en que se apoyen (artículo 841 LFT)”. Esta po-
sibilidad amplía las perspectivas de una decisión final para lograr
una resolución equitativa, como lo establece el artículo 919
LFT.161 Estamos de acuerdo con Fix-Zamudio, en que las juntas
de conciliación y arbitraje son órganos jurisdiccionales que re-
suelven tanto conflictos jurídicos como económicos, apartándose
del funcionamiento de los tribunales ordinarios por el hecho de
“asumir un carácter flexible de justicia social que imprime en las
propias juntas la función de tribunales de equidad o de concien-
cia”.162
El maestro aclara la confusión de interpretación jurídica de la
equidad como método aplicado por las juntas de conciliación y
arbitraje, en su calidad de tribunales de derecho que funcionan de
acuerdo al ordenamiento legal, razonando la apreciación de prue-
bas, además de que sus fallos son impugnables a través del juicio
de amparo ante los tribunales federales. Salvo su composición
paritaria, nos dice, “tienen un carácter similar a los restantes or-
ganismos judiciales”.163 La regla general es entonces considerar-
las como tribunales similares a los del orden común y sólo como
excepción, entenderlos como de equidad.
Vale la pena considerar las afirmaciones de Jorge Carpizo des-
pués del análisis que hace acerca de las juntas de conciliación y
arbitraje, cuando expresa que si bien es cierto que las mismas per-
tenecen al Poder Ejecutivo, también se encuentran dentro del Po-
der Judicial por las siguientes razones:

161 Artículo 919 LFT: “La Junta, a fin de conseguir el equilibrio y la justicia
social en las relaciones entre los trabajadores y patrones, en su resolución po-
drá aumentar o disminuir el personal, la jornada, las condiciones de trabajo de
la empresa o establecimiento, sin que en ningún caso pueda reducir los dere-
chos mínimos consignados en las leyes”.
162 “Naturaleza jurídica de las juntas de conciliación y arbitraje”, Estudios
constitucionales, México, UNAM, 1980, p. 30.
163 Idem.
100 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

a) Son tribunales similares a los otros en cuanto gozan de


independencia y autonomía,
b) No son tribunales de última instancia, en cuanto sus reso-
luciones son revisadas por el Poder Judicial federal,
c) La jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia los
obliga, así como la de los tribunales colegiados que fun-
cionan dentro de su jurisdicción territorial, y
d) Hay el intento, aunque no alcanzado, para que los funcio-
narios de las juntas tengan un cierto estatuto jurídico y
gocen de las mismas garantías judiciales que los magis-
trados de los otros tribunales.164

164 Ibidem, p. 235.


CAPÍTULO VI
CONCILIACIÓN

I. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
II. Naturaleza jurídica . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
1. Conciliación y transacción . . . . . . . . . . . . 103
2. Conciliación y mediación . . . . . . . . . . . . . 103
3. Conciliación y arbitraje . . . . . . . . . . . . . . 104
III. Intento conciliatorio obligatorio o voluntario . . . . 105
IV. Ventajas e inconvenientes . . . . . . . . . . . . . . 107
V. Función social de la conciliación . . . . . . . . . . 109
VI. Órganos conciliadores . . . . . . . . . . . . . . . . 112
VII. Conciliadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
VIII. Técnicas para conciliar . . . . . . . . . . . . . . . 117
IX. Los abogados y la conciliación . . . . . . . . . . . 118
CAPÍTULO VI
CONCILIACIÓN

I. CONCEPTO

Conciliación deriva del latín conciliatio que significa congregar


y de ahí conciliar. Por conciliar ahora se entiende un acuerdo en-
tre partes de una disputa o conflicto de cualquier naturaleza que
bien puede alcanzarse con la intervención de un tercero, con in-
dependencia de la naturaleza de este último. Hay antecedentes de
esta forma de solución que se remontan a las XII Tablas y en de-
recho español están los mandadores de paz (pascis adsertores),
del Fuero juzgo, versión castellana de Liber Iudiciorum, que se
ocupa de los hoy conocidos como conciliadores165 y de los jue-
ces avenidores, que son los actuales árbitros.166
La conciliación se ha tratado como preliminar a la resolución
de conflictos sometidos al arbitraje. Con este primer acercamien-
to a la conciliación, ésta queda como acto preliminar, previo a un
juicio, que en el caso del derecho laboral mexicano es arbitral, e
igual es el acto definitorio, resolutorio de un conflicto entre par-
tes vinculadas por relaciones laborales, sea en conflictos indivi-
duales como en colectivos, de orden jurídico o interés económico
(para referirnos a la clasificación establecida en la Ley Federal
del Trabajo). Por su imposición como acto previo a la presenta-
ción y/o contestación de la demanda, podría, en estricto sentido,
convertirse en un presupuesto procesal, pero la doctrina también
puede estimarla como parte del mismo proceso, toda vez que la

165 Libro II, título I, ley XV (año 654).


166 Partida III, título IV, ley XXIII.

101
102 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

conciliación puede optarse en cualquier parte del juicio laboral


hasta antes de la resolución final.
La condición preventiva de un juicio, o si se quiere, eliminato-
ria del mismo, permite evitar la plus petitio rei y se convierte en
un medio directo de solución equitativa extraprocesal; solución
con carácter definitivo. Se ha dicho que la conciliación es un me-
dio de autocomposición por el cual se realiza una transacción, al
igual que se obtiene el desistimiento de la acción procesal, o por
el contrario, se presenta el allanamiento. La presencia de un ter-
cero imparcial, neutral, no impide que la solución conciliatoria
tome la forma de autocomposición pues son las partes en conflic-
to quienes aplican sus argumentos, consideran las posibilidades,
razonan sobre sus peticiones o demandas y, finalmente son ellas
mismas quienes determinan una solución amigable.167
La presencia del tercero es una ayuda primordial. Si bien éste
no determina la solución, ayuda a las partes en el planteamiento
de sus conjeturas, interpreta sus intenciones, aclara algunas du-
das, ordena las ideas, para finalmente encaminar una solución,
misma que puede ser tomada por las partes. Por esto mismo la
conciliación es una figura disímil a la mediación y al arbitraje.

II. NATURALEZA JURÍDICA

Como se explica antes, la conciliación es distinta a la media-


ción y al arbitraje. Se distingue de las mismas por variados y cla-
ros elementos y funciones.
La naturaleza jurídica de la función conciliatoria es la de equi-
valente jurisdiccional, justificada por sus fines, que son solucio-
nes acordadas, o compuestas entre las partes cuyos intereses en-
contrados logran un punto intermedio, su común acuerdo alcanza
la fuerza legal y les obliga a lo pactado.

167 Cfr. Couture, Eduardo, Algunas nociones fundamentales... cit., en Kurczyn


Villalobos, Patricia, Bosquejo del proceso laboral... cit., nota 138, p. 152.
CONCILIACIÓN 103

1. Conciliación y transacción

Antes nos hemos referido a la transacción, por lo que para


evitar repeticiones sólo planteamos algunos argumentos com-
plementarios. Así como hay autores que distinguen entre la con-
ciliación y la transacción (De Buen), otros consideran a la se-
gunda como un efecto de la primera (Russomano y Cabanellas).
La legislación argentina, (Ley núm. 24.635 en el artículo 69, re-
formando el texto de la Ley núm. 14), se refiere a los acuerdos
conciliatorios o transaccionales, lo cual se entiende como sinó-
nimos. Sin embargo, Conflitti, autor argentino, considera que la
“conciliación supera la simple transacción”.168

2. Conciliación y mediación

Mediar tiene varios significados, uno de ellos es el de interce-


der, abogar. La diferencia con la conciliación es mínima. En los
términos de Hugo Italo Morales,169 el conciliador vincula a las
partes y sobre sus argumentos emite opiniones, “sin examinar
sobre el derecho de cada uno”. Por nuestra parte, consideramos
que el conciliador acerca a las partes en relación con sus intereses
sin ofrecer soluciones; esto que se plantea teóricamente puede
desvirtuarse en la práctica y confundirse con la mediación.
Disentimos del maestro Morales cuando finca la diferencia en-
tre ambas funciones, al decir que en la conciliación no se exami-
nan los derechos de cada parte. En realidad cualquier medio de
solución debe atender el derecho sustantivo, salvaguardar las
garantías de los derechos mínimos y las prestaciones jurídicas,
económicas y sociales en general de los trabajadores y buscar
respuestas equitativas, lo cual no significa aplicar el derecho.
Incluso, antes de iniciar las gestiones conciliatorias es aconseja-

168 Conflitti, Mario A., Conciliación obligatoria y autocomposición laboral.


Ley núm. 24.635. Buenos Aires, Universidad, 1997, p. 125.
169 “Técnicas de conciliación laboral”, Responsa, México, año 2, núm. 10,
mayo de 1997.
104 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

ble preverse una base cuantitativa de las prestaciones reclamadas


sobre las cuales se manejen los intentos del arreglo. Esto se hace
al considerar que en la mayoría de las ocasiones el cumplimiento
del empleador se traduce en el pago de una indemnización.
La mediación entonces sería aquella en que el tercero aboga,
procurando el convencimiento sobre las propuestas habiendo exa-
minado los derechos de las partes. En la práctica de algunos países
estas funciones están nítidamente diferenciadas, lo que no ocurre
en la praxis en que se realizan de manera indistinta y a la vez bajo
la institución de la conciliación, como en México. La OIT ha con-
siderado que la distinción entre la conciliación y la mediación obe-
dece al grado de iniciativa que asume la tercera parte,170 lo cual
creemos que es un buen factor de diferenciación.

3. Conciliación y arbitraje

La conciliación y arbitraje son dos figuras distintas. Coinciden


ambas como medios de solución pero su ejercicio difiere sustan-
cialmente, pues mientras en la conciliación son las partes mismas
quienes proponen la solución —la cual no necesariamente deberá
ser aceptada— en el arbitraje decidirá un tercero y su decisión su-
puestamente debe obligar a las partes. En la conciliación no siem-
pre se faculta al tercero para recibir pruebas, valorarlas o para ha-
cer investigaciones. En el arbitraje es necesario funcionar más
como un juez que como un amigable componedor. Esta circuns-
tancia es comprensible en tanto que los acuerdos conciliatorios se
adoptan entre las partes, y no es obligatorio llegar a uno, mientras
que en el arbitraje la decisión del tercero, deberá acatarse como
una sentencia judicial, salvo excepciones que la ley atendiera. En
la conciliación, no se busca la verdad formal o material, pues no es
el objetivo de la instancia, como finalmente debe ocurrir en el ar-
bitraje o en el juicio, en que han de considerarse las normas apli-
cables de acuerdo a lo sustentado en las audiencias probatorias.
170 Conciliación y arbitraje... cit., nota 115, p. 19.
CONCILIACIÓN 105

En la conciliación no se pretende castigar o premiar, sino


lograr el equilibrio, con base en “los valores contenidos o expre-
sados en derecho sustancial”.171 En el arbitraje sí habrá quien ga-
ne y quien pierda. De ahí que se comprenda la diferencia con la
transacción y el arbitraje.

III. INTENTO CONCILIATORIO OBLIGATORIO


O VOLUNTARIO

La obligatoriedad más bien representa un intento, pues no ra-


dica en la sumisión a una decisión o proposición del conciliador
sino a la intentio. La obligatoriedad indica que las partes en con-
flicto han de cumplir con realizar el intento de arreglo amistoso,
frente a un tercero neutral. El conciliador debe escuchar de las
partes los argumentos en que basan sus diferencias, y las formas
como cada una considere adecuado solucionarlas. En este cami-
no el conciliador podrá originar propuestas inter partes, procura-
rá convencerlos de los beneficios de una autosolución; pero se re-
ferirá a propuestas acordes con la equidad, con la justicia social.
Cuando las partes concilian se habrá evitado la contienda judicial
y el conflicto habrá llegado sin perdedores, a un fin cordial para
bien de las partes y de la sociedad en general.
Exigir a las partes la búsqueda de la autocomposición tiene
también la finalidad de conseguir soluciones rápidas con econo-
mía procesal y el consecuente desahogo de las actividades de los
órganos arbitrales o jurisdiccionales, según sea el caso, los cuales
podrán disponer de más tiempo para atender otras contiendas. Se
trata un adeudo, de evitar la acción procesal arreglando el con-
flicto de fondo y de manera definitiva.
El sistema obligatorio consiste en exigir a las partes acudir a
la conciliación frente a un tercero que bien puede ser un órgano
administrativo como lo son las procuradurías de la defensa del
trabajo o el órgano juzgador, y tanto puede efectuarse extrajudi-
171 Conflitti, op. cit., nota 168, p. 127.
106 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

cialmente como al inicio del litigio. El cumplimiento de la obli-


gación consiste en convocar a las partes una vez que una de ellas
ha solicitado la intervención del tercero, por un órgano preesta-
blecido o convocado para cada caso. La parte, a la que llamare-
mos desde ahora parte actora, debe señalar a la otra parte (con-
traparte) y expo ner el conflicto. La justicia laboral se inicia
siempre a petición de parte; por lo tanto, las autoridades admi-
nistrativas pueden exigir el cumplimiento de normas legales o
contractuales pero sus facultades se limitan a esa exigencia y a
imponer sanciones de orden administrativo. La obligación de la
contraparte es la de acu dir a la convocatoria hecha por la autori-
dad o por el tercero designado como conciliador. La satisfac-
ción del intento conciliatorio se obtiene con su presentación an-
te un órgano conciliador, que en el sistema mexicano funciona
para cualquier clase de conflictos.
El intento conciliatorio voluntario es importante, pero no al-
canza la fuerza del obligatorio. Es difícil que las partes acudan al
mismo y la experiencia muestra indolencia, tal vez desconfianza
y la preferencia de acudir ante una autoridad cuya resolución sea
coactiva. En cuanto a la conciliación obligatoria la práctica ha
demostrado que suele convertirse en un acto más, previo al jui-
cio, al cual se da cumplimiento oficioso.
En algunos países la adopción del sistema obligatorio o del vo-
luntario varía según se trate de conflictos jurídicos o económicos,
o bien de individuales o colectivos.
En México, la tentativa de conciliación se realiza obligatoria-
mente al inicio de los juicios; pero existe la posibilidad del inten-
to conciliatorio administrativo, voluntario, ante las procuradu-
rías de la defensa del trabajo (órganos desconcentrados), o ante el
cuerpo especializado de conciliadores, tratándose de conflictos
colectivos.
CONCILIACIÓN 107

IV. VENTAJAS E INCONVENIENTES

Acerca de las ventajas o inconvenientes de tales sistemas, los


defensores de la fórmula voluntaria consideran que, cuando la
conciliación se implanta como obligatoria, las partes acuden a las
audiencias sin la intención de avenirse y únicamente con objeto
de cumplir un requisito legal, lo que significa pérdida de tiempo;
mientras que de reglamentarse como voluntaria, las partes se pre-
sentarían con la firme intención de lograr la autocomposición, ya
que acuden con ánimo propicio para ello. En otras palabras, su-
gieren que la conciliación obligatoria es ineficaz y su reglamen-
tación un trámite inútil. Estos argumentos no pueden concebirse
en forma general, puesto que en cada país es distinto y la conci-
liación obligatoria tiene distinto índice de éxito en cada lugar.
En Brasil, por ejemplo, el 80% de las demandas que se interpo-
nen antes las juntas, se solucionan a través de la conciliación, me-
diante transacciones. En México, en asuntos atendidos por la
Profedet, se registra la prevención de conflictos en 87.5 % lo cual
corresponde a conciliaciones, cifra también alta.172 Dichos acuer-
dos deben ser homologados ante la junta de conciliación que le
corresponda.173 Sin embargo habrá que considerar que esa tasa
no es similar en cuanto a asuntos ya tramitados ante las Juntas de
conciliación y arbitraje.
Las ventajas de la conciliación radican en, primer lugar en su
función social, a la que nos referiremos enseguida; pero además
es un medio que infunde confianza en los interesados al tener la
oportunidad, cuando sea el caso, de designar a sus conciliadores.
172 Informe de Labores 2003 de Profedet, marzo 4 de 2004. Auditorio de
STPS.
173 Silva Velloso, Carlos Mario da, vicepresidente del Superior Tribunal de
la República Federada del Brasil [http//www.csj.gov.ve/eventos/cuartase-
sion.htm], noviembre de 2000. Existe una propuesta importante en Brasil res-
pecto a la integración de las juntas de conciliación y arbitraje, se propone que
en primera instancia continúen los jueces legos, quienes irían hasta las fábricas
o casas comerciales en donde exista el conflicto para tratar de llevar a las par-
tes a un acuerdo que deba homologarse ante las mismas juntas.
108 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

Cuando los órganos conciliadores se integran con representantes


de los sectores de empleadores y de trabajadores, hace suponer
un apoyo sin necesidad de contar con los servicios de un abogado
o de un defensor. Algo muy importante es la toma individual de
decisiones, sin la presión de un juicio o la necesidad de preparar
pruebas. Además, pueden hacer libremente las propuestas que
consideren necesarias para llegar a un acuerdo sin riesgos.
Lo que se conoce como la amigable composición, debe dar a
las partes la satisfacción del arreglo, pues se trata de una solución
conjunta para resolver intereses controvertidos, sin el ánimo de ha-
ber perdido, siempre que se trate de una buena conciliación. Se en-
tiende entonces como un arreglo apegado a derecho y no un arre-
glo forzado con disfraz de voluntario, que puede ocurrir cuando
falta honestidad o falta oficio en el conciliador. Finalmente debe-
mos expresar que la composición no puede ser obligatoria y que el
intento de un arreglo preprocesal tiene gran valor. La práctica y la
finalidad autocompositiva pemite identificar tanto en la concilia-
ción como en la mediación, las mismas ventajas.174
La conciliación obligatoria o, mejor expresado, la obligatorie-
dad del intento, podría no parecer útil pero en realidad lo es para
exhortar a las partes, antes y durante el proceso, para llegar a un
acuerdo voluntario, que favorece a las relaciones laborales en su
conjunto. Esta situación es sutil; tal vez inusitada si considera-
mos que al conciliarse las partes en realidad asumen una especie
de desistimiento y/o de allanamiento.
Teóricamente no puede hablarse de inconvenientes de este
medio de solución. Prácticamente sí, en determinados casos; uno
de ellos, cuando se convierte en una transacción, según la hemos
descrito antes, con la renuncia de derechos, aun cuando éstos no
estén previamente declarados por autoridad alguna. Más grave
es todavía, cuando a cau sa de la len titud del proceso, así como
por la falta de medios para sostener las costas judiciales y de de-
fensoría o por la corrupción de los servidores judiciales o arbi-

174 Cfr. capítulos VII y VIII.


CONCILIACIÓN 109

trales, constituyan circunstancias que desalientan a las partes,


generalmente a los trabajadores, quienes preferirán rendirse para
salvar una parte de los derechos que les corresponden. Sólo que a
veces esa parte es mínima.

V. FUNCIÓN SOCIAL DE LA CONCILIACIÓN

La conciliación reviste una gran importancia como avenimien-


to entre las partes. En derecho mexicano obedece a uno de los fi-
nes marcados por el artículo 2o. LFT, que señala que la legisla-
ción tiende a conseguir “el equilibrio y la justicia, en las
relaciones entre trabajadores y patrones”, aun cuando sería más
propio considerar que el equilibrio a que se refiere abarca a las re-
laciones laborales en general, pues igual pueden suscitarse con-
flictos entre trabajadores o entre sindicatos en la disputa por de-
rechos laborales. Bien puede aducirse que en estas últimas
relaciones la condición socio-económica es igual entre las partes
en conflicto, a diferencia de la desigualdad que las caracteriza
cuando contienden trabajadores y patrones. También habría que
considerar la importancia de conciliar los intereses de los traba-
jadores cuando los conflictos surgen entre ellos.
La conciliación busca un acuerdo equilibrado. Como solución
justa que pretende ser, no debe intentar la disminución o la supre-
sión de derechos de los trabajadores sino representar una fórmula
de apoyo a sus intereses, convertirse en una propuesta funcional,
establecida de acuerdo a una estructura normativa que además de
fundamentarla y fomentarla, le dé fuerza legal para la certidum-
bre jurídica. Por ello es necesario revestirla de cierta formalidad.
Para llegar a un arreglo amistoso debe entenderse la función
conciliatoria y crear el ánimo de la composición bajo principios
de lealtad y buena fe. En términos de Conflitti, se debe “crear la
vocación del diálogo”.175 Las partes deben entender que la mutua
decisión no crea nuevos derechos y estar conscientes, cada una,
175 Cfr. Conflitti..., op. cit., nota 168, p. 125.
110 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

de que no están otorgando más allá de lo necesario, y qué tampo-


co puede exigir o pedir más de lo que justamente le corresponda.
Debe haber la consideración de buscar un arreglo compensatorio.
Las bondades de la conciliación no siempre se reconocen y
ello depende de varios factores. En primer lugar depende de la
cultura de la legalidad así como de la con fianza en las autorida-
des, de la buena fe y también de los costos de la justicia. Como
dice Conflitti, refiriéndose a Argentina, “existe siempre la voca-
ción al pleito”. Esta tendencia igual puede influir en otras socie-
dades, como las latinas; sin embargo por pleito pueden entender-
se diversas manifestaciones, entre ellas la queja o la denuncia
respecto de las cuales también debe pretenderse la conciliación.
Pero la cultura de la legalidad, además de entenderla como medi-
da de información de los derechos por los trabajadores va más
allá y para el ámbito relacional del trabajo, el carácter de la legis-
lación puede entenderse como una predeterminación en el ánimo
de los trabajadores, quienes en realidad demandan el cum-
plimiento de sus derechos o las pretensiones, de lo que conside-
ran sus derechos. La información acerca de sus derechos y de los
servicios que las autoridades pueden ofrecerles debe también in-
cluir el estímulo al cumplimiento y a la responsabilidad. Tal es el
preámbulo del equilibrio, el mutuo respeto y la reciprocidad.
La cultura de la legalidad en los empleadores es también de
gran relevancia en tanto que su disposición para cumplir con las
leyes y con las obligaciones contraídas por medio de la contrata-
ción es básica. Mucho dependerá del ánimo de cumplimiento de
obligaciones legales y contractuales, la disminución de conflic-
tos laborales.
En un sistema legal garantista, el enfrentamiento de las partes
puede ocurrir con más cautela, sobre todo cuando se inferirán gas-
tos judiciales y de abogados. En Alemania, por ejemplo, los gastos
en primera instancia se comparten por las partes con independen-
cia de quien gane o pierda el juicio; además, los servicios de los
abogados profesionales son indispensables a partir de la segunda
instancia. Un trabajador, en estas condiciones, reclamará y de-
CONCILIACIÓN 111

mandará sólo cuando tenga bases legales sólidas para sus preten-
siones. Es distinto en sistemas tutelares, como el mexicano, el
cual establece la gratuidad en la justicia social para ambas partes
y ofrece además los servicios de abogados defensores (procura-
dores) sin costo alguno para los trabajadores.
La confianza o la desconfianza en las autoridades son factores
que inhiben o impulsan la maquinaria procesal. Cuando los traba-
jadores consideran que no tendrán atención imparcial ni pronti-
tud, es probable que desistan de iniciar o continuar con cualquier
reclamación y/o demanda, con la intención de disponer de tiempo
para buscar un nuevo trabajo y obtener los ingresos que requieren
día con día, actitud no satisfactoria para la clase trabajadora, ni
para un sistema de derecho que se calificaría de ineficaz.
Ahora bien, por una parte deben advertirse las ventajas de la
conciliación tanto dentro del orden económico como en el proce-
sal; con el primero, hay que considerar el ahorro que representa
evitar los pagos de abogados, peritos, pruebas, y otros que tal vez
las partes deban deseembolsar; y el desgaste psicológico, además
del tiempo que se debe emplear en atender audiencias, localizar
testigos, documentos y tantas otras diligencias. En cuanto al be-
neficio social es todavía mayor al evitar el congestionamiento
procedimental y la saturación administrativa de los órganos juz-
gadores y naturalmente que se propicia la rapidez en la solución.
Por otra parte, comprendida la ventaja de la función de auto-
composición, podría plantearse como contradictorio que los con-
flictos jurídicos puedan ser objeto de conciliación. Surgidos a
consecuencia de la aplicación o interpretación de normas jurídi-
cas preestablecidas, sólo debieran resolverse mediante su aplica-
ción, es decir, cumplimentarlas. Téngase en cuenta, sin embargo,
que ello no siempre resulta fácil. La conciliación se debe promo-
ver en el ámbito de la justicia y de la equidad, es decir, sin
renuncia de derechos y sin violar o incumplir reglas jurídicas.
Ante la hipótesis de una reclamación o petición infundada, la
conciliación dará lugar a terminar o resolver el pseudo conflicto
con mayor celeridad y en un ambiente menos solemne que el ju-
112 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

risdiccional. Los conflictos individuales, generalmente jurídicos,


se refieren en su mayoría a cantidades modestas, pero de suma
importancia para los trabajadores, cuyo único patrimonio es su
salario y, como antes se dice, todo conflicto jurídico tiene efectos
económicos, razón más poderosa para evitar la reducción o la re-
nuncia total a las prestaciones válidas.176

VI. ÓRGANOS CONCILIADORES

Los procedimientos conciliatorios pueden efectuarse ante dis-


tintos órganos. El establecimiento y funcionamiento de éstos
puede ser de tantas maneras como imaginación tengan los legis-
ladores o las partes mismas.

1. Fundamentalmente, por su origen pueden existir dos ti-


pos de órganos:

A) Los establecidos por los gobiernos. En este caso pueden


haberlos para intentar la conciliación administrativa o la
conciliación judicial. Pueden ser sistemas alternos o si-
multáneos que trabajen indistintamente. Algunas veces
una de las vías es voluntaria, otras es obligatoria.
B) Los establecidos por organizaciones de empleadores y
sindicales de trabajadores, o bien por designación de
las partes del conflicto. En cualquier caso pueden ser
actuaciones con carácter obligatorio o voluntario. Las
partes pueden prever en sus negociaciones la hipótesis
conflictiva y predeterminar los medios privados de so-
lución.

2. Los órganos conciliatorios pueden integrarse como:

A) Unipersonales.
176 Supra, apartado 1 de este capítulo.
CONCILIACIÓN 113

B) Cuerpos colegiados, por regla común de composición


paritaria representativa de los sectores de trabajadores
y de empleadores. En este caso deben estar presididos
por un tercero cuya designación puede ser: por el go-
bierno, por las partes o por los representantes de los
sectores de trabajadores y empleadores.

3. Según su funcionamiento los órganos conciliatorios pue-


den trabajar:

A) Permanentemente o
B) Accidentalmente.

No es necesaria, aunque sí conveniente, la existencia especial


de órganos de conciliación los cuales pueden establecerse al pre-
sentarse un conflicto y sea necesario provocar la conciliación. La
autocomposición, sin embargo, sería entre otras cosas, un arre-
glo entre caballeros, como parece promoverse entre los británi-
cos y que lo entenderíamos en esos sistemas caracterizados hoy
por la desregulación.177
En cuanto a la conciliación administrativa intentada ante un ór-
gano de la administración pública, ésta permite encontrar asesoría,
y su fracaso deja libre la vía judicial o procesal. La importancia
que reviste la función conciliatoria aconseja el previo estable-
cimiento u organización de órganos conciliadores especializados,
o la especialización de funcionarios según se trate de órganos
permanentes o de instalación esporádica o accidental. La venta-
ja de contar previamente al conflicto con un organismo encarga-
do de conciliarlos radica en la experiencia adquirida que produce
confianza en las partes.
Cuando el intento conciliatorio es una etapa preprocesal, obli-
gada al inicio de los procesos, se habla de la conciliación ante ór-

177 En Gran Bretaña funciona el Servicio Consultivo de Conciliación. Cfr.


Conciliación y arbitraje, cit., nota 115, p. 47.
114 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

ganos jurisdiccionales que se despojan de tal investidura para in-


vitar y exhortar a las partes a dirimir por sí mismas sus
diferencias. No creemos que el ánimo de los generadores del con-
flicto les permita sentir al juzgador como un buen conciliador en
virtud de que a priori puede existir la intención del pleito y es
previsible que sus declaraciones, incluso manifestaciones, se di-
rijan a convencer, desde ese momento, a quien después dictará
una resolución, toda vez que ese mismo órgano conciliador será
el árbitro. También puede entenderse como signo de buena o de
mala fe la intención manifiesta o la negativa de una de las partes
para llegar a un arreglo. En cada caso será distinto y requiere la
atención particular de las autoridades laborales.
Esta conciliación, como parte del proceso, no parece tener mu-
cho éxito, pero habrá de considerarse comparativamente con los
índices alcanzados por organismos administrativos, lo cual per-
mitirá conocer el nivel de confianza de los trabajadores y de los
empleadores, así como la utilidad social de la misma. Debe to-
marse en cuenta que la conciliación administrativa se efectúa an-
te un tercero imparcial, que no juzgará, aunque probablemente sí
representará al trabajador durante el proceso.
Debe recordarse que se trata de un organismo unipersonal en
tanto que la conciliación preprocesal puede ocurrir ante y por un
conciliador unipersonal o un cuerpo colegiado, dependiendo de
la composición jurisdiccional prevista en cada legislación. En es-
te último caso no es difícil imaginar lo impráctico o tal vez lo
inaccesible.
Siempre debe existir la posibilidad de una conciliación intra-
procesal, no instituída como obligatoria, es decir, no como regla
común, pero aceptable hasta antes de que cierre la instrucción, en
caso de juicios ante tribunales de derecho, o en cualquier momen-
to, hasta antes de dictar cualquier resolución, ante órganos juzga-
dores, como pueden ser los mismos árbitros.
CONCILIACIÓN 115

VII. CONCILIADORES

La función conciliatoria requiere de personas especializadas


en las tareas correspondientes a quienes les favorece tanto cono-
cer la legislación sustantiva como la aplicación de ciertas condi-
ciones psicológicas que permitan infundir confianza en las par-
tes. Morales Saldaña explica la necesidad de que se especialicen
según el medio laboral: industrial, comercial, agrícola, aún con
subespecializaciones, verbigracia, los diferentes servicios de
transportes, la minería y otros,178 lo que resulta convincente.
La calificación del conciliador, de acuerdo con la OIT, refiere
dos aspectos:

a) Cualidades personales. La capacidad de relacionarse bien


con todos, la sinceridad, la aptitud de análisis, serenidad
de carácter, agilidad mental, perseverancia y paciencia.179
El impacto del conciliador en las partes del conflicto de-
be ser positivo, para ello se requiere experiencia, respon-
sabilidad, criterio y sentido práctico. Sin duda el factor
psicológico juega un papel de importancia. Cómo toda
profesión, la credibilidad misma del conciliador en sus
funciones y el reconocimiento de sus ventajas permitirá
su ejercicio con ética y resultará exitosa. A estas virtudes
debe agregarse la honorabilidad y el prestigio.
b) Calificación técnica y profesional.180 Con ello se quiere
explicar la competencia profesional e implica la exigen-
cia de un grado de estudios, conocimiento de la legisla-
ción vigente, información actualizada de las condiciones
salariales, sindicales y laborales en el país, lo cual sería
mucho más útil con un respaldo estadístico, la coordina-
ción de actividades con otras autoridades, la información

178 “Técnicas de conciliación...”, op. cit., nota 143, p .12.


179 Ibidem, pp. 56-57 y 112.
180 Idem.
116 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

sobre las modalidades de contratación y las peculiarida-


des de la rama de actividad que se trate.

Por otra parte deben analizarse cuáles son las facultades legales
de los conciliadores, o las que las partes les atribuyan. De acuerdo
a éstas, el conciliador asumirá también funciones para administrar
la política laboral o para vigilar el cumplimiento de las disposicio-
nes laborales. Entre las funciones se pueden señalar:

A) Posibilidad de ordenar la comparecencia de la otra parte


y de testigos;
B) Oír declaraciones y tomar juramentos de las partes y de
testigos;

a) Ordenar la presentación de libros, registros y otros;


b) Efectuar inspecciones in visu;
c) Imponer multas u otras sanciones administrativas;
f) Solicitar la opinión de peritos.

Pueden existir tantas facultades como las legislaciones pre-


vean, las cuales serán características distintas según se trate de
conciliación administrativa o judicial, voluntaria u obligatoria;
de acuerdo a conflictos individuales o colectivos, jurídicos o eco-
nómicos, y meramente sindicales.
La conciliación en otras áreas conflictivas ha sido desarrollada
con éxito, como ocurre en el ámbito familiar en algunos países
en los cuales la conciliación conyugal suele tener buenos resul-
tados. En el ámbito legal mexicano la conciliación propuesta en
los casos de divorcio no tiene mayor significancia que el de con-
vencer, en algunos casos, para que el juicio de divorcio necesa-
rio se torne en uno de divorcio voluntario. En estos casos el con-
ciliador es el mismo juez que, en su caso, habrá de conocer y
sentenciar el proceso de divorcio. Como es el caso de los árbitros
o jueces que en un conflicto laboral fungieron al inicio como con-
ciliadores, y que después tendrá que resolver.
CONCILIACIÓN 117

VIII. TÉCNICAS PARA CONCILIAR

En primer lugar se considera indispensable la participación


personal de los contendientes. Tratándose de personas morales
(empleadores), la asistencia del representante, debidamente acre-
ditado y con facultades plenas para tomar y ejecutar decisiones,
es indispensable.
El conciliador, como su nombre lo indica, deberá invitar amiga-
blemente a las partes al análisis de su conducta en la relación con la
contraparte y reflexionar acerca del motivo esencial del conflicto
que enfrentan; razonar con equidad cuidando que su participación
se maneje con absoluta neutralidad, sin que ello impida orientar a
las partes acerca de la legalidad de sus pretensiones; ello evita el
señalamiento de ganadores o perdedores, lo cual se consigue cuan-
do se conduce una auténtica autocomposición, es decir, cuando
son las partes quienes, de común acuerdo, encuentran una respues-
ta que satisface a los intereses de ambas. Sobra indicar la importan-
cia que tiene el ánimo conciliatorio de las partes.
Otro elemento necesario para el éxito es la celeridad de las
gestiones y su puntualidad. Es aconsejable que la sede de la nego-
ciación conciliatoria sea un lugar neutral, en donde se manejen
los asuntos con discreción asegurando siempre la confidenciali-
dad.181 En algunos casos, sobre todo cuando funcionan comités
de empresa o comisiones mixtas de conciliación, la negociación
puede efectuarse en la sede del centro de trabajo.
Finalmente, citando todavía a Morales Saldaña, sabemos que
la conciliación se practica a través de algunas de las siguientes
fórmulas:

1) Participación conciliatoria voluntaria y aceptación de sus


resultados también voluntarios.
2) Participación conciliatoria obligatoria y aceptación de
sus resultados obligatoria.

181 Ibidem (véase el procedimiento detallado en pp. 12-14).


118 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

3) Participación voluntaria y aceptación obligatoria.


4) Participación obligatoria y aceptación voluntaria.

IX. LOS ABOGADOS Y LA CONCILIACIÓN

En ocasiones se considera que son los abogados particulares


quienes complican los conflictos, los asuntos controvertidos o li-
tigiosos. Se atribuye tal ánimo a la prolongación de los procedi-
mientos para justificar sus honorarios. Desafortunadamente esto
no puede negarse enfáticamente sin caer en errores, pero tampo-
co puede generalizarse lo contrario. Es difícil, y desde luego sería
erróneo y poco ético, hacer conjeturas definitivas y rígidas al res-
pecto. Como en toda profesión existen los postulantes honora-
bles, por fortuna la mayoría; siendo excepción lo contrario. No
puede desconocerse ni tampoco puede afirmarse tal comporta-
miento en virtud de que en muchas ocasiones actúan como abo-
gados quienes no ostentan el título respectivo.
Una forma de resolver semejante cuestión estriba en la fijación
de honorarios de acuerdo a aranceles preestablecidos o bien a la
determinación en la sentencia o laudo, en caso de juicio, aunque
esta condición resulte complicada.182
Pensamos que existe otra fórmula conciliatoria que es la bus-
cada por los propios abogados o representantes de las partes entre
sí, pues en ocasiones, los representantes legales de las partes con-
vienen entre sí proponer acuerdos a sus representados. Esta con-
dición es favorable y desde luego aceptable conforme a derecho,
siempre que las partes no sean presionadas y seguramente se re-

182 Para los abogados, en términos generales, no es útil prolongar, presionar


o complicar un asunto. Esto no significa que no ocurra, se sabe que en ocasio-
nes buscan desesperar a la otra parte para conseguir un arreglo. En otras oca-
siones, tratándose del trabajador, se pretende la acumulación del monto sala-
rial, en caso de pretender el pago de salarios vencidos hasta la ejecución del
laudo o sentencia. Por otra parte, los abogados representantes de los empleado-
res de demorar las resoluciones por los costos que puede general, salvo que por
alguna circunstancia ello favorezca a su cliente.
CONCILIACIÓN 119

flejará en la audiencia de conciliación, a través de la cual se les de


validez legal. Lo que debe destacarse es que la función concilia-
toria, además de impulsarse, por conciliadores ex profeso y por
los juzgadores, puede estimularse por el o los abogados de las
partes actuando de manera privada. La conciliación siempre de-
ber intentarse directamente entre las partes afectadas y su inasis-
tencia a las audiencias, en el campo administrativo, como en el
juzgado o tribunal, se considera como una negativa a cualquier
ejemplo amistoso. Tratándose del trabajador como parte actora,
deberá suponerse el abandono de sus intereses que equivale a la
renuncia de sus derechos.
CAPÍTULO VII
MEDIACIÓN

I. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
II. Naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
1. Mediación y conciliación . . . . . . . . . . . . . 123
2. Mediación y arbitraje . . . . . . . . . . . . . . . 124
III. Clasificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
1. Mediación obligatoria y voluntaria . . . . . . . . 126
2. Clasificación funcional . . . . . . . . . . . . . . 128
IV. Ventajas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
V. Función social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
VI. Órganos de mediación . . . . . . . . . . . . . . . . 132
VII. Mediadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
VIII. Técnicas de mediación . . . . . . . . . . . . . . . . 134
CAPÍTULO VII
MEDIACIÓN

I. CONCEPTO

Por mediación se entiende abogar, intermediar; estar en el me-


dio de dos partes para buscar una convergencia. Es un procedi-
miento de negociación asistida al que recurren dos partes en
conflicto en busca de una solución equitativa, propuesta o indu-
cida por un tercero neutral que carece de facultades o atribucio-
nes para decidir.183
El tercero mediador no recurre a los procedimientos de un juz-
gador en virtud de que no intenta aplicar el derecho, sin embargo
esto no debe entenderse como la posibilidad de ir contra derecho.
En virtud de que su función no estriba en definir la controversia,
como debe hacerlo un juez, que tampoco dictará sentencia algu-
na, concretándose a establecer comunicación, como un puente
entre las partes, el mediador debe lograr, además de la confianza
hacia él, la atención de las partes para escuchar entre sí sus puntos
de vista de manera directa en presencia del mediador o conocer-
los por conducto de éste. El mediador debe buscar los mecanis-
mos para que las partes reflexionen acerca de sus recomendacio-
nes, aun cuando no las aprueben, pues se trata de simples
sugerencias, fundamentadas en la percepción imparcial y neutral,
después del análisis del conflicto y su entorno.184 La función de la

183 Dupuis, Juan Carlos G., Mediación y conciliación, Buenos Aires, Abele-
do-Perrot, s/f, p. 46.
184 Portela, Jorge Guillermo, “Una reflexión en torno a la mediación”, E.
D., t. 165, pp. 1380 y 1381, cit. por Dupuis, op. cit., nota anterior, p. 46.

121
122 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

mediación, por lo tanto, es de colaboración y acercamiento. Es


una disyuntiva con propuestas de solución.

II. NATURALEZA

Al igual que la conciliación, la mediación puede entenderse


como un equivalente jurisdiccional, como un acto semejante al
jurisdiccional por tener fines similares. Los equivalentes juris-
diccionales son medios que sirven para lograr la finalidad carac-
terística del proceso jurisdiccional.185 Siguiendo a Couture, para
efectos de nuestro estudio distinguimos la jurisdicción como una
función, no como competencia ni como autoridad.186 Bajo esta
consideración, podemos descomponer el acto jurisdiccional en
tres elementos que igualmente se localizan en la mediación como
ahora lo exponemos comparativamente:

A) La forma, o elementos externos del acto jurisdiccional


son la presencia de partes, de jueces y de procedimientos
establecidos en la ley. En la mediación también existen
las partes, los jueces se sustituyen por un tercero que es
justamente el mediador, y se actúa bajo procedimientos
preestablecidos en la ley o por las partes. Esta última op-
ción marca una de las distinciones primordiales con los
procedimientos jurisdiccionales.
B) El contenido, el cual se considera como la existencia de
un conflicto, controversia o diferendo de relevancia jurí-
dica, que debe ser resuelto. Podríamos llamar al conflic-
to, la esencia del acto, que finalmente es lo que pone en
marcha un proceso o el desarrollo de trámites para darle
fin. En la mediación, naturalmente también está presente
el conflicto, cuya relevancia además de jurídica puede ser
185 Alcalá-Zamora y Castillo, Niceto, Proceso, autocomposición y autode-
fensa, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1970, p. 14.
186 Couture, Eduardo J., Fundamentos del derecho procesal civil, Buenos
Aires, Depalma, 1962, pp. 30-33.
MEDIACIÓN 123

social, y con ella se busca resolverlo y satisfacer a las


partes divergentes.
C) La función, por la cual se entiende el cometido, que pro-
piamente es asegurar la justicia, la paz social y demás va-
lores jurídicos, mediante la aplicación, eventualmente
coercible, del derecho a través de sentencias. Con la me-
diación, de igual modo, se busca preservar la justicia y la
paz social. La diferencia surge en el cómo. En este caso
no se pretende la aplicación de derecho, no se espera una
sentencia pero sí la solución o la composición que deben
estar ajustadas a derecho. La diferencia fundamental es
que en la mediación la solución del tercero puede o no
ser admitida por las partes y no es coercible sin antes ha-
ber sido aceptada voluntariamente por las mismas. Estas
consideraciones explican que la mediación cumpla con
una función equiparable a la jurisdiccional.

1. Mediación y conciliación

En ambos casos se trata de resoluciones alternas de conflictos


(RAC), terminología utilizada en algunos países. Su similitud y
el paralelismo con que frecuentemente se practican hace más
compleja la distinción, salvo que las técnicas empleadas las mar-
quen y las definan concretamente. Alcalá-Zamora, por ejemplo,
en el exhaustivo análisis que hace del proceso, de la autocompo-
sición y de la autodefensa, refunde la figura de la mediación en la
de la conciliación.187 Esta circunstancia tiene mayor frecuencia
en aquellos sistemas o legislaciones que no previenen la media-
ción, por lo que los conciliadores absorben sus funciones. Teóri-
camente encontramos entonces una sutil diferencia que en la
práctica es fácil de esconderse.
La OIT señala las diferencias entre una y otra alternativa, que
en realidad se refieren más a cuestiones prácticas. En la concilia-
187 Alcalá-Zamora, op. cit., nota 185, p. 76.
124 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

ción, el tercero —el conciliador, quien debe poner de acuerdo a


las partes— acerca a los contendientes, los estimula a examinar
sus diferencias para que encuentren amigablemente el arreglo o
componenda. No en vano la conciliación también es conocida co-
mo amigable composición. Por esta vía las partes encontrarán por
sí mismas la solución sin la imposición de terceros. El concilia-
dor, cómo se ha expuesto, se limita en ayudarlos para idear sus
propios intentos de solución.188 En la mediación, el tercero presta
una asistencia más directa, lo cual indica que él mismo analiza la
situación divergente para formar su criterio y estar en condicio-
nes de ofrecer o proponer a los interesados soluciones que consi-
dera convenientes y desde luego equitativas.189

2. Mediación y arbitraje

No nos atreveríamos a afirmar que el arbitraje sea una de las


formas de la autocomposición, en virtud de las distintas regla-
mentaciones en cada sistema nacional y porque en realidad llega
a ser un proceso arbitral, distinguido del jurisdiccional, en aten-
ción a las autoridades encargadas de ventilarlo; además de las ca-
racterísticas peculiares de los procedimientos de cada uno de
ellos. Es un proceso en virtud de que el árbitro dicta un veredicto
basado en pruebas y en su valoración “en conciencia” que no
consulta con las partes. Es indiscutible que la conciliación y la
mediación son formas autocomponedoras en tanto que el arbitra-
je es una heterocomposición, más asimilable a un juicio.
La mediación no es un juicio y tampoco lo parece. Por regla
general debe ser informal, accesible para facilitar soluciones rá-
pidas. La diferencia esencial entre ambas instituciones es la deci-
sión de adoptar las recomendaciones del mediador por las partes
y acatarlas en los términos acordados.
Entendemos que la diferencia esencial es el origen de la reso-
lución; en el primer caso hay una propuesta y en el segundo, hay
188 Conciliación y arbitraje... cit., nota 115, p.19.
189 Idem.
MEDIACIÓN 125

una decisión impuesta. La propuesta es discutible —no impugna-


ble— la decisión arbitral no se discute, pero de acuerdo al siste-
ma legal, puede ser recurrida o impugnada por recursos legales o
por otros juicios (como el de amparo en México).
Como formas alternas o resoluciones alternas, tanto en la con-
ciliación como en la mediación y en el arbitraje, existen elemen-
tos semejantes: a) dos partes, b) un conflicto o divergencia de in-
tereses, c) la presencia de un tercero imparcial y, d) la misma
finalidad: resolver el conflicto. Agregaríamos, sólo para casos
específicos, un cuarto elemento; cuando se previene la interven-
ción de la autoridad pública por incumplimiento del compromiso
contraído por la conciliación, la mediación o el arbitraje privado,
mediante la homologación.

III. CLASIFICACIÓN

En virtud de la regulación de la mediación en términos genera-


les, podemos considerar que se puede aplicar de tres maneras:190

A) Voluntaria, como fórmula para resolver conflictos labo-


rales a la cual recurren de común acuerdo las partes invo-
lucradas en el conflicto. La decisión de someterse no
cumple exigencia alguna de orden legal.
B) Obligatoria, cuando se impone a las partes. Por el origen
de la imposición puede ser:

a) Convencional, cuando las partes lo estipulan previa-


mente en sus contratos;
b) Legal, cuando la ley la ordena;

C) Opcional, cuando una de las partes del conflicto ejerce la


opción y queda obligada la otra parte.
190 Hemos tomado como base para la clasificación el esquema que presenta
Dupuis, op. cit., nota 183, p. 92; referido a la legislación argentina a pesar de
que en ésta no se reglamenta para asuntos laborales.
126 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

En los tres casos el resultado de la mediación es opcional. Las


partes pueden concluir una negociación sobre un conflicto o
asunto en concreto y celebrar un convenio para su cumplimiento,
o bien pueden rechazarla sin mayores consecuencias legales que
las de buscar otras alternativas de solución o de someterse a jui-
cio o arbitraje, según lo dispongan las leyes. En algunas legisla-
ciones es necesario homologar dicho acuerdo con lo cual el con-
venio adquiere el carácter de sentencia ejecutoria.
Puede haber tantas clasificaciones como leyes que reglamen-
ten esta alternativa de resolución. Como muestra citamos a Cana-
dá y Estados Unidos de América en que pueden considerarse dos
tipos básicos de mediación, la preventiva y la de conflictos decla-
rados o manifestados. Esta mediación aplica sobre conflictos
existentes, que ya han tenido alguna manifestación o están fran-
camente declarados. En otro sentido, también podemos conside-
rar dos clases de mediación, la aplicada para conflictos existentes
en general, como una mediación clásica que puede referirse a
cualquier actividad o rama de trabajo, y la que se refiere a activi-
dades de interés público, o supermediación.191

1. Mediación obligatoria y voluntaria

Al igual que la conciliación, la mediación puede estar dispues-


ta en la ley y obligar a los contendientes a acudir al mediador o
puede contemplarse sólo como una opción voluntaria. La deci-
sión sugerida por el mediador y aceptada por los contendientes,
en respuesta a sus gestiones, puede ser obligatoria o voluntaria.
Todo ello depende del sistema laboral aplicable.
Las opciones podrían ser:

A. Mediación voluntaria para:

a) Toda clase de conflictos, o exclusiva para algunos;


191 Infra, capítulo VIII, apartado 4.
MEDIACIÓN 127

b) Conflictos individuales o colectivos;


c) Conflictos jurídicos o de orden económico.

En los países que se analizan en la segunda parte de esta inves-


tigación,192 la mediación está destinada de manera principal a los
conflictos colectivos de orden económico. En los conflictos jurí-
dicos suele recurrirse a los tribunales para la definición y aplica-
ción del derecho. Para estos casos, en Francia, por ejemplo, los
mediadores están obligados a recomendar a las partes someter el
conflicto a la jurisdicción competente o al arbitraje.

B. Mediación obligatoria en relación con:

a) Toda clase de conflictos, o bien exclusiva para algunos;


b) Conflictos individuales o colectivos;
c) Conflictos jurídicos o de orden económico.

La obligatoriedad o la voluntariedad pueden restringirse a


sólo ciertos conflictos específicos, independientemente de estar
clasificados en una u otra categoría. En Francia, por ejemplo,
ninguna huelga puede estallar sin antes haber intentado la me-
diación. En Estados Unidos de Norteamérica, conforme a la Ley
de Ferrocarriles, aplicable a la transportación en general, es
obligatorio para las partes intentar acuerdos a través de la me-
diación para arreglar cualquier conflicto y evitar la interrupción
de las comunicaciones.193
En Brasil, que también tiene instituida la función mediadora,
el sistema es diferente; en el caso de que las negociaciones direc-
tas fracasen, las partes de común acuerdo pueden solicitar al Mi-
nisterio de Trabajo la designación de un mediador. Cuando no se
llegue a un acuerdo entre las partes en un plazo de treinta días, el
mediador concluirá el procedimiento de la negociación y levan-

192 Cfr. la Introducción de este trabajo.


193 [htpp//www.nmb.gov/mrna.htm].
128 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

tará un acta,194 con lo cual se podrá proceder ante las juntas de


conciliación y arbitraje.

2. Clasificación funcional

Los sistemas de mediación, como ya se dijo, varían tanto como


cada país lo establezca. Las modalidades aparecen de acuerdo a
la libertad que las legislaciones reconozcan en la autoimposición
de las partes de reglas particulares.
Así, se encuentra que en Canadá y en Alemania es obligatorio
que los contratos colectivos estipulen cláusulas para prever la so-
lución privada de sus conflictos y cada rama industrial o cada em-
presa fija condiciones particulares adaptadas a sus necesidades
particulares lo cual debe facilitar aún más el procedimiento.
En el ámbito federal de Canadá en donde se desarrolla la me-
diación obligatoria para los conflictos colectivos de orden econó-
mico, se reporta un éxito de nueve de cada diez asuntos someti-
dos tanto a conciliación como a mediación, dato que merece la
reflexión.195 Una huelga, por lo tanto, y como ocurre en los trans-
portes en EUA, no puede estallar sin antes haber intentado un
procedimiento conciliatorio. En ambos países funciona un servi-
cio federal de conciliación y mediación en condiciones similares.
Por las características de la mediación, como funciona en los
países citados, puede mencionarse otra clasificación:

a) Mediación preventiva;
b) Mediación para conflictos declarados;
c) Mediación para asuntos de interés público.

194 Orden núm. 817, de 30 de agosto de 1995 (D. O. 1995-08-31, núm. 168,
p. 13441), por la cual se establecen los criterios para la participación del me-
diador en los conflictos de negociación colectiva de naturaleza laboral. OIT,
Natlex.
195 En cada provincia rige una legislación distinta, y la mediación opera en
algunas, tal es el caso de British Colombia.
MEDIACIÓN 129

A. Se habla de mediación preventiva cuando se designa un me-


diador cuyas funciones estriban en asistir a las partes de un contra-
to colectivo vigente para mejorar sus relaciones. Ello suele ocurrir
cuando se dan interpretaciones distintas del clausulado de su con-
trato colectivo. Concretamente lo que se busca es prevenir conflic-
tos o controversias y eludir la contradicción de intereses. Se trata
de un oficio de alta relevancia lo cual justifica la operación de pro-
gramas específicos, consistente en talleres ofertados a los sindi-
catos y a los empleadores.196
La institución preventiva parece atractiva considerada por los
gobiernos de mucha utilidad en el manejo y la administración de
las relaciones laborales a nivel federal.197
El sistema de prever conflictos opera durante la vigencia de un
contrato colectivo, antes de que surja algún conflicto que deba
llevarse ante las autoridades jurisdiccionales o al arbitraje. Ésta
es la diferencia de otras mediaciones destinadas a resolver dispu-
tas surgidas o bien cuando el conflicto se refiere en concreto a
problemas para celebrar las negociaciones colectivas o resolver
los problemas meramente sindicales.
El programa preventivo consiste en cuatro acciones principa-
les que se desarrollan en talleres:

a) sobre aptitudes para negociar;


b) sobre la eficacia de los comités;
c) sobre los objetivos de las relaciones y,
d) Las facilidades para resolver problemas conjuntamente.198

196 La mediación puede estar reglamentada en cada provincia de manera


distinta. V. Arthurs, H. W., Labour Law and Industrial Relations in Canada,
Kluwer Butter-Worth, 1993, pp. 59, 65 y 148.
197 La información vertida es una traducción de la información ofrecida vía
Internet, en la página del Departamento de Desarrollo de Relaciones Humanas
de Canadá, cuya dirección se cita en cada caso. La dirección de la página prin-
cipal web es: [labour-travail.hrdc-drhc.gc.ca].
198 [http://labour-travail.hrdc-drhc.gc.ca/doc/fmcs-sfmc/eng/prevmed.cfm].
130 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

La mediación preventiva está prácticamente aconsejada por la


OIT en la Recomendación núm. 158 sobre Administración de
Trabajo, de 1958 y se practica entre otros países, en Bélgica,
Austria, Nueva Zelanda, Reino Unido y Suecia.199
B. La mediación para ofensas o injurias (grievance media-
tion), es propiamente la intervención directa del mediador para
procurar una solución de un conflicto ya externado o manifesta-
do, a través de una vía alternativa, informal y de bajo costo. Esta
forma se considera una oportunidad para que los sindicatos y los
empleadores resuelvan sus conflictos antes de concurrir a una si-
tuación en la que deba haber ganadores y perdedores.200
Las actividades de la mediación, en todo caso, se desarrollan
por funcionarios especializados, dependientes del propio Servi-
cio Federal de Mediación y Conciliación, Los planes de los talle-
res igualmente pueden adaptarse a las necesidades específicas de
un centro de trabajo.201
C. Se identifica como la super mediación o mediación de inte-
rés público, al procedimiento por el cual la Junta Nacional de
Mediación, al advertir las dificultades para llegar a un arreglo,
ofrece a las partes un arbitraje de prueba; si este fracasa, todavía
se hace un último intento mediatorio el cual se lleva a cabo en lo
que curiosamente se conoce como periodo de enfriamiento —de
treinta días—. Los encuentros entre las partes con el fin de suje-
tarse a este ensayo arbitral se conocen como supermediación.202
Algunos de los servicios que ofrece el Servicio Federal de Me-
diación y Conciliación en Estados Unidos son los siguientes:

a) Sistemas de consulta en resolución de controversias;


b) Entrenamiento en negociación;
c) Proceso de contratación colectiva;
d) Aptitudes para la mediación en los conflictos;
199 Conciliación y arbitraje, ... cit., nota 115, pp. 149 y ss.
200 [http://labour-travail.hrdc-drhc.gc.ca/doc/fmcs-sfmc/eng/medcom.cfm].
201 [http://labour-travail.hrdc-drhc.gc.ca/doc/fmcs-sfmc/eng/prevmed.cfm].
202 [http://www.nmb.gov/mfaq.htm].
MEDIACIÓN 131

e) Entrenamiento del mediador para mejorar las relaciones


de administración de relaciones laborales;
f) Administración de servicios de mediación;
g) Servicios arbitrales, introducción y uso de sistemas alter-
nativos de resolución de conflictos.203

IV. VENTAJAS

El proceso de solución mediante un tercero imparcial con fór-


mulas de negociación directa, privada, entre las partes titulares
de las relaciones de trabajo y de los conflictos, ofrece importan-
tes ventajas para el desarrollo de las relaciones laborales. Se pre-
viene y se evita la animadversión entre las partes en beneficio de
la paz laboral; pero también se consiguen arreglos en plazos cor-
tos y en consecuencia impide pérdidas de tiempo o alteraciones
en la productividad. En síntesis, la mediación exitosa representa
un ahorro en los gastos para ambas partes y un ahorro en cuanto a
los gastos judiciales si se considera que el conflicto hubiera podi-
do llegar a los tribunales correspondientes.
La mediación es un instrumento apreciable por el impulso en
el desarrollo de las buenas relaciones de trabajo, útil para inhibir
juicios laborales. Si la mediación es auténticamente neutral, sin
duda favorece el clima de las relaciones de trabajo. Pero es con-
veniente considerar la importancia que tiene la cultura de legali-
dad en la sociedad laboral, tanto por lo que concierne a emplea-
dores y a sindicatos de trabajadores, para comprender el buen
desempeño de la mediación y su aceptación.
Por otra parte, uno de los factores más importantes, o tal vez el
de más trascendencia para el éxito de las gestiones de la media-
ción, es la selección del mediador y su capacidad de negociar.

203 Idem.
132 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

V. FUNCIÓN SOCIAL

El servicio de mediación casi siempre se desarro lla como una


función pública, por ello puede estatuirse con gratuidad para las
partes, y dejar a cargo del Estado los gastos de administración
del o de los organismos encargados de dicho oficio. Sin embar-
go debe considerarse que igualmente existen servicios privados
de mediación que generan gastos para las partes para realizar
los pagos de los abogados que por lo general asesoran a las par-
tes, además de los honorarios del mediador. En este caso puede
haber arreglos concernientes a los montos a cubrir. Tanto pue-
den asumirse por ambas partes pero no sería aconsejable que se
constituyera en una carga para los trabajadores.
Los argumentos sobre sus ventajas sociales son los mismos
que se han expresado en el apartado de la conciliación. Ergo, po-
demos afirmar que la mediación se ha convertido en un puente
entre los ciudadanos y la autoridad laboral y que en todo caso se
pretende la paz laboral. Como figura intermedia entre la concilia-
ción y el arbitraje llega en ocasiones a tomar algunas de las for-
mas procedimentales de alguna de las dos.

VI. ÓRGANOS DE MEDIACIÓN

Algunas legislaciones, entre ellas la canadiense y la estadouni-


dense, prevén en sus legislaciones la formación de cuerpos de
mediadores integrados en servicios federales.
En Canadá, el Servicio Federal de Mediación y Conciliación,
fue establecido desde 1947 y en Estados Unidos tiene su antece-
dente en la Ley de Conciliación de 1900. Ambas legislaciones le
asignan a la institución la responsabilidad de promover la paz la-
boral en sus países. Los conciliadores y mediadores deben tener
su programa de servicios y de trabajo como funcionarios del go-
bierno federal.
Los datos acerca de la eficacia de la mediación en el sistema
norteamericano revelan un índice alto. Se reporta que en toda su
MEDIACIÓN 133

historia, el noventa y siete por ciento de los casos sometidos al


Servicio Federal de Mediación han tenido éxito, por lo que no se
reportan interrupciones en la prestación de los servicios públicos.
En algunos estados de la Unión Americana funciona un siste-
ma de defensoría al que llaman Ombudsman del trabajo. Tene-
mos ejemplo de ello en Pittsburg, Nuevo México y Kentucky; y
probablemente existe en otros estados. En los que se citan, la fun-
ción del ombudsman se apoya en la oficina de compensaciones
salariales de los trabajadores (Worker’s Compensation Offi-
ce).204 Los resultados que se reportan también alcanzan un grado
importante de éxito. En el caso particular de Pittsburg, se declara
que es entre el ochenta y el noventa por ciento de los casos aten-
didos por sistema de mediación voluntaria que son resueltos por
el ombudsman, concluyendo los asuntos en un periodo entre seis
y ocho horas, en lugar de esperar entre dos y cuatro años en que se
considera el promedio de duración para resolver los asuntos labo-
rales por las vías tradicionales. El organismo, además, ofrece ase-
soramiento a las partes sobre sus derechos y obligaciones.205
Las finalidades de la mediación son: a) desarro llar las rela-
ciones laborales estables, b) prevenir o minimizar los conflictos
c) distinguirla, junto con el arbitraje voluntario, como proceso
idóneo para la negociación colectiva.

VII. MEDIADORES

Para la eficacia de la mediación se han de considerar, además de


las cualidades morales de las personas, algunas condiciones de ca-
rácter jurídico como es la ausencia de facultades para juzgar y con
ello, el impedimento para dictar veredictos. La indispensable y
rígida exigencia de mantener la misma condición frente a cada
una de las partes es otro factor, no obstante que el mediador llega-
ra a tener su propia convicción acerca de los derechos o razones

204 [htpp//www.cbs.state.or.us/wco/indexsp.html].
205 [http//www.emplawmed.com/process.htm].
134 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

fundadas en relación con las peticiones de una de ellas, sobre to-


do cuando se han examinado algunas pruebas o cuando, de algu-
na forma, consta el error o la mala fe de uno de los interesados. La
atención del mediador, por lo tanto, debe fundamentarse siempre
en criterios objetivos.
Las cualidades de las personas encargadas de mediar son esen-
ciales para el éxito y como en todo procedimiento para resolver o
dirimir conflictos, judicial o extrajudicial, deben ser neutrales e
imparciales, con un alto sentido acerca de los asuntos sociales. El
mediador requiere poseer los mismos atributos sugeridos para los
conciliadores y conviene que sean abogados, lo cual les permite
fungir con más propiedad apoyados en el criterio jurídico, enten-
dido ello como la facultad de disponer de recursos para la com-
prensión valorativa de las soluciones de equidad, por encima de
las soluciones estrictamente jurídicas;206 requerimiento de gran
relevancia.

VIII. TÉCNICAS DE MEDIACIÓN

Podemos referirnos a las técnicas con dos enfoques, uno sobre


la forma y el otro procedimental o de forma. En cuanto al prime-
ro, citamos al autor argentino Juan Carlos G. Dupuis, cuyo plan-
teamiento, aun cuando esté basado en la legislación de su país y
tratarse de un servicio de mediación general y no para el área so-
cial, es un punto de apoyo para desarrollar el tema en ocasión de
esta investigación.207
El autor presenta tres posiciones acerca del alcance del media-
dor de acuerdo a las corrientes pronunciadas. Por una parte algu-
nos especialistas consideran que el mediador debe concentrarse
en el proceso de las negociaciones, sin atender el contenido.208

206 Berizonce, Roberto Omar, [http//www.argiropolis.com.ar/docu...igacion/pu-


blicaciones/anales9.htm], noviembre de 2000.
207 Dupuis, op. cit., nota 183, pp. 70 y 71.
208 Idem.
MEDIACIÓN 135

Dicho de otra manera, esta escuela recomienda atender la forma y


no el fondo. La otra corriente considera de más sustento negociar
en atención al fondo del problema con la búsqueda de una solu-
ción “justa y equitativa”, tendencia que comprende el equilibrio
de fuerzas y la ayuda en la definición de los términos. Una tercera
postura es ecléctica y sostiene que debe atenderse el fondo pero
también la forma.209
Para algunos sistemas laborales, como el mexicano, el solo ar-
gumento de buscar soluciones “justas y equitativas”, basta para
considerar que la tendencia de mejor opción para solucionar los
conflictos laborales sería la segunda corriente, no sólo por aten-
der el fondo de la divergencia sino más por la aplicación de los fi-
nes del derecho social, la justicia y la equidad, en las soluciones
que tienen un contenido social de trascendencia.
El mediador, como se declara a través del Ombudsman de
Pittsburg, por ejemplo, no puede representar a ninguna de las dos
partes, ni instruirlas legalmente, es decir, no puede ser su defen-
sor ni representante legal y no puede confundirse con su asesor.
El ejercicio necesario durante la mediación se concentra en iden-
tificar el problema que las partes plantean, aclarar los malos en-
tendidos en el desarrollo de sus relaciones, interpretar los contra-
tos, buscar soluciones viables y lograr un acuerdo, encauzado por
un tercero que mire los puntos del conflicto objetivamente.210
Es importante destacar que ante el fracaso de la mediación, lo
expuesto durante las sesiones no debe presentarse como prueba
en el juicio que se siga, excepción hecha de aquellos documentos
o testimonios, condiciones o circunstancias que las partes cono-
cieran previamente. De lo contrario las partes podrán inhibirse y
preferir la no concurrencia a servicios de mediación. Por otro la-
do podrían buscar argumentos falsos o erróneos lo que entorpe-
cerían las gestiones del mediador. Además, se distingue del arbi-
traje precisamente por que no siempre se exige la presentación de

209 Idem.
210 [http//www.emplawmed.com/process.htm].
136 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

pruebas, aunque no puede dejar de mencionarse tal posibilidad.


En el caso francés, por citar a uno de los países que comparamos,
los mediadores tienen amplias facultades para conocer la situa-
ción económica y financiera de la empresa y de los trabajadores o
sindicatos, pueden solicitar informes oficiales. También pueden
recurrir a expertos o asesores.211
En virtud del carácter preprocesal y extrajudicial de la media-
ción y, en consecuencia, su importancia para descongestionar los
tribunales de trabajo u otros órganos de la justicia laboral, es de
suponerse una tramitación sin protocolos procedimentales. Es
útil que las partes del conflicto afronten por sí mismas sus dife-
rencias, siendo aconsejable su participación personal en las au-
diencias correspondientes. En algunos sistemas no se admite la
gestión de abogados pero se autoriza su asesoría.
Otro elemento relevante consiste en la técnica empleada por el
mediador. En ocasiones resulta más oportuno atender a las partes
por separado y después de haber analizado quien ostenta más
fuerza y quien es la más débil, se reflexiona sobre las respectivas
posiciones, para buscar y allegarse de elementos que sostengan
las propuestas o sugerencias que vayan a formular, las cuales se
harán del conocimiento de los interesados por separado o conjun-
tamente.212
La condición general para la mediación es el encuentro de las
partes que igualmente puede determinarse por ley, o estipularse
en los contratos colectivos. El lugar de las reuniones puede ser el
propio centro de trabajo, una oficina federal o el lugar que indi-
quen el mediador, las partes o todos de común acuerdo. Cierta-
mente es preferible el traslado del mediador al lugar pactado
cuando el centro de trabajo no se ubica en las cercanías de las ofi-
cinas de los mediadores, sobre todo cuando se trata de la media-
ción obligatoria y los mediadores sean funcionarios de los orga-
nismos encargados de esta actividad.

211 Verdier, Jean-Maurice, Droit du travail, París, Dalloz, pp. 600 y 601.
212 Idem.
MEDIACIÓN 137

Cómo se ha visto, existe la posibilidad de que las partes expli-


quen por escrito el motivo por el cual rechazan el arreglo pro-
puesto a través de la mediación, en otras existe la necesidad de
que el mediador reporte al Ministerio de Trabajo el fracaso de la
gestión.
Es difícil determinar una técnica común, lo cual dependerá del
país, de la rama industrial, de la clase de conflicto, de los emplea-
dores y organizaciones sindicales, de la existencia de otros recur-
sos judiciales o extrajudiciales de solución, de la fuerza de las
partes, de la condición de obligatoriedad o voluntariedad para su
desarrollo.
La mediación es un sistema más desarrollado en países indus-
trializados, como en Canadá y Estados Unidos. No lo encontra-
mos con la misma fuerza en países latinoamericanos o países
emergentes en materia laboral, aunque sí se desarrolla en el ámbi-
to comercial. En Argentina, por ejemplo, la mediación ha sido
objeto de una reglamentación especial para su impulso, funciona
actualmente en casi todas las ramas de derecho, no así en la penal,
lo cual es entendible, y tampoco en materia laboral con ciertas
excepciones.213 Costa Rica tiene un ejemplo similar.
En Chile, a partir de 1992, se dictó la ley para reglamentar la
creación de cuerpos de mediadores que funcionan por región, 214
sin obligar a las partes a someterse a ella.
Existe una corriente impulsora que mucho dependerá, tal vez,
de las costumbres de las empresas transnacionales en el manejo de
las relaciones laborales. Hasta ahora se han ido imponiendo las
213 La Ley 24.573 excluye la mediación laboral, aunque la conciliación
obligatoria puede tener similitud con la mediación con ciertas particularidades.
La Ley 24.635, en el artículo 20 establece que en forma supletoria y en la me-
dida que resulte compatible al procedimiento conciliatorio, le serán aplicadas
las normas de la Ley General de Mediación y Conciliación, el Código de Pro-
cedimientos Civil y Comercial de la Nación y la Ley 18.345. Bajo la hipótesis
de la supletoriedad, la conciliación y la mediación son distintas pero se hallan
vinculadas. Cfr. Dupuis, op. cit., nota 183, p. 101.
214 Humeres Magnan Héctor y Humeres Noguer Héctor, Derecho del traba-
jo y de la seguridad social, 15a. ed., Jurídica de Chile, 1997, p. 447.
138 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

prácticas desregulatorias en las relaciones industriales —antes


relaciones laborales—, esto hace suponer el impulso del sistema
de mediación. En realidad es conveniente para la sociedad labo-
ral, y para la sociedad en general, que los conflictos de trabajo se
resuelvan además de rápido, satisfactoriamente, dejando que el
desarrollo de las mismas continúe en un ambiente cordial y de co-
laboración. Esto influirá en el ánimo psicológico para que las
partes abandonen sus posturas rígidas de confrontación para me-
jor comprender las necesidades mutuas y responderse entre ellas
con reciprocidad. Esta reciprocidad no debe comprenderse en el
sentido que tiene para la transacción, aunque de cierta manera se
parecen entre sí.
En México no conocemos la mediación propiamente dicha.
No se reglamenta en la legislación laboral. Sin embargo, la fun-
ción del cuerpo de conciliadores de la Secretaría del Trabajo y
Previsión Social, al atender las pláticas entre sindicatos y em-
pleadores con motivo de conflictos colectivos de naturaleza eco-
nómica, actúan como mediadores. Por ello entendemos que la
función se confunda con la conciliación misma, como lo decía
Alcalá-Zamora o según sea el grado de intervención de los fun-
cionarios, como estima la OIT.
CAPÍTULO VIII
ARBITRAJE

I. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
II. Naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
1. Teorías contractualistas . . . . . . . . . . . . . . 144
2. Teorías jurisdiccionalistas . . . . . . . . . . . . 146
3. Equivalente jurisdiccional . . . . . . . . . . . . 147
III. Arbitraje y transacción . . . . . . . . . . . . . . . . 148
IV. Arbitraje y mediación . . . . . . . . . . . . . . . . 149
V. Arbitraje y otras instituciones . . . . . . . . . . . . 150
VI. Arbitraje obligatorio y voluntario . . . . . . . . . . 152
1. Arbitraje obligatorio . . . . . . . . . . . . . . . 153
2. Arbitraje voluntario . . . . . . . . . . . . . . . . 156
VII. Arbitraje de derecho . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
VIII. Arbitraje de equidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
IX. Árbitros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160
X. Decisiones arbitrales . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
1. Concepto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
2. Decisión de equidad . . . . . . . . . . . . . . . 163
3. Decisión en derecho social . . . . . . . . . . . . 163
4. Naturaleza del laudo . . . . . . . . . . . . . . . 164
CAPÍTULO VIII
ARBITRAJE

I. CONCEPTO

El diccionario jurídico del Instituto de Investigaciones Jurídicas


explica el arbitraje como una heterocomposición, es decir, una
solución al litigio dada por un tercero imparcial, según defini-
ción tomada de Carnelutti.215 Efectivamente, el arbitraje signifi-
ca una forma para resolver un conflicto a través de un tercero,
neutral e imparcial, sin la investidura judicial que es caracterís-
tica para definir toda clase de controversias de intereses.
Como una derivación de árbitro, latin arbiter (juez perito) el
sistema arbitral fue practicado por los patriarcas, los indios y los
griegos y reglamentado por los romanos en las pandectas y en
los códigos. El incremento que alcanzó fue suspendido por la
corriente que deseaba concentrar el poder público, por ello, di-
ferentes legislaciones europeas negaron el ejercicio arbitral por
mucho tiempo. Francia reconoció en 1790 la validez del com-
promiso, y lo reglamentó obligatoriamente. Sin embargo, los
inconvenientes surgidos, principalmente a causa de la parciali-
dad e ignorancia de los árbitros públicos, originó su supresión.
En otras legislaciones perdió su fuerza y se reglamentó como
voluntario.216
En la actualidad ha tomado gran auge, no sólo en los litigios
laborales, sino en el comercio internacional, sin contar con el ar-

215 Flores García, Fernando, op. cit., nota 65, p. 198, voz: arbitraje.
216 Mattirolo, Tratado de derecho judicial civil, trad. de Ovejero N., Ma-
drid, Reus, 1930, pp. 592-594.

139
140 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

bitraje de Estado, tan practicado como fue en los países comunis-


tas, con fines económicos y caracteres muy especiales.217
El arbitraje, definido en su condición genérica en los términos
del diccionario jurídico citado, mantiene una cercanía conceptual
con la noción común y la definición del diccionario general. Así
las partes, aun sin haber conflicto (como puede ser en un partido
de fútbol) emplean el sistema arbitral para calificar, definir una
situación y/o para tomar una decisión.
También mediante el arbitraje, las partes en conflicto acuer-
dan someter sus divergencias al conocimiento de uno o varios
terceros —como si se tratara de jueces privados— en lugar de
acudir a los juzgadores (públicos) ordinarios. La decisión que ta-
les árbitros pronuncien habrá de ser ejecutada siempre que triun-
fe una pretensión de condena y, por tanto, su cumplimiento no es
voluntario.218 Por el hecho de sustituir al juez ordinario, el árbi-
tro podría desempeñar una función jurisdiccional, de ahí que se
le confiera una serie de facultades para el desempeño de su co-
metido. El arbitraje no es una transacción, y los árbitros no asu-
men la tarea de conciliar o transigir, sino la de arbitrar. En este
sentido, el ideal sería que el o los árbitros fuesen elegidos de co-
mún acuerdo por las partes, ya que ello entrañaría una presun-
ción de imparcialidad; pero en la práctica, esa coincidencia rara
vez se logra, y la normal intervención de un número igual de ár-
bitros parciales (jueces-defensores) complica el procedimiento
arbitral.219 Como regla, la cifra de árbitros es impar: uno, tres,

217 Cfr. “La nouvelle organisation del I’arbitrage d’Etat’’, Bulletin de Droit
Tchecóslovaque, diciembre de 1953, pp. 256-268.
218 Cfr. el comentario “Arbitraje caballeresco”, Revista de Derecho, Juris-
prudencia y Administración, Montevideo, enero-marzo de 1952, pp. 65 y 66.
219 Ante la frecuente perspectiva de que se produzcan empates y no se pon-
gan siquiera de acuerdo en cuanto al nombramiento de tercero en discordia; en
otro sentido, la intervención de jueces defensores (nos referimos ahora al arbi-
traje civil en concreto) puede originar largos debates entre ellos, y conducir, en
definitiva, a decisiones más transaccionales o equidistantes que obviamente
sean justas.
ARBITRAJE 141

cinco, etcétera, sin que un número mayor de tres sea aconsejable,


puesto que redunda en detrimento del arbitraje.220
El arbitraje es un instrumento con buena acogida principalmen-
te en derecho privado. La experiencia muestra que prevalece su
importancia en el derecho social, en cuyo acervo relacional cada
vez adquiere mayor importancia. En virtud de su diversificación,
el arbitraje, como institución de arreglo encuentra una variedad de
conceptos según el carácter de los conflictos o asuntos que deba
atender y resolver.
El maestro De Buen define al arbitraje privado no válido para
los conflictos laborales, “como una resolución dictada por un ter-
cero que resulta obligatoria en virtud del previo compromiso,
asumido con las formalidades debidas, por las partes interesa-
das”.221 No es común encontrar definiciones de arbitraje laboral y
si bien el derecho civil no es fuente del derecho del trabajo en al-
gunos sistemas jurídicos como en México, sería ocioso descono-
cer la raíz de la regulación original de las relaciones laborales e
incluso olvidar que existen legislaciones que combinan normas
civiles con laborales, como sería el caso de Francia y de Italia, o
bien que el derecho procesal civil es supletorio del derecho pro-
cesal laboral en ciertas legislaciones (excluido México) pero sí
en Chile, por citar un ejemplo.222

220 Cfr. Alcala-Zamora.“Estudios y bibliografía sobre el arbitraje de dere-


cho privado”, Revista de la Facultad de Derecho de México, núm. 15, ju-
lio-septiembre de 1954, pp. 97-142.
221 Buen, Néstor de, Derecho procesal...cit., nota 101, p. 98.
222 El artículo 267 del Código de Procedimientos Civiles es supletorio para
el proceso laboral. Cfr. cap. XII, 2, núm. 2. Cfr. también, José Roberto, “El ar-
bitraje en materia laboral”, Debate Laboral, núm. 2, 1998, p. 91. El autor vierte
algunas definiciones y luego elabora una de acuerdo al derecho positivo salva-
doreño: Procedimiento de carácter administrativo en el que particulares en ejer-
cicio de funciones públicas deciden sobre un conflicto laboral económico o de
intereses, ya sea por voluntad de las partes o en virtud de disposición legal, dic-
tando una resolución denominada laudo arbitral que tendrá la fuerza de con-
vención o contrato colectivos y pondrá fin al conflicto colectivo. p. 92.
142 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

En virtud de que el arbitraje en el área laboral suele ser de ma-


yor aplicación en los conflictos colectivos de orden económico o
de intereses, consideramos que la definición elaborada por Ma-
nuel Alonso García resulta adaptable para el arbitraje laboral en
general: “El arbitraje es la institución destinada a resolver un
conflicto individual o colectivo planteado entre sujetos de una re-
lación de derecho, y consistente en la designación de un tercero
—árbitro— cuya decisión se impone en virtud del compromiso
adquirido en tal sentido por las partes interesadas”.223
De acuerdo con los autores de esta definición, el arbitraje pue-
de fundarse en derecho o en equidad, según se trate de conflictos
jurídicos o de intereses. La peculiaridad estriba en la interven-
ción de un tercero llamado, cuya decisión se impone y cuya fuer-
za radica en el compromiso de las partes para someter sus dife-
rencias al árbitro.
Proponemos ajustar esta definición en los siguientes térmi-
nos: la institución destinada a resolver cualquier conflicto de
naturaleza laboral o de seguridad social, que surja entre sujetos
de relaciones laborales o con motivo de una relación de trabajo
—incluye aquellos conflictos clasificados que se mencionan en
el capítulo cinco de este trabajo— por un tercero árbitro, desig-
nado por las partes o por el poder público, quien lo resolverá de
acuerdo a los principios del derecho laboral y de la seguridad
social.
Los conflictos laborales se agrupan en razón de la materia, de
manera principal en jurídicos y económicos según se ha visto, pe-
ro existen otras categorías no incluidas, a pesar de que al suscitar-
se la oposición de intereses, caen en la misma esfera arbitral, co-
mo son los casos de problemas intersindicales, entre trabajadores
o entre éstos y sus agrupaciones sindicales. Los conflictos provo-
cados en temas de seguridad social también son atendidos, en
gran parte de los sistemas legales, por las mismas instituciones

223 Alonso García Manuel et al., La solución de los conflictos colectivos de


trabajo, Madrid, Instituto de Estudios Económicos, 1979 p. 50.
ARBITRAJE 143

sin considerarlos conflictos especiales. Por ello nos referimos a


“cualquier conflicto de naturaleza laboral o de seguridad social”.
Los conflictos laborales pueden surgir entre sujetos titulares
de una o varias relaciones de trabajo, ignorarlo llevaría a restrin-
gir el ámbito de diferencias entre empleadores y trabajadores,
que si bien representan el mayor cúmulo, no son los únicos. Así
se dice: “entre sujetos de relaciones laborales...”.
Por otra parte, se deben atender conflictos en que intervienen
personas que no son titulares de relación laboral alguna, involu-
cradas con motivo de reclamaciones de sus derechos sucesorios,
o bien por la acción que ejercen para defender los relativos a su
privilegio de preferencia para ocupar un puesto de trabajo.
El compromiso de las partes para asumir el arbitraje en ocasio-
nes es más una imposición legal expresa o la única opción, que
pueda interpretarse como una imposición tácita, por ello se men-
ciona la posibilidad de que la designación de árbitro sea por la au-
toridad o por las partes.
Al constreñir al árbitro a decidir sobre principios de derecho
del trabajo y de la seguridad social, queda abierto al arbitraje de
derecho y al arbitraje de equidad; al arbitraje voluntario y al obli-
gatorio.

II. NATURALEZA

El arbitraje original ha ido ampliando su ámbito de competen-


cia en virtud de lo cual su esencia se modifica. Así como el con-
trato civil es raíz de un clásico acuerdo de voluntades y varía con-
ceptualmente en su recepción en derecho social, así el arbitraje
tiene un origen que se transforma de acuerdo a la naturaleza de
los conflictos que se le presenten. Su evolución se marca confor-
me a las necesidades jurídicas que requieren soluciones para
arreglar relaciones controvertidas —relaciones que en este caso
son laborales y de seguridad social— ante la demanda de preser-
var o establecer la paz social. Las relaciones sociales se sujetan a
144 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

un sinfín de variables que impulsan cambios en las distintas esfe-


ras relacionales con trascendencia a las instituciones jurídicas co-
mo en el caso que tratamos, por ello las propias relaciones de tra-
bajo se han transformado de acuerdo a los cambios naturales
presentes en la vida de la sociedad.
El arbitraje suele entenderse como un sistema de arreglo de
conflictos. Se comprende su ejercicio a través de un tercero neu-
tral, figura que posteriormente será controvertida de acuerdo a su
nombramiento y a las atribuciones conferidas (árbitros-jueces,
árbitros-defensores). Ahora bien, es principio general conside-
rarlo neutral, pero su condición puede inclinarse hacia otras acti-
tudes como se verá más adelante.
Parece que esta apreciación coincide con la opinión de Monto-
ya Melgar, quien reconoce que el arbitraje se encuentra muy pró-
ximo a la solución jurisdiccional del conflicto “especialmente
para dirimir y resolver conflictos sobre interpretación y aplica-
ción del derecho existente”.224 De ahí que el arbitraje no pueda
ser etiquetado en teoría bajo una sola naturaleza jurídica. En la
doctrina clásica se reconocen tres corrientes, a) la contractualis-
ta, b) la que lo considera equivalente jurisdiccional, y c) la juris-
diccionalista, aunque hay autores que conservan el análisis teóri-
co sólo en dos versiones, la privatista —la cual corresponde a la
primera corriente citada— y la publicista o jurisdiccionalista co-
rrelacionada con la tercera.225

1. Teorías contractualistas

Estiman que los árbitros carecen de potestad jurisdiccional y


derivan la fuerza del laudo del compromiso entre las partes.
Arrancan de una doble consideración: una histórica, relacio-
nada con el ordo iudiciorum privatorum romano y con las con-
cepciones privativas acerca de la naturaleza del proceso, alzadas

224 Montoya Melgar, op. cit., nota 114, pp. 665 y 666.
225 Flores García, op. cit., nota 65, p. 199.
ARBITRAJE 145

en torno a la litis-contestatio, y otra actual a cuyo tenor el Estado


es el único titular de la jurisdicción, aunque ésta pueda surgir por
obra de las partes. Lo que los litigantes pueden, mediante los con-
tratos procesales, es fijar ciertos extremos en cuanto al desarrollo
del proceso. Entre dichos contratos se encontraría el de compro-
miso, o sea “el acuerdo de las partes de conferir la resolución de
sus controversias a uno o más privados (árbitros)”. Representa,
pues, el compromiso, la voluntad de las partes de someter sus di-
vergencias a uno o más particulares (árbitros),226 que no serían
verdaderos jueces, por carecer de jurisdicción. La autoridad que
detentan proviene del acuerdo de las partes; su decisión (senten-
cia arbitral o laudo) es irrevocable y, en principio, no ejecutable,
adquiere esta cualidad en virtud de un acto de los genuinos órga-
nos jurisdiccionales, que imprime tal carácter al laudo.
Merlín, autor francés del siglo pasado, forma parte del grupo
defensor de esta teoría y equipara el arbitraje y el mandato al con-
siderar que el primero es un contrato.227
Mattirolo, en Italia, lo incluye en el capítulo destinado a “títu-
los que derogan la jurisdicción”228 y en el mismo país, Chiovenda
se aferra en estimar que lo sustancial del arbitraje consiste en la
exclusión de poderes jurisdiccionales.229
A su vez, el argentino Podetti, si bien acepta que los árbitros
ejercen jurisdicción, aclara que éste “no implica soberanía del
Estado de la que no pueden participar los particulares y, en con-
secuencia, lleva al arbitraje al campo contractual”.230

226 Diccionario de derecho privado de Capitant y Diccionario de derecho


procesal civil de Pallares.
227 Traité theórique ef practique de procédure civile et commerciale, 3a.
ed., Recueil Sirey, 1925, t. VIII, p. 458 cit. por Ottolenghi; “Conceptos funda-
mentales para una construcción del instituto arOITral”, Revista de Derecho
Procesal, Argentina, 1943, p. 172.
228 p. 590.
229 Instituciones, vol. I, núm. 26.
230 Podetti, Ramiro, Tratado del proceso laboral, Buenos Aires, Ediar,
1950; y Código de Procedimientos en Materia Civil y Comercial de la Provin-
cia de Mendoza, Buenos Aires, La Facultad, 1937, t. III, pp. 629, cit. por Otto-
146 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

2. Teorías jurisdiccionalistas

Esta corriente considera que el oficio jurisdiccional de los ár-


bitros depende del Estado y no de la voluntad de las partes como
un poder conferido por el Estado en representación a su sobera-
nía; el origen del arbitraje está en el consentimiento de las partes,
pero éste no es su esencia.
Los autores que defienden esta doctrina son numerosos, y en-
tre ellos están los argentinos Tomás Jofre y David Lascano. El
primero de ellos arguyó que en determinadas controversias po-
drían conocer jueces elegidos voluntaria o forzosamente por las
partes, los cuales podrán ser jueces o amigables componedores.
Considera al arbitraje como un juicio, y otorga al laudo de valor
de sentencia. El segundo de los autores mencionados considera
necesario delimitar la naturaleza del arbitraje, y para situarlo en
el campo jurisdiccionalista atiende a la posición de los árbitros
respecto de las partes y a las relaciones que entre unos y otras sur-
gen con tal motivo.231
Las teorías jurisdiccionalistas consideran que el arbitraje es
verdadera jurisdicción. El poder que los órganos meramente ju-
risdiccionales tienen, ha sido otorgado por el Estado, y cuando
éste permite el arbitraje, da ocasión a los particulares para dele-
gar autoridad en otros particulares, sin contravenir al ordena-
miento común. La ley prevé la hipótesis de que unos particulares
deseen dirimir sus controversias ante otros particulares, y con tal
fin regula la forma de llevarse a cabo, a la vez que otorga jurisdic-
ción a esos particulares en determinados casos.
Conforme a derecho mexicano, el arbitraje supone el ejercicio
de verdadera actividad jurisdiccional puesto que conforme a la
ley, en el concurren los siguientes rasgos:

lenghi, “Conceptos fundamentales para una construcción del instituto arbitral”,


Revista de Derecho Procesal, Argentina, 1943, p. 173.
231 Cfr. Kurczyn Villalobos, Patricia, Bosquejo del proceso laboral mexica-
no y referencia al de diversos países, Tesis de licenciatura, México, 1968, pp.
105-107.
ARBITRAJE 147

a) Los árbitros poseen jurisdicción;


b) El juicio arbitral es un verdadero juicio;
c) El laudo de los árbitros es una auténtica sentencia.

En algunos casos, mediante el arbitraje se instituye una juris-


dicción, mientras que en otros tan sólo se prorroga. En México te-
nemos el ejemplo de la primera en los conflictos laborales y de la
segunda en los litigios civiles susceptibles de ser resueltos por
jueces privados.

3. Equivalente jurisdiccional

Entre la corriente contractualista y la jurisdiccionalista encon-


tramos una tendencia intermedia o ecléctica, que reconoce en el ar-
bitraje ciertos caracteres procesales y en ello se separa de la tesis
contractualista sin encajarlo de lleno como figura jurisdiccionalis-
ta. Esta postura representa la principal para Carnelutti, que incluye
al arbitraje como uno de los equivalentes jurisdiccionales, porque
cuando los árbitros emiten una sentencia que ha de ser ejecutada
por otros con intervención del pretor para homologar y ejecutar, no
poseen poder jurisdiccional.
Carnelutti se contradice después para considerarlo como un
proceso jurisdiccional; sin embargo, habrá que considerar el tipo
de arbitraje a que se recurre y las disposiciones concretas de cada
legislación.
Por nuestra parte nos adherimos a la doctrina jurisdiccionalis-
ta por entender que, aunque con alcance limitado en el caso de
contiendas civiles, los árbitros ejercen jurisdicción. En cuanto a
su índole, no la reputamos especial aun cuando tenga este carác-
ter el arbitraje laboral sino más bien como sustitución de la justi-
cia privada o acaso más exactamente como una forma de tránsito
entre la autotutela y la justicia estatal. Consideramos además que
desde un punto de vista práctico resulta indispensable determinar
la naturaleza del arbitraje, porque de la respuesta de que la cues-
148 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

tión se dé, dependerán los efectos que al mismo se atribuyan. A


favor de la tesis jurisdiccionalista que compartimos, se encuentra
por último, la tradición jurídica, que incluye el arbitraje dentro
del derecho procesal, con raras e infundadas excepciones.

III. ARBITRAJE Y TRANSACCIÓN

Hemos visto que arbitraje y conciliación no se confunden, y


que la principal diferencia entre ambas estriba en la forma de
adoptarse la decisión, la cual se manifiesta en el primero median-
te laudo y la segunda como convenio.
Arbitraje y transacción coinciden en su significado como
acuerdo de las partes para la composición del litigio, pero, “la
transacción es un acto (negocio) bilateral (contrato) de derecho
material, y el compromiso es un acto complejo unilateral (acuer-
do) de derecho procesal”.El arbitraje representa “el tránsito de la
solución contractual a la judicial del litigio”. Mejor dicho, “el
tránsito está representado por la especie realmente híbrida de
proceso arbitral constituida por el arbitraje en forma de amigable
composición”.232
Mientras en la transacción se requieren sacrificios recíprocos,
a fin de conseguir también beneficios mutuos mayores o meno-
res, que cada parte calculará según criterios de conveniencia, en
el arbitraje ambos contendientes, a quienes no se exige renuncia
total ni parcial de derechos o pretensiones, se juegan el todo por
el todo a una carta, o sea laudo arbitral, cuyo tenor desconocen al
someterse a él.
Agreguemos que en tanto la transacción pertenece al campo
del derecho privado, desde el momento en que se encuentra regu-
lada como un contrato en el Código Civil mexicano (artículos
2944-2963) el arbitraje se vincula con el tema de la jurisdicción y
se halla adscrito a los dominios procesales.

232 Carnelutti, op. cit., pp. 197 y 198; 199-201, t. I.


ARBITRAJE 149

Por el objetivo de la transacción, visto al tratar el tema de la


conciliación, ésta no puede tener destino en derecho laboral al
exigir de las partes concesiones mutuas, lo cual implicaría renun-
cia de derechos laborales, cuando rehusar a los mismos no solu-
ciona conflictos. Por el contrario, se estaría ante una forma de
avalar la renuncia de derechos, contraria al espíritu del derecho
laboral.
Finalmente, si como hemos dicho, arbitraje y transacción con-
cuerdan en presuponer el acuerdo de las partes, en aquél para el
reemplazo de jueces públicos por jueces privados y en ésta para
que los propios interesados resuelvan sus divergencias, el uno su-
pone el ejercicio de verdadera jurisdicción y la otra tan sólo un
equivalente jurisdiccional de índole autocompositiva.

IV. ARBITRAJE Y MEDIACIÓN

La mediación y el arbitraje coinciden en su finalidad de solu-


cionar litigios (nosotros diríamos conflictos) pero hay importan-
tes diferencias entre los mismos. En la mediación no hay:

a) Audiencias propiamente dichas; puede haberlas según la


legislación del país, pero el no atenderlas no causa san-
ciones;
b) Por regla general no se presentan pruebas; pero en el caso
de las legislaciones que lo permitan, lo sugieran o lo re-
quieran, no son determinantes para la resolución, que se
basa estrictamente en el acuerdo de las partes.
c) No es un asunto contencioso;
d) Las decisiones no provienen de terceros ajenos al conflicto;
e) La decisión no es obligatoria;

Por su parte, en el arbitraje, se dan los siguientes elementos:

a) Se celebran audiencias y la instancia a las mismas pueden


tener consecuencias negativas para la parte incumplida;
150 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

b) Se reciben pruebas testimoniales, documentales, infor-


mes oficiales y puede haber inspección in situ.
c) No es un asunto contencioso, en el término estricto de la
figura jurídica pero si se abre una controversia entre las
partes.
d) La decisión proviene de un tercero.
e) La decisión es, por regla general, obligatoria, y en caso
de incumplimiento se producen consecuencias legales.

V. ARBITRAJE Y OTRAS INSTITUCIONES

Expusimos antes las diferencias entre la conciliación y el arbi-


traje y entre éste y la mediación y adelantamos algunas ideas
acerca de su concepto, siempre como medio para solucionar con-
flictos. Desde este punto de vista habremos de entenderlo como
una alternativa importante, practicada, como ya se dijo, desde la
antigüedad. Reglamentada como fue en derecho romano, es en-
tendible su tradición, pero su uso se ha extendido en el derecho
privado, en el cual se ha desarrollado para constituirse en una im-
portante institución que permite, a veces prevenir, y casi siempre
arreglar dificultades antes de romper en definitiva con la contra-
parte, circunstancia de paz social siempre deseable. No ocurre
cuando se enfrentan como abogados-gladiadores y no como abo-
gados-negociadores.233 Tal vez ésta es una de las principales ra-
zones ventajosas para su adopción respecto de controversias a ni-
vel internacional.
El fundamento arbitral radica en el derecho de las personas a
decidir sus relaciones privadas. Un contrato civil o mercantil se
celebra voluntariamente por el acuerdo de dos partes que se esti-
man iguales, y cuya capacidad les permite negociar. Cuando ese
acuerdo se quebranta es lógico permitir que las partes recurran a
un tercero para dirimir la controversia o antes de ésta, resolver la

233 Cfr. López Guillermo (de Argentina), en [http://www.csj.goCfr.ve/even-


tos/cuartasesión.html].
ARBITRAJE 151

diferencia. Ese tercero no necesariamente debe estar investido de


autoridad pública, basta que su autoridad la concedan o la reco-
nozcan las partes interesadas lo que supone su acuerdo mutuo,
aunque la evolución del arbitraje lo module. De ahí que conside-
remos que al surgir el derecho social, la aplicación del arbitraje
aplicable sea distinta al que se procura para asuntos de derecho
público (derecho internacional) y derecho privado (civil y mer-
cantil) y se constituya en uno con carácter sui generis.
Al tenor de las diferencias entre unos y otro, el arbitraje social,
entendido como el aplicado en el ámbito de las relaciones labora-
les debe ser analizado y regulado con distinta perspectiva y pro-
yectar la cordialidad en una de las estructuras básicas de la socie-
dad, que es el trabajo.
El arbitraje no es una conciliación, ni forma parte del mismo
trámite. Acaso existe mayor cercanía entre ésa y la mediación,
que como dijimos antes, pueden confundirse durante su ejercicio
dependiendo de la intensidad de intervención del concilia-
dor-mediador. Entre esas figuras de autocomposición y el arbi-
traje hay sendas diferencias, pero quedan vinculadas por muchas
razones. En efecto, su vinculación se refiere a los objetivos co-
munes, concentrados en resolver conflictos laborales sin la sumi-
sión a un juez. Por medio del arbitraje surgirá la resolución de un
tercero, imparcial y objetivo, capaz de imponer una solución con
mayor rapidez que los sistemas judiciales convencionales a la
vez de permitir el acercamiento entre las partes. Su diferencia-
ción básica radica en la situación en que se coloca el tercero,
siempre imparcial, pero con facultades para imponer una deci-
sión sin quebrantar el orden legal. Podemos aun agregar que las
decisiones concluidas a través de la conciliación y la mediación,
como formas de autocomposición, son soluciones individuales,
no así las obtenidas con fórmulas heterocomponedoras cuando la
decisión parte del tercero.234

234 Al respecto, consúltese a Alcalá-Zamora, Proceso, cit., nota 185, p. 31.


152 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

Se reconoce al arbitraje como una heterocomposición, en tanto


que en la conciliación y la mediación hay una autocomposición.
En el arbitraje se manifiesta más la desvinculación del árbitro res-
pecto de las partes, las cuales quedan sujetas a la autoridad arbitral
para arreglar los conflictos laborales en que intervengan, en tanto
que dicha sumisión no se da en la conciliación y mediación a la
cual pueden acudir voluntariamente las partes y aceptar o rechazar
los arreglos inducidos o sugeridos por el tercero, que igualmente
debe ser imparcial y objetivo. Circunstancias que acercan más el
arbitraje y al juicio de orden común, sin identificarlos. Por esta ra-
zón entendemos que el arbitraje es, como expresamos párrafos
atrás, un equivalente jurisdiccional. Sin embargo, el juicio arbitral
necesario tiene forma de proceso y constituye un procedimiento
idóneo indicado por la ley; no por naturaleza jurisdiccional, por-
que los árbitros carecen del imperium, que es uno de los atributos
de la jurisdicción.
La obligatoriedad de los laudos emitidos por el o los árbitros,
así como la posibilidad de ser ejecutados aun contra la voluntad
de una de las partes, hace comprender que se establece una rela-
ción de autoridad con atribuciones para interrogar, analizar y
dictar un fallo final.
Cada legislación tiene normas muy particulares que regulan el
modo arbitral; pero es de considerarse que existen rasgos simila-
res en algunos sistemas jurídicos o disposiciones, principalmente
cuando los sistemas pertenecen a la misma familia jurídica.
Resultaría difícil pretender un exhaustivo análisis de las regla-
mentaciones, pero sí es necesario mencionar los rasgos caracte-
rísticos a partir de los cuales se construyan teorías y se analicen
efectos.

VI. ARBITRAJE OBLIGATORIO Y VOLUNTARIO

Se habla de dos formas de arbitraje, según tenga carácter obli-


gatorio o voluntario. Si tenemos en cuenta que el arbitraje debe
nacer de un acuerdo de las partes, derivado de un compromiso
ARBITRAJE 153

(teoría contractualista), el funcionamiento arbitral debiera consi-


derarse sólo voluntario. Las partes en derecho privado son libres
para estipular sus condiciones de trato y pueden, por lo tanto, pre-
determinar, o bien determinar, las posibles fórmulas de solución
ante la hipótesis de diferencias de intereses.
Para Kaskel, en Alemania, el arbitraje representa un “auxilio
contractual”.235 Cuando el arbitraje se emplea como sistema
adoptado por las partes adquiere el carácter de compromiso y en
tales condiciones habrá de funcionar. La fuerza de la decisión de-
penderá del sustento legal que facilite o autorice la notificación o
la homologación.
En derecho público el arbitraje puede ser voluntario, mas sus
efectos se esperan obligatorios y por ello se presume una postura
equivalente a la jurisdicción.
En derecho social, en el laboral concretamente, en principio, el
arbitraje debe ser voluntario al permitir que las partes —final-
mente particulares— puedan decidir y dirimir de común acuerdo
sus diferencias; sin embargo, las condiciones de las relaciones la-
borales reglamentadas de manera específica, tienen la finalidad
de tutelar a la parte más débil, a los trabajadores, y por ello con-
viene estipular bases para el arbitraje obligatorio.

1. Arbitraje obligatorio

Habemos de entender que el arbitraje obligatorio sustituye la


fórmula contenciosa ventilada ante los tribunales comunes regi-
dos por y para la aplicación del derecho común.
La razón de preferir uno u otro sistema en materia laboral radi-
ca en el interés tutelar o garantista de la legislación del trabajo.
El arbitraje obligatorio o forzoso se identifica con el impuesto
por ley y dentro del mismo pueden considerarse algunas formas:

235 Kaskel-Dersch, Derecho del trabajo, trad. de Ernesto Krotoschin, Bue-


nos Aires, 1961, cit. por García Abellán, Derecho de conflictos colectivos de
trabajo, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1966, p. 226.
154 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

a) Designación de un árbitro o de un colegio arbitral.


b) Ordenamiento legal en la designación del o de los árbi-
tros, o facultad de las partes para nombrarlos.
c) Obligatoriedad de asumir la decisión o posibilidad de
rehusar el cumplimiento.
d) Posible impugnación del laudo via judicial.

El arbitraje obligatorio puede regir para los conflictos en gene-


ral o sólo para alguna o algunas categorías, por ejemplo, para
conflictos de orden económico, o bien, como en México, ser obli-
gatorio como regla general y voluntaria par el caso de la huelga.
El arbitraje obligatorio puede interpretarse como una medida
de protección ante la diferencia social y económica que general-
mente se da entre trabajadores y empleadores, o entre las partes
en conflictos, principalmente cuando la acción sindical no tiene
la fortaleza suficiente para contender con los empleadores.
La OIT clasifica a los países que contemplan el arbitraje obli-
gatorio para los conflictos en el contexto de los siguientes temas:

a) Nombramiento de toda una norma económica o categoría


profesional (Australia), o de una de sus divisiones (Nue-
va Zelandia).
b) Nombramiento de conflictos en el proceso de negociacio-
nes a nivel de empresa.
c) Sometimiento en ambas hipótesis.236

La limitación para aplicar el arbitraje obligatorio puede refe-


rirse a conflictos en servicios esenciales, para ciertas actividades
que afecten un servicio público, una rama importante de la eco-
nomía, o bien por tratarse de asuntos de interés público. En otros
casos la limitación se ejerce, como en México, al dejar como op-
ción para las partes someterse a la decisión arbitral en caso de
huelga.

236 OIT, Conciliación y arbitraje... cit., nota 115, pp.172 y 173.


ARBITRAJE 155

Entendemos como arbitraje obligatorio, el sistema instituido


por el Estado, más no en respuesta a restricciones sino como el
medio extrajudicial más amable que el juicio, en busca de nego-
ciaciones o acuerdos menos rígidos, menos formales y mas pron-
tos.
Las críticas al arbitraje obligatorio manifestadas hasta hace
unos años se fundamentan más en consideraciones de orden polí-
tico, sin embargo, como expresa Cabanellas, no se trata de res-
tringir derechos o libertades,237 sino de un recurso adoptado por
los Estados, ante el interés de conseguir la paz industrial.
La OIT ha considerado también como arbitraje obligatorio la
exigencia legal de incluir en los contratos colectivos la cláusula
relativa a medios de solución definitiva, independientemente de
que las partes opten por el procedimiento que más les convenga.
Tal sería el caso de Alemania.238
No encontramos en el arbitraje obligatorio circunstancia negati-
va alguna excepto en el caso de su imposición en la huelga, que po-
dría inhibir su ejercicio, salvado lo cual no parece tener objeción.
Con las tendencias actuales de desregulación y el cada vez más
intenso incremento del diálogo social, el arbitraje está siendo fa-
vorecido como se advierte en la investigación comparativa com-
plementaria.239
Ahora bien, siempre será necesario resolver disputas, aclarar
controversias, determinar derechos y resolver cualquier clase de
conflicto laboral; los medios que resultan de la participación de-
mocrática de los interesados, las resoluciones habrán de propi-
ciar resoluciones más satisfactorias. Y, esta es, según parece, la
tendencia.
Es evidente la conveniencia de instrumentar jurídica y socio-
lógicamente el proceso arbitral, no así los procedimientos, para

237 Derecho de los conflictos laborales, Buenos Aires, 1966, pp.43 y 55. cit.
por García Abellán, op., cit., nota 235, p. 228.
238 OIT, Arbitraje de las reclamaciones de los trabajadores, guía práctica,
Lausana, 1978, p.13. Cfr. capítulo séptimo, apartado 3.
239 Cfr. la introducción de este trabajo.
156 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

ofrecer a las partes las opciones convenientes en caso de insumi-


sión de una de ellas.

2. Arbitraje voluntario

El sistema voluntario descansa en la libertad de las partes para


asumirlo. Los actores sociales deben considerar o no, su inclu-
sión en los contratos colectivos, condición que puede compren-
derse de tres maneras:

a) La sumisión voluntaria, con el acuerdo de las dos partes


y sujeción al cumplimiento del laudo según la decisión
de los actores.
b) La sumisión obligatoria, a instancia de parte o por deci-
sión de la autoridad competente y con el laudo sujeto a la
aceptación voluntaria de las partes y,
c) La sumisión voluntaria, pero con la obligación legal de
cumplir el laudo.240

Dentro del arbitraje voluntario se distinguen tres categorías:241

a) El arbitraje convencional, cuando las partes lo preven en


los contratos colectivos. En este caso no se ha presentado
el conflicto, y se trata de un sistema preventivo.
b) El voluntario propiamente dicho, convenido cuando se
presenta el conflicto;
c) El arbitraje indicativo, a que se refiere la OIT como una
“recomendación”, en que se convierte la decisión arbitral
cuando las partes no se obligan a aceptarlo. Esta posibili-
dad tiene similitud con la conciliación obligatoria cuando
el conciliador tiene facultades para investigar; o con la

240 OIT, Conciliación y arbitraje, cit., nota 115, p. 162.


241 García Alvarado José R., op. cit., p. 94.
ARBITRAJE 157

mediación cuando se plantean las sugerencias, converti-


das entonces en “recomendaciones”.242

El arbitraje, tanto potestativo como obligatorio presupone


otras instancias previas de solución alterna directa, las cuales
son, como hemos expuesto, la conciliación y la mediación.
Los acuerdos relativos al arbitraje, en cualesquiera de sus for-
mas, deben prever algunos puntos de importancia para su éxito
para cuando la ley no lo establezca. Por ejemplo:

1) El sistema del nombramiento del o de los árbitros


2) Fijación de los procedimientos
3) Efectos en caso de incumplimiento o rechazo del laudo.

VII. ARBITRAJE DE DERECHO

El arbitraje se resuelve por tribunales de derecho o de equidad,


según lo dispongan las leyes mismas, que a la vez determinan el
procedimiento, la designación de los organismos arbitrales así
como los recursos que puedan interponerse en contra de la reso-
lución final.
Los organismos arbitrales funcionan como tribunales de dere-
cho cuando las leyes establecen mandatos abstractos generales
como en la legislación mexicana. En efecto, es la Constitución
política la que establece la forma de integración de un “tribunal”
al que llama Junta de Conciliación y Arbitraje cuya composición
es tripartita y paritaria y su funcionamiento se reglamenta en la
Ley Federal del Trabajo. Se entiende que estos organismos, las
juntas o los juzgados en otros países, cumplen con una función
jurisdiccional que corresponde al Estado, la cual, por lo general
es atribución característica del Poder Judicial.
Los asuntos laborales, regulados por leyes especiales en aten-
ción a su naturaleza jurídica, requieren una consideración espe-
242 OIT, Conciliación y arbitraje, cit., nota 115, pp. 162 y 163.
158 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

cial para resolver las controversias que en su seno se conformen.


La especialización de los tribunales laborales ha sido discutible
pero finalmente la doctrina ha superado dicho conflicto. La supe-
ración parte del entendimiento de que no se crean normas concre-
tas especiales para casos determinados, sino se trata de atender
específicamente los conflictos laborales con base en normas ge-
nerales que atienden criterios específicos. Cierto es también que
debe distinguirse cuando se trata de conflictos de orden jurídico o
de naturaleza económica puesto que en los segundos es indispen-
sable crear o modificar derechos. Esta modificación no recae en
decisiones arbitrarias si no en una especie de permiso legal nece-
sario para atender oportunamente las condiciones de los trabaja-
dores en un momento determinado.
La creación de tribunales especiales, es decir, la institución de
una ju risdic ción la bo ral, no impli ca de ro gación de prin cipios
de derecho, particularmente del prin cipio que marca la imparti-
ción de justicia en términos generales a través de normas prees-
tablecidas. Pero debe entenderse que para adaptar el derecho a
la realidad y propiciar la eficacia de la norma, deba permitirse
que los particulares ejerzan ciertas funciones sobre todo cuando
se trata de asuntos entre ellos como ha ocurrido desde tiempo
atrás con el arbitraje.
En el caso de la legislación mexicana la impartición de justicia
laboral queda a cargo órganos cuya naturaleza jurídica ha estado
permanentemente en la mesa de los debates. Las juntas concilia-
ción y arbitraje funcionan con jueces profesionales y no profesio-
nales de manera colegiada siguiendo el procedimiento arbitral,
dependen del poder ejecutivo y no del judicial como otros tribu-
nales y se considera una impartición de justicia especial —espe-
cífica— como ocurre con los tribunales electorales.
La aplicación concreta de normas abstractas en asuntos de ín-
dole jurídica hacen que las juntas de conciliación y arbitraje fun-
cionen como tribunales de derecho.
ARBITRAJE 159

VIII. ARBITRAJE DE EQUIDAD

Los tribunales laborales, sobre todo cuando funcionan como or-


ganismos colegiados bajo procedimientos arbitrales, se revisten
del carácter de órganos de equidad. De acuerdo a los mandatos
concretos individualizados, como son los contratos celebrados por
el acuerdo de las partes, versan sobre condiciones técnicas y eco-
nómicas que por su naturaleza son cambiantes, circunstancia toda-
vía más evidente en nuestros tiempos.
Los conflictos surgidos de los hechos ligados directamente con
esos contratos han de resolverse conforme a las nuevas condicio-
nes, lo que sugiere una flexibilidad, no permitida a un juez de dere-
cho, que debe apegarse estrictamente a las indicaciones de las le-
yes. Dentro de la jurisdicción de equidad las prestaciones y las
condiciones pactadas en un contrato se pueden modificar.
La dualidad que se presenta entre jurisdicción de derecho y
equidad cuenta con remotos antecedentes en el campo del arbi-
traje misma que se reproduce en materia laboral. La Ley Federal
de Trabajo mexicana, por citar un ejemplo, acoge el arbitraje de
equidad, de acuerdo a la disposición del artículo 841 LFT corre-
lativo al artículo (550 en LFT de 1931) que establece:
“Los laudos se dictarán a verdad sabida, y buena fe guardada y
apreciando los hechos en conciencia, sin necesidad de sujetarse a
reglas o formulismos sobre la estimación de las pruebas, pero ex-
presarán los motivos y fundamentos legales en que se apoye”.
Por lo anterior, las juntas de conciliación y arbitraje no son es-
trictamente tribunales de derecho; no son tribunales ordinarios y
no deben sujetarse a las normas de derecho común. Esta es la razón
por la cual la propia ley sustantiva contiene las normas de derecho
procesal. Esta apreciación, sin embargo, como ya se ha visto, es
confusa y puede llevar a la interrogación o a la contradicción sobre
su naturaleza jurídica.
El análisis legal, el estudio de jurisprudencia y la investiga-
ción doctrinal permiten reconocer que los tribunales de trabajo
pueden actuar bajo una dualidad jurídica para funcionar a veces
160 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

como tribunales de derecho y otras como tribunales de equidad.


En el primer caso estaríamos frente a la resolución de los conflic-
tos de naturaleza jurídica y en el segundo estaríamos frente a la
resolución de los conflictos de la naturaleza económica.
Mario de la Cueva y Néstor de Buen, a quienes consideramos
los pilares de la doctrina laboral mexicana, reconocen que las jun-
tas de conciliación y arbitraje funcionan como tribunales de equi-
dad.243 El primero de ellos defensor de la integración paritaria de
las juntas de conciliación y arbitraje y el segundo, que pugna por la
desaparición de las mismas para convertirlas en tribunales de dere-
cho —de derecho social— dependientes del poder judicial.244 Es
probable que la gran experiencia y fecunda mente del maestro De
Buen considere oportuno un cambio cuando se estimula, casi en
todo el mundo, la implantación de sistemas de resolución alterna
de conflictos laborales, como preferencia a los sistemas directos
que siguen hoy en día los países industrializados, tal vez como
consecuencia de los modelos económicos del neoliberalismo. Así,
los conflictos individuales podrían ser resueltos conforme a dere-
cho y los conflictos colectivos de naturaleza económica conforme
a equidad, prácticamente con normas de carácter particular que las
partes mismas pactan en sus contratos colectivos.

IX. ÁRBITROS

Las autoridades arbitrales pueden ser personas físicas u orga-


nismos colegiados; en este caso pueden integrarse con represen-
tantes de los actores sociales. García Abellán245 hace una concre-
ta explicación acerca de la composición y estructura que ahora
señalamos:
243 Cueva, Mario de la, op. cit., nota 46, pp. 542-545 y Buen, Néstor de, De-
recho procesal, cit., pp. nota 101, 151-155.
244 Cfr. Proyecto de Ley Federal del Trabajo presentada en 1995 a la Cáma-
ra de Senadores por el Partido Acción Nacional, redactado por Néstor de Buen
y Carlos de Buen.
245 García Abellán, op. cit., nota 235, p. 230.
ARBITRAJE 161

a) Árbitros unipersonales, que pueden ser nombrados por


ministerio de ley o por acuerdo de las partes.
b) Tribunales arbitrales, en cuya composición puede com-
prenderse tanto la condición de asesores como de repre-
sentantes de los trabajadores y de los empresarios, para
auxiliar al tercero que preside.
c) Comisiones (juntas), las cuales se caracterizan por su
profesionalización y el presidente se designa por la auto-
ridad bajo distintas modalidades.
d) Arbitrajes por órganos de la justicia. Esta modalidad se
refiere a los casos en que los conflictos se remiten a los
tribunales de justicia, los cuales operarán entonces como
árbitros.

Es común que para el arbitraje obligatorio funcionen personal-


mente organismos tripartitos, de composición paritaria, presidi-
dos por el representante del gobierno; sin embargo, en algunos
países los árbitros designan entre sí al presidente.246
El o los árbitros pueden tener carácter oficial y depender de
una institución gubernamental, organizados bajo la forma de jun-
tas, consejos o comisiones y aún a manera de los tribunales de de-
recho como lo hemos visto.
El árbitro representa la imparcialidad que debe revestir a todo
juzgador por lo cual es importante su independencia, entendida
ésta como la facultad de tomar decisiones al margen de indicacio-
nes e influencias posibles organizadas y/o basadas en factores
políticos o económicos. Desde tal perspectiva lo aconsejable es
que los nombramientos arbitrales para el sistema obligatorio o
para los conflictos jurídicos, sean hechos por el Estado, y que
sean las partes quienes los designen cuando se trata del sistema
voluntario o conflictos de orden económico.
Sin duda alguna debe considerarse que la composición repre-
sentativa trae aparejada la circunstancia de la posible influencia

246 Cfr. OIT, Conciliación y arbitraje, cit., nota 115, pp. 175 y 176.
162 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

del sector que lo designa; con el cual debe haber una identifica-
ción de intereses. Si bien esto representa un riesgo de parcialidad,
constituye a la vez un factor de seguridad para comprender y
atender a los contendientes quedando a salvo la imparcialidad
con la representación del tercero.
La condición de los árbitros permite que se les llame árbi-
tros-defensores, en una especie de confusión de funciones, pues-
to que velan por los intereses de los de su clase (trabajadores o
empleadores), condición que resta neutralidad a sus decisiones.
Sin embargo, conviene entender la otra cara de la moneda; un ár-
bitro-defensor (que en realidad no lo es), como representante de
una clase, inspira confianza para las partes en conflicto y les dará
la seguridad de buscar la mejor solución en apoyo a sus derechos.
El tercero funcionaría como el árbitro-juez. Entre otras ventajas
de esta composición se encuentra el apoyo psicológico para las
partes, circunstancia de mayor aprecio en relación con los traba-
jadores de manera principal cuando el conflicto es individual.
Por otra parte, los árbitros no crean derecho pero sí deben apli-
carlo, lo cual limita o impide la posibilidad de cometer arbitrarie-
dades. Puede aún agregarse que la posibilidad de impugnar las
decisiones del órgano arbitral garantiza la neutralidad que es in-
dispensable para la justicia.
Nos queda claro que el árbitro que deba resolver un conflicto ju-
rídico sólo puede hacerlo basado en las normas, en derecho, sin
posiblidad de cambiarlo como tampoco lo puede cambiar un juez.
Admitir o permitir lo contrario resultaría una aberración. De mane-
ra distinta ocurre con los conflictos de naturaleza económica, en
que pueda modificarse el contenido de los contratos colectivos.

X. DECISIONES ARBITRALES

1. Concepto

La sentencia es acto propio del juez que actúa en nombre del


Estado para impartir justicia en las contiendas sometidas a su de-
ARBITRAJE 163

cisión. Es un acto perteneciente al género de las resoluciones ju-


diciales, producto de la operación lógica del juzgador dado o dic-
tado al término de una serie de actividades, por el cual concreta
un mandato de la ley. En el caso de los sistemas jurídicos basados
en el case law, dictará una orden con otros fundamentos que le
autorizan a ello. Idénticos fines persigue el laudo.
La resolución de un tercero, del árbitro, es la decisión pronun-
ciada después de una serie de actos, en los que también intervie-
nen las partes cuyos intereses están controvertidos. El árbitro se
convierte en un juzgador. Una diferencia entre ellos, se basaría, a
priori, en la condición de que la sentencia descansa en normas de
derecho en tanto que el laudo se basa en la equidad; sin embargo,
la distinta denominación no tiene tal fundamento. Tanto puede
un juez dictar una sentencia basado en la equidad como el árbitro
dictar un laudo basado en derecho. La diferencia esencial corres-
ponde no al órgano que emite tal decisión, sino a la función.
Por otra parte, existe otra divergencia. Mientras la sentencia
tiene alcance concreto y particular, en ocasiones a su función de-
clarativa puede sumarse una de índole creativa y este segundo as-
pecto adquiere especial relevancia en materia laboral cuando se
dictan las “sentencias colectivas” respecto de conflictos de orden
económico.

2. Decisión de equidad

El laudo responde a una decisión de equidad. Responde estric-


tamente a un ajuste; al acomodo de la ley al caso concreto. Como
expresa Carnelutti, es la adecuación de las disposiciones a cada
caso, y no a la inversa, o sea justicia del caso singular.247

3. Decisión en derecho social

La naturaleza del derecho social exige la flexibilidad del dere-


cho para atender los cambios espontáneos que ocurren en su ám-
247 Carnelutti, op. cit., p. 59, t. I.
164 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

bito. La aplicación de la equidad facilita esta adaptación para re-


solver los conflictos de naturaleza económica.
Cuando los árbitros dictan una resolución (de fondo), y como
en elcaso de la legislación mexicana, lo hagan “a verdad sabida y
buena fe guardada”, apreciando los hechos “en conciencia”, “sin
necesidad de sujetarse a reglas o formulismos” (artículo 841
LFT),248 los erige en tribunales de equidad. Tal es el caso de las
juntas de conciliación y arbitraje, las cuales dictan “laudos” y son
tribunales dotados de jurisdicción por la Constitución política.
Su integración paritaria viene a sustituir el compromiso previo de
las partes para nombrar a representantes o designar al árbitro, de-
jando a salvo los casos en que las partes sometan el conflicto a un
árbitro designado por ellos.

4. Naturaleza del laudo

Si atendemos el arbitraje obligatorio, el laudo como una auténti-


ca resolución jurisdiccional, es un acto procesal público, acompa-
ñado de fuerza ejecutiva cuando no requiere de homologación ante
otros jueces para ser obligatorio su cumplimiento. Sin embargo, la
condición del laudo en la legislación mexicana es ambigua. Por un
lado las juntas de conciliación y arbitraje dictan resoluciones basa-
das, siempre en derecho, lo cual debe fundamentarse. Los laudos
deben ser congruentes con la demanda (artículos 841 y 842 LFT).
No cabe la menor duda que estamos frente a una sentencia de de-
recho, idéntica, como antes dijimos, a la dictada por un juez. Es,
por otra parte, una decisión de equidad, carácter que nace en la
consideración de los árbitros sobre las pruebas. Además, tratán-
dose de las resoluciones conocidas como “sentencia colectiva”,
se resuelven conflictos colectivos de orden económico con posi-
bilidad de modificar las condiciones de trabajo y las cláusulas de
los contratos colectivos pero en uno y otro caso, las resoluciones
son obligatorias.
248 Tal disposición reproduce la del artículo 550 LFT de 1931.
ARBITRAJE 165

La práctica laboral mexicana ha creado un laudo especial.


Estamos de acuerdo con Álvarez del Castillo cuando expresa que
se trata de una sentencia al resolver conflictos individuales o co-
lectivos de naturaleza jurídica y de un verdadero laudo arbitral
cuando sustituye la voluntad de las partes y forma el derecho en
vez de interpretarlo.249
Cuando estamos frente al arbitraje voluntario encontramos va-
rias posibilidades. Por una parte, el arbitraje sería inútil si la reso-
lución carece de fuerza dejando a alguna de las partes, o a ambas,
sin acatarla. En este último caso, queda claro que las partes bus-
carán otras alternativas que además de retrasar la resolución, el
problema podría complicarse más cuando sólo una de ellas rehu-
sa el laudo. Por otra parte hay que considerar los efectos de la in-
certidumbre cuando exigiendo el cumplimiento se alegue parcia-
lidad o anomalías en la decisión arbitral.
Otra situación que debe considerarse es la no existencia de re-
glas uniformes, para ponderar las hipótesis planteadas que hacen
buscar normas supletorias en el derecho nacional y atender los
pactos entre las partes, manifestados en los contratos colectivos o
fijados en el momento de aceptar el sometimiento al arbitraje.
De igual manera podemos apuntar que la impugnación depen-
de de la legislación de cada país y de las prácticas arbitrales entre
particulares. Respecto a México, no existe propiamente una im-
pugnación, si con ello qusiéramos entender la interposición de un
recurso. Existe, en cambio, el derecho a interponer la demanda
para solicitar la protección y la defensa de la autoridad judicial
federal por medio del juicio de amparo ante los Tribunales Cole-
giados de Circuito o ante la propia Suprema Corte de Justicia de
la Nación.

249 Álvarez del Castillo, Enrique, “La jurisdicción laboral en México, su


competencia y sus órganos”, Revista Mexicana del Trabajo, diciembre de
1956, p. 15.
PROPUESTAS

1. Redefinir el concepto de derechos sociales para ajustar la


norma sustantiva con los efectos de la globalización económica y
salvaguardar la finalidad de la justicia social.
2. Analizar los puntos vulnerables que dificultan o entorpecen
la realización de la justicia social y el equilibrio en las relaciones
de trabajo. La justicia no puede ser ni más justicia ni más social.
Sólo con la norma de derecho positivo se logra el equilibrio.

—Atención con las tendencias privatizadoras, limitando su


incursión en el derecho social.
—Difusión intensa de derechos y deberes de los emperado-
res.
—Concientización.
—Difusión intensa de derechos y deberes de los trabajadores
por medios masivos de comunicación. Lenguaje claro y
sencillo.
—Incorporar al texto legal las disposiciones de las normas in-
ternacionales aprobadas formalmente.

3. Reforzar la función conciliatoria tanto en conflictos indivi-


duales como colectivos.

—Como medida urgente se recomienda combatir el rezago en


las juntas de conciliación y arbitraje.

4. Incorporar el mayor número posible de pasantes en la licen-


ciatura de derecho para que presten sus servicios en el área de de-

167
168 LA JUSTICIA LABORAL: ADMINISTRACIÓN E IMPARTICIÓN

fensoría y otras actividades que contribuyan a resolver el proble-


ma de rezago.
5. Coordinar las funciones de inspectoría con las de la defensa
del trabajo.
6. Implantar un régimen de costo por las actuaciones jurisdic-
cionales, con cargo a los empleadores o sindicatos demandados
en caso de laudos condenatorios.
7. Implantar un régimen de primas para el desempeño de los
procuradores de la defensa del trabajo.
8. Ampliar las facultades de los procuradores para actuar de
oficio ante denuncias de Inspectores acreditados.
9. Privilegiar la conciliación y combinarla con la mediación.
10. Instalar oficinas anexas de las procuradurías en distintos
puntos de las ciudades grandes para facilitar a los trabajadores su
acceso.

—Instalar un módulo de asesoría, dependiente de las procura-


durías, en las juntas de conciliación y arbitraje, para facili-
tar a los trabajadores las consultas necesarias y para com-
batir el coyotaje.

11. Resolver los asuntos sobre seguridad social en forma de su-


marios o mediante acuerdos directos con los representantes de las
instituciones responsables.

—Considerar la posibilidad y beneficio de instalar una comi-


sión de arreglo de conflictos de seguridad social, con inte-
gración tripartita.

12. También tiene carácter urgente y prioritario atraer al sector


de trabajadores informales. Orientarlos sobre capacitación, ser-
vicio de empleo, atención de diversas instituciones gubernamen-
tales de apoyo a sus carencias. Información sobre derechos labo-
rales y de seguridad social.
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