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Por dltimo, los insurgentes de hoy en dia tienen una ventaja que los esclavos rebeldes de la Antigtiedad no tenfan: pueden apuntar ala opinicn nacional del estado enemigo. En la guerra de independencia de Argelia (1954-1962), por ejemplo, los insurgentes perdieron la batalla militar, pero ganaron la guerra deteriorando la opinién pabli- ca francesa. La revolucién haitiana (1791-1804) fue la nica revuelta de es- clavos de la historia que result6 un éxito, e incorporé varias de estas ventajas. Los rebeldes combatieron en una prolongada lucha lejos de 1a Francia metropolitana, La flota britinica proporcioné ayuda me- diante un bloqueo. La Revolucién Francesa dio a los rebeldes autori- dad moral. Tras afios de encamizada lucha y enfermedades, los fran- ceses se rindieron, No obstante, las insurgencias victoriosas son la excepcién. Las antiguas rebeliones de esclavos constituyen un recordatorio de que, cuando se trata de guerra, los estados normalmente tienen todas las de ganar. 206 9 Julio César y el general como estado Aprian GoupsworTHy En la madrugada del 11 de enero de 49 a. C., Julio César cruzé el Rubicén con la Decimotercera Legin y se convirtié en un rebelde. Elrio, que en realidad no era mucho més que un arroyo, hoy imposi- ble de localizar, marcaba el limite entre la provincia de la Galia Ci- salpina y la propia Italia. Al norte de aquella linea estaba legalmente autorizado a comandat sus tropas. Hacia el sur, no, Diecinueve me= ses més tarde, mientras inspeccionaba los cadéveres de sus enemigos en Farsalia, César afirmé: «Ellos lo han querido; incluso después de todas mis grandes hazafas, yo, Cayo César, habria sido condenado si no hubiese contado con el apoyo de mi ejército».* César cosech6 mayores éxitos que cualquier otro general romano, combatiendo en «cincuenta batallas campales, fue el inico comandan- ‘te que super6 a Marco Marcelo, que libré treinta y nueve>.?Sin embar- 0 habfa cierta ambigiiedad en su reputacién porque muchas de sus batallas fueron libradas contra otros romanos. Durante més de un afio antes de cruzar el Rubicén, César y sus adversarios en el Senado se habfan enzarzado ert un arri¢sgado juego politico, aymentando peli- grosamente las apnestas unos y ofros. Es probable que ambos bandos esperaban que el otro se echase atrés. No habia ninguiia ideologia pro- funda en juego. Sus adversarios estaban decididos a terminar con la carrera de César, y él, por su parte, estaba igualmente decidido a salva~ ‘adarla. El precio fue una guerra que se libré en tomo al Mediterré~ 207 neo y que costé decenas de miles de vidas. Por ms irrazonables que fueran sus adversarios, fue César quien cruzé el Rubicén inicis la guerra civil de 49-45 a, C. Cicerén pensaba que librar aquella guerra cera innecesario e imprudente, y sentia desprecio por el comportamien- to de César: «Asegura que esti haciendo todo esto para proteger su dignidad. {Como puede,haber dignidad donde no hay honestidad?» Ellrebelde gano la guerra. César se convistié en un dictador de por vida y ejercié la suprema autoridad de la repiiblica. Tenia también el control efectivo del todo el ejército romano. Su gobierno no fe particu- larmente tirnico. Los enemigos eran perdonados y muchos de ellos ascendidos, mientras que su legislacién fue en general sensata. Sin em- ‘bargo, se suponia que el sistema republicano tenfa que evitar que cual- {quier individuo ejerciese demasiado poder de manera permanente. Por esta y otras razones, un grupo de senadores apufialé a César hasta la muerte el 15 de marzo de 442. C Poco mis de una década después, el hijo adoptivo de César derroté a su titimo rival y se convirtis en el pri- mer emperador de Roma, Augusto cred un sisfema que perduraria du- zante siglos: una monarquia a todos los efectos. Finalmente, «César» dej6 de ser simplemente un nombre de familia para convertirse en un titulo sinénimo de poder supremo. Los césares gobernarian Roma du- ante 500 afios, el imperio oriental o bizantino durante casi mil afios ‘mis, El nombre perduraria hasta el siglo xx en as formas de Aditery zar. César conquisté la Galia, atravesé el Rin penetrando en Germa- nia y cruz6 el canal de Ja Mancha hasta llegar a Britania. De acuerdo con los parémetros romanos, estas guerras estaban todas justificadas yse libraban por el bien general del estado. Los comandantes victo- riosos obtenfan provecho del triunfo, y César lo hizo a gran escala, igualando el alcance de sus campafias. Era un comandante de talento que después dirigié su ¢jército contra sus adversarios dentro de la reptiblica y se convirtié en un dictador por la fuerza de las armas. Su carrera fue la de un hombre genial que empez6 como servidor del estado, para después subvertir el arden y convertisse en su duefio. En una democracia moderna se supone que las fuerzas armadas hhan de permanecer siempre bajo el control absoluto de las autorida- des civiles. Esto ha sido importante en Gran Bretafia desde las gue- 208 rras civiles, que desembocaron en el gobierno de Cromwell y os ge- nerales. El recuerdo de este mismo régimen dirigido por el ejército influy6 en los padres fundadores de América, y George Washington se gané casi tanto prestigio por su negativa a permanecer como pre- sidente durante un tercer mandato como por ganar la guerra a Gran Gretafia, Estados Unidos habia de ser una versin mejorada de las antiguas repiiblicas, evitando el deslizamiento de Roma hacia la dic- tadura militar yel gobierno imperial. En cambio, la revoh tecida en Francia condujo al surgimiento de su propio César en for- ma de Napoléon, En su coronacién como emperador en 1804, Napoleén se colocé él mismo la corona sobre la cabeza para subrayar que él habsa tomado el poder en lugar de haberle sido dado. Los dictadores han accedido al poder mediante golpes de estado cen muchos paises, aunque desde la segunda guerra mundial el pro- blema afecta tinicamente alos paises del Tercer Mundo y parece har- toalejado de Occidente. Es importante recordar que César no surgi6 de la nada No destruyé la repiblica é solo, ni socavé las bases de una democracia que funcionaba bien y que era esencialmente estable. El conflict que abarcé desde el afio 49 hasta el 45 a. C. no fue la prime ra guerra civil, y habfa otros que estaban tan dispuestos como él a recurrir ala violencia, Sila ya se allané el camino hacia la dictadura en 82a. C. proscribiendo sin piedad a sus enemigos para ejecucién. Se dice que en su lapida habfa una inscripcién en la que se vanagloriaba de que nadie habia sido mejor amigo ni peor enemigo.* La vida péblica romana era muy peligrosa en tiempos de César. Muchos hombres importantes habian perdido a parientes y amigos durante la lucha entre Sila y Mario. Los senadores vivian sabiendo que las rivalidades politicas podian estallar ficilmente y legar ala intimidaci6n, a la violencia o incluso a la guerra. Los tiempos eran ‘menos estables que en siglos anteriores, y esto significaba que habia mis oportunidades para un répido desarrollo de los acontecimientos. ‘Pompeyo Magno rompié casi todas las reglas en su ascenso para con- vertirse en el general més grande de Roma yen uno de los personajes dominantes del estado. Irénicamente, moriria como defensor de la reptiblice contra el rebelde César. ‘én acon- 209 La repiiblica romana ya hacia aguas antes de que César iniciase su carrera, por no decir cuando eruzé el Rubicdn. Ello no significa que su desmoronamiento fuera inevitable, pero era una posibilidad muy real. Los dictadores militares no suelen aparecer a menos que un esta- do esté en graves apuros, normalmente durante un plazo prolongado, Napoledn no podria haber existido sin el caos de la Revolucién y el Terror. No obstante, por més popular que pueda ser un comandante militar victorioso, as circunstancias han de ser las adecuadas para que sealce contra el estado que le nombré. La dictadura de César no fue un jemplo del ejército derrocando al estado. Los lideres politicos de la repiblica estaban también al mando del ejécito, y en 49 a. C. deci- ieron utilizar las legiones para dirimir sus rivalidades politicas. Hay otra leccién que se puede extraer de Ia carrera de César. A pesar de su éxito militar, no fue capaz de hallar una solucién politica y fue asesinado. Hay limites que solo la fuerza puede alcanzar. César podria haber conservado la vida y el gobierno si hubiera tomado ma- yores precauciones para protegerse, y si hubiera mantenido el control ‘con mayor crueldad. Augusto harfa ambas cosas tras aprender la bru- tal leccién del fracaso de su padre adoptivo. Potirica y GUERRA Los mismos hombres dirigian Roma tanto en la paz como en la guerra. Aquellos que entraban en la vida pablica seguian una carrera estructurada, el cursus honorum, que les proporcionaba una mezcla de argos militares y civiles. Los gobemnadores provinciales combinaban el poder supremo militar, civily judicial dentro del teritorio bajo su man- do. Los magistrados eran elegidos y desemperiaban el cargo durante un afio solamente. Los gobernadores normalmente eran nombrados por el Senado y no tenian limitacién de mandato en el cargo, por lo que se amantenfan ex él hasta que se womnbraba un sustituto, Rara vex pesuia~ necian en un puesto més de unos pocos afios. Dirigir un ejército en una guerra victoriosa proporcionaba a un hombre gloria y riqueza, y ambas cosas aportaban considerables ven 210 tajas politicas, ayudandole a él y a sus descendientes a obtener un cargo en el futuro. Las elecciones anuales fomentaban la frecuente competencia por la aprobacién de los votantes. Los plazos relativa~ mente cortos de que gozaban los gobernadores provinciales hacian que muchos estuvieran ansiosos por luchar y ganar una guerra antes, de ser reemplazados. Era un sistema que habia alentado la guerra agresiva y la expansién a lo largo del perfodo republicano. Por otro Jado, no contribuia al fomento de la planificaci6n a largo plazo nia la regularidad de las relaciones con los pueblos vecinos. César procedia de una familia aristocritica que habia languideci- do en una relativa oscuridad durante largo tiempo. El inicio de su carrera fue espectacular, pero convencional en muchos aspectos. Cumplié servicio militar como suboficial en Asia Menor cuando contaba entre diecisiete y diecinueve afios y gané la corona civica la més alta condecoracién de Roma por gallardia, que tradicionalmente se concedia por haber salvado la vida de un conciudadano. En cali- dad de ciudadano particular reclut6 una fuerza para arrestar a un gru~ po de piratas, y en otra ocasién hizo lo mismo para rechazar un ata~ {que ala provincia romana de Asia por parte de elementos del ¢jército de Mitridates de Ponto. Mas‘tarde sirvi6 como tribuno militar, muy probablemente en la guerra contra Espartaco. No hay constancia de ninguna actividad militar durante su cuestura. En 61 a. C. fue a His~ pania en calidad de gobernador y dirigi6 una ripida expedicién puni- tiva contra tribus lusitanas. Su ejército tenia un tamafio equivalente a tres legiones ‘A los cuarenta afios, César habia servido como maximo seis 0 siete afios en algain u otto cargo militar. Esto estaba quiza un poco por debajo de la media para un politico romano, pero no demasiado. ‘Aunque su historial era bueno, habia muchos otros que podian alar- dear de hazafias comparables. Las proezas militares de César contri~ buyeron al engrandecimiento de su cursus honorum, pero hubo otros factores mucho m: importantes. Defendié causas populares, se sgranjeé una reputacién como orador y abogado legal, gasté una sor- prendente cantidad de dinero prestado en propaganda propia y para conseguir popularidad. En palabras de Salustio: «César se habia am acostumbrado a grandes esfuerzos y poco descanso, a concentrarse en los asuntos de sus amigos a expensas de los suyos, y a no descuidar snunca nada que fuera digno de hacerse como favor. Ansiaba un gran ército, y una nueva guerra para poder mostrar su ta- El contrast ente la carera de Pompeyo y lade César no podia ser més acusado. Siendo sélo seis afios maygr, Pompey6 reclut6 tres legiones de sus propiedades y a sus propias expensas, y se unié ala causa de Sila durante la guerra civil. No tenfa autoridad legitima para hacerlo, pero su ejército era lo suficientemente grande como para que valiese la pena contar con su apoyo. ‘Todas sus primeras victorias las ‘obtuvo combatiendo a enemigos romanos, climinando a los enemigos de Sila en Italia y en Africa, y se gané el apodo de Joven Camnicero» por el entusiasmo con el que ejecutaba a los senadores. En 78. C. el Scnad le eucary que se ocupase de un intento de golpe de estado por parte del cénsul Lépido. Después de esto fue enviado a Hispania para acabar con los iltimos partidarios de Mario, El Senado le otor- 6 poder proconsular, pero nunca habia desempefiado magistratura alguna y ni siquiera era senador. En 71.a.C. regresé a Roma, pidi6 y se le concedis el derecho a presentarse para el cargo de cénsul, y S- nalmente se convirtié en senador. En 67 y 66 a. C. recibié mandos provinciales extraordinariamente grandes, y por primera vez consi- guid victorias contra adversarios extranjeros. A su regreso a Roma al final de la década, era inmensamente rico y tenia un historial de éxi- tos militares que aventajaba con mucho a cualquier otro senador. (César queria una guerra para conseguir gloria y poder equipararse a hombres como Craso y Liiculo y, a ser posible, Pompeyo. Necesi- taba una guerra también para pagar sus inmensas deudas. A finales de 60 a. C. formé una alianza secreta con Pompeyo y Craso, ambos frustrados por rio haber obtenido las medidas que esperaban del Se~ nado. César fue cénsul durante 59 a. C., y con su respaldo forz6 la aprobacidn de la legislacién que deseaban, as{ como de algunas pro- puestas propias. Al mismo tiempo se procuré un importante mando militar que reunfa las provincias de la Galia Cisalpina e Hiri y que le propocionaba un ejército de tres legiones. No fue el Senado el que ama se lo asigné, sino que lo obtuvo através del voto de la Asamblea Po- pular, que al mismo tiempo le concedié cinco atios de ejercicio en el cargo. Pompeyo habia conseguido algunos de sus mandos de la mis- ma manera. El Senado incrementé la provincia de César afiadiendo la Galia Transalpina después de la sepentina muerte de su actual go- ernador. Esta provincia incluia otra legién que pas6 a engrosar el cjército de César. GrsTANDO LA GUERRA, Igual que muchos estadistas de éxito, César fue un oportunista, Cuando se marché a su provincia en 58 a. C., necesitaba una guerra, cualquier guerra, mientras fuera a gran escala. Sus planes inicales concebian una campana en el Danubio, muy probablemente contra elrico y poderoso rey dacio Burebista. La inesperada anexién de la Galia Transalpina al mando de César fue seguida de la noticia de una cemigracién de los helvetios, una tribu procedente de lo que hoy es Suiza. Los emigrantes querian cruzar a través de la provincia romana yylas tribus aliadas de Roma los consideraban una amenaza. Si César hubiera ignorado este problema habsia sido muy criticado. En cual- quier caso, se percaté al instante de que aquello era una oportunidad ‘se movié con rapidez. Concentré a su ejército para enfrentarse a aquella amenaza, y rechaz6 a los helvetios. Abandoné a continuacién, su provincia en su persecucién hasta que finalmente los derroté en el campo de batalla Cuando terminé la campafia, era una fecha demasiado tardia del afio como para pensar en montar una operacién en los Balcanes. En lugar de perder el tiempo, César decidié atacar al lider germano Ariovisto. Al principio, este iltimo habia sido invitado a la Galia por los sécuanos, pero acabé dominando a la tribuy a sus vecinos. Hasta este punto, los romanos habian aceptado la situacion, yen 59 a. C. el propio César habia ayudado a Ariovisto a ser llamado formalmente «amigo y aliado del pueblo romano». Pero ahora argumentaba que el lider germénico constituia una seria amenaza para las tribus aliadas 33 como los eduos. Ariovisto fue atacado y derrotado. La participacién en los asuntos de la Galia ofrecta més oportunidades de intervencién. En 57 a. C., César proclamé una vez, més que la defensa de los inte- reses y de los aliados de Roma requeria emprender una guerra de mayor envergadura y mis agresiva, esta vez contra Ias tribus belgas. César, concienzudamente, hizo piblicas sus hazafias en sus fa- mosos Comentarias, que presumiblemente aparecieron como libros independientes durante los meses de invierno posteriores a ina cam- pafia.’ Estos textos retratan a un general que acta siempre por el bien de la repiblica. No mencionan los factores mas personales que determinaron la guerra, sino que por el contrario presentan tna per fecta, y aparentemente légica, progresién de una campafia a otra. Las ‘ribus de la Galia aparecen retratadas como inestables y propensas a la revolucién interna, pero fundamentalmente estiticas, En contras- te, César destiibic a las tribus germanas como pastoralistas semind- smadas, siempre dispuestas a emigrar en direccidn oeste hacia las me~ jores tierras de la Galia. Ello evocaba recuerdos y temores de los cimbros y de otras tribus que habian amenazado a la propia Italia al final del siglo ra. C. El Rin se presentaba como la clara linea diviso- tia entre os galos y los germénicos, aunque el propio relato de César reconoce que las cosas eran més complicadas. Le proporcionaba un limite claro de la tierra que se proponia ocupary una razén clara para destruir a cualquier grupo germénico que penetrase en la Galia. Las expediciones mis allé del Rin fueron breves y nunca con la intencién de una ocupacién permanente. Demostraban que los romanos po- dian cruzat y cruzayian el rio cada vez. que quisieran. Con la cons- truccién de un puente, algo fuera del aleance de las capacidades de las ‘tibus, qued6 reforzada la abrumadora superioridad romana.* En 56a. C.,el combate fue a pequetia escala, y en su mayor parte librado porlos subordinados de César al frente de destacamentos del ejército. El motivo fae en parte que los objetivos o adversarios més amplios y obvios ya habian sidu atendidos, pero bésicamente porque las preocupaciones politicas mantenian a Césér en la Galia Cisalpi- na, lo més cerca posible de Italia. Las tensiones entre Pompeyo ¥ Craso casi provocaron la disolucién de su alianza. Ambos viajaron a4 para encontrarse con César en su provincia, en To que se conoce como la econferencia de Luca»: Se cerré un nuevo acuerdo, y una de sus consecuencias fue la ampliacién del mando de César por otros cinco atios. Esto le daba mayores oportunidades de planificacién. Es proba- ble que contemplase ya una expedicién a Britania. En 56 a, C. derro- 16 alos vénetos, una tribu que posefa una flota y podia haber entor- pecido la expedicién. En 55 a. C. una campatia contra las tribus ‘migratorias retras6 el ataque a Britania, por lo que solamente una operacién de pequefia envergadura cruzé el Canal muy a final del atio. La campaiia casi terminé en desastre cuando gran parte de la flota naufragé en una tempestad, César regres6 al aiio siguiente con una fuerza mucho mayor. Consiguié una pequefa victoria, pero una ‘vez. mas subestimé la potencia del canal de la Mancha y casi quedé varado en la isla. Militarmente, las expediciones lograron muy poco a muy alto riesgo. Politicamente supusieron un éxito asombroso, con el Senado votando veinte dias de accién de gracias a César para cele- brar la victoria, el periodo més largo de los concedidos antes? Las campatias dé César fueron agresivas y oportunistas. Sin eni- bargo, ni en su conducta ni erésu manejo fueron visiblemente distin- tas de los conflictos bélicos romanos de aquel periodo y de los ante- riores. A diferencia de la mayoria de generales, César tuvo un mayor contingente de fuerzas a su disposicién y un periodo de mando més prolongado. Segiin los parémetros romanos, sus campafias estaban justificadas. El inico ataque directo sobre su comportamiento en la Galia lo lanz6 Catén el Joven en 55 a. C, después de que César ma- sacrase a las tribus migratorias germénicas. La preocupacién de Ca- ‘t6n no era por la matanza en sf, sino por el hecho de que se hubiera producido durante una tregua, y por consiguiente era una violacién de la tan pregonada fidelidad de Roma (fides). Incluso en la prepara~ cién para la guerra civil, los adversarios de Césat le atacaron por su conducta durante su consulado en 59 a. C. y por 16 que decian que ran sus ambiciones para el futuro. Al parecer, no querfan que res pondiera por sus actividades en la Galia. © 215 UNA POLITICA DIFERENTE César gané casi todas las batallas que libré y nunca perdié una campafia. Sin embargo, desde el inicio de su estancia en la Galia se dio cuenta de que el triufifo en el campo de batalla no bastaba por si solo. Roma tenia alianzas con diversas tribus, especialmente con lac que bordeaban los limites de la Galia Transalpina. La defensa de estos aliados proporcioné el principal pretexto para la primera inter- vencién de César y de gran parte de las campafias posteriores. A me- dida que se adentraba en la Galia, iba adquiriendo nuevos aliados. (César fue siempre mucho mas brutal con los enemigos de fuera de la Galia que con las tribus ya establecidas en ella. Ariovisto, los helve- tios y las tribus migratorias germénicas fueron tratados con extremo salvajismo y expulsados. En general, las tribus galas que lucharon contra él recibieron un trato més generoso. Las tribus aliadas le pro~ porcionaban tropas y compartian los beneficios de la victoria. Los eduos, un sélido aliado romano, obtuvieron miichos favores y exten- dieron su influencia cuando se hizo patente que los aliados subordi- nados de Roma también gozarian de la proteccién romana, A nivel personal, os jefes y Kideres se beneficiaron atin més de la amistad de César. Cada afio convocaba por lo menos una vez a todos Jos lideres a un consejo, aunque a menudo lo hacia con mayor fre- cuencia. También se reunfa y consultaba con ellos individualmente. Algunos de ellos sirvieron en su ejército durante largos perfodos. Co- io de los atrebates desempeié un papel especialmente importante en las expediciones a Britania y fue recompensado, por este y otros servicios, yse convirtis en rey de su pueblo y recibié el seBiorio de los menapios. Diviciaco de los eduos se mostré un aliado incondicional, y consiguié muchos partidarios de otras tribus porque se sabia que (César a menudo le concedia favores. (César vigilaba de cerca la politica en el seno de las tribus y apoya~ ba a los lideres que parecian mas dispuestos a ser leales con él. La egada del ejército romano brindé a aquellos hombres la oportuni- dad de reforzar su posicién. Era también una realidad que no podfan permitirse ignorar. Lo mismo habia ocurrido con Ariovisto, que ha- 216 bfa sido invitado por los sécuanos, pero que después utilizé su ejérci- to para dominarlos, tanto a ellos como a sus vecinos. César expulsé a toda potencia rival para que la suya fuera la tinica influencia externa en a politica de las tribus. La conquista de la Galia por parte de César no supuso Ia intro- duccién de un elevado mimero de colonos romanos en la regién. La provincia que él cre6, y de hecho fue asf con practicamente todas las provincias romanas, estaria habitada por la gente que ya vivia en ella, Para conseguir esto, habia que persuadir a la mayoria de habi- tantes de que les convenia aceptar el gobierno romano por su propio interés, El poder del ejército romano constitufa un elemento disua~ sorio ante la resistencia, pero no bastaba por si solo. César incremen- 16 sus fuerzas de cuatro legiones a mas de una docena en el curso de sus campatfias en la Galia, pero incluso después de este aumento las ‘tropas no podian estar en todas partes simultaneamente. No resulta- ba practico someter a una provincia solamente por la fuerza, ni tam- poco era deseable. Un gran ejército podia costar ficilmente tanto 0 més quc los ingresos de la provincia. La necesidad de una guamicién ponia de manifiesto que en realidad no se habia ganado la guerra y disminufa sobremanera la gloria de cualquier victoria. Por consiguiente, a partir de 58 a. C., César dedicé mucho tiem- poy esfuerzos a la diplomacia con la esperanza de ganarse a los lide- tes trihales. Los antiguos aliados resultaron fortalecidos y os enemi- gos derrotados gozaron de indulgencia para asi convertirlos en nuevos aliados. Este era el acostumbrado método romano, y de he- cho ha sido el de las potencias imperiales con mayores éxitos. Le ayudé el hecho de que tuviese autoridad tanto militar como civil, pues significaba que en cada campafia su estrategia se modificaba para acomodarse a un determinado objetivo politico. Quizé esto sea ‘més dificil en el mundo moderno, donde las cosas suelen ser menos claras y a menudo hay més de una autoridad implicada. En el mo- mento de escribir estas lineas, Estados Unidos y sus aliados estan involucrados en conflictos en Iraq y Afganistén, donde la fuerza mi- litar por sf sola no puede alcanzar la victoria sin la creacién de un acuerdo politico estable. Sin embargo, vale la pena recordar que Cé- a7 sar no intentaba crear una democracia viable y después marcharse. Estaba enzarzado en una conquista permanente y por lo tanto podia ser mucho més implacable en su comportamiento. Los romanos no tenian que preocuparse por la opinién mundial." Aun asi hay algunos factores que siguen siendo comunes. Por cada cauditlo tibal que obtenta ventajas con la legada de César, ha- bia otros que no. La politica era tan despiadadamente competitiva dentro de las tribus y entre ellas como lo era en la repaiblica romana. Si un jefe consideraba que se preferia a sus rivales més que a dl, tenta poco incentivo personal para apoyar a Roma. Una alternativa era buscar ayuda de otra fuente externa, es decir, de una de las tribus germénicas, y aceptar su dominio como precio. Otra alternativa era la de atacar directamente al rival y derrotarlo. Lo ideal era hacerlo con rapidez y con tal contundencia que a César no le quedase mas remedio que aceptar el cambio aunque, en general, procuraba impe- dir y castigar este tipo de acciones.” Si no lo hacia, también los ro- manos acabarian siendo expulsados. Es demasiado simplista pensar en facciones o lideres dentro de cada tribu puramente a favor 0 en contra de los romarios, de la misma manera que es un error hablar de ‘una simple divisién entre grupos pro o antioccidentales en los con- flictos modernos. Hombres como Comio y Diviciaco seguian agendas y ambiciones propias. Estos dirigentes tenian la impresin de que estaban utilizan doa César tanto como él les utilizaba a ellos, afiadiendo a su poder el apoyo de Roma. El hermano de Diviciaco, Diimnorix, buscé en otra parte el apoyo que necesitaba para dominar a los eduos. A medida que su hermano se hacia cada vez més poderoso, Diimnorix empez6 a resistirse de manera encubierta al gobierno romano. Mas tarde, tras Ja muerte de Diviciaco, Diimnorix acrecenté el rumor de que César planeaba convertirlo en rey de su tribu. Finalmente fue eliminado por Ordenes de César, después de que intentara evitar su reclutamiento cena primera expedicién a Britania, Las lealtades podian cambiar. El intérés personal mas que cual- quier otra cosa dictaba silos caudillos apoyaban a Roma o se resistian a César. Este interés podfa cambiar, En el invierno de 53-52, mu- 28 chos Iideres de la Galia decidieron que la presencia romana entorpe- cia su libertad de accién. En la gran rebelién que siguié, los jefes que se habfan beneficiado del favor de César se unieron 2 aquellos que se hhabsan resistido sistemiéticamente para expulsar a los roranos. Ver~ cingetérix, que se convirtié en el lider principal de la rebelidn, habia sido un favorito de César, aunque no se mencione en los Comenta- rios"Una desercién mis llamativa fue la de Comio. César estuvo a punto de ser derrotado en 52.2. C., ysuftié varios reveses en su ataque a Gergovia, No se rindié y, después de vencer en tuna accién a pequefia escala, volvié a tomar la iniciativa y acorralé a Vercingetérix en Alesia. Tras un asedio particularmente brutal, Ver- cingetérix se vio obligado a rendirse. La guerra no habia terminado del todo. Durante més de un afio, César y sus legados emprendieron tuna serie de expediciones punitivas contra cualquier tribu que toda- via mostrase resistencia. Lideres como Comio fueron atrapados, aunque en su caso pudo huir a Britania. Cuando capturé la ciudad amurallada de Uxelloduno, César ordené que se les cortasen las ma- nos a los guerreros apresados como terrible advertencia, ‘No obstante, como siempre, junto con las represalias y el uso y la amenaza de Ia fuerza vino la‘diplomacia concertada. Tal como lo expresé uno de sus oficiales: «César tenfa un objetivo principal, man- tener la amistad con las tribus sin darles la menor oportunidad ni ‘motivo para la guerra... Y asi, negociando honorablemente con las tribus, concediendo ricos botines a sus caudillos y no imponiendo ccargas, logré que su estado de sometimiento fuera tolerable, y man~ tuvo ficilmente la paz en una Galia agotada tras tantas derrotas mi- litares». Esta tarea le llevé mas de dos afios. Como siempre, gran parte de la diplomacia era personal. Funcioné. En 49 a. C., César sacé a casi todo su ejército para luchar en la guerra civil. La Galia no se alz6 en rebeliGn cuando las tropas romanas se marcharon y César se mantuvo ocupado en otro lugar. ‘ No obstante, este éxito tuvo un precio. Ceésarino habia sabido interpretar la situacién en el invierno de 53-52. C. y se vio sorpren- dido por la rebelién, Aunque se recuperé y vencié, le costé demasia- do tiempo y esfuerzo reconstruir la paz. Rumores de graves derrotas 219

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